La co-originariedad del ser según el pensamiento de Jean-Luc Nancy

Resumen

Heidegger declara en Ser y Tiempo que es esencial a la constitución del Dasein el Mitsein. Esta co-originariedad, sin embargo, cede prontamente paso en la analítica existencial a la consideración del Dasein “en sí mismo”. En el ensayo Ser singular plural, Jean-Luc Nancy se propone responder a la cuestión del sentido del ser atendiendo fundamentalmente a la mostración y exposición de la realización del ser en el Dasein en el modo del “ser-con”.

Palabras clave: Ser-con, Ontología, Existencia, Sentido, Co-originariedad.

 

Abstract

Heidegger says in Sein und Zeit that Mitsein is essential to the constitution of Dasein. This co-originariety, however, drives existential analytics to the consideration of Dasein “in itself.” In the essay Être singulier pluriel, Jean-Luc Nancy answers the question of the sense of being, fundamentally attending to the demonstration and exposition of the realization of being in Dasein in the mode of “to be-with”.

Keywords: To be-with, Ontology, Existence, Sense, Co-originariety.

 

Heidegger declara en Ser y Tiempo que es esencial a la constitución del Dasein el Mitsein.[1] Esta co-originariedad, sin embargo, cede prontamente paso en la analítica existencial a la consideración del Dasein “en sí mismo”.[2] En el ensayo de 1995 titulado Ser singular plural, Jean-Luc Nancy se propone responder a la cuestión del sentido del ser atendiendo fundamentalmente a la mostración y exposición[3] de la realización del ser en el Dasein en el modo del “ser-con”. Pues el Dasein, de acuerdo con la visión del filósofo francés, así como no es el hombre, ni un sujeto, tampoco es algo único, aislado, sino siempre el uno, cada uno, del uno-con-otro.

 

Previo a cualquier explicación, el Dasein se revela como Mitsein, pues nunca hay sentido para uno, sino siempre uno en el otro, entre uno y otro, acorde a la determinación esencial del “nosotros”. Es verdad que para Heidegger la comprensión de los otros se encuentra ya contenida en la comprensión del ser del Dasein. No obstante, para Nancy esta afirmación dice todavía poco: “[…] la comprensión del ser no es sino la de los otros, lo que quiere decir en todos los sentidos, la de los otros por ‘mí’, y la de ‘mí’ por los otros, la comprensión de unos y otros”.[4] Esta es la primera e irrecusable premisa ontológica: el “ser” se realiza como “con”.

 

Por lo tanto, el ser es a un tiempo singularmente plural y pluralmente singular. No es un atributo más del ser, lo singular-plural forma la constitución esencial del ser. El ser no pre-existe a su singularidad plural, como en realidad nada pre-existe en absoluto, pues solamente existe lo que existe. Sea lo que fuere que tenga existencia, existe porque co-existe. La expresión ser-singular-plural señala que la esencia del ser es su co-esencia. Más aun, indica que el “co” es su mismo núcleo constitutivo. Efectivamente, una co-esencialidad no tiene el significado de un simple conjunto de esencias de lo cual quedaría luego por determinar la esencia del conjunto como tal. Por el contrario, la co-esencialidad consiste en una participación esencial de la esencialidad, en una participación como con-junto.

 

No hay primero una instancia del “ser” a la que suceda la instancia del “con” como un añadido o algo derivado del ser, sino que el “con” es ya en el seno mismo del ser. Pues si el ser es ser-con, el “con” es lo que da ser al ser. Todo ente es determinado en su ser como siendo-uno-con-otro. Por eso, cada singularidad es inseparable de su ser-con-varios, pues lo singular es indisociable de lo plural. A este respecto, lo singular es singular en tanto que se distingue de otras singularidades, lo que implica necesariamente lo plural que reclama toda singularidad.

