Violencia contra los ecosistemas. Ecocidio en el México Contemporáneo desde la filosofía forense

DESPLAZADOS EN LOS ALTOS DE CHIAPAS (2020)

 

Resumen

El México contemporáneo es escenario de conflictos, inseguridad, injusticia y múltiples tipos de violencias que colocan al país como una de las sociedades con mayor índice de riesgo en el mundo. A este escenario de conflictos de toda intensidad puede añadirse el ecocidio. Éste pone en riesgo a la población y sus condiciones de vida al destruir fuentes de agua, equilibrios naturales, paisajes, etc. Aquí se propone la exploración conceptual del ecocidio y su relación con la violencia estructural desde la filosofía, para pensar, visibilizar y atender, de manera crítica, esta problemática.

Palabras clave: México contemporáneo, ecocidio, filosofía forense, violencia estructural, problema social, riesgo.

 

Abstract

Contemporary Mexico is the scene of conflicts, insecurity, injustice and multiple types of violence that locate the country as one of the societies with the highest risk index in the world. To this scene of conflicts of all intensity can be added the ecocide. This puts in risk the population and their life conditions by the destruction of water sources, natural balances, landscapes, etc., Here it is proposed the conceptual exploration of ecocide and its link with the structural violence as a category inside the philosophy, for thinking, making visible and treating, in a critical way, this social problem.

Keywords: Contemporary Mexico, ecocide, forensic philosophy, structural violence, social problem, risk.

 

El mundo contemporáneo se enfrenta a una crisis ecológica que acelera el proceso de cambio climático por calentamiento global.[1] Ello, sin duda, afecta a las personas de toda latitud en un mundo global y en un planeta cuya urdimbre es de íntimas relaciones (muchas de ellas aún por comprender), pues se presenta como la amenaza de una extinción masiva al poner en riesgo el sostenimiento y reproducción de la vida en la Tierra.[2] Así, la crisis del ecosistema global es una consecuencia que se atribuye a las acciones del ser humano: la emisión de gases de efecto invernadero, por ejemplo, o la destrucción de los ecosistemas, es decir, el ecocidio.

 

Esta colaboración se propone, como objetivo principal, someter a prueba la hipótesis de que el ecocidio, en ciertos casos, es el ejercicio de actos deliberados de violencia provocando daños ecosociales que podrían ser evitados. Y, como objetivo secundario, pretende mostrar que el ecocidio es un proceso de reconfiguración espacial, puesto que concentra a personas, por diferentes motivos, en la marginación y supresión espacios de vida generacionalmente habitados. Es decir, el proceso de una violencia estructural.

 

De modo que este texto presenta la consideración del ecocidio en el México contemporáneo al contemplar, como ejemplo, lo sucedido en las Ciudades Rurales Sustentables de Chiapas, un proyecto que puede ser considerado de reconfiguración arquitectónica y territorial, ejercido en un contexto de violencia estructural[3]. Este tipo de trabajo resulta pertinente, dado que revisita “[…] las políticas que se propusieron producir y transformar las sociedades a través de la creación y la transformación de territorios y ciudades, y de las formas de pensar, habitar o sentir esos ‘nuevos’ lugares”.[4]

 

Lo que aspira a presentar el trabajo es el campo de la investigación sobre la violencia que se enriquece con el análisis de la remodelación espacial, a través de políticas implementadas en contextos de violencia estatal, centrándose en una dimensión poco explorada: “[…] la de un ‘mundo nuevo’ que se intentó edificar a través de la violencia”.[5]

Este es el resultado de una investigación documental que pretende ampliar la propuesta teórica de la filosofía forense,[6] ya que este enfoque filosófico de la violencia ofrece elementos para pensar, de manera crítica, diversos tipos de violencias en México y, al mismo tiempo, atiende problemáticas sociales directas que producen daño a individuos, colectivos y al frágil tejido social.[7]

 

Para la exposición, el trabajo se divide en qué es ecocidio, donde se relata el origen del concepto, de hace apenas medio siglo, y su contexto actual; hacia la conceptualización de ecocidio desde la filosofía forense, donde se explica la urgencia de pensar el ecocidio; ¿por qué el ecocidio se vincula con la violencia estructural?, donde se explica qué es la violencia estructural y porqué se relaciona con el ecocido; ciudades Rurales Sustentables: estudio de caso, donde se realiza un examen de lo ocurrido en las ciudades rurales de Chiapas, tratando de explicar cómo el ecocidio facilitó la marginación y supresión de un grupo social, es decir, una violencia estructural, a través de la reconfiguración espacial por medio de políticas públicas, y conclusión.

 

Qué es ecocidio

 

Ecocidio es un neologismo cuya etimología está formada por eco —del griego oíkos (casa, morada, ámbito vital) y cidio— del latín caedo (matar, exterminar).[8] Surgió para denunciar la estrategia estadounidense durante la Guerra de Vietnam, una especie de guerra ecológica, defoliación con ayuda del agente naranja (un herbicida de alta toxicidad). Durante nueve años se rociaron selvas y bosques de manglares, también se destruyeron cultivos y cubiertas forestales. Todo por parte del programa Operation Ranch Hand, que buscaba privar a la guerrilla de protección y minar la capacidad de suministrar alimentos a la población. El número de personas afectadas por el agente naranja se estima en un millón.[9] Tras este hecho, en 1970, durante la Conferencia sobre la Guerra y la Responsabilidad Nacional en Washington, Arthur W. Galston, biólogo especializado en plantas, cuyas investigaciones condujeron a la invención del herbicida, propuso un acuerdo internacional para prohibir el ecocidio.[10] Desde entonces, académicos y juristas debaten los elementos necesarios para la tipificación del ecocidio como un crimen internacional.

 

El concepto, de manera posterior, dejó de hacer referencia a la Guerra de Vietnam para aplicarse en otros casos y contextos. Además, fue retomado por múltiples disciplinas científicas y académicas, por ejemplo: el psicoanálisis, la sociología, la criminología, el derecho, entre otras.

