La cabeza de un arquitecto

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La cabeza de un arquitecto

Figura 1

La innovadora forma de habitari la ciudad se puede basar en tener un nuevo pensamiento, concibamos edificios interconectados, a través de obras con espacios ingeniosamente diseñados y conectados por múltiples nexos. Estos podrían ser clave y una estrategia que encuentre un denominador común: una arquitectura, que sorprenda por su elaborada resolución tecnológica, que cuente con una filosofía subyacente, basada en generar un nuevo tipo de construcción que rescate la idea de libre conexión entre los individuos de una sociedad, mediante el libre flujo de sus elementos, que en el contexto que se encuentre, cuente y responda a una arquitectura con movimiento de su tiempo presente, para que podamos llamarla contemporánea.ii

Es así como en la cabeza de un arquitecto existirá un pensamiento que se repetirá en él como un ritornelo en el momento de diseñar: el tiempo.

Las diversas ideas que existan en la cabeza de un arquitecto, no serán las mismas que las que se encuentran en la de otro, ¿quién podría tenerlas? Sin embargo habrá un común lenguaje que permita que la comunicación y los conocimientos se compartan, pero también nos enfrentamos en un tiempo en dónde el “copy-paste” es una técnica usada comúnmente y es por eso que podemos sentir como “las cabezas de los arquitectos: sus ideas; diseños” deambulan de un país a otro, o de una ciudad a otra, o de un edificio a otro, a pesar de eso, hay algo que es innegable, el pensamiento puro de donde surgió ese diseño-idea, en un tiempo cristalizado, un tiempo privilegiado que influenció al pensamiento del arquitecto que le causó una nueva manera de “ver” la arquitectura.

Actualmente, el objetivo que enfrenta la arquitectura como disciplina es a a a daptarse a la nueva manera en que se habita las grandes metrópolis, las ciudades genéricas, los no lugaresiii, los espacios efímeros y experimentales, en los que el tiempo nos hace cuestionarnos por la durabilidad del habitar y preguntarnos si, ¿es o no es arquitectura? O por la manera en cómo se diseña cuando vemos espacios que no son considerados con “calidad de vida”, pero sí muy buenos como inversiones para las inmobiliarias. Entonces, ¿es o no es habitable? Y de nueva cuenta, ¿ es o no es arquitectura?

Las respuestas se dan de manera específica, en lugar y tiempo, con fundamentos del por qué se diseñó, y dependerá de cada cabeza de arquitecto que es quien decide que lado tomar en su vida profesional.

Ese tiempo que nos trae vueltos locos, resulta ser nuestro gran aliado o nuestro más terrible enemigo, tal vez no tendría esa dualidad si se entendiera que es nuestro deber el de ocuparnos, solucionar y comprometernos con ese caos que conlleva el pensar en la ciudad contemporánea, al conocer nuestras habilidades y aptitudes como profesionistas, hacer lo que está en nuestras manos, de la mejor manera posible, con profesionalismo.

Es por eso que algunos arquitectos luchamos por lograr una conexión rizomáticaiv, no sólo con los espacios, o con la arquitectura sino también con los profesionistas de nuestro mismo campo de estudio, así como con los de otros campos, para dar la cara a las inclemencias en las que vive el mundo contemporáneo en donde existen tanto tiempos compartidos, como tiempos de vacío, de sobresaturación, escaseo, crisis, etcétera, que necesitan se trabaje de manera conjunta, viéndonos como colegas, para mejorar la vida en estos asfaltos en los que nos toca diseñar.

