McLuhan, Hegel, el automóvil y la identidad ¿Por qué la democracia está condenada?

 

Con la imprenta la unidad política por la vía de la homogeneización[1]resultó posible por primera vez”.

Marshall McLuhan

“[…] realmente hemos homogeneizado en gran medida nuestras escuelas y fábricas y ciudades y entretenimiento justamente porque somos alfabéticos y aceptamos la lógica de la uniformidad y la homogeneidad que es inherente a la tecnología de Gutenberg”.

Marshall McLuhan

“[…] el poder de la palabra impresa para crear al hombre social homogeneizado creció constantemente hasta nuestros días creando la paradoja de la ‘mente de masas’, el militarismo de masas y los ejército de ciudadanos”.

Marshall McLuhan

“Actualmente el nacionalismo [la forma nación] (…) tiene en su contra a la totalidad de los medios eléctricos”.

Marshall McLuhan

 

Diferentes movimientos sociales y procesos electorales en Occidente, en particular los que han llevado a las así llamadas “democracias iliberales”, incluso la pandemia del covid-19, están actualmente en el centro de reflexiones y preocupaciones sobre el futuro de la democracia. En particular se señala el retroceso actual en el número de democracias, en contra de la tendencia posterior a la caída del muro de Berlín y al incremento de regímenes democráticos en el mundo.[2] Especialmente la polarización norteamericana ampliamente manifiesta en el proceso electoral de 2016 y que se ha profundizado hacia las elecciones del 2020, resulta un fenómeno muy notable porque se trata de la democracia que podemos llamar madre por ser la democracia modelo y más vieja, sostén principal de todas las demás. Si tal democracia muestra señales de crisis, ello resulta particularmente significativo. En el presente texto proponemos una explicación mediática del origen de los innegables problemas que aquejan al modelo democrático de gobierno y que al mismo tiempo sirve para un pronóstico general sobre el destino de la democracia. Para ello partimos de la teoría básica de McLuhan desarrollada en su obra cumbre Understanding Media. The Extensions of Man (1964). La idea clave es en realidad sorprendentemente sencilla y consiste en que los “medios eléctricos”, cada vez más poderosos, operan sistemáticamente contra el “entrenamiento psicológico” individual y social para la homogeneidad y la estandarización brindado por la tecnología alfabética en tanto modelo de las “tecnologías mecánicas”, pero la homogeneización y la estandarización son correlativas con el set mental democrático, así pues, la “época eléctrica” como marco tecnológico dominante es contraria a la democracia.

 

El gran choque tecnológico

 

Ya la introducción a Understanding Media queda enmarcada y adquiere todo su sentido a partir de la idea de que en el Occidente se asiste a un choque tecnológico de proporciones colosales, al señalar que “[…] después de tres mil años de explosión mediante las tecnologías mecánicas y fragmentarias, el mundo occidental está implosionando […] después de más de un siglo de tecnología eléctrica”.[3] Se trataría de que ahora “[…] la tecnología mecánica está en retroceso”.[4] Más explícitamente, […] la aceleración de la forma mecánica a la forma eléctrica de la velocidad instantánea invierte la explosión en implosión. En nuestra presente época eléctrica las energías implosivas o contractivas de nuestro mundo chocan con los viejos patrones expansionistas y tradicionales de organización.”[5] Uno de estos patrones es, justamente, la forma democracia como medio de organización social. Al nivel político, lo que McLuhan llama la implosión “del mundo Occidental” afecta en particular a la democracia. Las expresiones “implosión”, “explosión”, “forma eléctrica”, “patrones”, “velocidad instantánea”, “contractivo”, “expansionista”, entre otras, requieren de clarificación que hemos dado detenidamente en otro lado,[6] aquí lo que hay que retener es la idea de que el choque y el cambio tecnológico conllevan alteraciones radicales en la organización social y, agreguemos, a partir de una “transformación psíquica”[7] o, formalizando, una transformación de la subjetividad misma.

 

La homogeneidad del ciudadano y la diferenciación del estamento o del rol

 

Partamos del hecho básico de que la democracia como forma social supone el concepto legal de individuos abstractos uniformes u homogéneos, lo mismo, dicho sea de paso, que el concepto de propiedad privada. Por ello, el derecho al voto de las mujeres fue un acto de homogeneización de las mujeres con los hombres, al igual que el otorgamiento del derecho al voto a los negros en los EEUU en la cauda del movimiento por los derechos civiles. De la misma manera, el principio de la mayoría de edad que da derecho al voto homogeneiza a los jóvenes con los adultos. Así, hombres, mujeres, negros, blancos, jóvenes, adultos, todos, quedan homogeneizados bajo el principio de la ciudadanía como los individuos abstractos que presupone la forma social democracia. Lo interesante es de dónde procede el set mental de ver a humanos entre sí bastante diferentes como homogéneos, uniformes o formalmente iguales, cuando la historia de la humanidad nos muestra justamente lo contrario, es decir, diferentes versiones del set mental consistente en ver a la gente como diferente de muchas más maneras que las recién mencionadas. Sin necesidad de recorrer la historia humana, nos podemos referir simplemente a la forma estamentaria de la organización social en Occidente que fue la previa a la democracia con sus ciudadanos en tanto individuos abstractos y, por tanto, formalmente iguales. Para ello podemos tomar como testigo de calidad a Hegel quien, entre otros, en sus Texte zur Philosophischen Propädeutik (Textos sobre propedéutica filosófica, 1808-11) se refiere a los “estamentos”.

El concepto de “estamento” es premoderno y en el caso de Occidente es específicamente feudal y refiere a una diferenciación en principio fundamental e insalvable entre los miembros del “Estado”. Hegel dice:

Los diferentes estamentos de un Estado son en general diferencias concretas, según las cuales los individuos se dividen en clases que principalmente se basan en la desigualdad de la riqueza, de la educación y de la formación [Bildung], así como estas se basan en parte en la desigualdad del nacimiento, y con ello los individuos adquieren una mayor utilidad para una actividad para el Estado que para otra.[8]

La noción de la utilidad diferenciada de los individuos con base en diferencias concretas de los mismos que los definen como pertenecientes a estamentos distintos es a todas luces una noción de no homogeneidad o no uniformidad de los individuos. La forma social “estamento” excluye al ciudadano como forma abstracta en la medida en la que remite a la persona en su concreción diferencial que le da una utilidad igualmente diferencial para el todo del Estado, justamente en esa su no homogeneidad individual. No sobra señalar aquí que el “Estado” para Hegel no es otra cosa que “[…] la organización que tiene un pueblo en tanto un todo orgánico viviente en sí mismo”.[9]

