El ser de nuestra américa: las ideas en circunstancia

Resumen

El Ser de Nuestra América desde la filosofía latinoamericana se muestra en circunstancia. La época histórica colonial muestra la negación del ser nuestroamericano. La discusión que se dio en Valladolid permitió la entrada de la filosofía occidental a nuestro continente y los temas que se discutieron en torno a las ideas, a lo justo de la guerra, en la legalidad de la apropiación del territorio, sobre a la racionalidad del indio y su humanidad. Los procesos socio-culturales de asimilación entre las culturas que fueron habitando al continente se suscitaron durante la colonia. La idea de la historia con una base poética es para recuperar las actividades humanas como las tradiciones, costumbres, mitos, en los que podemos abstraer el ser de nuestra América.

Palabras clave: historia colonial, filosofía, ser, idea, nuestra América, poética.

 

Abstract

The Being of Our America from Latin American philosophy is shown in circumstance. The colonial historical period shows the denial of being nuestra American. The discussion that took place in Valladolid allowed the entry of Western philosophy to our continent and the issues that were discussed around the ideas, the fairness of the war, the legality of the appropriation of the territory, the rationality of the Indian and his humanity. The socio-cultural processes of assimilation between the cultures that were inhabiting the continent arose during the colony. The idea of history with a poetic basis is to recover human activities such as traditions, customs, myths, in which we can abstract our being from nuestra America.

Keywords: colonial history, philosophy, being, idea, nuestra America, poetics.

 

Después de la guerra de conquista y cuando recién comenzaba la colonia en el continente americano, por el año de 1550, en el siglo XVI en la provincia de Valladolid, España, se suscitó una controversia que sacudió las ideas de la época; ideas que se interponían a otras ideas acerca del concepto de humanidad. La discusión se tornaba en el carácter antropológico del ser nativo americano y sobre su racionalidad, entre otras cosas. La pregunta en concreto qué se formuló fue de la siguiente manera: ¿si eran humanos o no los nativos de América y si estos eran seres racionales? La discusión fue necesaria porque no sólo se estaba negando la humanidad de los nativos americanos, de los indios, sino que se les estaba haciendo la guerra y se les estaba despojando de lo que les pertenecí. Éste fue uno de los argumentos que derivó a la disputa, porque un personaje reconocía que los nativos americanos eran seres humanos, aunque su racionalidad estaba aún en desarrollo. Otro argumento para que se suscitara la junta de Valladolid fue que la guerra contra los nativos era ilegal e injusta. Se les consideró que éstos eran mitad humanos y mitad bestias, que su racionalidad era mediana. Esas ideas que los conquistadores tenían de los nativos eran porque no entendían todo lo que veían, por lo nuevo que se les presentaba: las prácticas de canibalismo, los sacrificios, andar semidesnudos por las ciudades, es decir, su forma de vida. Por otra parte, la religión que ambas culturas profesaban y los definía como seres humanos fue importante para que se diera el suceso histórico que dejó registro de cómo las diferentes culturas se fueron fusionando.[1]

 

Ante la poca comprensión y el nulo reconocimiento de los occidentales, se optó por negarles características humanas y colocarlos como seres vivos que aún no lograban separarse de su animalidad, seres que estaban pegados a sus instintos; seres que pertenecían más a la naturaleza que a la humanidad misma. A decir de Andrés Bello, y desde nuestra interpretación, a partir de la intuición se pudo encontrar similitud o semejanza en la humanidad de los indios. La intuición, según Bello, deviene del espíritu humano. El hecho de que los occidentales registraran más diferencias que similitudes, y que su sentido estético pudo no ser el más depurado, permitió dar motivo de negar la humanidad de los nuestros. Pero, lo que no se puede comprender es que no se intuyera que esos indios eran humanos. Se intuye que el otro es similar a mí, cualquiera que sea la forma de vida se pueden encontrar no similitudes, pero si intuiciones de que el otro es otro como yo, con diferentes formas de vida y cultura; pero se dejó del lado la intuición, es decir, no se tomó al espíritu para que resolviera esa aceptación. Por ello, se develó que eran otros motivos los que permitieron la negación de la humanidad de los americanos, fue el interés por tener presencia en el continente; porque se creía que habían llegado al paraíso y que éstos habían sido los elegidos para poblar la tierra prometida y que todo lo que se encontrara en él les pertenecía. De ahí que la avaricia pudo más que la razón; el reconocimiento de la humanidad de los nativos estaba lejos, a años o centenarios de ese momento. La negación del otro era más sencillo y menos complicado, por ello su negación y por ello la controversia o junta de Valladolid.[2]

 

La controversia tuvo a dos actores principales, el sevillano dominico y fraile Bartolomé de las Casas y el teólogo católico Juan Gines de Sepúlveda. Ambos sostenían puntos opuestos. Para Gines de Sepúlveda[3] la guerra hecha a los indígenas era justa. Su justificación consistía en que los nativos americanos eran racionalmente inferiores y habría que civilizarlos e implantarles la religión verdadera porque los nativos no sabían que sus actividades estaban desviadas a la adoración del demonio y no a Dios, por tanto, sus actos paganos tenían que ser sustituidos por los actos de la catolicidad. Él era el que mayormente consideraba que los nativos americanos eran aún parte de la naturaleza, porque no habían logrado separarse completamente de su animalidad y vivían por medio de sus instintos, eran seres inferiores que necesitaban de la guía de los occidentales. Este discurso estaba disfrazado, porque la pretensión era la apropiación del territorio y el robo del tesoro de los indios. Los argumentos eran claros al referirse a los indios como seres “homúnculos” que estaban por debajo del occidental español. Esas expresiones surgían de Gines porque una evidencia fue que los europeos no encontraron una historia como la que ellos conocían que era la historia escrita. Porque para los indios la forma de hacer historia era diferente, otra: a través de ideogramas o quipus o la tradición oral en cantos y rituales. Ahora se sabe que existen varias formar de hacer historia y legar el pasado de una comunidad o cultura a partir de otros instrumentos que no son meramente la escritura, porque la escritura es una de las tantas formas que tiene el ser humano para expresar su realidad y condición como humanos en el mundo. Quitándole la historia a los indios, se les quitaba su carácter de humanidad, porque el ser humano es historia, es producto de su acontecer que deviene; es historia porque por medio de ella explica su situación y expresa y representa la parte de ser y realidad que es. Y no sólo eso, sino que justificaba que estos seres inferiores no eran humanos, por tanto, no tenían alma, y matarlos no era pecado. Matar a los nativos no era motivo de condenar el alma al infierno porque éstos no tenían alma. Y así una cantidad de ideas que se suscitaron en la controversia todo por defender los actos inhumanos y de barbarie cometidos contra los indios. Muerte, calamidad, terror, horror y destrucción.

