La experiencia que somos: Metafísica, Fenomenología y Antropología filosófica

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La experiencia que somos: Metafísica, Fenomenología y Antropología filosófica

La experiencia que somos: Metafísica, Fenomenología y Antropología filosófica. Centro Mexicano de Investigaciones Fenomenológicas, 2016.

Vivir la experiencia en un sentido fenomenológico es un proyecto que justifica un tipo particular de autenticidad para con la vida misma. En el fluir de la corriente de conciencia todo se da de alguna manera, no podemos caracterizar definitivamente este darse originario, pero si podemos develar escorzos que a la postre aportaran claridad sobre eso que convenimos en llamar experiencia, que termina siendo la vida en su sentido más riguroso. Al menos, como podemos entenderla desde la fenomenología de Husserl.

Desde este ámbito filosófico, la experiencia no es vivir desprevenido, no es dejarse estar irreflexivo, por el contrario, esta experiencia que se nos devela ha de ser asistida por la idea de razón como proyecto ético que podemos describir y aspirar a fundamentar, de suerte que, este tipo de tematización de la experiencia pueda aportar documentos valiosos de fundamento científico y filosófico sobre lo que es el hombre, qué significa el habitar el mundo, constituirlo y sostenerlo para nosotros y los demás. Es evidente que la tarea no es un asunto de consulta bibliográfica en sentido estricto, sino que implica, además, una conciencia que se dirija sobre nuestro vivir efectivo y cotidiano. Pensar en la experiencia que somos es comprometernos con nuestros congéneres, con la humanidad entera, por ello es relevante tener la atención puesta en marcha, con tal de atender a emergencias y urgencias que no pueden esperar.

Se podría considerar que carecer de esta fijación en la experiencia que somos es aceptar que la vida devenga un sin sentido, que el mundo sea habitado por la guerra y el espíritu despótico que reina en muchas sociedades.

Es por lo anterior que este título que nos convoca hoy, La experiencia que somos: Metafísica, Fenomenología y Antropología fenomenológica, resulta relevante e indispensable para empezar a replantear algunos tratamientos acerca del estudio de la experiencia. Dentro del campo de la fenomenología nos encontramos con el estudio de los fenómenos en el fluir temporal, la conciencia se intenciona al mundo, lo constituye y se devela intencional, sin embargo, hay algo desconocido y que la mirada fenomenológica no puede alcanzar, como bien lo hace notar Michel Henry en su libro Fenomenología Material. Si nos detenemos en este decir, tendríamos que profundizar en que este filósofo francés plantea que la fenomenología no debe aspirar a ser trascendental, sino que debe centrar sus análisis desde la materia sensible, o hylé.

Esto último supone que la fenomenología de Husserl posterior a sus Lecciones de la conciencia interna del tiempo, aspira hacia la esfera trascendental, abandonando la primera impresión, que al parecer es más significativa y la que determina el campo realmente fenomenológico. Esta fenomenología trascendental es, en su decir, una fenomenología de la mirada, que no tiene en cuenta la experiencia, sino la significación otorgada por la mirada a esa experiencia que permanece oculta por un tipo de indiferencia metodológica.

Entrando en la tematización del libro que nos asiste, La experiencia que somos, podemos explicitar que el primer apartado nos muestra un escrito de Marc Richir, intutulado: Sobre el inconsciente fenomenológico: epojé, parpadeo y reducción fenomenológica, en este se expone ese componente desconocido en la mirada fenomenológica del que hacíamos mención anteriormente gracias al planteamiento de Michel Henry. Es probablemente un campo que habrá que analizar detalladamente, el de saber si el proyecto filosófico de M. Henry queda imposibilitado por los planteamientos al respecto del inconsciente fenomenológico expuesto por Marc Richir.

