Los bordes del sentido. Entrevista-conversación con Cristina Rodríguez Marciel y Jean-Luc Nancy

DEL ARTÍCULO NANCY, J-L. (27 DE FEBRERO DE 2020) “EXCEPCIÓN VIRAL” DIALEKTIKA. FILOSOFÍA, CULTURA Y SOCIEDAD. MARZO 17 DE 2020

Resumen

El escrito presenta una entrevista y conversación con Cristina Rodríguez Marciel y Jean-Luc Nancy, filósofos e intelectuales contemporáneos. En esta se abordan temas como el quehacer filosófico actual y problemáticas como el cuerpo, el espacio, el deseo, además de un breve esbozo sobre una ontología de la existencia. También se muestran las opiniones de ambos pensadores sobre el pensamiento y obra de Nancy en relación con el contexto filosófico de habla hispana.

Palabras clave: filosofía contemporánea, Jean-Luc Nancy, ontología, espacio, cuerpo, deseo.

 

Abstract

The present paper presents an interview and conversation with Cristina Rodríguez Marciel and Jean-Luc Nancy, contemporary philosophers and intellectuals. In it, topics such as current philosophical work and problems such as the body, space, desire are addressed, as well as a brief sketch on an ontology of existence. The opinions of both thinkers on the thought and work of Nancy in relation to the Spanish-speaking philosophical context are also presented.

Keywords: contemporary Philosophy, Jean-Luc Nancy, ontology, space, body, desire.

 

Saludo y presentación de Cristina Rodríguez Marciel

 

Giovanni Perea Tinajero: Lo que se presenta a continuación, más que una entrevista, es un diálogo; una conversación con tinte filosófico, con Cristina Rodríguez Marciel, filósofa e investigadora de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de España, quien ha mantenido un diálogo personal directo con el pensador francés Jean-Luc Nancy, además de un trabajo constante con sus ideas. De manera general, hablaremos sobre una serie de tropías que nos acercan y hacen coincidir filosóficamente con Nancy, pensador que con los años ha conformado una extensa obra, donde sus letras e ideas tocan en diversos puntos de vista a múltiples problemáticas que atañen a nuestros tiempos. Así, Nancy se muestra como un filósofo de la circunstancia, es decir, a la altura de su tiempo y espacio, tratando temas que van desde la comunidad, la mundialización o globalización, el cuerpo, la espacialidad, la ciudad o la sexualidad recientemente también, como no podía ser de otra manera, sus reflexiones se han orientado a la pandemia que estamos viviendo (Un virus demasiado humano, 2020).

 

Abrimos el diálogo con Cristina Rodríguez Marciel, pensadora que nos ayuda a comprender y transmitir a Nancy, no solo en esta ocasión, sino también de manera teórica tanto en España como en América Latina. Leer sobre Nancy y pensar los problemas a través de sus ideas ha sido posible, en buena medida, gracias a las reflexiones que se gestan en el mundo de habla hispana como es el caso de Rodríguez Marciel. Desde Iberoamérica se inserta como parte del utillaje teórico, en muchos casos, de pensadores que tratamos de reflexionar nuestra latitud más inmediata y también como parte de lo que se lee en programas académicos de filosofía. Mostrando los resultados ineludibles de la relación de la filosofía contemporánea con Jean-Luc Nancy.

 

El interés por tener esta entrevista nace particularmente con la lectura de Nancytropías,[1] un texto que ayuda a los que estamos interesados en comprender las ideas de Nancy. Por lo demás, también es un pretexto para entablar este diálogo de ideas, sobre una filosofía que a mi modo de ver ha sabido vincular lo abstracto de las ideas con los problemas prácticos contemporáneos.

 

Sin más, después de una extensa presentación, le saludo con gusto Dra. Cristina Rodríguez. Le agradezco también el tiempo y espacio para que esta entrevista sea posible.

 

Cristina Rodríguez Marciel (CRM): En primer lugar, me corresponde a mí dar las gracias por vuestro interés en el trabajo de Nancy. Cuando empecé a trabajar en «deconstrucción» fui enseguida consciente de que lo que se estaba pergeñando alrededor del pensamiento de Nancy era, en primera instancia, y por repetir una vez más el célebre motto de Blanchot, una «comunidad sin comunidad», un diálogo, como bien afirma usted, a múltiples bandas y siempre inconcluso y con vocación, precisamente, de conservarlo sin conclusión, sin cierre, sin clausura, sin última palabra.

 

1.- Giovanni Perea Tinajero (GPT): Bien, pues para comenzar, me gustaría preguntar, ¿filosófica y académicamente por qué le ha interesado la obra de Nancy como objeto de trabajo?

