Desde la crisis feudal hasta el surgimiento del capital industrial

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Desde la crisis feudal hasta el surgimiento del capital industrial

Resumen[1]

El presente trabajo propone desandar de modo sumario, una interpretación del camino que va desde la crisis y posterior desmoronamiento del feudalismo (como sistema político-económico) hasta llegar al ascenso de la burguesía, las nuevas urbes europeas, finalizando en la era del capital industrial separado de la acumulación originaria, pasando por el “descubrimiento” de América. Comprender la fuerza y el sentido de este derrotero de cuatro siglos, que va desde el XIV hasta el XVII, es crucial para esbozar una cabal estima del término capitalismo, generalmente asociado a su uso técnico contable (reduccionismo esgrimido por los economistas) sin reparar en la condición histórica, matriz de la modernidad / racionalidad occidental, hasta nuestros días.

Palabras clave: Capitalismo – Feudalismo – Filosofía política – Racionalidad occidental.

 

Abstract.

The present work proposes to regress in a summary way, an interpretation of the road that goes from the crisis and later crumbling of feudalism (as a political-economic system) to the rise of the bourgeoisie, the new European cities, ending in the era of industrial capital Separated from the original accumulation, passing through the “discovery” of America. Understanding the strength and meaning of this four-century course, which runs from the fourteenth to the seventeenth centuries, is crucial to sketch a full estimate of the term capitalism, generally associated with its technical accounting use (reductionism espoused by economists) The historical condition, matrix of Western modernity / rationality, to the present day.

Keywords. Capitalism – Feudalism – Political Philosophy – Rationality.

Introducción

En el presente trabajo abordaremos los aspectos centrales de la historia económica de Europa, el origen de la crisis y posterior quiebre del feudalismo situación que trajo consigo un nuevo y radical rostro en las relaciones sociales.

Partiremos desde la crisis del sistema feudal hasta llegar al surgimiento del capital industrial, aceptando la premisa canónica en la que Inglaterra es considerada como el lugar geográfico de la génesis y desarrollo del capitalismo. No obstante ello, entendemos que las formas de un período histórico son múltiples y nunca de una sola pieza, por lo que será necesario reconocer los profundos cambios sufridos durante los siglos XIV a XVII, cambios que merecen ser abordados desde un esquema general para poder luego puntualizar aspectos determinados.

¿Cuál es la motivación que nos anima a una investigación filosófica en economía? Nos preguntamos por su sentido, que no es el mero acto de ordenar resultados en una tarea escolástica, sino que nos adentramos en el camino de querer decir algo más; una investigación en filosofía merece responder a las preguntas sobre el valor del objeto abordado, sus características distintivas, los límites temporales, su existencia misma.

Uno de los tópicos de mayor debate ente los especialistas de distintas disciplinas es acerca de cuándo y cuáles son las etapas de transición que van desde el sistema feudal a lo que conocemos como capitalismo. El análisis histórico-económico de sus orígenes cobra interés sólo si va unido a un estudio filosófico moral como fundamento de una comprensión realista y acabada.

Es necesario aclarar que el término capitalismo es rara vez utilizado por los economistas como categoría histórica ya que por lo general es empleado técnicamente respecto de los llamados métodos de producción indirectos, cuestión que ha sido considerablemente asociada con la naturaleza del capital y es un grosero reduccionismo. No refiriéndose al modo de apropiación de los instrumentos de producción,[2] sino sólo a su origen económico y el grado en que se emplean. Desde esta perspectiva se implica negar el significado específico como sistema histórico-espacial y se lo identifica como un sistema de iniciativas individuales y libres en que las relaciones económicas y sociales se reglan por contrato, se iguala capitalismo con el laissez-faire[3] y al sistema de libre empresa, donde eso que los economistas denominan juego de la oferta y la demanda pareciera ajustar el mercado. Podemos comprender, haciendo una lectura crítica que, por todo lo expresado es necesario abrir el juego y desentramar la vasta y compleja estructura en que la economía moderna tiene su fundamento y origen.

Cuando se habla de la búsqueda de la esencia del capitalismo, no se habla de la autonomía económica, sino de la totalidad de los aspectos representados en el espíritu de una época, espíritu burgués de cálculo y racionalidad que fue configurando este modo de relaciones características del mundo moderno, con base en la acumulación del capital y tendiente a buscar ganancias sistemáticas por medio de la empresa, a diferencia del hombre pre-capitalista de orden natural que concibió la actividad económica como la simple provisión de sus necesidades de subsistencia, apenas superando las tres fundantes: alimentación, vivienda y abrigo.