Estamos enfrentándonos en una lucha en la cual iintentamos que nuestras propuestas surjan de nodos en común, (en espacio y tiempo), al entender que no se busca imponer aquellos cánones de diseño que eran totalmente rígidos e inflexibles, ni recetas de construcción en serie, sino en intentar retomar de ellos de manera crítica, lo que es aplicable, para generar y proponer nuevas estrategias que permitan posibles soluciones a través de la transdisciplina. En espacios y obras urbano-arquitectónicas, tanto a gran escala, como en pequeña, desarrollándose una transmutación que nos lleve a la posibilidad de la experimentación. Una vez más estamos hablando de la obsesión por el tiempo en presente como uno de los objetivos de la arquitectura contemporánea.

A través de una diversidad de pensamientos, muchos de los cuales parecieran que no tienen alguna conexión aparente, son los que nos han ayudado a mutar de manera constante en la forma de pensar y por lo tanto del diseñar a través de las experiencias y la cultura con la que se cuenta, y con la sensibilidad a flor de piel.

El espíritu con el que cuenta el arquitecto logra impactar a su cabeza, perdiendo razonamientos ortogonales y cerrados, es un momento en el tiempo que se vuelve específico en el que puede ser capaz de elaborar y capturar instantáneas que perduren como si fuesen una fotografía, de aquellos espacios, detalles y atmósferas que lo han logrado impactar.

Ésa también es una filosofía de vida en el arquitecto; cuando encuentra el poder que tiene el tiempo presente, cae en una pasión que se ve en constante movimiento al dejarse llevar por la esquizofrenia y paranoia en los que se ve envuelto por lograr “el diseñar”.

La cabeza del arquitecto está conformada por diversos estratos, en ella se encuentra todo un cuerpo de ciudades las aún no diseñadas, las que se encuentran en papel, en render, en construcción, en materiales, pieles, en diseños de interiores, en lo expuesto cuando muestra sus huesos, en estructuras, en instalaciones, todos los engranajes que le darán movimientos y las piezas que se necesiten para que se mueva. Así pues, son diferentes tipos de niveles, capas que se superponen unas de otras, que se estiran y se retuercen, y que se encuentran ahí, listas para usarse cuando sea necesario, en memorias, en experiencias, en estudio, en recuerdos, y en momentos inesperados. En esa cabeza que es “un cuarto propio” diseñado de manera muy personal por el arquitecto.

Ese cuarto propio está fluyendo en un tiempo contemporáneo que responde a velocidades y aceleraciones, en los que la discreción y el menos es más; es cada vez más difícil de lograr.

¿Qué sería una ciudad discreta?, ¿cómo podríamos generar un guión de esas ciudades? O es que simplemente si encontramos ciudades que puedan ser discretas, la posible respuesta para que no tengan una velocidad acelerada es que han quedado como un proyecto guardado, esperando el tiempo adecuado a su crecimiento, a desarrollarse, a su financiamiento, en la espera de encontrar una respuesta, por parte de aquellos políticos, patrocinadores que sean capaces de sacar desde el fondo, esas ideas guardadas y que han sido olvidadas. O porque simplemente esas ciudades quieren seguir viviendo en su propio tiempo particular, en dónde pareciera que el tiempo nunca ha avanzado y estuviera congelado en la memoria nostálgica y colectiva de los que la protegen del asfaltismo en masa.

La ciudad contemporánea, corrección, la vida contemporánea está conformada por nódulos que se basan en una programación de actividades con funciones diferenciadas o similares que debieran ya permitir (en algunas ciudades sí, pero en otras aún no), que los habitantes se conecten y sean capaces de separarse libremente. Esos nódulos también podrían combinarse de manera infinita para conformar espacios comunes.

Si volvemos a hablar de uno de los ejes para diseñar: tiempo, una de las grandes obsesiones que podemos tener como arquitectos es: la ciudad del futuro.

El futuro se vuelve como una especie de energetizante para la cabeza del arquitecto, éste crea un pensamiento cual lienzo en blanco como un puntapié inicial para desbordar sus ideas, sus diseños, en donde los límites son precisamente los que se verán cancelados, al considerar los tiempos en que la tecnología le permita lograrlos y el financiamiento la espera para verlos tangiblemente.

