De lo “real a-real”, después de todo

 

Trad. Maria Konta

¿Qué es lo que queda…? Ahora que se ha ido… Él, el último hombre capaz de hacer la diferencia.[1]

Diferencia que nos queda por rehacer, acto de pensar, deber que nos es legado –sí, esta es su herencia, yo diría: nos queda en su diferencia, para rehacer, reinventar, recrear, a mano, si es posible, ya que hay que sentir que tiene sentido.

 

Nos queda volver a lo real, ya que nos llama, y ​​nos llama precisamente en y a través de la obra de Jean-Luc Nancy: un realismo absoluto, posdeconstructivo, tal como se anuncia, se afirma en “El tocar, Jean-Luc Nancy”-y desde entonces, no ha dejado de extenderse, ganando extensión según la tensión y la ternura que podemos experimentar en este libro, libro tendido a lo in-finito de las dos obras, a seguir…

 

El libro de Jacques Derrida haciendo acto del tocar que se produjo entre él y Nancy, entre sus pensamientos, dos pensamientos “tangentes”, ya que este acto, fundador en cierto modo, este “realismo absoluto, posdeconstructivo”[2] sigue llamándonos, recordándonos nuestro deber. Hay que trabajar en ello… Hay que hacer filosofía, para desplegar la realidad, incluso la materialidad de cada pensamiento: a partir de ahora hay que sopesar los pensamientos, porque el pensamiento y el peso se han acercado infinitamente.

 

Derrida, por su parte, se mantiene alejado de semejante peso posdeconstructivo, pero “su” deconstrucción la toca en El tocar…, así nos presenta este camino como el del a-venir, de un pensamiento que se anuncia en la obra de Jean-Luc Nancy.

 

Quizás algún día tengamos que aventurarnos a leer Derrida desde Jean-Luc Nancy, desde el “post” de la deconstrucción, para restituir no la totalidad, o el conjunto, sino su alcance “universal” –que de palabrotas, palabras demasiado… Difíciles de aceptar desde un punto de vista deconstructivo, y sin embargo de evidente significación en lo que respecta a la obra derridiana: después de la apertura heideggeriana, la práctica, la experiencia hecha del estar-ahí en cada gesto de escritura que marca la diferencia.

Asumamos nuestra herencia: rumbo a lo real –absoluto, post-deconstructivo… por venir, y en proceso de devenir… Que no existe, pero insiste… Real que por tanto no es, que queda por hacer… Un real a-real, que, siguiendo las indicaciones de Jean-Luc Nancy, sería el lugar de toda ex-presión, ex-pulsión, ex-posición, de todo exceso en la creación: ex-critura, apertura del primer grito de la afirmación “ego cogito existo“, primera circunscripción del ser, primer pliegue sobre la materia prima de nuestra existencia[3] en creación continua.

 

El “realismo absoluto” se anuncia a sí mismo en una forma mito/lógica: la deconstrucción de Nancy toca la de Derrida, que a su vez gira en torno a la escena familiar entre Mitos y Logos.

“Mi relato con aires mitológicos… -así comienza Derrida El tocar… – entonces giraría en torno a un evento, ciertamente, y como debe ser, pero un evento virtual y actual, más o menos real. Alrededor de algo, pero también de alguien, una persona o una máscara, un rol, una persona, una mujer sin duda, que tanto la cosa como ella responderían al nombre de Psique”.[4] Psique, corporal pero intocable, póstuma[5], que sin embargo anima el mundo que la rodea: su presencia fantasmal revive el mundo, lo transfigura. Su escena de duelo desencadena una escena de renacimiento: la de la obra de Jean-Luc Nancy, de la que es y sigue siendo la primera protagonista, el primer motor de su pensamiento, que surge de una nota póstuma de Freud “La psique se extiende, ella no sabe nada”.[6]

 

Este personaje espectral, que pasa entre dos seres, dos mundos incomposibles, realiza aquí un fantasma, el del con-tacto, del pasaje entre dos, en medio de una psique de dos caras, en las profundidades resplandeciendo su reflejo especular. Psique, la fabulosa, especula…

 

No hay nada de “irreal” o “ficticio” en nada de esto, al menos en el sentido comúnmente aceptado de estos términos, nada de “ficticio”; eso es precisamente lo que tenemos que hacer todavía, esto que debemos redescubrir: devolver a los términos “ficticio”, “irreal” su brillo “real”, ya que no hay nada más real que la actividad del ser, el traer al mundo de lo que es. No hay nada más real que la creación.