El concepto de “estamento” adquiere una mayor determinación cuando se le considera junto con el de “oficio” (o “profesión”), concepto al cual está estrechamente ligado. En el fragmento citado una diferencia fundamental entre los individuos es la de la “formación”, la cual a su vez remite a la “desigualdad de nacimiento”. Ocurre, como lo expone Hegel bastante más adelante, que la “formación práctica[10] lleva al “[…] oficio [Beruf] específico, el cual aparece como un destino y tiene que eliminarse de él la forma de una necesidad exterior. Tiene que ser asido en libertad y soportado y cumplido en la misma.”[11] En la aclaración que sigue sin solución de continuidad Hegel utiliza el doble sentido de la expresión alemana Bere, tanto “oficio” como “llamado”, para decir que el “llamado [Bere] a un estamento”[12] tiene que ser asumido multilateralmente y en completitud, para que el individuo “[…] sea libre en él”.[13] Dejando de lado la llamativa idea hegeliana de que abrazando su destino uno lo hace verdaderamente “propio” – lo interioriza y pierde la forma de la “necesidad exterior” – y con ello deviene uno libre, lo importante es que los oficios equivalen a estamentos, y además lo son por nacimiento. Ese es el orden feudal: el hijo del herrero deviene herrero, al igual que su nieto; el hijo del matancero deviene matancero, el del campesino campesino, el del clérigo clérigo, etc. Toda sociedad estamentaria tiene esta determinación de oficios interdependientes que son verdaderos roles complementarios hereditarios. Lo importante es que el Estado como un “todo orgánico viviente”, según Hegel, se basa no en la homogeneidad definitoria del individuo abstracto o ciudadano, sino en la diferencia de los individuos encuadrados en estamentos u oficios, o bien, como los llama McLuhan, “roles”.[14] Por supuesto, los estamentos en relación con los oficios dan lugar a los “gremios medievales corporativos y los monasterios”[15] o “roles sociales corporativos”.[16]

La imprenta y la organización social homogeneizada

 

Lo interesante ahora es que McLuhan hace corresponder la diferenciación propia de las estructuras corporativas como formas de organización social con el lenguaje puramente hablado —durante el feudalismo solamente los clérigos escribían y eso de manera manuscrita— y complementariamente hace corresponder la tipografía alfabética con un proceso de homogeneización social general. Understanding Media está plagado de pasajes exponiendo tales correspondencias, por ejemplo:

De Tocqueville, en trabajo temprano sobre la revolución francesa, explicó cómo fue la palabra impresa la que, habiendo alcanzado cierta saturación cultural en el siglo XVIII, homogeneizó la nación francesa. Los franceses eran el mismo tipo de gente desde el norte hasta el sur. Los principios tipográficos de la uniformidad, la continuidad y la linealidad habían recubierto las complejidades de la antigua sociedad feudal y oral. La revolución la llevaron adelante los nuevos literatos y abogados. […] En Inglaterra, sin embargo, era tal el poder de las antiguas tradiciones orales de la ley común, apoyadas por la institución medieval del parlamento, que ninguna uniformidad o continuidad de la nueva cultura visual de la imprenta pudo dominar por completo. El resultado fue que el más importante evento en la historia inglesa nunca ha tenido lugar, a saber, la revolución inglesa siguiendo el modelo de la revolución francesa. La revolución americana no tuvo que descartar o extirpar instituciones legales medievales, aparte de la monarquía.[17]

Una oración más abajo McLuhan añade que “[…] el contraste de Tocqueville entre Inglaterra y América está basado claramente en el hecho de la cultura de la tipografía y la imprenta generando uniformidad y continuidad. […] De Tocqueville era un aristócrata altamente alfabetizado que fue totalmente capaz de distanciarse de los valores y presupuestos tipográficos. Por eso solamente él entendió la gramática de la tipografía”.[18]

Ciertamente en lo citado McLuhan no utiliza los términos específicamente político sociológicos “democracia”, “ciudadano” ni “estamento”, sin embargo la referencia a las revoluciones inglesa, francesa y americana, además del uso de los términos “parlamento” y “monarquía”, muestra un contexto en el que McLuhan hace un uso teórico político de la diferencia mediática entre la oralidad, por un lado, y la imprenta y la escritura tipográfica, por otro.

En términos de la mediología cuasitranscendental de McLuhan,[19] es decir, de su teoría de medios dedicada a investigar los “efectos psíquicos y sociales de los medios”[20] o los “efectos de la tecnología en la formación y manifestación psíquica y social”,[21] lo importante es subrayar la idea de McLuhan de la “occidentalización”[22] como efecto de la “tecnología del alfabeto fonético”.[23] Más específicamente, se trata de que la imprenta colleva un “condicionamiento psicológico en los modos de la uniformidad y la repetitividad”.[24] Este es un tema que McLuhan trata múltiples veces a lo largo de Understanding Media, pero conviene rescatar algunos pasajes particularmente claros; algunos de ellos ya están como epígrafes al presente texto, veamos otros. Hay que insistir también en que McLuhan ve a las tecnologías, en este caso la “mecánica” o alfabética devenida imprenta, como transformadoras de la mente individual y social, por ello se refiere, por ejemplo, a “los cambios en la psicología humana y social resultantes de la tipografía”,[25] a lo que McLuhan añade inmediatamente que “[…] la imprenta creó el individualismo y el nacionalismo en el siglo dieciséis”.[26] A estos “efectos psíquicos y sociales de la imprenta”[27] hay que agregar la democracia misma. De hecho, la democracia no es otra cosa que la forma política de la homogeneización social generalizada.

Refiriéndose a la “sociedad occidental”,[28] McLuhan dice que

[…] en tal sociedad la separación del individuo respecto del grupo (privacidad), y en el pensamiento (‘punto de vista’), y en el trabajo (especialismo), ha contado con el apoyo cultural y tecnológico de la alfabetización y su galaxia concomitante de instituciones industriales y políticas fragmentadas. Pero el poder de la palabra impresa para crear al hombre social homogeneizado creció constantemente hasta nuestro tiempo, generando la paradoja de la ‘mente de masas’ y el militarismo de masas de los ejércitos de ciudadanos.[29]

La tesis clave de McLuhan es que la homogeneización, o equivalentemente la fragmentación y uniformización de todos los procesos y relaciones, es un “lógica” realmente omniabarcante, que se extiende a hasta reconfigurar todos los aspectos o dimensiones del vida social, por ello dice que “[…] hemos homogeneizado en gran medida nuestras escuelas y fábricas y ciudades y nuestro entretenimiento justamente porque somos alfabéticos y aceptamos la lógica de la uniformidad y la homogeneidad que es inherente a la tecnología de Gutenberg”.[30] Uno de los fragmentos más significativos respecto de la reconfiguración “mecánica” o tipográfico alfabética[31] del todo social es el siguiente:

