Resumen:
El Presente texto ensaya un posible acercamiento a la escritura filosófica propugnada y realizada por Deleuze y Guattari como arma contra el fascismo y la opresión y estrategia de libertad. Siguiendo algunas ideas de algunas de sus obras claves como El Anti-Edipo, Mil mesetas y ¿Qué es la filosofía? se elucidan reflexiones en torno al ejercicio de escritura filosófica como un ejercicio de libertad y de creación.
Palabras claves: Guattari, Deleuze, Escritura, Filosofía, Creación.
Abstract:
This article tries a possible approach to the philosophical writing advocated and carried out by Deleuze and Guattari as a weapon against fascism and the oppression and strategy of freedom. Following some ideas of some of his key works as The Anti-Oedipus, A Thousand Plateaus and What is Philosophy? reflections are elucidated around the exercise of philosophical writing as an exercise of freedom and creation.
Key-words: Guattari, Deleuze, Writing, Philosophy, Creation.
Sin duda uno de los puntos más atractivos en la obra de Gilles Deleuze es aquel que toca a su relación con Félix Guattari ello por el enigma que plantea de entrada una colaboración equilibrada en creatividad y diálogo como la de ellos dos. ¿Qué es una escritura a cuatro manos? ¿Cómo es posible fusionar en ese grado los puntos de vista de dos mentes de tal forma que no es posible discernir, con excepción de lo más versados en los conceptos que pertenecen a uno y otro? Mucho se ha dicho sobre esta increíble colaboración amistosa, en momentos difícil, entre Deleuze y Guattari, el hecho mismo de que hoy día nos sea más conocido el primero, llevándose el reconocimiento al “pensador del Siglo XXI” por obra de su otro entrañable amigo Michel Foucault, colocando con ello, seguramente sin desearlo de esa manera a Félix en un segundo plano. Uno de los pasajes más sonados desde mi punto de vista, sobre la obra en conjunto Deleuze-Guattari, es la introducción a Mil Mesetas (MM) donde se habla precisamente de la necesidad de superar esa institución tan querida por nosotros llamada la autoría intelectual, y con ello avanzar en dirección de una escritura realmente revolucionaria, puesto que ser Autor, con mayúsculas tiene el peso de la autoridad y el ego sediento de reconocimiento. Aunque sí bien, no creo en definitiva que Deleuze tanto como Guattari sean moralistas interesados en despojarnos de toda vanidad, aún la de la querida fama del escritor, puesto que más bien el punto es debilitar la figura de autor como único responsable del texto, efectuar una política democrática en la elaboración del texto, pasar de escribir bajo la dirección de un déspota interior a una escritura guiada por la colaboración, el trabajo arduo, de honesto reconocimiento al compañero, incluso a decir del propio Deleuze lúdico; aún más, esta política de escritura es darle la entrada en el proceso a los actores dormidos, a los fantasmas y pensamiento marginados que nuestra existencia social ha alimentado y que nosotros soslayamos en el inconsciente. La innovación en este sentido ha sido un gesto lanzado contra la profusión de la filosofía como historia, como desfile de figuras consagradas. Así el impacto logrado con esta colaboración intelectual asusta por su audacia en la década de los setenta del siglo pasado y siguen teniendo impacto hoy día, aunque si bien no se trata solo de dos nombres unidos a un obra sino un acto político.
Es justo hacer un reconocimiento a Félix Guattari, aquél que aparece los textos deleuzianos como una voz desvanecida, casi una sombra de Deleuze; para el lector de El Anti Edipo (AE) Mil Mesetas (MM) o ¿Qué es la Filosofía? (QF) él ha sido después de todo el creador del término máquina deseante[1] por ende por buena parte de lo que tiene que ver con el deseo en la obra de Deleuze así como también de la apreciación del mismo no solo como actividad ligada solamente a lo sexual sino todo el ámbito social. Es sin duda mucho lo que debemos a Félix Guattari cuando leemos sobre los objetos de deseo, sobre las máquinas que cortan los flujos de materia o de ideas, este psicoanalista, discípulo de Jaques Lacan impulsor de una revolución en las instituciones psiquiátricas, se une con el filósofo para dar forma a una obra filosófica revolucionaria que se dirige hacia las instituciones académicas y políticas de Francia, operando un cambio en la conciencia de los actores de las mismas. La escritura a dos manos se convierte de esta manera en una escritura que desafía al aparato de vigilancia del Estado el proponer una huella que nos es difícil de descifrar y contener, por la tanto de perseguir y reprimir. Si la filosofía de Deleuze y Guattari es la del punto de fuga, el escape, la escritura a dos manos es la operación perfecta para llevar a cabo una fuga del control y el encarcelamiento.
