Ofrecemos aquí una selección de fragmentos de los Papeles de Kierkegaard traducidos a partir de la segunda edición danesa (Søren Kierkegaards Papirer, ed. Peter Andreas Heiberg, Victor Kuhr y Einer Torsting, vols. I-XI-3, Gyldendal, København 1909-1948). Se trata de algunas entradas inéditas del volumen IX, que abarcan el periodo entre mayo-diciembre de 1848. Entre paréntesis indicamos la correspondencia de cada fragmento con la nueva edición de los Escritos de Kierkegaard (Søren Kierkegaard Skrifter, ed. Niels Jørgen Cappelørn, Joakim Garff, Jette Knudsen, Johnny Kondrup, Alastair McKinnon y Finn Hauberg Mortensen, vols. 1-28, Gads Forlag, København 1997-2013. Disponible en www.sks.dk).
La selección realizada responde al criterio autobiográfico y aborda los grandes temas de la vida de Søren Kierkegaard. A saber, su melancolía e infelicidad humana, la falta de un cuerpo, la espina en la carne, el hecho de ser incomprendido y maltratado por sus contemporáneos. Kierkegaard se referirá también a la relación traumática con su padre, Michael Pedersen Kierkegaard, al dolor por Regina Olsen, al encuentro casual con el padre de ella, el Consejero de Estado Terkild Olsen, a su poco entendimiento con su hermano Pedro y a su cariño por el obispo Jacob Mynster. Retorna en estas páginas su queja por la abyección literaria de El Corsario, la degradación de ese “pueblo de mercado” llamado Copenhague, y su delicada situación financiera. Por sobre todas las cosas, estará presente su relación con el Gobierno divino y su vocación cristiana.
IX A 65 (NB5:62)
Siento una imperiosa necesidad de no decir más que una sola palabra: Amén; porque mi gratitud hacia el Gobierno[1] por lo que ha hecho por mí me colma. Que todo pueda satisfacer realmente a un hombre de este modo. No conozco nada de lo que me ha sucedido de lo cual no deba decir poéticamente que eso es precisamente lo único que corresponde a mi esencia y disposición, y no me falta nada. Me hice infeliz en el amor, pero me resulta imposible imaginar que yo podría ser feliz, eso me convertiría en otro hombre. Sin embargo, fui bendecido en mi infelicidad. Fui salvado, humanamente hablando, por un difunto, mi padre[2], pero me resulta imposible imaginar que alguien vivo pudiera haberme salvado. Entonces me convertí en escritor, tal como lo dispuso la posibilidad de mi esencia; así fui perseguido[3] ― oh, si eso hubiera faltado, mi vida no habría sido la mía. La melancolía está presente en todas las cosas de mi vida, pero también una beatitud indescriptible. De ese modo es como, precisamente por la indescriptible gracia y asistencia de Dios, he llegado a ser yo mismo; casi podría estar tentado de decir por su predilección, si eso no fuera para mí menos que la beatitud en la que creo y que beatíficamente me tranquiliza: que Él ama de ese modo a cada hombre. Literalmente, yo he vivido con Dios como quien vive con un padre. Amén.
IX A 70 (NB5:67)
Pero la muerte de mi padre también fue un acontecimiento de terrible impacto para mí, del cual nunca he hablado con nadie. El trasfondo de toda mi vida está envuelto en la más oscura melancolía y la bruma de la miseria más profunda e inquietante, con lo cual no es de extrañar que yo fuera como era. Pero todas esas cosas constituyen mi secreto. Quizás en ningún otro esto habría tenido una impresión tan profunda, pero fue mi fantasía y en especial al comienzo, cuando todavía no tenía ninguna tarea a la cual dedicarme. Una melancolía tan primitiva, una dote tan enorme de dolor y una tristeza en el sentido más profundo, como un niño educado por un viejo melancólico[4]― y luego con un virtuosismo innato para hacer creer a cualquiera que yo era todo vida y alegría ―: y entonces Dios del Cielo me ha ayudado de este modo.
IX A 74 (NB5:71)
Humanamente hablando, mi desgracia es que tengo muy poca corporalidad: mi interioridad (y esta es la relación con Dios, donde en temor y temblor me encuentro constantemente a mí mismo como el número cero, sin hablar del dolor del arrepentimiento) se estremece con casi la más mínima insignificancia que emprendo, por si acaso Dios se enojara y me soltase. Por eso me angustia tanto en especial mi relación con todos los que se dicen hombres sufrientes, cualquiera que sea más pobre que yo. Y Dios sabe cómo puede ser que yo sea acusado de orgullo y egoísmo.
