Conversaciones con Angelina Uzin Olleros

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Conversaciones con Angelina Uzin Olleros

Por estos días nos planteábamos la importancia de leer en la diversidad y abrirse a distintas miradas. Sin embargo, hoy me gustaría traerles el contrapunto que implica leer a un autor en particular sin caer en fanatismos ni enceguecimientos sino para profundizar su obra y extraer de ella lo que más nos enriquece.

A partir de esta consiga es que se me ocurrió invitar a Angelina Uzín Olleros, que desde hace tiempo viene incursionando en el pensamiento de Alain Badiou.

Angelina tiene un amplio recorrido, así que para presentarla les menciono simplemente que tiene un Master de Ciencias Humanas y Sociales, Mención en: Filosofía y Crítica de la Cultura Contemporánea, Universidad de PARIS VIII. Magíster Scientiae en Educación, Mención en Filosofía Política, UNER. Doctorado de Ciencias Sociales, UNER. Dicta clases en varias cátedras y entre sus libros figura: Compiladora junto a Carlos Gómez Camarena del libro: Badiou fuera de sus límites y autora de Introducción al pensamiento de Alain BadiouLas cuatro condiciones de la filosofía.

   

Por su buena predisposición a participar de nuestro intercambio y detallada respuesta, le estoy muy agradecida!

Los dejo con nuestra invitada y aguardo luego, sus comentarios para alimentar el debate como siempre. Ya verán que se abren nuevos puntos a explorar.

– Angelina, ¿cómo es leer a un autor en particular?

– Respuesta:

Me gustaría comenzar con una cita de René Descartes:

“Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor, en el libro, sólo ha puesto sus mejores pensamientos”.

Según la cita de Descartes el libro nos entrega los mejores pensamientos de un autor, para el filósofo racionalista la obra es independiente de su autor ya que sólo muestra un sector de su pensamiento y resulta ser la mejor parte de él.

Pero leer un texto es leer a un autor, lo que significa en principio, intentar familiarizarnos con su búsqueda y sus propósitos. Con quién se enfrenta y con quiénes se siente convocado. Cuáles son sus adhesiones y sus rechazos, a qué herencia responde y quiénes pretende ese autor que sean sus destinatarios.

Existe una triangulación interesante (propuesta por George Steiner en Lecciones de los maestros) entre tradición, traducción y traición. Todo texto nos remite a una tradición determinada, los maestros del autor en cuestión. A su vez autor y lector traducen esa tradición (literaria, filosófica, científica) y toda traducción es en cierto sentido una traición al texto (Walter Benjamin La tarea del traductor).

 

Así como un libro nos conduce por diferentes senderos teóricos (citas a pie de página, citas en el cuerpo del texto, referencias bibliográficas, alusiones a otros autores), un autor también está acompañado, habitado por otras voces y otras teorías.

Es decir, que un autor son muchos autores convocados en un texto, al que de manera singular y única ese autor nombra y reconoce, ese reconocimiento no es solamente como amigo de las mismas ideas sino también muchas veces como adversario u opositor a los pensamientos del autor.

¿Por qué razones alguien elije a un autor? A veces por empatía con su estilo y su postura, otras por desacuerdos firmes que ayudan al  autor a posicionarse frente a ciertos problemas y, en la disidencia, opta por un opositor a su pensamiento para reafirmar su discurso.

En el ámbito de la filosofía las herencias son muy fuertes y a veces resultan una carga pesada que debe sobrellevar el lector, “un filósofo es un heredero” (Jacques Derrida) y escoge de esa enorme y formidable herencia,  que es la historia de la filosofía, un fragmento al cual asirse para desarrollar su teoría.

En el caso de Alain Badiou, a quien estoy estudiando desde hace tiempo, sus herencias son claras, sus adhesiones y sus rivales también, ha escrito textos relacionados a varios campos de saber (literatura, matemáticas, ontología, cine, política…) dejando clara su lectura, su traducción de los autores que él mismo ha citado. Incluso en su desacuerdo con Gilles Deleuze sobre la lectura diferente que ambos realizan del pensamiento de Baruch Spinoza, escribe un libro sobre esto (Deleuze: El clamor del ser) lo que reafirma esta situación de traducciones distintas de un mismo pensamiento.