Allí, en el tiempo futuro es donde encontramos esos instantes privilegiados que en el pensamiento se originan como innovaciones.

Una arquitectura futurista, sería capaz de proponer nada menos que crear el efecto de una ciudad del aire, en esferas, espumas, líquida y gaseosa; formada por rascacielos interconectados en los últimos pisos, en plataformas espectaculares que parecieran suspendidas en el aire encontraríamos lo flotante; con pieles de un material diferente al vidrio, con aberturas en formas de anillos espaciales: tiempos futuros en la arquitectura.

¿Quién no ha tenido en la cabeza como arquitecto tener como objetivo el de desarrollar distintos estilos de vida para una alta densidad de población y habituarnos a nuevos diseños de los espacios para vivir en ellos, para habitar?

Este espacio, tan intangible en el tiempo futuro, resulta una contraposición en la cabeza del arquitecto en el presente, en que está imaginando, diseñando, en su cabeza todo cobra vida como si lo tuviera en sus manos, de una manera tan tangible y material, esa es la capacidad y visión que debiera desarrollarse en toda cabeza de arquitecto.

Alimentar nuestro pensamiento, es como si de nuestros ojos saliera la proyección cinematográfica de algo que nadie ha visto aún, que incluye amplias ideas y áreas con vista panorámica de cambio por toda la ciudad, y que está abierto al público; que cuenta con varios tipos de accesos: ascensores transparentes que hacen que las ideas fluyan y escaleras mecánicas que permiten el engranaje necesario y que seamos capaces de formar ese puente que atraviese cualquier tipo de piel, atmósfera y sensibilidad.

La cabeza del arquitecto busca establecer una fuerte relación un tanto “cósmica”, a cualquier nivel con tal de que a él llegue la “musa” inspiración, del proceso del diseño.

Toda cabeza necesita una plataforma que es el lienzo base de cualquier nivel de su complejo pensar, diseñar y solucionar.

Otra de las ideas que siempre está presente en la arquitectura es lograr que desaparezca la frontera entre la arquitectura y el paisaje, por lo que en la cabeza del arquitecto lo que intenta es reflejar el cielo, las nubes y los cambios de luz, en un intento de disolver los bordes de la construcción de la “esperanza” por siluetas que sobresalgan por sus medidas descomunales, ondulaciones que contrasten con la topografía del lugar.

En la búsqueda por lograr espacios que conmuevan, con esa intención se recubren los materiales, para brindarles a las construcciones sensaciones y apariencias, atmósferas que sean impactantes en el edificio; para posteriormente lograr la ocupación y consecuentemente el habitar, a pesar de los miedos que existan por lo desconocido.

A grandes rasgos, se buscaría en cualquier caso interconectar una gran cantidad de espacios distribuidos en un gran complejo que explore las relaciones entre diferentes niveles de altura y de circulación, ya sean horizontales o verticales, entre peatones, trenes, subterráneos.

En el pasado era un gran logro pensar que el metro circulará bajo tierra y el transporte público por encima, coleccionar y almacenar las vías. No se tuvo una prevención de lo acelerada y del movimiento que tendría consigo el desmedido incremento de la población.

Sin ese pensamiento que no creció a la par que la población, nos fuimos desgastando en la ciudad de México, se creía que ya no era posible enlazar todas las partes en la ciudad, sin que el diseño entrará en contacto con las demás actividades del complejo de ésta.

Faltaba y falta aún diseñar, el cómo lograr más conexiones que enlacen las partes faltantes, lo más parecido está en los segundos pisos del periférico, y en la creación de líneas alternas en la incorporación de metro-buses, sin embargo eso sigue resultando insuficiente, se necesitarían un número mayor de pasarelas y escaleras mecánicas que conectarán a las diferentes partes de todas las estaciones del metro, vías más rápidas y más accesibilidad en las periferias.