 

El ser en cuanto concebido como ser-con no puede decirse como “es”, ni tampoco como “hay”. Pues no hay un ser existente y un ser-con de los existentes unos con otros, lo que no es más que un punto de vista exterior que simplemente repararía en el estar-juntos. En realidad, la tercera persona del singular deviene la primera persona del plural, como destaca Nancy: “El ser no podría decirse más que de esta manera singular: “somos”. La verdad del ego sum es un nos summus –y este “nosotros” se dice de los hombres para todos los entes con los que “nosotros” somos, para toda la existencia como ser-esencialmente-con, como ser cuya esencia es el con”.[5]

 

Para el filósofo francés el problema más propio del ser es el problema del ser-con.[6] No debemos continuar pensando el ser a partir de uno o a partir de otro, ni tampoco como conjunto, comprendido este como Uno u Otro, sino que el ser debe ser pensado de forma cabal, sin reservas, a partir del “con” como la esencia misma del ser que no es ser más que siendo uno-con-otro: “Uno/otro, ni ‘por’, ni ‘para’, ni ‘en’, ni ‘pese a’, sino ‘con’. Menos y más a la vez que la ‘relación’ o que el vínculo, sobre todo si la relación o el vínculo presuponen cada uno la preexistencia de los términos que conectan: porque el ‘con’ es el contemporáneo exacto de sus términos, es de hecho su contemporaneidad”.[7]

 

El “con” es la participación del espacio-tiempo, lo que está al mismo tiempo y en el mismo lugar bajo el espaciamiento, la distancia de una indefinida pluralidad de singularidades. El ser no está solo, como separado o apartado, el ser está con el ser, pero no al modo de una yuxtaposición externa, el ser está “ante” sí, “junto” a sí, “en” sí, tocándose, revelando a la par tanto su proximidad como su lejanía.

 

El “con” designa el ser-consigo-mismo, y con ello expone[8] el “sentido del ser”, o lo que es lo mismo, el “sentido del con”, o bien el “con del sentido”. “Ser”, “sentido” y “con” son términos co-esenciales. Ninguno de los tres funda al otro y cada uno designa al otro. La propuesta de Nancy no es la de una ontología de la sociedad, lo que no sería más que una ontología regional, sino que es una ontología de la asociación, una ontología, por lo tanto, más originaria que la misma sociedad y que toda individualidad y esencia del ser, entendido esto último como una mera esencia separada de la singularidad pluralidad del co-ser del ser.

 

Aquello que puede sonar puramente tautológico, el “ser no es sin el ser”, encierra una verdad profunda, la co-originariedad del ser: “el ser es siempre con el ser mismo”. De modo que así como no basta con decir “ser” para comprender el sentido del ser sino que es necesario repetir “el ser es”, de igual manera debe afirmarse el sentido del ser en su simultaneidad, el decir, “el ser es ser-con”, pues el ser es simultáneamente consigo mismo. El ser, por lo tanto, no coindice consigo mismo sin más, sino que en ello hay una co-estructura de su acontecer, como explica Nancy: “El ser co-incide con el ser: es decir, es el espaciamiento, y la llegada —el espaciamiento sobrevenido— del co, singular plural”.[9]

 

El ser consiste en la existencia de todos los existentes. No se trata de una simple posición, el prefijo “co” designa la unidad y unicidad de lo que es en general. Aquí no se atiende a una unidad originaria y su división, ni tampoco a una multiplicidad originaria y su correlación, pues en ambos casos debe ser pensado algo primero a lo que posteriormente sobreviene otro acontecimiento. Por el contrario, la unidad originaria es originariamente singular plural. El origen es exceso de origen en el origen. Por eso, lo uno es siempre más que uno, pues ¿cómo contar lo uno sin contar más de uno? En cambio, lo Uno puramente Uno, que no tiene en cuenta nada más, no puede siquiera plantearse porque en realidad no es Uno, o bien, es menos que uno, pues lo uno es exceso de uno, siempre es uno-con-uno.

 

El “con” es la condición de la presencia en general. Toda presencia del ser es co-presencia, más esa co-presencia no es una presencia en sí ni para sí, sino que tal presencia tiene presencia en virtud de que la co-presencia ha tenido antes lugar. Explica Nancy: “El con es entonces la suposición del ‘sí’ en general. Pero no es ya precisamente una suposición sub-yacente, a la manera de la auto-presuposición infinita de la sub-stancia sub-jetiva. Como lo indica su función sintáctica, ‘con’ es la pre-posición de la posición en general, y forma así su dis-posición”.[10] El “sí” de todo sí en general antecede al sí mismo de sí y al sí mismo de otro. A decir verdad, no hay ninguna antelación, pues el “con” es lo co-originario, lo con-stitutivo de toda con-sistencia y de toda con-sciencia, en definitiva, lo con-temporáneo de toda existencia.

