De la experiencia del pensar, Martín Heidegger

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De la experiencia del pensar, Martín Heidegger

Aus Der Erfahrung Des Denkens von Martin Heidegger, Traductores, Alberto Constante, Ricardo Horneffer, Ed., Pitzilein Books, México, 2019, edición Bilingüe.

De la experiencia del pensar, Martín Heidegger, Traductores, Alberto Constante, Ricardo Horneffer, Ed., Pitzilein Books, México, 2019, Edición Bilingüe.

        

1945 fue un año en el que los aliados decretaron en Alemania el cese de toda actividad docente en la Universidad. Había que reconstruirla interna y externamente. Muy pronto, las sesiones de las autoridades de la Universidad estuvieron dominadas por el problema de la llamada “depuración política”. La acusación más fuerte que se les hacía a las universidades alemanas en su conjunto era que ellas eran en gran parte culpables de lo sucedido en tanto ellas no resistieron enérgicamente desde el principio, a pesar de que se comentaba que Friburgo había sido la universidad menos impregnada del espíritu nazi y que, por el contrario, había sido un bastión del clericalismo. Nada de esto importó, lo que estaba en juego era un revisionismo a toda prueba de quienes no y quienes sí habían colaborado con el régimen nacionalsocialista.

Se establecieron tres secciones que abarcaban tres grupos: los denunciantes; los funcionarios; y los rectores y decanos. Se empezó por los rectores. Desde luego, el más connotado era Martin Heidegger a quien casi desde el principio se le consideró como un “nazi typique” por lo que se el confiscó la casa del número 47 de la calle de Rotebuck y su biblioteca estuvo en suspenso por más de dos años. El comité que tuvo en sus manos el “caso Heidegger” tenía entre sus filas a dos enemigos de Heidegger: Adolf Lampe, enormemente crítico del filósofo, y a Walter Eucken, uno de los adversarios más serios de Heidegger durante su rectorado y amigo cercano de Husserl. A pesar de que en las argumentaciones ambos enemigos de Heidegger siempre justificaron su conducta negativa hacia el filósofo, en razón del bienestar de la Universidad, las razones de fondo no era esgrimibles. ¿Cuánto de nosotros mismos se agita en medio de la posible venganza de un agravio que sentimos en un instante, sólo por una mirada, que posiblemente no iba dirigida a nosotros? Desde luego que los discursos de Heidegger al asumir la rectoría de la Universidad de Friburgo, avalaban lo dicho por los enemigos del pensador. Discursos que, lo queramos o no, siguen siendo extremadamente polémicos y la fama internacional de Heidegger era, para Lampe, un agravante en extremo. Luego de muchas peripecias, entre las cuales está el informe que escribió Karl Jaspers valorando la actitud de Heidegger durante su rectorado, el veredicto emitido por el Consejo que tenía a cargo el “Caso H”, el 19 de enero de 1946, fue áspero y severo: Heidegger pasaría a ser un profesor jubilado sin permiso para la docencia y de la exigencia de abstenerse de participar de cualquier acto público dentro de la Universidad.

En la primavera de 1946, Heidegger se había derrumbado física y moralmente. Se encontraba en el sanatorio de Schloss Haus Baden, en Badenweiler y se encontraba sometido a un tratamiento psicosomático. Ahí se crearon las bases de una colaboración posterior con Ludwig Binswanger y Medard Boss. La situación se endurecería aún más. Pues el 28 de diciembre de 1946, se dictó la versión definitiva en contra de Heidegger: “Il est interdit a M. Heidegger d’enseigner et de participer à toute activité de l’Université”. Dentro de todas las consignas había una que era el cese del abono de su sueldo que terminaría totalmente hacia finales de 1947. Esta medida sólo duró hasta mediados de ese año, fecha en la que se iniciaron las negociaciones para vender los derechos de traducción de Ser y tiempo al Fondo de Cultura Económica de México por la módica suma de tres cajas de alimentos, dos para la editorial alemana y una para la familia Heidegger. Dice Hugo Ott que “Las humillaciones que había tenido que sufrirdesde el verano de 1945: confiscación de parte de su casa, constante peligro de su biblioteca, obligación de participar en las tareas de desescombramiento de las calles de Friburgo (como castigo), los distintos procedimientos de depuración política en distintos niveles, todas estas humillaciones, en fin, culminaron con la decisión definitiva del gobierno militar francés: la destitución de su cargo y privación de la venia legendi”.

