Josep Renau: Crítica de arte e ideología en las publicaciones del exilio español

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Ilustración Josep Renau en Nuestro Tiempo, añó I, no. 3, 1 de enero 1950

 

 

Resumen

 

En el presente artículo se analizará la aportación del artista valenciano Josep Renau como crítico de arte en las revistas del Partido Comunista Español en el exilio en México, entre la década de los cuarenta y cincuenta. Su teoría del arte estuvo ligada a la ideología marxista y al realismo socialista. Como se revisará, Renau dirigió su crítica, principalmente, hacia problemáticas como cuál debe ser el papel del arte en la sociedad, y reflexionó sobre lo que debería ser el arte social y políticamente comprometido. Además, participó en las polémicas teóricas que se estaban debatiendo en estas décadas en torno a la confrontación entre al arte abstracto frente al arte realista.

 

Palabras clave: Exilio español, crítica de arte, revistas, realismo socialista, vanguardias artísticas.

 

 

Abstract

 

This article will analyze the contribution of the Valencian artist Josep Renau as an art critic in the magazines of the Spanish Communist Party while in exile in Mexico, between the 1940s and 1950s. His theory of art was linked to Marxist ideology and socialist realism. As will be reviewed, Renau directed his criticism, mainly, towards problems such as what the role of art in society should be, and reflected on what socially and politically committed art should be. Furthermore, he participated in the theoretical controversies that were being debated in these decades around the confrontation between abstract art and realist art.

 

Keywords: Spanish exile, art critic, magazine, socialista realism, artistic avant-garde.

 

El exilio español en México, a causa de la guerra civil y la derrota de la Segunda República, provocó la llegada de artistas y críticos de arte que pronto, se vieron en la necesidad de retomar sus carreras y adaptarse a las dinámicas de la vida artística y cultural del país que los recibió. Se integraron como colaboradores en revistas, periódicos y editoriales mexicanas, además de crear sus propios medios de comunicación, desde los diferentes partidos políticos y organismos que continuaron en el exilio.

 

Podemos identificar tres diferentes grupos de críticos de arte republicanos que retomaron esta práctica a su llegada a México. El primero estuvo conformado por críticos profesionales como Pablo Fernández Márquez, Enrique Fernández Gual, Juan de la Encina o Margarita Nelken; el segundo grupo estuvo compuesto por escritores como Juan Rejano, Max Aub, Josep Carner, Enrique Díez Canedo; y el tercer grupo estuvo constituido por artistas[1] como José Moreno Villa, Ceferino Palencia, Ramón Gaya, Gabriel García Maroto o Josep Renau.[2]

 

En México, en las décadas de 1940 y 1950, prevalecían dos tendencias o posturas de la crítica de arte; por un lado, la postura de los críticos que defendían las ideas de un arte cosmopolita, internacional, cercano a las tendencias del arte abstracto y al informalismo europeo y, por el otro, la de los críticos nacionalistas ligados al arte realista y politizado.

 

Frente a este contexto, los críticos republicanos se ocuparon de difundir el arte realizado desde el exilio y el de las corrientes de arte europeo. Participaron en las polémicas teóricas que se estaban debatiendo en estas décadas, en torno a la confrontación del arte abstracto frente al arte realista. Algunos de ellos participaron en la discusión sobre el dominio del arte nacionalista frente a la búsqueda de nuevas prácticas artísticas de los jóvenes creadores mexicanos. Muchas de estas discusiones fueron tratadas bajo la perspectiva de sus propias posturas políticas e ideológicas en las que comulgaban antes de su llegada a México el socialismo, comunismo o anarquismo. Me detendré en la figura del valenciano Josep Renau como artista y crítico de arte y su contribución a la crítica bajo una perspectiva ideológica marxista que está ligada al realismo socialista, el cual apela al compromiso y la responsabilidad del intelectual y del artista que aboga por la función política del arte. Su crítica dirige o direcciona cuál debe ser el papel del arte en la sociedad capitalista y por momentos, otorga la condición de propaganda al arte.

