«Vayamos al grano». Desvío de la periodización de ‘Notas sobre Metamodernismo’ de Akker y Vermeulen hacia una política y epistemología procesal

Rene Burri, fotografía: “Explosión de la mirada”

 

Resumen

No esperen hallar un paper. El objetivo de este texto busca experimentar el pensar desde los márgenes de lo que me es posible. Antes que utilizar toda una ingeniería con la que, o bien chocar conceptos vacíos en el aire cargado de citaciones o, por otro lado, perpetuar la confusión entre ciencias sociales y ciencias naturales, prefiero explorar la posibilidad de dotar a este texto de una rúbrica distinta que la usual literatura gris indexada que, en ocasiones, me he visto forzado a realizar por las exigencias de un monstruoso proceso de producción y acumulación de conocimiento inerte. Este gesto irónico pretende remarcar una diferencia in situ con el modo imperativo de escritura académica vigente en consonancia con el desarrollo metamoderno de los últimos años.

Palabras clave: metamodernismo; valores; ontología de los procesos; teoría crítica; filosofía política.; epistemología.

 

Abstract

Do not expect to find a paper. The objective of this text seeks to experience thinking from the margins of what is possible for me. Rather than use a whole engineering with which to either collide empty concepts in the air loaded with citations or, on the other hand, perpetuate the confusion between social sciences and natural sciences, I prefer to explore the possibility of giving this text a different rubric than the usual indexed gray literature that, on occasions, I have been forced to carry out by the demands of a monstrous process of production and accumulation of inert knowledge. This ironic gesture intends to highlight a difference in situ with the current imperative mode of academic writing in line with the metamodern development of recent years.

Keywords: metamodernism; values; process ontology; critical theory; political philosophy; epistemology.

 

 

Tras haber estado sumido en las lecturas de Hanzi Freinacht y Jason Ānanda Josephson Storm he decidido tomar dirección hacia un pensar metamoderno que, alejándonos de lo ya estipulado por Timotheus Vermeulen y Robin van den Akker, no se tratará aquí ni de una periodización, ni de un pensar oscilante, ni tampoco una teoría estética que esté a la altura de la contemporaneidad[1]. Aquí, como anuncié en la entradilla anterior, modulando la frecuencia de cierto proceder académico, dejaré que ciertas intuiciones (propias y tomadas prestado) den fuerza a las conceptualizaciones que a continuación presentaré. Obviamente, esta experiencia contiene en sí una propuesta distinta a la usual categorización perversa de las humanidades como una doctrina científica. Ambos, Hanzi y Jason, critican esta putrefacción de los departamentos de humanidades, especialmente de filosofía, cuyo resultado siempre pareciera responder a los tentáculos de ciertas empresas que han visto un nicho de explotación universitaria: la generación de conocimiento.

Contra este conocimiento-capital, o la mercantilización del saber[2], opondremos otros procesos. De hecho, este escrito no es más que eso: otro proceso. La duración de esta Stimmung que abrasa las mentes de los investigadores y docentes en la academia se extiende en el tiempo debido no solo por la participación de la gran mayoría de investigadores sino al monopolio de la financiación y sus reglas de participación. ¿No se han sentido ridículos escribiendo un artículo sobre el ser-a-la-mano de Heidegger y tener que pensar si publicarlo en una revista Q1, Q2, Q3 o Q4? No solo por el tema, que su tratamiento justificará el aporte, sino la separación entre la generación de conocimiento y su cualificación. Pareciera que, como señala Juan Evaristo Valls[3] sobre la canción “Titi me preguntó” de Bad Bunny, la cualidad se haya vestida de cantidad (una cantidad “perfecta”). Ese más, los æfectos que produce alimentan aquel fantasma del narcisismo del que hablaremos en un rato: el ego sostiene su fragilidad con una omnipresencia (mediática mediación) siempre fracasada con respecto al ideal, pero siempre contrastada con el otro (a veces más, otras de menos, otras, en tablas: lógica de competencias).

En humanidades, a diferencia de las ciencias naturales, estas calificaciones exceden el mismo propósito por el cual se produce nuevo conocimiento. Cabría plantearse dos preguntas antes de ponernos a escribir un no-paper:

  • ¿Qué impacto social, y no académico, puede tener lo que estoy escribiendo?
  • ¿Estoy partiendo de una serie de intuiciones o, por el contrario, de conceptos vacíos para generar este conocimiento?

A esto le agregaría dos preguntas más para diferenciar la escritura de este conocimiento-capital:

  • ¿Dónde sería mejor publicar este texto? Teniendo en cuenta a quienes van dirigido y la discusión que se quiere generar.
  • ¿Es accesible el escrito o está plagado de jerga grandilocuente? Es decir, ¿habla en o desde lo social?

Siendo humanidades, aquí la ilusión de objetividad no es sostenida por una comunidad científica o una serie de paradigmas y axiomáticas cuyo proceder sea o no falsable o demostrable. Por el contrario, la objetividad del conocimiento como ilusión es algo consabido por la mayoría (al menos eso queremos pensar) y por ende el distanciamiento crítico con la verdad es más que patente. Este distanciamiento, en ocasiones irónico, es precisamente el que ha permitido el acceso de diferentes fantasmas y ansiedades en los departamentos de filosofía, usualmente vinculado a cierta concepción errónea del posmodernismo. Ellos podrían ser los siguiente:

  • Relativismo historicista; anti-esencialismo; nihilismo; deconstructivismo radical; anti-fundamentalismo[4]; post-verdad…

Usualmente se suele echar la culpa de esto al posmodernismo, lo cual, reactivamente, uno se posiciona en la postura “fuerte” o “rígida” de las ciencias o la modernidad. De este modo, el posmodernismo queda rechazado y el modernismo pervertido. ¿Qué hacer? ¿Proponer una nueva forma de acercamiento a lo social llamada metamodernismo?

En este escrito hemos decidido tomar esta misma vía, pero lo relevante es el cómo llegamos a, efectivamente, pensar en clave metamoderna. Tanto Storm como Freinacht han aportado su visión al respecto y han focalizado sus epistemologías en una ontología de los procesos o procesal (process ontology). ¿Qué quiere decir esto?