Los planteamientos de Richir nos pone ante los ojos un aspecto que para muchos puede parecer desconcertante, ese campo de lo pasivo, que como bien lo expone Germán Vargas Guillén en el artículo dedicado para el presente tomo, al decir que: “La pasividad es la esfera de la donación absoluta.”, entendiendo que tanto pasividad como actividad son ingredientes de toda individuación, y por lo tanto de toda experiencia. Esa pasividad que no podemos tematizar de manera apropiada, esa hylé originaria, el horizonte de escorzos que acompañan toda intencionalidad, se han de constituir en un “más allá de toda comprensión”, no significa esto que no podamos hablar de ese exceso de alguna manera. Ciertamente, hablar de la experiencia incluye eso que se escapa a la mirada, ya que es un sustrato referencial y donador de sentido, de lo contrario no podríamos hablar de experiencia.

Pablo Posada Varela expone por este mismo sendero del inconsciente fenomenológico, que el exceso de la experiencia como fuente de todo sentido de la vida, no se limita a la experiencia que podemos describir, sino que esta es acosta de aquella otra que no podríamos tematizar. Ahora bien, la idea de inconsciente expuesta por Freud, que en palabras de Richir es “inconsciente simbólico” no nos incumbe aquí. El inconsciente fenomenológico se refiere explícitamente al exceso impenetrable a la mirada fenomenológica, una experiencia que sobrepasa nuestra condición humana. Nótese que ese inconsciente fenomenológico no es psicológico, no opera propiamente en el terreno de las representaciones sociales, sino que se debe entender desde el ámbito ontológico.

Como un ingrediente indispensable para re-plantear los estudios acerca de la experiencia, en este libro encontraremos a demás de lo tematizado de manera sucinta, propuestas sugestivas como “el análisis del temple de ánimo”, reflexión que Ignacio Quepons Ramírez expone y deja ver que, una vez más, hay un plus experiencial que determina nuestra experiencia de manera más radical y vital. Asimismo estamos llamados a vincular la propuesta de “experiencia real” que se encuentra en la filosofía de Gilles Deleuze con los planteamientos de la experiencia en Edmund Husserl. Es esta la tarea del filósofo, y al igual que la exposición de Amanda Núñez García sobre Deleuze, Sacha Carlson nos brinda un estudio acerca de la fenomenología de Marc Richir. Es una tarea ardua, pues pensar la filosofía de Richir exige en primer medida conocer muy bien la fenomenología de Husserl y en segunda medida, es hacer fenomenología richiriana.

En el estudio realizado por Jorge A. Reyes Escobar, intitulado: Entre Hegel y Husserl, encontramos otra empresa similar a la que se nos ha venido haciendo, casi como un mandato necesario para adentrarnos a una mayor comprensión de la experiencia en todo caso. Si aplicamos este rigor entre sistemas de pensamiento que parecen separados de suyo, estaremos llevando a cabo la función que hemos elegido libremente, la de pensar, y así ser “funcionarios de la humanidad”.

Opino que las palabras de Javier San Martín en su libro: La fenomenología de Husserl como utopía de la razón, cuando dice que todo hablar de fenomenología es fenomenología, para referir que la fenomenología, tal como la entendía el propio Husserl no era un sistema cerrado, sino que se trata de indicaciones que pueden tomar caminos insospechados y cada uno de esos caminos será un camino fenomenológico. En esta oportunidad, San Martín nos asiste con un trabajo intitulado: Naturaleza y constitución del ser humano: Sobre la antropología de Eugen Fink, estudio que tematiza la posibilidad de una filosofía antropológica.

Marcela Venebra nos expone su estudio “La filosofía como función existencial: en la práctica fenomenológica de Edmund Husserl y Eugen Fink”, un escrito fuerte y claro que posibilita la comprensión del compromiso que se puede sustentar o hallar en la fenomenología que se piensa como filosofía y el papel que cumple tanto en la historia de la filosofía y el proyecto existencial inherente al compromiso ético que se sustenta en el pensamiento husserliano y desde luego, de Eugen Fink.

Y el texto termina con una reflexión de Antonio Zirión, quién apoyándose en obras de Albert Camus propone algunos lineamientos orientados hacia una fenomenología como rebelión a partir del espíritu de autonomía.

En buena hora el Centro de Investigaciones Fenomenológicas de México CEMIF A.C., con su directora de colección Marcela Venebra y su grupo académico, nos entregan este interesante trabajo para el disfrute del sinnúmero de lectores abriendo nuevos espacios a la investigación fenomenológica en nuestra América Latina.

 

 

 

 

 

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