Vigilia mortificada

 

Para los amurallados todo es muro,

incluso una puerta abierta[1]

Antoine Tudel

Luz duerme con los ojos abiertos, no puede cerrarlos, espera el fin del mundo. Su cuerpo se estremece ante la idea de morir y de matar, siente el llamado de Dios. En su vida no existe la noche, La claridad la ciega, ha encontrado el camino, delira.

Los psiquiatras han descubierto la forma de hacer dormir a los insomnes, de hacer callar a los predicadores; de abolir la risa de los maniacos y neutralizar las emociones.

Han logrado detener a los danzantes y apagar el fuego de la vida. Los fármacos y el encierro hacen entrar en razón al insensato ¡lo suyo es la violencia del bien!

La del loco es la violencia del Dios erotizado que lo guía. En este trabajo hablaré de la violencia de Dios por ser el acompañante fiel de los locos.

Aunque si diré que el erotismo que encierra la violencia del bien no es poca cosa. La infancia de los niños está marcada por la frase “es por tu bien” que antecede al castigo mediante el cual los padres gozan y se congratulan de tener la razón y el bien que procuran las instituciones y el saber psiquiátrico lleva este sello.

Freud en su ensayo Pegan a un niño, nos da una importante lección para arribar al goce de someterse y de fundirse con el Otro en ese mas allá del principio del placer que caracteriza la relación del amo y el esclavo.

Dice Bataille que el terreno del erotismo es esencialmente el terreno de la violencia y de la violación. En la violación la penetración de los cuerpos encuentra el punto de disolución y de goce extremo. Ahí la continuidad se establece por un acto de destrucción donde ambos, víctimas y victimarios se pierden en la fascinación que los disuelve.

Y como lo mas violento para nosotros es la muerte, vamos hacia allá envueltos en un trance amoroso.

Sólo la violencia puede poner en juego el paso de la discontinuidad a la continuidad, dice Bataille, la violencia que culmina en la muerte y el acto de matar.

La muerte como continuidad del ser es la base del erotismo y del sacrificio religioso que hace a los asistentes participar de la continuidad de la víctima dando lugar al orden de lo sagrado.

Pero puntualicemos esto: Nada en el camino del erotismo es exterior al terreno de la religión, es decir a través de la historia podemos constatar que la creencia en los dioses y sus ritos con lleva la idea de sacrificio y de pérdida. Esto no sólo organiza el pensamiento religioso, sino que lo funda . . .

Existe no obstante una teología positiva basada en un Dios discontinuo, poderoso, único diferente a los otros que va siempre acompañada de la teología negativa (de la que hablábamos) fundada en la experiencia mística centrada en el sacrificio religioso que introduce la muerte en la vida y hace de la muerte una virtud contradiciendo la ley de no-matarás. La inquisición y la Guerra santa dan cuenta de esta postura eclesiástica convirtiendo a los asesinos en héroes.

Así las cosas, es claro que la violencia y el erotismo están siempre del lado de Dios. Violencia admitida por un lado y negada y justificada por el otro, pero siempre como la fuerza que anima su existencia.

El Dios de la guerra hace de la transgresión ley, a partir de un movimiento paranoico y perverso. La orden de Dios es matar en defensa de los valores religiosos y no excluye el goce que dar muerte implica. En este viraje religioso el goce está velado, negado y precisamente por esto propiciado y vivido intensamente.

Dice Freud que el loco ama a su delirio como a si mismo y es así como introduce al A en la subjetividad que lo habita. Escucha su voz o lo ve, construyendo su existencia alienada a aquel que lejos de darle una identidad lo persigue.

El Otro, dueño de todo lo que existe ordena la destrucción del prójimo al que supuestamente ama. La palabra elegido, predestinado, mártir, héroe, santo, se conjugan en el misticismo y en el delirio de los locos ¿Qué es lo que los diferencia?

Tanto el santo como el loco son seres extraños porque desprecian los bienes de la tierra. Aman si, pero mas allá de lo humano y esto es lo que hace difícil su estancia en la tierra donde circulan prendados de un DIOS incomprensible.