 

Bartolomé de las Casas[4] era el defensor de los nativos. Representaba la contraparte y abogaba por los indios. Sus discursos e ideas hacían crítica sobre lo injusto de su guerra contra de los indios e indirectamente cuestionaba al imperio por sus actos deslegitimizados; no había motivo aparente para hacer una guerra en contra de los indios y esa guerra en realidad estaba sostenida por el latrocinio, el robo y la avaricia. Bartolomé no dudaba de la humanidad de los indios, pero si un tanto de su racionalidad, porque los describía como si fueran infantes, inocentes a los que se les debería tratar con compasión; seres humanos inciviles y ese hecho de no ser civilizados no los había hecho aún ser seres maleados. Él sostenía que la cultura supuestamente civilizada era quién corrompía la razón de los seres humanos. Las ideas estaban más encaminadas a la defensa de la dignidad del indio y a poner en crisis al imperio y sus prácticas. Abogó hasta que se reconociera la parte de humanidad de los indios. Lo que logró fue que se hicieran las famosas encomiendas; que consistían en que los occidentales adoptarían a los indios y éstos adoptarían la nueva cultura que se imponía, se les enseñaría la verdadera religión y se les iba a civilizar. Ese hecho obligaba a los indios a trabajar para los encomenderos como siervos; desde este momento, pensamos que la mestización de forma oficial se comienza a ejercer.

 

Es claro que desde que se ocupó el territorio la violación es parte de las estrategias de la guerra. Esta práctica se corrompió más de lo que se creía; no podemos asegurar que no hubo encomenderos que llevaran a cabo el proyecto, pero lo que se hizo fue abusar del poder que les concedió la corona, porque no se les educaron y simplemente eran forzados a trabajar para los encomenderos sin retribución de nada. Así la idea del indio como ser inferior sin alma y animal, fue lo que permitió que se aniquilara al ser del nativo americano, no había un ser en el ser americano, es decir, no había realidad en su existencia porque no había historia ni nada que los sostuviera. Por ello se ha preguntado acerca del ser de América Latina y se continúa diciendo que no existe tal ser; que fue desplomado y aniquilado de la historia occidental, pero no es así, simplemente se ocultó y se perdió de los discursos para ponderar una única historia. Ese ser se quedó en la memoria, en las prácticas, en los mitos, en las leyendas, en las tradiciones, en los lenguajes, en la cultura y es lo que vamos a intentar develar.

 

Para esta discusión nuestros personajes se sostuvieron en un filósofo imperial como lo es Aristóteles, pero, para nuestro juicio, cada uno retoma una parte del sistema aristotélico para fundamentar sus ideas acerca de la guerra contra el indio. Para Gines de Sepúlveda, que nunca visitó América, le sirve más la Política[5] para justificar que no hay crimen ni pecado en los actos realizados por los españoles; ya que en la política se encuentran las razones necesarias para dar sustento a la corona de apropiarse de un territorio y hacer la guerra. Para Bartolomé le es más útil servirse de la Metafísica[6] porque de ella toma la idea de que todo ser humano es racional y su tendencia es el saber. Y que toda existencia como entidad es. Y si es, es porque representa una parte del Ser y la realidad. Y que por medio de sus sociedades se podía comprobar la humanidad que en los indios existía.

 

Si recordamos la Política desde el primer libro se anuncia que el ser superior debe de estar por encima del ser inferior, que es este caso ser superior o inferior estaba determinada por la razón. Qué el ser racional debía de estar mandando y sirviéndose de los bárbaros que eran seres racionalmente inferiores. Y si los bárbaros no querían ser siervos de los seres racionalmente superiores, que se les hiciera la guerra. Porque el pez grande se come al chico, el animal grande manda sobre el pequeño. Estas ideas están inspiradas en la observación del comportamiento natural de los animales. Y con sucesión en la política podemos observar que en cada libro habla y pondera al ser occidental y su cultura por encima de las otras y que estás deben de tener una mucho mejor posición en el mundo y en las relaciones que se establecen en la comunidad. Porque pone al ciudadano como el culmen político de la humanidad y él que tiene la responsabilidad de dirigir las sociedades y tomar las decisiones políticas que mejor convengan al Estado.

 

Recordemos que al decir que el ser humano es un animal político es lo mismo que decir que el ser humano es un ser social, un animal de las sociedades, que su razón de ser la fundamenta en la relación social. Y por debajo del ciudadano están los militares, artesanos, comerciantes, mujeres, niños, etc., hasta abajo está el esclavo. Para distinguir entre el ciudadano y el esclavo se afirma que el primero es para sí mismos, el ciudadano se tiene a sí mismo porque su ser le pertenece. Mientras que el esclavo no tiene su ser para sí mismo, sino para el otro, para el amo, porque su ser del esclavo es para servir. Estas fueron las ideas que se trasladaron hasta América, no fueron las mismas, pero, se adaptaron con nuevos lenguajes. El indio era un ser racional, pero su racionalidad estaba en su estado natural, y éstos tenían que ser siervos de los españoles. Y si no querían reconocer su condición de seres inferiores y al servicio del amo; los amos estaban en todo su derecho de hacerles la guerra.

 

Por el otro lado estaba Bartolomé defendiendo a los indios de no ser ni bárbaros ni siervos de nadie, porque ellos eran dueños y señores de sus propias tierras, que al no ser bárbaros nadie podía hacerles la guerra. Y recordaba que en la política para hacer la guerra había motivos claros como las ofensas y agravios en contra de la corona. Los indígenas no habían hecho ningún acto que agraviara a la corona por tanto la guerra no podía hacerse y de hacerla, ésta sería injusta. Devela que en la política está claro cuando la guerra es justa y esa guerra no lo era.

