Abogado de profesión, docente de filosofía de oficio, autodidacta, Raúl Cerdeiras es uno de los principales impulsores y difusores en el país del pensamiento del filósofo francés Alan Badiou
Fundó y dirige Acontecimiento, revista para pensar la política, que se edita semestralmente. Con el número 40, el último que salió a las calles hasta ahora, a fines de 2011, cumplieron 20 años. Este mes, con motivo de la visita que Badiou realizó a la Argentina y en el marco de una serie de debates que se venían dando, pusieron a circular un Manifiesto titulado: “El fantasma de un ¡Ya Basta!”. Un poco como excusa a partir de estos dos sucesos, nos propusimos acercarnos a conversar con Raúl en su estudio porteño, allí donde desde hace tres décadas van y vienen quienes estudian con él a importantes pensadores como Heidegger, Lacan, Hegel, Marx o Spinoza, entre otros.
Raúl Cerdeiras cuenta en sus espaldas con una fuerte trayectoria, a pesar de que nunca la saca a relucir, a no ser (como en este caso) que alguien le pregunte. Sus primeros pasos en la política y la reflexión teórica los dio en 1958-1959, junto a Silvio Frondizi. De allí en más participó de grupos marxistas (“no stalinistas”, aclara) y, ya entrados los años 60, se vinculó a la corriente estructuralista. Destaca que la introducción por parte de Oscar Masotta del pensamiento de Lacan le resultó decisiva para su formación. Y rescata a las figuras Lous Althusser y Gaston Bachelard como los otros dos grandes íconos de esa época.
Durante los álgidos días de la “primavera camporista”, estando vinculado a la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, Cerdeiras integró las “Cátedras Nacionales” pero luego de ser expulsado de la Universidad de Buenos Aires, en 1974, nunca más regresó al mundo académico ni a las cercanías del movimiento nacional. Durante una década se dedicó a estudiar a fondo el pensamiento de Martin Heidegger, Gilles Deleuze y Jacques Derrida.
En ese camino se topó con la obra de Alan Badiou, con quien trabó una fuerte amistad luego de visitarlo en París, previo intenso intercambio epistolar (en cartas por correo, sí, ya que no existía aun internet). Entrados los años 90, y ante la fuerte ofensiva contra las ideas y los procesos revolucionarios de todo el mundo, Raúl funda la revista Acontecimiento. Cuenta que antes de sacar el N° 1 se reunió con sus antiguos compañeros de militancia política y que, al leerles las ideas fundamentales que iban a salir en la revista, recibió, cariñosamente, un: “No entendimos nada”. Y también: “¿Qué querés decir con todo eso?”.
En pleno auge del menemismo privatizador y tras la caída de los socialismos reales, la publicación de la revista le sirvió como un punto de partida para empezar a poner en circulación ciertas ideas que ayudaran a entablar un debate y a pensar y reformular la política del siglo XX, cuenta Cerdeiras, quien afirma: “Queríamos ver si era posible poner nuevos mojones para una experiencia política emancipativa nueva”.
Dos décadas después, a diferencia de ese momento inicial, donde notaban que el pensamiento -“para decirlo de una manera antigua”, se apresura en aclarar- estaba como “flotando en el aire”, en ese momento en el que “no habían referencias históricas en las que uno pudiera anclar ese pensamiento”, ahora, en cambio, “siento que en el mundo pasan cosas que se dejan leer desde esta perspectiva de pensamiento, que permite constituirse en una idea activa en el corazón de estos acontecimientos reales”. Se refiere a lo que se conoce bajo el nombre de Indignados, “las rebeliones donde la gente ha salido a la calle en Egipto y en Europa, fundamentalmente”. Esas protestas “raras”, con estructuras poco comunes. “Y eso se deja trabajar por estas ideas y, al mismo tiempo, desde esas mismas experiencias uno ve que se formulan ideas y pensamientos perfectamente coordinables con esta manera de pensar la política que fuimos trabajando durante veinte años. Por otro lado, lo que hace veinte años era inentendible, cuando hablar de la política por fuera del Estado era una cosa que no tenía mayor sentido, ni ubicación y dividir la política de la gestión tampoco. Ahora, sin embargo, categorías como acontecimiento, distancia del Estado, autonomía de la política, toda una serie de terminologías que son nuevas en el campo de la política, no digo que sean moneda común, pero sí que se puede hacer lazo con la gente discutiendo estos problemas”.