 

CRM: Acierta de lleno cuando se refiere a la poderosa manera que Nancy tiene de conjugar las ideas con la práxis. Su filosofía destila contemporaneidad. Esta afirmación, que puede parecer tautológica cuando se aplica a un pensador vivo, no lo es tanto si se piensa lo fácilmente que puede petrificarse el pensamiento. En Nancy, sin embargo, había un pensamiento muy vivo, muy cercano, que enseguida me cautivó. De algún modo, e incluso antes de conocerlo personalmente, era para mí un filósofo muy presente. Con él, el pensamiento adquiría vida y se manifestaba como uno más de nuestros sentidos. Pero antes de que hablemos de eso, con mi respuesta quiero atender a su doble pregunta puesto que, curiosamente, separa el interés filosófico del interés académico. ¿Pueden ser desligables? ¿Deben serlo? Tendría que decirle que, precisamente, cuando empecé a estudiar a Nancy hace más de veinte años el interés académico no aconsejaba estudiar a un pensador que era poco conocido en España, que es donde yo comenzaba a desarrollar mi carrera académica. O porque, a pesar de que ya entonces Nancy tenía una producción textual enorme y su reconocimiento en otras lenguas era innegable, en lengua española era conocida por una propuesta concreta y no por un corpus completo de pensamiento e intereses como lo es ahora y que usted mismo ha recalcado. Mi trayectoria académica, los seminarios de investigación a los que asistía, los grupos y proyectos de investigación de los que formaba parte estaban orientados a la deconstrucción y al pensamiento de Jacques Derrida. Sin embargo, y aunque académicamente esos estudios estaban mucho más consolidados y yo disfrutaba enormemente del pensamiento de Derrida, hice la apuesta filosófica de orientarme al estudio de una obra por entonces novedosa y casi desconocida, como la de Jean-Luc Nancy. Por tanto, mi interés filosófico se impuso al interés académico. Nancy había escrito un libro, La communauté désoeuvrée, que se ha traducido en España por La comunidad desobrada y, en Chile por La comunidad inoperante. La repercusión de esta obra en 1983 ocasionó algo así como un terremoto internacional en torno a la cuestión de la comunidad. Maurice Blanchot había respondido inmediatamente a ese libro con La comunidad inconfesable, Giorgio Agamben con La comunità che viene, Jacques Derrida hizo su aportación a la cuestión con Politiques de l’amitié. En 1997 aparece La comunità errante. Georges Bataille e l’esperienza comunitaria de Federico Ferrari. En 1998 Roberto Esposito escribió su Comunitas. Origine e destino della comunità. Más tarde llegó La comunità impolítica de Giuseppe Cantarano. Seguro que me estoy olvidando de algunos otros. Como sabemos por Roberto Esposito el término impolítica, para aplicarlo a la comunidad, se había tomado de un artículo de Maximo Cacciari, “Lo impolítico nietzscheano”, en el que se recuperaba la pertinencia de Nietzsche para el pensamiento político. Todos estos pensadores habían tenido en común la necesidad de recuperar ciertas herencias olvidadas, ignoradas o consideradas tradicionalmente inutilizables para pensar lo político: Nietzsche, Heidegger o Bataille. Se comenzó a tejer una amplísima red de pensamiento que ha dado potentísimos frutos (hoy podemos hablar de toda una “Italian Theory” dedicada a esta vía de pensamiento) y que configuró lo que, aquí en España, José Luis Pardo llamó, en un artículo publicado en el periódico El País en 2005, un «“comunitarismo” específicamente eurocontinental» para distinguirlo del comunitarismo anglosajón que centraba por entonces el debate de la filosofía política en confrontación o contrapeso con un liberalismo que, desde las tesis de John Rawls, campaba a sus anchas ebrio de su propia victoria. A quienes nos implicamos en esa vía política nos pareció que era preciso exponer, en primer lugar, cómo a partir del trabajo de Nancy había podido concebirse o inventarse, muy lejos de los parámetros tradicionales de la filosofía política, una constitución de lo comunitario sin reciprocidad, sin simetría y sin reconocimiento (que era el patrón tradicional) y cómo Nancy había dado lugar a un acontecimiento de escritura abriendo la brecha de tantas y tantas interacciones, alternancias e imbricaciones. Así, una trama de pensamiento estaba responsabilizándose de la quiebra del modo tradicional de pensar la comunidad que, desde siempre, la había entendido bajo las figuras de la propiedad o la pertenencia de los individuos-sujetos que aglutina identificándolos bajo su Idea. Si la «cuestión del ser-en-común» se había impuesto al pensamiento había sido, en primer lugar, por la incuestionable imposibilidad, porque era del todo imposible seguir pensando «la comunidad», precisamente, tras el siglo de la exacerbación de las esencias comunitarias identitarias. El terrible detonante por el que esta tarea de pensamiento se impuso fue la historia sangrante y desangrada del siglo XX (lo cual sigue siendo aplicable hoy en día cuando ya podemos contar dos decenios, casi un cuarto de siglo, del siglo XXI), nuestra historia no ha dejado de exhibir cada vez más y con mayor agudeza que, precisamente, «comunidad» era el término con que esa historia nos había hecho conocer, como diría Blanchot, «un fondo de desastre que va más allá de la ruina». Después, precisamente, Nancy abandonó el término “comunidad” para referirse solo al “ser-con” o al ser singular plural. Esta era, en ese momento, la cuestión que estaba en la arena filosófica en lengua francesa e italiana y, por mi parte, quise contribuir, en la modesta medida en que yo podía hacerlo, a que también tuviera resonancia en nuestra lengua.