La clave de su lógica es la palabra OBJETO

¿Qué decimos cuando afirmamos que en la experiencia mística y en la locura hay una ausencia de objeto?

La experiencia mística y los síntomas psicóticos revelan una ausencia de objeto porque en ella ocurre la continuidad, la disolución del ser, y el objeto se identifica con la discontinuidad,  esta condición nos dará mucha luz.

Nos preguntaremos entonces ¿qué papel juega el objeto? dentro de estos entramados

El objeto es hacia lo que se dirige la pulsión, sabemos que la pulsión no tiene objeto, pero lo imagina, lo inventa, lo construye y va hacia él. Puede ser otro sujeto convertido por esta operación en objeto (como vemos claramente en el estadio del espejo en la relación a —-a’) o una cosa, como en el fetichismo.

Es importante hacer notar que cuando hablamos de objeto, hablamos de deseo. El ser humano deseante busca algo que, a partir de Freud sabemos que está irremisiblemente perdido y a través de esta búsqueda establece los juegos metonímicos y metafóricos que conforman su novela.

Sabemos que el objeto se sitúa bajo un fondo de angustia (bajo un vacío) es importante por lo tanto que exista este vacío para poder situar el objeto ilusorio, fantasmático que ocupará este lugar constituyendo al sujeto deseante.

Podríamos decir que el loco es víctima de la exclusión y la traición, pero no me gusta la palabra víctima y creo que a él tampoco, porque la cambia por sacrificado. El sacrificio lo eleva ante los otros y le da un lugar en ese A al que responde con su vida.

Estamos pues en el territorio de la constitución del sujeto y los efectos catastróficos de la falta de reconocimiento y la traición de aquel en quien mas confiábamos. Si no tenemos lugar, no somos y los otros semejantes se vuelven enemigos o extraños. ¿Quién me reconoce si aquel que debía inscribirme en la vida me desconoce? El loco deambula por la vida solo con su delirio como garante.

Allouch en su libro de El Amor Lacan nos ayuda a pensar la forma como asumimos la presencia de este Otro en nosotros a partir del amor. Me referiré aquí sólo a la distinción del amor físico del amor extático. El primero es un amor de unidad y el segundo de dualidad. El amor místico, aunque busca fundirse con Dios se finca en la unidad narcisista, es decir atraviesa por el otro semejante, pero va mas allá y se dirige a Dios buscando la unidad con Él, en cambio el amor extático no pasa por esta fase narcisista y se dirige a ese Otro absoluto y exterior a él, sacrificando su bien e incluso su cuerpo, su vida.

El sacrificio de sí caracteriza al amor en la psicosis ya que los locos pierden todo (menos la razón, como dice Chesterton) su ser individual se disuelve en el desprecio de lo humano.  Recuerdo a un hombre loco que, en el hospital psiquiátrico sin zapatos, sin casa, sin lugar donde guardar nada y vestido de andrajos, me miraba conmiserándose de mi riqueza, de mi esclavitud a las cosas, de mi miedo a perder, de mi angustia de vivir. . .

La violencia interior del loco desafía al límite de lo posible donde su existencia goza. Y esto no quiere decir que no sufre, sino que poseído por el goce de la pérdida eleva ésta a su condición de vida. Ningún loco pide su curación, lejos de esto asume su destino y toma la estafeta del Dios que lo posee.

(Diremos al pasar que al estar tan unida la pérdida al goce, el duelo adquiere un carácter central en el tema del erotismo y abre un camino en la dirección de la cura de la locura que tendríamos que desarrollar en otro momento)

 

¿Y DIOS?  El Dios de la continuidad ¿puede confundirse con el Dios de los teólogos?  El Dios de la continuidad con el que nos podemos fundir nos invita al goce hasta la muerte ¿cómo frenarlo? En esta dimensión trágica se vuelve a unir el loco con el místico.