Así Deleuze habla de su relación con Félix y como se llegó a esta colaboración, explicando que antes que un método definido o una yuxtaposición en el momento de creación, más bien se trataba de una especie de conexión, donde se añade un concepto a otro concepto, sin fusionar o mezclar, más bien agregando una idea sobre otra.[2] De esta forma se respetan las ideas, fluye la creación, se complementa antes que dirigir o imponer un ritmo de un colaborador sobre otro, tal y como lo presenta Deleuze hablamos de un juego de creación antes que una tarea de negociación o bien como dije anteriormente, de una democratización en el proceso de trabajo creador. La escritura realizada de esta manera evita el tirano sobre las ideas, la idea de “Autor” arroja peso de un ego subordinado al poder. Así entonces, preguntamos de nuevo: ¿De qué manera se subordina la escritura al poder, es manipulable? La filosofía en su largo existir como tradición de textos escritos se las ha tenido que ver con la censura y la persecución, con la sospecha cuando no la abierta hostilidad del poder, por ello también ha existido él filósofo que sucumbe a los poderoso, es el caso de Séneca o Tomás Moro, quienes en su lidiar con el monarca o los príncipes sucumbieron al juego abierto en favor de un bando o de otro, ni que decir por supuesto de Maquiavelo. Con ello no quiero decir que él autor de filosofía debe ser apolítico, sino antes bien ser consiente y denunciar la opresión que sobre su escritura existe y jugar a la política exigiendo libertad y reconocimiento a la labor intelectual como una forma de intervención que debe mantener una política propia. Ello por supuesto, es más difícil de llevar a cabo, especialmente si vive en un país o una época que gusta de la represión brutal o el escarnio a la más mínima provocación o muestra de honestidad y reflexión crítica. Existen libros que son verdaderos arietes en contra del opresor, o el imperio, desafiando tales épocas o regímenes, pensemos en Kafka, Marx, y muchos otros -puede ser una lista muy larga- pero aun así una obra de nuestros días como MM de Deleuze y Guattari es sin embargo el texto que se erige como un ariete contra los mecanismos de poder dispersos a través de toda señal, manifestación, acción, objeto o gesto que conforman el andar de la represión y el fascismo.
Recordemos Mundo Feliz[3] de Aldous Huxley. Es necesario saber que una lectura puede convertirse en el dispositivo letal de bolsillo que podemos apuntar contra las acciones violentas del Estado, más aún cuando este se ha convertido en una amenaza para el ciudadano o bien para la paz mundial. Seguramente no tenía en mente otra cosa Huxley cuando señala en su texto el aparato perfectamente diseñado para la dominación, encarnado en un Estado de un distópico futuro, que el de suprimir todo rasgo de pensamiento crítico o individual, operar un control sobre los individuos y sus deseos. El estado pintado de esta manera es una advertencia sobre la manera en que puede desviarse la organización social y política hacia el derrotero de la opresión, aún y cuando en Mundo Feliz los habitantes disciplinados de esa sociedad cuenten con aparatos y substancias que brindan confort y provocan el sopor de la conciencia, donde si existe un sujeto o grupo de sujetos reacios a este control, son aislados en una Isla Prisión. Un tema recurrente en muchas de las obras del escritor inglés, su pasión por el escape en los regímenes dictatoriales, totalitarios, delirantes de poder.
Por su parte, Deleuze y Guattari en MM, avanzan por el mismo camino de Huxley y aunque si bien hablamos de dos textos diferentes por su forma, uno novela y el otro un texto de filosofía (o bien una multiplicidad de mesetas para ser precisos), no son distantes en cuanto a la motivación. Ambos textos funcionan por decirlo de alguna manera como he dicho ya, en forma de dispositivos, o conjunto de dispositivos contra aquello que podemos calificar de prácticas de odio y opresión. Toni Negri ha reflexionado sobre MM ampliamente en sus aspectos políticos, señalando precisamente el valor de MM: Un estado no se auto destruye ni se reforma, la única manera de destruirlo es la línea de fuga.[4] Existen muchas maneras de fugarse, el propio John de “Mundo Feliz” balanceándose colgado al final de la narración es sin duda una de ellas, un gesto trágico dirigido al cruel totalitarismo vestido de progreso técnico, existe la auto inmolación como recurso extremo, añadiríamos que hoy día, nuestras redes sociales son una línea de fuga en lucha constante contra la succión del Estado que persigue sin cesar sus márgenes más lejanos e incontrolables (la supuesta manipulación rusa de las elecciones norteamericanas, la Deep Web, son nuevas formas de escape, entre el éxito del control estatal y uso punitivo de la información en las redes, y el segundo de expansión de los márgenes de las mismas en lo segundo) Ello si tomamos en cuenta por supuesto, solamente los aspectos de la red que escapan a la vigilancia de los gobiernos o bien de las grandes empresas (Google, Facebook, Microsoft) o bien los fenómenos imprevisibles como las olas de comunicados rápidos tipo “Post” o “Hashtag”.