 

En la Metafísica se afirma que es natural a los seres humanos saber, y el saber conlleva a la verdad porque por medio de la verdad el ser demuestra y devela la realidad. Y cuando los seres humanos pretenden saber es porque son seres racionales, por tanto, ese ser racional es una entidad que se expresa y tiene una forma de vida que puede representar. Esta idea se traslada y se adapta, pero, será desde la religión, así como dice Aristóteles que todo ser humano es por su razón, Bartolomé dice que todo ser humano o toda creatura es hijo de Dios y éste pertenece a su reino. La razón se sustituye por Dios. Es decir, que todo ser humano o ser vivo es una existencia divina o derivada de Dios, y que se tenía que amar y educar más que matar.

 

La disputa duró aproximadamente nueve meses, en la cual la junta reconoció a los indios como seres humanos, pero bajo la condición de ser inferiores y en estado natural, esto hizo que se les nombraran siervos de la corona y se hicieron leyes para proteger a los indígenas que nunca se cumplieron. La controversia, a opinión propia, está mejor argumentada y argüida por Bartolomé, es quien mejor justifica sus ideas y devela que la guerra y todo el latrocinio es injusto y que la corona solapaba esas prácticas haciendo ver a la corona española como una usurpadora del poder y que su apropiación del territorio era ilegal, ya que tenía dueños y señores que vivían en esas tierras. A pesar de que Bartolomé tuvo mejores argumentos y fue quién mejor justificó sus ideas, se le concedió la discusión a Gines, y era evidente que así sería porque había muchas cosas que la corona no permitiría perder. Entre esas cosas, el oro, los recursos y las tierras conquistadas a través del fuego, el acero y el plomo. La discusión terminó en el reconocimiento de los indígenas, en hacer leyes que supuestamente protegían su integridad, en meterlos dentro del orden de la corona y la educación consistía en hacerlos parte de la religión y enseñarles el lenguaje. Muchas de estas cosas se quedaron en el papel, y nunca se hicieron realidad. Ya que se llevaban a cabo las mismas prácticas inhumanas.

 

Dentro de este proceso que se llevó a cabo no sólo en la disputa sino en todo lo que conlleva la conquista y colonia de nuestra América, se dio un proceso que llevo a los occidentales españoles a preguntarse no sólo por el ser de los indígenas que tenía de frente, sino por sí mismos. Ese proceso es identitario, se buscaba la identidad al identificar su ser ante la realidad. Igualmente paso con los nuestros al momento de independizarse, se preguntaron ¿qué soy, que somos? Y Andrés Bello nos explica que este proceso de identidad se dio desde la analogía. Y esta derivada desde la misma tradición occidental desde Aristóteles. La analogía les permitió a los españoles, por un lado, encontrar identidad, identificar su conciencia con la realidad, definir su ser como entes expresivos en el mundo por medio de la analogía y por la historia, acudieron a su historia para definirse y también acudieron a la analogía para negar a su alteridad. Bello nos dice que, en el proceso identitario, la analogía actúa a través de la semejanza y la diferencia. Por medio de la semejanza nos acerca y nos permite ver lo que es común entre los seres humanos y las otras entidades. La semejanza le sirvió al occidental para ponderarse como el modelo, lo que no tuviera semejanza simplemente no tenía razón ni ser. Y cuando la semejanza es menor entre dos entidades aparece la diferencia. La diferencia nos hace ver la diversidad del género humano, pero en ese proceso de identidad, el occidental tuvo que negar la diferencia, porque el ser diferente no-es, aquello que no sea igual o semejante es diferente y por tanto no es o es defectuoso e incompleto. Y al negar la diferencia de la analogía, es decir, cuando se niega que existe diversidad en la realidad se aniquila el ser de lo diferente, y al aniquilar ese ser de lo diferente éste desaparece.

 

Lo grave de la negación es que no sólo se niega el ser de lo otro, de lo diferente, sino que no se niega a la humanidad en general, porque los seres humanos son diferentes; pero fue cuestión de políticas que se puso a un solo ser como el único que es, de aquí que el ser del nuestro americano está aún oculto, encubierto por ideologías que impiden que el ser de nuestra América se identifique y formalice. Y para localizar ese ser tenemos que acudir a lo que mejor nos puede explicar, y eso es la historia. Tenemos que asumir nuestro ser histórico y sus procesos para rescatar nuestro ser. Localizar esos conceptos que nos dan identidad, que nos hacen ser quienes somos y construir una epistemología capaz de representar nuestra realidad, una epistemología con conceptos creados e inventados desde nuestra propia tradición; un aparato metodológico que surja desde nuestras propias costumbres, teorías que nos develen como seres humanos que deriven desde nuestros mitos y que abogue por nuestro ser y realidad. Es posible que, para ello, habría que hacer violencia lingüística, teórica, pero no hay opción siempre y cuando la intensión sea rescatar al ser propio, poco importa la violencia que se ejerza si es para hacer surgir nuestra cultura. Cierto es que en los últimos años nuestra filosofía y nuestro ser han ido ganando poco a poco terreno dentro de los discursos.

 

Ante esto podemos retomar esas preguntas de aquella época acerca de nuestro ser negado como seres humanos en el mundo. ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Qué tienen esos seres con relación con la humanidad? ¿Acaso no tenemos razón? ¿Pensaremos? ¿Entenderemos? O ¿Aún somos parte de la naturaleza y no hemos sabido humanizarnos? ¿De qué manera nombrar o llamar a nuestra cultura, a nuestras ideas y tradiciones?

 

Ante esta serie de preguntas acerca del ser de nuestra américa, y para que sea esto una posibilidad tomaremos las ideas del filósofo mexicano Alfonso Vela Ramos expuestas en su libro Estatus ontológico de nuestra América. La filosofía de Antonio Gómez Robledo. El libro tiene tres capítulos muy importantes. La primera parte es acerca de la metafísica, las entidades y las ideas; la segunda parte sobre el ser de América. Y el tercer capítulo es un enunciado de las ideas del ser de nuestra américa que es nuestro interés principal. Hemos de sostener el siguiente escrito en las teorías clásicas que trataron sobre el ser, la entidad, las ideas, la metafísica, la ontología, etc.; que en nuestra tradición esas mismas ideas están pensadas con similitud a las ideas clásicas que fueron transmitidas durante ese proceso colonial en el que se dio un mestizaje y un sincretismo que logró fusionar y conjuntar en nuevos símbolos nuestra realidad. Las distintas realidades y tradiciones crearon un tipo de dialéctica en el cual su relación derivo no solo de mantener opuestos, sino, además, los no-opuestos. Es a partir de lo que Vela Ramos y otros autores que veremos sobre el estatus ontológico de nuestra América que, puede traducirse como el estado actual de nuestro ser como seres expresivos que habitan y conforman el mundo desde su ser ontológico, o desde su esencia misma.