Pero estar de ese modo delante de Dios, qué bendición, aun cuando por otro lado sea un esfuerzo agotador. De ahí que me sienta tan infeliz y me haya sentido tan infeliz en comparación con otros hombres. Ser un hombre sano y fuerte que pudiera participar de todo, que tuviera fuerza corporal y un espíritu despreocupado: ay, cuán a menudo he deseado antes todo eso. En la juventud mi tormento ha sido terrible.
IX A 99 / NB5:95[5]
Pedro[6] sabe que mis finanzas[7] están en un estado alarmante, sabe que mi salud tambalea mucho, sabe o tiene al menos alguna idea de lo agotador que es gesticular como lo hago rodeado de ― tontos y desprecios cotidianos: desde ese tiempo no he escuchado ni una palabra de él. Ahora supuestamente está muy asustado y, pusilánime como siempre ha sido, probablemente tome asiento y se sienta importante al pensar que eso debe ser el castigo de Dios para conmigo. Oh, él es un mariquita y encima por vanidad acepta todos los honores de esos grundtvigianos,[8] y es “tan amable” y tan amable.
Yo no concibo que un hombre pueda ser así. Si uno realmente sabe que a un hombre le va mal, entonces creo que todas las consideraciones deberían desaparecer. En su momento, ni bien se metió en problemas con el obispo, yo me ocupé de escribirle una y otra vez[9]. Pero los ortodoxos, que no tienen esa infantil audacia delante de Dios, sino que lo consideran un tirano a quien halagar antes que adorar amorosamente, ellos también sienten una especie de alegría cuando creen que Dios castiga a algún otro.
Suficiente con esto, tengo los mismos sentimientos hacia mi hermano que siempre. Siempre sucede con aquel a quien Dios sorprende con algo extraordinario que él no sea comprendido, en especial por familiares y amigos. En el fondo Pedro siempre se ha considerado mejor que yo, quien sería algo así como el hermano pródigo.[10] También en eso tenía razón; él siempre fue más juicioso que yo. Su relación con nuestro padre, por ejemplo, era la del hijo juicioso ― la mía en cambio a menudo reprensible. Ay, pero Pedro jamás amó a nuestro padre tanto como yo. Pedro jamás entristeció a nuestro padre, mucho menos como lo hice yo, pero hace mucho que Pedro se olvidó del padre, mientras que en cambio yo lo recuerdo todos los días, absolutamente cada día desde aquel 9 de agosto del 38[11] y lo recordaré hasta la feliz reunión en el más allá. Y lo mismo en todas las situaciones. ― Pasó mucho tiempo desde cuando yo era considerado básicamente como una especie de buena cabeza perdida ― Pedro por el contrario seguía siendo siempre el juicioso. Entonces me convertí en un canalla[12] <(eso es lo que le debe parecer a cualquier tercero)> ― Pedro es, de verdad, el juicioso, y a contraluz resulta el amado. Entonces yo me levanto. Pedro no puede entenderme, se siente angustiado y me tiene miedo. En cualquier caso, ahora espera que yo busque su confidencialidad. Y eso es exactamente lo que no puedo. Él se ofende un poco. No sorprende entonces que toda la relación esté mal.
IX A 158 (NB6:8)
Oh, qué repugnante vivir en un diminuto país sin sentido, cuyo único carácter es la falta de carácter. En un momento uno debe mostrar que es alguien respetado, al siguiente momento parece que uno es una especie de loco Meyer[13] ― y eso por ese miserable par de cien mil hombres[14], de los cuales ninguno (con la excepción de unos pocos que entienden algo, pero a los cuales justamente se los trata de ese modo) entiende nada. ― Si uno asume que está decidido a ser considerado esa especie de canalla ― bien, entonces uno dispone su vida en consecuencia. Pero todo este sinsentido es repugnante; tal clase de cosas solo puede ocurrir en un país donde el desprecio domina la opinión pública, porque la abyección es justamente la pérdida de un cierto punto en el cual consiste básicamente el sufrimiento de la ambigüedad. La abyección es en esta época la única fuerza[15]. Porque ¿cuáles son las fuerzas del mal? Inercia y envidia. Todo lo que ahora es algo bueno y útil se convierte de inmediato en presa de esas fuerzas malignas ― pero la “abyección” tiene vía libre para circular, la abyección no es envidiada y tampoco puede poner la inercia en movimiento, por eso las cosas le salen tan bien. La abyección se ha convertido ahora en Dinamarca en el camino “hacia la suerte y el poder”.