Retornando a los textos, aquellas escrituras que han sido dispositivos de crítica, tanto como de dispositivos de fuga, tienen que pasar también por la intención creadora, no todo se queda en él escape, se avanza también en la propuesta, un riesgo o una apuesta de superación que apunta hacia la construcción de un orden virtual, un horizonte alcanzable. Así la distopía presentada por Huxley entraña claves para desarmar los sistemas totalitarios, lo mismo que claves para construir un futuro apreciable. En esto también su parangón con MM y otro texto de Deleuze y Guattari como QF, donde podemos encontrar que toda labor de desmontaje tiene como contra cara la labor de construcción. Aspecto este último que olvidan los críticos de Deleuze y Guattari, que solamente recalcan su supuesto “posmodernismo” (Recordad a Alan Sokal[5]) como una actitud vana y superficial, sin objetivo alguno, carente de rigor, incluso carente de compromiso político. Si bien la literatura tiene sus procedimientos establecidos, tan diversos como estilos y propuestas existen, la filosofía ha procedido a través de su historia tanto en la labor de desmontaje como en la de construcción en la forma equilibrada del tratado y la argumentación. Procedimiento que sin duda ha tenido efecto en la civilización occidental tanto como revoluciones y persecuciones han existido en su marcha hacia el capitalismo global donde hoy vivimos.
Es claro que Tomas de Aquino o Francis Bacon jamás contemplaron destruir el orden social existente en su tiempo, mucho menos desaparecer la opresión o la tiranía por completo sino más bien ejercer una crítica que con el tiempo diera lugar a una reforma, un orden más justo, donde la estructura social fuera lo más cercano al plan divino de armonía humana. A decir verdad, eso que llamamos Occidente, y que México, nuestro país, contenido en él, no es más que la sucesión de naciones llamadas a establecer un orden humano donde se construía un horizonte ideal para el humano vivir. La ambición de poder y conquista hicieron por su parte lo suyo definiendo los contornos de la historia. De ahí la tentación dialéctica y el historicismo de dotar de un sentido racional oculto a este suceder de imperios y republicas, migraciones y colonización, el innumerable desfile de eventos que conocemos como historia universal, que ha tenido su correlato en una historia cultural como la de Charles Taylor[6] Sin entrar en los debates en torno a la filosofía de la historia y las utopías, debe destacarse que la construcción de una mejor humanidad, si hemos de llamarle así a él progreso de las luces, o bien la promesa de la modernidad, ha llegado con Deleuze y Guattari al campo de la inmanencia y el materialismo, por añadidura a la acción política convertida en texto y escritura. Plantear las cosas de esta manera nos señala un compromiso de entrada con la construcción de una filosofía que busca la incidencia directa sobre el orden de las cosas. Especialmente plantea una construcción de artefactos conceptuales capaces de derribar los muros de la opresión y el fascismo a la vez que ofrecer eso que es actual motivo de mofa entre los tecnócratas del liberalismo: Esperanza.
