Gabriela Cabezón Cámara, 2016 Creative Commons (CC)
Resumen: En este artículo, realizo un abordaje al personaje travesti Cleopatra de la novela La Virgen Cabeza de la escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara, en el contexto histórico de la lucha por el derecho a la ciudad en Argentina, producida por la crisis local del 2001 y la global del 2008 dentro del proyecto neoliberal. Lo organizo en una parte introductoria a partir de una lectura de David Harvey para desarrollar, de manera sucinta, el derecho a la ciudad desde la subalternidad de un personaje queer. En la segunda, ubico esta obra dentro de la tradición de la narrativa villera con referencia al escenario social del conurbado argentino. Incluyo, una reflexión sobre la utopía villera en la trama del relato como un ejercicio de imaginación y de resistencia. En la conclusión, recapitulo sobre la potencia literaria y política de esta obra para pensar y sentir que otra ciudad es posible.
Palabras clave: Travesti, subalternidad, transbarroco, espacio villero y locus amoenus
Abstract: In this article, I take a look at the transvestite character Cleopatra in the novel La Virgen Cabeza by the Argentine writer Gabriela Cabezón Cámara, in the historical context of the struggle for the right to the city in Argentina, produced by the local crisis of 2001 and the global crisis of 2008 within the neoliberal project. I organize it in an introductory part based on a reading by DavidHarvey to develop, in a succinct way, the right to the city from the subalternity of a queer character. In the second, I place this work within the tradition of slum narrative with reference to the social scenario of the Argentine conurbation. I include a reflection on the slum utopia in the plot of the story as an exercise of imagination and resistance. In the conclusion, I recapitulate the literary and political power of this work to think and feel that another city is possible.
Keywords: Transvestite, subalternity, transbaroque, urban space and locus amoenus
Espacio urbano y marginalidad
Un personaje como Cleopatra en la novela La Virgen Cabeza[1] de Gabriela Cabezón Cámara es una representación literaria de lo que se ha llamado ciudadanía “insurgente”, la cual pone en escena la problemática del llamado derecho a la ciudad que, en reflexión del antropólogo y geógrafo, David Harvey en Ciudades rebeldes[2] apunta: “más que una moda intelectual es una emergencia que aparece en las calles, barrios y como un grito de socorro de gente oprimida en tiempos desesperados”. Cleopatra o Cleo es una okupa de una villa llamada: El Poso. Es decir, mediante el ejercicio de ficción la autora hace hablar al sujeto subalterno: [3] una travesti precaria, suburbana y cobriza. Un sujeto de la disidencia sexual sin acceso a la vivienda y a una identidad legal. Esta traba innominada, llamada por la autora con un arquetipo de lo femenino, encarna una entronización y recolocación política del personaje que lo habilita como una líder natural de un espacio social habitado por otros sujetos marginales -igualmente- sin acceso a derechos sociales básicos como la seguridad, el alcantarillado, el alumbrado público, los servicios de emergencia médica.
Ahora bien, sí Harvey se pregunta: “El gran problema político es como se pueden autoorganizar y convertirse en una fuerza revolucionaria grupos tan diversos…”[4]. En La Virgen Cabeza, la travesti Cleo organiza el espacio villero desde una autonomía política, promueve prácticas de autogestión económica (el criadero de truchas), relaciones sexo afectivas fuera del paradigma binario tradicional (La pareja queer Cleo/ Qüity) e irradia una reproducción de subjetividad disruptiva. También, en “El derecho a la ciudad” Harvey apela al derecho de la ciudad no reducido a lo meramente individual sino desde la dimensión de lo colectivo, lo asociativo y lo común. Sobre todo, precisa como en los procesos de expansión de capital mediante los procesos de urbanización:
El derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los recursos humanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad. Es, además, un derecho común antes que individual, ya que esta transformación depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo para remodelar los procesos de urbanización.[5]
Lo anterior, viene al caso porque en La Virgen Cabeza publicada, por primera vez, en el año de 2009, es una producción cultural y política que expresa el conflicto social entre los corporativos especulativos y la expansión ilimitada del mercado en zonas precarias de ciudades argentinas, de manera particular en el conurbado de la Ciudad de Buenos Aires, entre el espacio urbano privilegiado, el “Country Club” con el espacio marginal de la villa “El Poso”. Dicho de otro modo, entre los intereses de mafias inmobiliarias y la construcción de un okupa, que proporciona vivienda a los sujetos precarios y subalternos encabezados por Cleopatra. Si bien, esta ficción tiene como contexto la crisis social producida por el capitalismo local del 2001, expresada en las revueltas populares “el cacerolazo” y la renuncia del entonces presidente de la Argentina, Fernando de la Rúa y de su gabinete bajo la consigna “¡Que se vayan todos!”, así como la crisis global del neoliberalismo del 2008.