El párrafo que precede describe al capitalismo como la organización de la producción para un mercado distante, separando la economía natural de la economía monetaria, poniendo de manifiesto la relación que existe entre producción y consumo de bienes,[4] es decir cuando se traza la longitud de la ruta que va del productor al consumidor. También podemos tomar el enfoque Marxiano superando el estado de la técnica y haciendo foco en el modo de apropiación de los medios de producción y las relaciones sociales entre los hombres. Entonces, capitalismo no es un sistema de producción para el mercado de bienes y servicios, sino un entramado bajo el cual la fuerza de trabajo se había convertido también en mercancía, comprada y vendida en el mercado de factores. Lo que diferencia a esta definición de otras es que no basta con que exista comercio y circulación monetaria, sino que quienes poseen el capital lo utilicen para obtener plusvalía sobre la fuerza de trabajo. Algunas definiciones que sólo ponen el acento en el carácter comercial comparten el defecto de no identificar una época determinada de la línea temporal, haciendo pensar que toda la historia es capitalista, ya que el uso lucrativo del dinero no es exclusivo del mundo moderno, sino que puede observarse en cualquier corte que hagamos, en la antigua Grecia, Roma, las Cruzadas.

Lo que claramente hace falta es una definición que caracterice las instituciones económicas del mundo moderno, y si este espíritu capitalista es un producto histórico ¿cuáles fueron las causas de su aparición en el escenario europeo primero, y global, posteriormente? De lo que se trata es de encontrar si aquello que llamamos sistema capitalista es el desarrollo de acciones humanas tendientes a tal fin o un emergente del azar, cuyo resultado fuera éste que conocemos.

 

Declinación del feudalismo

El término feudalismo también es utilizado en sentidos diversos y contradictorios, su rasgo fundamental radica en el hecho de que la posesión de la tierra es la fuente del poder político, donde el status está determinado por el goce de los derechos reales. Es un modo de producción en el que la servidumbre conlleva una obligación debida al Señor, en dinero o en prima de servicios.

En el carácter del Señor residía el poder, la costumbre y la ley. El sistema feudal estuvo asociado a un bajo nivel técnico, con instrumentos de producción simples y baratos, encontrándose la división del trabajo en un nivel muy primitivo de desarrollo y asociado también a satisfacer las necesidades inmediatas de la familia y la aldea. En la sociedad feudal la fuente de riquezas de la aristocracia consistió en el trabajo de los siervos. En este sentido el feudalismo fue deficiente como sistema de producción, ligado a la creciente necesidad de renta de la clase señorial[5] y a la debilitada capacidad de respuestas de la clase servil, explotada hasta los límites de la resistencia humana.

Durante el siglo XIV pudo observarse en Europa una profunda crisis demográfica; uno de los motivos de este resultado fueron las sucesivas pestes que desolaron el Viejo Continente, donde las condiciones higiénicas no fueron las deseables para ningún estándar de salubridad. La duración media de la vida humana en los siglos XIII y XIV no superó los treinta y cinco años y cada brote causó severos daños a la población general, perdiéndose buena parte de las cosechas y comenzando a recorrerse un espiral descendente y endémico.

Las consecuencias directas e indirectas de las pestes del siglo XIV dieron por resultado una fractura del capital demográfico de Europa[6] y del sistema de relaciones basadas en la servidumbre. Aún sin cifras exactas puede verse, según las noticias de la historia, un freno en la construcción de obras de envergadura tales como saneamiento de ríos, tala de bosques y la construcción de grandes estructuras como catedrales y castillos, signos de sociedades laboriosas y en puja.

Estas situaciones de epidemias generaron grandes movimientos migratorios, primero de las gentes acomodadas, de ciudades en ciudades y posteriormente los llamados éxodos rurales; estos flujos de personas en fuga dieron origen a nuevos problemas urbanos, como el hacinamiento y la mendicidad, la aparición de grupos flagelantes y la ruptura de vínculos por miedo a contagios. Puede observarse que se multiplican las denuncias por herejía ante los tribunales inquisidores ya que la peste era concebida como efecto del pecado. Al desorden económico que hemos mencionado, debemos adicionar un desorden moral. El cristianismo aún (hasta el siglo XVI) ejercía un marco de referencia legitimador del espectro social en su conjunto.          

