Paz Errazuriz, Muñecas, 2014
¿Puede hablarse de una ética de la pornografía, o bien, de una pornografía ética? A ensayar una respuesta afirmativa a esta cuestión se dirigen las presentes líneas. Para ello, se colocan en contraste dialógico dos posturas teóricas. Por un lado, el análisis que desde la perspectiva histórico filosófica ha realizado Michel Foucault en torno a la sexualidad, a la forma como se proyectan las relaciones de poder en ese ámbito y al entendimiento que el filósofo francés tiene de la ética como ejercicio reflexivo de la libertad. Por otro lado, la crítica que Catharine MacKinnon ha efectuado, desde un feminismo de ascendencia marxista, a los esquemas de violencia y dominación machista reproducidos en la practica de la sexualidad occidental, entre ellos, en la pornografía. A partir de este contraste, se puede observar que, si bien ambas teorías coinciden en criticar la imposición de estructuras de dominación que determinan el despliegue de la sexualidad (por parte de una cultura cristiana-heteropatriarcal), la propuesta de Foucault en torno a la ética permite superar el “prejuicio” contra la pornografía que proyecta MacKinnon. Así, el marco teórico foucaultiano, del que se parte en estas líneas, permite evidenciar que el porno no es intrínsecamente violento y machista, y que puede ser una vía de liberación y práctica reflexiva de la libertad sexual, sentando las bases de una pornografía ética.
Palabras clave:
Michel Foucault, ética, pornografía, libertad, poder, Catharine MacKinnon
Abstract
Can we speak about an ethics of pornography, or ethical pornography? These lines are directed to trying an affirmative answer to this question. To do this, two theoretical positions are placed in dialogic contrast. On the one hand, the analysis that Michel Foucault has carried out from a historical-philosophical perspective regarding sexuality, the way in which power relations are projected in that area and the understanding that the french philosopher has of ethics as a reflective exercise of freedom. On the other hand, the criticism that Catharine MacKinnon has made, from a marxist feminism point of view, to the schemes of violence and sexist domination reproduced in the practice of western sexuality, among them, in pornography. From this contrast, it can be observed that, although both theories coincide in criticizing the imposition of structures of domination that determine the deployment of sexuality (by a Christian-heteropatriarchal culture), Foucault’s proposal regarding Ethics allows us to overcome the “prejudice” against pornography that MacKinnon projects. Thus, the Foucault’s theoretical framework, from which these lines are based, allows us to show that porn is not intrinsically violent and sexist, and that it can be a way of liberation and reflective practice of sexual freedom, laying the foundations for ethical pornography.
Keywords:
Michel Foucault, ethics, pornography, freedom, power, Catharine MacKinnon
- Introducción
Hablar de pornografía no es fácil. El tema puede despertar interés y resultar atrayente desde la mirada coloquial del morbo. Pero asumirlo con seriedad, desde un lente de negocio no clandestino, desde una esfera de apoyo estatal o desde la reflexión académica (y en particular, filosófica), es prácticamente una labor imposible.1
Si esto es así, reunir en una misma oración los términos “ética” y “porno”, resulta un contrasentido, un oxímoron, una cuestión inviable frente a cualquier intento que no sea una broma provocadora. Plantear la idea de una “ética del porno o de una pornografía ética”, parece solo un gancho de atracción literario, porque al final, el tema será tratado a nivel de chisme o, a lo mucho, de literatura erótica o de crónica; pero difícilmente se asumirá la posibilidad de una reflexión filosófica sobre la sexualidad, el género, el desarrollo de la personalidad o el ejercicio de la libertad.
Este descrédito inicial del tema es por lo menos curioso, si se recuerda que no han sido pocos los autores (Sigmund Freud quizá el más destacado y reconocido) que han puesto en el centro de sus propuestas teóricas la dimensión de la sexualidad. De igual forma, resulta extraña la reticencia de la academia, si se piensa en los más importantes debates contemporáneos en torno al género, en los cuales se reafirma de diversas formas el ejercicio y práctica de la libertad en la dimensión sexual.
Entonces, frente al aparente contrasentido entre términos como “ética” y “pornografía”, en realidad basta detenerse un poco para percibir una conexión esencial que, desde luego, como toda dimensión humana, puede ser abordada desde la lente filosófica.
Tomando en consideración lo anterior, parece que no solo es viable hablar de una “ética de la pornografía”, sino que es incluso indispensable hacerlo con toda la seriedad académica que implica la reflexión filosófica. No obstante, es necesario reconocer que no existe un consenso al respecto. Cuando se habla de pornografía no se navega nunca por aguas tranquilas.
