Protagoras of Abdera /Painting by Ribera – José (o Jusepe) de Ribera
https://www.reprodart.com/a/jose-de-ribera/protagorasofabderapaintin.html
Resumen
A Protágoras se lo ha tenido como un relativista casi desde siempre. El perspectivismo se entiende comúnmente como relativismo. Sin embargo, no son lo mismo. Como han mostrado Ortega y Gasset y Beuchot, el perspectivismo no niega que se pueda conocer la realidad, y mucho menos que haya una realidad, tan solo enfatiza que el acceso a ella, esto es, que su conocimiento, es según el prisma propio de cada ser humano. Se propone, pues, una re-interpretación de Protágoras como perspectivista, en la línea dicha.
Palabras clave: Perspectivismo, hombre, cosas, medida, Protágoras, interpretación
Abstract
Protagoras has been considered a relativist almost since the beginning. Perspectivism is commonly understood as relativism. However, the two are not the same. As Ortega y Gasset and Beuchot have shown, perspectivism does not deny that reality can be known, much less that there is a reality; it merely emphasizes that access to it, that is, its knowledge, is through the prism of each human being. A reinterpretation of Protagoras as a perspectivist is therefore proposed, along these lines.
Key words: Perspectivism, man, things, measurement, Protagoras, Interpretation
Introducción
José Ortega y Gasset plantea, respecto al perspectivismo, que
“La realidad, precisamente por serlo y hallarse fuera de nuestras mentes individuales, sólo puede llegar a éstas multiplicándose en mil caras o haces… La verdad, lo real, el universo, la vida… se quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo… La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales. Lo que para uno está en último plano, se halla para otro en primer término… En vez de disputar, integramos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual, y como las riberas independientes se aúnan en la gruesa vena del río, compongamos el torrente de lo real”[1].
Así pues, el perspectivismo, en esta línea, sostiene que diferentes individuos perciben la realidad de manera diferente, lo que no implica que mantenga que hay tantas realidades como percepciones. Y es así como entiendo perspectivismo.
Mauricio Beuchot, en su libro Sobre el realismo y la verdad en el camino de la analogicidad, dice, incluso, que el tomismo, la filosofía derivada de la doctrina de Santo Tomás de Aquino, admite cierto relativismo en el conocer, uno mitigado, no uno total. Incluso, asegura, que decir que hay perspectivas o enfoques “viene a ser casi una verdad de Perogrullo”[2]. En este libro, además dar cuenta de la perspectiva aristotélico-tomista o realista en epistemología y defenderla, relaciona el perspectivismo con el relativismo, pero con uno moderado. Equipara la perspectiva con punto de vista. Los toma como sinónimos. Respecto al relativismo, para entender eso de que puede admitirse uno moderado o mitigado, destaca que hay límites para este y que pueden ser físicos, lógicos, morales, epistémicos y ontológicos[3]. Y eso límites ponen freno al relativismo total, al subjetivismo, o al equivocismo, como lo llamará en su Tratado de hermenéutica analógica. Es claro que hay perspectivas y que estas se configuran según la cultura, el marco conceptual o el simple enfoque, pero no es admisible que imperen, llegadas al exceso del subjetivismo, sobre el conocimiento. Asimismo, la perspectiva la relaciona con el marco conceptual y el simple enfoque. La caracteriza como eso (algo) que es suyo (su subjetividad) y deposita en la interacción con el mundo que supone el conocimiento. Pero el mundo se resiste a la imposición, a la investidura de los marcos conceptuales, se resiste a ellos y conserva su carácter de cosa[4]. Y en esto coincide con José Ortega Y Gasset. Sin embargo, la resistencia es mutua. Y eso le permite afirmar que en el conocimiento ni todo es pura subjetividad ni pura objetividad. Hay, o debe haber, proporción de partes. Y es, justo en esta línea, lo que caracteriza la posición de Protágoras.