 

Es posible sugerir que el ecocidio es la destrucción de un ecosistema con consecuencias fatales. Para el sociólogo Franz J. Broswimmer el concepto hace referencia a las acciones que se realizan con la intención de perturbar o destruir un ecosistema. El ecocidio comprende:

 

[…] el uso de armas de destrucción masiva, nucleares, bacteriológicas o químicas; el intento de provocar desastres naturales, como erupciones volcánicas, terremotos o inundaciones; el arrasamiento de bosques o terrenos de cultivo con fines militares; el intento de modificar la meteorología o el clima con fines hostiles; y finalmente la expulsión a gran escala, por la fuerza y de forma permanente, de seres humanos o animales de su lugar habitual de residencia para facilitar la consecución de objetivos militares o de otro tipo.[11]

 

En abril de 2010, la activista y abogada Polly Higgins presentó una propuesta a la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas para modificar el Estatuto de Roma y reconocer la destrucción y el daño ambiental como el Crimen contra la Paz. Ella y otros abogados crearon el movimiento Ley de Ecocidio.[12] De modo que “[…] las corporaciones transnacionales que cometen ecocidio no podrán escapar de las graves consecuencias ambientales y sociales de sus actividades simplemente pagando una multa. En consecuencia, la promulgación de una ley de ecocidio garantizaría la protección de los medios de vida”.[13]

 

Para Higgins, ecocidio es: “[…] el daño extenso, la destrucción o la pérdida del ecosistema (s) de un territorio dado, ya sea por la acción humana o por otras causas, hasta tal punto que el disfrute pacífico por parte de los habitantes de ese territorio ha sido o será gravemente disminuido”.[14]

 

A pesar de que la propuesta hecha por Higgins pueda considerarse como una prioridad para la comunidad internacional; que garantizaría la protección de los medios de vida y que aquellos que son responsables en la toma de decisiones, como líderes de Estado y jefes de corporaciones, que permitan o lleven a cabo este delito, sean sentenciados; la ley de ecocidio se encuentra con diversos obstáculos. Uno de ellos es la homogeneidad de las legislaciones penales respecto al ambiente. Además de la oposición por parte de países más desarrollados, cuyos intereses económicos y empresas contaminantes se ven afectadas.[15] También se señala que es una propuesta poco realista, ya que, como crimen, exigiría un elemento intencional, la de causar daño o destrucción de un ecosistema, pero la mayoría de los daños se producen de manera imprudente. Asimismo, tendría como fin el exterminio o desplazamiento de una comunidad y no siempre sucede.[16]

 

Hacia la conceptualización de ecocidio desde la filosofía forense

 

En México, como en otros países en vías de desarrollo que son sometidos al expolio de la explotación, agentes estatales y corporativos son algunos de los responsables por daños e injusticias socioecológicas.[17] Estas ejecuciones de explotación son facilitadas por un contexto político-económico que legitima la injusticia como si fuera un asunto habitual y permite a agentes ecocidas actuar sin restricciones.[18] Los daños pueden surgir por negligencia o prácticas ilegales. Grandes empresas también presionan a los gobiernos, y es probable que la colusión entre industria y agencias reguladoras sea común. En muchos de los casos ceden, ya que no quieren dañar sus niveles de PIB.[19]

 

Eso se traduce en impunidad o indemnizaciones que son insuficientes para los más afectados. Asimismo, algunas corporaciones prefieren pagar sanciones como costo de hacer negocios, especialmente en naciones no tan poderosas,[20] antes que mejorar sus instalaciones e implementar medidas que eviten el daño ecológico. Esto demuestra la existencia de redes de poder, donde las decisiones basadas en el mercado no son neutrales e impersonales[21] y se ponen por encima de la salud humana y ecológica.

 

El México contemporáneo no es la excepción. El país protagoniza un cruento escenario con múltiples tipos de violencias.[22] Entre las dificultades para resolver el problema se encuentra el alto índice de impunidad. Desde el punto de vista institucional y jurídico México es un hoyo negro, ya que 92% de los delitos que se cometen no se persiguen ni se castigan.[23] Esto, producto de un sistema ineficaz de procuración de justicia.[24]

 

Hay que añadir que México es un país catalogado como megadiverso,[25] con territorios que están en riesgo debido a los niveles de explotación y abuso que giran en torno a ellos, ya que:

 

[…] la notable presencia de grupos étnicos en regiones de alta biodiversidad, […], no parece convenir a los intereses del gran capital en tiempos de libre mercado. Estos territorios interesan para realizar bio-prospección, interesan por su riqueza genética, interesan para invertir en proyectos de ecoturismo. Los “indios” son, para estos inversionistas, un molesto estorbo y, por tanto, desde su óptica, deben ser desalojados -o reubicados- por los endebles gobiernos de las naciones involucradas, invalidando sus derechos de propiedad o sus exigencias de manejo autónomo de los recursos.[26]

 

En un mundo globalizado, la expansión de los grandes capitales transnacionales es una prioridad y para que ese crecimiento económico e industrial sea posible se necesita de recursos naturales: bajo una racionalidad predadora de la naturaleza.

 

Por tal motivo, al escenario que fue descrito cabe sumar la destrucción de los ecosistemas, es decir, ecocidio, junto con los tipos de violencias, crímenes y víctimas que conlleva:

 

No sólo la sociedad mexicana experimenta con honda preocupación e indignación la muerte o desaparición de miles de ciudadanos, también es testigo de la destrucción de su ecosistema: extinción de fuentes de agua, desquiciamiento de equilibrios naturales, abatimiento o desaparición de especies, vegetaciones y paisajes, envenenamientos de aire, manantiales, suelos, alimentos y de los mismos cuerpos humanos.[27]

 

Con ello en mente, la exploración conceptual del ecocidio funciona como una categoría dentro de la filosofía forense, puesto que responde a la necesidad de pensar, visibilizar, desnormalizar y atender, de manera crítica, esta problemática, con cuestiones de profundidad social, jurídicopolítica y epistemológica, así como temas de comprensión ética y ontológica, que ponen en duda las concepciones hegemónicas occidentales del mundo moderno desde marcos conceptuales como el espacio (despojo, desarraigo), el habitar (relación con el ambiente), la sustentabilidad, el bienestar, el desarrollo o progreso, la vida, la naturaleza, la cultura, entre otros.