Además de lo dicho, no debemos obviar que el siglo XIV está dominado por la Guerra de los cien años (1339–1453) ya que a lo largo de todo el continente, reinos, principados y ciudades rivalizaron por la expansión territorial, en plena campaña por dilatar sus fronteras.

 

Cambios en la estructura agrícola y el ascenso de las ciudades.

La agricultura, en una sociedad como la de la Europa medieval, representó la mayor parte de la producción económica, puesto que las relaciones decisivas estuvieron ligadas a la posesión de la tierra y esto tiene un carácter limitado debido a una ineficiente rotación de cultivos, agotamiento de los suelos y nula inversión en tecnología, sumado a las técnicas rudimentarias de trabajo.

Pero entre los siglos XIII y XIV se originó un cambio radical y un gran florecimiento del sector, con cambios auspiciosos no en las cantidades sino en la estructura agrícola en sí. Modificaciones que trajeron consigo el abandono por completo de espacios rurales y la disminución intensa en otros como consecuencias indirectas de las epidemias. 

Pudo observarse un cambio de estructura agrícola que trajo aparejado una reducción del ganado para trabajo (bueyes y caballos) y modificaciones en las condiciones de arado. Posteriormente se observa un deterioro en los términos de arriendo y se dieron lugar nuevas formas de alimentación.

Conforme nos adentramos en el siglo XIV aumentan los consumos de carne de buey y de oveja, la economía agropecuaria se volcó hacia el pastoreo y aparecieron las plantaciones frutales y viñedos, el trigo fue reemplazado por el lino, productos que necesitan mayor proceso productivo para ser consumidos.

Podemos considerar que la crisis agrícola del siglo XIV fue notable; por un lado por la  reducción en las cantidades producidas y por otro, porque la renta que los campesinos debían a los señores era devorada por un alto índice inflacionario, puesto que los cánones a pagar eran fijados a largo plazo, pasándose de un pago total en dinero a un pago mixto (parte en dinero y parte en especies). Todo lo descrito hasta aquí originó (en parte) el desmoronamiento del sistema de producción feudal: ahora el Señor debió comprar el trabajo sin ejercer sus derechos sobre la persona aunque el proceso de liberación no se verá claramente hasta los siglos XVI al XVIII y comienza a cobrar sentido el concepto económico de escasez.[7]

Apenas nos asomamos a los aspectos relacionados con el comercio internacional y a los problemas de distribución a gran escala, emergen los obstáculos relacionados con la banca y la moneda. Las principales rutas de navegación perdieron pujanza, comenzando una estrecha interrelación entre los sistemas de navegación del Mar del Norte, el Atlántico y el Mediterráneo, traducido en una nueva importancia de Gibraltar. Aparecieron nuevas rutas como Génova y Venecia, Roma y Frankfurt. Europa se repliega sobre sí misma y los viajes, tanto exploratorios como comerciales, hacia oriente se interrumpen. Los Mongoles eran un obstáculo camino a China y la era de las Cruzadas había llegado a su fin.

Los cambios sufridos por las economías urbanas sumado a un deficiente sistema de banca generaron marchas y contramarchas en un proceso creciente de mercantilización de las relaciones sociales, el tiempo cobró definitivamente un sentido laico[8] y cobra vida el comerciante moderno. Entretanto, en este período apareció la contabilidad por partida doble[9] que gobierna la disciplina, hasta la actualidad.

En la medida en que el desarrollo del mercado ejerció tal fuerza desintegradora sobre la estructura del feudalismo, preparó el terreno para el ascenso de ciudades como cuerpos organizados, ostentando independencia económica y política, erigiéndose como centros de las transacciones monetarias y operando como un imán respecto de las poblaciones rurales. No obstante, es necesario destacar que en un principio las ciudades estaban subordinadas al poder señorial. Por ejemplo, en Inglaterra los propietarios de los señoríos menores tomaban créditos de los comerciantes y pusieron a sus hijos como aprendices de un oficio urbano o se casaban con los hijos de mercaderes. Incluso la propia nobleza llegó a dedicarse al comercio y puesto que las ciudades se desarrollaron dentro de la estructura de la sociedad feudal, sus habitantes conservaron ciertas relaciones de dependencia con un señor.

