De los catecismos al libro álbum
Hablar de los libros infantiles ilustrados es entrar en el basto mundo de la literatura universal e ir destilando temas y ediciones que nos vayan guiando a su encuentro. Para seguir su desarrollo podemos ir de la mano del avance de las técnicas de impresión y representación artísticas, así como de la implementación de programas de lectura tanto en México como en otras partes del mundo.
Ya sea en forma lúdica o formal compartir y legar el conocimiento a las nuevas generaciones, siempre ha sido y será el motor en las publicaciones infantiles. Para este breve artículo he omitido mencionar a los clásicos de la literatura universal ilustrada como Alicia de Lewis Caroll, ilustrada por Tenniel, o “Pedro Melenas” de Heinrich Hoffmann, que si bien son muy importantes en cualquier recuento de la historia de los libros ilustrados para niños, preferí enfocarme en el estudio de publicaciones editadas en México.
Como antecedente, el arte gráfico se observa desde el inicio de la humanidad, tanto en papiros egipcios, códices prehispánicos e incunables medievales. Desde la ornamentación de los textos con viñetas hasta las ilustraciones científicas que sirven para esclarecer los textos. Un tema recurrente desde la antigüedad, en todo el mundo, es el dotar a animales de actitudes humanas, así lo muestran “Le Roman de Renart” (Francia, siglo XII), las fábulas de Esopo (1692, traducción de Roger L’Estrange) o las narraciones de tradición oral de Tío Conejo, en Latinoamérica.
No obstante que la imprenta fue introducida a América en 1539, el interés por la edición de ejemplares para niños no se dejó ver hasta el siglo XIX, y no es hasta la segunda mitad de este siglo, cuando nace la preocupación por parte de pensadores, políticos y profesores por dar una hegemonía cultural mas sólida a la educación primaria, así como dotar a la población, de libros y publicaciones culturales atractivas y de fácil acceso. En 1658, se edita el Orbis Sensualium Pictus, considerado por varios autores como el primer libro ilustrado para niños, de Juan Amós Comenius (Úhersky Brod, 1592, Amsterdam, 1670), ya que se aprecia una relación muy estrecha entre el texto y la ilustración. Esta obra plantea un método de enseñanza del latín como lengua viva, mostrando al niño el mundo a través de 175 xilografías firmadas por Chodowiecki.
En nuestro país, entre los primeros libros ilustrados que llegaron a las manos infantiles, están “Catecismo de la doctrina cristiana˝ de Jerónimo Martínez de Ripalda, que fue traducido al náhuatl, otomí, tarasco, zapoteca y maya. El “Catecismo histórico˝ del abate Fleury, las Fábulas de Samaniego, y “El amigo de los niños”, traducido por Escolquís,1Ilustrados con grabados realistas, en metal y en algunos casos un tanto toscos.
Otro tipo de publicación ilustrada conocida en la Nueva España fueron las hojas volantes; tabloides impresos sobre hojas de color azul o gris y estaban totalmente ilustradas. Su objetivo era el de narrar acontecimientos sociales, con secuencias gráficas. Estas hojas volantes se pueden ver como un antecedente de la historieta. También circulaban en esta época libritos de cuentos, fábulas, silabarios y cancioneros que iban ilustrados con xilografías que se reutilizaban constantemente en distintos temas.
El interés de las publicaciones para niños se dio a partir de 1867, cuando México cruzó por la etapa conocida como la República Restaurada, surge el pensamiento liberal mexicano. En esta etapa se decide dar mayor atención al problema del analfabetismo y revalorizar los libros de texto gratuito, incluyendo lecturas sobre leyendas, orígenes históricos, geografía, fauna, flora e identidad nacional.
Entre 1870 y 1876 se publicaron diferentes semanarios ilustrados, dirigidos al publico infantil, como por ejemplo “Ángel de la guarda” que se componía de cuatro páginas escritas con cuentos, artículos e historias con contenidos morales y religiosos; “La Enseñanza” que contenía ilustraciones, artículos científicos y de viajes; “La ciencia recreativa” publicación pensada para las y los niños de clase media baja, ambas eran ediciones coleccionables y por entregas. Otros semanarios fueron: “El correo de los niños” formado y escrito por los niños de la escuela de Tecpam de 1872; el “Amigo de los niños” en Tamaulipas de 1870; “El periquito” en Campeche de 1870; “El protector de la infancia” en Jalisco, “El sábado” en Guanajuato, “La Educación” en León, los tres de 1871.