 

Por otro lado, para salir de la violencia “[…] no solo no está de más apelar a todas las disciplinas de las ciencias humanas y sociales, sino que debe hacerse consciente que la contribución de otros saberes y de otros puntos de vista es a menudo decisiva”.[28] Y el ecocidio es un objeto de análisis interdisciplinario que, sin importar la orientación teórica que se tome, exige indagar diversos campos de la ciencia, como criminología, geografía, biología, historia, antropología, sociología, derecho, filosofía, entre otras. De modo que este texto, también, trata de insertarse en la llamada ciencia de frontera o investigación de frontera y ser un espacio de discusión multidisciplinaria.

 

¿Por qué el ecocidio se vincula con la violencia estructural?

 

La violencia[29] contra los ecosistemas tiene una multiplicidad de formas en su ejecución, agentes, pacientes y efectos y “puede alcanzar no solo a los defensores ambientales, sino también a las comunidades, la naturaleza y la sostenibilidad de sus relaciones”.[30] A pesar de que el ecocidio pueda provocar múltiples tipos de violencia (directa, cultural, lenta, civil, ecológica o ambiental, entre otras), aquí sólo se explicará desde la violencia estructural.

 

Este tipo de violencia se refiere a estructuras institucionales, políticas e ideológicas que valoran algunos segmentos de la población mientras impiden que un importante sector de la humanidad pueda satisfacer sus necesidades básicas, matándolos lentamente.[31] Además, “[…] no hay nadie a quien culpar directamente, a excepción de toda la estructura política y económica”.[32] Es invisible, en tanto que no involucra actores que infligen daño mediante la fuerza o de forma directa, y sus efectos se sufren en falta de acceso a la alimentación, a la salud, al empleo y la educación. Es causada por procesos de estructuración social contra grupos que son discriminados, marginados y desfavorecidos. Llama la atención el daño corporal, el deterioro físico, la mala salud, falta de recursos, así como los impactos psicológicos que pueden derivarse de este tipo de violencia. Esto demuestra que la vida y el sufrimiento humano se valoran según la posición social.

 

Se propone aquí que debido a que el ecocidio es el daño deliberado para la afectación y destrucción de los ecosistemas en los procesos de explotación sistemática en altas escalas y procesos de utilización de recursos, lo cual provoca la limitación o impedimento en la satisfacción de las necesidades humanas básicas de las comunidades y el daño a los seres vivos coetáneos al proceso y a las futuras generaciones, se relaciona con la violencia estructural. Un marco de violencia estructural puede ser útil para comprender las injusticias ambientales transnacionales, pues el sufrimiento se materializa en espacios sociales marginales.[33]

 

Hay que mencionar que la violencia ejercida en el proceso de destrucción del medio ambiente a través de la deforestación[34] y, en algunos casos, cuando los intereses financieros con apoyo de los Estados desplazan a comunidades a través de estructuras legales para acceder, por ejemplo, a reservas de petróleo, carbón y gas natural.[35]

 

Es posible sugerir que algunos de los problemas alrededor del mundo, como la violencia y la destrucción de los ecosistemas, son producto de una estructura que fomenta el libre comercio y produce una sociedad de consumo, poniendo en circulación cualquier mercancía mientras exista una demanda de ella, al hacer un sobre uso de los bienes naturales, siempre en busca de un beneficio económico, sin importar las consecuencias a largo plazo. En este contexto, se ataca, de manera deliberada a comunidades que son socialmente marginadas para evitar su resistencia y obtener un acceso más fácil a diversos ecosistemas. Estas decisiones son tomadas por entidades estatales, así como por corporaciones legítimamente constituidas o bien agentes ilegalmente constituidos desde la delincuencia organizada hasta la explotación clandestina, que tienen la intensión de maximizar los beneficios para unos pocos mientras exponen al daño a otros.[36]

 

Ciudades Rurales Sustentables: Estudio de caso

 

En los siguientes párrafos se intenta poner a prueba la hipótesis de que el ecocidio, en ciertos casos, facilita ejercer actos deliberados de violencia provocando daños ecosociales que podrían ser evitados. Mostrando que, por ejemplo, el ecocidio funciona como un elemento fundamental para poner en marcha un proceso de reconfiguración espacial, a través de políticas públicas, que concentra a personas por diferentes motivos, promoviendo su marginación y supresión. Es decir, la ghetización en el marco de la violencia estructural.

 

Hay que considerar que “[…] el poder del Estado sigue siendo fundamental para mantener el dominio económico capitalista”.[37] Es decir, “[…] el Estado abre el camino para que el capital pase sin ninguna dificultad”.[38] Distintas instancias gubernamentales actúan como articuladoras de marcos legales y discursivos que justifican la intervención.[39] De modo que […] los intereses económicos y militares extranjeros por los recursos naturales del Estado se convierten en políticas ambientales y sociales”.[40] Éstas, son instrumentos que sirven para crear las condiciones, a escala nacional, que la globalización necesita para seguir operando.

 

La nueva etapa de la globalización económica trae consigo la imposición de proyectos y formas de vida en las comunidades campesinas e indígenas.[41] Un ejemplo relativamente reciente en México fue el de las Ciudades Rurales Sustentables de Chiapas. El Gobierno de Chiapas de Juan Sabines Guerrero (2006-2012) impulsó el programa Ciudades Rurales Sustentables[42] con base en lo que llamó ‘el binomio dispersión-pobreza’[43]. Por lo que reuniendo a la gente se lograría erradicar la pobreza de manera efectiva.[44] Además, mediante un programa de reconversión productiva se desarrollarían proyectos productivos que generarían mejores ingresos[45] y propiciarían el desarrollo rural sustentable.[46] Lo que implicó el abandono de la producción de granos básicos y la especialización de producción en invernaderos de hortalizas y frutales.[47] Las actividades realizadas por los campesinos se consideraron como atrasadas, generadoras de pobreza, marginales y poco productivas.[48]

Las personas que vivían en las comunidades seleccionadas para el traslado vendieron sus tierras o fueron orillados a abandonarlas a cambio de una vivienda.[49]

 