A los deleuzianos, a los simondonianos, a los realistas especulativos y demás maquinarias[5] como diría Bisbal o cualquier murciano, esta historia ya se la saben: el conocimiento es temporal, mutable, y, por ende, inestable. Esto no quiere decir que no se pueda elaborar ningún tipo de saber (mal posmoderno) sino que el flujo por el cual este se construye está sujeto a variables que influyen en su composición. Por eso Pio Baroja escribió El árbol de la ciencia y no Las raíces de la ciencia. En tal caso, ese título valdría más como película de terror típica de los 80’s situada en los departamentos de filosofía, en el que emerge un monstruo horrendo cuyo influjo espectral tortura nuestra alma en un plano oblicuo al nuestro. Escribimos con la sangre derramada de nuestro espíritu y alimentamos así a la bestia. Por el contrario, aquellos que lo combaten corren el riesgo de caer en su espacio onírico, El Antiacademicismo, donde aquella escritura crítica solo contribuye a reforzar el simulacro sin producir ni el más mínimo rasguño a la entidad maligna. La única manera de acabar con esto es recuperando el alma de la escritura humanista. ¿Cómo? Escribiendo víricamente para desintegrar la universalización pretendida de los distintos proyectos (Boloña, Lomloe, student debt system, paperización, formación en pedagogía reglamentaria, etc.) e inscribirse paulatinamente en los procesos próximos a nuestro día a día y los conflictos sociales que suceden en derredor a las facultades en lugar de lanzar piedras al mar invirtiendo nuestra potencia investigadora y acción política en simulacros transatlánticos. Como en el mito de Cronos, dejar de darle el resultado de nuestros dolores de parto para que se los devore y colarle, de vez en cuando, una piedra.

Una línea de la filosofía seguirá el camino de la nostalgia universitaria, una doxografía que se alimenta de nuevas interpretaciones, unas más especulativas y otras más rigurosas, algunas historicistas otras sistemáticas… En cambio, otro sector, del cual tímidamente se escucha hablar en los pasillos departamentales de la mayoría de las universidades, son los campos de la filosofía aplicada[6]. Para nosotros, personalmente, nos parece un oxímoron dados los tiempos que corren, pero lo que la diferencia es que no se queda en los laureles presa de un idealismo logicista donde priman los tecnicismos y las correcciones infinitas de unos a otros y acabar publicando un artículo que nadie lee en una revista que pocos conocen. ¿Es ese el destino que se busca?

Como señalan Freinacht,

“…in academia, there is a certain phantom of the opera -at least within the social sciences and humanities: the phantom of narcissism. The often so dry, repetitive seminars and timid scholarly discussions seem to whisper of vague but intimate promises: ascension, immortality, passion and prophesy”[7].

Y continua párrafos más adelante diciendo que,

“…this phantom is thus something that must be contained in the everyday interactions and social games at the universities -lest the academic social order become quite dysfunctional, full of conflicts, with little real work being done. […] Academic writing is not always the best form to present ideas, or indeed, to develop new ones. There is even sociological research to support that claim: Academia is more suitable for small, incremental advances in ground research and most ground-breaking innovation occurs in other sectors”.[8]

Siguiendo esta misma dirección tenemos a Storm, quien desde la misma introducción nos señala que las humanidades han ido paulatinamente adoctrinándose como ciencia, proveniente esta tendencia de un tratamiento de la filosofía en el ámbito universitario Anglo-Americano como “a “scientific discipline”, along with increasing overspecialization, [forzando a los] primed scholars in other human sciences to look elsewhere for grand theorizing”[9]. El fantasma de la ópera que señalaba Freinacht pareciera aquí encontrar su fuerza dada la hiperespecialización departamental[10].

¿Cómo exorcizarnos de este fantasma? ¿Cómo ir poniendo fin a esa película de terror de los 80 de la que hablábamos antes? ¿Qué contrariedades podemos hallar en el curso de estas nuevas aportaciones? ¿Quiénes son los representantes que dan consistencia a ese Otro[11] cargado de prácticas y poderes que nos llevan a engrosar nuestro currículum académico más y más? Este Otro que se alimenta de nuestro conocimiento tornándolo en algo capitalizable, otorgando a cambio reconocimiento (hipostasis, sacrificio, propio de los dispositivos que describe Agamben[12]) posee en su seno la misma mortandad que propaga con su régimen de equivalencia general. ¿Dónde queda el uso de pseudónimos como Luther Blisset o Rrose Sélavy, o el mismo Hanzi Freinacht? Ah, cierto, la financiación, casi se me olvida.

Trazando puentes entre lo que describen Storm y Freinacht como perversión científica de las humanidades hallamos una conexión con aquello tratado en el mismo Manifiesto Conspiracionista cuando analizan el nacimiento y posteriores desarrollos imperialistas del término ‘biopolítica’[13]. En estas páginas concretamente se trazan las líneas desde el 1802, cuando Lamarck inauguró la biología como ciencia de los seres vivos a diferencia de la distinción previa entre cuerpos animados e inanimados. Así nació la “vida” como categoría unificadora de aquellos cuerpos organizados frente a los brutos. Lo curioso es que, como menciona el manifiesto, un profesor de genómica francés llamado Thomas Heams emprendió sus investigaciones por las que define lo vivo a partir de la muerte llegando a hablarnos del anclaje mineral de lo vivo y las infravidas. Algo así como la existencia de muertos vivientes. Recuérdese esto.

No será hasta el 1905 de la mano de Rudolf Kjellén que nombrará a esta rama de la ciencia como biopolítica, la cual se define como “el cuidado interno de la vitalidad de un pueblo, que se expresa hacia el exterior como grandeza, conquista, lucha, alianza”[14]. Geopolítica, vamos. De hecho, el mismo Kjellén, fue quien trajo el término. El impacto que tuvieron estas elaboraciones en 1911, con un ambiente eugenista de principios de siglo en Inglaterra, el término biopolítica consistía en “deshacerse de los tarados, los locos, los criminales, los inadaptados sociales. Es decir, de los inadaptados a la economía: aquellos que no pueden subvenir a sus necesidades trabajando”[15]. Estas medidas políticas, que funcionan como “cámaras de gas estatales”[16], fueron tratadas posteriormente en 1933 por el biólogo Jakob von Uexküll en Staatsbiologie, Biología de Estado, y 1938 por Morley Roberts, eugenista inglés.