 

La situación originaria es la de estar-junto-a-varios. De allí que toda existencia sea co-existencia,[11] que cada “yo” pueda decir yo porque primeramente se afirma la aseidad del “nosotros”, siendo todos cada cual. Es necesario deconstruir aquella primitiva noción individual a la que luego se añade una dimensión comunitaria, la tan arraigada noción de subjetividad a la que después se suma la intersubjetividad. Aquí no vienen a alterarse los órdenes, como si primero viniera lo social y luego el sujeto, o bien, como si fuese primero la alteridad y después la ipseidad. No, en realidad toda ipseidad, ya sea individual e incluso colectiva, está co-determinada por la pluralidad de los ipse. Consecuentemente, no hay entre los ipse una comunidad o una vecindad sino más bien una co-ipseidad co-originaria.

 

Ser-unos-con-otros, esta es la cuestión ontológica fundamental. No cabe presuponer el ser-uno para comprender desde allí lo singular plural del ser mismo. A la inversa, el ser-uno puede comprenderse únicamente a partir del ser-unos-con-otros. El ser al mostrarse ante sí mismo, consigo mismo, com-parece. Esto no quiere simplemente decir que los sujetos se muestran juntos, porque entonces restaría preguntarse ¿dónde se muestran juntos? ¿por qué se muestran juntos? ¿a qué están destinados todos juntos? y así sucesivamente, pues el predicado “juntos” no sería más que una cualificación extrínseca a los sujetos, que añadiría un aspecto particular dotado de sentido propio que se efectuaría sobre el conjunto.

 

El estar-juntos, sin embargo, no es ni la yuxtaposición de partes extra partes ni el totum intra totum. No es ni el puro fuera, de partes aisladas sin relación entre sí, ni el puro dentro[12] de una sustancia única y aislada que ni siquiera puede decirse con propiedad “aislada”, pues dada la unitotalidad de su intra se halla privada de toda relación con lo demás.[13] Por lo tanto, no hay equivalencia entre el conjunto y el estar-juntos, a no ser que se lo entienda como el filósofo francés indica a continuación: “[…] el conjunto ontológico que hemos de pensar nunca será el sustantivo, sino siempre el adverbio de un estar-juntos. Pero este adverbio no es un predicado del ‘ser’: no le aporta una cualificación particular ni suplementaria. Como todo adverbio, modifica o modaliza al verbo: pero la modalización, aquí es de esencia y de origen. El ser es conjunto, y no es un conjunto”.[14]

 

La comparecencia significa entonces el aparecer, la llegada al mundo y ser en el mundo. Se trata pues de la existencia como tal, del cum que no solo tiene lugar en el mundo, sino que además es el tener lugar en el mundo. El “con” es la preposición de toda posición, la presentación misma del ser, que nada añade, sino que es la condición inmanente de la presentación del ser en general. Ser-unos-con-otros se sitúan más acá de toda distinción entre ser y actuar, entre lo singular y lo plural.

 

Puesto que el ser es la participación de un espacio-tiempo simultáneo, el “nosotros” opera no obstante sus múltiples determinaciones la presentación del aquí y ahora. El “nosotros” nunca es un sujeto único ni tampoco es algo indistinto, una pura generalidad, algo difuso. Dice siempre una pluralidad, una división y un enredo. Conlleva el “cada vez”, simultáneamente, cada uno por su cuenta, cada uno a su turno, al mismo tiempo y ante otros. Por eso al señalar el “con”, más que enunciar una identidad, como si se tratara de una cosa de orden superior, se debe hablar de identificaciones.

 

Estar-juntos es comparecer, es aparecerse a la vez a sí mismo y a los otros. Todavía más, no es posible que uno aparezca a sí mismo sino aparece a los otros. La forma originaria de la comparecencia es la forma del aparecer de unos a otros. El comienzo, por lo tanto, está dado por la alteridad con los otros en general. Observa Nancy: “Los otros “en general” no son ni los otros “yo” (ya que no hay “yo”, ni “tú”, más que a partir de la alteridad en general),[15] ni el no-yo (por la misma razón). Los otros “[…] en general” no son ni lo Mismo ni lo Otro. Son los-unos-los-otros, o los-unos-de-los-otros, una pluralidad primordial que com-parece”.[16]

 

El “nosotros” no está compuesto de sujetos conforme con una autoidentificación o autofundación egoica. Así como cada uno es alguno, el nosotros es cada vez alguno. No se trata por consiguiente de una estructura universal o abstracta, sino que dice de manera singular-plural uno por uno y uno con uno. El ser, y con ello finalizamos, se resume en este estar-entre-nosotros: lo previo absoluto y al mismo tiempo lo más remoto de toda ontología.