 

La entidad y la metafísica

 

Cuando nos adentramos al estudio de la metafísica nos encontramos con Aristóteles: del cual nos dice que toda entidad tiene un género, una clase y que es un espécimen. Esto quiere decir que toda entidad posee una genealogía u origen. También la entidad tiene clase, lo que significa puede ser clasificada porque posee atributos que son semejantes o diferentes de otras entidades. Al igual la entidad es un espécimen porque pertenece a una especie que la caracteriza por medio de los predicados que la hacen ser una entidad única. Esto se aplica a la entidad para conocerla, y sobre todo para determinar si es un objeto material o una idea formal; si pertenece a la naturaleza o al mundo de las formas. Esto lo encontramos en la Metafísica,[7] lo cual decimos que es el estudio o ciencia que nos permite conocer al Ser de la entidad. Porque el Ser es un atributo de la entidad, y, lo que la entidad predica es al Ser; o como nos lo refiere el filósofo Alfonso Vela Ramos:

 

[…] la metafísica es ciencia estricta y exclusiva de la razón […]  ¿A qué refiere entonces el concepto de metafísica?, ¿cuál es el objeto de su investigación? Es un estudio filosófico, que averigua el fundamento último de algo. Ese fundamento es concebido como algo que escapa de la percepción sensorial. Lo metafísico es el ser de las cosas. La metafísica es el estudio sobre esos seres. […] es la filosofía primera la que investiga el fundamento último de todo.[8]

 

Según lo anterior citado el objeto de estudio de la metafísica es el Ser como esencia que se encuentra en la entidad: “[…] la metafísica es la ciencia de los primeros principios y éstos son de orden inmaterial, pues van más allá del estudio de la física como análisis de la dinámica material y tangible”.[9] Por lo tanto, el estudio metafísico es el Ser y, “[…] conocer el ser de las cosas en tanto causa que sean, es también conocer su verdad”.[10] El Ser está en la entidad y se devela como verdad; pero, permítanme preguntar, ¿qué es una entidad? ¿a qué refiere decir entidad? Ahora, permítasenos responder que una entidad es una existencia; y para que algo sea una existencia necesita tener realidad, es decir, tener razón de existir, y si se tiene la razón se tiene el fundamento, o en otras palabras se posee al Ser. La entidad posee al Ser.

 

Para explicar acerca de la entidad es necesario mudarnos a las ideas de otro libro del mismo Aristóteles. La Física,[11] en su libro segundo nos expone acerca de la procedencia de las entidades. Nos dice que son dos las procedencias, por lo natural y por causas. La primera. Las entidades proceden de lo natural como son los árboles, el fuego, los animales, las frutas, los seres vivos. Para que una entidad sea natural debe de poseer el principio de movimiento y reposo, que se altera o cambia según la naturaleza de la entidad.

 

La segunda. Las entidades también proceden por causas: la mesa, la cama, las casas, éstas no nacen de los árboles o de la tierra, sino que surgen de artificios o por medio de técnicas. La entidades artificiales o creadas son productos de la tecnhé, es decir, de leyes, normas y principios que se fusionan para dar un sentido a la entidad creada, ese sentido es de utilidad, y no posee al cambio ni al reposo, y si esta se altera es por accidente, más no por su propia naturalidad.

 

Tercera. Entre estas entidades materiales creadas existen unas que se superponen a otras, como es el caso de la música, la poesía, el teatro, la escultura, éstas poseen las mismas causas y el mismo sentido de utilidad, pero representan al ser de otra forma que se puede estudiar desde la poética. No abundaremos en ella, pero la poética en su hacer reúne todo de la realidad para mostrarla como una unidad, como un orden establecido por el logos, la poética no deja nada de lado, integra y vincula los distintos procesos de la realidad y las muestra en lenguajes cargados de símbolos, que, a su vez muestran al ser como imagen. Esto último nos permite pensar en una estética, porque la imagen, más que pensarla, su motivo es sentirla, causar sensaciones en el que se reconozca la realidad. La poética nos es útil para recrear nuestro ser, pero no sólo en imágenes, sino en ideas y formas de pensamiento; pero para ello habría que averiguar sobre la existencia de un método creador más allá de la imagen.

 

Entonces, Aristóteles nos dice que existen otras entidades que no tienen a la naturaleza física por principio y que no son existencias materiales, sino que tienen otro principio que es el formal, racional, que es imperceptible por las sensaciones corporales como lo son las ideas, los pensamientos, las emociones, los sentimientos. Que éstas no poseen un cambio de movimiento o reposo, sino que éstas son potencia u actos. Es decir, que son siempre una posibilidad. Y como ya comentamos que para saber si una entidad es material o formal se le deben aplicar una serie de categorías que responden por ellas, como género, clase y especie, es de ahí que podemos determinar la existencia de la entidad y a la vez conocer el tipo de realidad que está representando y al Ser que predica, y que lo muestra en el acontecer y el devenir, es decir, en la cotidianidad de la vida

 

Por tanto, y siguiendo a Aristóteles, podemos decir que una entidad es todo aquello que existe, ya sea como materia o como forma o como emoción, o como imaginación, y existen porque hay realidad interna que experimentamos desde nuestra conciencia. También los seres humanos somos entidades, pero entidades que pueden expresar su situación en el mundo por medio de lenguajes. Para existir como entidad hay que tener una realidad que nos fundamente para develar al Ser que estamos predicando como esencia. Nuestra América es una entidad, una entidad histórica que posee ideas de sí, y esas ideas contiene al Ser, pero un ser situado históricamente. Las ideas son entidades cuya esencia es el Ser mismo. Y sobre esta última entidad, que es la idea, nos vamos a evocar para explicar el estatus ontológico de Nuestra América como una existencia, es decir, como idea: y de esa idea vamos a exponer lo que Nuestra América predica como realidad.