 

Josep Renau perteneció al grupo de jóvenes artistas de vanguardia que, a lo largo de la década de 1930, se cuestionó el papel político y social del arte. Se afilió al Partido Comunista Español (pce) en 1931 y, en 1932, fundó la Unión de Escritores y Artistas Proletarios (ueap), grupo que intentó entablar un debate ideológico radical sobre el compromiso del intelectual y del artista en la lucha internacional contra el fascismo.[3] En este periodo, Renau tuvo acercamiento a lecturas marxistas como el “Manifiesto del Partido Comunista”, “Los bakuninistas en acción”, de F. Engels y “El arte y la vida social”, de Georgi Plejánov.[4]

 

Sus reflexiones sobre el papel político y social del arte lo impulsaron a buscar nuevas formas de expresión artística, como fue el fotomontaje o la fotolitografía, expuestos en medios no convencionales como revistas y carteles. Asimismo, comenzaron sus reflexiones teóricas-críticas sobre lo que debía ser el arte social y políticamente comprometido. Es en la revista anarquista valenciana, “Orto”, donde apareció su primera contribución de este corte. En el artículo, “Fundamentación de la crisis actual del arte”,[5] analizó el concepto de “valor en el arte” e intentó definir una ética. También escribió sobre el impacto del cine en el quehacer artístico, en la revista “Nuestro Cinema” (1932-1935) y en la revista que fundó, “Nueva Cultura” (1935-1937); publicó por entregas una de sus más grandes obras crítico-teóricas sobre el cartel y sus posibilidades políticas y sociales: “Función social del cartel publicitario”.

 

Durante la guerra civil, fue Director General de Bellas Artes, momento en que tuvo contacto con David Alfaro Siqueiros y descubrió la afinidad que tenía con el “coronelazo” y el muralismo posrevolucionario sobre la idea del compromiso político-social que debe tener el artista y su obra. Ya en México, Renau fue un asiduo colaborador de las revistas del exilio en diferentes etapas y de diferentes géneros. Participó en 10 de ellas: en las revistas culturales “Romance” (1940-1941), “España Peregrina” (1940-1941) y “Las Españas” (1943-1963); en las revistas de comunidades autónomas “Mediterrani” (1944-1946) y “Orfeo Català” (1962-1974); en las revistas del pce, “Nuestra Bander” (1937-1992), “España Popular” (1939-1973), “Nuestro Tiempo” (1949-1953) y “España y la Paz” (1951-1953); así como en la revista institucional “Boletín de Información de la Unión de Intelectuales Españoles” (1956-1961).

 

Es en las publicaciones del exilio donde presenta sus puntos de vista teóricos y críticos, ahí aborda temas como la defensa del tesoro artístico español en tiempos de guerra, acción en la que tuvo un papel protagónico; expresa su postura sobre las vanguardias en estos años, al negar el abstraccionismo y ponderar el realismo socialista como la única vía posible de creación artística; escribe sobre artistas europeos que mostraron siempre un compromiso, como fue el caso de Pablo Picasso; describe su experiencia como muralista y expresa contundentemente su oposición a las políticas artísticas antifranquistas personalizadas en las Bienales Hispanoamericanas de arte.

 

El primer artículo crítico que publicó Renau, a unos cuantos meses de haber llegado a México, en 1940, en la revista “España Peregrina”, fue “Reflexión sobre la crisis ideológica del arte”.[6] En este texto, toma como pretexto la “Exposición Internacional de Surrealismo” —inaugurada el 14 de enero de 1940, en la galería de Arte Mexicano de Inés Amor— organizada por André Breton, Wolfgang Paalen y César Moro,[7] para discutir sobre la ideología y el compromiso social del arte. Critica a los “ismos” porque “han dejado como tales una experiencia negativa, dispersando a los artistas y creando en cada uno de ellos un problema individual angustioso”.[8] Para Renau, el individualismo artístico provoca un arte aislado de la realidad humana, un arte intelectualizado que hace a los artistas “museólogos” que solo piensan el arte en las cuatro paredes de un museo. Frente a estos, se encuentran los artistas “puros”, quienes consideran que “existe una corriente saludable, una fuerza irresistible que atrae a buena parte de artistas a la lucha al lado de las fuerzas positivas que mueven la historia contemporánea”,[9] es así como, los artistas deben reconocer las contradicciones entre la obra y la posición ideológica y psicológica frente a la realidad.

