El “austericidio” del siglo XXI

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El “austericidio” del siglo XXI

(…) durante toda la vida tiene uno
que seguir aprendiendo a vivir,
y, cosa que os sorprenderá más aún,
durante toda la vida tiene uno
que aprender a morir.
Séneca

 2.0

Alguna vez escuché decir que el suicidio es la muerte filosófica, afirmación inspirada por algunos suicidios célebres como el de Sócrates o el de Séneca. Probablemente se encuentre motivada por la razón de considerar a la filosofía como una reflexión que intenta llegar a todos los límites y si es posible traspasarlos; esta posición contempla además, la posibilidad de traspasar el límite de la propia vida y entonces decidir la propia muerte. Saber morir ante circunstancias adversas y de gran padecimiento, es también pensado como la decisión de un ser humano de quitarse la vida como último acto de libertad.

En el diálogo El Critón, Platón nos presenta un dilema moral, Sócrates es invitado a escapar de la prisión, sin embargo decide morir bebiendo cicuta. Sabe que desobedecer las leyes y la decisión de los jueces de su polis tendrá consecuencias terribles; la muerte lo dignifica y deja un claro mensaje a los jóvenes a quien el filósofo ateniense le dedicaba sus largas horas de trabajo intelectual y por esa actividad fue condenado de corrupción.[1] La muerte es la acción moral por excelencia, fuente de libertad y dignidad.

2.1

En el mismo escenario, siglos más tarde, los suicidios se deben a otros motivos, en Grecia, aumentaron en casi un 20 por ciento entre los años 2010/2012 como resultado de los duros recortes que incrementaron el desempleo y la recesión económica.  “…Creo que los jóvenes sin futuro tomarán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussolini en 1945″. Son las últimas palabras de Dimitris Christoulas, un jubilado de 77 años que puso fin a su vida pegándose un tiro ante el Parlamento griego en abril de 2012, agobiado por las dificultades económicas por las que atravesaba. En su carta de suicidio habla del Gobierno de Tsolakoglou, primer ministro colaboracionista que gobernó el país durante la ocupación por los nazis, en clara referencia al Gobierno de Lucas Papadimos. Dijo también en su carta “El Gobierno ha aniquilado toda posibilidad de supervivencia (…) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir”.[2]

Su carta y su muerte han sido un símbolo en las numerosas protestas en Grecia luego de la crisis económica que atraviesa en el último tiempo, ahora se concreta la propuesta de hacerle un monumento en el lugar donde se quitó la vida Dimitris Christoulas como testimonio de lo que han dado en llamar “austericidio”, iniciativa aceptada actualmente con la asunción al gobierno de la izquierda representada por el grupo Syriza. El primer ministro griego Alexis Tsipras ha dicho que una vez presentado el paquete de ayuda humanitaria que pagaba electricidad y comida a 30.000 hogares griegos, ha llegado el momento de aplicar las reformas. La primera de ellas se ha centrado en las pensiones, los que cobraban dos deberán optar por una, se realizará un informe sobre el presupuesto de los Ministerios para evitar gastos superfluos como el uso de coches oficiales y afirma que eliminará la burocracia que demanda horas de esfuerzo para su cumplimiento en la utilización de recursos que serán evitados con estas medidas.

Se suma a esta perspectiva de abordar la problemática del suicidio, no solamente como un acto individual sino como el resultado de una situación social (que incluye aspectos económicos, políticos y culturales) el psicoanalista Erich Fromm en un libro escrito a mediados del siglo XX pero que tiene en sus conceptos fundamentales gran actualidad.[3] Hace referencia a las estadísticas de suicidios en el siglo XIX como parte de una interpretación de la vida como empresa comercial, ya no se trata de lograr una “vida buena” o una “vida bella” como proponían los antiguos griegos. El fenómeno moderno del suicidio denota un gran aumento en la sociedad occidental contemporánea.

Entre 1836 y 1890 el suicidio aumentó el 140% en Prusia y el 355% en Francia. En Inglaterra hubo 62 casos de suicidio por millón de habitantes de 1836 a 1845, y 110 entre 1906 y 1910. En Suecia, 66 y 150 respectivamente. ¿Cómo podemos explicar este aumento de suicidios, que acompañó a la prosperidad creciente del siglo XX? (Fromm: 1976:129).

 2.2

Existen, dice Fromm, numerosas causas para la determinación de quitarse la vida, hace referencia al estudio de Émile Durkheim sobre el suicidio, su categoría de análisis “anomia” con la que designaba la destrucción de los vínculos sociales tradicionales. Esa ausencia de “lazo social” era el sostén de la existencia individual que cobraba sentido en una comunidad, sin duda esta pérdida es uno de los motivos más significativos para el aumento de la “tasa de suicidios”. Los elementos con los que realiza su análisis provienen tanto de la teoría marxista como del psicoanálisis freudiano a los que Fromm acude no sin expresar algunas distancias críticas.