En QF Deleuze y Guattari avanzan una propuesta en su escritura conjunta que aborda con énfasis el problema suscitado en torno a la filosofía y su utilidad en nuestro entorno actual. La pregunta concierne particularmente a esa parte del planeta que ha aceptado la filosofía como una forma legítima de cultura, como herencia o legado universal que debe ser continuado en la nación propia de cada quién. Si la filosofía es una tradición, herencia de todos los habitantes de este planeta, o al menos una buena parte de ellos. No basta ahora, dicen Deleuze y Guattari, las preguntas sobre que es la filosofía o quien es filósofo, se tiene que agregar otra más: ¿De dónde es la filosofía? Si Nietzsche según, lo planteado por los autores de QF es el creador de la geofilosofía, ello al haber señalado que cada nación tenía un “carácter” filosófico (entrecomillado mío) la pregunta que surge entonces, es: ¿cuál es la cuna de la filosofía? el lugar, ciudad o nación que tiene el privilegio de estar ligada al nacimiento de esta actividad humana en su forma escrita y plenamente desarrollada. La geofilosofía aboga por la filosofía como un hacer donde se reúnen varias condiciones especiales, entre ellas, la más importante según Deleuze y Guattari, es aquella que nos habla de la reunión de las personas libres que se han encontrado en un lugar donde pueden hablar sin peligro alguno sobre el tema que quisieran. No hay, si hemos de hacer caso lo que se dice en QF, persecución o censura por hablar de temas religiosos o políticos. Así los Atenienses son campeones de la libre expresión en el mundo antiguo y su ciudad un territorio franco de la expresión libre y e intercambio de ideas. Podemos poner en duda esta versión idílica de la suprema Polis de los Griegos, pues como Luciano Canfora ha señalado en un hermoso texto el tema, la “Demokratia” ateniense fue más bien un mal y un tipo de gobierno que vino a destruir el mundo griego y su amor por la libertad.[7] Seguramente Deleuze y Guattari hacen referencia a una época anterior a esa Democracia instigadora del caos que sigue a Pericles. Volviendo sobre el origen de la filosofía, la cuestión es saber que haría original a la misma sobre otras formas de pensar, que es lo que hace a la filosofía nativa y original, un verdadero instrumento de guerra contra la fatalidad y la opresión.
Recordando a Marx y su consigna de “Transformar” antes que interpretar el mundo, la escritura Deleuze-Guattari se convierte en una formidable propuesta de construcción y transformación del mundo. Dos elementos me permiten calificarla de esta manera: El primero tiene que ver con la consideración en QF de dos elementos que se combinan en la filosofía para hacerla un instrumento potente, que son a saber el plano o ámbito de lo trascendente o metafísico, donde se considera el sueño, los símbolos, el anhelo de divinidad. Por otra parte el plano de inmanencia, que tiene que ver con las relaciones concretas entre los seres humanos, con lo finito. Ambos planos se encuentran entrelazados, conectados, lo trascendente se expresa en lo concreto a través de figuras dicen Deleuze y Guattari.[8] Las figuras son tan diversas como culturas existen: Mandalas hindus, Hexagramas Chinos, podría ser nuestra piedra del Sol Azteca incluso. Pensar es dicen Deleuze Guattari, es la inmanencia, la reunión de imágenes de las cosas para conformar una nueva imagen que nos ayuda a lidiar con un objeto determinado: el aeroplano aparece como una invención y reúne el aire y los planos que dan posibilidad al vuelo por la combinación de presión y velocidad, se han reunido dos ideas y conviven en ese nuevo concepto. Ahora bien se nos dice que los conceptos no se transforman por una acción dialéctica sino antes bien por la vecindad. Esto significa según Deleuze y Guattari que los conceptos son vecinos unos de otros, un vecindario de conceptos que se unen por afinidad o necesidad, incluso se nos dice tienen reglas para su composición. Sin entrar en detalle en la interesante teoría de los conceptos, un punto fascinante en extremo es como Deleuze y Guattari nos dicen que la religión es filosofía en cuanto sus figuras pasan a producir conceptos, de esta manera la religión, cualquiera de ellas en cualquier parte del mundo, si expresa con conceptos es afirmativamente filosofía. Sin embargo el milagro Griego, ocurre por una feliz coincidencia entre el plano de inmanencia y la amistad en Atenas la ciudad del encuentro con los extranjeros. El arte de hacer conceptos puede darse en cualquier lugar pero sin duda fue en Grecia donde se ocurrió. Así la Geofilosofía nos habla de un feliz evento que nos marca definitivamente. En el nacimiento de la filosofía como creación de conceptos de manera libre puede caerse sin embargo en lo contrario: la elevación hacia la trascendencia y elevarse a la figura, efectuándose así una traición a la filosofía (se podría hablar ampliamente como filosofías paulatinamente entran en un ensueño religioso) Esto marca sin duda una inflexión de lo más interesante para nosotros, pues de entrada tenemos el punto de vista desde donde hemos de calificar que es filosofía realmente.