 

Renau no fue el único crítico republicano en cuestionar la exposición surrealista. Por su parte, Ramón Gaya, en la revista del exilio “Romance”, publicó “Divagaciones en torno al Surrealismo”, donde discute sobre la vigencia del Surrealismo, apunta que la muestra es “demasiado tardía para ser presente y demasiado próxima para ser historia […] de ahí que toda la exposición en conjunto produzca esa impresión de escombro, de residuo, de objetos empolvados, de ceniza”.[10] Para los artistas republicanos, el Surrealismo significó un movimiento que lanzó a la palestra el tema del compromiso del arte; durante la guerra, fue una de las cosas que ayudó a expresar el drama y los desastres del momento e instauró lo que ellos mismo llamarón un “Surrealismo social”. Por el contrario, un sector de la crítica mexicana leyó esta exposición como una ventana o un momento de apertura a otras corrientes del arte internacional, frente a la hegemonía del arte nacionalista.

 

Al término de la segunda Guerra Mundial, tras la derrota de las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón), la comunidad republicana en el exilio se encontraba a la expectativa del rechazo internacional al gobierno golpista de Francisco Franco. Desde finales de la década de 1940, la Organización de las Naciones Unidas (onu) mostró una apertura paulatina en la aceptación del gobierno franquista, esta situación provocó las constantes protestas en el ámbito internacional y, por supuesto, entre los artistas y críticos republicanos radicados en México. Renau se sumó activamente a las manifestaciones contra el franquismo en este periodo (1947-1958), a través del diseño de carteles, fotomontajes e ilustraciones y de textos críticos.

 

Este contexto político coincide con la división del mundo en dos bloques: el capitalismo vs. el comunismo, lo que provocó también la polarización de las tendencias artísticas. En la crítica de arte internacional, estaba presente la disputa entre el arte adherido al realismo socialista estalinista y el arte abstracto europeo y estadounidense. Asimismo, en el ámbito nacional, se suma el reclamo de los jóvenes artistas y críticos a las exigencias de la aceptación de nuevas formas y prácticas artísticas y la creación de nuevos espacios e instituciones, en confrontación con el muralismo y la escuela mexicana de pintura.

 

Renau publica, en plena guerra fría, una serie de textos con el título general de “Abstracción y realismo. Comentarios sobre la ideología en las artes plásticas”[11], en la revista “Nuestro Tiempo”, creada por el pce en el exilio. La intención del valenciano era publicar cuatro artículos con los subtítulos: “I. Significación de la obra de arte como objeto del mercado artístico”, “II. La crisis ideológica en el arte de nuestros días”, “III. Crítica y abstracción: tendencias formales del arte capitalista” y “IV. Las corrientes del nuevo realismo en la pintura”. De esta serie, solo logró publicar los dos primeros ensayos, de manera que dejó en el tintero los dos últimos.

 

El primero de los textos aborda el significado de la obra de arte como objeto artístico; para Renau, el arte “no es una cosa o un objeto, sino un acto de comunicación, es decir, un medio de relación entre los hombres. La obra de arte, en las grandes épocas de plenitud y en el seno de las sociedades primitivas, ha jugado siempre un papel de máxima trascendencia, junto a la religión y la filosofía, como precioso vehículo del pensamiento de los hombres”.[12] Acorde con el contexto artístico, expuso el enfrentamiento entre el arte realista socialista y el llamado “arte puro”: el artista marxista debe luchar contra el carácter cosificador que la sociedad capitalista confiere a la obra de arte.[13] Durante la Guerra Civil española, los artistas optaron por la producción de un arte revolucionario, realista y antifascista; sin embargo, después de la segunda Guerra Mundial, la tendencia del arte optó por una expresión individualista, antirrealista, surrealista y abstraccionista.

