La fotografía desde su invención ha sido un medio intensamente ligado al concepto de realidad, como si la fotografía dijera una sola cosa, clara, directa, efectiva, “filosóficamente, está enteramente lastrada por la contingencia de la que es envoltura transparente y ligera”. [1]
En su evolución la fotografía ha demostrado versatilidad, con ello su veracidad se ha puesto en duda por diversas razones. Primero demostrando lo subjetivo de su naturaleza, explícito en el extracto de un instante de un contexto más complejo de lo que muestra la selección del encuadre y el momento. Así mismo el medio ha sufrido una evolución técnica que le ha permitido modificar el aparente reflejo de la realidad. Las nuevas posibilidades de la fotografía digital, los programas para editar imágenes, las cámaras insertadas en los teléfonos celulares, de la mano de las nuevas tecnologías de comunicación como el internet y las redes 3G, han cambiado el sentido original del medio fotográfico y la utilización de las imágenes en sociedad contemporánea.
Cuando la cámara es el instrumento de registro, garantiza una buena dosis de indicialidad: la huella metálica en fotografía original se transforma en huella digital, pero en huella al fin y al cabo. Pero la verdadera fusión computadora-fotografía supone un poderoso laboratorio electrónico, lo cual involucra factores demasiado decisivos para mantener indemnes nuestras convenciones. [2]
La diversidad de medios para crear, editar y publicar imágenes es amplio en la actualidad. Este artículo se enfocará específicamente en la aplicación para teléfonos móviles Instagram.[3] La selección de esta plataforma recae en la importancia que ha tomado en la generación masiva de fotografías y su posterior publicación en las redes sociales. Al día de hoy cuenta con 100 millones de usuarios activos, se suben 40 millones de fotografías al día y se han generado en esta plataforma más de un billón de imágenes. [4]
El cambio que genera esta nueva plataforma de creación y difusión de imágenes merece, a mi parecer, una reflexión sobre la transformación del medio fotográfico. Las nuevas tecnologías en conjunto con las redes sociales provocan un cambio ontológico en la fotografía, se distancian en diversos aspectos de la fotografía analógica y configuran un nuevo medio de instantáneas digitales.
En 1980 Roland Barthes publicó La cámara lúcida, un texto que inicia con una interrogación muy sencilla ¿qué es la foto “en sí”?, ¿qué rasgo esencial la distingue del resto de las imágenes? Barthes sin ser fotógrafo profesional y considerarse un espectador más de este mundo de imágenes desarrolla una serie de conceptos para distinguir las cualidades de la fotografía. Como Barthes, cerca del 70% de los usuarios de Instagram son únicamente espectadores, mientras los operadores más activos no configuran más del 3% de su población.[5] “Como espectador, sólo me interesaba por la fotografía por sentimiento; y yo quería profundizarlo no como una cuestión (un tema), sino como una herida: veo, siento, luego noto, miro y pienso.” [6]
Instagram se libera del texto y funciona básicamente con imágenes a diferencia de otras redes sociales, establece relaciones entre los usuarios por medio de la fotografía. En esta red la imagen funciona como lenguaje universal que te permite seguir a múltiples personas de locaciones remotas, casi desconocidas, sin la necesidad de conocer otro idioma. Las instantáneas se convierten en registro, discurso, descripción, relato, propaganda, broma y más, aprovechando las cualidades de la naturaleza del mensaje fotográfico logran informar, representar, sorprender, hacer, significar, emocionar o incitar. El poder de las imágenes se vuelve claro en esta plataforma: “Si el nuevo lenguaje de las imágenes se utilizase de manera distinta, éstas adquirirían, mediante su uso, una nueva clase de poder. Podríamos empezar a definir con más precisión nuestras experiencias en campos en que las palabras son inadecuadas.” [7]
Ligado a la noción de inmediatez, una de las cualidades de Instagram es que nunca vemos únicamente una imagen, leemos todas las instantáneas de los usuarios como una serie, una detrás de otra. Permitimos que el usuario nos narré una historia, generalmente de lo cotidiano o en otros casos muestra proyectos artísticos como @arielealasko:
o procesos ocultos de instituciones en @highlineartnyc o imágenes de personajes públicos como @barackobama, hasta el detrás de cámaras de campañas políticas en cuentas como la de @evanvucci en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2012. Instagram expone las posibilidades de la fotografía de relacionar lo particular con lo general. En un grupo de imágenes, el nexo de afinidades, contrastes y comparaciones relativas puede ser amplio y complejo.[8]
Para Barthes como espectador existen diferentes razones por la que te puede interesar una fotografía: sea desear el objeto, el paisaje o el cuerpo que la foto representa, amar o haber amado al ser que nos muestra para que lo reconozcamos; asombrarse de lo que se ve en ella; admirar o discutir la técnica empleada por el fotógrafo.[9] Sin duda Instagram como red social saca provecho de los deseos, diversas marcas multinacionales utilizan Instagram como un medio publicitario: quiero tomarme un café, quiero ese bolso, quiero esos tenis. Se puede decir que la mercadotecnia es uno de los medios más explotados de las redes sociales, en Instagram marcas como: @nike
o @starbucks tienen más de un millón de seguidores que sin duda desean los objetos expuestos en las instantáneas.