EN EL EROTISMO EL SER se disuelve, pues el sujeto se identifica con el objeto de que se pierde. Yo me pierdo en eso que me fascina y como la experiencia interior siempre se liga a algo objetivo, el acto se organiza de acuerdo con ésta. (La frase: estoy perdidamente enamorado de ti, pone las cosas en su lugar y hace que el sujeto enamorado realice toda clase de locuras). El erotismo no es privativo del loco o del místico es propio del ser humano, pero éste está frenado por la ley.

Estamos hablando de objeto y habíamos señalado que en la locura no hay objeto, esto parece contradictorio pero lo que sucede es que el loco toma a Dios como su único objeto, o podríamos decir lo pone en el lugar del objeto, los otros son como diría Schreber seres hechos a la ligera a él sólo le interesa ese A, que lejos de incluirlo como sujeto deseante lo ha tomado como esclavo en su condición de muerto vivo.

El que debió introducir la ley en la vida de su hijo lo ha traicionado, lo ha desconocido como tal y lo ha hecho cómplice de la transgresión. Las historias de incesto son frecuentes en la locura.

En el goce del sacrificio se inscriben las vidas de mártires y santos que al perder ganan el anhelado cielo. Basta con contemplar la imagen de Santa Teresa pintada por Bernini para apreciar la dimensión del goce de la monja, inmersa en la posesión de su Dios.

El erotismo en el cristianismo está marcado por la culpa y la locura no está lejos de esto. Ya que el cristianismo se opone aparentemente al erotismo que naturalmente lo acompaña.

Pensemos en Antonin Artaud en su carta[2] dirigida al doctor Latremoliere desde Rodez, el 5 de abril de 1943, donde le explica su condición de muerto-vivo.

“El cuerpo de un hombre fue especialísimamente elegido para ser el eje del (de este) esfuerzo de Dios contra la incoercible naturaleza del hombre. Este hombre estaba destinado a permanecer virgen y a pagar con su dolor el mal de los demás hombres. Pero también este hombre se olvidó de Dios y pecó. Mas como pago de su falta y de sus pecados aceptó que lo encerraran vivo en un asilo de alienados y morir en él. Este hombre se llamaba Antonin Artaud y murió en el Asilo de Ville-Evrad en el mes de agosto de 1939. Luego Dios refundió su cuerpo que ocultamente corresponde al sagrado Arque-tipo del hombre . . .”

Pero la virulencia del mal es tan grande que aún no le han podido arrebatar el sexo y ha sido necesario que ese cuerpo expíe con horribles sufrimientos esta sexualidad que él lleva encima como una túnica de Neso. Desde la muerte de Antonin Artaud, Dios ha enviado a ese mismo cuerpo muchos Ángeles para sucederse en su dolor y al fin ha producido un Ser, (que la Cábala conoce con el nombre del Ser LINTARK-DIMARTURK) que espera que cese su dolor para irse del mundo y dejar sitio a Dios.

Para Artaud el sometimiento al asilo y la tortura medicalizada es un castigo merecido y necesario a su pecado sexual. Dios en su infinita bondad lo ha creído conveniente y él lo acata con la esperanza de ser perdonado por él y ser admitido nuevamente en su reino.

Artaud, a través de su locura y su obra, no cesa de predicar la verdad de un Dios que necesita de él para mantenerse vivo.

Artaud, es poeta, (Y recordemos que la poesía lleva a la indistinción)

Antonin escribe muchas cartas a los doctores, a su madre, a los amigos y a los enemigos firmadas con el apellido de la madre Nalpas. Y me atrevo a pensar que con este acto reniega de su filiación paterna y construye un texto delirante que prohíbe al hombre su cuerpo.

Podríamos pensar que se encuentra encerrado para reivindicar un padre Dios con el que se funde negando su filiación con el padre carnal, podríamos pensar muchas cosas como lo atestiguan los numerosos estudios que se han hecho sobre él pero no podemos negar que su vida fue consagrada a una dialéctica con un Dios que lo cerraba al placer de los otros.