El joven y el adulto debe sostenerse como sujeto/sujetado, su sostén requiere del otro, no de otro individuo sino de una sociedad que le permita estar en pié. En su libro El grito, Eugénie Lemoine-Luccioni[4] dice:

En el instante que el niño nace, si no lo sostiene alguien, cae. Cae y grita. (…) El hombre despierto ha aprendido a sostenerse. No sólo se tiene en pie, sino que además se mantiene suspendido encima del suelo y, si pudiera, lo soltaría. Olvida, pues, que cae. Al nacer, posee todo su peso. No es la madre la que lo recoge sino ya ‘el Otro omnipotente a quien se dirige la demanda’: partero o partera. Alguien experto que lo toma, lo toca, lo lava, lo envuelve. Se lo sostiene. Es sostenido. (1982:25)

Mark Manders, Mind Study (2010-2011)

Mark Manders,
Mind Study (2010-2011)

El adulto también “cae” sin una comunidad que lo sostenga. Esa austeridad de la que hablan hoy las víctimas de los ajustes económicos que dejan sin derechos a miles de ciudadanos, es también la austeridad afectiva que deja desamparados a miles de seres humanos.

Fromm concluye diciendo que, en las sociedades capitalistas el suicidio se relaciona con el concepto de “balance” de la vida como una empresa comercial que fracasó.

Muchos casos de suicidio se deben al sentimiento de que la vida “ha sido un fracaso”, de que “no merece la pena seguir viviendo”; el individuo se suicida exactamente como un hombre de negocios se declara en quiebra cuando las pérdidas exceden a las ganancias y cuando ha perdido la última esperanza de recuperarlas. (1976:130).

2.4

Zygmunt Bauman coincide en el argumento central de los autores citados en cuanto a que lo primero que se pierde en el modo de producción capitalista es el lazo, el vínculo social con el otro, en su libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, editado por Paidós, afirma que:

(…) hoy sabemos que la felicidad no se mide tanto por la riqueza que uno acumula como por su distribución. En una sociedad desigual hay más suicidios, más casos de depresión, más criminalidad, más miedo. O sea que la afirmación de que la riqueza de unos nos beneficia a todos es doblemente errónea. Por un lado, no es verdad porque para eso la gente tendría que invertir su riqueza, cosa que no ocurre siempre, y por otro, porque no revierte en más felicidad porque, como hemos dicho, la felicidad depende de la igualdad, de la equidad.[5]

Esto confirma la afirmación sobre la vida y la muerte como decisiones atravesadas por lo “social comunitario”. La decisión de vivir con otros, comprometiéndonos en los proyectos -por encima de las mercancías y su mera adquisición e intercambio-. O la decisión de morir cuando las circunstancias nos aplastan, en la soledad o el desasosiego. En una fuerte discrepancia filosófica: la que distingue entre matar y dejar morir, y la que rechaza la idea del hombre como “un ser para la muerte”, entendiendo que la decisión ética y política de una comunidad es la de vivir y sostener a los seres humanos en una vida digna, en una comunidad de iguales (no como igualdad totalitaria sino igualdad libre o igualitaria en acto).

2.5

En los cambios conceptuales de época, hoy diríamos que los suicidios de Sócrates y de Séneca fueron “suicidios inducidos”. Una polis que acusa al filósofo y lo condena. Una corte que persigue al filósofo llevándolo a provocar su muerte en varios intentos hasta lograrlo. ¿Por qué el filósofo debe morir? Pregunta que debe ser respondida políticamente. Una de las respuestas posibles es que el sentido de la vida no se encuentra en su final sino en su camino, lo que marca la impronta de los seres humanos no es la forma en que mueren sino los motivos por los cuales deciden quitarse la vida. Es la vida, breve o extensa, la que nos define, es la vida la que nos mantiene presentes luego de la ausencia física, material en el mundo.

2.6

Bibliografía

  1. “Zygmunt Bauman y los tiempos de liquidación”. Entrevista. Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/16/actualidad/1389876142_361606.html
  1. Fromm, Erich (1976) Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Hacia una sociedad sana. Fondo de Cultura Económica. México. Primera Edición en inglés año 1955.
  2. Lemoine-Luccioni, Eugénie (1982) El Grito. El sueño del cosmonauta. Paidós. Barcelona.
  3. “Los jóvenes sin futuro tomarán las armas y colgarán a los traidores a Grecia” Disponible en: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/texto-integro-nota-suicidio-jubilado-griego-1629462
  4. Séneca (2003) Aforismos de oro. Ediciones del Club del Libro. Buenos Aires.

Notas

[1] El filósofo francés Alain Badiou afirma que la filosofía continúa siendo lo que era para Sócrates: corromper a la juventud.
[2]Disponible en: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/texto-integro-nota-suicidio-jubilado-griego-1629462
[3]Fromm, Erich (1976) Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Hacia una sociedad sana. Fondo de Cultura Económica. México. Primera Edición en inglés año 1955.
[4] Eugénie Lemoine-Luccioni (1982) El Grito. El sueño del cosmonauta. Paidós. Barcelona.
[5]Disponible en: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/16/actualidad/1389876142_361606.html

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