En el N° 40 de la revista también aparece, además de un sintético y sereno “balance” del tiempo transcurrido, otro artículo de Cerdeiras titulado “¿El regreso o la reinvención de la política? Algunas reflexiones pensando en la juventud kirchnerista”, donde intenta sentar las bases para una posible “polémica” con los modos de entender la política por parte de los denominados “jóvenes K”.
Estas notas, así como números anteriores de la revista, entrevistas y documentos de reflexión teórico-política pueden consultarse en el portal de internet (www.grupoacontecimiento.com.ar) sostenido por el “Grupo Acontecimiento”, surgido hace algunos años a partir del trabajo realizado por el colectivo editorial de la revista. Allí puede leerse completo, también, el breve Manifiesto mencionado. Cerdeiras relata que al elaborarlo, se preguntaban si podían sintetizar en una declaración política estos veinte años de trabajo -más teóricos que otra cosa, aclara- tratando de cambiar la tonalidad de su participación política, ya que la revista se llama “para pensar la política” y ahora ven que, después de veinte años, pueden pasar de “pensar la política” a un “pensamiento político”, que es una cuestión más afirmativa, menos “teórica” en el sentido tradicional del término. “Por eso es un documento que se inscribe en lo que para nosotros es la historia de los últimos cuarenta años de política en Argentina. Nosotros percibimos que se ha perdido definitivamente, después de la dictadura, la unión entre la palabra política y emancipación. Y que en su lugar ha venido a instaurarse la democracia, o la gestión, que para nosotros es lo que paraliza la potencia política de las ideas emancipativas. Entonces, en ese documento, tratamos de decir que la dictadura militar no sólo ha hecho desaparecer a 30.000 compañeros de la lucha que se dio en el siglo pasado sino que ha dejado enterrada la idea de políticas emancipativas y en su lugar ha venido a instalarse la política que hoy todo el mundo conoce. De allí que afirmemos que es hora de pedir por la aparición con vida, la verdad y la justicia, ya no solamente de los compañeros que dieron su vida por las ideas revolucionarias sino también de esas políticas que quedaron enterradas. Porque con sus cuerpos se fueron también sus ideas de revolución y de transformación radical de la sociedad. Eso, creemos, es lo que hay que poner otra vez arriba de la mesa. Porque eso es lo que vemos que toda la política hegemónica trata de seguir manteniendo enterrada y que no aparezca. Porque cada vez que surgen a la superficie acontecimientos políticos que tienen la capacidad de movilizar el cuadro político establecido, en general, la reacción de las políticas hoy vigentes es la de taparlos, diluir esos acontecimientos”.
Algo similar puede leerse en uno de los últimos artículos escritos por Cerdeiras, que no ha salido aún en formato impreso, titulado “¿Es el kirchnerismo un acontecimiento político?”. Allí plantea que “la operación kirchnerista” consiste, básicamente, en tres movimientos. Por un lado, negar la experiencia política del 2001. Colocarla en el lugar del “infierno”, de la “crisis”, de la “no política”. Por otro lado, la recuperación -de la mano de ciertas mejoras materiales y simbólicas para los sectores populares- de la idea de que la política va de la mano del Estado (es decir, recuperar las viejas formas de hacer política, puestas en crisis durante el ciclo de luchas anteriores). Finalmente, la subordinación de esos ensayos políticos desarrollados en el marco de la revuelta popular y la crisis institucional, a las lógicas más tradicionales de la política. Subordinación que no implica -como en una variante sistémica abiertamente reaccionaria- el aniquilamiento corporal de las experiencias por vía de la represión, sino más bien una absorción, una integración y una institucionalización de esas experiencias, ordenando desde arriba todo aquello que había sido conmocionado desde abajo, interrumpiendo la lógica repetición de lo existente. Palabras más, palabras menos, este es el argumento que sostiene Cerdeiras y que intenté recatar para cerrar estas líneas.
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