 

La idea y la teoría de las ideas desde nuestramérica

 

Ahora, acudimos a la filosofía platónica y su idealismo para entender qué es la idea, pero sobre todo a la teoría de las ideas. Según Platón[12] la idea es el principio de todas las entidades existentes, porque la idea es la que nos permiten pensar, sentir, recordar, actuar, conocer, aprender, trabajar, etc. Ya que nos dice que las ideas proceden de un mundo perfecto que ya existe entes de todas las cosas, porque las ideas, los sueños, el amor, las virtudes y Dios están hechos del mismo material, es decir, del mismo Ser, por lo tanto, son principios y a la vez origen.

 

Platón divide al mundo en dos mundos: un mundo que es puro, eterno, inmutable que lo identifica como un mundo perfecto o mundo de las ideas. El otro mundo es el mundo material, que es finito, corruptible, cambiable, efímero, degenerado, que por ser mutable es imperfecto. Pero para que el mundo material pueda existir como entidad requiere de las ideas. Porque las ideas sirven al mundo para fundamentar la realidad material porque sin las ideas la materia nunca sería. Entonces ¿cómo explicar a la idea como entidad? “Existen entidades inmateriales y eternas. Ideas o formas existentes y universales que dan sentido y sustento a las cosas materiales y a los fenómenos perceptibles sensoriales […] el ser son las ideas, unificadoras de toda expresión particular que se corresponda con la esencia”.[13]

 

Las ideas son entidades perfectas porque en ellas está el Ser, su composición no es material sino esencial, le pertenece al mundo puro. Ese mundo que fundamenta la existencia de las entidades materiales que existen en la realidad. Para saber la verdad de un objeto o cosa tenemos que conocer su ser, es decir, las ideas que conforman a ese objeto. Vela Ramos dice referente al Ser y a la teoría de las ideas:

 

El ser es una entidad inmaterial, en él no hay cambio, es permanente. No se mueve, es incorruptible. Esto es la esencia, la forma. Su descripción efectiva es la verdad. La teoría de las ideas se ajusta a la realidad como principio explicativo y justificante de lo que ésta es, y de sus brotes impredecibles propios de la existencia material y móvil. La teoría de las ideas ofrece un sustento permanente, sustancia y significación, otorgando a la razón la jerarquía máxima en la adquisición de la verdad. Sabiduría y conocimiento real es aproximación a la esencia, a la idea. Describirla es cargar el discurso con ciencia imperecedera.[14]

 

Citando a Vela Ramos podemos decir que “[…] el ser se encuentra en las formas o ideas y la inteligencia y razón es la facultad humana capaz de captarla”.[15] Así que el ser que está en la idea, lo conocemos por medio de nuestra razón, por la palabra, por el logos, no por nuestras sensaciones, según la teoría. Y también nos dice que ese ser que explicamos de la entidad suele ser lo que llamamos verdad, es decir, la verdad de la entidad, o su ser. La verdad de la entidad es su ser.

 

Para ir concluyendo acerca de la idea; Platón nos dice que la idea es una entidad perfecta que fundamenta al mundo material, al objeto, a las cosas, también nos da a entender que no tienen historia, sino que son esencia que existen de por sí, porque el mundo del que proceden no cambia, no son temporales. Pero, para el filósofo Vela Ramos las ideas no son del todo puras, sino que están contaminadas y están sometidas a una circunstancia, lo que nos permite pensar en una separación con la clásica teoría de las ideas. Pero sobre todo de Platón “[…] las ideas puras al modo platónico son inexistentes”,[16] porque Vela Ramos dice que la idea sí está en la entidad, pero la entidad tiene una circunstancia que la determina y la condiciona como existencia. “Las ideas son en circunstancia, en la vivencia de los sujetos”.[17]

 

Por lo anterior, las ideas son productos de la experiencia que se establece entre la conciencia y las circunstancias. Porque eso hace al ser humano un ser situado, un sujeto. El sujeto en filosofía refiere a la parte de la conciencia de los seres humanos porque es por la conciencia que los seres humanos se sujetan al mundo, es decir, a las circunstancias que hacen la realidad, pero ¿qué entendemos por circunstancia? Vela ramos nos explica:

 

El sujeto, el ser humano se comprende a sí mismo y a los otros sólo si asume su circunstancia […] la circunstancia refiere a la situación concreta e histórica, humana y social del sujeto que se piensa a sí mismo en la realidad. Y la realidad sólo puede ser pensada desde una circunstancia. Toda aproximación teórica que se haga al mundo se encuentra atravesada por una visión sujeta a la temporalidad y espacialidad. Esto es el circunstancialismo […] El entorno, lo circundante atravesado por espacio y tiempo, la situación concreta, es para el que se piensa y vive en ese espacio, su estímulo primordial, gracias a ello se potencia, se sabe capaz de superar límites impuestos que viene más allá de su inmediata realidad.[18]

 

Es claro y evidente que esta influencia que adopta, de que las ideas deben de estar en circunstancia para su formación y sobre todo para su conocimiento, deriva de la teoría del circunstancialismo de Ortega y Gasset: “esa corriente con todo su ímpetu hallará la mayor dedicación y originalidad hasta la producción teórica de Ortega, pues es con él que se consuman los devaneos anteriores hasta llegar al “circunstancialismo” como categoría filosófica”.[19] El circunstancialismo según Vela Ramos y siguiendo a Gasset está formada por una temporalidad, por una espacialidad y por condiciones que son las que dan la posibilidad de que exista una situación, en todo caso las circunstancias son la vida misma, la vida cotidiana, la vida que experimenta un ser humano de carne y hueso, aquel mismo que tiene ideas de eso que vive y experimenta. La teoría del circuntancialismo, tomada de Gasset, llegó de España por medio del exilio republicano: “el pensamiento de Ortega fue ingreso al país por los filósofos del destierro español”. Y en espacial, al menos en México, es José Gaos que es alumno y discípulo de Ortega: “Gaos que había estudiado al lado de Ortega y que se consideraba como uno de los fieles discípulos, sino que el mayor, se encargó de llevar la filosofía de su maestro al nuevo escenario”. [20]

 