 

Por tratarse de un autor contemporáneo el horizonte de herencias es más amplio; Platón, Hegel, Heidegger, Sartre, Lacan Althusser… Estos y otros autores a los que Badiou se refiere en su obra, nos conduce a un recorrido histórico muy vasto y nos exige interpretar una y otra vez, comprender los motivos y las metas que se propuso Badiou al citarlos y  traducirlos de un modo en particular.

En el libro Badiou fuera de sus límites que compilamos junto a Carlos Gómez Camarena, en el Prefacio respondo a la pregunta ¿Por qué Badiou? diciendo:

“Las posibles respuestas a esta pregunta se encuentran en este libro expresadas en los diferentes enfoques y perspectivas de los autores. El aporte de la obra de Badiou es tan vasto que permite el abordaje desde disciplinas y actividades muy diversas. Psicoanalistas, filósofos, historiadores, cineastas, ensayistas, militantes políticos, artistas, reunidos en este volumen, dan cuenta de la importancia y la magnitud del pensamiento badiousiano. Un encuentro entre catedráticos de universidades argentinas, francesas, mexicanas, inglesas, norteamericanas; que ha sido posible por el interés común en la filosofía de Alain Badiou, en toda su expresión y por la vigencia que tiene en el momento actual” (Página 1)

Autores que hablan de un autor convocados en un mismo libro, todos contemporáneos, lo que suma a este encuentro la posibilidad de leer a un autor que habla aquí y ahora, en este tiempo, no solamente a través de su obra sino también en todos los comentarios sobre la obra misma en entrevistas, conferencias, artículos periodísticos.

Esto último no existe en autores antiguos o modernos, encontramos su obra, sus comentaristas, sus especialistas; pero un autor como Aristóteles, por ejemplo, no pudo decir en un reportaje en qué sentido habla de la amistad en su Ética a Nicómaco, ni pudo disentir con las innumerables interpretaciones de sus textos que se dieron a lo largo de los siglos.

A mi modo de ver, Badiou hoy nos invita a defender la filosofía luego de los ataques posmodernos que han firmado hace un tiempo su acta de defunción; nos interpela a cuestionar las democracias actuales y la utilización del discurso de los derechos humanos por el capitalismo; nos provoca y nos impele a pensar acerca de quiénes son los portadores de pensamientos dominantes que nos reducen al lugar del esclavo en una caverna diferente a la que proponía Platón; actualiza nuestro miedo a pensar a contracorriente. Todo esto es la tarea del filósofo, la de poner en jaque aquellas verdades que por ser consideradas como tales no admiten su cuestionamiento.

 

Badiou define al filósofo como un militante sin partido, una forma diferente de plantear el compromiso de un autor con los avatares de su época. El autor toma partido con su obra por lo que acontece, aún sin proponérselo. Y sobre todo esto ocurre con la filosofía en particular y con las ciencias sociales en general.

Un autor es alguien capaz de aportar algo nuevo al mundo de la cultura, no es un relator ni un reproductor de otras ideas. Un autor propone algo distinto, pero jamás estará solo en esa tarea, ya que siempre está acompañado de los autores que él ha elegido en una trama singular, irrepetible que le debe su existencia.

Michel Foucault en el texto que recoge una entrevista bajo el título ¿Qué es un autor? sostiene que: “…El autor es sin duda aquel a quien le podemos atribuir lo que ha sido dicho o escrito. Pero la atribución –incluso cuando se trata de un autor conocido- es el resultado de operaciones críticas complejas y raramente justificadas…” (Páginas 35/36).

 

Estas operaciones discursivas no son individuales, son colectivas, porque un autor no está solo, su biografía es social, su historia está atravesada por la cultura y el tiempo en el que escribe. Pero además, la obra de un autor cobra independencia de su creador desde el momento que es leída, interpretada, traducida por muchos lectores que, en casos excepcionales, son autores de textos posteriores.

La elección de un autor es la posibilidad, ante la imposibilidad de una traducción clara y distinta, de encontrarse y desencontrarse una y otra vez con un sujeto que se sujeta en la historia de su enunciación y nos provee de nuevos horizontes de sentido.

Nos queda, como propone Badiou, la fidelidad a ese acontecimiento autor-lector, pero con la necesidad de desprendernos en algún momento de ese autor, de lo contrario somos una reproducción alienada del pensamiento de otro.

Por eso hay tres momentos en esa relación autor-lector: prendimiento, desprendimiento y fidelidad. Porque sin la fidelidad la traición no es meramente discursiva, sino ética.