La fotografía de paisajes, ciudades o edificios se relacionan a otra cualidad de la fotografía para Barthes, exponiendo la fotografía en la que tengo ganas de vivir, diferente a la foto de turismo, en ellas proyecto mi cotidianidad en el lugar que muestra. Usuarios como @chrisconnolly nos transporta a las calles de Nueva York a los pequeños rincones y los diminutos detalles de la ciudad, @karlthefog muestra los paisajes de San Francisco con la niebla que invade la ciudad, los congelados paisajes de Suecia y el reflejo de la luz en el hielo son mostrados por @sannalinn.
Para mi las fotografías de paisajes deben ser habitables, y no visitables. Este deseo de habitación, si lo observo a fondo en mí mismo, no es ni onírico (no sueño con un lugar extravagante) ni empírico (no intento comprar una casa a partir de las vistas de un prospecto de agencia inmobiliaria); es fantasmático, deriva de una especie de videncia que parece impulsarme hacia delante, hacia un tiempo utópico, o volverme hacia atrás, no sé a donde de mí mismo (…) Ante esos paisajes predilectos, todo sucede como si yo estuviese seguro de haber estado en ellos o de tener que ir.[10]
Con la cámara del teléfono celular el Instagramtista se convierte en el operador[11] y selecciona la visión recortada por el agujero de la cámara obscura. Su relación con la mirilla, a través de la cual observa, limita, encuadra y pone en perspectiva lo que quiere sorprender.[12] Para Barthes el gesto esencial del operador consiste en sorprender algo o alguien y que tal gesto sea perfecto cuando se efectúa sin que lo sepa el sujeto fotografiado. De este gesto derivan abiertamente todas las fotos cuyo principio es el choque, existe un amplia gama de sorpresas.
– La sorpresa de lo raro, de lo inusual del referente. En @hana87chan las innumerables miniaturas y personajes configuran un universo inesperado, @emilycall
ha creado una serie de autorretratos con los rostros cubiertos, el retrato tradicional es modificado y los objetos que cubren el rostro de los retratos parece describir la personalidad del personaje.
– La sorpresa del momento decisivo en el que la acción instantánea se inmoviliza en una escena. Este sorpresa se desarrolla desde el momento de una persona saltando en el aire hasta el instante en que la luz o las condiciones climáticas de un paisaje lo convierten en algo extraordinario. @randomlyeuphoric muestra paisajes en los que las condiciones climáticas y de luz son únicas, así mismo las figuras humanas configuran escenas de soledad y melancolía.
– La proeza fenomenológica, @ustyuzhanin en febrero del 2013 publicó impresionantes fotografías del meteorito que cayó en Rusia. Si bien para Barthes la gota de leche de Harold D. Edgerton configuró el ejemplo de esta proeza, en algunas fotografías de Instagram lo podemos seguir viendo.