Por otra parte, todo el pensamiento complejo que se requiere para la ciudad contemporánea, también demanda que la estructura de la cabeza de un arquitecto y demás profesionistas que trabajen en conjunto, respondan a los esfuerzos que suelen producir los frecuentes “sismos” de la región de esos pensamientos.

Una de las claves es la plataforma conector: el tiempo, que actúa como elemento de arriostramiento.

En el diseñar del arquitecto hay un efecto que está reforzado por un puente (el tiempo presente) que es el motor con el que diseña. Al sentir ese efecto; sus espacios nos ocuparán y nos convencerán para habitarlos.

Ese puente necesita de dos antecedentes, que une a los dos extremos (los tiempos pasado con futuro), al conocer lo que se hizo y lo que podría ser; es lo que le dará posibilidades para proponer proyectos y estrategias que ayuden a contrarrestar las problemáticas que enfrenta la ciudad contemporánea.

Una cabeza de un arquitecto es una madeja que en una primera instancia pueda parecer enredada, pero en la complejidad en la que vive y piensa de manera constante, sólo cabe, tratar de seguir el hilo conductor que lo mueve: su pensamiento en tiempo presente.

Lista de figuras
Figura 1. « HYDRA » del video “House of Cards” del grupo Radiohead.
Bibliografía
AUGÉ, Marc. “Los no lugares. Espacios de anonimato. Una antropología de la sobremodernidad”, Ed. Gedisa. Barcelona, 1995.
DELEUZE Gilles, GUATTARI Félix. “Mil mesetas: Capitalismo y Esquizofrenia: Rizoma” Ed. PRE-Textos. España.
V.V.A.A. “Diccionario Metápolis de Arquitectura Avanzada”. Ed Actar, Barcelona, 2002.
i Habitar la arquitectura se sitúa en el umbral que permite la creación de mundos para el sujeto que vive este final de milenio. Plantear procederes, modos de hacer arquitectura, a través de los que el sujeto llegue a conocer más, a sentir más, a ser capaz de construir esas miras desde las que atrape y haga suya una idea de mundo, una interpretación de lo que queda “ahí fuera”. Esta definición la proporciona José Morales en el diccionario Metápolis de arquitectura avanzada.
ii Contemporánea(o). Más allá de lo clásico o de lo moderno hablamos de un tiempo, de un espacio, de un orden y de una forma avanzados por, precisamente, contemporáneos: presentes y “protológicos”, simultáneamente. Avanzados a un instante y, también, a una lógica, hoy ya, futuros. Esta definición la proporciona Manuel Gausa en el diccionario Metápolis de arquitectura avanzada.
iii No lugares. Con el término “no lugares” el antropólogo Marc Augé proponía una definición para esa nueva relación entre “ciudad-tiempo”, y “espacio de la movilidad”: los no-lugares identificados por Augé –parques de oficinas, estaciones, autopistas, cámpings y caravanings, aeropuertos y estaciones de tren, cadenas hoteleras y centros comerciales, estructuras para el ocio e incluso las actuales redes de telecomunicación- constituirían nuevos paradigmas de unos escenarios cotidianos “arquitectonizados” y, al mismo tiempo, olvidados por la cultura arquitectónica. No-lugares que señalarían, no obstante, ese traspaso de un existencialismo ideológico a un existencialismo lúdico, relacionado con la movilidad y el consumo pero también con la valoración del ocio. La aparición de grandes recintos para el consumo, el espectáculo y el entretenimiento constituirían el ejemplo más claro de esa progresiva reducción del tiempo necesario entre deseo y satisfacción. Esta definición la proporciona Manuel Gausa en el diccionario Metápolis de arquitectura avanzada.
iv Rizomas. El rizoma es un término empleado por los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari. El término rizoma se adecua a un pensamiento contemporáneo, la multiplicidad es una de sus características, ésta idea podría aplicarse para el estudio de las ciudades.

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