Antonin Artaud en toda su obra pregona, explica, muestra, la posibilidad de crearse a si mismo sin sexo para así ser parte de un Dios puro. Salvar a ese Dios puro del mal es salvarse a si mismo y participar de su gloria. Este es el único camino que aparece en la vida de Antonin Artaud después del pecado.

 

Ahora quisiera hablarles de dos pacientes habitados por Dios: Uno se llama curiosamente Salvador y es incapaz de salvarse a sí mismo.

 

SALVADOR

Salvador me dice que en la iglesia encuentra consuelo, que es ahí donde advierte el perdón de Dios, pero le parece muy caro el precio que tendría que pagar para ser aceptado, ya que la ambición y la lujuria (el haber deseado no ser pobre y tener a las mujeres) pueden se castigadas con la muerte y el despreció de Dios y que lo que Dios podría pedirle es la abstinencia sexual como condición de vida. Y en este punto de la plática me cuenta la historia de Moisés.

Moisés dejó la riqueza y el prestigio que le ofrecía el faraón porque advirtió que éste no era un Dios sino un humano, su Dios era el Dios de su pueblo, el Dios de los judíos que eran esclavos de los egipcios. Moisés es tomado preso . . . como él (que es encerrado en la cárcel y luego en el manicomio) y es arrojado al desierto sin agua y ninguna pertenencia, logra atravesarlo y llegar al lugar donde hay unas mujeres sacando agua del pozo. Llega alguien a querer abusar de ellas y Moisés las defiende, Luego cae rendido. Las mujeres le dan de beber y lo cuidan hasta que se restablece.

Mas tarde sube a la montaña y escucha a su Dios quien le dice que regrese a Egipto por los demás, por los otros judíos, que salve a su pueblo. Él se resiste, pero lo hace y habla con el faraón que se ríe de él, pero luego vienen una a una las siete plagas. Finalmente, Moisés sale de Egipto, cruza el mar Rojo y ante la rebelión de algunos que adoran al becerro de oro . . . Salvador se estremece y exclama, ¡Dios no tuvo clemencia! siendo su padre castiga a los infieles.

Después de esa plática del arca de Noé y el temor a las terribles voces de hombres que lo acusan de ser homosexual, que lo incitan a serlo, que lo tientan, Salvador aparece ante mis ojos como una mujer, siento su mirada sesgada como una vampiresa; su perplejidad, su sigilo, su asombro. Lo femenino habla en su piel oscura con el miedo de ser tan atrayente, tan misteriosa.

El arca de Noé parece conducirlo al paraíso de la locura donde sólo siendo de Dios puede salvarse.

Sólo algunos ángeles caídos pecadores que pueblan la tierra se arrepienten, él tiene que ser uno de ellos. Pero cada noche en el pabellón de crónicos los homosexuales ángeles caídos lo tientan como a Cristo en su momento. Cada noche en que Salvador, organizador de las orgías cae en la tentación vive el infierno de su goce. De día es Cristo, vuelve a ser heterosexual y se exhibe como tal hasta el escándalo de sus cuidadores mientras sus prácticas homosexuales se inscriben en él como un mal sueño.

El castigo institucional afirma su identidad de Don Juan y lo protege, ausentando en el día al demonio que lo acompaña en  la noche donde el fruto prohibido se abre para él.

Salvador es dos, voces de hombre y de mujer lo atestiguan. Dios y el diablo lo habitan y ante estas presencias su historia queda diluida. Un padre al que nunca conoció, Su madre, sus medios hermanos que lo excluyen y lo han abandonado en el hospital, su pueblo, el personal del hospital, e incluso la calle son elementos de utilería de un teatro cuya escena principal se juega en su cuerpo. Ese cuerpo que tiembla de pies a cabeza atravesando por sus protuberancias que vibran con las voces de la sinfonía sexual que lo posee por completo.

 

ISIS

ISIS me miró con sus ojos de loca, con sus ojos de madre, con sus ojos de mujer joven, me miró sin mirarme como si viniera de otro mundo donde todo le fuera extraño.