[…] es necesario considerar la alfabetización como tecnología tipográfica, aplicada no solamente a la racionalización de procedimientos enteros de producción y mercadeo, sino también a la legislación y la educación y a la planificación urbana. En Inglaterra y América los principios de continuidad, uniformidad y repetibilidad [es decir, homogeneidad] derivados de la tecnología de la imprenta han permeado hace ya mucho toda fase de la vida comunitaria. En tales áreas un niño se alfabetiza [es decir, adquiere el patrón mental correspondiente] a partir del tráfico y la calle, de cada automóvil y juguete y vestimenta. Aprender a leer y a escribir es una faceta secundaria de la alfabetización [la adquisición de una cierta forma de la subjetividad] en los entornos uniformes, continuos [homogéneos], del mundo angloparlante. El énfasis en la alfabetización es la característica distintiva de las áreas que buscan iniciar el proceso de estandarización que lleva a la organización visual [uniforme, continua, repetitiva] del trabajo y del espacio. Sin la transformación psíquica de la vida interior en términos de segmentación visual por medio de la alfabetización, no puede haber ‘despegue’ económico que asegure un movimiento continuo de producción aumentada y de cambio e intercambio perpetuamente acelerado de bienes y servicios.[32]

En general se trata de que la imprenta “[…] involucra un principio de extensión mediante homogeneización que es la clave para comprender el poder occidental. La sociedad abierta es abierta en virtud del procesamiento educativo que permite la expansión indefinida de cualquier grupo de manera aditiva”.[33] Nótese que la masa de ciudadanos que constituyen una democracia es simplemente una masa aditiva, no orgánica, no diferencial, funcionalmente interdependiente. La nación occidental no es en términos democráticos más que una adición de individuos en tanto ciudadanos, es decir, de elementos legalmente homogéneos. Recordando la noción de estamento y profesión es claro que para ella vale lo mismo que McLuhan dice de las culturas tribales, es decir, que “[…] no pueden contemplar la posibilidad del ciudadano individual y separado”.[34]

Por supuesto, el marco de la forma democracia, es la forma nación occidental. Ambas se cuentan entre las principales “consecuencias psíquicas y sociales de la imprenta”,[35] que incluyen la “[…] extensión de su carácter físil y uniforme hacia la homogeneización gradual de diversas regiones con la amplificación resultante de poder, energía y agresión que asociamos con los nuevos nacionalismos”.[36] De acuerdo con la aproximación cuasitranscendental de McLuhan a los medios, conviene resaltar siempre que se trata de los efectos en las posturas o patrones mentales correlativos con la alfabetización y su extensión tipográfica, por ello McLuhan nos dice que, “[…] de nueva cuenta, a partir del ejemplo actual de África podemos observar que se necesitará un gran procesamiento visual [es decir, en las formas de la uniformidad y continuidad] de la psique humana por medios alfabéticos antes de que sea posible un grado apreciable de organización social homogénea”.[37] Ese es un fragmento especialmente importante de la mediología cuasitranscendental de McLuhan porque plantea como condición de posibilidad de un tipo de organización social un tipo subjetividad.[38] Un patrón o forma de la subjetividad es correlativo con un patrón o forma social, y el patrón de la subjetividad está mediáticamente condicionado, es decir, el patrón o forma de la subjetividad se correlaciona como con su condición de posibilidad respectiva con el factor antecedente, causal, de una forma mediática.[39] En nuestro contexto es la tipografía alfabética como forma tecnológica pura, al margen por completo del contenido de los impresos, lo que genera el set mental de la homogeneidad con la que el individuo puede considerarse como igual con todos los otros individuos, lo que en términos de la legislación es el ciudadano con los derechos y obligaciones generales correspondientes, que son cada uno de ellos un “contenido” particular de la forma mental “ciudadanía”, entre estos el derecho de votar y ser votado. Por supuesto, los demás derechos y obligaciones homogéneas, uniformes, son otros tantos contenidos del patrón mental de igualdad o uniformidad, como son todos los derechos asociados a la propiedad y las obligaciones de cumplimiento de las leyes.

Conviene insistir en que el caso legal general y el de la forma política son solamente una dimensión del set mental generado por el condicionamiento que es efecto de la tipografía alfabética. McLuhan llama con frecuencia a tal set mental “organización visual”, conjugando a) la idea de que proviene del “condicionamiento psicológico en los modos de la uniformidad y la repetibilidad”[40] que es efecto de la imprenta,[41] con b) la idea de que el alfabeto produce un corrimiento del campo oral, propio de la palabra oral, al visual, propio de la palabra escrita.[42] Así, refiriéndose al individuo bajo el “condicionamiento tipográfico en los patrones de uniformidad lineal y repetibilidad fragmentada”,[43] McLuhan nos dice que dicho individuo “[…] es libre emocionalmente para separarse de la tribu y convertirse en un individuo civilizado, un hombre de organización visual que tiene actitudes, hábitos y derechos uniformes con todos los otros individuos civilizados”.[44] Es claro entonces que el set mental tipográfico corresponde a un amplio conjunto de “valores visuales”.[45] Más allá de la esfera propiamente legal y política, la “organización visual de la vida”,[46] producto del entrenamiento tipográfico, es “cultura”,[47] se trata nada menos que de la “alfabetización cambiando nuestros hábitos, nuestras emociones o nuestras percepciones”.[48] Y la clave es, cómo “[…] lo podemos observar en el ejemplo actual de África, que se necesita […] mucho procesamiento visual de la psique humana por medios alfabéticos antes de que sea posible un grado apreciable de organización social homogeneizada”.[49] Queda claro, entonces, que con el alfabeto y su extensión por la imprenta se trata de un caso de la producción mediática de la estructura del sujeto, es decir, de la subjetividad misma.

 

La homogeneización del hombre mismo. La ONU y sus ideologías

 

El “entrenamiento alfabético” generando la homogeneización es un cambio radical y total de la subjetividad, que involucra, según vimos, los patrones o formas de vida en su conjunto, y en particular conlleva el patrón cognitivo – la “idea” – del individuo como ciudadano con “derechos uniformes con todos los otros individuos civilizados”,[50] la cual equivale a la homogeneización del hombre mismo, no solo de su entorno. La cristalización de tal actitud o patrón mental requirió de un proceso en donde además de la tipografía alfabética participaron otras tecnologías mecánicas conformes con la tipografía alfabética. Ya vimos arriba que la homogeneización, es decir, la uniformidad y la continuidad, son todo un entorno vital que comprende desde las leyes hasta los objetos de consumo de todo tipo, pasando por el arreglo urbano y multitud de elementos más. En el caso clave constituido por América[51] McLuhan considera de manera explícita al automóvil como tecnología mecánica igualadora, homogeneizadora entre negros y blancos y nos dice que “[…] durante cuarenta años el automóvil ha sido el nivelador del espacio físico y también de la distancia social. […] Mucha gente ha observado cómo el verdadero integrador de los blancos y los negros en el sur fue el automóvil privado y la furgoneta, no la expresión de puntos de vista morales. El hecho simple y obvio acerca del carro es que […] es una extensión del hombre que convierte a su motorista en un superhombre”.[52]