 

El mundo no tiene un origen externo, sino que su origen está en cada punto, en todas partes, a cada instante, cada vez con todas las veces, pues de acuerdo con el régimen del ser-con, el origen es todos los orígenes posibles. Cada existente es origen, cada uno es originario, es decir, surgimiento[17] del surgimiento.[18] Por lo tanto, cada uno es original, único, incomparable y sin embargo todos los existentes comparten esta originariedad y originalidad, pues la participación misma “es” el origen. El ser, en efecto, es siempre ser singular plural. Aquí puede apreciarse correctamente la esencia de la individualidad, la puntualidad del “con” que establece cierto origen de sentido y que lo conecta con otra infinidad de orígenes, como describe Nancy: “[…] a la vez infra- o intra-individual, y trans-individual, y siempre ambos juntos. El individuo es una intersección de singularidades, la exposición discreta —discontinua y transitoria— de su simultaneidad”.[19]

 

La co-esencialidad del ser refiere necesariamente a la co-originariedad del sentido. El ser, el sentido del ser, está dado por el “sí” del “con”. El “sí”, pese a haber sido considerado fundamentalmente como una fórmula subjetiva que subraya la relación del yo consigo mismo, es una afirmación más originaria que el “yo” y que el “tú”. En verdad expresa el “con como con”, es decir, “el ser tanto que ser”, en “tanto que tal”: “Anterior a “mí” y a “ti”, el “sí” es como un “nosotros” que no sería ni sujeto colectivo, ni “intersubjetividad”, sino la mediación inmediata del ser en “sí”, el plegado plural del origen”.[20]

 

Yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos, tiene lugar porque el “sí”, por decirlo de alguna manera, les precede. El “en tanto que” de todo lo que es, está determinado por el “sí”. Previo a toda propiedad, es aquello por lo que la propiedad deviene propia. El “sí”, antes que ser un estado, es un acontecimiento. Por ende, no tiene preexistencia, sino que es la llegada de algo. El mundo es pues el exponente de todas las llegadas. Lo acontecido acontece por el acontecimiento mismo, por el “sí” que precisamente es la llegada en sí misma y por sí misma. Indica Nancy: “la —“ipseidad”— quiere decir “a sí”, relación consigo, vuelta a sí, presencia en sí como a lo “mismo” […], la ipseidad ocurre, es decir, se ocurre, como llegada, y este venir es pre-vención, lo que no es preexistencia, ni providencia, sino por el contrario sobre-venida, sorpresa y remisión al “venir” cono tal en lo por venir”.[21]

 

En consecuencia, no es un dato del pasado o del futuro, “sí” es el presente de la venida, el presente que presenta. “Sí” no es algo único y solitario, “sí” es “con”, la estructura de “sí” es la estructura de “con”, pues cada uno es ante sí porque es ante otros. Ser es ser-unos-con-otros. No se trata de un ser que es tal por la reunión de los entes en general, ni tampoco su esencia se distribuye como una sustancia común. Ser-con no designa la totalidad de los entes como un “sí” individual o bien como un “sí” común, sino como proximidad distanciada. Los entes se tocan, están en con-tacto unos con otros. No debe hablarse entonces, de consistencia sino más bien de disposición, pues “ser” es el espaciamiento originario de la dis-posición ontológica en general.

 

Bibliografía

  1. Jiménez Portillo, Jorge, “Aproximación a la ontología del ser-en-común de Jean-Luc Nancy”, en El Búho, Núm. 13, 2014, pp. 1-12.
  2. Nancy, Jean-Luc, Corpus, tr. Patricio Bulnes, Arena Libros, Madrid, 2000.
  3. ______________, El intruso, Amorrortu, Buenos Aires, 2006.
  4. ______________, La inquietud de lo negativo, tr. Juan Manuel Garrido, Arena Libros, Madrid, 2005.
  5. ______________, “L’être abandonné”, en L’impératif catégorique, Flammarion, Paris, 1983, pp. 139-153.
  6. ______________, La comunidad desobrada, Arena Libros, Madrid, 2001.
  7. ______________, “Ser-con y democracia”, en Revista Pléyade, Vol. 4, Núm. 1, 2011, pp. 10-31.
  8. ______________, Ser Singular Plural, Antonio Tudela, Arena, 2006.
  9. ______________, ¿Un sujeto?, tr. Felipe Alarcón, La Cebra, Buenos Aires, 2014.
  10. ______________, 58 indicios sobre el cuerpo, tr. Daniel Alvaro, La Cebra, Buenos Aires, 2010.
  11. Ramírez, Mario Teodoro, “Pensar desde el cuerpo: de Merleau-Ponty a Jean-Luc Nancy y el nuevo realismo”, en Eidos, Núm. 21, 2014, pp. 221, 236.
  12. Roberts, Carmen, “El otro en la perspectiva de Heidegger y Lévinas”, en Anuario de la Facultad de Ciencias Económicas del Rosario, Vol. 9, 2013, pp. 103-113.