Una primera consideración que habría que hacer es, a pesar de lo que algunos piensan, las formas autonómicas reciben un impulso a partir de esa misma crisis del 2008. En ese sentido, es sintomático que los principales contenidos políticos y sociales de la novela, encuentren la posibilidad de pensar otro mundo posible a través de la forma de la autogestión. Esta reaparición de los proyectos autonómicos inspirados, en cierta medida, por el neozapatismo mexicano que irrumpe en 1994 a contrapelo de la globalización neoliberal, también ha sido estudiada por Manuel Castells en Otra economía es posible, un estudio de campo que abarca los años de 2011 al 2015 coordinado por Castells para estudiar la significación de ese auge: “Por toda Europa y Estados Unidos surgieron una serie de prácticas económicas que encarnaban valores alternativos, el valor de la vida sobre el dinero; la efectividad de la cooperación sobre la competencia despiadada”.[6]
Transbarroco: resistencias y utopía
La implantación de una propuesta de ciudad neoliberal, excluyente de amplios sectores populares, ha producido un correlato como indican varios estudios de las políticas de urbanización instrumentadas por el gobierno argentino dentro del proyecto neoliberal. Sobre ello, por ejemplo, la investigadora Mariela Díaz apunta: “La dictadura militar argentina (1976-1983) se orientaron a la construcción de una ciudad que hay que merecer, ubicando a la ganancia y al capital privado en el centro de la planificación urbana”.[7] Examino, desde mi lectura, que el territorio irregular de las villas marginales en este artefacto literario aparece un espacio otro, que funciona como interdicción, apertura u oquedad donde el referente sociológico (La Cava), mediante lo literario y el dispositivo transbarroco lo convierte en otra cosa. Una especie de ejercicio de imaginación política anclada en la utopía de la autonomía villera.
Así, de esta manera, en la novela, el espacio villero llamado El Poso, como lo afirma Martín Sozzi, hace alusión a La Cava, una frontera que establece una división social de clases, entre habitantes que lo tienen todo y otros del mismo país que, al mismo tiempo, carecen de los servicios básicos de existencia: “la villa en La Virgen Cabeza, es una villa que constituye una fortísima ruptura con las casas de las familias adineradas que la rodean, un pasaje a otra dimensión… El camino en declive que conduce a El Poso (una clara alusión a la villa La Cava, del partido de San Isidro) es una suerte de descenso a los infiernos: la villa”.[8] Por su parte, en el capítulo 5 “La madrugada después” uno de los personajes centrales de la novela, la periodista Qüity relata su entrada por primera vez a la villa:
Esa vez quedó en aproximación nomas bajamos de la autopista apenas vimos la villa. Esta en la parte más baja de la zona: todo va declinando hacia ella suavemente menos el nivel de vida que no declina se despeña en los diez centímetros de la muralla, cuyo potencial publicitario la municipalidad lo descuido. Era el último espejo de los vecinos pudientes, la última protección: en vez de ver la villa se veían a sí mismos estilizados y confirmados en los afiches, en la cima del mundo con sus celulares, sus autos, sus perfumes y sus vacaciones. Una pena que tanta plenitud fuera interrumpida por las puertas mugrosas de los pobres: “El arco era encantador, “bienvenidos a El Poso”.[9]
Sobre la noción del espacio villero “El Poso” en La Virgen Cabeza y un afuera o exterioridad el “Country Club”. La primera la concibo, siguiendo a la investigadora Paola Cortés Rocca, como un dispositivo reservorio. Me gusta la palabra reservorio para referirse al espacio villero, porque hace referencia a lo orgánico, lo biológico y lo epidérmico. Es la articulación de una metáfora del cuerpo social con el cuerpo biológico, de las problemáticas colectivas con los padecimientos individuales. Incorpora con pertinencia, al análisis del espacio narrativo- social, a la noción del cuerpo. Entonces: ¿podemos separar, en el espacio narrativo villero a los cuerpos que lo habitan y producen una subjetividad particular? Considero que, en la novela de Cabezón Cámara, se puede hablar de un espacio, como un lugar virulento habitado por corporalidades abyectas.