La referencia a la inutilidad de los “puntos de vista morales”, de las prédicas y doctrinas explícitas, es central porque corresponde a la idea central de la mediología cuasitranscendental desarrollada en Understanding Media de que se necesita un examen explícito de los medios como “formas” que reconfiguran la subjetividad – que generan una “transformación psíquica”[53] – de manera “subliminal”,[54] por lo que “[…] los efectos de la tecnología no ocurren al nivel de las opiniones o los conceptos sino que alteran las proporciones sensoriales [el sensorium, en la terminología de McLuhan] o los patrones perceptivos permanentemente y sin resistencia”.[55] La sensibilidad en el sentido amplio que cambia el patrón o la forma moral – y con ellos toda la forma misma de la experiencia – es algo que cambia subliminalmente por efecto tecnológico pero no doctrinario, lo cual es central para este texto. Aclarado lo anterior podemos volver a los efectos del automóvil. Poco más abajo McLuhan añade que “[…] el carro efectuó su nivelación social únicamente mediante los caballos de fuerza. A su vez el carro creó las autopistas y los campos de recreo que no solo eran muy semejantes en todo el país sino también igualmente accesibles para todos. […] Como lo formuló John Keats […], a donde un automóvil puede ir, van todos los otros automóviles, y a donde quiera que los automóviles van, con seguridad los sigue ahí la versión automovilística de la civilización”.[56]

En otras palabras, la tecnología del automóvil es un gran nivelador u homogeneizador social, como todas las otras tecnologías mecánicas lo son, con mayor o menor efecto según la tecnología de que se trate. Tales tecnologías nivelan la distancia social e integran, por ejemplo, a los negros con los blancos. En este contexto se puede hablar directamente de que las tecnologías mecánicas son democráticas. La razón es clara, los patrones de uso impuestos por dichas tecnologías no dan lugar para atender a diferencias individuales de ningún tipo, los involucrados en ellas son individuos abstractos que, en términos político sociales, valen como ciudadanos civilizados con los mismos derechos. Por ejemplo, cuando se maneja un auto en la calle o en la carretera, se está en todo un entorno en el que las diferencias individuales no tienen absolutamente ningún sentido. Lo que va junto a uno es otro auto, no importa quién sea el conductor, de hecho, no tiene uno necesidad de verlo sino sólo de atender a ese otro auto para poder conducir el propio adecuadamente. Cuando se llega a un crucero en una esquina a lo que se tiene que atender es a las reglas y señales de tráfico sin importar en lo más mínimo quiénes sean los otros participantes del tráfico, ni los que vienen en sentido contrario, ni los que cruzan delante de uno, ni los que siguen atrás de uno o van paralelamente a uno. Cuando sobre la carretera se desvía uno a una estación de gasolina, el servicio que uno puede esperar ahí o desea tener, es independiente de quién está en la misma estación en ese momento. La tecnología del automóvil y su entorno son totalmente homogéneos, por lo que el patrón de uso homogéneo, que no atiende a ninguna diferencia individual de los involucrados en el tráfico, genera un patrón cognitivo y un patrón moral, es decir, una forma de considerar a los otros conductores y de conducirse hacia ellos plenamente igualitaria. Por supuesto, los patrones de conducta respectivos conllevan en principio la típica estructura subjetiva alfabética de separar entre el pensamiento y los sentimientos,[57] es decir, se maneja objetivamente —por eso se excluye del tráfico a quien no tiene la mayoría de edad y la madurez personal que ella conlleva—.

El eje del asunto es que:

[…] el carro es una pieza soberbia de mecanismo uniforme, estandarizada, que se integra sin fisuras con la tecnología de Gutenberg y la alfabetización que creó la primera sociedad sin clases en el mundo. El carro le dio al caballero democrático su caballo y armadura y su altanera insolencia todo en un paquete […]. De hecho, el carro americano no niveló hacia abajo sino hacia arriba […]. Un incremento y una distribución del poder también ha sido la fuerza igualadora de la alfabetización y de varias otras formas de mecanización.[58]

Otro ejemplo, una de las “varias otras formas de mecanización” y, como tal, niveladora, es el arma de fuego de los viejos “ejércitos de ciudadanos”[59] napoleónicos basándose en “el disparo lineal de armas de fuego”,[60] lo cual retrotrae a que antes “[…] la pólvora y la artillería terminaron con el rol militar del caballero y regresaron la ciudad al habitante peatonal […]”,[61]en otro gran proceso nivelador social. Pero el arma de fuego no solamente nivelaba a los combatientes en las filas de los ciudadanos que avanzaban disparando los unos contra los otros, sino que también los despersonalizaba convirtiéndolos en individuos abstractos —si bien ciudadanos de otro Estado—.

Así Hegel se refiere a este contexto sin hacerlo totalmente explícito pero diciendo que el “principio del mundo moderno”,[62] el de “lo general”, despoja a la valentía del carácter de ser “la acción de esta persona especial” convirtiéndola en la “acción del miembro de un todo” [el equivalente al ciudadano, aunque Hegel rechace tal concepto debido a su concepto del estamento], contra un enemigo que tampoco es “una persona aislada, sino el miembro de un todo enemigo en general”,[63] es decir, en nuestros términos, un ciudadano de otro Estado. Aquí se inserta “el arma de fuego […] no como una invención casual”, ya que “[…] esta arma transfigura la forma meramente personal de la valentía en la más abstracta”.[64] La idea es pues, que el arma de fuego despersonaliza el combate generando los mismos patrones de uniformidad y objetividad de la acción entre individuos abstractos, de tal manera que ahora vale el famoso dicho de que en ese combate realmente no se trata de “nada personal”; para empezar, la lejanía impide que se distinga un rostro definido. Por su parte, McLuhan señala que mientras mayor sea la alfabetización de una población, es decir, mientras más acostumbrada esté a la “organización visual del espacio” discutida arriba, mejor usará esa población las armas de fuego, “[…] este argumento va en el sentido de ligar el arma de fuego misma con el surgimiento de la perspectiva y la extensión del poder visual en la alfabetización”.[65] El centro del asunto es que la distancia despersonaliza al enemigo, nivelándolo a individuo abstracto, lo cual permite el juego de patrones de uso, cognitivo, moral y de conducta caracterizados por la igualdad o uniformidad y la objetividad.

El arma de fuego es un gran nivelador social, o sea, también es democrática, como cuando los simples soldados de línea napoleónica, masacraron a los mamelucos, guerreros de élite otomanos, o bien cuando los modestos fusileros rusos de origen campesino desmontaron a los aristócratas jinetes —caballeros— ingleses en Balaclava, o cuando los reclutas de la restauración Meiji, de extracción también campesina, apenas entrenados en “el disparo lineal de armas de fuego”, masacraron a los habilidosos y excelsos guerreros samurái en la última batalla contra estos. Lo mismo ocurrió en varios enfrentamientos entre fusileros ingleses y feroces y valientes guerreros zulúes en lo que ahora es Sudáfrica o con diferentes guerreros en lo que ahora son la India y Pakistán.[66] Se trata de la vieja sabiduría de que relativamente pocos soldados entrenados para marchar y disparar en línea, línea tras línea, pueden vencer a grupos de guerreros muy habilidosos y feroces pero que no luchan, digámoslo así, con el sentido alfabético del orden fragmentario y la secuencia lineal. Tal forma de lucha, en esencia “alfabética”, apareció ya entre los griegos con los hoplitas y los romanos con sus centurias. El soldado, hombre homogéneo, civilizado, peleando en serie, en líneas, con armamento estandarizado, fue la invención que hizo superiores a los griegos y a los romanos, justamente civilizados alfabéticamente, frente a todos los pueblos tribales, es decir, bárbaros, con los que se enfrentaron. McLuhan hace varias menciones clave del asunto, como cuando nos dice que “[…] el soldado romano fue un hombre con una espada […]”[67]y agrega que “[…] el alfabeto fonético fue el gran procesador de hombres para la vida militar homogeneizada que era desconocida en la antigüedad […]”,[68]la antigüedad que no conoció soldados sino solo guerreros. Conociendo las tácticas de guerra romanas, por ejemplo, el uso de la famosa formación de tortuga, se entiende lo que son los militares a diferencia de los guerreros: profesionales estandarizados y homogéneos los que, aún pocos pero en formación, superan a muchos guerreros extremadamente habilidosos y sin miedo alguno a la muerte. McLuhan se remite al secreto del poder militar de la subjetividad entrenada alfabéticamente:

Solamente las culturas alfabéticas fueron capaces de dominar las secuencias lineales conexas como formas omniabarcantes de organización psíquica y social. La fragmentación de todo tipo de experiencia en unidades uniformes con el objetivo de producir acción más rápida y cambio de forma (conocimiento aplicado) ha sido el secreto del poder occidental sobre el hombre y la naturaleza por igual. Esa es la razón por la que nuestros programas industriales occidentales han sido de manera totalmente involuntaria tan militantes, y nuestros programas militares han sido tan industriales. Ambos han sido configurados por el alfabeto en su técnica de transformación y control al hacer todas las situaciones uniformes y continuas [homogéneas, estandarizadas]. Este procedimiento [= la mecanización], manifiesto incluso en la fase greco romana, devino más intenso con la uniformidad y la repetitividad del desarrollo de Gutenberg. […] La civilización está basada en la alfabetización porque la alfabetización es un procesamiento uniforme de la cultura mediante un sentido visual extendido en el tiempo y el espacio por el alfabeto. En las culturas tribales, la experiencia está organizada por un sentido auditivo de la vida sensorial dominante que reprime los valores visuales. […] Las culturas orales actúan y reaccionan al mismo tiempo. La cultura fonética les da a los hombres el recurso para reprimir sus sentimientos y emociones cuando están comprometidos en la acción. El actuar sin reaccionar, sin involucramiento, es la ventaja peculiar del hombre occidental alfabetizado.[69]

Clarificador resulta también insistir en la homogeneidad como la substancia misma de Occidente, ya que son “[…] los patrones lineales y visuales son los que dan la unidad central y el poder agregado uniforme al trabajo y la organización occidentales. Conforme abandonamos la era de Gutenberg de nuestra propia cultura, podemos discernir más rápidamente sus rasgos primarios de homogeneidad, uniformidad y continuidad. Estas fueron las características que dieron a los griegos y romanos la ascendencia fácil sobre los bárbaros analfabetas”.[70]

Como se señaló arriba, las tecnologías mecánicas homogeneizan a los hombres por la vía primaria de un cambio subliminal en la subjetividad misma, en el set mental, no por prédicas ideológicas de ningún tipo – “no por la expresión de puntos de vista morales”[71]–. Entre las tecnologías mecánicas clave están el camino pavimentado, el dinero, el reloj, etc., pero no podemos analizarlas aquí. Lo importante ahora es, nos dice McLuhan, que

[…] los occidentales altamente alfabetizados siempre han idealizado la condición de integración de las razas (…). El hombre alfabético sueña naturalmente con soluciones visuales a los problemas de las diferencias humanas. Hacia fines del siglo XIX esta clase de sueños sugirió la vestimenta y la educación similares para hombres y mujeres. […] La integración racial, emprendida sobre la base de la uniformidad visual, es una extensión de la misma estrategia cultural del hombre alfabético, para quien las diferencias siempre parece que tienen que ser erradicadas, tanto en el sexo como en la raza, y en el espacio y el tiempo. […] La aproximación completa a estos problemas en términos de uniformidad y de homogeneización social es una presión final de la tecnología mecánica e industrial. [72]

De hecho, el ideal mecánico, correlativo con todo el set mental del individuo abstracto, no solo consiste en homogeneizar las razas y a los hombres y las mujeres, sino que “[e]s en su poder para extender los patrones de uniformidad y continuidad visual que las culturas sienten el ‘mensaje’ del alfabeto […]”,[73]y es que los alfabetos son la “[…] tecnología más radical para la homogeneización de las culturas […]”,[74]nada menos. Esa presión alfabética llevó al set mental que es la base subliminal – transcendental –  de toda la ideología de los derechos humanos y de las políticas homogeneizadoras, uniformadoras y niveladoras que propaga la ONU desde el final de la segunda guerra mundial. La ONU y sus ideologías básicas, incluyendo la propagación mundial de la democracia, a costa de la destrucción de culturas enteras, son “contenidos” de la subjetividad generada por la tipografía alfabética. La ONU y sus ideologías homogeneizadoras con pretensiones de alcance mundial son realmente la “presión final de la tecnología mecánica e industrial”.[75]

 

La homogeneización y la época dorada de la democracia

 

En Understanding Media McLuhan examina las tecnologías mecánicas en el periodo de su máximo desarrollo, “de 1922 a 1952”,[76] en que América tuvo su “época del consumo de bienes estandarizados”.[77] Se trata de que el consumo de tales bienes es una de las “consecuencias psíquicas y sociales”[78] central del patrón mental generado por la tipografía alfabética con su uniformidad y su repetitividad indefinida. Tal consumo es correlativo con “todos los supuestos mecánicos acerca de la uniformidad y la estandarización en tanto valores de consumo”.[79] Los bienes estandarizados se correlacionan con la psique o subjetividad del hombre estandarizado, propio de la América que según vimos arriba, McLuhan llama “la primera sociedad sin clases”.[80] McLuhan lo dice con total seriedad:

Cuando los Europeos solían visitar América antes de la segunda guerra mundial exclamaban, ‘¡pero si ustedes tienen aquí el comunismo!’ Lo que querían decir era que no solamente teníamos bienes estandarizados, sino que todo el mundo los tenía. Nuestros millonarios no solo comían hojuelas de maíz y hot dogs, sino que realmente pensaban de sí mismos como gente de la clase media. […] ¿Resulta extraño que los europeos deban asociar la uniformidad del entorno y de los bienes con el comunismo?[81]