 

2.- GPT: En el mundo de habla hispana, la filosofía se ha nutrido de diversas corrientes de pensamiento, entre ellas están las más recientes influencias de la fenomenología, la hermenéutica, el posestructuralismo… ¿Dentro de este contexto, cómo ve usted la recepción, asimilación y pensamiento de la obra de Nancy?

 

CRM: Es preciso indicar que, en paralelo a lo que ocurría en España en aquellos años (donde ya un reducido, pero muy relevante, grupo de investigadores comenzaba a escribir artículos sobre Nancy y a impartir cursos en las aulas sobre su pensamiento), y a partir de numerosas iniciativas, a las que podría referirme como grupúsculos por el reducido número de sus integrantes (a veces se trataba de un solo profesor o profesora de alguna universidad, por ejemplo, Juan Carlos Moreno Romo, en la Universidad Autónoma de Querétaro, Mónica Cragnolini en la Universidad de Buenos Aires o Juan Manuel Garrido de la Universidad Alberto Hurtado en Chile) y por su fortísimo activismo, empezaron a surgir otros muchos modos de aproximación diferentes al pensamiento nancyniano en México, Colombia, Ecuador, Argentina, Chile… Sin embargo, y para responder a su pregunta, sí podemos adscribir a Nancy a una corriente de pensamiento concreta de la que nunca ha renegado, la deconstrucción, y a algunas influencias también concretas. La principal y más determinante es la de Heidegger, probablemente. Pero la de un Heidegger que ya ha pasado, por decirlo de algún modo, por el filtro de Jacques Derrida. Nancy se adscribe a la operación de deconstrucción iniciada por Derrida que, a su vez, depende nuclearmente, aunque movilizándola, y así es como puede proponer su potente ontología del ser singular plural, de la diferencia ontológica heideggeriana. Al resonar Heidegger de manera tan potente en el pensamiento de Nancy, quien está resonando también es precisamente Derrida y la deconstrucción. Por decirlo de una manera muy breve y, en consecuencia, demasiado precipitada: la célebre différance de Derrida, de la que depende toda la propuesta de deconstrucción (ni método, ni demolición, ni meramente un trabajo textual), es lo que ha permitido a Nancy, y sin que esto sea en absoluto un detrimento, sino todo lo contrario, es lo que ha permitido a Nancy configurar un trabajo que sería una especie de aplicación práctica de esa otra diferencia ontológica, de esa différance por usar el término de Derrida, que ahora vemos materializarse en un nuevo pensamiento de la comunidad, en el cuerpo, en el mundo, en el sentido, en el cristianismo, en las artes. Fue en este sentido en el que Derrida se refirió a la tarea de Nancy, aunque este último rechazó el término, como postdeconstructiva. Ciertamente, como Nancy no se ha cansado de repetir, todos los “post” son trampas.

 

3.- GPT: A su modo de ver, ¿Cómo ha influenciado Nancy en el ámbito filosófico actual?