En La Virgen Cabeza los cuerpos que aparecen son marginales y precarios. Cuerpos carbonizados o asesinados por los elementos policiacos. Cuerpos discordantes o queer como el de la misma Cleopatra, que contiene las huellas de la violencia homofóbica de su padre el sargento Carlos Lobos: “Tenía una pierna más corta que la otra, por la paliza que le había dado el padre”.[10]Al mismo, tiempo, cuerpo discordante que deviene cuerpo-ciborg-silicón. En el capítulo 15, Cleo apunta: “Y las otras chicas porque creían que eran una armadura esas tetas tremendas que nos hacía el enfermero Gómez”.[11]
Otro punto es, lo que apunta Cortés Rocca al ubicar a la misma Cabezón Cámara dentro de, lo que en, la literatura argentina de las últimas décadas se ha denominado narrativas villeras para referirse a aquellas producciones literarias que surgen del espacio sociocultural del conurbado argentino. En esa perspectiva, la investigadora argentina, ubica, en primer término, a La Villa, novela de César Aira publicada en el 2001, aunque, la genealogía de las narrativas villeras se remota a clásicos como el de la escritora porteña Rosa Wernicke (1907-1971) Las colinas del hambre, Villa Miseria, América también es escritor de Bernardo Verbitsky. Es decir, hay una tradición de narrativa villera antes de la aparición en el 2009 de la novela de Gabriela Cabezón Cámara. Entonces, su dispositivo literario contiene la tradición de la narrativa villera argentina, pero, en el análisis que sugiero, la trasciende y le da un sentido personal al introducir el tema de la carnavalización, la parodia y lo barroquizante de su forma literaria. Dignifica a los sujetos sociales subalternos mediante la inversión de los roles sociales tradicionales.
No obstante, en el caso específico de La Virgen Cabeza es atípica a las propias narrativas villeras, no sólo, porque introduce, el análisis canónico y convencional, la variable de la simulación travesti- Cleopatra, sino que, en términos del lenguaje y de la forma literaria, desestabiliza y trastoca esas nociones convencionales al dispositivo barroquizante.[12] En ese sentido, la espacialidad de esta novela esta, al igual que la construcción de su personaje central Cleo. Es el caso, de el nombre de El Poso, en la dimensión villera, que alude a la noción de un viaje al inframundo, un descenso a los infiernos urbanos de la Ciudad de Buenos Aires, a la manera de Dante. En el Poso, no se entra sino se cae. Por eso el personaje Qüity, habla de su entrada al espacio villero como un infortunio y una caída para iniciar una temporada en el infierno: “bajamos de la autopista apenas vimos la villa. Está en la parte más baja de la zona: todo va declinando hacía ella suavemente menos el nivel de vida que no declina se despeña en los diez centímetros de la muralla.”[13]
Utopía travesti o locus amoenus
Algunas de las características que definen a la villa, será —en la voz narrativa de Qüity— es el concepto de locus amoenus para, desde la ficción literaria, construir una utopía colectiva. La villa es el espacio urbano, la metáfora de un inframundo social, el infierno en la tierra que ha producido en la Argentina el proyecto neoliberal en su parte más residual y desechable. Esa producción del espacio urbano se ajusta a lo que Edward Soja describió como: “una colección de ciudades carcelarias, un archipiélago de “recintos normalizados” y espacios fortificados que atrincheran, tanto voluntaria como involuntariamente, a los individuos y a las comunidades en islas urbanas visibles y no tan visibles.”[14]
El espacio infrahumano de la villa lo deduzco como metáfora social que representa —literalmente— la cara oculta de un sistema económico que depreda la naturaleza y el medio ambiente, sino que se presenta como una máquina de producción de muerte que desecha a segmentos enteros de la población.