Así pues, para este trabajo me propongo dilucidar que más que relativismo en el caso de Protágoras, es mejor hablar de perspectivismo. El trabajo se divide en antecedentes, la presentación, sucinta, de la vida y la obra de Protágoras, la argumentación a favor de su perspectivismo o en contra de que se lo asuma como relativista a ultranza.
Antecedentes y Protágoras de Abdera (c. 485/ 490 – c. 410/ 420 a. C.)
Antes del sofista griego hay indicios de perspectivismo. Por un lado, en las lenguas asiáticas, se ha encontrado perspectivismo en textos budistas, jainistas, y taoístas. Algún antropólogo ha encontrado, asimismo, una especie de perspectivismo en el pensamiento de algunos pueblos indígenas[5]. Por otro, los orígenes occidentales del perspectivismo se pueden encontrar en la filosofía de Heráclito (c. 540 – c. 480 a. C.). De Heráclito se asume[6] que
“los sentidos son engañosos, muestran a cada hombre un mundo diferente. El logos es verdad para siempre, y la verdad es el devenir. Las cosas viven en pugna incesante: todo lo que se da existe por la destrucción de otras cosas. La base del equilibrio es la lucha (se ve un ejemplo claro en el arco, que vive por la tensión de la cuerda). Es inútil buscar el ser debajo del devenir, el reposo debajo del flujo incesante de las cosas. Todo corre. Nadie se baña dos veces en el mismo río. Somos y no somos a la vez. El mundo es un fuego inmortal, que subsiste destruyendo lo que incendia, y en continuo cambio”[7].
Nótese que, al menos para esta presentación, que sintetiza lo que normalmente se transmite y comparte, de la filosofía de Heráclito, éste admitía que los individuos humanos perciben la realidad de manera diferente, pero no que haya tantas realidades como percepciones. Dice (según se dice) que es inútil buscar el reposo, y lo es, porque los sentidos son engañosos, porque se engañan y engañan a los seres humanos, mostrando, “a cada hombre un mundo diferente”. He aquí que, siendo como son los sentidos, engañosos, muestran a cada individuo un mundo diferente. La percepción sensorial es la fuente de su perspectivismo. También (se dice que) dice que es inútil buscar el reposo, porque el devenir, como flujo, lucha, tensión, destrucción y reconstrucción, es la verdad. Es decir, hay una realidad, la del devenir, y no varias, según las percepciones.
Protágoras era, probablemente, originario de la ciudad de Abdera. Con cierto consenso, se ha indicado la 84 olimpiada (ca. 444 a 441 a. C.) como su época de plenitud. Se ha fijado, modernamente, la fecha de su nacimiento alrededor de los años 490 y 485 a.C. Fue discípulo de Demócrito y, quizás, de los magos de Persia, en los tiempos de la expedición del rey Jerjes contra Grecia. En su juventud trabajó como cargador. Inventó un cojín para facilitar el transporte de la carga. Según Diógenes Laercio, Demócrito quedó impresionado con el ingenio de Protágoras y lo hizo su discípulo. Protágoras fue uno de los creadores de la retórica. Él introdujo los razonamientos erísticos, esto es, polémicos y engañosos. Inició la práctica de recibir honorarios a cambio de enseñanzas. Según Platón, Protágoras, con su comercio educativo, hubo ganado más dinero que pintores y escultores. Platón también refiere el criterio del sofista para recibir sus honorarios. Fue famosa la anécdota del pacto entre Protágoras y un discípulo suyo, llamado Evatlo. Habían acordado el pago para cuando el aprendiz ganara un juicio usando las dotes retóricas aprendidas, pero como Evatlo no ganó caso alguno, se negaba a pagar. Protágoras lo llevó a juicio, diciéndole: “Si yo gano, es preciso que por haber ganado me entregues los honorarios; si tú ganas, por haberse cumplido la condición, también deberías pagarme”. Esto se conoce como la paradoja de Protágoras, ya que, en cualquier caso, Protágoras obtenía la recompensa por sus enseñanzas. Llevó una vida errante. Enseñó por cuarenta años en varias ciudades griegas. Visitó Atenas dos veces. En Atenas, en un primer momento, fue bien acogido. En uno segundo, fue