Recordando la sociedad feudal estamentaria europea, de la que habla Hegel, en donde según él testifica el estamento es algo básicamente heredado, que corresponde a un derecho de nacimiento y a una carta de nacimiento, normalmente en el registro parroquial, el nacimiento define la clase y esta es destino, no sale uno de ella, solo queda asumir el destino de nacimiento. Esto es lo que tiene en mente McLuhan cuando se refiere a que en América se vive la “primera sociedad sin clases”, en la que incluso el millonario es “clase media”. Nadie tiene ahí carta de nacimiento y todos son homogéneos en el periodo mencionado. Bajo tales condiciones de la carencia de clases destinales, de nacimiento, estamentarias, se entiende que McLuhan pregunte a continuación si podría causar extrañeza “[…] que Lloyd Warner y sus asociados, en sus estudios sobre las ciudades americanas, hablen del sistema de clases americano en términos [puramente cuantitativos] de ingreso […]. El ingreso más alto no libera al norteamericano de su vida de ‘clase media’”.[82] Justamente, McLuhan está pensando en esa vida de clase media como algo homogéneo para el norteamericano en general, por eso “[…] el ingreso más bajo le da a todos un pedazo considerable de la misma existencia de clase media”.[83] Y como citamos arriba, McLuhan dice a continuación que “[…] realmente hemos homogeneizado nuestras escuelas y fábricas y ciudades y el entretenimiento en gran medida […]”, etc., es decir, se vivía uniformemente; por eso en el periodo “de 1922 a 1952”, tenía sentido hablar de la “sociedad sin clases” o de clase media generalizada, sin el equivalente a las cartas de nacimiento o los estamentos. Tal fue la época dorada del individuo abstracto y de la democracia.

 

La tecnología eléctrica y la crisis de la homogeneización y de la democracia

 

Aunque McLuhan sitúa el periodo de 1922 a 1952 como el Dorado de la homogeneización y por tanto de la forma mental cognitiva del individuo abstracto e igual, que es el elemento de la forma política democracia, lo cierto es que los medios eléctricos habían aparecido ya en el siglo XIX con el telégrafo, y con la adición del radio y el periódico diario y la cablefoto basados en el telégrafo, ya estaban minando la subjetividad alfabética, y justamente en 1954 se introdujo la TV y ya para 1964, año de la aparición de Understanding Media, el efecto eléctrico era ya evidente para McLuhan como observador agudo de “la vida de las formas”.[84] De hecho, en su conjunto los capítulos del 17 hasta el final, el 33, de Understanding Media se dedican a examinar la ruptura de la sensibilidad, en realidad de la subjetividad alfabética misma, debido a los medios eléctricos, y el núcleo del análisis de McLuhan es cómo la sociedad americana pierde el sentido para la homogeneidad, el gusto por ella. En el momento de ese análisis en Understanding Media, 1964, no era claro, y al mismo McLuhan se le escapó el hecho de medio a medio, pero el rechazo de la homogeneidad, que McLuhan mismo ve como el retroceso del set mental que considera a los individuos abstractamente como homogéneos, uniformes, es necesariamente el rechazo de la forma cognitiva y moral de la igualdad que fundamenta la forma democracia. McLuhan celebra que se rechace la uniformidad humana, pero ya no dice —o no ve claramente— que con eso epocalmente la suerte de la democracia está echada. Tal es la base de la problemática actual de la democracia americana, y dado el avance de las “tecnologías eléctricas” las cosas no van a mejorar para la misma.

Empecemos por considerar un pasaje que en parte ya citamos y que está en el contexto de la idea de McLuhan de que América creó la primera sociedad sin clases: “[…] realmente hemos homogeneizado en gran medida nuestras escuelas y fábricas y ciudades y entretenimiento justamente porque somos alfabéticos y aceptamos la lógica de la uniformidad y la homogeneidad que es inherente a la tecnología de Gutenberg”.[85] Sin solución de continuidad McLuhan agrega que “[…] esta lógica, que nunca había sido aceptada en Europa hasta hace muy poco, ha sido súbitamente cuestionada en América desde que la malla táctil del mosaico de la TV empezó a permear el sensorium americano”.[86] Aquí no podemos examinar la amplia discusión que McLuhan desarrolla al respecto de la crisis dicho sensorium mecánico o tipográfico a partir del capítulo 17 de Understanding Media, por eso nos limitaremos a considerar algunas ideas básicas en pasajes centrales del texto, algunos de los cuales aparecen justamente en el capítulo 22, que ya hemos citado, sobre el automóvil y su papel nivelador como medio central de la “primera sociedad sin clases”.

Empecemos por constatar que McLuhan afirma que “Lo más sencillo por lo pronto es hacer una larga cita que incluye fragmentos ya citados pero que en su integridad da una idea clara del problema, y para mayor claridad todavía pongo en cursivas lo nuevo:

El carro efectuó su nivelación social únicamente mediante los caballos de fuerza. A su vez el carro creó las autopistas y los campos de recreo que no solo eran muy semejantes en todo el país sino también igualmente accesibles para todos. A partir de la TV existe naturalmente una queja respecto del vehículo y la escena vacacional. Como John Keats lo formula en su ataque al carro y a la industria en Los carruajes Insolentes, a donde un automóvil puede ir, van todos los otros automóviles, y a donde quiera que los automóviles van, con seguridad los sigue ahí la versión automovilística de la civilización. Ahora este es un sentimiento orientado por la TV que no solo es anticarro y antiestandarización sino antigutenberg y, por tanto, también antiamericano. Por supuesto, sé que Johan Keats no piensa esto. Él nunca pensó sobre los medios o la manera en la que Gutenberg creó a Henry Ford y la línea de montaje y la cultura estandarizada. Todo lo que él sabía es que era popular denunciar lo uniforme, lo estandarizado […], en general.[87]

Nótese que McLuhan atribuye a la TV, en tanto medio eléctrico decisivo, un poder para incidir en la psique, análogo al del alfabeto y la tipografía alfabética, pero de una clase muy diferente. Se trata de que la TV y todos los medios eléctricos generan otro tipo de subjetividad, y lo central en este caso es que esa nueva subjetividad está radicalmente contrapuesta a la que es correlativa al patrón cognitivo de la igualdad entre los individuos abstractos y, por tanto, el que fundamenta la forma democracia de organización política, el medio mismo democracia. Unas líneas más abajo McLuhan dice que

[…] ahora es redituable reírse de lo mecánico y de lo meramente estandarizado. John Keats pudo cuestionar la gloria principal de la sociedad sin clases americana diciendo, ‘si usted ha visto una parte de América, usted la ha visto toda’, y que el carro dio al americano no la oportunidad de viajar y de experimentar aventuras, sino ‘de hacerse él mismo más y más común.’ Desde la aparición de la TV se ha hecho popular considerar los productos más y más uniformes y repetibles de la industria con […] desprecio […][88]

Ya vimos que según McLuhan “la lógica de la uniformidad y la homogeneidad […] inherente a la tecnología de Gutenberg […] ha sido súbitamente cuestionada en América desde que la malla táctil del mosaico de la TV empezó a permear el sensorium americano […]”,[89]y justamente en este punto McLuhan se refiere de nuevo a John Keats añadiendo que “[…] cuando un escritor popular puede, confiadamente, denunciar el uso del carro para viajar por hacer al conductor ‘más y más común’, entonces el tejido de la vida americana ha sido puesto en cuestión”.[90] Lo cierto es que lo que se cuestiona es la subjetividad misma que se correlaciona con la democracia como tecnología política de organización social.

