Reseña por Alberto Constante
43: Una vida detrás de cada nombre, ed. Universidad Veracruzana, México, 2015.
Recibí un libro. Todo en él designa el tema mismo de que trata y por qué lo trata: 43: Una vida detrás de cada nombre.
Quisiera no haberlo recibido quizá porque como muchos, lo único que quisiera es olvidar, pero la realidad, esta realidad de los 43 desaparecidos, por más que queramos, está ahí, con una fuerza inaudita que mantiene su presencia. ¡No podemos olvidar, no debemos olvidar! Los 43 desaparecidos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos trae consigo no sólo lo absurdo de la razón de fuerza que niega los hechos, sino que también acarrea a la memoria una larga, larguísima historia de desapariciones en todo el país, una narrativa de impunidad, de alianzas silenciosas, fragmentarias, formas múltiples de componendas que han creado laberintos infinitos para que finalmente en una montaña de papel y de infinitas líneas de investigación que no conducen a ninguna parte, ya no se encuentre nada. Quizá de lo único que tenemos certeza es de la falta de gobierno. El pacto social quebrantado, la desconfianza en las “autoridades” fracturada y el desencanto civil atravesando los cuerpos y el futuro.
Y estas no son meras palabras, es una reflexión sobre cada uno de los nombres que tienen igualmente rostro e historia, poner rostro, y biografía, sea de manera poética, ensayística o simplemente biográfica es extraerlos a una escena visible, es sonorizar la escena visual, como decía Deleuze, visibilizarlos aún más para que estén ahí, delante de nosotros, reclamando la inacción, el silencio cómplice, la hipocresía de las buenas conciencias, de la gente decente, de las morales infinitas que acompañan los actos menores pero antes estos actos mayores guardan un silencio culpable.
43: Una vida detrás de cada nombre, es una puesta en escena, una suerte de historia que se anima mediante el dolor y que salta en cada grito a una escena visual, a una visibilidad, y de una visibilidad a un grito. Este libro trata de esto, de visibilizar los nombres, los rostros, las historias de cada rostro y de cada nombre, es un libro que trata de monumentalizar la desaparición misma para que todos la veamos y la entendamos como uno de los actos más brutales de que se tenga historia en nuestro país y en el mundo contemporáneo.
Este libro trata de eso, de la visibilización de la desaparición de 43 jóvenes que han querido ser sepultados innumerables veces sea por los medios de comunicación, por los comentaristas, por la gente misma, por miedo o por complicidad cretina. Es cierto como apunta Alejandro Solalinde en el prólogo de este libro: “Se quedó congelado el momento de la desaparición forzada, como acusación perpetua del crimen flagrante del mal gobierno. La agresión contra jóvenes críticos, disidentes, antisistémicos… rebeldes anticapitalistas, fue brutal. Las escuelas normales rurales están en la mira y este gobierno no descansará hasta desaparecerlas. Paradójicamente el mismo gobierno que quiso desaparecer a estos jóvenes, los hizo más presentes. Pero en ello mostró un grado de deshumanización tan extremo que ni siquiera se ha permitido el llanto debido a unos restos humanos”. (p. 9)
Solalinde señala que “En este libro se aprende que desaparecer o matar a los estudiantes es como desaparecer y matar a toda la humanidad”, y no le falta razón, una muerte es todas las muertes. No podemos permanecer indiferentes ante estos crímenes, hay que seguir visibilizando las atrocidades para que en algún momento estas paren, en eso consiste el esfuerzo de este libro, en esto radica lo valioso de un instrumento llamado libro que posee los 43 rostros, las 43 historias, los 43 nombres, las 43 vidas desaparecidas y puestas en esa escena del dolor que ahora llamamos literatura. Porque ahora que la lengua se ha hecho opaca, ahora que la resonancia de las palabras parece quedar enmudecida, se requiere del trabajo detallado, microscópico de la literatura, como decía Piglia. Es decir, la literatura es siempre una respuesta vital, porque es una lucha contra el lugar común, contra lo predecible, lo dicho, contra las formas ya decantadas y petrificadas. Esta es la lengua de los políticos, y por ello la contestación de la literatura que todas las veces enfrenta el uso anquilosado de las palabras.
No es una casualidad que la literatura, a través de sus creadores se ponga en marcha en este libro, aquí se trata de eso, de escribir poniendo el corazón, el talento y la indignación soberana al servicio de esta causa, son estos poetas y escritores, filósofos e historiadores quienes hacen visible a los 43: Una vida detrás de cada nombre, poniendo sus propios nombres y su vida: Reyes Rojas, Verónica Volkow, Josefina Estrada, Eduardo Milán, Alejandra Méndez, Esther Hernández Palacios, Diana Ávila Hernández, Antonio Calera Grobet, Ernesto Castañeda, Eduardo Cerdán, Enrique Padilla, Andrés Piña, Amado Peña, J.E. Meneses, Xavier Villanova, Estela Castillo, Eloisa del Mar Arenas, Agustín del Moral, Melba Sonderegger, Sandro Cohen, Guillermo Nathaliel Meneses Sosa, Hugo López Araiza, Hazel H. Guerrero, Pablo Alarcón-Cháires, José Pulido, Claudia Morales, Roberto Culebro, Edith Negrín, América del Valle, Sandra Martínez, Juan Hernández, Ximena Cobos, Rosario Hernández, Víctor Hugo Vázquez, Alberto Chimal, Germán Ceballos, Enrique García Meza, Alfonso Valencia, Fátima Villalta, Mariana Lara Banuet, Estrella del Valle, Virginia Sánchez, Moisés Hernández, Malva Flores, Xochitl Juárez, Tzuyuki Flores, Gabriela Conde, Alejandra del Castillo, José Antonio Manzanilla, Moisés Castillo, Víctor Toledo, Mónica Torres Torrija, Alejandro Solano Villanueva.
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