 

Un año después, Renau publicó la segunda entrega de la serie con el subtítulo “La crisis ideológica en el arte de nuestros días”,[14] donde propuso como salida ante tal crisis adoptar el materialismo dialéctico “como superación ideológica y metódica del racionalismo mecanicista burgués, permite al hombre discernir racionalmente, entre la maraña de los hechos vivos, la naturaleza de estas fuerzas históricas y la posibilidad de actuar sobre ellas revolucionariamente”.[15] A los ojos de Renau, el artista tenía que cumplir un papel activo y protagónico frente a su realidad histórica y evitar la enajenación abstraccionista. Renau se entregó a la escritura de estos artículos, Manuela Ballester así lo expresó: “Renau no está para nada más que para lo del artículo de ‘Nuestro Tiempo’,[16] el resultado le valió la felicitación de los camaradas del pce”.[17]

 

En 1951, como parte de la política artística internacional del franquismo, a través del Instituto de Cultura Hispánica, se convocó a una serie de certámenes de arte contemporáneo, “Las Bienales Hispanoamericanas”, con la intención de atraer la atención de los artistas europeos y de América Latina. Se celebraron tres ediciones en Madrid, la Habana y Barcelona entre 1951 y 1956. Como oposición al régimen, Pablo Picasso hizo un llamado internacional a iniciar un movimiento en contra de estos certámenes, proponiendo la organización de contrabienales en París y Caracas. Picasso publicó un manifiesto en septiembre de 1951, en el diario “El Nacional” de Caracas, donde propuso la organización de las exhibiciones como símbolo de protesta.

 

En el número 2 de “Nuestro Tiempo”, la redacción se pronunció en contra de la Exposición Bienal Hispanoamericana organizada por el Instituto de Cultura Hispánica que se celebraría en el mes de octubre en Madrid. En la nota “Dos exposiciones, dos mundos”, se criticaron las tendencias artísticas que se presentarían:

 

A juzgar por lo que dice la prensa al servicio de ese Gobierno, se enfrentarán en la exposición principalmente dos tendencias a cual más reaccionaria y trasnochada: la vieja escuela academicista anquilosada y las que llaman allí tendencias modernas, es decir, las abstraccionistas y formalistas, de sentido pesimista y morboso, que en el momento en que los sectores avanzados de la humanidad las arrinconan con los trastos inútiles, es natural que encuentren ayuda y protección en los que oprimen a España.[18]

 

En la siguiente entrega de la revista, apareció la “Declaración de los pintores españoles republicanos residentes en México” en contra de la Primera Bienal Hispanoamericana. En ella, celebran la ola de rechazo expresada por los artistas hispanoamericanos: “nosotros como pintores españoles, al expresar nuestra profunda oposición a esa farsa del Instituto de Cultura Hispánica, expresamos así la fidelidad a nuestro pueblo”.[19] Frente a esta protesta, importantes artistas mexicanos se unieron al repudio de la muestra española: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Chávez Morado, Leopoldo Méndez, Pablo O’Higgins, Xavier Guerrero, Frida Kahlo y Santos Balmori, entre otros, firmaron el manifiesto publicado el 4 de octubre en “El Popular”, con el título “Exposición que no es más que una maniobra fascista. Artistas e intelectuales mexicanos protestan por la organización de un acto de propaganda franquista”,[20] donde expresaron abiertamente la negativa a participar en la bienal porque esto significaría colaborar con el régimen franquista.[21]

 