Una de las ciudades rurales que se construyeron fue Nuevo Juan del Grijalva. En octubre de 2007[50] un deslizamiento de tierra provocó el desgajamiento de un cerro en el antiguo Juan del Grijalva, bloqueando el paso del segundo río más caudaloso de México. Durante el evento quedaron sepultadas algunas casas y murieron más de veinte personas. Tras esto las autoridades del estado anunciaron la creación de una ciudad rural sustentable, cercana a los territorios afectados, con el apoyo del gobierno federal, estatal y algunas empresas privadas.[51] Los pobladores sugieren que el desprendimiento del cerro fue provocado de manera intencional.[52] También se señala la presencia de un explosivo, el retumbar de una bomba, durante el derrumbe, mismo que sumió la tierra y abrió un zanjón.[53]

 

Si se considera la definición de ecocidio brindada por Broswimmer, mientras exista la posibilidad de pensar el desgajamiento del cerro como un desastre natural provocado deliberadamente,[54] es posible sugerir que lo sucedido en Juan del Grijalva es un ejemplo de éste. Además, como dice la definición, provocó la expulsión o, en este caso, el desplazamiento forzoso, de seres humanos de su lugar habitual de residencia. Esto con el fin de facilitar la consecución de un objetivo, despojar de las tierras a campesinos e indígenas, para beneficiar a proyectos empresariales en territorios específicos.

 

Otra de las ciudades construidas fue la de Ixhuatán. Al respecto, organizaciones ambientalistas y de derechos humanos alertaron que en la región donde se llevó a cabo hay múltiples concesiones mineras, entre ellas la mina Santa fe, operada por Grupo Frisco y Grupo Carso, y la mina canadiense Cangold Limited de Vancouver. La minera canadiense comenzó labores en la comunidad Nueva Esperanza, “[…] iniciando el proceso de destrucción del entorno natural de la biodiversidad, la contaminación de las cuencas hidrológicas de ríos y lagunas”,[55] La explotación a cielo abierto provoca desastres ecológicos por sustancias tóxicas, como el cianuro, que se filtran en la tierra y fuentes de agua. Esto provocará la migración forzada de las familias.[56]

 

Si se considera la definición de Higgins, mientras continúe la explotación minera, provocando la pérdida de los ecosistemas del territorio y el disfrute pacífico de los habitantes, no sólo humanos, es posible decir que lo sucedido en Ixhuatán es otro ejemplo de ecocidio.

 

Estos facilitan ejercer actos deliberados de violencia, provocando daños ecosociales que podrían ser evitados. Es decir, estos ecocidios fueron un elemento fundamental[57] para poner en marcha un proceso de reconfiguración espacial, a través de políticas públicas, que concentra a personas por diferentes motivos, promoviendo su marginación y supresión.[58]

 

Tras las ciudades rurales sustentables encontramos una dominación económica, política y cultural apoyada por políticas ambientales y sociales, que pretendían reconfigurar el espacio rural de Chiapas como parte de un plan geoestratégico de apropiación de los recursos naturales para generar mayores ganancias a los dueños del capital.[59] Sobre estos territorios específicos, que fueron desalojados, surgieron intereses económicos, comerciales, ecoturísticos y de bioprospección. Se buscó darles un uso más rentable en beneficio de grandes empresas trasnacionales.[60]

 

Las ciudades rurales tuvieron dos objetivos: “1) la destrucción del tejido social de las poblaciones reubicadas, por medio del cambio de su entorno físico y a la imposición de nuevas formas y prácticas de relaciones, de producción y de autoridad, y 2) la reconstrucción o reordenamiento del territorio”.[61]

 

Los pobladores estaban satisfechos con su vida anterior, en casas sencillas, pero amplias, donde hay terrenos de labranza, árboles, semillas y frutas de la región, también animales de traspatio, recursos de donde obtener lo necesario para comer y solventar otras necesidades. Después todo lo tenían que comprar,[62] generando un gasto adicional para las familias, y alterando sus formas de alimento, ya que han dejado de producir maíz, frutos y hortalizas para el autoconsumo. También, dentro de algunas de las ciudades rurales, se señaló la falta de luz eléctrica, drenaje y acceso al agua.[63]

 

Algunos grupos indígenas, como Pueblo Creyente, se movilizaron contra las Ciudades Rurales Sustentables señalándolas como proyectos de muerte.[64] Estos son parte de […] un proceso de destrucción multidimensional que amenaza la existencia de los elementos vitales, así como la de los seres humanos: sus culturas, ambientes, paisajes, territorios y equilibrios con el mundo natural”.[65]

 

El México contemporáneo es un laboratorio de crueldades que no sólo son provocados por conflictos entre grupos delincuenciales. Existen acontecimientos que requieren mayor atención por parte de la reflexión filosófica de las múltiples formas de violencia que azotan a nuestro país. Uno de estos es el ecocidio.

 

Con base en el estudio de caso, se puso a prueba la hipótesis de que el ecocidio, en ciertos casos, facilita ejercer actos deliberados de violencia, provocando daños ecosociales que podrían ser evitados.

 

Tras las ciudades rurales sustentables, existe el intento de imponer condiciones de vida distintas a la que tenían los campesinos e indígenas:

 

Ni siquiera se tomó la parte cultural, es decir, las formas de percibir los espacios sociales, culturales, rituales, festivos, para una comunidad indígena que se le está construyendo un nuevo espacio de vida. Entonces se construyeron una serie de módulos, de casas, una tras otra, pero sin considerar los espacios vitales para una comunidad campesina, una comunidad indígena, que tiene sus propios conceptos de espacio y de convivencia. […]. Las comunidades que iban a ser impactadas en este proceso no tuvieron ninguna participación en el proceso de planeación de la ciudad. […]. También hay que entender que los conceptos de riqueza y de pobreza pueden ser hasta diferentes culturalmente hablando. Entonces si no se consideran esas cosas, desde el pensamiento de los pueblos indígenas, se pueden tener fracasos.[66]

 

Este caso parece mostrar que, por ejemplo, la violencia contra los ecosistemas o ecocidio, como un proceso de reconfiguración espacial, a través de políticas públicas, que concentra a personas por diferentes motivos, promoviendo su marginación. Además, los espacios de vida no se construyen en abstracto. En algunos casos, al diseñarlos y construirlos, se piensa en aquellos que lo habitarán o en aquellos que serán excluidos. En estos proyectos de reconfiguración, los sujetos son imaginados y tratados en relación con un ideal de ciudadano, con formas moralmente adecuadas de habitar esos espacios.[67]

