Resumen
El presente texto aborda la cercanía entre el pensamiento de Graham Harman y el de Jean-Luc Nancy. Para ello abordará y esclarecerá algunas de las tensiones emanadas del texto del francés 58 indicios sobre el cuerpo al aplicarles la cuatripartición propuesta por Harman entre Objetos/Cualidades y Real/Sensible. A continuación, abordaremos el texto de Harman “On Interface. Nancy’s Weights and Masses” para intentar mostrar el modo particular que tiene Nancy de evitar caer tanto en el sepultamiento como en la demolición de que le acusa el autor de Iowa, esbozando con ella una posible lectura de la obra del de Burdeos bajo el prisma de una Ontología Orientada a Cuerpos.
Palabras clave: ontología orientada a objetos, cuerpos, peso, cualidades, demoloción, sepultamiento,
Abstract
This text addresses the closeness between the thought of Graham Harman and that of Jean-Luc Nancy. To do this, it will address and clarify some of the tensions emanating from the french’s text 58 clues about the body by applying the four-part partition proposed by Harman between Objects / Qualities and Real / Sensitive. Next we will approach Harman’s text “On Interface. Nancy’s Weights and Masses” to try to show Nancy’s particular way of avoiding falling into both the overmining and the undermining that the author of Iowa accuses, outlining with it a possible reading of the Nancy’s work under the prism of a Bodies-Oriented Ontology.
Keywords: object-oriented ontology, bodies, weight, qualities, overmining, undermining.
La intención de esta ponencia es poner de manifiesto cierta relación o cierta cercanía entre los planteamientos de Graham Harman y los de Jean-Luc Nancy. Esta relación es ciertamente extraña. Podría tildársela, en cierto modo, de precursoridad; pero de aquella extraña precursoridad de la que hablaba Borges en su texto “Kafka y sus precursores”. Allí, el autor argentino nos sorprendía no sólo citando como antecedentes de Kafka a autores tales como Han Yu -el cual no fue traducido a una lengua europea hasta 1948, 24 años después de la muerte del checo-, sino que, además, nos indica cómo el poema Fears and Scruples, de Browning, sin dejar de ser un precedente de la obra de Kafka, se ve a su vez influenciado por la misma hasta el punto de que ésta ha alterado nuestro modo de leerlo. Tenemos, pues, un precursor que no ha sido leído por el epígono que se le atribuye y otro que, sin perder su papel de precedencia e influencia, es, sin embargo, alterado por la obra de su receptor. No es de extrañar, entonces, que Borges nos indique que tal vez fuera necesario repensar tal noción de “precursor”.
Sea como sea, si indico esto al comienzo de mi exposición es para remarcar que la relación de precedencia que entreveo entre las obras de Nancy y Harman responde a esta inusual relación que nos indicaba Borges. Así, por ejemplo, debo confesar que, en mi postura personal, leer a Harman me ha ayudado mucho a comprender algunos rasgos de la obra de Nancy con los que llevaba lidiando más de 5 años, los cuales me resultaban incomprensibles o imposibles de conciliar entre sí. Me gusta pensar, para definir este extraño tipo de relación, en el ejemplo de la colisión de dos aviones, tan habitual en la obra de Harman. En ella nos habla de dos aeroplanos completamente independientes que en el momento de su colisión forman un objeto unitario (el accidente) que tendrá efectos sobre sus antecedentes (es decir, los dos aviones) sin que estos, por ello, pierdan su independencia (los cadáveres de los pasajeros de un vuelo, por ejemplo, no serán confundidos con los del otro). Podríamos entonces pensar esta precedencia como la colisión de las dos obras, las cuales, sin embargo, pueden y deben ser pensadas con independencia.
Desde un principio, y por más que puedan relacionarse, la diferencia se hace palpablemente notoria en el estilo de ambos pensadores. Por un lado, tenemos la extrema y sorprendente sencillez con la que Harman expone sus complejos planteamientos. Ante ella uno nunca cesará de sentirse agradecido, incluso cuando en ocasiones ésta le lleve a caer en generalizaciones poco fidedignas de las corrientes y los pensadores que comenta en sus textos. Cabe decir, sin embargo, que este estilo simple y nítido, casi imitando al de una descripción literal, parece contradecirse con sus propios planteamientos, más favorables a la metáfora, según sus propias palabras.[1] En cambio, por el otro lado, en el caso de Nancy nos encontramos a menudo con un texto difícil, espeso y pesado, casi con cuerpo propio, abigarrado y zurcido de metáforas, juegos de palabras, diseminaciones, atención a elementos infra-gramaticales y palabras que modifican su sentido de una frase a la otra; también nos encontramos, cabe decirlo, con unos comentarios que guardan un cuidado exquisito y minucioso con el texto atendido, exactos, a decir del propio Derrida.[2] Ya en una primera mirada vemos, entonces, dos estilos completamente opuestos, entre la nitidez casi transparente de Harman y la oscuridad pesadumbrosa de Nancy.