Como respuesta al llamado de Picasso, en México, se organizó la Primera Exposición Conjunta de Artistas Plásticos Mexicanos y Españoles Residentes en México que se celebró en el espacio de “La Flor” en el Bosque de Chapultepec, del 12 de febrero al 12 de abril.[22] En la exposición participaron 63 artistas mexicanos y 28 españoles con cerca de 300 obras.[23]

 

En “Nuestro Tiempo”, en el número 6, de julio de 1952, Renau y el artista mexicano Chávez Morado publicaron dos artículos sobre la Contrabienal Mexicana y sobre la Bienal Hispanoamericana. La reseña de Morado inicia con el recuerdo de su visita a España en tiempos de guerra, esto significó un acercamiento a la lucha antifascista republicana. Hace hincapié en el rechazo de los artistas a la invitación de la bienal de Franco, mientras que en la Exposición de Artistas Mexicanos y Españoles están representados “todos los grandes pintores de México y de España y también la juventud talentosa”. Para Morado, lo que une el arte mexicano con el español es la representación realista y el dramatismo, los primeros luchan por los campesinos y los segundos, por la independencia de su país. La reseña está ilustrada por un buen número de pinturas y grabados que se presentaron en la exposición mexicana.

 

Por su parte, Renau publicó, en “Nuestro Tiempo”, el artículo “Sobre la Bienal franquista” dividido en tres subtítulos: “El escenario de la farsa”, “La farsa” y “La gran estafa”. Primero denunció la injusticia y la desigualdad que sufría el pueblo español bajo el franquismo y el enriquecimiento de la oligarquía. Más adelante, acusó al Instituto de Cultura Hispánica de intentar ligar la tradición del arte español con la tradición de los pintores falangistas. En la última parte, se detuvo en las tendencias artísticas que intentaban promover la política cultural franquista, representadas por el abstraccionismo, el surrealismo y el cubismo:

 

El contenido temático de la Bienal corresponde plenamente, desde la primera hasta la última de las obras expuestas, a los propósitos de la maniobra diversionista del franquismo con respecto a la realidad española, a la lucha contra las nuevas tendencias del Realismo Socialista en el terreno del arte, y a la sórdida tarea de degradar la condición humana del artista y unirlo al gobierno de tradición nacional y al carro imperialista de una nueva carnicería universal.[24]

 

Renau aclaró que no todos los artistas en el interior de España están en la línea del arte del franquismo, sino que había grupos de jóvenes artistas luchando por el antiimperialismo y a favor de la lucha por la paz. Concluyó resaltando la labor que hacían los artistas comunistas emigrados para emprender la lucha contra el franquismo y recuperar la democracia y la paz en España.

 

Los textos que publicó Renau en “Nuestro Tiempo” muestran el radicalismo ideológico que adoptó en la década de 1950, lo que supone una etapa estalinista. Ante el momento histórico que vivía la España franquista, tomó la pluma para posicionarse desde la trinchera del pce. Ante el momento internacional del arte, se posicionó desde la trinchera del realismo socialista.

 

No obstante, del apoyo expresado por artistas y críticos mexicanos a las movilizaciones antifranquistas convocadas por los artistas republicanos en el exilio, David Alfaro Siqueiros, en diversas ocasiones, reclamó la falta de interés de estos por adherirse al movimiento muralista y reclamó la falta de apoyo de los críticos al movimiento, hasta el grado de llamarlos enemigos del muralismo.[25] Esto es muestra de las discusiones y tensiones que existían entre los intereses de los críticos nacionalistas mexicanos frente a los intereses de los críticos republicanos, a pesar de coincidir en las ideas comunistas.