 

CRM: Nancy jamás ha disimulado su vocación, explícita y reivindicada, de ontólogo. El suyo es un pensamiento en el que la experiencia de la extranjería, de la ajenidad, de lo otro, de la alteridad conforma una peculiar condición ontológica y antropológica (antropológica, pero no humanística. No hay aquí ningún privilegio de lo humano. Lo humano da voz a lo animal, a lo vegetal y a toda entidad, pero no ejerce ningún privilegio, ningún sometimiento, ninguna jerarquización sobre estos). Por eso las largas listas que suele proporcionar en sus libros están pobladas de clavos, piedras, ladrillos, botones, objetos… ¿Qué quiere su “ontología”, como ontología de la actualidad? Pensar, experimentar y decir el ser de otro modo, de un modo diferente a como lo ha hecho tradicionalmente la metafísica clásica. Pensar, experimentar y decir nuestra existencia de otro modo. En ese sentido, su pregunta acerca del “ámbito filosófico actual” no es diferente de una pregunta sobre “el ámbito actual de nuestra existencia”. Esta estrategia de pensar, sentir y decir el ser de otro modo, como sabemos desde Foucault, exige una “ontología del presente” que, en primer lugar, se destituya a sí misma. Curiosamente, ontología que se destituye a sí misma es la definición que Nancy ha dado de la deconstrucción y la operación de Nancy, sea cual sea el tema del que se esté ocupando, su operación con el pensamiento y con los textos, siempre es una operación de autodestitución, o mejor, de destitución de lo autós, de destitución de lo propio. Esa operación con el pensamiento y con los textos es una operación, insisto, con nuestra propia/impropia existencia: deconstrucción de la propiedad.

 

4.- GPT: La obra de Nancy es muy amplia y diversa, tan es así que toca y problematiza varios temas. Quisiera que nos enfocáramos para este momento en los temas del cuerpo y del espacio, pues los encontramos de manera marcada en Nancytropias. Nancy permite hablar de ideas sobre el espacio del cuerpo, el espacio común o de la comunidad. Aquí la pregunta sería ¿por qué hablar del espacio como problema filosófico y también por qué tratar los problemas en clave espacial? A partir de ahí, ¿qué idea de espacio puede conceptualizarse en la obra de Nancy?

 

CRM: Desde el último tercio del siglo XX se pensó de manera generalizada que habíamos pasado de una época del tiempo a una época del espacio. Foucault fue de los pioneros en proponer algo así. Pero, para Nancy, no es cierto que hayamos pasado de un modelo temporal a un modelo espacial, lo que tiene lugar es una espacialización del tiempo y una temporalización del espacio. A partir de ahí, espacio y tiempo son nociones indesligables. De ahí que más que de espacio, Nancy se refiera a la noción de espacialización, puesto que el espacio no es ni una cosa ni una abstracción, sino aquello mediante lo cual las cosas pueden adquirir distinción, distinguirse unas de otras, es decir, el espacio es una relación que permite que las cosas tengan lugar. En la medida en que es una relación provoca que a las cosas les sea dada su distinción. La distinción de las cosas es lo que constituye su donación, su manera de darse (en caso contrario, no nos distinguiríamos, nada podría distinguirse, el universo sería un solo punto sin distinción). En este sentido, y para marcar la cuestión de la espacialización, Nancy se ha referido al término “declosión”, cuya imagen, aun ofreciéndonos una noción sinónima de deconstrucción, acaso sea más espacial que la de la deconstrucción, puesto que alude, mediante el verbo francés déclore, a la retirada de un muro, de una clausura, de una verja… En todo caso, ni una ni otra tienen que ver nada con demolición, como frecuentemente se ha querido ver en una operación interesada de desprestigio. Derrida retomó la palabra “deconstrucción” del empleo de la Destruktion que hace Heidegger, que indica desmontaje, desensamblaje de las construcciones filosóficas recibidas y, muy especialmente, de las estructuras de oposición de conceptos como sensible/inteligible, positivo/negativo, presencia/ausencia, vida/muerte, etcétera. En ese sentido, también deconstrucción es una operación espacial, aunque su relación con la différance hace de ella una potente máquina de desestabilización temporal, me refiero al out of joint del tiempo, a su dislocación, pero no quiero desviarme aquí en esto, nos llevaría demasiado lejos, lo menciono como una pista a seguir únicamente. Lo importante es destacar que, para Nancy, al igual que para Derrida, el desmontaje (ya nos refiramos a ello como declosión o como deconstrucción) no conduce a una nueva construcción o reconstrucción, sino que permite que se deje al descubierto cómo está conformada cualquier construcción, cualquier sistema, estructura o visión del mundo. Lo importante es que nos preocupemos por lo que significa tratar de pensar al margen de la época de las construcciones, ya se trate de edificios o arquitecturas del pensamiento o de pensamientos edificantes. Como ve no salimos de la “jerga” espacial…

 

Creo que así se responde a su pregunta sobre por qué tratar los problemas en clave espacial. Tengo la sensación de que, precisamente, por lo que he indicado, los problemas no pueden tratarse de otra manera, ya que el propio pensamiento es local, no olvidemos que su metáfora más potente es la del camino, la ruta o la travesía puesto que, por una parte, el pensamiento solo piensa metafóricamente, y esto es lo que significa metáfora precisamente: transporte, traslado, desplazamiento, y, por otra parte, en su relación con el mundo; el pensamiento no se da sino en su dimensión de la salida fuera de sí, como experiencia (de ahí la construcción etimológica de la experiencia desde ex periri, “probar, intentar, arriesgar hacia afuera”), como inquietud por el afuera, como dis-locación. La existencia como ex-sistencia también dice la exterioridad, la salida al afuera, la salida fuera de sí.