La argumentación de McLuhan en la segunda mitad de Understanding Media, respecto del cambio radical en la forma del sujeto, en la subjetividad, debida a las tecnologías eléctricas, se desarrolla en relación con varios medios mecánicos y eléctricos, pero la argumentación respecto del automóvil es central porque se trata de “[…] una pieza soberbia de mecanismo uniforme, estandarizado, que se integra sin fisuras con la tecnología de Gutenberg y la alfabetización […]”.[91]Lo decisivo es que “[…] este muy tardío producto de la época mecánica […] está ahora rindiendo su forma a la tecnología eléctrica”.[92] Se trata de que “[…] desde la aparición de la TV se invirtió la marea del gusto y la tolerancia para hacer al medio […] del carro crecientemente aburrido”.[93] El hecho central que aqueja a todo el entorno tecnológico mecánico tipográfico es el ascenso de la nueva subjetividad eléctrica que conlleva una nueva forma del sensorium, es decir una nueva sensibilidad – incluida una nueva moralidad –. Por eso la soberbia pieza mecánica que es el carro empieza a cambiar su forma adquiriendo rasgos correlativos con la sensibilidad que podemos llamar eléctrica, es decir, alejándose de lo homogéneo mediante una diferenciación peculiar, así, “[…] la disposición a aceptar el carro como un símbolo de estatus, restringiendo su forma más expansiva al uso de los alto ejecutivos, no es un signo del carro y de la época mecánica sino de las fuerzas eléctricas que están terminando ahora la época mecánica de la uniformidad y la estandarización, y recreando las normas del estatus y del rol”.[94]

Farewell al individuo como base de la democracia

 

Con la nueva sensibilidad que cuestionaba el gusto por lo estándar, lo homogéneo y, con ello, el tejido mismo de la América alfabética, se anunciaba ya la sensibilidad moral eléctrica dominante hoy en día como deshomogeneizadora, como desniveladora mediante la creación de diferencias, a saber, los neo estamentos que ahora conocemos como las “identidades”. Así como los estamentos feudales o tribales conllevaban el ser herrero, campesino, funcionario, militar, por nacimiento, como destino, ahora en América se es hombre, mujer, blanco, negro, hispánico, gay, lesbiana, transexual, es decir, se tiene una “identidad”, se es un token de la misma, ya no un individuo abstracto, uniforme, democrático. La época eléctrica ha generado un neofeudalismo con su neoestamentarismo peculiar, incluyendo las “cuotas de minoría” como una diferenciación mediante privilegios de nacimiento. Ciertamente hay un “rezago cultural”[95] que todavía hace que los intelectuales se aferren a la idea de democracia y de liberalismo, pero la sensibilidad social, “la marea del gusto y la tolerancia”, se ha invertido hacia un tipo de subjetividad sensible a las diferencias y despectiva respecto de “lo general” (Hegel), lo uniforme y abstracto.[96] La democracia no tiene futuro porque las tecnologías eléctricas son cada vez más el entorno mediático dominante. Con la nueva sensibilidad desapareció a) el individuo abstracto, con b) patrones subjetivos de tolerancia y objetividad correlativos con él. Por eso América está en la crispación partisana que tendencialmente no hará más que crecer. En especial porque ahora la matriz tecnológica eléctrica ya no son solamente el telégrafo, el radio y la TV, sino también la web, el teléfono inteligente y las redes sociales, las cuales eliminan tecnológicamente la separación entre pensamiento y emoción y dan lugar la hipersensibilización moralista dominante hoy en día. El entorno tecnológico es y será la causa de una creciente crisis de la democracia, crisis irreversible salvo que ocurra un milagro tecnológico que genere una nueva subjetividad diferente de la eléctrica que caracteriza hoy en día a Occidente.[97] Podemos concluir con un pasaje del primer capítulo de Understanding Media que es verdaderamente premonitorio: “La apuesta norteamericana a la alfabetización o la uniformidad aplicada a cada nivel de la educación, del gobierno, la industria y la vida social está bajo la amenaza total de la tecnología eléctrica. La amenaza de Stalin o de Hitler fue exterior. La tecnología eléctrica está dentro de nuestras puertas, y estamos adormecidos, sordos, ciegos, respecto del choque con la tecnología de Gutenberg, con base en la cual se formó el American way of life”.[98]

El problema es que la amenaza ya permeó la sociedad americana toda, en especial en la forma de las redes sociales, que ya están en el artefacto más personal y extendido posible que es el teléfono inteligente, y no parece que se vayan a ir en ningún futuro previsible, a pesar de que son el agente tecnológico último cuyo efecto subjetivo es la ruptura del marco común de entendimiento que era la forma nación americana. Se trata de que la forma nación “[…] tiene en su contra a la totalidad de los medios eléctricos”.[99] Gane quien gane la elección, no hay marcha atrás. Los americanos serán una “nación” sin entendimiento común, partida.

 

Bibliografía

  1. Carrillo Canán, A. (2020). McLuhan y la subjetividad mediática trascendental. Las redes sociales y la decadencia de Occidente. Ciudad de México: UNAM.
  2.  F. (2018). Identity: The Demand for Dignity and the Politics of Resentment. New York: Farrar, Straus and Giroux.
  3. Hegel, G. W. F. (1808-11). Nürnberger und Heidelberger Schriften 1808-1817. Theorie Werkausgabe. Werke in zwanzig Bänden. Bd. 4. Frankfurt a. M.: Suhrkamp. [1ra. Ed. 1811]
  4. Hegel, G. W. F. (1808-11). Grundlinien der Philosophie des Rechts. Theorie ∫Werkausgabe. Werke in zwanzig Bänden. Bd. 7. Frankfurt a. M.: Suhrkamp. [1ra. Ed. 1821].
  5. McLuhan, M. (1994). Understanding Media. The Extensions of Man [1964]. Cambridge: The MIT Press.
  6. McLuhan, M. (1999). The Medium and the Light. Reflections on Religion. (E. McLuhan y J. Szklarek). Eugene, OR: Wipf & Stock.