 

 

Bibliografía

 

  1. Alfaro Siqueiros, David, No hay más ruta que la nuestra. Importancia nacional e internacional de la pintura mexicana moderna, México, 1978.
  2. Alfaro Siqueiros, David, “Carta abierta a los pintores españoles radicados en México”, en Revista Impacto, Archivo SAPS, 14 de diciembre de 1955.
  3. Anónimo, “Dos exposiciones, dos mundos”, en Nuestro Tiempo. Revista española de cultura, Segunda época, año III, Núm. 2, octubre 1951, p. 46.
  4. Anónimo, “Declaración de los pintores españoles republicanos residentes en México”, en Nuestro Tiempo. Revista española de cultura, Segunda época, año III, Núm. 3, 1951, p. 80.
  5. Brihuega, Jaime (ed.), Arte y política en España: 1898-1939, Consejería de Cultura, Andalucía, 2002.
  6. Cabañas Bravo, Miguel, “Exilio político y crítica artística. El caso de los republicanos españoles en México”, en Revista de Historiografía, VII, Núm. 13, 2010, pp. 30-55.
  7. Cabañas Bravo, Miguel, Artistas contra Franco. La oposición de los artistas mexicanos y españoles exiliados a las bienales hispanoamericanas de arte, IIE, UNAM, México, 1996.
  8. Diarios de Manuela Ballester, 21 de julio de 1949. Manuscrito. Archivo Carlos Renau.
  9. Diarios de Manuela Ballester, 9 de septiembre de 1949. Manuscrito. Archivo Carlos Renau.
  10. Fernández, Justino, “Catálogo de exposiciones, 1940”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, II, Núm. 7, 1941, pp. 87-95.
  11. Gaya, Ramón, “Divagación en torno al Surrealismo”, en Romance. Revista Popular hispanoamericana, Núm. 22, 1940, p. 7.
  12. Manrique, Jorge Alberto, “Crítica en Latinoamérica: sintonías y disonancias”. En Simpatías y diferencias. Relaciones del arte mexicano con el de América Latina, IIE, UNAM, México, 1988, pp. 293-302.
  13. Renau, Josep, “Notas al margen de Nueva Cultura”, en Nueva Cultura, Topos Verlag AG, Vaduz, 1977.
  14. Renau, Josep, “Fundamentación actual del arte”, en Orto, Núm. 1, 1932, pp. 41-44.
  15. Renau, Josep, “Reflexiones sobre la crisis ideológica del arte”, España Peregrina, Núm. 2, 1940, pp. 70-74.
  16. Renau, Josep, “Abstracción y realismo. Comentario sobre la ideología en las artes plásticas. I”, en Nuestro tiempo. Revista de cultura, Núm. 1, julio de 1949, pp. 35-42.
  17. Renau, Josep, “Abstracción y realismo. Comentario sobre la ideología en las artes plásticas: La crisis ideológica en el arte de nuestros días. II”, en Nuestro Tiempo. Revista española de cultura, Núm. 4/5, septiembre de 1950, pp. 25-36.
  18. Renau, Josep, “Sobre la Bienal franquista”, en Nuestro Tiempo. Revista española de cultura, Núm. 6, julio de 1952, 43.

 

 

Notas

 