El método de producción que conservaron los oficios artesanos fue simple, donde los instrumentos empleados eran de su propiedad e incluso cuando tomara uno o dos aprendices y jornaleros se trató de una base muy pequeña para constituir la fuente de los ingresos reales del productor. Hicieron falta otros factores para que esta artesanía libre a pequeña escala se transforme en un modo de producción capitalista.

 

Los comienzos de la burguesía.

No es fácil determinar a que ritmo las comunidades urbanas conquistaron autonomía total o parcial respecto de la autoridad feudal, en cada ciudad podrán observase características particulares.

En las ciudades más grandes los burgueses y las familias aristocráticas conservaron los privilegios de gobierno. Puede verse además que dentro de la clase burguesa hubo estratos superiores e inferiores. Como ya referenciamos, las familias feudales absorbieron las actividades económicas y mantuvieron sus antiguas tierras, de esta manera detentaron las funciones de gobierno y mantuvieron privilegios comerciales. La ciudadanía se ligó a la posesión de lotes o de las propiedades inmuebles dentro del ejido urbano, de lo que se deduce que en los primeros tiempos el comercio fue una fuente de ingresos que no otorgaba mayores beneficios en términos de derechos. Con el paso del tiempo los antiguos u originales propietarios de la tierra acrecentaron sus riquezas notablemente al lotearla y venderla a la creciente población que buscaba el cobijo de las nuevas ciudades. Esto es, a decir de muchos especialistas, una de las claves de la acumulación del capital, ya que no puede atribuirse al desarrollo de las actividades comerciales al menudeo, el surgimiento y pujanza de las urbes con la posterior emergencia industrial. A lo sumo los mercaderes de a pie y buhoneros lograron reunir modestas fortunas ya que la productividad del trabajo y la unidad de producción eran pequeñas.

Las ciudades estaban en un período de alza, la presión que ejercieron las corporaciones de mercaderes en la administración municipal y del mercado estaba orientada a proteger los intereses colectivos en sus tratos con el campo y con los comerciantes extranjeros, incluía el derechos a cobrar impuestos, lo que proporcionaba una importante fuente de ingresos, además ejercieron el control y regulación de habilitaciones –pudiendo delimitar las cuestiones contractuales de algunas transacciones.[10] El espíritu de esta política fue el de poner en ventaja a los conciudadanos por sobre los extranjeros u otros competidores. En algunas ciudades estaba prohibido, por ejemplo, salir al encuentro de los convoy (por tierra o por agua) a fin de establecer posibles contratos ventajosos: una vez llegados al centro de la ciudad recién se habilitaba la posibilidad de negociar. Los municipios comenzaron a desarrollar el cobro de portazgos en puentes y desvíos de caminos a fin de orientar las caravanas según sus regulaciones.

La larga crisis de la economía y de la sociedad europea durante los siglos XIV y XV puso de manifiesto las dificultades y los límites del modo de producción feudal, pero, ¿cuál es el resultado político final de los movimientos sociales de la época? En el transcurso del siglo XVI aparece en Occidente el Estado Absolutista. Las monarquías de Inglaterra, Francia y España presentaron una ruptura decisiva respecto de las formaciones políticas y sociales medievales, transformaron las antiguas noblezas feudales y las nuevas burguesías urbanas. La formación de las nuevas burocracias tiene su lógica en la ruptura con los viejos órdenes jerárquicos y en las nuevas funciones del poder político. Emerge así el Estado absolutista forzando un desplazamiento de la coerción política hacia una cima centralizada y militarizada: el poder real, que terminó por disolver el sistema regional de feudos.

Entre los años 1480  y 1540 se da lo que se conoce como la revolución de precios, pero no se aplica solamente a un desplazamiento del valor de venta de los productos con tendencia alcista sino que también fue el período en que llegaron a Europa los primeros cargamentos de oro y plata provenientes del nuevo continente, por lo que la revolución no sólo es monetaria sino también metálica. Lo que va asociado a una divergencia real entre salarios y precios.

 

El surgimiento del capital industrial.

De lo que hemos dicho hasta aquí podemos ver cómo el capital comercial, en su primera etapa, mantuvo una relación externa con el modo de producción. En este sentido el comerciante era un intermediario de la mercadería producida por el artesano y por el campesino, cuyo fin era la obtención de beneficios a través de su posición de pívot entre las diferentes áreas y etapas. Más tarde, sin embargo, el capital comenzó a ligarse al modo de producción a fin de ponerlo al servicio de la conquista de mercados más amplios.