Pero ¿qué tienen que ver las cámaras de gas estatales y los muertos vivientes con el adoctrinamiento científico de las humanidades? Precisamente porque aquel conocimiento generado en las facultades de humanidades estaba siendo desaprovechado, es decir, no había sido incorporado a la economía, capitalizados. En el momento en el que se fueron incluyendo las humanidades como ciencias sociales, hubo, como señala Storm, un viraje epistemológico que tornó los estudios e investigaciones de este campo en una supuesta disciplina científica. Storm lo señala precisamente en el modo en el que se constituye el conocimiento haciendo una diferencia entre los natural kinds y los social kinds.

-Pero, una cosa… Seguimos sin entender la relación entre la maquinaria aniquilante, los zombies y la perversión científica.

-Vale, vamos con esto y luego lo verás más claro. Pero os adelanto lo siguiente: la dinámica propia del trabajo capitalista (lo que se tildó como gig economy) ha influido sobremanera en la epistemología humanística y la acción política universitarias.

¿Qué entiende Storm por natural kinds? Siguiendo las descripciones de John Dupré, Ian Hacking y Muhammad Ali Khalidi[17] sobre las características que definirían el esencialismo que profesan las natural kinds, nos presenta una clasificación de las mismas. Entiéndase los natural kinds como aquello definido por filósofos analíticos como grupos consistentes, como pueden ser los lobos, olmos, cristales de cuarzo, etc. Básicamente son una serie de descripciones que definen a un grupo dadas sus particularidades, como en un afán clasificatorio en base a descripciones categóricas y sus agrupaciones universales. Tal y como explicita Storm[18], estos son los puntos por los cuales el esencialismo de los natural kinds vendría a definir su proceder y catalogación epistemológica:

  1. Las propiedades que definen a un grupo natural son proyectables, es decir, estas se toman como definiciones esenciales que caracterizan a un grupo. Este esencialismo se define por la construcción de un model individual del cual son posibles todas las generalizaciones.
  2. Definibilidad. Como consecuencia de este esencialismo hace posible la definición y delimitación de cada grupo natural. Como señala, un natural kind puede ser definido incluso si se halla su esencia.
  3. Necesidad y suficiencia. La definición y delimitación de un grupo natural pasa por la relación necesaria y suficiente de las condiciones del mismo. Dicho con otras palabras, el grupo natural basa su definición en el descubrimiento de las condiciones necesaria y suficientes que hacen al grupo ser lo que es.
  4. Independencia de la mente o mind-independence. La definición de estos grupos naturales es propia del mundo y son independientes de nuestra cognición. La existencia de estos grupos es inherente al mismo mundo.
  5. Intrinsicalidad. El grupo natural definido es independiente de los demás por sus características particulares.
  6. Microesctructura. Los natural kinds comparten lo que se llama una microesctructura, que vendría a ser la mínima partícula común a todos los grupos.
  7. Necesidad modal. Las propiedades que definen al grupo natural pueden ser extrapoladas a cualquier otro mundo. Hay una conservación propia del esencialismo aun cuando cambie de mundo.
  8. Ley de la naturaleza. Los grupos naturales son cruciales para definir las invariables leyes de la naturaleza, ya que éstas son compartidas por todos los grupos por igual.
  9. No son transversales. Estos grupos naturales no pueden cruzarse. Un grupo no puede ser parte de otros grupos a menos que haya una jerarquía consistente entre ambos.
  10. Descubribilidad o detectabilidad por la ciencia. Estos grupos naturales son descubiertos por la ciencia que los estudia y clasifica acorde con una serie de leyes naturales.

Estos diez puntos no son predominantes en humanidades. Póngase por ejemplo la religión o las artes. Toda definición sui generis de alguno de estos dos conceptos está destinada al fracaso o está visto como un ejercicio de síntesis pedante y grandilocuente que necesariamente precisa de la exclusión y definición de su contrario, ¿qué no es el arte? ¿Qué no es religión? El problema con el esencialismo de esta epistemología proviene no solo de la falta de miras del campo de estudio y la inevitable inadecuación reiterada a la que condenan este tipo de cerrazones categóricas, sino que nuevamente pervierte las humanidades. Estamos trabajando con las herramientas de otro taller.

Es por ello que, contra este proceder y dando lugar a lo que tanto Hanzi como Jason tildan de ontología procesal o de los procesos, nos definirá la epistemología propia de los social kinds o grupos sociales, yendo punto por punto señalando un camino más coherente con el campo de investigaciones humanísticas. De todas formas, esta diferenciación deja algo claro: ambas epistemologías parten de la necesaria atribución de definiciones, pero mientras que una se focaliza en lo esencial al grupo, la otra reconoce que las definiciones son procesos anclados a una variabilidad que no contempla el esencialismo. Un ejemplo de esto lo vemos cuando hablamos de “capitalismo” o “neoliberalismo”[19], ya que las traemos a la discusión como si fuesen entidades que, si bien provienen de una serie de procesos de cambio, en las discusiones actuales está en la base de muchos argumentos que toman a ambos como si tuviesen agencia propia en lugar de ser considerados como “dynamical processes[20].

Yendo a estas contra-características[21] vemos lo siguiente:

  1. Altamente entrópico. Los grupos sociales están sujetos a múltiples variantes, es por ello que cambian consistentemente ya que carecen de un equilibrio propio de los esencialismos.
  2. Los social kinds no encajan en definiciones científicas como si las categorizaciones naturales (p.e. el oro como número atómico). La epistemología propia de los grupos sociales no parte de definiciones ya que no es mediante estas como se basan las representaciones mentales. En tal caso, y concordancia con el primer punto, estas definiciones son altamente entrópicas, es decir, duran lo que el proceso se halle en vigencia o en un determinado periodo histórico cual fenómeno temporal. De ahí que hablemos, nuevamente, de procesos y no de esencialismos.
  3. Interdependencia o Nihsvabhāva. Según la filosofía india el término svabhāva refiere a sí-mismo o aquella entidad que posee su propia naturaleza. Ello refiere a aquello incondicionado e independiente de otras entidades. Por el contrario, el Nihsvabhāva es justo lo contrario, carece de svabhāva. Esto refiere básicamente que, a diferencia de los natural kinds, hay una interdependencia entre los grupos sociales. Es por ello que podemos pensarlos dentro de cierta sistematización dinámica. Las propiedades que definen un grupo social como proceso parten de la relación que mantiene con los demás en un entorno local. Es por ello que es relevante el análisis de los actos dados en el terreno y sus manifestaciones. De ahí que no nos preguntemos por el qué sino por cuándo y cómo.
  4. Abstracciones y reificaciones. Se tiene a generalizar y a particularismos que no le hacen nada bien a los social kinds. El ejercicio que ha de prevalecer en este campo es el de hallar el balance entre la sobre generalización y la hiper particularización.
  5. Dado que el análisis se centra en los actos y por ende en los efectos que produce en el campo social (otra marabunta de procesos en potencia y en poder) una misma entidad o grupo social puede pertenecer a diferentes campos y categorizaciones. La influencia de un grupo social en otros procesos pasa por diferentes frentes ya que un proceso puede en sí mismo contener múltiples puntos de influencia.
  6. Histórica y culturalmente contingentes. A diferencia de los grandes relatos de la historia, los social kinds dan una visión más difícil de totalizar produciendo nuevas entidades históricas. De ahí que sea difícil o se roce la superficialidad cuando se habla de la lógica del fascismo cuando su emergencia depende una serie de procesos, actores y factores históricos. Por ello, en tal caso y aún con reservas, podríamos llegar a hablar de fascismos. Dos cuestiones al respecto de esto serían: Epistemológica, en lugar de preguntarse por el qué analizar el cómo y cuándo aparece el fascismo como fenómeno social y su inscripción en el campo social[22]; Impacto Social, ¿qué se pretende conseguir con este estudio o cuáles son los debates que se quieren generar al respecto?
  7. A diferencia de las microestructuras de las natural kinds, los social kinds proponen y se sostienen en base a una serie de valores de los cuales emergen una serie de normas.
  8. Dependencia de la mente o Mind-Dependence. A colación con lo anterior, si los valores son tomados como base de toda obtención de conocimiento y la dotación de existencia a un grupo social, aquello elaborado y producido será dependiente de su creador. Dicho con otras palabras, todo social kind será construido socialmente, no son entidades que ya se hallaban en la naturaleza.

Pensar en procesos nos lleva a dejar de utilizar nombres y poner en su lugar verbos. No se trata pues, como vemos con los social kinds, de crear contenedores, bloques o conceptos sino articular desde la emergencia del mismo evento aquello que el mismo proceso produce. Escribir acerca de una canción, una película o pintura, no se hará en nombre de una serie de conceptualizaciones en el aire sino de sus efectos en el campo social. Tal vez nos centremos en las letras, en los diálogos, en las intenciones del artista en las descripciones que nos hallemos, pero lo que realmente es relevante es, justamente, los procesos que de su misma aparición ha propagado por el campo social. Si Bad Gyal, Rosalia, Bad Bunny, Radiohead, Pearl Jam, Depeche Mode, etc., crean un objeto cultural, ¿qué repercusiones tiene? ¿Es meramente entretenimiento? ¿Promueve otra forma de amar? ¿Se han producido variaciones en la textura social? ¿Se han creado nuevos social kinds? ¿Se ha inaugurado un nuevo formato fílmico? Y si es así, ¿qué consecuencias ha tenido sobre el público? ¿Suponen una amenaza para ciertos valores o refuerzan otros?

En esto consisten los estudios de campo que han quedado marginados. Este tipo de preguntas son irrelevantes. De hecho, podrían asemejarse a las propias realizadas por una revista especializada en música y sociedad. Pero, contrariamente a esto, aquí el planteamiento no se refiere al del mítico crítico de arte o analista musical, sino al propiamente humanista: ¿qué sucede en el campo social?

A diferencia de la sociología, que aun funciona en cierta medida con mediciones, cálculos y estadísticas, en humanidades no tenemos al Otro propio de las ciencias que requiere de una hiperorganización y transferencia de datos para triturarlos con una maquinaria que busca incesantemente la validación empírica de sus hipótesis para dotar de fuerza sus certezas. Aquí el Otro es aquel propio del social kind del que provenimos y conferimos consistencia con nuestras prácticas diarias, esa serie de valores que dibujan en nuestras investigaciones el horizonte de la misma mediante la producción de textos, vídeos, exposiciones en instituciones públicas, etc. Este Otro de las humanidades, para establecer diferencias con el de las natural kinds, se define por su amplitud analítica dado que el foco se posiciona sobre los casos particulares, en los fenómenos sociales concretos y los vectores procesales que se hallan en funcionamiento para que ello acontezca. Es por ello que se precisan sistemas, abiertos e hiper-entrópicos, pero sistemas, a fin de cuentas. Aquel conocimiento generado emite resonancias no solo con otros, sino que su aparición en el campo social, su divulgación, puede dar lugar a nuevos fenómenos. Véase, por ejemplo, entre otros tantos, el impacto social que tuvo en su época, y posteriormente, el hablar de pulsiones inconscientes, represión y demás conceptos referidos a ciertos fenómenos individuales. Por otro lado, también vemos cómo los natural kinds crean su nicho mediante la hipostasis de la conducta humana hacia la química cerebral, la neurología, la genética, entre otras ramas de conocimiento científico que, aun negando ser una metafísica entre otras, se afirman como física certera, materialismo irreductible, dejando a los social kinds como un conocimiento superficial y carente de fuerza, razón esta añadida por la que humanidades queda reducida a un mero ejercicio especulativo y marginal[23].

Tras este desvío volvamos a la duda posterior: ¿qué tienen que ver la maquinaria aniquilante, los zombies y la perversión científica?

Como adelanté justo después, una de las hipótesis que se masculla como posibles causas principales de este empobrecimiento del conocimiento en humanidades se debe a las dinámicas del propio capitalismo, y aquí no me refiero a una especie de quimera tentacular como se suele invocar para parchear ciertos argumentos sino a una serie de elecciones basadas en lo que Mark Fisher catalogó como realismo capitalista. La epistemología parte de una serie de conjeturas al respecto de cómo concebir el mismo conocer. Esta teoría o marco desde el que se parte nace de un teórico o alguien cuyos valores se hallan a su vez constituidos por la forma en la que concibe el mundo.

De este modo, irreflexivamente se torna uno en un zombi preso de ciertas estructuras rígidas epistemológicas que a su vez conspiran a favor de la maquinaria aniquilante.