IX A 189 (NB6:38)
Sin embargo, fue una verdadera suerte que yo haya llegado a publicar aquel breve artículo[16] ― y por eso seguiré creyendo hasta el final que mi vida no debe ser para estorbar sino para beneficiar.
Si hubiera muerto sin haberlo hecho, estoy seguro de que se habrían dicho tonterías, con la terriblemente irresponsable confusión conceptual de nuestra época, cosas como que yo era apóstol. Gran Dios, en lugar de beneficiarme por mantener lo cristiano en la cima, lo habría arruinado. De verdad, una maravillosa filiación para los apóstoles: que yo también sea una suerte de apóstol. De verdad un delicioso fruto de mi vida para ayudar a establecer la categoría magistral: un apóstol tal y tal.
Esta confusión, esta terrible confusión que yo desde el comienzo he vigilado con los ojos de Argos[17]. En una época tan absurda como la nuestra, que se complace de todo ― cuando solo pone los ojos en alguno que se diferencia un poco de los pastores ― oh, entonces está muy cerca de causar confusión. ¿No ha aspirado a eso Magister Adler[18]? Yo he trabajado contra eso con temor y temblor. De ahí mi constante expresión: sin autoridad; de ahí el ensayo sobre “La diferencia entre el genio y el apóstol”.[19] Pero todo esto no había contribuido ― y ahora un artículo sobre una actriz.
Como hombre, personalmente soy un pobre niño infeliz, a quien un viejo melancólico por amor ha hecho lo más infeliz posible ― y a quien entonces Dios ha tomado a su cargo y por quien ha hecho “tan indescriptiblemente, oh, tan indescriptiblemente más de lo que yo jamás había esperado”, tan indescriptiblemente que yo solo anhelo la quietud de la eternidad para no hacer otra cosa más que agradecer. Como hombre, soy personalmente en más que un sentido general un pecador que ha llegado bastante lejos en el camino de la perdición, cuya conversión con demasiada frecuencia ha estado marcada y está marcada por la recaída ― un pecador que sin embargo cree que todo ese pecado le es perdonado por Cristo, aunque él deba soportar la consecuencia del castigo; un pecador que anhela la eternidad para agradecerle a Él y a Su Amor.
Como escritor, soy un genio de una clase especial ― ni más ni menos, incondicionalmente sin autoridad y por eso constantemente dedicado a aniquilarse a sí mismo para no convertirse en una autoridad para nadie. Lo especial, si finalmente alguno quiere saberlo, es que yo tengo y he tenido tanta imaginación como dialéctica y viceversa, y que mi pensamiento está esencialmente presente.
IX A 208 (NB6:57)
Reduplicar es ser lo que se dice. Por eso los hombres están infinitamente mejor servidos por alguien que no habla en tonos demasiado altos, pero que es lo que dice. Jamás me atreví a decir que el mundo era malo. Yo hago algo diferente, digo: el cristianismo enseña que el mundo es malo.[20] Pero no me atrevo a decirlo yo mismo, estoy lejos de ser lo suficientemente puro para eso. Pero he dicho: el mundo es mediocre, y eso es exactamente lo que expresa mi vida. Pero ¿cuántos jóvenes pastores se levantan y truenan que el mundo es malo ― y qué expresa su vida ―. Jamás me he animado a decir: que yo arriesgaría todo por el cristianismo. Tan fuerte para eso aún no soy. Comienzo por algo menos, sé que he arriesgado mucho, y entonces pienso y creo que Dios me educará para aprender a arriesgar más. Pero Mynster, él llora pensando que lo sacrificaría todo, que aunque todos se alejaran, él se mantendría firme. Dios sabe lo que él ha arriesgado. Nunca se debería hablar de ese modo. Esa pequeña chispa de una hora cada domingo solo deja tanto más embotamiento y pereza. Uno nunca debería decir que haría lo que no ha hecho. Uno puede decir lo siguiente: el cristianismo lo exige; pero dado que yo no lo he intentado, no me atrevo a decir nada de mí mismo. Dado que he sido independiente, por eso siempre he hablado con gran cautela sobre mis preocupaciones económicas, a menudo pienso que no tengo ninguna experiencia al respecto, que solo hablo como un poeta.