 

5.- GPT: Es interesante cómo es que la idea de espacio toma relación con el cuerpo. Parece que el cuerpo materializa el espacio alejando de este último una noción abstracta. En este sentido, ¿qué idea sobre el cuerpo puede brindar la obra de Nancy y particularmente cómo es que la ha pensado usted?

 

CRM: Sí, por supuesto, la ontología que nos propone Nancy, según sus propias palabras, es una ontología materialista. Y de algún modo, usted mismo lo expresa con mucha lucidez: el cuerpo materializa el espacio porque, según las indicaciones de Nancy (y si yo he podido pensarlo ha sido a partir de esas pistas o de sus directrices), no hay existencia sin lugar, el cuerpo da lugar a la existencia. Los cuerpos son el espacio abierto, los encargados de abrir el espacio, de dar espacio. La queja de Nancy, en el hermosísimo libro que es Corpus, consiste en que siempre hemos idealizado el cuerpo. En el caso de Nancy, la operación es la contraria, es el pensamiento el que ya no tiene que ver con ninguna res cogitans, sino con la res extensa, con la extensión. Es constante esa apelación a un pensamiento que quiere espacio, que lo desea, que pide abrirse paso porque precisamente no lo tiene. La operación contraria, de idealizar los cuerpos es un modo de apropiación como abstracción, ciertamente, por eso Nancy apela a lo que llama la ex-cripción del cuerpo y a su desapropiación: nuestro cuerpo no es propio sino en la medida en que lleva inscrita la escritura de lo otro, su huella, su marca, su tatuaje. Mi cuerpo siempre remite a lo otro en mí. Por eso el de Nancy es un pensamiento de la alteridad y de la alteración.

 

6.- GPT: Otra idea de espacio que podemos encontrar en Nancy es aquella que se relaciona con el espacio urbano o el espacio de la ciudad. La ciudad a lo lejos me parece uno de los textos que problematiza dicho tema. Un texto que critica la idea de la ciudad en nuestros días pero que también da la idea de la necesidad de la ciudad, en cuyo caso, requiere de una conceptualización distinta. ¿Qué nos podría decir sobre el tratamiento de la ciudad como tema en relación con la idea de espacio?

 

CRM: Hay un término en Nancy que, aunque no es muy recurrente en sus trabajos, me parece que ofrece muchas pistas sobre la pregunta que me hace. Es el término “chantier”, un chantier, en francés, define el espacio que hay alrededor de una construcción cuando aquello que se está construyendo está en obras, es decir, es el espacio en el que se está produciendo la construcción que va a nacer y en el que están desordenados y apilados los materiales de construcción, las herramientas, los vehículos con los que los operarios trabajan y tantas otras cosas. No tiene una traducción fácil en español, pero, en definitiva, tiene que ver con el espacio en el que se pone en evidencia el inacabamiento de la obra, su desobramiento. Las obras en construcción no son todavía una obra en el sentido de la cosa hecha, producida y acabada por un agente, sino la obra que no está acabada porque precisamente sólo es obra en construcción; obra que se define por su proceso, obra que se refiere a sí misma en su curso y en su transformación, y no en su culminación, en su fin o acabamiento. Las obras anticipan el resultado final, obviamente, están planificadas, pero el resultado final procederá de la transformación progresiva del propio chantier que, cuando ya sea obra acabada, ya no será chantier, sino otra cosa diferente. Hay en Nancy un poderoso pensamiento de lo inacabado, de lo inconcluso, de la imposible clausura en relación con la obra y, más ampliamente, en relación con nuestras ciudades del siglo XXI, que siempre parecen estar en obras. La ampliación o aplicación a la noción de ciudad de esos espacios en obras nos da un sentido de la ciudad ilimitado y vivo. Nancy ha escrito textos sobre la ciudad de manera dispersa durante toda su producción. El término chantier me parece que describe bien el tratamiento que Nancy le ha dado a la ciudad, delimitado sus rasgos específicos y sus caracteres propios. Más allá de su unidad conceptual, la ciudad se revela como una pluralidad múltiple y multiforme de los «modos de hacer y de producir». También hay un ser singular plural de la ciudad que provoca que la ciudad nunca sea una. La ciudad, como una inmensa obra en construcción, cuyo en estaría remitiendo a su constante désœuvrement, como œuvre asediada desde dentro por su désœuvrement, es un espacio privilegiado que da cuenta, paradójicamente, de cómo las obras desestabilizan el paradigma arquitectónico «constructivista» con que se ha configurado el esquema completo de representaciones del pensamiento occidental. Todo eso que se ha aplicado a una ontología del ser singular plural tiene su paralelo en una urbanística de la ciudad singular plural. La cuestión de la ciudad está en resonancia con el concepto ontológico del avec, del con, puesto que el con también expone una especie de chantier de lo común de las singularidades. Dando una respuesta más concreta a su interés por el espacio; un chantier no es tanto un espacio como un lugar en el sentido en que antes nos referíamos a la intersección del espacio y del tiempo que permite un espaciamiento. Una vez más, insisto, se trata de la œuvre asediada desde dentro por cierto désœuvrement, lo que, en ese sentido, nos permite también entender mejor por qué el trabajo sobre la comunidad en Nancy está «por lo demás siempre en chantier».