Si hablábamos de realismo capitalista, como modo de acercamiento a estas problemáticas sobre el saber y su lugar en las humanidades se debe a que el espectro, necesariamente, se amplifica cuando se reconocen los procesos en los que nos hallamos. Las constricciones se tornan susceptibles de análisis genealógico y las resistencias se tornan cajas negras de una serie de violencias que pasan desapercibidas. El realismo capitalista en este sentido permite indagar sobre los loops que envician las investigaciones sobre ciertas axiomáticas que impiden pensar una alternativa (tenemos por ejemplo el fenómeno de la interpasividad, la obturación en lo anti, la museificación del pensamiento, etc.).

Es contra este sentido por lo que Storm propone una ontología del proceso social (o Process Social Ontology) de la cual hicimos una ligera mención más arriba como ontología procesal. La palabra ‘social’ refiere a esta distinción de la que hablamos antes entre los natural kinds y los social kinds, entendiendo que en este proceder de la investigación se centrará en las características que definen la epistemología de este último.

Pero ¿en qué consiste la process social ontology? Según apunta Storm, podríamos definirlo como aquel proceder analítico que se centra en el devenir que no en el ser. Citando a Roland Barthes dirá que este último se caracteriza por una enfermedad del pensamiento, una dolencia propia de la mitología burguesa del hombre (Storm, 2021: 85). La process ontology o process metaphysics es originaria de Alfred Whitehead[24], pero como señala el autor, también hallamos esta concepción del devenir en las cosmologías china, india o nahua. Como señala,

“Process theorists generally reject the notion that everlasting substances are the most basic constituents of existence and argue instead that what appear to be enduring entities are really temporary stabilities in unfolding processes. […] Process thinkers tend instead to describe existence, destruction, entanglement, emergence, interdependence, and interrelation”[25].  

Como explicita Michael Lynch, no se trata de catalogar las cosmovisiones, las formas-de-vida, las religiones, las artes, las prácticas vitales y demás sino en ver cómo funcionan ciertas prácticas dentro de una ontología, lo que llamará ontografías[26]. La cuestión es, como dirá Deleuze y Foucault después de Whitehead y contra Hegel, no tanto hallar los universales del pensamiento, las figuras atemporales, las lógicas puras, etc., sino los procesos finitos y su inscripción histórica, cómo configura e influye en el devenir de la vida de otras formas confiriendo una serie de mutaciones palpables en el mundo social. El punto, en resumidas cuentas, no es tanto hallar la matriz del todo, sino cómo esa construcción, esa matriz, organiza y pone en funcionamiento a los humanos y su entorno. De ahí que lo que defina a los social kinds tenga este carácter contingente y transitorio.

Ante esto Storm agrega una condición: no se trata únicamente de señalar las diferencias, que de hecho ese campo ya está cubierto por la crítica posmoderna (p.e. políticas de la identidad), sino qué hay en ese proceder de similar o semejante a otros. Storm hablará desde Wittgenstein como “aire de familia”[27]. Lo interesante son las anomalías, lo que resiste al cambio. Las singularidades son aquellas que, James Hillman siguiendo a Deleuze, se caracterizan por la repetición, por la insistencia a lo largo del tiempo. Las variaciones y demás cambios vienen producidas por el contacto o choque de otras repeticiones[28]. De ahí que, el psicoanalista Hillman seguidor de Carl Jung, haya proseguido con la labor descriptiva de los arquetipos ancestrales. Lo que hace la repetición es glorificar su originalidad a diferencia de la representación que solo produce algo semejante, pero de menor calidad, como un eco que se pierde en el tiempo. La repetición en cambio, como suele pasar con algunos movimientos fascistas, aún conserva esa fuerza originaria y exigen la disciplina de las formas genéticas de las que se parte. Por esta razón Storm dirá más adelante respecto a los procesos que “change is the rule for processes, and stability or persistence is the exception[29].

De este modo podemos concebir, por ejemplo, que el Estados o entidades jurídicas no son más que procesos lentos, mientras que los eventos o acontecimientos serían rápidos[30]. Los social kinds pues, siguiendo lo expuesto hasta ahora, podrían caracterizarse por un movimiento circular entre materia y sentido. Dicho con otras palabras, los social kinds como procesos confieren sentido a la realidad y, con ello, modifican, en la medida de lo posible, la materia, ya que esta también impone sus resistencias. Recordemos lo que dijimos previamente acerca de la inscripción en la textura social por las agrupaciones mediante el ejercicio del poder. Como recuerda Foucault el ejercicio de poder implica la eventual emergencia de resistencias que reniegan la sustancialización y ordenamiento marcado por la fuerza impositiva de la ley y su mística con la que se instaura, “fundamenta” un proceso, una repetición.

El poder, entendido como proceso social, comprende la creación y degeneración de los social kinds. Esta mutación constante permite captar aquello que persiste, aquellos valores que subyacen a pesar de cada cambio. Atender a estos flujos variables, como mencionamos más arriba, no tiene como fin la mera discriminación de las diferencias sino hallar las similitudes, los “aires de familia”, que tienen los grupos sociales. Como dirán Hanzi Freinacht refiriéndose a la agrupación política danesa The Alternative, “dirigida” por Uffe Elbæk, “the metamodern activist can cut through the irony of everyday life and media and aspire towards higher ideals, without looking like an embarrassment or a joke. Instead, the joke is on anyone who lacks that same sincerity, who never dared to be vulnerable[31].

A lo que se refieren Freinacht es precisamente al dinamitado de la vieja política antagónica por una agónica. Hablan de una política procesual que presta atención a los valores generalistas que los partidos de las democracias representativas sostienen. La incidencia de este partido, The Alternative, en la política danesa, busca establecer una serie de procesos parlamentarios cuyo mero propósito es el de gobernar para el bien de todos en sincronía con otros “partidos” metamodernos que sigan este pensar procesal de la política. Los valores de los que se parten se configuran como una respuesta ante la emergencia climática, las brechas abismales de desigualdad económica, la salud mental, etc., y no tanto cuestiones vinculadas con valores tradicionales que podemos hallar en la izquierda (socialismo, comunismo, etc.) ni en la derecha (liberalismo económico, conservadurismo, etc.).