tratado con repudio. Fue amigo de Pericles, con quien, se dice, dialogaba mucho. Y así fue como bajo el amparo de este, Protágoras tuvo gran prestigio entre los atenienses. Se le encargó la redacción de una constitución para la colonia de Turios, en el año 443 a. C. Este texto estableció, por primera vez, la educación pública y obligatoria. A la muerte de Pericles, los nuevos líderes de la ciudad no fueron tan tolerante. Para Diógenes Laercio los problemas comenzaron cuando leyó, en casa de Eurípides (o de Megaclides), su libro Sobre los dioses, en el que confesaba desconocer la existencia o inexistencia de seres divinos. Fue acusado de impiedad por Pitidoro, hijo de uno de los Cuatrocientos. No está claro si hubo o no un proceso para llegar a la condena: el destierro, según unos, o la muerte, según otros. Se ordenó que sus obras fueran quemadas en el mercado. Ya sea para huir de la pena de muerte o cumpliendo la orden de destierro, Protágoras se embarcó hacia Sicilia. A mitad del viaje el barco zozobró y el sofista murió ahogado. Contaba con entre 70 y 90 años[8].
No se tiene, a la fecha, ninguna obra completa de Protágoras. Se conservan, empero, fragmentos y testimonios en los diálogos de Platón (Protágoras, Crátilo, Eutidemo, Hipias Mayor, Menón, Fedro, La República, Teeteto y Sofista), en la Metafísica de Aristóteles y en algún texto de Sexto Empírico, en sus libros Esbozos pirrónicos y Contra los matemáticos. Filóstrato de Atenas y Diógenes Laercio resumieron su obra y pensamiento. Diógenes Laercio enlista de sus obras las siguientes: El arte de la erística, Sobre la lucha, Sobre las matemáticas, Sobre el Estado, Sobre la ambición, Sobre las virtudes, Sobre el estado de las cosas en el principio, Sobre el Hades, Sobre las malas acciones de los hombres, El discurso preceptivo, La disputa sobre los honorarios, y dos libros de Antilogías[9]. A estos títulos se pueden sumar Sobre la verdad, Sobre los dioses y Sobre el Ser. Los títulos, al menos, muestran el interés de Protágoras por los temas de la erística, la retórica, las virtudes, los vicios, el Estado, los dioses y la verdad. Sus intereses se movían en el marco de la epistemología, la ética, la política y lo que hoy se denomina filosofía de la religión.
Antes de detenerme en este asunto, que me parece, es el que servirá para conectar a Protágoras con el perspectivismo tal como se ha dicho que lo entiendo, doy algunas indicaciones de su pensamiento en otros asuntos.
Protágoras se preocupó por la expresión del lenguaje y su significado. Propuso cuatro tipos de actos de habla, a saber, las peticiones, los mandatos, las preguntas y las respuestas)}. Asimismo, distinguió tres géneros gramaticales, esto es, el masculino, el femenino y el neutro). Se le ha adjudicado la teoría de los juicios contrarios o erística. El dominio de esta técnica ofrecería la disposición de convertir en más fuerte el argumento más débil. Protágoras no contemplaba, empero, el uso oportunista de esta técnica, pues la apoyaba en un discurso sobre la virtud.
Protágoras también es recordado por su agnosticismo. En la obra perdida de Protágoras, Sobre los dioses, escribió: “Con respecto a los dioses, no tengo forma de saber si existen o no, ni de qué tipo pueden ser, debido a la oscuridad del tema, y la brevedad de la vida humana”[10].
El perspectivismo de Protágoras
De Protágoras en general se admite[11] que
“Con grande subjetivismo, decía que el hombre es la medida de todas las cosas: “Lo que a ti te parece verdadero, eso es verdadero para ti; lo que a mí, eso es para mí verdadero”. A esto añadía el relativismo pragmatista, y llegaba a sostener que ninguna opinión es más verdadera que otra, sólo puede ser mejor según diversos respectos o intereses. Esto lo conducía al escepticismo, según el cual no hay un criterio absoluto de la verdad, sólo un criterio relativo de utilidad. En contra de cualquier naturalismo, adoptaba el convencionalismo cultural: la opinión común llega a ser ley, pero ésta siempre es sólo convencional”[12].