¡Oh, si la verdad estuviese presente en la comunicación entre hombre y hombre! Uno defiende el cristianismo, el otro ataca el cristianismo y al final de cuentas, cuando uno revisa la existencia de ambos, ni el uno ni el otro se preocupa mucho por el cristianismo. Quizás se trate de su medio de vida
Fíjate, en lo que a mí concierne, tengo una espina en la carne desde la más temprana edad. Si no la hubiese tenido, me atrevo a decir que habría llegado muy lejos en la mundanidad. Pero no puedo, aun cuando me gustaría. Por eso yo no tengo ningún mérito en absoluto, porque qué mérito hay en que uno vaya por el camino correcto cuando lo hace en un andador, o que un caballo siga las huellas incluso cuando tiene una mordedura profunda en la boca.
IX A 213 (NB6:62)
Lo que muy a menudo he dicho, no puedo repetirlo muy a menudo: soy un poeta, pero de una especie propia; porque la dialéctica es la determinación natural de mi esencia y la dialéctica suele precisamente resultar extraña al poeta. Desde la más temprana edad asignado a una vida llena de tormentos que quizás pocos podrían siquiera imaginarse, derrumbado en la más profunda melancolía y por esa melancolía derrumbado alguna vez en desesperación: entonces me hice claro a mí mismo produciendo. Lo ético fue lo que me inspiró ― ay, yo que completamente atormentado estaba imposibilitado de realizarlo de manera perfecta, porque por desgracia fui puesto fuera de lo humano general. Si hubiera sido capaz de hacerlo, claro que habría estado enormemente orgulloso. De este modo me volví a relacionar con el cristianismo. Mi plan era, inmediatamente después de que O lo uno o lo otro se publicara, buscar una convocatoria para pastor rural y llorar mis pecados. No pude hacer que mi productividad retrocediera, la seguí ― naturalmente ella desembocó en lo religioso. Entonces entendí que mi tarea era hacer penitencia sirviendo a la verdad para que verdaderamente se convierta, desde el punto de vista humano, en el trabajo difícil, ingrato, de sacrificarlo todo. Así es como sirvo al cristianismo ― feliz en toda mi miseria de pensar en el bien indescriptible que Dios me ha hecho, mucho más de lo que esperaba.
Lo que importa es que el cristianismo vuelva a ser expuesto en toda su crudeza, y dada la situación de la cristiandad: de manera indirecta. Yo tengo que mantenerme afuera: tanto mayor será el despertar. Los hombres aman la comunicación directa porque facilita las cosas, y quienes comunican la aman porque les hace la vida menos esforzada en cuanto que ellos siempre encuentran a unos pocos con quienes juntarse y escapar de la fatiga de la soledad.
Así es como vivo, seguro de que Dios pondrá el énfasis del Gobierno en mi esfuerzo ― ni bien yo muera, no antes, eso pertenece a la penitencia y al alcance del proyecto. Yo vivo en esta fe, en ella espero en Dios morir. Si Él lo quiere de otra manera, entonces Él mismo cuidará lo suficiente de eso, no me atrevo a otra cosa.
A 240 (NB6:86)
El entero concepto de un pastor como quien habla bien es eo ipso la abolición del cristianismo. En eso se esconde una confusión aún más profunda, cuando la gente se ocupa de explicar que el pastor debe ser simple ― en su expresión, no usar muchas palabras sofisticadas. Al diablo con eso, que depende además de circunstancias accidentales. No. El asunto es que el pastor no debe ser alguien que habla bien, o bien, quien predica el cristianismo no debe ser un orador, sino quien existe en lo que predica.
Pero el concepto ahora en uso de un pastor desmoraliza directamente a la congregación. Uno se sienta allí en una Iglesia confortable, rodeado de esplendor y magnificencia (sí, como en un teatro) ― y entonces aparece un hombre, un artista (porque no nos engañemos, él dice que es simple, pero eso quiere decir que se ha perfeccionado en ese arte ― porque la verdadera simplicidad es que la propia vida exprese lo que uno predica), un hombre vestido con ropas suaves, en posesión de todas las ventajas de la vida ― y él habla de lo más alto, de querer sacrificarlo todo. Oh, así sonriente da la impresión de algo por completo diferente de la mínima pérdida por seriedad. Oh, terrible seducción, qué sofisticación tenerlo todo ― y luego hacer todo eso de manera tan artística.