Los ilustradores de este período, en su mayoría, trabajaban en el mismo taller del impresor, las ilustraciones no llevan el nombre del ilustrador salvo en muy pocas ocasiones.
Mientras tanto surgen autores de textos especializados en la infancia, algunos de estos escritores mexicanos fueron José Ignacio Basurto, quien es reconocido como el primero en publicar un libro de fábulas mexicanas, titulado “Fábulas Morales para la provechosa recreación de los niños, que cursan las escuelas de primeras letras” en 1803. Otros autores fueron José Rosas Moreno apodado el poeta de los niños, y Juan de Dios Peza, quien publica el libro en forma de versos titulado “Cantos del Hogar” en 1881, este libro en su edición de 1921, se compone de 45 grabados en metal, de estilo realista y colocados como viñeta a cada inicio de los poemas, es uno de los primeros libros infantiles ilustrado en el país. Entre 1890 y 1900, durante el régimen de Don Porfirio Díaz, se publicaron más libros destinados a la lectura que durante los tres siglos anteriores.
El taller de la Gráfica Popular encabezado por el impresor Vanegas Arroyo y el grabador José Guadalupe Posada, revolucionan tanto la manera de hacer crítica social y política como el campo de la gráfica. Para la infancia, este taller edita historias de tradición oral, ilustradas por Posada y Manuel Manilla.
Para 1924, como parte del programa de alfabetización, José Vasconcelos, edita dos tomos titulados “Lecturas clásicas para niños”, las cuales suman 244 grabados a una tinta y 22 a color, los ilustradores fueron Roberto Montenegro y Enrique Fernández Ledesma, con adaptaciones de literatura universal.
Otro título que se editó especialmente para la infancia fue “El libro de oro de los niños” en 1946, conjunto de clásicos de la literatura en seis tomos. La dirección artística corrió a cargo de Luís Doporto y la literaria de Berjamin Jarnes, fue ilustrado tanto con viñetas de autor como con dibujos de Walt Disney.
Según la especialista en literatura infantil y juvenil, Rebeca Cerda, entre 1900 y 1975 apenas se pueden rescatar 70 títulos de literatura infantil, editados en México, entre los que menciona por su calidad gráfica y narrativa están: “Historia de un peso falso”, de Manuel Gutiérrez Nájera (1940); “Cuentos y Crónicas” de Ángel del Campo (1944); “Mariposa de Cristal” de Magda Donato (1944); “Cuentos mexicanos para niños” de Teresa Castelló Yturbe (1945); “Las aventuras de Pipiolo” de Santos Caballero (1954); “Lírica infantil de México” de Vicente Mendoza (1955); “La pícara sabelotodo” de Blanca Lydia Trejo (1956); “Álbum de plata” de Francisco Gabilondo Soler (1959) y “Tismiche” de Irene G. de Lanz, (1963).2
Al crearse en México en 1979 una filial de IBBY (International Board of Books for Youth People), cuya sede se encuentra en Basilea, (Suiza), se llevó a cabo en México el Segundo Congreso de Literatura infantil en español para fomentar el libro infantil y juvenil. Este mismo año surge la Enciclopedia “Colibrí” editada por el Consejo Nacional de Fomento Educativo, la Dirección General de Publicaciones y Bibliotecas, SEP, en coedición con Salvat Mexicana de Ediciones, S.A., en forma de 128 fascículos coleccionables semanalmente, que formaban ocho tomos completamente ilustrados a color, con textos sobre 4 temas: Ciencias sociales, Ciencia y Técnica, Recreación y Literatura, fue editada también en náhuatl, purépecha, maya y otomí.
Esta obra es un punto de llegada y partida cuando hablamos del estilo nacional en la ilustración, al ser una publicación dirigida por el CONAFE, las representaciones humanas son con rasgos mexicanos, así como las acciones. Se muestra la vida en el campo, la cosmogonía indígena y prehispánica, las fiestas, el mercado, la indumentaria de cada región, etc.