En este período el desarrollo de ciertas industrias tales como las del cobre, municiones, fabricación de pólvora, la minería y la fundición se transformaron a escala tal que exigieron un capital inicial inalcanzable para un artesano corriente. Aparecieron promotores que organizaron empresas en forma de sociedad por acciones y la necesidad de obreros a escalas considerables. De manera similar, la agricultura sufrió nuevas y profundas modificaciones, comenzando a verse grandes contratos de arrendamiento, inversión en tecnología y criadores de rebaños a gran escala. Ya con esta configuración del mercado se comienza a depender más del trabajo asalariado que de la acción propia del productor directo, es decir que este cambio cuantitativo produce en el tiempo, los cambios cualitativos característicos del modo de producción capitalista, un cambio radical de orientación.

A mediados del siglo XVII podemos observar un creciente predominio de mercaderes-patronos, clase surgida de entre los artesanos que, al ver acrecentadas sus riquezas, pudieron ascender a privilegiadas esferas del comercio exportador. Surgieron nuevas corporaciones pujantes por ejemplo, los guanteros, que se separaron de los fabricantes de cueros; o los fabricantes de relojes, que se separaron de los herreros; o los fabricantes de seda antes pertenecientes a la compañía de tejedores. Esta creciente división del trabajo en áreas distintas agrupadas por actividad estuvo destinada a debilitar el accionar de las corporaciones que tenían un acceso favorable a créditos para producción y desarrollo. Los empréstitos se tornaron necesarios puesto que en ciertos tipos de industrias los adelantos técnicos alcanzaron un grado tal que su escala era de tipo fabril. Lo que se advierte con la necesidad creciente de una estructura crediticia, los intermediarios y las nuevas divisiones de actividades y áreas industriales, es la posibilidad de ensanchamiento de la inversión del capital.

  

Bibliografía

  • Smith. A. (2010). La riqueza de las naciones. Argentina: Ediciones Aguilar.
  • Smith. A. ((1979). Teoría de los sentimientos morales. Fondo de cultura económica. México.
  • Maurice D. (1975). Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. México: Editorial Siglo XXI.
  • Hobsbwan.  E. (1988). En torno a los orígenes de la Revolución industrial. España: Editorial Siglo XXI.
  • Ruggiero R. Alberto T. (1980). Los fundamentos del mundo moderno. Edad Media tardía, Reforma y Renacimiento. Volumen 12. España: Editorial Siglo XXI.
  • Michel B. (1987). Historia del capitalismo. De 1500 a nuestros días. San Pablo: Editora Brasilense.
  • Wallerstein. I. (1979). El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el Siglo XVI. México: Editorial Siglo XXI.
  • Habermas. J. (1985). El discurso filosófico de la modernidad. México: Editorial Taurus.
  • Anderson. P. (1998). El Estado absolutista. México: Editorial Siglo XXI.
  • Cassirer. E. (1951). Individuo y cosmos en la filosofía del Renacimiento. Argentina: Emecé editores.

 