Fíjate, por eso los hombres no pueden reconocerlo. Tomemos a Pablo cuando estaba encadenado[21] ― ¿cuántos fueron los que vieron lo sublime en él? No la mayoría, la gran mayoría vio a un fanático por el cual ellos höckstens[22] sintieron alguna compasión. Pero cuando el obispo Mynster en la Iglesia del Palacio[23], donde todo respira seguridad y paz, y donde todo es esplendor y magnificencia ― cuando él allí, imponente como es en su apariencia personal, da un paso atrás en el púlpito, despliega toda su altura personal, gran artista que es ― cuando él describe eso: entonces todos nosotros entendemos todo ― no estamos nada lejos de confundir al obispo Mynster con un ― apóstol. Oh, eso es enormemente desmoralizante.
<Y, sin embargo, le tengo mucho cariño al obispo Mynster, y no solo porque la memoria de mi padre me liga a él. No, Mynster expresa lo puramente humano con tanta maestría como jamás lo he visto. Por otro lado, es por cierto tan ajeno a lo decisivamente cristiano que, si él tuviera que dar su opinión al respecto, debería decir: eso es lo demoníaco>.
IX A 262 (NB7:10)
Por ella[24] no hay nada que hacer. Dios sabe cuánto me gustaría hacerlo tanto por mi bien como, si ella quisiera, por el suyo.
Ella se desbordaría absolutamente si llegara a saber cómo fueron las cosas en realidad. El hecho de que yo fuera un malvado o incluso alguien que quería ser algo grande en el mundo es y será la piedra angular de su matrimonio.
Sin embargo, durante estos días tan extraños para mí (en especial el jueves o la noche del miércoles hasta el jueves cuando dejé de rezar por R. N.[25] porque me había impacientado un poco con él, pero entonces eso me pareció como un horrible pecado contra él, por lo cual de inmediato lo volví a incorporar en mi relación con Dios), jueves, viernes, sábado <24, 25, 26 de agosto> saqué de nuevo la relación con ella. El sábado <(26 de agosto)> conduje hasta Fredensborg.[26] Un presentimiento inexplicable me empujaba, estaba tan feliz y casi convencido de que me encontraría con la familia allí ― y que debía hacer el intento ―. Llegué allí. No había nadie. Hice mi recorrido habitual, hablé con Tomás o como se llame, el único remero que me dijo que era la primera vez que yo iba a Fredensborg ese año, cosa que era cierta. Yo le pregunté como en passant[27] si el Consejero de Estado Olsen había ido allí a menudo ese año. Él respondió: no, solo una vez, el primer día de Pascua.
Luego subí otra vez a Kolds,[28] me senté a comer ― entonces pasa un hombre por la ventana: era el Consejero de Estado Olsen.[29]
Él es el único con quien con seguridad me atrevía a reconciliarme, porque no representaba ningún peligro para la muchacha. Tenía que irme pronto, pero bajé una sola vez por Skipper Allé[30] con la intención de pasar solo una vez y, si no lo encontraba entonces, renunciar al intento. Pero en efecto lo encuentro. Me acerco a él y le digo: “buenos días, Consejero de Estado Olsen. ¿Podríamos hablar alguna vez?”. Él se quitó el sombrero y me saludó, pero luego se apartó de mí con la mano y me dijo: “yo no quiero hablar con Usted”. Ay, las lágrimas brotaron de sus ojos y dijo esas palabras con un dolor atragantado. Entonces caminé hacia él, pero el hombre comenzó a correr tan rápido que, aunque hubiera querido, me hubiese resultado imposible alcanzarlo. No obstante, llegué a decirle, y él lo escuchó: “ahora lo hago responsable por no querer escucharme”.
Por ahora no es posible hacer nada más.
IX A 290 (NB7:33)
Lo lamentable de toda mi situación aquí en el país conmigo es que, por el hecho de que tengo la suficiente elasticidad para expresar que toda esa vulgaridad en mi contra es nada, nada de nada: se toman en confianza el permiso de ser vulgares. Qué repugnante tomar mi ayuda para ser vulgares en mi contra. Pero Copenhague es por supuesto un pequeño agujero cerrado, un pantano podrido sin parangón.
IX A 303 (NB7:46)
Lo que está destruyendo a Dinamarca no es ni el nuevo ni el viejo Ministerio[31], sino que el país pequeño como es, todavía más pequeño por la desmoralización, se ha convertido en un pueblo de mercado donde es imposible cualquier gobierno porque la envidia vigila todo lo que es algo, solo lo despreciable puede tener algún poder, solo algo parecido a un mártir por no decir un mártir, puede gobernar.