– La sorpresa de la técnica, en la actualidad las aplicaciones para modificar y retocar fotografías en la computadora o en el teléfono se convierten en una sofisticada prótesis tecnológica, como un accesorio, un teleobjetivo o un filtro. La propia plataforma de Instagram esta acompañada de una serie de filtros para brindar ciertas cualidades estéticas a la imagen. @ariadnajulia explota estas capacidades de la fotografía en imágenes simples y llamativas.
– La sorpresa con humor en escenas preparadas como la @rubicantekid y sus pequeñas figuras de papel o bien @idafrosk y los paisajes esbozados con comida, hasta elaborados proyectos de diseño como los de @brockdavis. Muchos de estos proyectos tienen un fondo codificado y se insertan en la cultura de la sociedad contemporánea. El proyecto de @dschwen toma como punto de partida el diseño de Pantone la guía de colores utilizada por diseñadores en todo el mundo y lo transforma en un menú de deliciosas combinaciones.
Sin duda en el billón de instantáneas que se han creado en Instagram las fotos unarias componen el mayor universo, imágenes que no me atrapan, como establece Barthes la foto puede gritar y nunca herir. Son escasas las imágenes en las que encontramos el punctum,[13] esa especie de sutil más-allá-del-campo, como si la imagen lanzase el deseo más allá de lo que ella misma muestra: no tan sólo la desnudez, ni hacia el fantasma de una práctica, sino hacia la excelencia absoluta de un ser, alma y cuerpo mezclados.[14]
El poder de Instagram como red social configura en la actualidad un fuerte elemento de la cultura visual contemporánea, la estética de Instagram permea las fotografías de los últimos años y seguramente el 2012 o el 2013 serán recordados por el estilo particular de las imágenes de esta plataforma. Ante las miradas apocalípticas también se puede prever la desaparición de Instagram, ya sea por su evolución o reemplazo por una plataforma más desarrollada.
Finalmente la sociedad contemporánea está invadida de imágenes, lo importante es tomarse un momento para reflexionar la naturaleza de la misma. Observar la foto en silencio separándola del discurso ordinario, más allá de la técnica, la realidad, el reportaje o el arte de encontrar el lazo afectivo que nos atrapa en la imagen. Ese sentimiento que te hace vibrar: la aventura que definía Barthes.
Bibliografía
Barthes, Roland, La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, Paidós Comunicación, México, 2009.
Berger, John, Modos de ver, Gustavo Gili, Barcelona, 2000.
Berger, John y Mohr, Jean, Otra manera de contar, Mestizo, Murcia, 1997.
Constante, Alberto, coordinador, Las redes sociales. Una manera de pensar el mundo., UNAM / Ediciones sin nombre, México, 2013.
Meyer, Pedro, Verdades y ficciones : un viaje de la fotografía documental a la digital; introducción Joan Fontcuberta, Casa de las Imágenes, México, 1995.
[1] Roland Barthes, La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, p.29
[2] Joan Fontcuberta, Verdades y ficciones : un viaje de la fotografía documental a la digital, p.10.
[3] Para ampliar el tema ver Gabriela Álvarez, “Instagram, realidad y presente”, Las redes sociales. Una manera de pensar el mundo, pp.95-107.
[4] Datos tomados Online: “Instagram in Statics”, 2013, http://instagram.com/press/, marzo del 2013.
[5] Ver Online: “Infografía Instagram Nation. The Samartphone Photographer’s App of Choice”, en jeffbullas.com, mayo de 2012,‹http://www.jeffbullas.com/2012/05/04/the-explosive-growth-of-instagram-infographic/›, 25 septiembre de 2012.
[6] R. Barthes, op.cit., p. 52
[7] John Berger, Modos de ver, p. 41
[8] J. Berger, Otra manera de contar, p.281
[9] R. Barthes, p.48-49
[10] Ibidem, pp.74-75
[11] El spectator o espectador, para Barthes, es el técnico que opera la cámara fotográfica.
[12] R. Barthes, op.cit., pp. 36-37
[13] Pocas las fotografías que tienen El punctum me punza, puede ser un “detalle”, un objeto parcial. También el punctum como “detalle” llena toda la fotografía, una paradoja. Puede o no ser intencional
[14] R. Barthes, op.cit., p.99