Mario Bunge, Evaluando filosofías: una protesta, una propuesta y respuestas a cuestiones filosóficas descuidadas, Gedisa, México, 2015.
Algunos pensadores tras el trabajo de una vida, escriben un texto a manera de testimonio, una toma de posición que busca dar razón al mundo de sus inquietudes y luchas. Cuando eso pasa nos encontramos menos sus anécdotas de vida que una mirada en torno al mundo. Esos escritos suelen ser variopintos pues el objetivo no es una exposición exhaustiva sino la presentación de una gama extensa de preocupaciones que, abierta o veladamente, motivaron su pensamiento. Carl Sagan justo antes de morir nos dejó un texto, Miles de millones que, desde diferentes ángulos, daba cuenta de su verdadera preocupación: el crecimiento exponencial. En esa línea encontramos el texto de Mario Bunge: Evaluando filosofías. El subtitulo Una protesta, una propuesta y respuestas a cuestiones filosóficas descuidadas trata de definir una serie de problemas que bien podrían pensarse como elementos de una agenda pendiente para la ciencia pero, sobre todo, para la humanidad.
El nombre de Mario Bunge se encuentra ligado a una reflexión sobre el método científico desde hace muchos años. Constituyó parte de las lecturas obligadas para los universitarios que incursionaron por primera vez seriamente en la ciencia. Con este nuevo texto Bunge dirige sus dardos a una crítica de lo que él considera: conocimientos superfluos o poco fundados. Texto provocador que, si acaso puede ser objetable, resulta sumamente interesante. Una frase define la lógica del texto “por sus frutos los conoceréis”, mirada pragmática que permite evaluar la producción de conocimiento y sopesar cada tópico. Siendo un apologeta de la ciencia, mira desde ese bastión toda la producción de conocimiento.
Sus simpatías y antipatías se hacen desde el principio manifiestas, Husserl, Heidegger, Sartre, Derrida, Deleuze representan para él “piruetas verbales”, no le merecen mejor opinión el posmodernismo, la fenomenología, el existencialismo, el llamado “pensamiento débil” pues, según su valoración, son contrarios al progreso de la ciencia. Evidentemente en la disputa clásica del realismo contra el empirismo, Bunge apuesta por el primero, ello porque el empirismo, según sus argumentos, es una suerte de antropologismo en tanto que suponen que todo fenómeno es apariencia, y toda apariencia lo es únicamente para un sujeto. Así, toda la filosofía, de Descartes a Hume, es parte de un subjetivismos que poco o nada han aportado a la ciencia en particular y al conocimiento en general.
Pero no se piense que aquí se arenga ciegamente en favor de la ciencia pues, de hecho, su mayor aporte se encuentra en derrumbar a golpe de mazo muchas de las teorías reputadas como tales. Así, la teoría de cuerdas le parece de poco mérito pues, dice, “nada ha aportado en cuatro décadas”. La lógica inductiva, por apostar a la probabilidad como credibilidad, tampoco escapa a sus objeciones. Más áspera es su opinión de las doctrinas de multiuniversos o la física digital que son, para el autor, fantasías con disfraz científico.
Mención aparte merecen las reflexiones aclaratorias en torno a la comprensión de término medio de la ciencia, pues si bien es cierto sus textos buscan promover el saber y el método científico, se aleja de las tendencias contemporáneas, particularmente las que circulan en internet, que confunden ciencia y tecnología, usando el muy sobado y pomposo nombre de tecnociencia.
Temas actuales tratados como el cambio climático, los sistemas de información, los índices para medir de una manera más adecuada la desigualdad, los alcances explicativos del marxismo, las crisis políticas en relación con el Estado de derecho, son algunos de los diferentes temas no propiamente científicos que ocupan a Bunge en algunas partes.
Con mayor tesón trata Bunge a la ciencia, hinca el diente sobre sus métodos de medición, sus hipótesis, sus premisas. Quizá con cierta sorna llama a esta parte “huecos filosóficos”, sí, porque para él la verdadera filosofía se encuentra en las cuestiones que solemos calificar como epistemológicas.
Con este libro Bunge ha dejado una suerte de bosquejo general de problemas para pensar en el futuro inmediato, lista de inquietudes que, pese a su a veces duro tratamiento, merecen ser de nuevo pensadas y analizadas.
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