  1. Jorge Alberto Manrique señala sobre los artistas en el siglo xx: “Es característica de muchos productores de arte en este siglo su necesidad de teorizar; asumen así por lo menos parcialmente el papel del crítico; críticos y teóricos ellos mismos, la crítica teoriza sobre sus teorías”. Simpatías y diferencias. Relaciones del arte mexicano con el de América Latína, “Crítica en Latinoamérica: sintonías y disonancias”, ed. cit., p. 296.
  2. Miguel Cabañas Bravo, Revista de Historiografía, “Exilio político y crítica artística. El caso de los republicanos españoles en México”, ed., cit., pp. 30-55.
  3. Jaime Brihuega (ed.), “Arte y política en España, 1898-1939”, ed., cit., p. 20.
  4. Josep Renau, Nueva Cultura, “Notas al margen de Nueva Cultura”, ed., cit..
  5. Josep Renau, Orto, “Fundamentación actual del arte”, ed., cit., pp. 41-44.
  6. Josep Renau, España Peregrina, “Reflexiones sobre la crisis ideológica del arte”, ed., cit., pp. 70-74
  7. Justino Fernández, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, “Catálogo de exposiciones, 1940”, ed., cit., pp. 87-95.
  8. Josep Renau, Reflexiones sobre la crisis ideológica del arte, ed. cit., p. 72.
  9. Ibid., p. 74.
  10. Ramón Gaya, Romance. Revista Popular hispanoamericana, “Divagación en torno al Surrealismo”, ed., cit., p. 7.
  11. Josep Renau, Nuestro tiempo. Revista de cultura, “Abstracción y realismo. Comentario sobre la ideología en las artes plásticas. I”, ed., cit., pp. 35-42; Nuestro Tiempo. Revista española de cultura, “Abstracción y realismo. Comentario sobre la ideología en las artes plásticas: La crisis ideológica en el arte de nuestros días. II”, ed., cit., pp. 25-36.
  12. Renau, “Abstracción y realismo. Comentario sobre la ideología en las artes plásticas. I”, ed., cit., p. 36.
  13. Idem
  14. Renau, “Abstracción y realismo. Comentario sobre la ideología en las artes plásticas. II”, ed., cit., pp. 25-36.
  15. Renau, “Abstracción y realismo. Comentario sobre la ideología en las artes plásticas. II”, ed., cit., p. 26.
  16. Diarios de Manuela Ballester, 21 de julio de 1949. Manuscrito. Archivo Carlos Renau, ed., cit. 
  17. Ibidem, 9 de septiembre de 1949: “Ha llegado Renau de México y trae muy agradables noticias, le han felicitado los camaradas por su artículo de arte que ha publicado en Nuestro Tiempo”.
  18. Anónimo, Nuestro Tiempo. Revista española de cultura, “Dos exposiciones, dos mundos”, ed., cit., p. 46.
  19. Ibidem, “Declaración de los pintores españoles republicanos residentes en México”, ed., cit., p. 80.
  20. El Popular, “Exposición que no es más que una maniobra fascista. Artistas e intelectuales mexicanos protestan por la organización de un acto de propaganda franquista”, ed., cit., pp. 1 y 5.
  21. Miguel Cabañas Bravo realizó una investigación exhaustiva sobre la respuesta de los artistas republicanos en México y los artistas mexicanos ante la convocatoria de la I Bienal Hispanoamericana. Véase Miguel Cabañas Bravo, Artistas contra Franco. La oposición de los artistas mexicanos y españoles exiliados a las bienales hispanoamericanas de arte.
  22. La primera exposición conjunta entre artistas mexicanos y españoles fue organizada por la Junta de Cultura Española en marzo de 1940. Cf. España Peregrina, n.º 3 (abril 1940): 135, ed., cit.
  23. Entre los artistas mexicanos se encuentran: Diego Rivera Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Xavier Guerrero, Chávez Morado, Pablo O’Higgins, María Izquierdo, Olga Costa, Leopoldo Méndez, Adolfo Mexiac, Fanny Rabel y Alberto Beltrán; entre los españoles, Antonio Rodríguez Luna, Josep Renau, José Moreno Villa, Elvira Gascón, José Bardasano, Juana Franscisca Bardasano, Miguel Prieto, Vicente Rojo, Manuela Ballester, Ceferino Palencia y German Horacio, entre otros. Miguel Cabañas Bravo, Artistas contra Franco. La oposición de los artistas mexicanos y españoles exiliados a las bienales hispanoamericanas de arte, ed., cit., pp. 70-71.
  24. Josep Renau, Nuestro Tiempo. Revista española de cultura, “Sobre la Bienal franquista”, ed., cit., p. 43.
  25. Véase David Alfaro Siqueiros, No hay más ruta que la nuestra. Importancia nacional e internacional de la pintura mexicana moderna, ed., cit., p. 77; David Alfaro Siqueiros, Revista Impacto, “Carta abierta a los pintores españoles radicados en México”.