Soy consciente que en estas primeras líneas asumo diversas conexiones conceptuales implícitas. Haré explícitas las más evidentes: una conexión entre la noción de ética y la de libertad; una conexión entre la noción de pornografía y la de sexualidad (o despliegue de la sexualidad en la libertad). Espero poder mostrar en las siguientes líneas estas conexiones.
Para lograrlo, pondré en contraste diálogico dos importantes marcos teóricos que me permitirán tomar postura y hacer una propuesta propia en torno al porno: 1) el marco desarrollado por Michel Foucault a partir de su análisis histórico filosófico de la sexualidad y de su propuesta en torno a la ética, principalmente, y 2) el marco de ideas postuladas por Catharine MacKinnon también en torno a la sexualidad, con el trasfondo de su crítica a estructuras machistas y heteropatriarcales.
A partir de lo anterior, se contará con las herramientas conceptuales necesarias para resignificar la pornografía como una vía poderosa para la práctica de la libertad (sexual evidentemente) y, a la vez, como un espacio a través del cual se puede efectuar el desarrollo de la personalidad y el cuidado de sí mismo, lo que tiene ya un profundo sentido ético, como en cierta forma sostienen Diana Torres o Paul B. Preciado.
- El marco teórico de Michel Foucault
2.1. Poder y esquemas de dominación
Es importante recordar que un eje central de la perspectiva foucaultiana consiste en el reconocimiento de la existencia permanente de relaciones de poder. Toda relación social, se despliega en un tejido de relaciones de poder, en esquemas de dominación.
En el análisis que realiza Michel Foucault en torno a las técnicas de dominación en “Las mallas del poder”2, distingue dos momentos históricos en los que se puede enmarcar este ejercicio del poder. Cada uno de estos momentos, con sus propias particularidades. En primera instancia, Foucault nos habla de un ejercicio del poder medieval, donde el sujeto se encuentra vinculado a reglas, disciplinas y controles (Vigilar y castigar); donde el castigo y el control es directo contra el sujeto. Esto es muy claro cuando habla de los hospitales psiquiátricos y las técnicas de reintegración social aplicadas.
El segundo momento histórico para Michel Foucault se puede ubicar a partir del siglo XVIII, donde las técnicas de dominación se transforman y superan esta relación político-económica entre súbdito y amo. A partir de este punto, señala:
“Se cae en la cuenta, en consecuencia, de que la relación del poder con el súbdito (sujet) o, mejor, con el individuo, no debe ser simplemente esa forma de sujeción (sujétion) que permite al poder quitarle al súbdito los bienes, las riquezas y eventualmente su cuerpo y su sangre, sino que el poder se debe ejercer sobre los individuos en tanto que constituyen una especie de entidad biológica que se debe tomar en consideración, si queremos utilizar a esta población como máquina para producir, producir riquezas, bienes, para producir otros individuos. El descubrimiento de la población es, a la par que el descubrimiento del individuo y del cuerpo adiestrables’’3
Este segundo momento se configura bajo otros parámetros menos directos pero, en mi opinión, más profundos. El sujeto se vuelve individuo (en el sentido que lo hace cuantificable, que lo despersonaliza para volverle un número), en tanto que se configura dentro de estos marcos de poder, dentro de las cifras y determinaciones que configuran los significantes del ser sujeto.
Las técnicas de sí y las técnicas del poder, se conjugan para un control sobre el sujeto en sus determinaciones más biológicas, como nos menciona anteriormente. El cuerpo del sujeto pasa a ser un objeto, una maquinaria que encarna vida y que por ello debe ser reconocida y administrada. En este contexto, el control del cuerpo implica esencialmente el control del deseo y de la sexualidad, a través de instituciones sociales y mecanismos simbólicos más sofisticados que son interiorizados en cada individuo.
Existe además, en este segundo momento, un factor agregado que juega un papel importante en este esquema de dominación: el cristianismo. Aunque las estructuras de ejercicio del poder impuestas por la religión cristiana tuvieron un desarrollo histórico previo, en la modernidad se consolidan como vías idóneas para este nuevo esquema de dominación.
La religión es para la modernidad el verdugo y velador, pero sobre todo un cauteloso vigilante de la moralidad en el sujeto. El cristianismo es, para Michel Foucault, esta empresa que llevará al sujeto a interiorizar su propio policía y, con ello, a determinar el entendimiento y vivencia “legítima” de la sexualidad, siempre desde los criterios morales de la religión cristiana.