 

7.- GPT: Antes de esta entrevista habíamos hablado sobre los trabajos pendientes con Nancy y ha salido en la conversación el tema de la sexualidad. A mí me da la impresión de que el tratamiento de la sexualidad puede estar relacionado con el espacio y el cuerpo. Pero ¿qué nos podría decir sobre este tema?

 

CRM: Sí, efectivamente, antes me he referido a su ontología del ser singular plural. Acabamos de publicar la traducción española de Sexistencia. Se trata del último libro que he traducido trabajando mano a mano con un colega y muy querido amigo, Jordi Massó, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. El libro está editado por la Universidad de Granada, a través de la valiosísima intermediación de Javier de la Higuera, profesor de esa universidad y también un agudo lector y estudioso del pensamiento nancyniano (en realidad, Sexistencia es el último libro traducido y publicado porque Jordi Massó y yo acabamos de entregar la traducción de La peau fragile du monde [La frágil piel del mundo], que publicará próximamente la editorial De Conatus). Tal y como contamos en la introducción del libro, Sexistencia tiene un peculiar estatuto en la obra de su autor. El tema del que trata, en primera instancia y para un lector ocasional, podría parecer novedoso dentro de su producción. Sin embargo, a nuestro juicio, este libro es la pieza clave que faltaba para entender après coup y con mayor precisión el itinerario intelectual de Jean-Luc Nancy. De algún modo, este libro recapitula y prosigue toda su filosofía iluminándola desde su inicio, marcando al mismo tiempo con su aparente novedad una suspensión en su continuidad. El lector habitual, aquel que haya estudiado de modo más perseverante el pensamiento de Nancy, recibe tras su lectura el impacto de pensar que, finalmente, todo tenía «sentido» sin constituir un sentido, sin proporcionarlo, sin que ese sentido quedara integrado en una estructura, sistema, jerarquía u orden. No hay sentido del sentido, ya lo sabíamos desde hace tiempo, puesto el sentido es una de las viejas preocupaciones de Nancy. No hay sentido del sentido, pero sí hay «deseo de sentido». La existencia es ese deseo de sentido o, mejor aún, la existencia es deseo tout court. Por supuesto, como usted afirma, y acierta en su intuición, se trata de la relación del cuerpo con el espacio. Es un deseo el que permite que cuerpo y espacio entren en relación. El espacio no es algo así como un receptáculo, un lugar previo y vacío al que llegamos para situarnos en él. Los cuerpos son los que abren los espacios, los cuerpos dan lugar al lugar, a los lugares. De ahí que la noción no sea tanto espacio como espaciamiento. El deseo es entonces esa pieza clave que faltaba, sobre la que ahora hay que explicarse y que habría recorrido el trabajo de Nancy de principio a fin sin determinarse. Esa imbricación cuerpo-espacio es posible por su relación. En un librito publicado en 2001, titulado El «hay» de la relación sexual, Nancy abordaba la relación sexual como paradigma o como «conexión de la relación en general». La relación sexual aparecía ya entonces como un pleonasmo de esa «relación en general». En ese librito ya se anticipaba que la relación sexual abre una categoría diferente tanto de las cosas como de los significados y que, en consecuencia, la «relación» que abre no puede reducirse a un estado, a una sustancia, a un término. Y lo que la relación sexual abre, como paradigma de la relación en general, es, sencillamente, un orden del «sentido» que ya no es del orden de los significados. Como si aquel libro de entonces hubiera sido un preliminar de lo que aquí se aborda, supimos que «el sexo siempre designa lo inconmensurable», que la relación sexual llama a lo «otro» sin nombrarlo en la medida en que es inconmensurable, precisamente, y que toda relación depende de la heterogeneidad y de la heteronomía de los inconmensurables que entran en relación. Lo «otro» aquí no implica altruismo, sino que se refiere a lo que, para Nancy, «hace salir a lo mismo de su agujero negro, de su compacidad maciza privada de toda presencia, pues la presencia para presentarse debe venir. Y para venir debe ser enviada, dirigida, expedida. Lo llamamos existencia». Y es, en este punto, donde Nancy da un paso más o, mejor, donde de algún modo se remonta hacia el «origen» de esa relación y de ahí la novedad de este texto. Hay una pujanza [poussée] que supone un término nuevo en el léxico nancyniano. Si el sexo hace que carezcamos de origen impidiendo que seamos «originarios» por nosotros mismos, entonces el sexo es lo que fuerza, con una violencia archioriginaria, la posibilidad de constitución de lo mismo (hablábamos al principio de la destitución del autós, de lo mismo, de lo propio). Se trata de pujanza, de fuerzas que empujan y que resisten. El sexo reclama aquí su lugar porque está en continuidad con la vida, con los humanos, con los animales, con los vegetales, con los objetos. Nuestro ser-fuera-de-sí, esto es, fuera, pero en contacto con todo eso con lo que está en continuidad, nos permite entender que nuestra existencia está determinada de manera primordial por esa pujanza que llamamos “sexo” (pero también vida, hambre, saber, sentido, sueño…), por eso nuestra existencia es “sexistencia”.