Ya el filósofo francés Henri Lefebvre en La producción del espacio, en 1974 hablaba de la destrucción creativa en la expansión capitalista del espacio con referencia de los grupos subalternos:
Paralelamente se produce una estrategia de expulsión de individuos o grupos “ “incómodos” e “inquietantes” hacia las periferias. Clásica fórmula esta que como afirmara Engels, la burguesía utiliza en la ciudad para “solucionar problemas” (y particularmente los de la vivienda): los desplaza a otro lugar.[15]
Por tal razón, novelas como La Virgen Cabeza y La Villa de César Aira expresan la profunda crisis del proyecto de Estado de Argentina, lo que la misma Paola Cortés, en relación a La Villa describe como: “captura ese rumor neoliberal que está en el aire y lo fija en una imagen que luego se volverá emblemática de la crisis en Argentina: hordas revolviendo la basura en medio de los barrios de la clase media porteña y metiéndose en los tachos como un modo de sobrevivir al capitalismo más salvaje”.[16]
El locus amoenus es —sobre todo— un tópico recurrente en las literaturas clásicas y una referencia a un lugar idealizado, un lugar asociado a la idea o imagen del paraíso.
La villa, El Poso en La Virgen Cabeza, es una representación literaria de muchas de las villas del conurbado de la Ciudad de Buenos Aires, en un sistema social donde la condición de sus habitantes muestra una verdad a la cara: “el sistema está hecho para que nos matemos unos a otros” dice uno de los protagonistas del documental Cartoneros de Villa Itatí (2003).
No solo porque sus habitantes sobreviven con los residuos del mercado neoliberal, sino porque, ellos mismos, son sujetos residuales del ordenamiento social. Por esa razón, el basurero funciona como la metáfora de un mundo donde unos pocos tienen todo mientras la mayoría carece de lo mínimo necesario para vivir con dignidad. En Cartoneros de Villa Itatí se ofrece el testimonio de Carlitos un niño cartonero asesinado por la espalda, sin motivo, por la política del gatillo fácil. Lo que, les obliga a organizarse en una resistencia política.
Ahora bien, si un lugar como el okupa se constituye fuera del sistema capitalista, en la narrativa villera y en la propia representación literaria de Gabriela Cabezón Cámara, la configuración de esa nueva realidad social es la puesta en práctica de nuevos principios de relación social entre sus habitantes. En la cultura Villera desaparece la noción de Estado y contrato social que lo constituye; pero sigue existiendo la producción de lo común y lo colectivo. No es la desaparición de todos los códigos éticos, sino la reconfiguración de principios individuales y colectivos en otra realidad comunitaria diferente.
Empero, lo que los sujetos subalternos producen en el espacio villero es la noción de munus. En Villa Itatí mediante la represión política se produce una colectividad integrada por sujetos políticos, si bien subalternos, pero asociados en un esfuerzo colectivo con un horizonte común. En la trama de la novela, la villa, El Poso, la autora representa, en términos literarios, una autonomía en forma de locus amoenus liderada por la travesti Cleopatra. La autonomía villera del ocupa de El Poso está señalada por la misma Cabezón Cámara, en su referencia al zapatismo del sureste mexicano: “Después se pusieron los pasamontañas como los antiguos zapatistas”.[17]
A modo de conclusión
Un artefacto narrativo como La Virgen Cabeza visibilizó en la escena pública la violencia estructural hacía los sujetos de la sexualidad disidente como la padecida por Cleopatra personaje central de la obra. Una violencia histórica que se agudizó en la etapa de la implementación del proyecto neoliberal en argentina con la dictadura y otros gobiernos civiles. La violencia narrada hacía la travesti Cleo de algún modo anticipa en la conversación pública el derecho de las travestis y otros sujetos marginales de las villas argentinas a tener derechos. Antes de la aprobación por mayoría de votos del Congreso Argentino de la Ley Federal De la identidad de género aprobada en el año del 2011 los argentinos ya tenían a la Virgen Cabeza como una anticipación política y literaria de la necesidad de reconocimiento legal de las personas travas o travestis.
En El Poso como la mayoría de los espacios villeros es un lugar abyecto o un basural, el desenlace violento de la trama narrativa ejemplifica la crisis aguda del proyecto neoliberal de ciudad y la oposición al proyecto de autonomía villera como expresión de una resistencia política de sujetos precarizados y excluidos de la ciudad neoliberal. Esta novela es la presentación de la marginalidad social del espacio villero como una entronización colectiva a partir de la construcción simbólica de El Poso como un verdadero locus amoenus con reminiscencias bíblicas y medievales. El espacio villero se presenta como el paraíso y la utopía de sus habitantes. El paisaje físico aparece con la descripción y la ornamentación propia de una imagen barroca del paraíso: “Lo que teníamos en la villa está perdido, si como el paraíso está perdido y perdidos, Están sus prados y la sombra de sus árboles y las ramas inclinadas por el peso de las flores y las frutas que brillaban como joyas y los pájaros que cantaban como ángeles”.[18]
La historia de Cleo en el conurbado argentino visibiliza la violencia destructiva del capitalismo neoliberal hacia las personas sintecho y sin nombre, la autora Gabriela Cabezón Cámara desde su ejercicio de ficción literaria no sólo ha ofrecido un testimonio intensamente humano de la condición travesti sino la resignifica y recoloca con una potencia de imaginación política para pensar y sentir que otra ciudad es posible. Es decir, una práctica social diferente, una reivindicación de lo asociativo y lo comunitario una heterotopía.