2.2. Religión y sexualidad
Como lo ha analizado Michel Foucault en su Historia de la sexualidad, el ejercicio y las prácticas de la sexualidad son actos que se han modificado a lo largo de la historia, incluyendo el rechazo o aceptación de los mismos. Desde los mitos y leyendas en la antigüedad, la sexualidad se involucra directamente con la vida, la muerte y la creación, aportando un significado diferente a la realidad y la existencia cotidiana. Los seres mitológicos pueden dar cuenta de cómo se pensaba la vida antes del cristianismo y permiten reconocer los parámetros morales que se tenían en esa época.
En este sentido, la observación del papel que la sexualidad y el erotismo jugaron en la antigüedad, a través de su representación mítica y teológica, permite entender que la ética en el ejercicio de la sexualidad no se limita a la forma de entendimiento cristiano, sino que puede tener otras formas de entenderse y practicarse. En otras palabras, para Foucault, los parámetros de moralidad cristiana no son los únicos (ni necesariamente los mejores) referentes a partir de los cuales debe ajujstarse el despliegue de la sexualidad.
Para Foucault, el cristianismo ha regido y perpetuado reglas y normas que refuerzan las idea de la monogamia, el celibato y la fidelidad, fortaleciendo un cierto modo de ejercer la sexualidad. Pero esto no necesariamente ha sido siempre así.
- El análisis crítico de Catharine Mackinnon
Foucault no es el único que ha puesto en evidencia la imposición de esquemas de dominación en el ámbito de la sexualidad. Otro ejemplo relevante existe en las tesis de Catharine Mackinnon, abogada feminista antiporno, para quien los modos de vinculación y de relación se ven permeados por un sistema heteropatriarcal. La sexualidad se desenvuelve en la actualidad en el marco de mecanismos muy específicos de ejercicio del poder: “La heterosexualidad es su estructura predominante, el género es su proceso social, la familia es una forma de congelarla, los roles sexuales son sus cualidades generalizadas de dos personas sociales y la reproducción es una consecuencia”4 Mackinnon tiene muy claro que las estructuras del poder se gestan desde el machismo. La dominación de la mujer es el ejercicio del poder constante, pero en el caso más especifico de los modos de relación sexual, está presente además una violación contra las mujeres y un control machista proyectado a través del deseo y las representaciones simbólicas de la sexualidad.
Para MacKinnon, “…[l]a sexualidad es el proceso social que crea, organiza, expresa y dirige el deseo”6 y la pornografía, es un medio que reproduce los parámetros que rigen la sexualidad. Por ello, afirma5 que la pornografía se vincula a un sistema de poder patriarcal donde el control se ejerce desde el aspecto sexual, erótico y represivo, siempre contra la mujer. La libertad de la mujer se ve coaccionada ya que es sometida desde y por su significante sexual.
Si es correcta su apreciación, la pornografía solo reproduce el deseo de los hombres sobre las mujeres, lo impone de manera violenta, sin dejar margen de libertad a estas últimas, lo que hace difícil afirmar la posibilidad de una ética de la pornografía y, mucho menos, de una pornografía ética.
La pornografía estaría reproduciendo de manera erótica o romántica este ejercicio de dominación-sumisión contra la mujer, el hombre antepondría sus deseos por sobre la mujer, utilizándola solo para su propio deseo. Por eso, MacKinnon sostendría que “…[l]o erótico es aquello que define el sexo como una desigualdad…”7
En este punto, parece difícil pensar en modos de libertad sexual planteados desde el deseo. El aparente ejercicio de la libertad sexual que nos han vendido se ve atravesado de prejuicios y normas, pero nunca desde el propio líbido y parecería que menos desde un juicio propio, por lo menos para las mujeres. ¿Pero necesariamente esto es así?
- Ética y libertad
Desde la antigüedad, el ámbito de la ética se encuentra ligado al ejercicio de la libertad. La formación del ethos, como segunda naturaleza es, ante todo, un despliegue de libertad. En este sentido, la ética tiene una dimensión necesariamente ligada a la subjetividad y tiene más que ver con un compromiso responsable de construcción de sí, de cuidado de sí, que con el cumplimiento de códigos universales.8
Este es un aspecto básico que hace eco en el pensamiento de Foucault, para quien la ética es ante todo “práctica de la libertad”.9 Entonces, si para Foucault la ética puede entenderse como el “ejercicio reflexivo de la libertad”10, ¿podría hablarse de una ética en la pornografía? En qué medida la elección del consumo y producción de pornografía puede ser una muestra de un ejercicio reflexivo de libertad.