 

8.- GPT: Le agradezco mucho habernos introducido en esta conversación. Hemos profundizado en cuestiones que personalmente me parecen asombrosas. También por la manera en que usted las piensa.  Pero también quisiera aprovechar el vínculo que tiene con Nancy para transmitirle brevemente algunas cuestiones. Sobra decir que Jean Luc Nancy de quien hemos estado hablando actualmente es filósofo y profesor de la Universidad Marc Bloch de Estrasburgo en Francia, con quien Cristina Rodríguez ha establecido un vínculo intelectual.

 

9.- GPT: Profesor Nancy, le agradezco la disposición para comentarnos esta conversación. Como aficionado a su obra y desde la posición de joven investigador quisiera preguntarle en principio ¿cómo podríamos pensar conceptos como globalización o mundialización en relación sobre todo en regiones como américa latina, una zona particular de occidente? También ¿cómo podemos pensar la dimensión global de los problemas, por ejemplo, como la actual pandemia de coronavirus que tiene efectos en todas partes del mundo?

 

Jean-Luc Nancy: Desde hace mucho tiempo, tengo la convicción de que América Latina es una región muy particular del mundo, puesto que no procede de la formación proprio motu que representa el conjunto norteamericano ni de las operaciones coloniales y postcoloniales que han modelado la mayor parte de África y de Asia. América Latina procede más bien de una especie de refundación o de reinvención de Europa en un espacio geo-cultural completamente diferente. En ese sentido, hay una suerte de analogía con el mundo eslavo (teniendo en cuenta, por supuesto, las debidas diferencias). Esta analogía se refleja quizás, por una parte, en el estatuto de la religión y, por otra, en el de la literatura. Habría que hacer aquí análisis amplios y precisos, pero me conformo con señalar que América Latina difiere por naturaleza de aquello que caracteriza el modo o el mundo europeo-occidental. Caracterizaría esta diferencia con la palabra «imaginación», no queriendo en absoluto expresar con esta palabra la profusión de lo irreal, sino la facultad de crear formas, de otorgarles colores, perfumes y sonoridades (a este respecto, América Latina ofrece un paralelismo con África).

 

Hoy, sin embargo, aunque sigo teniendo este mismo sentimiento, debo decir que estoy menos seguro de ello. Pues Occidente está, desde hace un tiempo, en todo lugar donde se propaga la civilización técnica —independientemente de las condiciones sociales— y no sé hasta qué punto puede mantenerse esa especificidad latinoamericana. (Podría decir lo mismo de la especificidad eslava). Añadiré también que, en la medida en que Europa está perdiendo su propia especificidad, tenemos tentaciones de pensar que la dimensión global es lo que se ha hecho dominante. La crisis viral no puede sino desarrollarse en este sentido. Pienso, no obstante, que el porvenir no podrá dejar de modelarse de manera específica según determinados continentes, subcontinentes u otras entidades geo-culturales.