Como puede verse a Protágoras se lo califica de subjetivista, relativista e, incluso, de escéptico. Se acepta, además, que Protágoras recibió la influencia de Heráclito, ya que, como éste, consideraba que todo fluye y nada permanece “Protágoras creía que todo estaba en constante movimiento. Ahora bien, si todo cambia, no existe una verdad absoluta puesto que ésta cambia a medida que cambia el mundo y que cambiamos nosotros”[13].
Se admite, además, que de esto el sofista concluía que no hay verdad absoluta alguna, lo que le permitía identificar el ser con el aparecer y le permitía igualar la episteme con la doxa. Es frecuente que así se lo perfile y asuma en los estudios de historia de la filosofía. Por ejemplo, en su Introducción a la historia de la filosofía Ramón Xirau dice, dice del relativismo epistemológico de Protágoras, lo siguiente:
“Lo que nos proporciona este conocimiento es la sensación… las sensaciones, que proceden de nuestra experiencia, son distintas para distintas personas. De ahí que el conocimiento sea siempre relativo: relativo a quien lo adquiere, relativo a la forma en que este mismo sujeto lo adquiere, relativo a la manera de ser de quien lo adquiere… El hombre es la medida tanto de lo que cree cierto como de lo que cree erróneo, tanto de lo que cree existente como de lo que piensa inexistente. De hecho, el conocimiento es, para Protágoras, tan sólo esta impresión que tengo, solo en mi aislamiento, sin la menor garantía de que mis impresiones coincidan con las impresiones de cada uno de los mares que perciben, uno a uno, los tus diversos que forman los demás hombres”[14].
Subjetivismo, relativismo y escepticismo, todavía, mueven a su rechazo, al menos para quienes no aceptan el subjetivismo, el relativismo y el escepticismo porque encuentran en ellos una contradicción interna que los autorrefuta.
El subjetivismo reduce la verdad a la percepción subjetiva, se entiende, individual. El relativismo afianza la impresión de que la verdad depende de los intereses subjetivos. El escepticismo es consecuencia del subjetivismo y del relativismo. En Protágoras el subjetivismo y el relativismo (pragmatista) lo conducían (condujeron) al escepticismo. “El escepticismo es la negación… de que podamos conocer la realidad”[15]. Sin embargo, subjetivismo y relativismo se autorrefutan
“Decir que todo es subjetivo es decir que hay por lo menos algo objetivo, a saber, que todo es subjetivo. Y decir que todo es relativo implica que también es relativo que todo es relativo, esto es, que esconde algún absoluto; pues, en definitiva, decir que todo es relativo es ya proclamar un absoluto, al menos uno. Si todo es relativo, también es relativo que todo es relativo; esto es, tiene que admitirse algo absoluto. Y se abre la puerta a lo absoluto o a los absolutos”[16].
Asimismo, ocurre con el escepticismo. No es posible partir, en teoría del conocimiento, de la hipótesis
“…de que no podemos saber si conocemos o no conocemos, porque esto es autorrefutante, en el sentido de que, si partimos de la hipótesis de que no conocemos, estamos partiendo en realidad de la hipótesis de que conocemos, a saber, que conocemos nuestro desconocimiento de las cosas. Tampoco podemos partir de una postura escéptica, en la que francamente suponemos no conocer de ningún modo, porque de ella no se sale; ni de la hipótesis idealista, porque nunca llegaríamos a la realidad. Si partimos de una postura idealista, nos encerramos en ella y nunca tendremos una puerta hacia el realismo. [hay una] …contradicción performativa, o autorrefutación practica o pragmática… implicada en el negar de entrada el conocimiento, pues con ello se lo está afirmando. Es como la autorrefutación del escéptico… el cual, al decir “Nada es cierto”, ya al menos señala algo como cierto: que nada lo es. …el escepticismo es ininteligible, no tiene significado”[17].