Para no alargarnos más en este escrito, dejaremos esta cuestión para otro texto en el que nos introduciremos en la política procesal que propone Hanzi Freinacht y cómo se vincula con la propuesta de Storm, traída de Whitehead, sobre una ontología de los procesos sociales.

Como conclusión parcial de este escrito, una de las cosas que atestiguamos de este pensar metamoderno es la necesidad, la urgencia, de ir al grano, de dejarse de milongas e ir directamente a los sucesos, a las consecuencias de las decisiones políticas y los procesos que se habilitan o deshabilitan con ellas permitiendo sacar a la luz los valores que buscan perpetuarse y su correspondiente respuesta social. Este pensar implica asimismo acceder a los valores que se defienden y los que se pretenden dar lugar en sociedad. Los fascismos y sus representantes alrededor del mundo (no hace falta que mencione a los hijos e hijas de Steve Bannon) juegan con la oscilación entre modernidad y posmodernidad, entendiendo esto como un tránsito entre los valores tradicionales y las nuevas y emergentes formas de vida. Si la estética metamoderna definida por Vermeulen y Akker se caracterizaba por esta ambivalencia entre unos valores y otros, nos encontramos que Freinacht y Storm buscan, como dijimos al inicio del escrito, ir al grano. Esta tarea, compleja donde las haya, se nos presenta no solo como una reparación de ciertas ansiedades epistemológicas sino como todo un proyecto político. Como dijo Foucault en su prefacio a la versión inglesa del Anti-Edipo de Deleuze y Guattari, no se trata de una cuestión mecánica, ni conceptual, de una corrección de las definiciones o de cómo se obtiene el conocimiento, sino, por otro lado, abandonar paulatinamente el plano de la excelencia académica, de la pulcritud del tratamiento de las acepciones a los universales y recabar en la propuesta política y ética que se encuentra en cada tratado, ensayo, novela, poemario, etc. Es por esta razón por la que, en cierto modo, hacer algo en nombre de la filosofía se asemeja a hacer algo en nombre del arte: crear ante los otros.

Siguiendo la intuición de Agamben y amplificando lo dicho por Foucault sobre los dispositivos, dirá lo siguiente:

“Generalizando aún más la ya amplísima clase de los dispositivos foucaultianos, llamaré dispositivo literalmente a cualquier cosa que de algún modo tenga la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes. Por lo tanto, no sólo las prisiones, los manicomios, el Panóptico, las escuelas, la confesión, las fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas, etc., cuya conexión con el poder de algún modo es evidente, sino también la pluma, la escritura, la literatura, la filosofía[32], la agricultura, el cigarrillo, la navegación, los ordenadores, los teléfonos móviles y -por qué no- el lenguaje mismo, que quizás es el más antiguo de los dispositivos, en el que miles y miles de años atrás un primate -probablemente sin darse cuenta de las consecuencias a las que se exponía- tuvo la inconsciencia de dejarse capturar”[33].

En los estudios de sociología, de religión, en filosofía del arte o estética, en teoría política y crítica, filosofía analítica o del lenguaje, etc., se filtran una serie de valores que con ciertos juegos de retórica inflan los caudales de procesos políticos que conforman la realidad cotidiana en la que nos hallamos. Los medios de comunicación, los speeches en los Parlamentos o las Cámaras de Diputados, los magazines, los libelos autoeditados, los streamings o posteos en redes sociales de memes, etc., son canales por los que estos procesos vienen a consolidarse. ¿Cómo pensar una alternativa cuando toda posibilidad otra queda difuminada en un mar de humo y tufo fascista o izquierdista? ¿Cómo, siguiendo a Mark Fisher, Bifo Berardi, Nick Srnicek o Alex Williams, inventar un futuro y desearlo?

Todo este trajín, desde el pensamiento metamoderno, pasa por, como hemos intentado explorar, ir a los valores.

  

 

Bibliografía

  • Agamben, Giorgio. ¿Qué es un dispositivo? (trad. Mercedes Ruvituso) Barcelona: Ed. Anagrama, 2015.
  • Anónimo. Manifiesto Conspiracionista (trad. Emilio Ayllón Rull) Logroño: Ed. Pepitas de Calabaza, 2022.
  • Bey, Hakim. Zona Temporalmente Autónoma + Caos + Inmediatismo. Madrid: Ed. Enclave, 2014.
  • Comité Invisible. La insurrección que viene (trad. Yaiza Nerea Pichel Montoya y José Pons Bertran) España: Ed. melusina, 2009.
  • Deleuze, Gilles. Conversaciones 1972-1990 (trad. José Luis Pardo). Valencia: Ed. Pre-Textos, 1999.
  • Evaristo Valls, Juan. “Yo quisiera enamorarme, pero no puedo. Deseos exhaustos y deseos perezosos” en El Rumor de las Multitudes, Diario El Salto, 2023. Recuperado de https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/yo-quisiera-enamorarme-no-puedo-deseos-exhaustos-deseos-perezosos
  • Freinacht, Hanzi. The listening society. A metamodern guide to politics. Book One. Italia: Ed. Metamoderna, 2017.
  • Hillman, James. The soul’s code: in search of character and calling. USA: Ed. Random House, 1997.
  • Josephson Storm, Jason Ānanda. The future of theory. USA: Ed. University of Chicago Press, 2021.
  • Vermeulen, Timotheus & Gibbons, Alison & Akker, Robin Historicity, affect and Depth after posmodernism. USA: Ed. Rowman and Littlefield International, 2017.