Las técnicas de representación son acuarela, tinta, acrílico, lápiz de color, ceras y gouache principalmente y eso sí utilizando mucho color. Los estilos van desde el realismo académico, hasta los trazos más lúdicos y desenfadados. Algunos de los artistas ilustradores que contribuyeron en esta obra son: Felipe Dávalos, Leonel Maciel, Carlos Dzib, Andrea Gómez, Anhelo Hernández, José Palomo, Felícitas Rennie, Mariana Yampolsky, Arnold Belkin, Fanny Rabel y Elena Climent, entre otros.
Para 1981, se organizó la Primera Feria del Libro Infantil y Juvenil, bajo el patrocinio de la SEP, en la cual se exhibieron cuatro títulos de cuentos mexicanos, junto con miles de ejemplares extranjeros.3 Al año siguiente se publicaron 14 títulos de autores mexicanos, pero para los años siguientes, pese a la devaluación e incremento en el precio de la materia prima, se alcanzó un tiraje de 170 títulos nacionales, lo cual marca el principio de la industria editorial infantil contemporánea.4
Carlos Espino, director general de la CANIEM, menciona que tan sólo las estadísticas de la Cámara Nacional de la Industria Editorial en 2009 arrojaron la publicación de 18 millones de ejemplares dirigidos a niños y jóvenes, por lo que este sector ocupa el segundo lugar de importancia en la industria.5
En nuestros tiempos al hablar de libros ilustrados no podemos dejar comentar los libros álbum, que son un género joven en la industria editorial. Los libros álbum hablan su propio lenguaje, con metáforas y signos visuales que narran a la par o mas allá de las palabras, en ellos el ilustrador narra a través del color, el ritmo, la técnica, los elementos que escoge representar, de la composición, su objetivo de lectura no es el intelecto, sino las emociones.
En México el libro álbum llega, para quedarse y crecer, a partir de 1991, por medio de títulos editados por el FCE, dentro de la colección “Los especiales de la orilla del Viento”, tales como “Gorila” y “Willy el tímido” de Anthony Brown, “En el desván” de Satoshi Kitamura o “Jumanjji” de Van Allsburg , se convierten en pocos años, gracias a la difusión de los promotores de lectura y a su calidad artística y narrativa, en álbumes solicitados por los niños del país.
Con la creación de los concursos de álbum ilustrado se han abierto posibilidades de creación y apoyo a proyectos nacionales e internacionales. Generando así nuevos temas, propuestas gráficas e ilustradores. Algunos de ellos son: “A la Orilla del viento” del Fondo de Cultura Económica, desde 1995; Premio Compostela de Editorial Kalandraka desde 2009 e “Invenciones” de Nostra Ediciones también desde 2009.
Considero que los libros álbumes ilustrados, infantiles en México van por buen camino, a la par que los editores que cada vez más le apuestan a este tipo de publicaciones. Aún hay mucho camino por recorrer, que va desde el desarrollo profesional y el encuentro con sus propios discursos gráficos, por parte de los ilustradores, hasta la capacidad de los editores para generar productos comerciales que a la vez sean innovadores y positivos, tanto en la lectura como en las imágenes, con narraciones dirigidas a los niños y a los adultos, que al final del día, nos fortalezcan como seres humanos.
Bibliografía y para leer más:
‑“Historia de la lectura en México”, Varios autores, COLMEX y Ediciones Del Ermitaño, México, 1998, 372 pp.
‑“La literatura infantil y juvenil en México”, Blanca Lydia Trejo, Gráfica Moderna, México 1950, 260 pp.
‑“Historia y muestra de la literatura infantil mexicana”, Mario Rey, SM Ediciones SA de CV-Conaculta, México 2000, 448 pp.
‑“La prensa pedagógica en el siglo XIX”, Maestra Irma Leticia Moreno Gutiérrez, Investigadora del ISCEEM. http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_23.htm
‑“La infancia en México, campo fértil para la Historia”, María Eugenia Sánchez Calleja y Delia Salazar Anaya, INAH.gob.mx/boletines.
Citas
1 VARIOS, “Historia de la lectura en México”, Seminario de Historia de la Educación en México, COLMEX, 1988, 383 pp. Pág. 135.
2 Catálogo de libros infantiles y juveniles iberoamericanos, Fundación Germán Sánchez, 1987.
3 VARIOS, “Historia de la lectura en México”, Seminario de Historia de la Educación en México, COLMEX, 1988, 383 pp. Pág. 361.
4 Catálogo de libros infantiles y juveniles Iberoaméricano, 1987.