El escepticismo, pues, se refuta, también, a sí mismo. El subjetivismo, el relativismo y el escepticismo extremo, identificados con el perspectivismo, han sido la ocasión para rechazar la filosofía de este sofista. Platón discutió algunos problemas de la perspectiva (y del perspectivismo) en su República:
“… una misma magnitud, según la veamos de cerca o de lejos, no nos parece igual…
y las mismas cosas parecen curvas o rectas según se las contemple dentro del agua o fuera de ésta, o cóncavas y convexas por el error de la vista e n lo relativo a los colores, y es patente que se produce todo este tipo de perturbación en nuestra alma. Y es a esta dolencia de la naturaleza que se dirige la pintura sombreada – a la que no le falta nada para el embrujamiento-, la prestidigitación y todos los demás artificios de esa índole… y el medir, el contar y el pesar se han acreditado como los más agraciados auxiliares para evitar esto de modo que no impere en nosotros lo que parece mayor y menor, más numeroso o más pesado, si no lo que calcula, mide y pesa”[18].
Una piedra angular importante de la filosofía de Platón es su rechazo y oposición al perspectivismo, porque la perspectiva, al menos en la pintura, produce todo tipo de confusión. La mente humana se deja imponer el arte de engañar por la luz y la sombra y otros ingeniosos artificios. El perspectivismo es, pues, confusión en línea platónica. Así como la perspectiva engaña a la mente humana con ingeniosos artificios, la medición, la numeración y el peso vienen al rescate de la comprensión humano al devolverle la realidad perdida con el engaño. Lo que notaba Platón con la perspectiva visual lo adjudicaba al perspectivismo sofístico. De ahí, también, el rechazo a los sofistas, aunque el mismo Protágoras le mereciera respeto.
Este rechazo se debe a que, por un lado, tienen consecuencias prácticas (morales, jurídicas, políticas, culturales) detestables, por la confusión que generan en las personas, y a que, por otro, y quizás más básicamente, se contradicen desde su interior, como se ha dicho.
Pero el perspectivismo no se identifica con el subjetivismo y el escepticismo y Protágoras es, más bien, perspectivista y no subjetivista o relativista y escéptico (en extremo). Y digo que es perspectivista porque, “sostiene que diferentes individuos perciben la realidad de manera diferente, lo que no implica que mantenga que hay tantas realidades como percepciones”, en los sentidos dicho en las líneas de Ortega y Gasset y Beuchot. Y el perspectivismo no se refuta como el relativismo y el escepticismo desde dentro.
Ahora sí. El principio filosófico más famoso de Protágoras, que toca lo ontológico, lo antropológico y lo epistemológico, es sobre el estatus del ser humano en el mundo por el que es rodeado. Este principio se lo designa con la expresión latina Homo mensura (“El hombre es la medida”), fórmula abreviada de la frase Homo omnium rerum mensura est (“El hombre es la medida de todas las cosas”), que es la traducción latina de la sentencia original en griego, que según Diógenes Laercio, habría sido: πάντων χρημάτων μέτρον ἔστὶν ἄνθρωπος, τῶν δὲ μὲν οντῶν ὡς ἔστιν, τῶν δὲ οὐκ ὄντων ὠς οὐκ ἔστιν (“El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son”)[19]. Según Sexto Empírico esta frase se encontraba en la obra Los discursos demoledores, hoy perdida. También citan la expresión Platón, Aristóteles, Sexto Empírico y Hermias. Aristóteles, en su Metafísica, cita la frase como: “el hombre es la medida de todas las cosas”, y agrega que “refiriéndose a éste en cuanto sabe o percibe: y se refiere a éstos porque poseen el uno sensación y el otro ciencia, las cuales solemos decir que son medida de las cosas que caen bajo ellas”[20]. Y ya que como varios autores antiguos la trascribieron, es que llegó a nosotros.