Bibliografía
- Díaz, Mariela, “Políticas habitacionales y urbanismo neoliberal: la intervención estatal en la Villa 20, Argentina (1984-2018)”, Revista de Urbanismo, 40, 1-19. https://doi.org/10.5354/0717-5051.2018.51814, 2019.
- Cámara, Gabriela Cabezón, La virgen cabeza, Random House, Reino Unido, 2019.
- Castells, Manuel, Otra economía es posible, Comercial Grupo Anaya, SA, 2017.
- Cortes Rocca, Paola, “Narrativas villeras. Relatos, acciones y utopías en el nuevo milenio.” Historia crítica de la literatura argentina 12, 2018.
- Rule, Victoria, “Cleopatra: Representaciones de lo femenino en La Virgen Cabeza de Gabriela Cabezón Cámara. From the archetype Cleopatra to the figure of Cleo.” FemCrítica. Revista de estudios literarios y crítica feminista 1.1 7- 18, 2023.
- Harvey, David, Ciudades rebeldes: del derecho de la ciudad a la revolución urbana, Ediciones Akal, 2013.
- Harvey, David, “The Right to the City”, en Monthley Review, 2008.
- Lefebvre, Henri, La producción del espacio, Capitán Swing Libros, Madrid, 2013.
- Soja, Edward W. Postmetrópolis: estudios críticos sobre las ciudades y las regiones. Traficantes de sueños, 2008.
- Sozzi, Martín. “Representar los márgenes. La narrativa de Gabriela Cabezón Cámara”, EnBartalini, Carolina, y Martin Biaggini, Actas del Primer Simposio Internacional Literaturas y Conurbanos, Universidad Nacional Arturo Jauretche, Buenos Aires, 2020.
- Spivak, Gayatri Chakravorty. “¿Puede hablar el subalterno?”, Revista Colombiana de Antropología, vol. 39, enero-diciembre, 2003, pp. 297-364.
Notas
[1] Gabriela Cabezón, La virgen cabeza, Random House, 2019.
[2] David Harvey, Ciudades rebeldes: del derecho de la ciudad a la revolución urbana, ed. cit. s/p.
[3] Utilizo el concepto de subalternidad, por un lado, en el sentido clásico de Antonio Gramsci, es decir como un colorario de hegemonía, bloque histórico, y clase subalterna; y, sobre todo, en el sentido de una problematización de la representación desarrollado por Gayatri Chakravorty Spivak en “¿Puede hablar el subalterno?”.
[4] David Harvey, ed. cit., p. 9.
[5] Harvey, ed. cit., p. 23.
[6] Castells, ed. cit., p. 9.
[7] Manuels Díaz, “Políticas habitacionales y urbanismo neoliberal: la intervención estatal en la Villa 20, ed. cit., p. 9.
[8] Cabezón, ed. cit., p. 29.
[9] Ibidem, p. 27.
[10] Ibidem, p. 46
[11] Ibidem, p. 104.
[12] Me refiero como dispositivo transbarroco al cruce o maridaje entre la identidad queer, andrógina o travesti dentro del recurso barroco. Ver Rule, Victoria. «Cleopatra: Representaciones de lo femenino en La Virgen Cabeza de Gabriela Cabezón Cámara: From the archetype Cleopatra to the figure of Cleo.» FemCrítica, ed. cit., 7-18.
[13] Cabezón, ed. cit., p. 43.
[14] Edward W. Soja, ed. cit., p. 420.
[15] Lefebvre, La producción del espacio, ed. cit., p. 18.
[16] Paola Cortés Rocca, “Narrativas villeras. Relatos, acciones y utopías en el nuevo milenio.”, p. 36.
[17] Cabezón, ed. cit., p. 40.
[18] Cabezón, ed. cit., p. 91.