 

Notas
[1] A pesar del mismo gesto que inaugura este escrito, la estética fundante del mismo nace de aquella teorización y exploración del Notes on Metamodernism y los estudios del libro coral Metamodernism. Historicity, affect and Depth after posmodernism, en el que se rastrean las trazas de lo que podemos considerar como metamodernismo de la oscilación o oscilante que comprende todas aquellas obras artísticas cuyo componente pueda definirse como un transitar entre (de ahí el uso que hacen de la palabra metaxis empleada por Platón como señala Eric Voegelin) la esperanza y la melancolía, lo ilusorio y lo irónico, lo ambiguo y lo puro, usualmente periodizado desde los 2000 hasta nuestros días con la entrada del mundo virtual, internet y corrientes literarias como la New Sincerity popularizada por Eggers y Foster Wallace, o el New Romanticism que recupera la corriente alemana del romanticismo del siglo XVIII para echar la vista a los futuros recientes perdidos por el avance del capitalismo y sus mutaciones liberales. Cfr. Vermeulen, Timotheus & Gibbons, Alison & Akker, Robin Metamodernism. Historicity, affect and Depth after posmodernism. USA: Ed. Rowman and Littlefield International, 2017
[2] Hay mucha literatura al respecto, pero considero que es pertinente en este punto recordar las predicciones que realizó Deleuze cuando nos habló de las sociedades de control, recogido ello en un texto titulado Post-Scriptum. Allí predijo cual sería el destino de la educación, que tipo de procesos intervendrían en las universidades y qué formas se sostendrían. En palabras del mismo Deleuze, “en el régimen escolar, las formas de control continuo y la acción de la formación permanente sobre la escuela, el correspondiente abandono de toda investigación en el seno de la Universidad, la introducción de la empresa en todos los niveles de escolaridad”. De todos estos puntos, en concordancia con lo que venimos exponiendo en el texto principal, nos preguntamos: ¿ha habido un abandono de toda investigación en el seno de la Universidad? Tal vez la palabra ‘abandono’ teniendo como acepción primera ‘desplazamiento’, vislumbre esta marginación a la que se ha dirigido a las humanidades. ¿Hay investigaciones que sean efectivamente humanísticas? ¿O más bien ellas se han convertido en un simulacro, una ficción blanda y para todos los públicos? Cfr. Deleuze, Gilles. Conversaciones 1972-1990 (trad. José Luis Pardo). Valencia: Ed. Pre-Textos, 1999, p.278.
[3] Cfr. Evaristo Valls, Juan. “Yo quisiera enamorarme, pero no puedo. Deseos exhaustos y deseos perezosos” en El Rumor de las Multitudes, Diario El Salto, 2023. Recuperado de https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/yo-quisiera-enamorarme-no-puedo-deseos-exhaustos-deseos-perezosos
[4] Como veremos más adelante, estos fantasmas (en particular éste del que parte el pie de página) no andan desencaminados en su crítica, sino que su reducción en muchas ocasiones a filosofemas han invalidado su crítica epistemológica dotándolos de un mero movimiento reactivo ante la amenaza de cierto filosofar como disciplina científica. Por ejemplo, los estudios en pensamiento posfundacional, no es que estén en contra de todo fundamento (“no se puede afirmar nada”), sino que el foco no se pone sobre el esencialismo al que apunta el fundamento sino en la inauguración de un proceso que genera más procesos, que se paulatinamente se apaga, que se transmuta o cambia, etc… Estar en contra del fundamento no invalidad la fuerza fundante, sino que reconoce la misma como parte de un proceso histórico, una serie de agentes y situaciones, etc., que han permitido que ello emerja.
[5] Con Deleuze tenemos el devenir de los procesos y los eventos como modos primario de existencia tratado en Diferencia y repetición y en La lógica del sentido; Simondon en Sobre el modo de existencia de los objetos técnicos e Individuación a la luz de nociones de Forma e Información señala que la realidad está constituida a través de procesos de individuación de los cuales emergen entidades dadas las características de diferenciación e integración; y, por último, los realistas especulativos como Quentin Meillassoux, Ray Brassier o Graham Harman señalan que aquello que se entiende por materia para las ciencias siempre escapa de sus leyes naturales, lo que reina en dicho campo es el hypercaos lo que hace prácticamente imposible la constitución de leyes naturales estables. En otras palabras, la realidad se caracteriza por una contingencia radical que imposibilita toda predicción y precisamente desde ese desconocimiento e hiperentropismo del conocer debemos partir para crear nuevos saberes sobre la naturaleza. Comprender así a través de los procesos y sus interacciones y no mediante la categorización esencialistas de la realidad. Por ello la creación de arquetipos psicológicos o el descubrimiento de leyes de la naturaleza como si fuese esto el Mago de Oz, tiene sentido de un modo local y temporal. Consideramos asimismo que este posicionamiento del pensamiento se declara indirectamente antiglobalista, antiimperialista, anticapitalista y antifascista, ya que el mismo pensamiento se reconoce limitado, frágil y dependiente. Las ilusiones de autonomía, individualismo y excelencia pierden fuelle ante el reconocimiento que para que dichas constantes se mantengan es necesaria su reiteración frente a otros procesos en potencia. El ejercicio del poder consiste pues en la reconducción de ciertos flujos en una dirección determinada, ya sea productiva o de una acelerada entropía.
[6] Cabría aquí mencionar una tendencia del pensamiento que podríamos catalogar como anti-filosofía o nofilosofía que, al contrario de lo que pueda resonar, no se trata de enterrar definitivamente a la filosofía (no se podría) sino, por otro lado, despedirse de un modo de hacerla ya caduco y coherente con las exigencias del mercadeo académico.
[7] Cfr. Freinacht, Hanzi. The listening society. A metamodern guide to politics. Book One. Italia: Ed. Metamoderna, 2017, p.16.
[8] Cfr. Ibid., p.16-17. Citan el siguiente artículo: Foster, J. G., Rzhetsky, A. & Evans, J. A. “Tradition and innovation in scientists en American Sociological Review, Vol. 80, 2015, p. 875-908
[9] Josephson Storm, Jason Ānanda. Metamodernism. The future of theory. USA: Ed. University of Chicago Press, 2021, p.10.