Aún más, si como lo han evidenciado tanto Foucault como MacKinnon, el ámbito de la sexualidad (y la pornografía es un espacio donde se despliega la sexualidad) se encuentra determinado por esquemas de dominación, ¿cómo puede ser viable tanto la libertad, como el ejercicio reflexivo de la misma en la pornografía?, en definitiva, ¿cómo puede existir una pornografía ética?
Foucault es consciente que la práctica de la libertad, en primera instancia pasa por la liberación. En el ámbito de la sexualidad, la liberación supone, además de ser consciente de que existen esquemas de dominación impuestos, liberarse de dichos esquemas, de una moral opresiva (heteropatriarcal cisgénero, etc.). Lo anterior, es una precondición para lograr la práctica de una libertad sexual, que abre la posibilidad de nuevas relaciones de poder, pero desplegadas a través de la consciencia reflexiva que supera la imposición.
Si bien, la religión o el machismo son fuentes que pueden definir lo que es la sexualidad, no son las únicas fuentes, como se ha visto históricamente. Además, ni religión ni machismo pueden ser determinantes en el deseo.
- Sexualidad y Pornografía
Es claro que la sexualidad es una dimensión muy importante para el desarrollo de toda persona. Es el ámbito en el que cada persona puede expresar y proyectar su propio deseo y, en este sentido, ejercer su libertad en torno a cómo vivir esa parte de su personalidad. Pero esa proyección del deseo, como se ha advertido en las ideas hasta aquí expuestas, puede estar dominada o controlada por estructuras impuestas. En Foucault, estas estructuras responden a la mentalidad y moralidad cristiana, que ha establecido restricciones muy fuertes al deseo; en Mackinnon, la dominación viene de una cultura machista que permea la violencia contra la mujer desde el propio entendimiento de la sexualidad.
Sin embargo, es posible advertir que estas estructuras de dominación a las que tanto Foucault como MacKinnon hacen referencia, no se encuentran necesariamente ligadas a la sexualidad. Precisamente desde Foucault es posible observar que existen otras vías de ejercicio de la sexualidad que permiten: 1) tomar consciencia de la dominación impuesta; 2) liberar el deseo para romper dichos parámetros o estructuras de dominación, y 3) proponer, desde el ejercicio reflexivo de la libertad, otras formas de vivir la sexualidad.
En este sentido, la sexualidad ya no es tanto un marco de reproducción de la dominación y la violencia, como lo entiende MacKinnon, sino un ámbito desde el cual también se puede romper dicha violencia. La sexualidad no es un instrumento de dominación, sino el campo de batalla desde el cual se pueden encontrar nuevas formas de liberación y prácticas de la libertad. Si de inicio parecería que la pornografía solo sirve para cumplir un objetivo muy especifico dentro de estos marcos de poder, y que no contiene la posibilidad de experimentar y conocer el propio deseo, un análisis más detenido desde la perspectiva foucaultiana puede revelar lo contrario.
En este contexto, la postpornografia abre paso a este modo de liberación y resignificación en los modos de ejercer la sexualidad e incluso de reaprender la misma. Hoy en día, en una generación de pantallas, resignificar la sexualidad es un arma latente. “Me pregunto cómo follaríamos lxs adultxs si nunca hubiéramos visto películas porno, si nunca nos hubieran dicho (o impuesto) cómo hacerlo”111111. Un cierto tipo de pornografía muestra algunos modos de vivir la sexualidad, pero no todos. Quizá pueda parecer difícil deshacerse de estos modos de sexualidad impuestos, pero la realidad es que el deseo y la sexualidad tienen proyecciones mas amplias que pueden superar estructuras simbólicas impuestas, y para ello, la propia pornografía puede ser un medio. Por ello, censurar la pornografía de manera general y tajante, puede ser equivalente a censurar el deseo.