[Depuis longtemps je pense que l’Amérique latine est une région très particulière du monde car elle ne procède ni de la formation proprio motu que représente l’ensemble nord-américain, ni des opérations coloniales et post-coloniales qui ont modelé la plus grande partie de l’Afrique et de l’Asie. L’Amérique latine procède plutôt d’une sorte de refondation ou de réinvention de l’Europe dans un tout autre espace géoculturel. En ce sens, il y a une sorte d’analogie avec le monde slave (toutes différences gardées, bien entendu). Cette analogie se marque peut-être aux statuts de la religion d’une part et de la littérature d’autre part. Il faudrait ici des analyses très longues et précises, mais je me contente de souligner ceci : l’Amérique latine diffère de nature de ce qui spécifie le mode ou le monde européen-occidental. Cette différence, je la caractériserais par le mot « imagination ». Je n’entends pas par là le foisonnement de l’irréel mais la faculté de créer des formes, de leur donner des couleurs, des parfums et des sonorités. (A ce compte, l’Amérique latine offre une analogie avec l’Afrique.)

Mais aujourd’hui, bien que je continue à avoir le même sentiment je dois dire qu’il est moins assuré. Car l’Occident est désormais tellement partout où s’est propagée la civilisation technique — indépendamment des conditions sociales— que je ne sais plus jusqu’à quel point la spécificité latino-américaine est maintenue. (Je pourrais en dire autant de la spécificité slave.) J’ajouterais aussi que dans la mesure où l’Europe est en train de perdre sa propre spécificité, on est tenté de penser que la dimension globale devient dominante. La crise virale ne peut que pousser dans ce sens. Je pense néanmoins que l’avenir ne pourra pas ne pas être modelé de manière spécifique selon les continents, subcontinents ou autres entités géo-culturelles].

10.- GPT: Bien, en un tono algo más teórico le pregunto ¿qué nos puede decir de la obra Sexistence? ¿Qué particularidades tiene esta reflexión sobre la sexualidad?

 

Jean-Luc Nancy: No se trata de la «sexualidad», que es una función o un comportamiento. Se trata de que el sexo es una dimensión fundamental de la existencia (sean cuales fuere las sexualidades, los géneros, las morales, es el vector más evidente y común de nuestro ser pulsional), desde el deseo más elemental hasta el amor más refinado. Ahora bien, la cultura occidental ha tendido a esconderlo hasta el momento en que sobreviene una «liberación sexual» que nos enfrenta a una pregunta: ¿Qué es lo que ha sido «liberado»? Sería algo así como un prisionero que habiendo sido liberado no sabría ya quién es ni por qué fue hecho prisionero y, más tarde, liberado… Esto es algo que merece pensarse.

Il ne s’agit pas de la « sexualité » qui est une fonction ou un comportement. Il s’agit de ceci que le sexe est une dimension fondamentale de l‘existence —quelles que soient les sexualités, les genres, les morales. Il est le vecteur le plus manifeste et le plus commun de notre être pulsionnel— depuis le désir le plus élémentaire jusqu’à l’amour le plus délicat. Or la culture occidentale a tendu à le dissimuler jusqu’à ce que survienne une « libération sexuelle » qui nous mette devant une question : qu’est-ce qui est donc « libéré » ? C’est comme un prisonnier qui serait libéré et ne saurait plus qui il est ni pourquoi il a été emprisonné puis libéré… Cela mérite réflexion.

 

GPT: Les agradezco mucho a ambos la atención y los aportes que en esta entrevista han salido. Me despido de ustedes esperando coincidir en más de un momento y con más de un pretexto. No es exagerado decir que esta entrevista será un gran aporte para entender sus ideas y continuar el trabajo filosófico desde nuestras academias. En las que tanto la obra de Nancy como la de Rodríguez Marciel han ayudado a entender y problematizar las circunstancias particulares de nuestra región. Ambas obras han sido leídas de manera particular, si bien analítica, haciendo un análisis de las ideas de los autores, también como parte de nuestras herramientas teóricas que ayudan a pensar los problemas más inmediatos y urgentes, que van desde la violencia, la ciudad, el género, la sexualidad, etcétera, particularmente en nuestra región latinoamericana. De ahí el interés en acercar de manera más íntima o personal a través de esta entrevista las ideas y obras de nuestros pensadores.

 

FOTOGRAFÍA: CRISTINA RODRÍGUEZ MARCIEL Y GIOVANNI PEREA TINAJERO, MOMENTO PREVIO A LA ENTREVISTA. MADRID 2020

 

Notas
[1] Cristina Rodríguez Marciel, Nancytropías. Topografías de una filosofía por venir en Jean-Luc Nancy, Dykinson, Madrid, 2011.