La sentencia ha estado sujeta a varias interpretaciones, ya que ha sido difícil dar con el sentido y el alcance de sus tres conceptos fundamentales: el ser humano (ἄνθρωπος); la medida (μέτρον); y las cosas (χρηματὰ).
En lo común se interpreta, epistemológicamente, este dicho como un relativismo de la verdad de las cosas, esto es, con base antropológica, como que cada ser humano es la norma (medida) de lo que es verdad para sí mismo, y que toda verdad es relativa para el individuo que la sostiene y que no podría tener validez más allá de él. Sin embargo, como dijera Heidegger, Protágoras, con su frase, podría referirse más bien al ser humano y no a cada individuo. Si así fuera se entendería esa fama de moderado, y no de radical, que tenía[21]. De hecho, del concepto ἄνθρωπος se discute si se refiere al ser humano en sentido individual, colectivo o genérico. Entenderlo en sentido individual nos devuelve, aparentemente, al relativismo individualista con el cual se lo asocia desde Platón, que en el Teeteto dice que “¿Acaso no dice algo así como que las cosas son para mí tal como a mí me parece que son y que son para ti tal y como a ti te parece que son? ¿No somos tú y yo hombres?”[22]. Si se entiende en sentido colectivo se afirmaría que Protágoras propugnaba por un relativismo cultural, esto es, que cada sociedad, actuaría como medida de las cosas. En cambio, si se lo entiende en sentido genérico, implica que hay una medida única para el ser humano para tasar la totalidad de las cosas.
Esta medida es la perspectiva en general. De lo que se sigue que no sólo hay una única realidad sino una única forma de tasar. Y esa única forma se comparte humanamente o se concreta en cada individuo. Como dijera Ortega y Gasset, “La realidad… se ofrece en perspectivas individuales”. Y esta manera de entender la sentencia del sofista, no está reñida con las otras. De hecho, las hace comprensibles. Cada individuo capta la realidad según su perspectiva. Pero no podría hacerlo si no hubiera una realidad y no compartiera la posibilidad de captarla, y que se denomina perspectiva, con todos los individuos de la especie humana. Y que esa perspectiva individual se concrete a su vez en una perspectiva cultural, sólo confirma que el perspectivismo es muy humano.
Lo anterior se soporta en lo que puede entender por el concepto de χρημάτων. La expresión dice: πάντων χρημάτων μέτρον ἔστὶν ἄνθρωπος, τῶν δὲ μὲν οντῶν ὡς ἔστιν, τῶν δὲ οὐκ ὄντων ὠς οὐκ ἔστιν. La acotación, que se traduce como “de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son”, refiere a las χρημάτων.
Χρημά significaba, en singular, objeto, cosa, artículo de necesidad; materia de ocupación o trabajo, quehacer, negocio, empresa, asunto; hecho, suceso, acontecimiento, caso, ocurrencia, incidente; ejemplar, pieza, individuo; cantidad, cuantía, número, muchedumbre, abundancia. En plural, χρημάτά, significó haber, bienes, riqueza, propiedad, fortuna, hacienda; mercancías, géneros; fondos, erario, capital, tesoro; dinero; deuda, multa, dádiva; y fuerza, medios, recursos[23]. En general se refiere, pues, a cosas. En lo particular remite a objetos que especialmente tienen utilidad o un valor práctico. Asimismo, refiere a bienes en el sentido de propiedades o recursos materiales, como pasa en contexto económico, en el que se habla de cosas como el dinero o la riqueza. En algunos casos puede significar asuntos o cuestiones, acontecimientos y sucesos.
Los útiles, los bienes y los asuntos, como cosas, son o no son, según la medida que es cada ser humano, un grupo humano o la humanidad. No todo interesa ni todo interesa de la misma manera a los hombres. Así, χρημάτων se refiere a las cosas percibidas, valoradas y juzgadas por los seres humanos. En este sentido puede entenderse la posición agnóstica de Protágoras respecto a los dioses, ya que no toca a los seres humanos valorar o juzgar, ya que no se los percibe o no se sabe si se los puede percibir, incluso si se los ha percibido, la existencia o inexistencia de los dioses y en caso de que existan, no toca valorarlos o juzgarlos a los hombres.