 

Considerando lo anterior, si en la propuesta de la Ley de Ecocidio se piensa un vínculo entre la destrucción de los ecosistemas y los distintos tipos de violencia que provoca, el crimen no estaría en la destrucción de los ecosistemas, sino en las consecuencias. Por ejemplo, el exterminio, como prácticas de etnocidio,[68] y traslado o desplazamiento forzado.[69]

 

Es necesario recordar que el plan llevado a cabo en Chiapas no es exclusivo de México:

 

Es un esfuerzo que se realiza en todo el mundo, con expresiones particulares en cada país. Pero la tónica se repite en todas partes: los gobiernos son los arietes, […] que construyen infraestructura, cambian leyes, desplazan gente, privatizan los recursos naturales, capacitan a las personas para labores dentro del sector privado y luego reciben con todos los honores a las empresas privadas para que éstas inviertan sus capitales y terminen de expoliar, explotar y exterminar.[70]

 

Quizá sea el momento de considerar alternativas a un entramado global que encamina al planeta Tierra a la barbarie. Se requiere la disminución significativa de la impunidad para la Ley de ecocidio pueda tener un marco de aplicabilidad, recursos y formación para la sensibilidad del problema en las instituciones y autoridades, y quizá sea el momento de pensar en otras formas de sentir, ver y comprender, de experiencias distintas de mundo para los amplios colectivos que en una dimensión global consumen productos que minan, suprimen o destruyen ecosistemas, produciendo sufrimientos sociales y daño a seres vivos sin par.[71]

 

Esas experiencias deben partir de un enfoque integral, desde una ecoética que permita desarrollar estrategias para mitigar la crisis ecológica y alcanzar la paz positiva de las comunidades que son sometidas a los procesos de violencia ecocida.[72]

 

De igual forma, es necesario preguntar “¿Qué está causando la crisis ecológica global? ¿Quién tiene el poder de resolverlo? ¿Qué puede motivarlos a hacerlo? Estas preguntas son de suma importancia para dar forma a un futuro pacífico o violento para la humanidad y otras especies”.[73] Y, ya que los estudios de paz necesitan una tipología de violencia[74], la exploración conceptual del ecocidio, como una categoría dentro de la filosofía forense debe emprenderse para pensar, visibilizar, desnormalizar y atender, de manera crítica, esta problemática social que produce daño a individuos, colectivos y el frágil tejido social.

 

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  28. Shaffer, Jen, “An Anthropological Perspective on the Climate Change and Violence Relationship. Climate change and conflicts”, en Current Climate Change Reports, Vol. 3, Núm. 4. diciembre, 2017, Springer International Publishing, pp. 222-232.
  29. Smith, Gar, “’Ecocide’: The Fifth War Crime?”, en Earth Island Journal, 2010, p. 15.
  30. Soler, Rosel, “El ecocidio: ¿crimen internacional?”, en Instituto Español de Estudios Estratégicos, Núm. 128, diciembre, 2017, Madrid, pp. 1-14.
  31. Tekayak, Deniz, “Protecting Earth Rights and the Rights of Indigenous Peoples: Towards an International Crime of Ecocide”, en Fourt Worl Journal, Vol. 14, Núm. 2, 2016, pp. 5-13.
  32. Toledo, Víctor, Ecocidio en México: la batalla final es por la vida, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V., D.F., 2015.
  33. Wieviorka, Michel, “Salir de la violencia, una obra pendiente para las ciencias humanas y sociales”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Vol. 61, Núm. 226, 2016, pp. 89-106.

 