Pero el circunstancialismo al llegar a América hispana evolucionó. Ya no era simplemente la circunstancia la que permitía entender a los seres humanos y su realidad, sino que se necesitaba de otra categoría que nos explicaba la realidad, pero del pasado. O sea que el circunstancialismo derivó a una nueva teoría en América Latina y esa teoría era la Historia de las ideas. “El circunstancialismo resulta el antecedente de la historia de las ideas”.[21] “Las ideas son producto o consecuencia de una circunstancia”.[22] Lo que entendemos que para explicar la realidad de América Latina no simplemente se necesitaban las ideas de la circunstancia presente, sino que se requerían las circunstancias del pasado histórico. Se necesitaba ubicar las ideas en las historias y a partir de estas comenzar a exponer y explicar cómo es que las ideas se han adoptado en general, como particularmente a la historia, eso permite el proceso hermenéutico para interpretar las circunstancias. El hecho de situar históricamente a las ideas posibilitaba a crear nuestra propia filosofía, la mexicana y por ende la latinoamericana. Esto permite dar una nueva interpretación a los hechos y acontecimientos históricos, dotando de nuevos sentidos y significaciones que derivan a nuevos lenguajes.

 

Sin la historia no era posible entender la filosofía, sus esfuerzos y problemas a resolver; así, la producción filosófica histórica de América quedaba legitimada por ser ejemplo de un filosofar en circunstancia, enfocado a comprender y modificar su realidad peculiar. La filosofía como ideas puras e inmateriales no venían al caso, incluso no era posible; era la condición circunstanciada la que daba origen a las ideas filosóficas en tanto respuesta conceptual a una situación vital.[23]

 

La historia para la filosofía latinoamericana se mostró como guía, la que nos mostró la manera en la que se tiene que hacer filosofía, porque, como ya se dijo, la filosofía surge de las circunstancias para dar explicación a la realidad. Porque pensar en la realidad implica dar una definición conceptual, y eso es darle razón y fundamento. O, en otras palabras, es dar al ser de las ideas que se presentan como verdad, pero no una verdad a secas, sino una verdad que tiene como fundamento la historia. Pero ¿qué es la historia de las ideas? Vela Ramos entiende este método y teoría filosófica como:

 

El movimiento de la historia de las ideas se venía proponiendo, la historia como condición necesaria para entender las ideas filosóficas, verificaban no solo la realidad de una idea, la de América, y su manifestación en el curso del tiempo, sino que sentaba las bases para legitimar toda filosofía creada en un contexto o tiempos determinados. […] La historia de las ideas en su vertiente más tradicional, emergida de la filosofía, prioriza la historia sobre la idea misma, y si no, por lo menos, las ubica en un nivel de importancia equiparable entre sí.[24]

 

Y es desde estas ideas que podemos contextualizar el estatus ontológico de nuestra América, a partir de las ideas, de la filosofía y la historia, dentro de un marco histórico y conceptual, se nos permitirá entender a América como entidad, que goza y predica una realidad y por lo tanto un Ser que lo define y distingue de otras realidades que existen en el mundo humano. Pero ahora vamos a introducir a otro autor como lo es Gómez Robledo. Este autor se tomó como excusa para que Vela Ramos pudiera exponernos su pensamiento, que fue el que se explicó anteriormente. Ahora nos enfocaremos en el ser de América, a partir de las ideas de Vela Ramos en relación con el pensamiento de Gómez robledo.

 

Gómez Robledo y el Ser de América

 

Hemos dicho que fue Gaos quién introdujo a América Latina, pero sobre todo en México, el método filosófico de historia de las ideas, que este método a su vez tuvo como antecedente el circunstancialismo que pudo derivar la teoría de las ideas en la historia y ver a la historia como principal arquetipo y modelo de guía para pensar sobre la realidad de América Latina y producir pensamiento filosófico. Aunque Gómez Robledo ponía a la idea por encima de la historia al momento de hacer filosofía latinoamericana, así nos lo explica Vela Ramos: “Gómez Robledo le concede un mayor peso ontológico a la idea sobre la historia, sin demeritar a ésta última en nada, respetando su nivel probatorio y necesario para la comprensión y conocimiento del mundo”.[25]

 

Gómez Robledo fue alumno de José Gaos, no solo fue filósofo, también se desempeñó en el servicio público como embajador, de su maestro Gaos aprendió el método filosófico de la historia de las ideas. Aunque ya advertimos que este personaje le daba más peso a la idea que a la historia. Por lo tanto, y, ya teniendo un bosquejo general de lo que es la idea y que la idea en Gómez Robledo es quién dirigirá su reflexión, vamos a describir el ser de América a partir de la reflexión de Gómez Robledo que muestra Vela Ramos: “[…] la idea, como esencia con carácter ontológico superior al fenómeno, le da forma y sentido”[26] a América.

 

Para Robledo la idea no pierde su pureza, por eso insiste en que América posee una esencia que es inmaterial y universal, es decir, que pone a América dentro del mundo de las ideas, de ese mundo puro y perfecto. Le da a América la misma categoría ontológica que tiene las ideas en general y que esa idea llamada América es la que fundamenta a el territorio que lleva el nombre de este continente: “[…] la idea o forma de América, perteneciente a la dimensión eidética, como arquetipo o modelo guía, insufla o impacta en la materia concebida geográficamente, históricamente, políticamente, antropológicamente”.[27] Ante ello, América tiene la misma condición que la idea, es decir, que posee al Ser, y, como lo dijimos posteriormente, si la esencia de la idea es el Ser, por tanto, América como idea también tiene como esencia al Ser. Y el Ser de América es el objeto de estudio al que se evocará cuando explica su verdad. “Saber lo que es América es acceder a una estructura ontológica, que por su estatus o principio fundante con carácter axiológico semejantes al de cualquier universo geográfico, que se intente instaurar como cima de la cultura”.[28] Hacer a América una idea le permite concebirla como una entidad con valores y virtudes.