Esta diferencia de estilos es la que permitirá que Harman, por lo menos en mi caso, a pesar de ser posterior y de no tener en cuenta, según él mismo escribe, los planteamientos del francés al desarrollar los suyos propios, nos ayude a esclarecer aquello que en algunos de los textos de Nancy se está planteando.
Su propuesta, por lo menos en El objeto cuádruple y en Object-Oriented Ontology, los dos textos en los que principalmente me baso en la presente exposición, puede resumirse básicamente con la partición entre objetos y cualidades, y entre real y sensible. Tenemos así un Objeto Real frente a uno sensible y unas cualidades reales ante unas sensibles. Lo real se caracterizará por su imposibilidad de exponerse directamente y de forma exhaustiva, mientras que lo sensible, por el contrario, corresponderá al espacio de evidencia propio de la fenomenología (aunque ampliado a todos los entes del mundo: La erosión sobre la piedra también es una cualidad sensible del aire o el agua captada por la piedra misma, por ejemplo). Lo fascinante de esta propuesta es su capacidad de dar cabida a gran parte de los discursos que han estado en disputa a lo largo del siglo pasado, distribuyéndolos en grados de atención a esta “realidad” siempre en retirada, pero sin tener por ello que renunciar a sus aportes principales.
Así, la capacidad de ordenación y clasificación con la que el pensador neo-realista dota sus planteamientos puede, a su vez, dar luz sobre los desplazamientos de sentido con los que Nancy cubre sus textos, y esto es lo que primeramente trataremos de demostrar, aunque solo sea mediante un ejemplo. Partiremos, para dar cuenta de este ejemplo, de una selección de varios fragmentos del librito 58 indicios sobre el cuerpo, que evidencian la dificultad interpretativa y las contradicciones a las que habitualmente nos abandona la escritura de Nancy. Así, en el segundo fragmento nos dirá que “el cuerpo (…) es aparte. Distinto de los otros cuerpos” y, sin embargo, el tercer indicio dirá que: “Un cuerpo no está vacío. Está lleno de otros cuerpos, pedazos, órganos, piezas, tejidos, etc.”, y que: “También está lleno de sí mismo: es todo lo que es”.
Sólo al comenzar su libro, entonces, Nancy nos pone ante la contradicción entre un cuerpo que es aparte y distinto de los otros cuerpos, que está lleno de sí, y un cuerpo que está lleno, constituido tal vez de otros cuerpos; un cuerpo, pues, que está dos veces lleno. Sin embargo, esta aparente contradicción puede recobrar toda su coherencia si, mediante la terminología de Harman, lo leemos como una advertencia para no efectuar una demolición del cuerpo; así, lo que nos estaría diciendo este conflicto inicial en el texto de Nancy es que, si bien un cuerpo siempre está constituido de cuerpos más pequeños, este nunca puede ser reducido a la suma de aquellos. Un cuerpo siempre está, en primer lugar, lleno de sí, apartado de los otros cuerpos, reconociendo así la completa autonomía de todo cuerpo, y, sin embargo, está siempre constituido por partes y ello hasta tal punto que el cambio de alguna de ellas comportaría el cambio del cuerpo. Así, un cambio de corazón, no altera a la totalidad del cuerpo en tanto que “mi” cuerpo, pero habría que ver si estaríamos dispuestos a afirmar lo mismo con respecto a un cambio de cerebro, por ejemplo.[3]
Tenemos, pues, que, al igual que el objeto en Harman, el cuerpo no puede ser reducido a la suma de sus partes, y de ahí su autonomía, pero algunas de ellas son determinantes para que ese cuerpo sea ese cuerpo que es, aunque dicho cuerpo no se reduzca a ellas y siempre las exceda en su ser (cómo es el caso del General Grant y el General Lee para la Guerra de Secesión Americana, según el propio Harman explica en Object Oriented Ontology).[4]
Parece, entonces que esta aparente contradicción que encontramos justo empezar el libro de Nancy, puede ser clarificada si se la comprende como una advertencia para no caer en el riesgo del undermining o demolición; lo cual ya nos pone sobre aviso de una posible cercanía entre la noción nancyana de cuerpo y la que Harman propone sobre el objeto.