[10] La universidad no es ajena a aquello que el Comité Invisible señalaba cuando escribieron que “El minusválido es el modelo de la ciudadanía que viene”. La paperización, acreditación constante e hiperespecialización tornan la presencia en algo siempre requerido de prótesis que auxilien y den existencia a voces y escrituras que, sin la mediación, la prótesis, no son dignas de la inmortalidad académica. Tampoco se alejan mucho cuando dicen que “todo parece adquirir un aspecto terapéutico”. ¿No son acaso la adquisición de competencias una forma de terapéutica universitaria? Cfr. Comité Invisible. La insurrección que viene (trad. Yaiza Nerea Pichel Montoya y José Pons Bertran) España: Ed. melusina, 2009, p.36.
[11] A lo largo de este escrito trataremos la figura del Otro o Autre en el sentido que le confiere Jacques Lacan. Para el psicoanalista francés, de entre las muchas acepciones que adquiere, nos quedamos en este caso como aquellos objetos o sujetos que adquieren la ilusión de “ser supuesto saber”, es decir, están anclados a un cierto registro superior de conocimiento y, por ende, “como sabe más”, adquiere la fuerza de ley instituyendo de este modo el modo en el que se han de realizar ciertas prácticas, cual la teleología, y los correctos modos de conocer el mundo y a uno mismo. En la práctica clínica ese lugar lo adquiere el mismo analista por el analizante, la diferencia reside en que este deseo de conocer se devuelve al analizante ya que el analista, en posición de a, solo causa una y otra vez el deseo devolviéndole la pregunta, retornándole la palabra. Este Otro al que se le supone un saber desconocido, pero superior, no es un gesto que se realiza “voluntariamente” sino que irreflexivamente se le confiere esa fuerza legislativa de la vida cotidiana a ciertos individuos u objetos. La irrupción de la figura del otro (con minúscula) supondría el acceso a un plano distinto ya que representa la alteridad radical, una xeno-fuerza que entorpece la rígida lógica que confiere el falogocentrismo que profesa el Otro sobre uno. Esta alteridad es justamente la que queda desplazada, como veremos más adelante, por el mandato que raciona el conocimiento, lo que se escribe y cómo, triturando el saber humanístico y, despiezado, compilado como paquete de datos para contribuir a la acumulación desraizada de conocimiento. El carácter social, humanístico, parte de la alteridad, la diferencia y las singularidades que, en su repetición, manifiestan su anclaje en los diferentes fenómenos que percibimos en el mundo. La complejidad del objeto de estudio al que nos lanzamos en ciencias sociales requiere, como veremos más adelante, una variabilidad epistemológica y una revisión constante, además de establecer una serie de valores que fundamenten el propio proyecto analítico. En este caso, ya sabemos que no hay un Otro pero, a pesar de comportamos como si lo hubiese, buscamos esos momentos en los que no se halla para realizar prácticas paganas, magia negra y bárbara, propias de un mundo que se entreteje en las sombras de los flujos viciados de las singularidades cibernética y del capital.
[12] Cfr. Agamben, Giorgio. ¿Qué es un dispositivo? (trad. Mercedes Ruvituso) Barcelona: Ed. Anagrama, 2015, p.28.
[13] Cfr. Anónimo. Manifiesto Conspiracionista (trad. Emilio Ayllón Rull) Logroño: Ed. Pepitas de Calabaza, 2022, p. 194-197.
[14] Anónimo. Manifiesto Conspiracionista (trad. Emilio Ayllón Rull) Logroño: Ed. Pepitas de Calabaza, 2022, p.194.
[15] Ibid., p.195.
[16] Ibid.
[17] Josephson Storm, Jason Ānanda. Metamodernism. The future of theory. USA: Ed. University of Chicago Press, 2021, p.91.
[18] Ibid., p.91-92.
[19] Ibid., p.94.
[20] Ibid.
[21] Ibid., p.94-96.
[22] Ibid., p.97.
[23] Lo curioso es que, como señala Storm, “there is no science as a whole to be attacked or defended”. La ciencia, o llamar a algo “científico” confiere a ello una fuerza normativa, un cierto prestigio, etc. ¿Qué es lo científico o perteneciente a las ciencias? ¿Se puede comprender humanidades como ciencia? Si partimos de la base de que, con cierto aire fenomenológico, toda teoría precisa de un teórico, toda teoría a fin de cuentas no deja de ser una construcción social. La aparición del significante “ciencia” solo pareciera elevar ese conocimiento hacia la hipóstasis de un normativo “método científico”. Pero, ¿qué método no es científico? ¿Acaso hay algún método que no busque concebirse como científico? ¿Qué significa, a fin de cuentas, concebir un método como científico? ¿Qué es irrefutable o que su refutación pasa por el análisis de su metodología y sus resultados por separado? ¿Dónde queda entre tanto método y ciencia la cuestión del “teórico”? ¿No hay una serie de valores de los que se parten para elaborar una metodología? ¿No hay una vida tras esas gafas? ¿De quién son las manos que sujetan el cartapacio con los resultados de la experimentación? La performática del científico no ha abandonado el mito ni se halla en la pureza objetiva de un logos ideal. Como todo discurso se halla en la tensión entre mito y logo, es el guion que hallamos en mito-logía. Dotarse de una nueva epistemología en lugar de sustentar nuestro conocimiento sobre estructuras universales e infladas con pretensión científica no permite avanzar en la mejora de las condiciones existenciales ni influir en la aparición de procesos por el cambio social sino en el progreso de las meta-narrativas que prosiguen tras la supuesta caída de estas anunciada por Lyotard en La condición posmoderna. Cfr. Josephson Storm, Jason Ānanda. Metamodernism. The future of theory. USA: Ed. University of Chicago Press, 2021, p.75.
[24] Cfr. Whitehead, Alfred. Proceso y realidad. Un ensayo de cosmología (trad. Miguel Candel Sanmartín) Gerona: Ed. Atalanta, 2021.
[25] Ibid., p.87.
[26] Ibid., p.88.
[27] Ibid., p.90.
[28] Cfr. Hillman, James. The soul’s code: in search of character and calling. USA: Ed. Random House, 1997, p.5.
[29] Ibid., p.98.
[30] Lo curioso del planteamiento de las Zonas Temporalmente Autónomos por Hakim Bey es que concibe estas organizaciones espontáneas también como procesos, aunque no lo explicite de tal modo. En dichas agrupaciones temporales, que bien pueden ser raves en el extrarradio de una ciudad, descampado, antigua construcción, etc., como una acampada como lo fue el 15M o los movimientos Ocuppy, se generan a su vez procesos que modifican el curso de los que constituyen la vida cotidiana previo a la ZTA. Cfr. Bey, Hakim. Zona Temporalmente Autónoma + Caos + Inmediatismo. Madrid: Ed. Enclave, 2014.
[31] Freinacht, Hanzi. The listening society. A metamodern guide to politics. Book One. Italia: Ed. Metamoderna, 2017, p.15.
[32] Subrayado nuestro.
[33] Agamben, Giorgio. ¿Qué es un dispositivo? (trad. Mercedes Ruvituso) Barcelona: Ed. Anagrama, 2015, p.23-24.