Reflexiones acerca de la sesión clínica del día 23 de abril del 2004, en el hospital psiquiátrico de Villahermosa, Tab.
¿Y EL ALMA?
La chica epiléptica tenía apenas treinta años, dos hijos, un marido y los ataques que la acompañaban desde niña. Llegó al hospital psiquiátrico después de haber sido diagnosticada en el Seguro y en varios hospitales que se encargaron de recetarle anticonvulsivos durante muchos años.
La cuestión es que la última crisis hizo pensar al médico, que tenía alma, que tenía síntomas que excedían al cuadro neurológico, la chica estaba triste, no quería vivir, no salía a la calle, trataba mal a sus hijos y reñía con sus padres. Además de desesperarse con el marido que la consideraba loca, por cosas nimias.
El padre, que tiene tres mujeres además de la esposa, habría querido llevarla con un curandero, pero ella se negó, sin embargo, accede a ser revisada por médicos en repetidas ocasiones ante los que se muestra ausente y presa de contracturas musculares. Ofrece su cuerpo y su alma a las miradas médicas y a sus aparatos, está en sus manos y toma lo que ellos consideran conveniente.
El mar de confusión sobrevino a partir de un acontecimiento. Después de que su primer hijo nació, el marido la abandona y la chica epiléptica entra a trabajar a una zapatería donde convive con una prima. Un día el novio de ésta, la invita a salir y en un hotel tienen relaciones sin que la chica epiléptica pueda dar cuenta de esto, pues ubica el hecho en una “crisis de ausencia”, ella no se explica cómo llegó allí, pero su enfermedad la tranquiliza, retorna al hogar y llama al episodio: violación. Tiempo después, el marido regresa y acepta al hijo de la “crisis de ausencia”.
Imagino a la chica epiléptica completamente sola, caminando ausente dentro de su casa, conviviendo con fantasmas y medios hermanos, un marido que va y viene. Agarrada del hijo del amante . . . las crisis epilépticas y el saber médico.
El pronóstico es malo dicen los psiquiatras, porque tiene un daño cerebral y yo me pregunto ¿y el alma?