Paul Preciado ya lo ha advertido: “Lo que caracteriza a la pornotopía es su capacidad de establecer relaciones singulares entre espacio, sexualidad, placer y tecnología (audiovisual, bioquímica, etc.), alterando las convenciones sexuales o de género y produciendo la subjetividad sexual como un derivado de sus operaciones espaciales.”12
Ejercer la sexualidad fuera de estos parámetros ya no responde a una vía de producción, la sexualidad es una arma muy fuerte que no puede ser controlada en ninguno de los cuerpos; fuerza vital que destruye o construye, pulsión de vida que no puede ser controlada. Por eso, la sexualidad presupone y exige libertad, porque “… de qué forma podría una persona ser realmente dueña de sus actos si no es a través de su voluntad”13
- A manera de conclusión
Asumir que la pornografía es un factor potencializador de violencia en la sexualidad, y que erradicarlo es la solución, cancela la posibilidad de replantear la sexualidad desde las diversidades y posibilidades que implica el sexo.
Es importante reconocer que la pornografía no es necesariamente un factor y fomentador de violencia. Identificar pornografía y violencia es un extremo en el que no debemos caer.
Si bien la pornografía contiene mensajes implícitos y explícitos, su radicalización obstruye la posibilidad de líneas de fuga donde el sexo no tenga que ser visto de manera negativa, sino asumido con una potencialidad de expresión y desarrollo personal, lo que abre la pauta para su eticidad.
Para Michel Foucault el sexo es en sí mismo un espacio tradicionalmente polémico. Por tanto, la pornografía, proyección audio/visual de la práctica del sexo y expresión de sexualidad, es un ámbito igualmente polémico. Pero si bien este espacio se encuentra rodeado de estigmas heteropatriarcales, también puede ser reconfigurado dentro del mismo sistema para romper esquemas de dominación machista.
Si bien, es cierto que la pornografía reproduce esquemas heterosexuales, no toda la pornografía o la pornografía en sí misma debe leerse bajo esos parámetros. Adoptar solo este punto de lectura (como modelo hermenéutico único) solo refuerza y fortalece esta misma figura patriarcal. Por el contrario, si se advierte que la pornografía puede desarrollarse bajo otros parámetros, se abre la puerta a diversos tipos de pornografía y, más importante, a un despliegue ético del porno (tanto en su producción, como en su consumo).
Bibliografía
- VV., The Philosophy of Pornography. Contemporary Perspectives, ROWMAN & LITTLEFIELD, E.U.A., 2016.
- Florían Bocanegra, Víctor, “La ética del cuidado de sí. Moral y ética de Foucault”, en Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, Núm. 144, 2006.
- Foucault, Michel, Estética, ética y hermenéutica, Obras esenciales, volumen lll, Paidós, Buenos Aires, 1999.
- MacKinnon, Catharine, Feminismo inmodificado, discurso sobre la vida y el derecho, Siglo veintiuno Argentina, 2018.
- Preciado, Beatriz Paul, Manifiesto contrasexual, Anagrama, Barcelona, 2002.
- Preciado, Beatriz Paul, Pornotopía Arquitectura y sexualidad, en «Playboy» durante la guerra fría, Anagrama, Barcelona, 2010.
- Torres, Diana J., Pornoterrorismo, Sur, México Oaxaca, 2011
Notas
1 Cfr. Diana Torres, Pornoterrorismo, ed. cit., p. 112; y también, AA.VV., The Philosophy of Pornography, ed. cit., s/p.
2 Michel Foucault, ética y hermenéutica, ed. cit., p. 235.
3 Ibidem, pp. 245-246.
4 MacKinnon, Feminismo inmodificado, ed. cit., p. 83.
6 Ibidem, p. 82.
5 Ibidem, p. 86.
7 Ibidem, p. 83.
8 “el sujeto es una obra pero no desde la perspectiva de un sujeto universal ni tampoco sometido a códigos universales, uniformes. Es una obra que se construye desde lo particular y estrictamente subjetivo…” Florían Bocanegra, Víctor, “La ética del cuidado de sí. Moral y ética de Foucault”, en Franciscanum, ed. cit., p. 62. https://www.redalyc.org/pdf/3435/343529895005.pdf. Consultado el 2 de enero de 2025.
9 A pesar de la fuerte crítica que Foucault realiza a la filosofía antigua (Vid. Michel Foucault, “El retorno de la moral”, en Estética, ética…, ed. cit., p. 383), puede reconocerse este elemento común que centra el ámbito de la ética en la libertad, mucho más que en el cumplimiento del deber.
10 Ibidem, p. 396.
11 Diana Torres, Pornoterrorismo, ed. cit., p. 131.
12 Beatriz Paul Preciado, Pornotopía Arquitectura y sexualidad, en «Playboy» durante la guerra fría, Anagrama, Barcelona, 2010, p 120.
13 Diana Torres, Pornoterrorismo, ed. cit., p. 133.