Lo que hizo surgir el nuevo Ministerio no fue sabiduría, patriotismo, etc., sino una expresión de esa desmoralización. Y lo que derribará al nuevo Ministerio otra vez es envidia, capricho, mezquindad. No es lo noble, el bien lo que triunfa, no, es la misma desmoralización que toma una nueva figura.
En este sentido Goldschmidt[32] no es destacable, él se relaciona como la mosca del cólera con el cólera, uno no puede decir que es él quien produce la desmoralización (mientras que todos los demás son buenos), pero que él exista demuestra que debe haber desmoralización. Él es y será el instrumento sin carácter de la envidia y la desmoralización. Él no tiene nada que perder, no se lo puede derrotar, tampoco envidiar, está protegido por lo despreciable ― y entonces roe y roe. Y a <varios de> los representantes del viejo régimen les parece bien porque eso supera el nuevo ministerio. Oh, qué triste que no haya ningún carácter, ninguna consideración, ninguna concepción consecuente en ningún lugar de Dinamarca, sino mera pasión instantánea.
IX A 375 (NB7:114)
Cuando vendí la casa[33], había pensado en dejar de escribir, viajar al exterior por dos años[34] y luego volver al país y hacerme pastor. En efecto, había obtenido alrededor de 2200 táleros por el lugar.
Pero entonces empecé a pensar: quieres viajar al exterior, pero ¿por qué? Para interrumpir tu producción y recrearte. ¿Pero acaso no sabes por experiencia que nunca eres tan productivo como en el extranjero, en el inmenso aislamiento en el que vives, de modo que después de un viaje al exterior de dos años volverías a casa con una enorme cantidad de manuscritos?
Entonces alquilé unas habitaciones, un departamento que de un modo muy extraño me había tentado durante mucho tiempo y respecto del cual a menudo me había dicho a mí mismo que era el único que me podía gustar[35].
Ese plan de viajar 2 años fue por cierto más bien una ocurrencia de la fantasía. Está claro que yo ya tenía toda una obra publicada y, como dije, viajar al exterior abriría todas las esclusas de la producción.
Pero la idea de viajar estos 2 años fue lo que me motivó a comprar al contado <con el efectivo que tenía por la venta de la casa> bonos reales, decisión que de otro modo no habría tomado ― lo más estúpido que he hecho y debo tomar como una especie de lección; porque ahora he perdido unos 700 táleros por eso. [En el margen: con el resto del contado compré luego acciones que con las que quizás no haya perdido nada[36]].
Entonces alquilé aquel departamento; imprimí los “Discursos cristianos”[37], estaba sentado en plena corrección cuando estalló la confusión ― me quitaron a Anders[38]: y estuvo bien disponer de esas habitaciones.
Me mudé allí[39]. En cierto sentido, en ese departamento he sufrido indescriptiblemente más por su incomodidad. Pero por otro lado, como el Gobierno siempre me ayuda a lograr lo que quiero pero empleando un medio equivocado o queriendo emplear un medio equivocado: lo mismo aquí. Si algo me ayuda a ser menos productivo, a disminuir la velocidad y en general a limitarme, eso es justamente las preocupaciones y los inconvenientes finitos.
Por otro lado, en esa residencia he escrito algunas de las mejores cosas que escribí[40]; pero además siempre he tenido la ocasión de ejercitarme piano[41] con la idea de detener la productividad o en todo caso de prestar más atención a mis ingresos. Eso no me habría sucedido jamás en toda la eternidad en el exterior, donde en efecto, alejado de todo lo que distrae, sufriendo en parte de un poco de melancolía, me entrego a la mayor productividad.
El verano pasado me acerqué un poco más a Rasmus Nielsen, lo cual simplemente significa reducir mi productividad y hacer por lo menos algo para limitar mi esfuerzo.
Sí, si yo pudiera viajar sin ser productivo, viajar y viajar por algún tiempo: sería quizás una buena cosa. Pero con una estadía prolongada en un solo lugar, mi productividad resulta más fuerte que nunca. Me ha hecho muy bien aprender algunas cosas por la partida de Anders y otras incomodidades de ese tipo que quizás favorecen mucho mi productividad.
Yo quería viajar por dos años; porque entre otras cosas también estaba harto y cansado de todos los sinsentidos aquí en Copenhague. Pero eso no ayuda. Estoy acostumbrado a soportar ese tipo de cosas simplemente permaneciendo con paciencia en el lugar.