Un segundo elemento para considerar a la escritura Deleuze Guattari como ariete filosófico es aquella toma a su conformación como arte, composición de conceptos, que se diferencia de la religión u otro tipo de discurso o saber, frente a los cuales se tiene que oponer un conocimiento libre, de la inmanencia, que aun siendo operación de cuerpos conceptuales no deja de mirar hacia un horizonte de posibilidad, y en cierto grado de trascendencia. Pensar como transformación es en Deleuze y Guattari una escritura que opera en la inmanencia sin dejar de soñar en figuras, en mundos posibles y virtuales. Si la tarea de transformar no estuviera guiada aparte de las reglas de construcción del concepto, por una imagen anhelada, se llegaría a la pura actividad sin sentido, movimiento solitario.
Aún y cuando hoy día tenemos una profesionalización de la tarea filosófica y una tradición llena de textos fascinantes que ubican el conocimiento especulativo como el más antiguo en Occidente, no es posible negar que tenemos que avanzar mucho en una clarificación de la tarea del pensar filosófico. Frente a los medios de comunicación, el retorno del fervor religioso (o debemos decirlo tal cual: el retorno de los fundamentalismos) el discurso motivacional, el cientificismo, etc. Que inundan nuestras pantallas, bocinas, avenidas, centros comerciales, tomamos la pregunta hecha en QF por Deleuze y Guattari ¿Qué es la filosofía? Si nuestra respuesta no va más allá que la de “Amor al Saber” o algo en el mismo tono es poco lo que avanzamos en el sentido de incorporar el conocimiento filosófico como aquel que plantea el diálogo entre amigos en el plano de la inmanencia, en la creación de conceptos que calan en los discursos de la dominación y el miedo. La tarea de hacer la filosofía realmente una actividad entre libres, más aún, en una época de profunda transformación como la que vivimos, no solamente queda el “entre libres” como personas, sino también lo extendemos a las naciones. La Geo filosofía será una realidad en la medida en la cual Europa considere sus iguales a los creadores de conceptos de otras latitudes, conceptos por otra parte que respondan a la inmanencia pero también a la tradición filosófica en alguna medida. Definitivamente esta Geo Filosofía esta marcha y es posible ver que este tipo de conocimiento adquiere carta de nacimiento en lugares cada vez más diversos, donde la dictadura y la violencia campean entre la destrucción. La construcción de un mundo virtual justo y con conocimiento debe acompañarse de las tareas filosóficamente propiamente dichas de escribir para dialogar: incidir en los lugares de encuentro (hoy las redes sociales) sin abandonar el hermoso recurso del texto impreso, efectuar la descripción y denuncia de los dispositivos fascistas expresadas en persecuciones de todo tipo. En suma incidir en la inmanencia creando conceptos lucrativos en el sentido productivo del término aplicando ello a la producción de significados que nos ayudan a la liberación. Tal vez no alcancemos un Guattari o un Deleuze, o una escritura tan elegantemente coordinada en un juego, pero si podemos alcanzar la creación de un concepto que dé cuenta de nuestro asombro y nuestra aspiración a ser libres.
¿Tenemos carrera de filosofía pero en verdad nuestra reflexión es libre?
Bibliografía
- Canfora, Luciano, El Mundo de Atenas, ed., Anagrama, Madrid, 2014
- Deleuze y Guattari, ¿Qué es filosofía?, ed., Anagrama, Madrid, 1993.
- Deleuze, Gilles y Parnet, Claire, Diálogos, ed., Pre-Textos, Valencia, 2004.
- Huxley, Aldous. Mundo Feliz,, Porrúa, México,
- Negri, Toni, “Rue Descartes, Inmanence et Vie” del Collége International de Philosophie, ver: Gilles-Félix. PUF, Paris, 1998.
- Sokal, Alan, Imposturas intelectuales, ed., Paidós, Barcelona, 1999.
- Taylor, Charles, La Era Secular, ed., Gedisa, Barcelona, 2015.
Notas
[1] Toni Negri, “Rue Descartes, Inmanence et Vie” del Collége International de Philosophie, en Gilles-Félix, ed., cit., p. 79.
[2] Gilles Deleuze, y Claire Parnet, Diálogos, ed., cit., p. 22.
[3] Aldous Huxley, Mundo Feliz, ed., cit.
[4] Tony Negri, op., cit., p. 86.
[5] Alan Sokal, Imposturas intelectuales, ed., cit.
[6] Charles Taylor, La Era Secular, ed., cit.
[7] Cfr., Luciano Canfora, El Mundo de Atenas, ed., cit., passim.
[8] Gilles Deleuze, y Félix Guattari, ¿Qué es filosofía?, ed., cit., p. 90.
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