Ahora bien, ¿sucederá lo mismo con el riesgo de sepultamiento u overmining que Harman denuncia ante la reducción del objeto a sus rasgos sensibles o a sus efectos sobre los demás objetos? Encontramos, de nuevo una aparente contradicción cuando tratamos de buscar esta problemática en el texto de Nancy. Por un lado, en el indicio 41 afirma que “el cuerpo guarda su secreto (…) se guarda como secreto”, lo cual parece señalarnos la no reducción del cuerpo a su manifestación sensible, y, sin embargo, en el punto 21 nos dice que “un cuerpo es una diferencia (…) es diferencia de todos los otros cuerpos” y en el 29 nos aclara que “el “contra” (…) es la principal categoría del cuerpo. Es decir, el juego de las diferencias, los contrastes, las resistencias, las aprehensiones, las penetraciones, las repulsiones, las densidades, los pesos y medidas”, de tal modo que las relaciones y las diferencias entre los cuerpos parecerían definir aquello que cada cuerpo es, lo cual caería, a todas luces, en lo que Harman denomina overminig o sepultamiento.
Ahora bien: ¿cómo conciliar, entonces, que “el cuerpo se guarde como secreto” con este otro punto según el cual los cuerpos se definen por sus relaciones?
Aquí es el indicio 40 el que puede aportarnos un poco de luz. El mismo se divide en dos partes. La primera dice: “El cuerpo es el en sí del para sí. En la relación a sí, es el momento sin relación. Es impenetrable, es silencioso, sordo, ciego y está privado de tacto. Es macizo, grosero, insensible, inafectivo”. Así, el cuerpo vendría a ser aquel momento que en la relación a sí permanece sin relación, o, dicho de otro modo, aquel momento que expresa la insuficiencia de la relación para dar cuenta de lo relacionado, aquello que incluso en la plena presencia a sí, permanece en sí, inexpresado; aquello que, como el objeto en Harman “expresa la insuficiencia de las relaciones en cuanto tales”.[5]
Esta interpretación, quedará confirmada por la segunda parte del indicio 40, la cual, además, nos aclarará la aparente contradicción entre un cuerpo que se guarda como secreto y que, a su vez, se define por sus relaciones. Ahí nos dice que el cuerpo “es también el en sí del para los otros, vuelto hacia ellos, pero sin ninguna consideración por ellos. Es solamente efectivo -pero lo es absolutamente”. De tal modo que, si bien es para otros, si bien está vuelto hacia ellos, lo está de un modo tal que se muestra indiferente a esta relación; un cuerpo no es más que el hecho efectivo de que es, por más que, inevitablemente, sea para otros o pueda ser para sí. Es decir, por más que el cuerpo se muestre a otros y se defina, en su mostrarse a otros, por el modo en que se muestra a ellos, subsiste siempre a toda definición y manifestación un en sí que no por ello deja de ser cuerpo. Dicho de otro modo, por más que un cuerpo siempre esté acompañado, al contacto con otros cuerpos, por unas cualidades sensibles manifiestas a los demás, y mediante las cuales se define para los otros, siempre subyace a ellas en tanto que cuerpo, indiferente a esta manifestación. De tal manera que, mediante este en sí que subyace y escapa a toda relación, incluso a la relación a sí o para sí, podríamos encontrar la tensión entre el objeto real y las cualidades sensibles propuesta por Harman. De hecho, en otros textos, Nancy nos hablará de espaciamiento para nombrar esta tensión, mientras que Harman dirá que lo que en esa tensión se da es el espacio.
Lo que Nancy trata de señalar, entonces, al afirmar que no puede haber un cuerpo solo es el hecho de que sea imposible concebir un cuerpo que no tenga cualidades sensibles, por más que el cuerpo no se reduzca a ellas y, en su autonomía, sea indiferente a las mismas.