Notas

[1] Todas las pinturas pertenecen a Fabienne Verdier. Agradecemos que este artículo pueda llevar su trabajo plástico. (Nota de la mesa de redacción)
[2] La producción presupone los tres elementos siguientes: 1) el trabajo como actividad humana dirigida a un fin; 2) el objeto de trabajo, es decir, todo aquello hacia lo que se orienta la actividad humana dirigida a un fin; 3) los medios de trabajo, en primer lugar los instrumentos de producción: máquinas. instalaciones, herramientas, con las cuales el hombre modifica los objetos de trabajo, los hace idóneos para satisfacer las necesidades.
[3] El pensamiento de los fisiócratas abogó por el libre comercio, oponiéndose a las restricciones mercantilistas que buscaban por todos los medios aumentar el excedente de metales preciosos y preanunciando así las concepciones de los economistas clásicos, desde esta perspectiva surge el laissez faire – expresión francesa que literalmente significa “dejar hacer” y que se emplea en economía para indicar una posición totalmente opuesta al intervencionismo estatal.
[4] Consumo es la utilización del producto social para satisfacer tanto las necesidades de la producción como las necesidades personales de los individuos. Los eslabones de enlace entre la producción y el consumo son el intercambio y la distribución.
[5] Las crecientes necesidades de la clase feudal exigían mayor presión a causa de los efectos de la guerra, las cruzadas y los costosos gustos y tendencias.
[6] En 1348 reaparece la peste bubónica que no se observaba desde el siglo VI, llegando desde Medio Oriente y haciendo puerto en Italia y Francia para en 1349  propagarse por Inglaterra y Alemania; luego a los países escandinavos. Dos nuevos brotes se generan en 1360 y en 1371, abarcando el daño a tres generaciones de europeos. De esta manera es que se crea el vacío  demográfico y el desequilibrio de recursos / habitantes.
[7] El concepto de escasez, en economía, no designa la falta absoluta de un bien, sino la relativa insuficiencia del mismo con respecto a las necesidades, deseos o requerimientos de los consumidores. Un bien escaso, por lo tanto, es aquel cuya abundancia o disponibilidad es limitada. Puede darse el caso de que haya pocos bienes de una cierta clase y que, sin embargo, no se los considere escasos desde el punto de vista económico: una piedra que no posea utilidad para la construcción y que no sea valorada por sus características estéticas u ornamentales, no es un bien económico pues no existe demanda para ella, por más que sea única en su especie y por lo tanto “escasa” en el sentido vulgar del término. El caso contrario también es frecuente: un recurso como el agua potable, aparentemente “abundante” en muchas regiones, debe considerarse sin embargo como un bien económico escaso pues, aunque fácil de obtener, no es sin embargo ilimitado. La inmensa mayoría de los bienes son escasos debido a que, en cualquier momento dado, la oferta de materias primas, maquinaria, tierra, o trabajo necesarios para crearlos, resultan también escasa. De allí que uno de los problemas centrales de la economía sea estudiar las formas en que las diversas sociedades asignan los recursos escasos existentes a los infinitos fines posibles, pues producir más cantidad de un bien o servicio implica, necesariamente, que se produzca menos cantidad de otros.
[8] Desde la perspectiva de Max Weber, existe una conexión interna entre modernidad y racionalismo occidental, en el que el proceso de desencantamiento que condujo a Europa al desmoronamiento del ideario religioso, ofreciendo como resultado una cultura profana. Ciencias experimentales, artes autónomas, teorías de la moral y del derecho fundadas en principios y con ello la evolución de las sociedades modernas con sus nuevas estructuras: la empresa capitalista y el aparato burocrático estatal. Es decir, las sociedades inmersas en una institucionalización de la acción económica y administrativa con arreglo a fines. Desde la perspectiva de Habermas en “El discurso filosófico de la modernidad” (Pág. 12) dice que “El concepto de modernización se refiere a una gacilla de procesos acumulativosque se refuerzan mutuamente, a la acumulación de capital y a la movilización de recursos al desarrollo de las fuerzas productivas y al incremento de la productividad del trabajo, al desarrollo de poderes políticos centralizados y de las identidades nacionales, a la difusión de los derechos de participación política, de las formas de vida urbana y de la educación formal, la secularización de valores y normas, etc.…”– lo que se describe es un patrón de procesos de evolución social entrelazados en cuanto al espacio y el tiempo. La conquista de América, el Renacimiento y la Reforma constituyen la división enfática entre la Edad Media y una nueva que expresa la convicción de que el futuro ha comenzado es decir que, es una nueva experiencia de progreso y aceleración. Con esto, el tiempo se torna un recurso escaso.
[9] Es lo que comúnmente se conoce como “partida doble”, expuesta por primera vez por Fray Luca Pacciollo, conocida en sus comienzos con el nombre de “método veneciano” o “método italiano”. Tiene su fundamento técnico en un procedimiento matemático  que arma la ecuación contable básica. Cada operación genera una serie doble de anotaciones que arrojan una misma cantidad numérica aunque de signos contrarios, una en el Debe y la otra en el Haber, donde se genera una permanente igualdad. Por este método es posible conocer el resultado de cada operación, permite la detección de errores y el rumbo de la “hacienda”.
[10] “No solo se imponían los precios máximos sino que las transacciones de ciertas mercancías se destinaban a determinados espacios / sectores, prohibiéndose la venta fuera de ellos a fin de impedir posibles canales de transacciones a precios mayores que los regulados. La mayoría de las regulaciones a compra preferencial y acaparamiento se inspiraban en un propósito similar. A los extranjeros se les impedía comprar hasta que los ciudadanos aprovecharan la primera oferta”. Maurice Dobb. Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires. 1971. Página 118.

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