Notas
[1] Sobre el calentamiento global, se trata de “un proceso global que amenaza a todos los continentes y a la humanidad en su conjunto. Y no sólo al presente de la humanidad, sino, […], sobre todo a su futuro” (Santander, Jesús, “La acción frente al cambio climático necesita de un suplemento de alma”, en C. Godina, Principio de precaución para una era tecnológica, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Facultad de Filosofía y Letras, Puebla, 2008, p. 161). Santander menciona que, según el IPCC (Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático), los elementos que producen el calentamiento se vinculan con la actividad humana (Ibid., p. 163). Por otro lado, para L. Lorentzen, lo que hay en el mundo es una crisis medioambiental. Ella dice que “en todas partes hay problemas como la disminución de la ozonósfera, la desertificación, la deforestación, la pérdida de especies, la disminución de la biodiversidad y la contaminación del agua y del aire” (Lorentzen, Lois, Ética Ambiental, Universidad Iberoamericana Plantel Golfo Centro, Puebla, 2001, p. 81.
[2] Según C. Godina, en la Cumbre de Río se afirmó que “la humanidad enfrenta una crisis ambiental global sin precedente, producto de su propio ingenio, afán económico e ignorancia ecológica; amenaza la supervivencia de la vida en el planeta y exige que aprendamos de nuestros errores […]” (Godina, Célida, Principio de precaución para una era tecnológica, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Facultad de Filosofía y Letras, Puebla, 2008, p. 100).
[3] Colombo, Pamela, et al, “Introducción. Violencias de Estado, violencias de espacio. Políticas de reconfiguración territorial y urbana en América Latina”, en Clepsidra. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria, Vol. 5, Núm. 9, marzo, 2018, Buenos Aires, p. 6.
[4] Ibid., p. 7. Cabe señalar que los proyectos de reconfiguración tienen aspectos tanto urbanos como rurales.
[5] Ibid., p. 8.
[6] Véase “Forensic Philosophy: Common Grave in Contemporary Mexico”, en Reflexiones marginales, núm. 48, noviembre, 2018, México, D. F. https://revista.reflexionesmarginales.com/forensic-philosophy-clandestine-common-graves-in-contemporary-mexico/
[7] Es una propuesta reciente que persigue la visibilización y desnormalización de la violencia. Además, se centra en la delincuencia organizada y el ambiente criminógeno del país, tomando en cuenta a las víctimas de algunos crímenes como: el homicidio doloso, feminicidio, urbicidio, entre otros.
[8] Soler, Rosel, “El ecocidio: ¿crimen internacional?”, ed. cit., p. 2
[9] Véase Foster, John, The vulnerable planet: a short economic history of the environment, Monthly Review Press, New York, 1994, p. 102; Navas, Grettel, et al, “Violence in environmental conflicts: the need for a multidimensional approach”, en Sustainability Science, Vol. 13, Núm. 3, mayo, 2018, p. 652; R. Soler, “El ecocidio: ¿crimen internacional?”, ed.. cit., p. 2.
[10] Idem.
[11] Broswimmer, Franz, Ecocidio, Breve historia de la extinción en masa de las especies, Editorial Océano de México S. A. de C. V., México, D.F., 2005, p. 186.
[12] La destrucción de los ecosistemas y los daños masivos al ambiente ponen en riesgo la habitabilidad de poblaciones que ven dañadas sus fuentes de vida. La iniciativa para hacer del ecocidio un crimen internacional contra la paz está relacionada con el bienestar de las personas, la protección y la defensa de los derechos humanos, pero también reconoce al planeta y el derecho no humano a la vida, protege a la naturaleza y los derechos de las generaciones futuras (véase Tekayak, Denis, “Protecting Earth Rights and the Rights of Indigenous Peoples: Towards an International Crime of Ecocide”, en Fourth World Journal, Vol. 14, Núm. 2, 2016, p. 6; Hellman, Jacqueline, “The Fifth Crime Under International Criminal Law: Ecocide?”, ed. cit., p. 279).
[13] Tekayak, Denis, “Protecting Earth Rights and the Rights of Indigenous Peoples: Towards an International Crime of Ecocide”, ed. cit., p. 7.
[14] Higgins, Polly, “What is Ecocide?”, en Ecocide Law (s.f.). http://www.thisisecocide.org/front-page-2/ Es necesario señalar que, para Higgins, el ecocidio puede ser causado por la acción humana u ocurrir naturalmente, y que con habitantes se refiere también a plantas y animales (véase Tekayak, Denis, “Protecting Earth Rights and the Rights of Indigenous Peoples: Towards an International Crime of Ecocide”, ed. cit., p. 11; Smith, Gar, “’Ecocide’: The Fifth War Crime?”, en Earth Island Journal, 2010, p. 15).
[15] R. Soler, “El ecocidio: ¿crimen internacional?”, ed. cit., p. 13.
[16] Ibid., p. 12.
[17] Soler, Rosel, “El ecocidio: ¿crimen internacional?”, en Instituto Español de Estudios Estratégicos, Núm. 128, diciembre, 2017, Madrid, p. 5. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2017/DIEEEO128-2017_Ecocidio_RoselSoler.pdf
[18] Véase Morales, Oscar, et al, “Structural violence and environmental injustice: the case of a US–Mexico border chemical plant”, en Routledge Taylor y Francis Group, Vol. 17, Núm. 1, enero, 2012, El Paso, p. 13.
[19] Véase Morales, Oscar, et al, “Structural violence and environmental injustice: the case of a US–Mexico border chemical plant”, ed cit. p. 2; Hellman, Jacqueline, “The Fifth Crime Under International Criminal Law: Ecocide?”, en Brodowski, Dominik, et al, (Eds.), Regulating Corporate Criminal Liability, Springer International Publishing, 2014, p. 277.
[20] Hellman, Jacqueline, “The Fifth Crime Under International Criminal Law: Ecocide? Regulating Corporate Criminal Liability”, ed. cit., p. 274.
[21] Véase Morales, Oscar, et al, “Structural violence and environmental injustice: the case of a US–Mexico border chemical plant”, ed. cit., p. 13.
[22] Desde que el ambiente criminógeno se intensificó con la declaración de Guerra contra el narcotráfico, por el Gobierno de Felipe Calderón, cada día se presentan hechos como: inseguridad, enfrentamientos armados, militarización de territorios, masacres, asesinatos, feminicidios, infanticidios, desapariciones, desplazamientos forzados, entre otros.
[23] Toledo, Víctor, Ecocidio en México: la batalla final es por la vida, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V., México, D.F., 2015, p. 22.
[24] Fuentes, Antonio, et al, (Coords.), Defender al pueblo: autodefensas y policías comunitarias en México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2018, p.15.
[25] Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, “México megadiverso”, en Biodiversidad Mexicana, junio, 2020, Ciudad de México. https://www.biodiversidad.gob.mx/pais/quees
[26] Castro, Francisco, Colapsos ambientales-transiciones culturales, Universidad Nacional Autónoma de México, México, D. F., 2006, p. 56.
[27] Toledo, Víctor, Ecocidio en México: la batalla final es por la vida, ed. cit., p. 17.