Sirva lo hasta aquí dicho para mostrar cómo las categorías de Harman pueden ayudar a desenredar las contradicciones con las que a menudo se nos presenta el texto de Nancy. Parecería, según lo dicho, que, sin explicitar las particiones entre objeto o cuerpo y cualidades, sean reales o sensibles, Nancy las esté dando por supuestas en su redacción refiriéndolas al mismo objeto, lo cual proporciona entonces esta apariencia de contradicción con la que, a menudo, nos desorienta.
Esto nos pone de manifiesto, también, la cercanía existente entre la noción de cuerpo que Nancy nos propone y la de objeto expuesta por Harman; cercanía que podría refrendarse, por ejemplo, mediante la metáfora del peso y la masa, que comportaría la diferencia entre cualidad sensible y cualidad real (el peso de los cuerpos, dirá Nancy, “es la elevación de su masa a la superficie”[6]), o la de lo tocado que siempre escapa al tacto, entre otras.
No es de extrañar, entonces, la insistencia de Peter Gratton[7] o Georgy Konavalov,[8] entre otros, en establecer la cercanía que hay entre los dos pensadores a pesar del rechazo a la misma explicitado por Harman en el artículo On interface. Nancy’s Weights and Masses.[9]
En este último, Harman desarrolla una serie de críticas a la noción de cuerpo propuesta por Nancy no sin señalar la perplejidad con la que debe atender algunas de sus afirmaciones. Así, por ejemplo, se sorprende de que Nancy atribuya una plena autonomía a los cuerpos, pero, sin embargo, le crítica que les niegue una profundidad en la que ocultarse señalando en ello una contradicción con el hecho de que afirme, por otro lado, que los cuerpos se resisten a sus relaciones. Nosotros ya hemos visto que dicha contradicción reside en la ambigüedad con la que Nancy utiliza el término cuerpo tanto para nombrar el cuerpo en su secreto, en tanto que objeto real, como para nombrarlo en tanto que sus cualidades, reales o sensibles.
Sea como sea, su crítica proseguirá denunciando que en ese punto se produce un doble movimiento de sepultamiento y demolición. Sepultamiento, por un lado, pues afirma que no hay cuerpo si no es en contacto con otros cuerpos. Demolición, por el otro, porque reconoce un en sí indeterminado, el cuerpo o la masa, que sólo se determina al contactar, al pesar, con los demás cuerpos.
Ahora bien, como hemos leído antes en los indicios 40 y 41, un cuerpo no sólo guarda su secreto, sino que es su secreto tanto en su relacionarse para sí como en su relacionarse para los otros. Así, lo que Nancy trataría de decirnos, más que el hecho de que todo surja de un magma indeterminado,[10] es el hecho de que no hay cuerpo sin cualidades, a pesar de que éste no se reduzca a ellas ni dependa de ellas. Dichas cualidades, por su parte, sólo se desenvuelven sobre otros cuerpos, a pesar de que éstas se mantengan con indiferencia de su efecto sobre ellos, es decir, a pesar de que no deban confundirse las cualidades reales con las sensibles.[11] Es precisamente porque las cualidades no se expresan sino en otros cuerpos que un cuerpo completamente aislado, a pesar de continuar siendo el cuerpo que es, no podría dar cuenta de sus determinaciones ni siquiera para sí. De este modo, un cuerpo es necesariamente con otros cuerpos; no expresa sus determinaciones o cualidades si no es a otros cuerpos, pero es lo que es con independencia de dichos otros cuerpos y del efecto que sobre ellos tengan dichas cualidades, excediendo, así, a sus relaciones.
Puede que Harman no suscribiera esta última afirmación, pero, independientemente de ello, ésta no cae ni en un sepultamiento (el cuerpo no se reduce a sus relaciones), ni en una demolición (el cuerpo es plenamente el que es sin reducirse a sus partes o sin emerger de un indeterminado originario); con lo cual los planteamientos de Nancy podrían encuadrarse en una Ontología Orientada a Objetos o, para ser más precisos con su terminología, en una Ontología Orientada a Cuerpos.
Hemos visto, por el momento, cómo el encuentro entre Harman y Nancy puede ayudarnos a esclarecer los planteamientos aparentemente contradictorios de este último, los cuales, sin embargo, residen en los propios textos de Nancy con indiferencia de la ayuda que pueda ofrecernos Harman a la hora de rescatarlos.