Pero el tema financiero me ha pesado mucho en estos tiempos confusos. No obstante, sin duda es bueno que yo me informe adecuadamente de estas cuestiones en el tiempo. Eso ayuda también a extinguir el egoísmo en mí y mi productividad, en la medida en que esto se da; porque mi posición como autor resulta de verdad bastante seria.
IX A 411 (NB8:36)
Qué terrible cuando por un momento pienso en el oscuro trasfondo de mi vida desde los primeros tiempos. La angustia con la cual mi padre llenó mi alma, su propia terrible melancolía y todas las cosas que al respecto ni siquiera pude apuntar. Esa es la angustia que sentí ante el cristianismo y aun así fui atraído muy fuerte hacia él. Y entonces, más tarde sufrí por Pedro,[42] cuando él fue tomado enfermizamente por lo religioso.
Como dije, es terrible pensar por un momento en esta vida que he llevado en lo más secreto de mi interioridad, por supuesto literalmente jamás he hablado ni una palabra al respecto ni con un solo hombre, ni siquiera me atrevo a apuntar lo más mínimo al respecto ― y entonces he podido cubrir esta vida con una tal existencia exterior de ganas de vivir y alegría.
Qué ciertas son por lo tanto esas palabras que a menudo he dicho de mí mismo[43], que así como Sherezade salvó su vida narrando cuentos, yo salvo mi vida o me sostengo en la vida produciendo.
IX A 451 (NB8:76)
También en ese sentido, como en todos los demás, había una diferencia infinita entre ella y yo. Ella deseaba o al menos había deseado brillar en el mundo ― y yo con mi melancolía y mi concepción melancólica de sufrir y tener que sufrir. Por entonces ella podría haber estado contenta de su relación conmigo, que quizás al principio la habría satisfecho en el sentido de brillar. Pero cuando la cosa se hubiera convertido en algo serio, ya sea por mi retracción hacia lo insignificante o por mi exposición al sufrimiento real y cristiano, donde no hay ningún honor ni respeto para ganar: entonces ella habría perdido con facilidad su buen ánimo. Y yo ― sí, jamás habría sido yo mismo.
Notas
[1] Kierkegaard suele usar el término danés Styrelsen para referirse al Gobierno específicamente divino que dirige su vida.
[2] Michael Pedersen Kierkegaard (1756-1838) murió el 9 de agosto de 1838.
[3] Alusión a la polémica con El Corsario desencadenada el 2 de enero de 1846.
[4] Cuando Kierkegaard nació, su padre tenía 56 años.
[5] Cfr. Pap., IX A 245; VIII1 A 545.
[6] Pedro Christian Kierkegaard (1805-88), hermano de Kierkegaard. En ese momento se desempeñaba como párroco de Pedersborg y Kindertofte en Sorø; muy ligado a Grundtvig y desde julio de 1844 miembro del Conventículo de Roskilde.
[7] Los hermanos vendieron la casa de su infancia en Nytorv núm, 2, Copenhague, el 24 de diciembre de 1847 y Kierkegaard obtuvo de la venta unos 10,000 táleros en efectivo con los cuales compró acciones y bonos reales.
[8] Partidarios de Nicolaj Frederik Severin Grundtvig (1783-1), pastor, poeta, historiador, político, etc., que luchó por la libertad dogmática y litúrgica de los pastores dentro de la Iglesia estatal danesa, y por la libertad de los feligreses para elegir pastor.
[9] Pedro Kierkegaard tomó posesión de su cargo de párroco en Pedersborg y Kindertofte el 27 de noviembre de 1842. Allí vivían dos familias bautistas a quienes Pedro les negó el bautismo. Las autoridades eclesiásticas fueron informadas al respecto y el 8 de febrero de 1843 llegó un tutor designado para imponer el bautismo. La negativa a bautizar le trajo problemas con el obispo Mynster.
[10] Lucas 15, 11-32.
[11] Día de la muerte del padre de Kierkegaard.
[12] Referencia a la ruptura con Regina.
[13] Posible alusión al redactor de Flyve-Posten, Eduard Meyer.
[14] Se refiere a los habitantes de Copenhague, que según el censo del 1 de febrero de 1845 eran 126.787.
[15] Kierkegaard piensa en la abyección literaria de El Corsario.
[16] Alusión a La crisis y una crisis en la vida de una actriz, publicada en los cuatro fascículos de Fædrelandet, núm. 188-191, firmado con el seudónimo Inter et Inter. Kierkegaard había escrito esa pieza a comienzos de 1847 en ocasión de la actuación de Johanne Louise Heiberg como Julieta en Romeo y Julieta de Shakespeare. Su publicación debió vencer fuertes dudas respecto de la conveniencia de hacerlo.