 

Nos dice Vela Ramos que Robledo ve la esencia de América en las instituciones interamericanas. Lo que nos remite a pensar que las ideas están siendo situadas en sus circunstancias. “La esencia de América se expresa en la realidad concreta y social que son las instituciones interamericanas. Filosofar sobre ellas, atendiendo a su fin, es retornar reflexivamente a la idea fundamental que les da sentido”.[29] El ser de América está en sus instituciones, en las jurídicas, en las sociales, en las históricas, porque en ellas ve los anhelos y las practicas que encaminan a los seres humanos, porque las instituciones son las encargadas de proponer caminos al individuo para hacerlo un ciudadano que sirva de manera responsable en su sociedad. En los fenómenos que develan los motivos por los cuales fueron creadas las instituciones ve la esencia de América. Pero no sólo están las instituciones fungiendo ahí, sino también la historia, porque Robledo teniendo a la historia como fundamento de su método, no ignora que, desde siempre, desde la llegada de los españoles, y posiblemente desde antes, que eso no está justificado. América aparece como la idea de superar condiciones que mejoren la forma de vida y el mundo de los seres humanos, y lo denota por lo que ya comentamos, por las valores políticos y sociales que están en sus instituciones.

 

América es una región propicia, la idea, como forma utópica, permítase la expresión, orientó los sueños de los viajeros y la esperanza se volcó hacia una posibilidad, la de encontrar un mundo mejor, un espacio idóneo, donde la belleza natural y moral estuvieran presentes. Entonces el ser de América se filtra en la conciencia de los seres humanos dispuestos a la reflexión. Reflexión creativa y detonante de aventuras, de viajes que se orienten hacia una realidad geográfica y humana donde se viva más feliz.[30]

 

Deducimos que el ser de América, que devela Gómez Robledo, resumido en una palabra, es la creación; la creación de algo nuevo, pero algo nuevo cargado de valores, de esperanzas, es decir, de algo mejor, de la utopía. América es la creación de las condiciones para el buen vivir, para el vivir para el bien común, en la armonía y la paz. Esa esencia, para Gómez Robledo la adapta a que el ser de América en esencia es utópico. Algunos pensadores de la región piensan de América saldrán los nuevos valores humanos, las nuevas formas de organizar la vida, ya que la utopía en nuestra América nos permite pensar una realidad unida. Un mundo donde exista la justicia, la libertad, la igualdad. Por tanto, el ser de:

 

América

Es ella la manifestación concreta de la utopía que resulta la ideación de un lugar mejor. Una realidad donde valores entrañables y amados por el ser humano se actualizan como parte del ser de aquella. Aquí, ellos son acto y no sólo potencia. Son realización y no sólo posibilidad. y si aún no están siendo el mejor de los lugares posibles para que lo sean. Pues el ser de América es descripción utópica.[31]

 

Podemos decir que el estudio de la esencia de la idea de América se logra al poner a América como un espacio, no solamente geográfico, sino un espacio formal que nos conducía a las ideas que permiten pensar que América en su esencia busca la utopía. Es decir, que en esta idea llamada América se proyectan los sueños, los anhelos, las esperanzas de que todo sea mejor. Sobre esta idea se arrojan sin obstáculos esas ilusiones de realizar una vida en armonía con la naturaleza en relación con los otros seres humanos. En el ser de América está el Ser, pero un ser que tiene que ser creado y creador; es decir, que nuestra América es el espacio ideal para proyectar los ideales superiores para la concreción de una nueva humanidad. En donde las ideas que se integren sean las que predominen; en donde no se excluya, sino que se incluya; en donde no se margine, sino que se haga participe la comunidad, con el respeto por las culturas ajenas y por los lenguajes, que se abogue por la dignidad de las personas y que la igualdad sea la predominancia en las conciencias. Con una justicia que otorgue un punto medio en la que los seres humanos se sientan seguros de poner su confianza, con la libertad en el pensamiento y en su acción. Donde sea el amor el único camino que nos conduzca a la felicidad.

 

La idea de un lugar mejor es la contraparte dialéctica de una existencia infeliz y poco prometedora. Para conseguirlo se requiere de la imaginación, del soñar despierto como dicen los amantes de lo onírico. De tal modo, la realidad concreta, con toda su circunstancialidad insufrible, induce el estímulo antagónico que da origen a los vuelos utópicos.[32]

 

No nos queda más que seguir construyendo la utopía, desde la práctica comprometida sin perder del horizonte la idea de América como un lugar soñado y modelo de la vida en el mundo para la buena y la sana convivencia, en donde se rija por la justa razón y la vida recta en relación con las otras entidades: materiales, formales naturales y humanas.

 

El Ser de América, la esencia de nuestra América fue negada por las prácticas e ideas que los españoles occidentales ejercieron en el continente. El ser negado tuvo que ser eliminado de la historia de occidente para que éstos pudieran proyectar sus ideas y con ello sus más profundos deseos, sus anhelos, esos imaginarios que mantienen viva la esperanza de un mundo mejor. O en otras palabras nuestra América sirvió y ha servido para verter sobre ella, desde los tiempos de la conquista y la colonia como en los tiempos actuales, ideas del porvenir.

 

El ser de nuestra América es un ser que no está dado, sino que este ser se tiene que construir; y esa construcción está relacionada por el hecho de que se aniquiló mucho de los registros históricos de las culturas que fueron invadidas y avasalladas, la tarea es que se tiene que reconstruir ese pasado que se intentó aniquilar y de ese pasado reconstruir el ser. Tenemos que separarnos un tanto de la idea de la historia lineal, pero sobre todo de la idea de la historia como una sucesión de hechos y acontecimientos, y adoptar una historia más poética. Que nos referimos con eso, que la reconstrucción de nuestro pasado no sólo debe de tener a los acontecimientos como los principales fundamentos del discurso que argumenta nuestro pasado, sino que una poética histórica es aquella historia que recupera la esencia o ser de nuestra América tomando a consideración los mitos, las leyendas, las costumbres, las tradiciones, las fiestas, los símbolos, etc., que se posicionan por encima de la temporalidad manteniendo vigente la esencia o ser de quienes las realizan. Ya lo dijo Gómez Robledo, hay que servirse de la imaginación, de la imaginación poética, porque la poética como disciplina filosófica que estudia al ser de la realidad desde los lenguajes creativos y desde la imagen misma, puede ayudarnos a educar nuestra sensibilidad y percepción para captar con mayor recepción a nuestro ser. Ese ser que somos y que mostramos como una alternativa ante la vida con ideas y valores que ponderen a la humanidad como una realidad de porvenir. La poética posee una ética que guía a la imaginación a ponderarla como una realidad posible, verosímil, en la cual nos pueda guiar al momento de imaginar y proyectar sobre nuestra América una realidad que estén presenten los principios humanísticos y las normas que ayuden y vinculen a la humanidad a objetivarse como una sola. La poética nos sirve para incorporar elementos de la realidad que la razón no alcanza a abarcar, porque la razón se sirve lo objetivo, dejando de lado la parte del sujeto en situación.