 

Notas
1 Jean-Luc Nancy, “Ser-con y democracia”, en Op. cit., p. 12: “Como se sabe, Heidegger fue el primero que introdujo la palabra “con” en el léxico de la filosofía. Lo que quiere decir que durante unos veintiséis siglos dicha palabra no tuvo calidad de concepto entre los filósofos. En efecto, no es posible encontrar en ningún filósofo, bajo ninguna forma, una especificación del “con”. Desde luego aquí afirmo esto a beneficio de inventario, y reconozco que no es imposible que en uno que otro se halle una indicación hacia tal concepto. Pero en ninguno se presenta una pieza de doctrina que lleve un nombre semejante”.
2 Cfr. Carmen Roberts, “El otro en la perspectiva de Heidegger y Lévinas”, en Op., cit., pp. 103-113.
3 Podemos aquí adelantar que para Nancy la “exposición” no es la puesta en vista frente a los demás de lo primeramente oculto o encerrado. La exposición “es” el ser mismo. Cfr. Nancy, Jean-Luc, Corpus, ed. cit., pp. 29-30.
4 Jean-Luc Nancy, Ser Singular Plural, ed. cit., p. 43.
5 Ibidem, p. 49.
6 Y el problema del ser es ya el problema del ser abandonado, la condición ineludible de nuestro pensamiento e inclusive su única condición. Cfr. Jean-Luc Nancy, “L’être abandonné”, en Op. cit., pp. 139-153.
7 Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, ed. cit., p. 50.
8 El ser mismo, por otra parte, solo existe en cuanto ex-puesto y ese es su sentido. Cfr. Jean-Luc Nancy, La comunidad desobrada, ed. cit., p. 57.
9 Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, ed. cit., p. 54.
10 Ibidem, p. 56.
11 Todo lo que existe, ek-siste, es decir, se abre a algo, no está de modo alguno cerrado enteramente sobre sí. Cf. Mario Teodoro Ramírez, Op. cit., pp. 221, 236.
12 Ya desde el comienzo, considera Nancy, el “adentro” está formado por el desvío-afuera. Cfr. Jean-Luc Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo, ed. cit., p. 10.
13 Jorge Jiménez Portillo, “Aproximación a la ontología del ser-en-común de Jean-Luc Nancy”, en op., cit., p. 6: “Nos encontramos con lo que Nancy llama la lógica del límite propia de toda singularidad: el ser no es un “puro adentro” ni un “puro afuera” en la medida en que se da como un “entre” que hace que ni se pertenezca a sí mismo ni a los demás de manera definitiva. En toda singularidad encontramos el trazo de una intersección de límites dado que toda singularidad no está cerrada, sino que se muestra en sus confines como alteridad”.
14 Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, ed. cit., p. 76.
15 Ya el sí mismo del ser es su misma alteridad, como lo señala en la siguiente cita de Jean-Luc Nancy, El intruso, ed. cit., p. 43: “la verdad del sujeto es su exterioridad y su excesividad: su exposición infinita”.
16 Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, ed. cit., p. 83.
17 Jean-Luc Nancy, Hegel. La inquietud de lo negativo, ed. cit., p. 33: “La exigencia rigurosa de la filosofía: que el presente sea revelado como lo que es, como la inquietud abierta entre el crepúsculo de un acabamiento y la inminencia de un surgimiento”
18 Jean-Luc Nancy, ¿Un sujeto?, ed., cit., p. 10: “La verdad del existir que no es un sujeto ni una vida sino la sucesión singular de una serie de advenimientos —y de partidas— cada una de las cuales abre de cierta manera al infinito”.
19 Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, ed. cit., p. 101.
20  Ibidem, p. 110.
21 Ibidem, p. 111.

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