La frase de Protágoras es antropológica y epistemológica. Es antropológica porque dice que es el hombre. Y es epistemológica porque dice que el hombre conoce según su propia medida. No conoce según la medida del ángel o la bestia. μέτρον es la palabra que usa Protágoras y significa medida. El hombre es la medida de todas las cosas. La medida es proporcional. Se mide según la medida, incluso, cabe decir, según la unidad de medida. No es lo mismo, pero es semejante, medir la longitud, el volumen o la temperatura. El hombre es proporción de las cosas. Él es el que las mide. Es él el que las conoce. Las cosas son según la proporción, según son para el hombre. Él conoce según sus posibilidades. No puede ir más allá de sus propios límites, como la unidad de longitud no puede medir la temperatura, aunque la medición se lleve a cabo con números y, como se hacía con los termómetros antiguos de mercurio, de manera longitudinal.
En lo individual, en lo colectivo y genéricamente los seres humanos percibimos, valoramos, interpretamos y juzgamos según perspectiva. A veces se exagera. El muy reciente culturalismo defiende que “todo es un constructo cultural”, pero, como pasa con el subjetivismo, el relativismo y el escepticismo, se autorrefuta, ya que por lo menos la afirmación de que todo es un constructo cultural no lo es, esto es, hay por lo menos algo que no es un constructo cultural, por lo tanto no todo lo es. Sin exagerar, el perspectivismo, como dice Beuchot, admite que hay una realidad y que el ser humano se involucra con ella desde sí mismo y su punto de vista, de lo que se sigue que hay, también, la posibilidad de tener puntos de vista. Pero la realidad se resiste a ser capturada en cualquiera que sea ese punto visto. Pongo un ejemplo. Una tormenta, como un huracán o un ciclón, es peligrosa para los seres humanos. Se la juzga así. Si nos enteramos de ella por las noticias, lo es, aunque no inminentemente. Si vivimos en la costa están en peligro no sólo los propios bienes, sino la integridad y la vida, y, por ende, es inminentemente peligrosa. No importa que para quien la ve en casa desde televisión no sea un peligro inminente y para el marino, sí, porque la tormenta existe. Incluso estando fuera de peligro, es peligrosa. Para uno es inminente y para otro no. Y si cambian de lugar, sucederá que para ambos que sea peligrosa la tormenta. El juicio que se tenga de la tormenta, sí, dependerá de la perspectiva, porque según sea el caso, las acciones serán diferentes, lo que nada quita a la tormenta ni a su conocimiento.
Conclusión
Protágoras es, decía, perspectivista y no relativista extremo, como es común que se lo presente en las historias de la filosofía. Es perspectivista porque, sostiene que diferentes individuos y colectivos, en tanto que pertenecen a la especie humana, perciben la realidad de manera diferente, sin embargo, esto no implica que mantenga que hay tantas realidades como percepciones ni que no se comparta la posibilidad de percibir, valorar y juzgar según el lugar en el que se encuentre el ojo. Este perspectivismo o relativismo moderado es el que han planteado Ortega y Gasset y Beuchot. Además, el perspectivismo no se autorrefuta como el relativismo y el escepticismo, esto es, desde dentro.
El agnosticismo respecto a los dioses es precaución. Aplica a, por ejemplo, los sistemas de gobierno. No tanto si existen o no, sino si son o no los mejores. A diferencia de los sofistas de la segunda generación, Protágoras es cauto. Se adecúa a la circunstancia. No critica ni elogia el sistema de gobierno, tan solo enseña cómo salir airoso en los debates. Tampoco critica la moral de los individuos. Cada uno que crea lo que quiera y actúe según le parezca en lo privado, pero si quiere incursionar en la vida pública o participar de las decisiones sociales, saber hablar y convencer es útil. Muy útil. Su relación con Pericles fue buena, porque Atenas no necesitaba de un tirano, sino de un estadista, de un estratega, capaz de orientar y dirigir sin, por decirlo así, imponer.