Me casé con alguien que no era mi padre ¿cómo pude hacerlo si estaba casada con mi padre en secreto?

La maternidad vive en ella como una estrella lejana, inalcanzable, tener un hijo para ella y perderlo es lo mismo. No puede retener la vida, su cuerpo se ha vuelto una estación de paso, un pre-texto del texto que no cesa de no escribirse.

Mi escritura quisiera retenerla en la vida que mira de soslayo. Isis vive al margen de si misma. . .

 

 

Los pájaros carpinteros se pelean por el territorio me dijo Isis, mírelos. Yo no tengo casa, no tengo donde vivir pero ya no quiero pelear, no me interesan mis derechos sólo quiero trabajar Tengo veintiún hijos, tres hijas y la muerta. ¿Por qué Dios me ha quitado lo bueno y me ha dejado lo malo? Isis me habla de los hijos que le han matado, que le han quitado, “a uno lo quemaron con gasolina, a otra la tiraron del techo, he olvidado los nombres de muchos, sólo recuerdo sus ojos rasgados de color miel, azules, verdes. Uno de ellos me dijo: te odio porque me regalaste, pero le expliqué que su padre (que ya está muerto) quiso matarme con él adentro, ¿no era mejor que estuviera lejos?”

Mi madre me quita a mis hijos desde que nacen, no me ha dejado cuidarlos ¿verdad que una madre debe quedarse con ellos, aunque les de tortillas con aceite, aunque no tenga que comer?, es por eso por lo que estoy loca doctora.

Me hice cuatro abortos y me mataron a seis hijos, a uno le echaron gasolina, no se cómo desaparecieron a los otros, los mataron, los mataron por envidia, olvidé sus nombres, pero recuerdo sus ojos, eran de miel, verdes, negros, azules. Eran ojos extranjeros.

Los ángeles vienen a picar a las madres que matan a sus hijos, las muerden, les marcan el cuerpo, se ensañan con ellas.

A mis hermanas se les marchitan las rosas y a mi no, Yo era la más bonita, de niña mi madre se montó delante de mi y frotó con su sexo mi sexo, después en la escuela me acusaban de lesbiana y mis hermanas me tenían envidia, todo eso les perdono, pero no que mataran a mi hija.

Dios me dijo que mi hermana mayor y mi madre estaban locas y que yo iba a sufrir, todo eso ha sido y puedo perdonarlo, pero no que mataran a mi hija. Odio a ese Dios que ordenó sus pasos hasta que cayó de la azotea, odio a ese Dios que mandó matarla. Odio a ese Dios . . .

Soy infeliz, estoy loca ¿cómo puedo perdonar a ese Dios asesino? Dejé la religión y los mormones me acechan con los ojos. Mi padre me prohibía ir a la iglesia y tener novio. De niña vivía con mi madre y temía que ella muriera porque volvería a vivir con el padre que me violaba y me tocaba. De niña vivía con él y me ordenaba pelar las uvas que se ponía en su cabellera rizada.

Soy hija de un padre que vino de Inglaterra, soy blanca, soy diferente a las que dicen ser mis hermanas y mi madre. Me robaron, me engañaron, me separaron de mi familia verdadera.

Escucho la voz de los locos elegidos de Dios y me avergüenzo. Transito con su luz como un ciego que busca la verdad sin merecerlo. Lloro sin lágrimas y escribo sólo con mi pluma de impotencia mientras mi deseo de inscribirlos en el libro de la vida dure.

 

 

 

Tepoztlán, Mor. a 17 de mayo de 2018

 

 

 

 

Notas

[1] Fragmento del poema de Antoine Tudel, mencionado por Lacan y retomado por Allouch en El Amor Lacan, Ediciones Literales, Co., Cuenco de plata, Buenos Aires, 2011, p. 254
[2] Antonin Artaud, Cartas desde Rodez, (1943-1944), Ed. Fundamentos, Madrid, 1981, pp. 34-35