 

En Corpus, lo real en acción, en la creación, lo real de paso entre “virtual y actual” o “pensado y extendido” se describe como a-real, es una a-realidad… El término expresa cierta falta de realidad, realidad tenue, suspendida, la de la brecha que localiza un cuerpo -“poca realidad del “fondo”, de hecho, de la sustancia, la materia o el sujeto. Pero esta pequeña realidad constituye el conjunto de la realidad a-real en la que se articula y desarrolla lo que se ha llamado la arquitectónica de los cuerpos. En este sentido, la realidad es el ens realissimum, el máximo poder de existir, en la extensión total de su horizonte. Simplemente, lo real en tanto que a-real reúne la infinidad del máximo de existencia (“quo magis cogitari non potest“) con el absoluto finito del horizonte a-real… Lo finito y lo infinito no se traspasan, no se dialectizan, no subliman el lugar en un punto, no concentran la realidad como sustrato… Por eso un pensamiento del cuerpo debe ser, con o sin etimología, un peso real, y para eso un toque, desplegado según la a-realidad.”[7]

La a-realidad mitológica introducida por Psyche, póstuma, espectral, sin existencia, pero con mayor insistencia, anuncia así “el ens realissimum, el máximo poder del existir, en la extensión total de su horizonte”.

 

Psyche se ex-tiende allí a voluntad, en los albores del espacio-tiempo, abriendo constantemente otros espacios alternativos, hermosos e impresionantemente vibrantes… Psyche insiste y perdura en sus intenciones de creación continua, expresión por expresión, impulso vital, más allá y por debajo de cualquier forma de existencia.

 

Psyche, póstuma desde su primera aparición, desde su Premiere Livraison (1978), es el amor desenfrenado, matriz de creación, maternal y material, mater saeva cupidinum, de una incomparable vivacidad: renacimiento en acción.

 

Al principio, por lo tanto, existe Psyche…. Al final, figura, figurilla de renacimiento, vibrante, radiante, apenas emergió de las agitadas profundidades del ser en proceso de nacer, flotando en sus olas como arrojadas a la superficie del agua, pieles apenas enrojecidas… Viene de regreso a nosotros en Afrodita, en los albores de los tiempos.

“Mientras tanto, aquí hay algo de material”, me escribió en 2018, aceptando mi invitación a una jornada de estudio que organizamos en Budapest en torno a un posible “pensamiento matricial”, de la materia prima (de la filosofía), entre la física y la metafísica – “aquí hay una pequeña materia”:

… Una pequeña estatuilla de terracota alejandrina, Afrodita, sus caparazones como alas.

 

Esperé pacientemente, pero sin olvidar esta aparición espectral de su nueva protagonista, esperé a que Afrodita encontrara sus palabras, a que un día reapareciera en forma escrita, pero los meses pasaron sin noticias. “Espera, sabes que amo a esta pequeña Afrodita, sucederá…” respondió a mis preocupaciones sobre él.

 

Todavía no sabía que esta estatuilla helénica proviene de un culto funerario, que tiene una función muy específica: acompaña a los muertos a su tumba, mantiene su lugar entre los vivos para los tiempos venideros. Todavía no lo sabía, estaba esperando. Como él, como ella.

Y ahora ella está ahí, aquí está, esperando, con las alas abiertas, lista para volar… Afrodita, su nueva protagonista… póstuma, resucitada, a-real.

 

¿Qué nos queda ahora que se ha ido? Ella, tal vez… Y tendremos que lidiar con… Con ella, con él. Mano a mano, estirada hasta el infinito. Todavía tenemos que volver: a la realidad, de los fines reales, a rehacer, a reinventar, a lograr. Vamos…

 

Bibliografía

  1. Derrida, Jacques Le Toucher, Jean-Luc Nancy, Galilée, Paris, 2000, 60.
  2. Derrida, Jacques Le Toucher, Jean-Luc Nancy, Galilée, Paris, 2000, p. 21.
  3. Freud, Sigmund, Gesammelte Werke, XVII., p. 152.
  4. Nancy, Jean-Luc, Corpus, Métaillé, Paris, 2000, 39-40.
  5. Nancy, Jean-Luc, Ego sum, Aubier Flammarion, Paris, 1979, p.157.

 

Notas

[1] El original intitulado « Du “réel aréal, après tout » fue publicado el 20 de octubre 2021 en la revista de ideas de carácter filosófico Un philosophe en el marco del homenaje a Jean-Luc Nancy “Hommage à Jean-Luc Nancy”. Agradezco al editor Jonathan Daudey por darme el permiso de traducirlo.
[2] Jacques Derrida, Le Toucher, Jean-Luc Nancy, Galilée, Paris, 2000, p. 60.
[3] Jean-Luc Nancy, Ego sum, Aubier Flammarion, Paris,1979, p.157.
[4] Jacques Derrida, Le Toucher, Jean-Luc Nancy, Galilée, Paris,2000, p. 21.
[5] Ibidem., p. 29.
[6] Sigmund Freud, Gesammelte Werke, vol. XVII., p. 152.
[7] Jean-Luc Nancy, Corpus, Métaillé, Paris, 2000, p. 39-40.

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