[28] Wieviorka, Michel “Salir de la violencia, una obra pendiente para las ciencias humanas y sociales”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Vol. 61, Núm. 226, 2016, Ciudad de México, p. 99.
[29] La violencia es un fenómeno complejo e intercultural cuya definición evoluciona a medida que cambian los valores sociales (véase Shaffer, Jen, “An Anthropological Perspective on the Climate Change and Violence Relationship. Climate change and conflicts”, en Current Climate Change Reports, Vol. 3, Núm. 4. diciembre, 2017, Springer International Publishing, p. 224). Pero la violencia se caracteriza por ser una fuerza agresiva, destructora y transgresora. Ésta se muestra como un signo de impotencia, insensibilidad y decadencia de la vida. Además, “se halla siempre asociada a la guerra, al odio, a la dominación y a la opresión” (véase Gonzáles, Juliana, “Ética y Violencia (La Vis de la Virtud frente a la Vis de la Violencia)”, en Sánchez, Adolfo (Ed.), El Mundo de la Violencia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo de Cultura Económica, D. F., 1998, p. 140). La violencia también se muestra como un atentado contra la dignidad de las personas. Cuando se niega la dignidad de alguien, queda reducido a algo que se puede usar, explotar, someter, maltratar o eliminar. “Nos hallamos en todos los casos frente a un idéntico modo de proceder que permite reunir dichas acciones bajo el común denominador de violentas: el irrespeto o menosprecio de un ser” (véase Irizar, Liliana, Humanismo Cívico: una invitación a repensar la democracia, Unión Gráfica LTDA, Bogotá, 2009, p.147).
[30] Navas, Grettel, et al, “Violence in environmental conflicts: the need for a multidimensional approach”, ed. cit., p. 649.
[31] Véase Shaffer, Jen, “An Anthropological Perspective on the Climate Change and Violence Relationship. Climate change and conflicts”, ed. cit., p. 223; D. La Parra, Daniel, et al, “Violencia estructural, una ilustración del concepto”, en Documento Social, Núm. 131, 2003, p. 62; Peña, Devon, “Structural Violence, Historical Trauma, and Public Health: The Environmental Justice Critique of Contemporary Risk Science and Practice” en Burton, Linda, et al, (Eds.), Communities, Neighborhoods, and Health, Springer Publishing, New York, 2011, p. 208.
[32] Navas, Grettel, et al, “Violence in environmental conflicts: the need for a multidimensional approach”, ed. cit., p. 652.
[33] Véase Morales, Oscar, et al, “Structural violence and environmental injustice: the case of a US–Mexico border chemical plant”, ed. cit., p. 3.
[34] Olivé, León, “Tecnología y Violencia” en Sánchez, Adolfo (Ed.), El Mundo de la Violencia, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo de Cultura Económica, D. F., 1998, p. 152.
[35] Shaffer, Jen, “An Anthropological Perspective on the Climate Change and Violence Relationship. Climate change and conflicts”, ed. cit., p. 226.
[36] Morales, Oscar, et al, “Structural violence and environmental injustice: the case of a US–Mexico border chemical plant”, ed. cit., p. 4.
[37] Martínez, Fernando, “Crisis del capitalismo: repensar alternativas desde América Latina”, en Dialéctica, Año. 34, Núm. 43, 2011, p. 127.
[38] Hernández, Liliana, “Nuevo Juan del Grijalva’, la ciudad producida por el capital”, en Aguilar, Mariflor, et al, (Eds.), Depredación: ciudades rurales, comunidades intervenidas y espacios en conflicto, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, México, D. F., 2013, p. 291.
[39] Hernández, Carlos “Ciudades rurales sustentables: control poblacional para la dominación territorial”, en Aguilar, Mariflor, et al, (Eds.), Depredación: ciudades rurales, comunidades intervenidas y espacios en conflicto, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, México, D. F., 2013, p. 249
[40] Ibid., p. 245.
[41] Camacho, Dolores “Las ciudades rurales chiapanecas: ¿el fin de la dispersión y la pobreza o formas novedosas de control social?”, en Aguilar, Mariflor, et al, (Eds.), Depredación: ciudades rurales, comunidades intervenidas y espacios en conflicto, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, México, D. F., 2013, p. 190.
[42] Éstas, más bien, eran barrios que se construyeron en áreas naturales de pequeñas ciudades ya existentes. En 2008 el gobierno de Juan Sabines declaró que se construirían 25. A finales de 2011, sólo dos se habían terminado de construir: Nuevo Juan del Grijalva y Santiago el Pinar. Otras dos, el mismo año, se encontraban en construcción: Jaltenango e Ixhuatán. Cabe señalar que la Organización de las Naciones Unidas tuvo presencia en este proyecto. En 2008, el gobierno firmó un convenio de cooperación con el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD). “El gobierno de Juan Sabines ha utilizado la presencia de esta y otras agencias de la ONU queriendo hacer entender que éstas respaldan o avalan ciertos proyectos del gobierno, como es el de las ciudades rurales” (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, en Aguilar, Mariflor, et al, (Eds.), Depredación: ciudades rurales, comunidades intervenidas y espacios en conflicto, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, México, D. F., 2013, p. 180).
[43] Se afirmó que la dispersión poblacional es causa de la pobreza extrema, ya que vuelve imposible la dotación de servicios gubernamentales, así como el desarrollo económico y social de las comunidades. (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed cit, p. 168; Katerine Martineau, et al, Elefante Blanco, 2012, https://www.youtube.com/watch?v=mtrn_6mZCEs&feature=emb_logo).
[44] Sin embargo, “no se toca en absoluto las relaciones de poder y la pésima distribución de la riqueza como factores causantes de la pobreza” (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed cit, p. 169).
[45] Las ciudades rurales no lograron generar empleo de forma autónoma, las instalaciones productivas están abandonadas, es decir, los proyectos productivos fracasaron, y la población se quedó sin formas de ganarse el sustento dentro de ellas (véase Centro de Investigación y Estudios para el Desarrollo y la Igualdad Social a. c., Ciudades Rurales ¿Sustentables? ¿Ciudades Incluyentes e igualitarias en Chipas?, 2013, https://www.youtube.com/watch?v=pTVwNjvCfYk&t=2545s)
[46] Es un misterio dónde se encontraba el aspecto sustentable de las ciudades rurales. No existe hecho que respalde que fueron benéficas para el ambiente. Incluso llegó a considerarse que con ‘sustentables’ se hacía referencia a que podrían sostenerse por sí mismas, funcionando como entes autónomos (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit., p.178). Además, se construyeron fuera de las rutas de mayor tráfico comercial (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed cit, p. 175).
[47] Camacho, Dolores, “Las ciudades rurales chiapanecas: ¿el fin de la dispersión y la pobreza o formas novedosas de control social?” ed. cit., pp. 185–186.