Ahora bien, Protágoras puede considerarse un proto-perspectivista, ya que su filosofía sentó las bases para entender que la verdad se descubre desde la perspectiva individual. No desarrolló un sistema filosófico completo como el perspectivismo moderno, sin embargo, su idea de que “el hombre es la medida de todas las cosas” refleja una actitud claramente perspectivista.
Bibliografía
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- Sobrino, Miguel Ángel-Beuchot, Mauricio, Historia de la filosofía desde la antigüedad hasta la posmodernidad, Editorial Torres Asociados, México, 1998.
- Viveiros de Castro, Eduardo, “Los pronombres cosmológicos y el perspectivismo indio” En: Bulletin de la Société Suisse des Américanistes No. 61, 1997, págs. 99-114.
- Xirau, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, UNAM, México, 2011.
Notas
[1] José Ortega y Gasset, “Verdad y perspectiva”, en Obras completas, ed. Cit., pp. 18-19
[2] Mauricio Beuchot, Sobre el realismo y la verdad en el camino de la analogicidad, ed. Cit., p. 14.
[3] Ibidem., p. 86.
[4] Ibidem., p. 111.
[5] Eduardo Viveiros de Castro, “Los pronombres cosmológicos y el perspectivismo indio” ed. Cit., págs. 99-114.
[6] Sobrino y Beuchot, para dar cuenta de los presocráticos y especialmente de Heráclito, se basan en: F.-J. Thonnard. Compendio de historia de la filosofía. París-Tournai-Roma: Desclée. 1949; F. Copleston, Historia de la filosofía. Barcelona: Ariel. 1975; D. Barbedette, Historia de la filosofía. México· Ed. Tradición. 1976. t. I; Guthrie, W. K. C.. Los filósofos griegos de Tales a Aristóteles. México: FCE, 1964 (3a. cd.); Mondolfo, R. Breve historia del pensamiento antiguo. Buenos Aires: Losada. 1974; Armstrong, H., Introducción a la filosofía antigua. Buenos Aires: Eudeba, l 977 (3a. ed.); Los presocráticos. tr. J. D. García Bacca, México: FCE, 1979. Se conserva el modo de referir la fuente de Sobrino y Beuchot.
[7] Sobrino, Miguel Ángel-Beuchot, Mauricio, Historia de la filosofía desde la antigüedad hasta la posmodernidad, ed. Cit., p. 10.
[8] Laercio, Diógenes, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, ed. Cit., pp. 480-484.
[9] Ibidem., p. 483.
[10] Ibidem., p. 481
[11] Sobrino y Beuchot, para dar cuenta de Protágoras, se basan en: Llanos, A., Los viejos sofistas y el humanismo, Buenos Aires: Juárez Ed .. 1969; Cappelleti, A. J., Protágoras. Naturaleza y cultura. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1987. Se conserva el modo de referir la fuente de Sobrino y Beuchot.
[12] Sobrino, Miguel Ángel-Beuchot, Mauricio, Historia de la filosofía desde la antigüedad hasta la posmodernidad, ed. Cit., p. 15.
[13] Xirau, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, ed. Cit., p. 42.
[14] Ibidem., pp. 42-43
[15] Beuchot, Mauricio, Manual de filosofía, ed. Cit., p. 54.
[16] Ibidem., p. 56.
[17] Ibidem., p. 55.
[18] Platón, República, ed. Cit., p. 469; Libro X, 602d
[19] Laercio, Diógenes, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, ed. Cit.
[20] Aristóteles, Metafísica, ed. Cit., p. 398.
[21] Heidegger, Martin, Introducción a la Filosofía, ed. Cit., pp. 166 ss.
[22] Platón, Teeteto, ed. Cit., pp. 193-194, 152a.
[23] Pabón, José, Diccionario Manual Griego. Griego clásico-Español, ed. Cit., p. 646.