[17] Alusión al héroe Argos de la mitología griega (Argus en latín). Se lo llamaba “Panoptes” (omnisciente) porque siempre tenía al menos un ojo despierto entre los cien repartidos por su cuerpo. Se le menciona en la leyenda amorosa entre Zeus y la hija del dios del río Inachos.
[18] Adolph Peter Adler (1812-69), teólogo danés.
[19] En Un ciclo de Tratados ético-religiosos.
[20] 1 Juan 5, 19.
[21] Hechos 26, 1-32.
[22] En alemán: “a lo sumo”.
[23] La Iglesia del Palacio de Christiansborg funcionaba como iglesia de la Corte y como iglesia parroquial.
[24] Referencia a Regina Olsen.
[25] Referencia a Rasmus Nielsen, talentoso profesor de filosofía a quien Kierkegaard inició en su pensamiento, y quien supo ser por entonces el mejor amigo de Kierkegaard, compañero de las caminatas de los jueves. Fue además el elegido por Kierkegaard para la edición y publicación de su obra póstuma, respecto de lo cual lo instruyó durante 1848.
[26] Pequeña ciudad en el noreste de Zelanda situada en la orilla sureste del lago Esrom. Según las facturas del cochero P.S. Lassen den Lille Helliggeiststræde, Kierkegaard era un huésped habitual del Hotel Store Kro, aunque las facturas de 1848 no se han encontrado.
[27] En francés: al pasar.
[28] Se refiere a Ole Johansen Cold (1781-1859), sastre y posteriormente posadero, desde 1811 era propietario de Store Kro en Slotsgade, justo al lado del castillo de Fredensborng.
[29] Terkild Olsen (1784-1849), padre de Regina, jefe del Departamento de Finanzas danés.
[30] Skipper Allé comienza al final de Slotsgade, entre el castillo de Fredensborg y el Hotel Store Kro, y desciende suavemente hacia el oeste, ofreciendo una hermosa vista del lago Esrum hacia el bosque de Grib y Nøddebo, justo enfrente.
[31] Se refiere al Nuevo Ministerio creado el 21 de marzo de 1848, cuando la monarquía absoluta dio paso a una monarquía constitucional. La nueva Constitución sería sancionada el 5 de junio de 1848.
[32] Meïr Aron Goldschmidt (1819-1887), editor de El Corsario.
[33] El 24 de diciembre de 1847 Kierkegaard vendió su propiedad de Nytorv 2, herencia de su padre. De la venta obtuvo unos 10.000 táleros en efectivo que invirtió el efectivo en acciones y bonos reales.
[34] Durante la década de 1840 Kierkegaard realizó cuatro viajes a Berlín. En agosto de 1847 pensó en un nuevo viaje a Berlín.
[35] El 28 de enero de 1848, Kierkegaard firmó un contrato de alquiler por una vivienda que estaba en el primer piso de la esquina de Rosenborggade y Tornebuskegad. En los Papeles, Kierkegaard se refiere al departamento como un lugar del cual había estado enamorado desde el momento en que se construyó.
[36] El 21 de enero de 1848, Kierkegaard compró 3.645 táleros en acciones de la Compañía de seguros contra incendios de Copenhague.
[37] El manuscrito de los Dicursos Cristianosr se entregó a la imprenta el 6 de marzo y se publicó el 25 de abril de 1848.
[38] Anders Christensen Westergaard (1818-67), sirviente de Kierkegaard desde mayo de 1844. Había sido convocado a la guerra entre los Ducados de Schleswig-Holstein y la Corona Danesa en abril de 1848 por orden del Ministerio de Justicia.
[39] Probablemente el 27 de abril.
[40] En concreto, partes de La enfermedad mortal; Vengan a mí todos los que trabajan y están agobiados; Bendigo a quien no se escandaliza de mí; El punto de vista de mi actividad como autor.
[41] En italiano: “lentamente, con tranquilidad”.
[42] Su hermano.
[43] Cfr. Tausend und eine Nacht. Arabische Erzählungen [Las mil y una noches. cuentos árabes], trad. G. Weil, vol.. 1, ed. A. Lewald, Stuttgart 1838, vols. 2-4, Pforzheim 1839-41, vol. 1, p. 12 y vol. 4, p. 952 [ASKB. 1414- 1417].