 

Notas

[1] En las citas las cursivas son nuestras a menos que se indique otra cosa.
[2] Véase, Fukuyama, Francis, Identity: The Demand for Dignity and the Politics of Resentment, ed. cit.
[3] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 3.
[4] Ibidem, p. 4.
[5] Ibidem, p. 35.
[6] Véase el capítulo 12 de Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed, cit., el tema “La ‘época eléctrica’ y la forma moral y la forma política”.
[7] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p 300.
[8] Hegel, G. W. F., Nürnberger und Heidelberger Schriften 1808-1817. Theorie Werkausgabe, ed. cit., p. 63.
[9] Ibidem, p. 63.
[10] Ibidem, p. 260.
[11] Ibidem, p. 262.
[12] Idem
[13] Idem.
[14] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 7.
[15] Ibidem, p. 23.
[16] Ibidem
[17] Idem.
[18] Ibidem, p. 14.
[19] Véase el capítulo 5, “Los nuevos medios y la comunicación móvil”. de Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed, cit., la sección “El cuasitrasnscendentalismo mediático”.
[20] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 11.
[21] Ibidem, p. 16.
[22] Ibidem, p. 50.
[23] Ídem.
[24] Ibidem, p. 136.
[25] Ibidem, p. 19.
[26] Idem. Véase: “La imprenta hace explotar a la tribu, una forma extendida de una familia consanguínea, y es reemplazada por una asociación de hombres entrenados homogéneamente para ser individuos.” (UM 177.o)
[27] Ibidem, p. 172.
[28] Ibidem, p. 107.
[29] Idem.
[30] Ibidem, p. 223.
[31] McLuhan considera a la imprenta como un caso clásico de las “tecnologías mecánicas” (Ibidem, p. 3.) y se refiere a la imprenta como “la primera mecanización completa de una artesanía” (Ibidem, p. 152.) Por ello mismo McLuhan también se refiere a “la nueva alfabetización y la mecanización” (Ibidem, p. 316.)
[32] Ibidem, p. 300.
[33] Ibidem, p. 174.
[34] Ibidem, p. 84.
[35] Ibidem, p. 175.
[36] Idem.
[37] Ibidem, p. 92.
[38] Para una extensa y detallada discusión de esto volvemos a remitir a Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit., por ejemplo al capítulo 3, “McLuhan y las estructuras de la experiencia”.
[39] Para una discusión amplia de este de este doble condicionamiento o encadenamiento transcendental véanse los capítulos 3, 4 y 13, de Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit.
[40] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 136.
[41] Véase, por ejemplo: “El desarrollo de la escritura y la organización visual de la vida hicieron posible el descubrimiento del individualismo, la introspección, etc.” (Ibidem, p. 45.) En el mismo contexto McLuhan también habla de la “cultura visual” (Idem.)
[42] Tal corrimiento, que aquí no podemos más que mencionar, es un tema general de McLuhan en toda su obra, en particular en McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., al que refiere de muchas maneras, por ejemplo, cuando habla de que “(…) el modo visual civilizado sustituyó (…) la magia tribal auditiva (…)”
[43] Ibidem, p. 229.
[44] Ibidem, p. 82.
[45] Ibidem, p. 86.
[46] Ibidem, p. 45.
[47] Ibidem, p. 86.
[48] Idem.
[49] Ibidem, p. 92.
[50] Ibidem, p. 82.
[51] En lo subsiguiente usaremos la expresión “América” como lo hace McLuhan, es decir, para referirse a los EEUU. La razón es que lo que estará en el centro es el “American way of life”, y la expresión señalada permite captar más claramente la continuidad conceptual en los fragmentos de McLuhan a discutir.
[52] Ibidem, p. 221.
[53] Ibidem, p. 300.
[54] Ibidem, p. 20.
[55]Ibidem, p. 18. Aquí no podemos desarrollar el examen de la teoría mcluhaniana de la correlación transcendental de las formas o patrones tecnológicos con las formas o patrones de la subjetividad en tanto formas de la experiencia en un sentido análogo al kantiano. Ese es el tema central de Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit. Sin embargo podemos mostrar muy brevemente la preocupación guía de McLuhan con la forma tecnológica al señalar críticamente “(…) la obsesión del hombre de la cultura de la imprenta con el ‘contenido’ que le dificulta notar cualesquiera hechos acerca de la forma de todo medio nuevo.” (Ibidem, p. 251.) De la misma manera se refiere a aquellos que en el caso de los cómics“(…) sin haber notado nada acerca de la forma, tampoco pudieron discernir nada acerca del contenido.” (Ibidem, p.  168.) McLuhan concibe su texto Understanding Media como un análisis de la forma mediática y su efecto transformador sobre la subjetividad (“psique”), efecto que ve como “la acción psíquica de la tecnología” (Ibidem, p. 304.) o bien como “los efectos de la tecnología sobre la formación y manifestación psíquica (…)” (Ibidem, p. 16.).
[56] Ibidem, p. 221.
[57] Cfr. Ibidem, p. 3.
[58] Ibidem, p. 223.
[59] Ibidem, p. 100.
[60] Ibidem, p. 148.
[61] Ibidem, p. 218.
[62] Hegel, G. W. F., Grundlinien der Philosophie des Rechts. Theorie ∫Werkausgabe, ed. cit., p. 496
[63] Idem.
[64] Idem.
[65] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 341.
[66] En verdad que el señor Colt, inventor de la famosa pistola, fue un gran demócrata que igualó y homogeneizó a hombres muy distintos entre sí. Ese es el mensaje profundo de la secuencia inicial de la primera película de la serie de Indiana Jones, cuando Indiana queda atrapado en un estrecho callejón en algún país árabe y de pronto lo amenaza un imponente guerrero que maneja de manera virtuosa dos enormes cimitarras acercándose a él. En vez de que el guerrero haga picadillo a Indiana, este simplemente saca su colt y de un solo balazo acaba con el excelso guerrero.
[67] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 72.
[68] Idem.
[69] Ibidem, p. 85.
[70] Ibidem, p. 87.
[71] Ibidem, p. 221.
[72] Ibidem, p. 316.
[73] Ibidem, p. 84.
[74] Ibidem, p. 87.
[75]Ibidem, p. 316. Ciertamente la ONU misma es un núcleo de contradicción porque la ideología antihomogénea de la identidad la permeó hace mucho, una ideología antidemocrática y de la diferencia, no de la uniformidad, sin embargo, la ONU quiere extender a todo el mundo la ideología de la identidad, quiere hacer a todo el mundo uniformemente no uniforme. Así la ONU aspira, por ejemplo, a imponer las antidemocráticas “cuotas de género” a todas las culturas, lo mismo que la democracia.
[76] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 167.
[77] Idem.
[78] Ibidem, p. 4.
[79] Ibidem, p. 221.
[80] Ibidem, p. 223.
[81] Ibidem, p. 222.
[82] Idem.
[83] Ibidem, p. 223.
[84] Ibidem, p. 19.
[85] Ibidem, p. 223.
[86] Idem.
[87] Ibidem, p. 22.
[88] Ibidem, p. 222.
[89] Ibidem, p. 223.
[90] Idem.
[91] Idem.
[92] Idem.
[93] Ibidem, p. 224.
[94] Ibidem, p. 223.
[95] Ibidem, p. 108.
[96] Véase a Fukuyama, Francis, Identity: The Demand for Dignity and the Politics of Resentment, ed. cit.: “El ascenso de la política de la identidad en las democracias liberales modernas es una de las amenazas principales que afrontan (…)”, y el peligro es el de “conflicto continuo”.
[97] El asunto de la nueva moralidad “eléctrica” que empieza a florecer con el telégrafo y llega a definir el temple de confrontación social general a partir de la aparición de las redes sociales, es uno de los temas principales de Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed, cit., a lo que aquí solamente puedo hacer referencia. En el mismo volumen determinamos el carácter puramente occidental de la crisis de la democracia.
[98] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 17.
[99] Ibidem, p. 117.

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