 1947 fue sin duda un año amargo, pero, al mismo tiempo, una fecha singular que llevó a Heidegger a su refugio, a su tierra, la tierra, su cabaña de Todtnauberg en la Selva Negra, anhelante de esa distancia hacia los picos nevados de Suiza. Ahí fue donde el autor de Sein und Zeit, en el momento quizá más atormentado de su recogimiento personal, escribió un breve escrito, Aus Der Erfahrung Des Denkens, que contiene una serie de aforismos y poemas que en sus líneas principales retoma muchos de los conceptos que Heidegger había trabajado ya, tanto en los Beiträge zur philosophie, como en otros textos, como en Gelassenheit y a pesar de la espontaneidad de ellos, de una cierta simplicidad que nos habla también de esa preferencia de habitar el campo, de estar lejano de las ciudades, del tráfago de las grandes urbes, y de la necesidad de escuchar lo no dicho de “lo otro”, el texto en cuestión es de una profundidad inequívoca. 

La pregunta que se nos antoja es ¿por qué otra traducción al español? Conocemos al menos 5 traducciones, todas de pensadores connotados, todas muy ajustadas a lo que quiso decir Heidegger, ninguna invalida a la otra, y, sin embargo…, recuerdo que uno de los traductores citó a Umberto Eco cuando éste escribió aquel texto maravilloso sobre la traducción: Decir casi lo mismo, decir casi lo mismo es como querer zanjar un abismo, un mar de infinito que separa a dos orillas imposibles, es querer cerrar o detener el movimiento mismo de las palabras, de sus significados, de sus propios requerimientos. 

Cualquiera que haya realizado una traducción seguro que se habrá dado cuenta de que la lengua a la que se traduce, desafiar muchos problemas en cuanto a la reproducción del efecto original de la palabra en cuestión, por ejemplo, en el ritmo, el encantamiento y, un poco más rigurosos, los niveles sintácticos. La palabra misma tiene que desplegarse para amparar las ambivalencias que tiene hasta el punto de alcanzar otras posibilidades que no estaban en ella, pero que palpitaban, de una u otra manera, por su propio ejercicio, por su puesta en marcha. Esto no es otra cosa que lo que se ha llamado la metamorfosis de la lengua. Ella renueva sus niveles sonoros, sintácticos y de sentido, Eco escribe algo que quiero citar a mi vez: “De mi traducir y de mi alemán ellos (los alemanes, A.C.) aprenden a escribir y hablar alemán y me roban consiguientemente mi lengua, de la que ellos anteriormente poco sabían” (p. 219). Hay más, las traducciones se llevan a cabo en un tiempo y en un lugar, responden, se quiera o no, a unos requerimientos, a una historia, a un contexto, una episteme determina sus propios derroteros y estos cambian, como la lengua, entonces las traducciones se renuevan y los textos mismo desnudan otros significados, otros contenidos, otras voces que habitaban como fantasmas en las primeras.  

Este es el caso de esta traducción que llevaron a cabo Alberto Constante y Ricardo Horneffer. Una traducción llena de guiños, de historias cruzadas, de una amistad, como escribió la editora, de más de 40 años, pero quizá más, de una amistad que se asentó sobre un pensamiento que ha cruzado los tiempos como el de Martin Heidegger. Diríamos con Eco, ¿qué busca esta traducción?: “¿Fidelidad? Después de todo, si consultan cualquier diccionario, verán que entre los sinónimos de fidelidad no está la palabra exactitud. Están más bien, lealtad, honradez, respeto, piedad”. (p. 472)

 

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