 

Por ello, debemos de acudir a la imaginación y ver que tanto nos es útil y qué tanto nos puede servir para hacer que la razón involucre a las emociones y los sentimientos, a las pasiones y los deseos; para que cuando se reflexione sobre las relaciones con la realidad no se desprenda de su parte subjetiva que hará que, en la identidad con la tradición, con las costumbres y los mitos puede sentir ese ser de nuestra América. Para que el sentimiento de identidad se logre, debe de estar presente las emociones, para que de estas florezcan los sentimientos que enorgullezcan a las conciencias de sus relaciones históricas. Porque toda idea está contenida de afecto, de símbolos con los cuales los seres humanos pueden comprender y entender sobre su ser mismo.

 

Según Vela Ramos, y siguiendo a Gómez Robledo, nos dice que la idea es el ser mismo, porque lo que la idea contiene es al Ser. Y si pensamos sobre el ser de nuestra América desde sus ideas, veremos que lo que nos muestra es al Ser mismo, pero no es un ser puro, sino que es un ser situado y que está en circunstancia. Lo que nos lleva a reflexionar que el ser de nuestra América es un ser en circunstancia y, esa circunstancia es la que nos posibilita a proyectar sobre nuestra América ideas cargadas de emociones y esperanzas, utopías, profundos sueños en los que se piensa que es la tierra de la esperanza de la humanidad, es pues el lugar donde sólo se puede pensar en un mundo futuro mejor, en y con tiempos mejores. Si pensamos la idea y en su interior observamos al ser creador, al ser poético, un ser que permite imaginar un mundo con mejores condiciones, entonces estamos afirmando que nuestro Ser como nuestroamericano es un ser poético, un ser creador, un ser utópico, es decir, un ser racional que se sirve de la creación para construir su realidad y su ser; y que éstos localicen su identidad que los hará uno, pero teniendo elementos éticos que permitan que la vida sea la que se celebre por sobre toda ideología de exclusión o marginación.

 

Y eso mismo pensaban muchos de los intelectuales independentistas de nuestra América. Entre esos Andrés Bello nos dice que tenemos que crear lo propio, que nuestra responsabilidad tendría que ser seres creadores de nuestras propias condiciones; ya que nos dice que: sí las condiciones para proyectar nuestro ser no existen, entonces tenemos que crearlas nosotros mismos, tenemos, si es necesario inventar cada uno de los peldaños que nos conduzcan a nuestra realidad cargada de sentido; por tanto, tenemos que hacer de nuestra realidad nuestro problema de reflexión para que se develen las ideas que encubren nuestra conciencia y entendimiento. La creación o invención de nuevas teorías y métodos que abarcan al género humano en el cual existan principios que no excluyen, sino que integren, que no nieguen la diferencia, sino que la incluyen para el entendimiento de la humanidad y que su comprensión mayor, en lo cual la complejidad humana sea una característica que se tiene que considerar como parte del género y eso nos hace diversos y diferentes. El ser de nuestra América es poético, es decir, que imagina la realidad para plasmar sobre estás los proyectos de una realidad mejor, un mundo en donde tenga cabida las demás culturas y los otros lenguajes como las otras realidades.

 

Bibliografía

  1. Aristóteles, Física, Madrid, Gredos, 2015.
  2. _________, Metafísica, Madrid, Gredos, 2011.
  3. _________, Poética, México, UNAM, 2011.
  4. _________, Política, México, UNAM, 2012.
  5. Bello, Andrés, Filosofía del entendimiento, México, FCE, 1948.
  6. De las Casas, Bartolomé, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Madrid, Mestas Ediciones, 2001.
  7. De Sepúlveda, Gines, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, México, FCE, 1941.
  8. Magallón Anaya, Mario, Dialéctica de la filosofía americana. Una filosofía en la historia, México, CIALC/UNAM, 1991.
  9. Platón, Diálogos, Madrid, Gredos, 2011.
  10. Ruiz Sotelo, Mario, Crítica a la razón imperial, México, Siglo XXI, 2010.
  11. Vela Ramos, Alfonso, Estatus ontológico de nuestra América. La filosofía de Antonio Gómez Robledo, México, CIALC/UNAM, 2020.

Notas
[1] Cfr., Magallón, Dialéctica de la filosofía latinoamericana. Una filosofía en la historia, ed. cit.
[2] Cfr., Bello, Filosofía del entendimiento, ed. cit.
[3] Cfr., De Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas en la guerra contra los indios, ed. cit.
[4] Cfr., De las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las indias, ed. cit.
[5] Cfr., Aristóteles, Política, ed. cit.
[6] Cfr., Aristóteles, Metafísica, ed. cit.
[7] Cfr., Aristóteles, Política, ed. cit.
[8] Alfonso Vela, Estatus ontológico de nuestra América. La filosofía de Antonio Gómez Robledo, ed. cit., pp. 87–93.
[9] Ibid., p. 96.
[10] Ibid., p. 93.
[11] Cfr., Aristóteles, Física, ed. cit.
[12] Cfr., Platón, Diálogos, ed. cit.
[13] Alfonso Vela, Op. cit., p. 101.
[14] Ibid., p. 105.
[15] Ibid., p. 103.
[16] Ibid., p. 58.
[17] Ibid., p. 73.
[18] Ibid., p. 50.
[19] Ibid., p. 52.
[20] Ibid., p. 67.
[21] Ibid., p. 52.
[22] Ibid., p. 82.
[23] Ibid., p. 17.
[24] Ibid., pp. 17-18.
[25] Ibid., p. 18.
[26] Ibid., p. 19.
[27] Ibid., p. 20.
[28] Ibid., p. 112.
[29] Ibid., p. 116.
[30] Ibid., p. 120.
[31] Ibid., p. 122.
[32] Ibid., p. 146.

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