Carmen Tinajero
Villahermosa, Tabasco a 5 de abril del 2006.
El martes me encontré en el hospital psiquiátrico con Eugenia, no recordaba su nombre pero en cuánto la vi supe que era ella la paciente que el viernes en la reja me preguntó quién era yo y me pidió que habláramos, deambulaba por la sala de rehabilitación con su juventud casi niña, con su delgadez extrema, nos sentamos en una banca y me dijo que estaba allí porque no se había tomado no sé qué medicina. Le pregunté por qué la tomaba y me dijo que tenía una depresión mayor.
Ah, está triste, le dije yo ¿por qué?
Si estuve muy triste y me puse loca porque perdí a mi hijo, fue después de eso que me puse mal. Tenía cuatro meses de embarazo y un caballo me arrastró. Estaba en casa de mis papás, mi marido está en la cárcel porque mató a mi cuñado.
Mi marido me pegaba muy fuerte cada vez que tomaba y tomaba mucho, a veces lo hacía con mi cuñado, el esposo de mi hermana.
Ese día habíamos ido a una fiesta, mi esposo estaba tomando mucho y yo me quise ir porque me dio miedo de que me pegara y si, nos fuimos pero ya en el camino él me empezó a golpear, mi cuñado lo alcanzó y me defendió confesándole que siempre me había querido.
Mi cuñado se me insinuaba pero yo no le hacía caso porque era el marido de mi hermana y cuando se lo dije a ella me acusó de provocarlo, él le dijo que yo era la ofrecida por eso ya no podía decirle nada a nadie.
Mi esposo la noche de la fiesta se subió en un coche y mi cuñado lo alcanzó no quería que llegara a la casa porque allí estaba su hija de dieciocho años y le dio miedo que se metiera con ella para vengarse. Mi esposo abrió la puerta y le pegó en la cabeza.
Todavía estuvo un tiempo enfermo antes de morir y me esposo andaba huyendo. Yo fui a buscarlo y duré seis meses con él. Mi familia primero quería que les dijera dónde estaba, me seguían y mi mamá me decía cosas muy feas, nunca me ha querido prefiere a una chava que ni es su hija, no me cree y me maltrata. Mis hermanos me amenazan, me dicen que estoy loca, y como le dije me trajeron aquí después que perdí a mi hijo.
—¿Y no ha visto a su esposo, no ha hablado con él?
No, mi mamá no me deja, me dice que no me conviene que él me pegaba, pero yo si lo quiero.
Le digo que tiene que ir a verlo a la cárcel de Coatzacoalcos cuando salga del hospital, que tienen que arreglar las cosas juntos. Se casaron porque se querían y tuvieron un hijo, lo perdieron los dos, pueden tener más.
Ma. Eugenia se conmueve y aunque tiene miedo de hacerlo quiere intentarlo. Parece tan frágil… los seres que más quiere la amenazan, la acusan y desconfían de ella. Perdió a su hijo y el marido está en la cárcel, no puede comunicarse con él ¿no es su tristeza una reacción normal? ¿A qué llaman los psiquiatras depresión mayor?
Me habló de una amiga y yo le aconsejo que le pida que la acompañe. Es una gran cosa que tenga una amiga en quien pueda confiar.
De pronto Ma. Eugenia se levanta de la banca y se pone a bailar como autómata con un paciente que da vueltas a contratiempo con la música que sale de la grabadora y que parece querer infundir a los habitantes de la sala de rehabilitación una alegría que no tiene lugar. ¿Quién está loco?
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