Quedaría ahora por ver si puede establecerse alguna relación que circule en la dirección opuesta, es decir, de Nancy a Harman y no de Harman a Nancy. Este último paso está aún en desarrollo y, si debo ser sincero, no podría exponerlo ahora mismo con la claridad debida. Me limitaré, pues, en enunciar la dirección en la que podría desarrollarse. Ésta, a mi juzgar, podría encontrarse en la contradicción en la que aparentemente cae el discurso claro, diáfano y casi literal de Harman al rechazar explícitamente el discurso literal en favor de la metáfora. De hecho, no deja de ser curioso que él, que critica a Nancy a partir de textos, no obtenga la noción de objeto real más que mediante un comentario de Heidegger. Así, los trabajos sobre la pintura e incluso sobre la subjetividad en Descartes efectuados por el francés, partiendo de la triple división entre lo enunciado (la expresión), la enunciación (o el libre llegar a ser) y el lugar de enunciación (o cuerpo), podrían ofrecer un acceso a esta realidad del objeto a partir del momento en el que el lugar de enunciación siempre excederá y restará por fuera de toda enunciación, a pesar de que sólo se haga presente mediante la misma.
Bibliografía
- Derrida, Jacques, El tocar, Jean-Luc Nancy. Amorrortu, Buenos Aires, 2011.
- Harman, Graham, “On interface. Nancy’s Weights and Masses”, en Gratton, Peter & Morin, Marie-Eve (Eds.), Jean-Luc Nancy and plural thinking. Expositions of World, Ontology, Politics and Sense, SUNY, New York, 2012, pp. 95-107.
–El objeto cuádruple. Una metafísica de las cosas después de Heidegger, Anthropos, Barcelona, 2016.
–Object-Oriented Ontology. A New Theory of Everything, Penguin, Milton Keynes, 2018.
- Konovalov, Georgy, “Corpus vs Object: Jean-Luc Nancy’s Ontology of Bodies as Object-Oriented”, en Philosophical and Literary Journal, Vol. 27, nº3, Moscú, 2017, pp. 113- 126.
- Nancy, Jean-Luc, 58 Indicios sobre el cuerpo. Extensión del alma, La Zebra, Buenos Aires, 2011.
- ______________, Corpus, Arena, Madrid, 2010.
- ______________, El intruso, Amorrortu, Buenos Aires, 2007.
- ______________, El peso de un pensamiento, Ellago, Castelló, 2007.
Notas
[1] Cfr. Harman. “Aesthetics is the root of all philosophy”, incl. Object-Oriented Ontology. A new Theory of Everything, ed. cit., pp. 59-103.
[2] Cfr. Derrida, El tocar, Jean-Luc Nancy, ed. cit.
[3] “Se dirá: queda el cerebro. Y, por supuesto, la idea del trasplante de cerebro agita cada tanto las crónicas. La humanidad volverá a hablar de ello algún día, sin duda. Por el momento, se admite que un cerebro no sobrevive sin el resto del cuerpo. En cambio, y para no insistir, sobreviviría quizá con un sistema entero de cuerpos ajenos trasplantados…”. v. Nancy, El intruso. ed. cit., p. 28.
[4] Cfr. Harman, “The American Civil War”, incl. Op. cit, pp.114-134.
[5] Harman, El objeto cuadruple, ed. cit., p. 41.
[6] Nancy, Corpus, ed. cit., p. 66.
[7] Remito al respecto a la discusión que Gratton y Harman mantuvieron en sus respectivos blogs en abril de 2008: https://doctorzamalek2.wordpress.com/2010/04/27/gratton-on-nancy/ y https://philosophyinatimeoferror.com/2010/04/28/two-harman-responses-and-then-nancys-fragments/ principalmente (ambas consultadas el 10 de diciembre del 2019).
[8] Cfr. Konovalov, Georgy, “Corpus vs Object: Jean-Luc Nancy’s Ontology of Bodies as Object-Oriented”, ed. cit.
[9] Harman, “On interface: Nancy’s weights and masses”, ed. cit.
[10] Tal como parece comprenderlo Harman en el citado artículo.
[11] Al respecto, puede ser de nuevo un buen ejemplo la metáfora del peso: “El pensamiento no puede jamás captar el pesaje”, Nancy, El peso de un pensamiento, ed. cit., p. 16.
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