[48] Véase Hernández, Liliana “Nuevo Juan del Grijalva’, la ciudad producida por el capital”, ed. cit., p. 294; Katerine Martineau, et al, Elefante Blanco, op. cit.
[49] Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit, p. 160. Cabe señalar que en las comunidades donde los residentes se negaron a abandonar sus casas y tierras, el gobierno ejerció medidas coercitivas al retirar los pocos servicios que antes prestaba: “maestros para la escuela, atención médica y odontológica, vacunas para los niños y niñas, luz eléctrica, entre otros. Incluso el gobierno parece haber borrado de los mapas oficiales los nombres de las comunidades, acto que oficializa la ‘desaparición’ de comunidades” (Ibid., p. 170). En la donación de vivienda los habitantes no cuentan con un documento que avale la propiedad (véase Centro de Investigación y Estudios para el Desarrollo y la Igualdad Social a. c., Ciudades Rurales ¿Sustentables? ¿Ciudades Incluyentes e igualitarias en Chiapas?
[50] Cfr. Katerine Martineau, et al, Elefante Blanco, op. cit.
[51] Una parte de los fondos para la construcción de las ciudades rurales provinieron de donaciones de la iniciativa privada. Las grandes empresas donaron el dinero, pero a cambio lograron recibir “exención de impuestos que de otra forma tendrían que pagar al fisco y, […], sus donativos les permiten ejercer un monopolio para la venta de sus productos y servicios dentro de las ciudades rurales” (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit., p. 162.
[52] Véase Camacho, Dolores, “Las ciudades rurales chiapanecas: ¿el fin de la dispersión y la pobreza o formas novedosas de control social?” ed. cit., p. 185; Katerine Martineau, et al, Elefante Blanco, op. cit.
[53] Centro de Investigación y Estudios para el Desarrollo y la Igualdad Social a. c., Ciudades Rurales ¿Sustentables? ¿Ciudades Incluyentes e igualitarias en Chiapas?, op. cit.
[54] Se puede poner en cuestión cuál fue la verdadera causa de este derrumbe; en ese caso, sería posible recurrir a la definición de Higgins. Pero lo que no se puede negar es que aconteció este hecho, o sea, sucedió realmente, y las consecuencias que produjo.
[55] Centro de Investigación y Estudios para el Desarrollo y la Igualdad Social a. c., Ciudades Rurales ¿Sustentables? ¿Ciudades Incluyentes e igualitarias en Chiapas?”, op. cit.
[56] Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit, p. 179.
[57] ¿O acaso un pretexto?
[58] Surgieron denuncias civiles respecto a las verdades intenciones de las políticas de reubicación del gobierno. Éstas no fueron el bienestar de las personas, sino despojar a la gente de las tierras para cortar de raíz el vínculo que tienen con su principal recurso y patrimonio, lo que hay sobre ella y el subsuelo, de modo que dejen de ser autosuficientes y se conviertan en consumidores de las empresas (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit, p. 166; Hernández, Carlos, “Ciudades rurales sustentables: control poblacional para la dominación territorial”, ed. cit., p. 241.
[59] Véase Aguirre, Carlos, “Introducción. Nuevo orden mundial capitalista: acción del Estado y transformaciones del espacio”, en Aguilar, Mariflor, et al, (Eds.), Depredación: ciudades rurales, comunidades intervenidas y espacios en conflicto, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, México, D. F., 2013, p. 27; Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit, p. 164; Hernández, Carlos, “Ciudades rurales sustentables: control poblacional para la dominación territorial”, ed. cit., p. 245).
[60] Véase Camacho, Dolores, “Las ciudades rurales chiapanecas: ¿el fin de la dispersión y la pobreza o formas novedosas de control social?”, ed. cit., p. 187; Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit, p. 169.
[61] Hernández, Carlos, “Ciudades rurales sustentables: control poblacional para la dominación territorial”, ed. cit., p. 257. Hay que añadir que el programa de las ciudades rurales tuvo objetivos similares a los que se han realizado en otros contextos, como las guerras calientes. “En éstas, a menudo un ejército quiere ‘despejar’ una zona de su población civil y concentrarla en otro lugar con varios objetivos” (véase Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit, p.166).
[62] Hernández, Liliana, “Nuevo Juan del Grijalva’, la ciudad producida por el capital”, ed. cit., p. 293; Camacho, Dolores, “Las ciudades rurales chiapanecas: ¿el fin de la dispersión y la pobreza o formas novedosas de control social?”, ed. cit., p. 187.
[63] Centro de Investigación y Estudios para el Desarrollo y la Igualdad Social a. c., Ciudades Rurales ¿Sustentables? ¿Ciudades Incluyentes e igualitarias en Chipas?, op. cit.; Katerine Martineau, et al, Elefante Blanco, op. cit.
[64] Véase Katerine Martineau, et al, Elefante Blanco, op. cit.; Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit, p. 171.
[65] Toledo, Víctor, Ecocidio en México: la batalla final es por la vida, ed. cit., p. 17.
[66] Ibid.
[67] Colombo, Pamela, et al, “Introducción. Violencias de Estado, violencias de espacio. Políticas de reconfiguración territorial y urbana en América Latina”, op. cit., p. 9. Se pone énfasis en la incorporación de estos sujetos ‘premodernos’ a los sistemas de razón occidentales concentrándolas en ‘ciudades’, pero “se ha considerado como progreso el desarrollo de las ciudades como la forma más adecuada de vivir en sociedad, sin preguntarse ¿quién las produce?, ¿para qué? Y si han generado un bienestar social” (véase Hernández, Liliana “Nuevo Juan del Grijalva’, la ciudad producida por el capital”, ed. cit., p. 293).
[68] Centro de Investigación y Estudios para el Desarrollo y la Igualdad Social a. c., Ciudades Rurales ¿Sustentables? ¿Ciudades Incluyentes e igualitarias en Chipas?, op. cit.
[69] Véase Katerine Martineau, et al, Elefante Blanco, op. cit.
[70] Pickard, Miguel, “El ABC de las CRS (ciudades rurales ‘sustentables’) en Chiapas: preguntas y respuestas sobre un programa gubernamental de destrucción y despojo”, ed. cit., pp. 164-165.
[71] El caso de las ciudades rurales pone en cuestión las concepciones que la comunidad internacional tiene de ciertos conceptos como la pobreza, el desarrollo, el bienestar, la familia, el espacio, entre otros. Esto demuestra que hay otras formas de vida, de existir, de razonar.
[72] Gonzáles, Juliana “Ética y Violencia (La Vis de la Virtud frente a la Vis de la Violencia)”, ed. cit., p. 144.
[73] Bennet, Juliet, “Global Ecological Crisis: Structural Violence and the Tyranny of Small Decisions”, en  Brauch, Hans, et al, (Eds.), Addressing Global Environmental Challenges from a Peace Ecology Perspective, Springer International Publishing, 2016, p. 55.
[74] Galtung, Johan, “Cultural Violence”, en Galtung, Johan, et al., Johan Galtung, Springer Publishing, New York, 2013, p. 42.