Silencio y desencanto en la era trumpista

IMAGEN TOMADA DE MARKETWATCH

 

Resumen

Donald Trump abandonó la casa blanca en medio del mutismo y el desencanto, censurado en redes sociales, ausente de la ceremonia de sucesión, con dos juicios políticos a cuestas, con un Estados Unidos dividido entre los supremacistas y las minorías, y con un Biden empeñado en borrar por completo su legado.

Palabras clave: Maga, doctrina, trumpismo, silencio, nación virtual, supremacía.

 

Abstract

Donald Trump left the White house in the midst of mutism and disenchantment, censored on social networks, absent from the succession ceremony, with two political trials pending, with a United States divided between supremacists and minorities, and with a Biden determined to completely erase his legacy.

Keywords: Maga, doctrine, Trumpism, silence, virtual nation, supremacy.

 

La era trumpista deja caer su pesado telón rojo, y con su caída se muestran las enormes letras blancas de su doctrina MAGA, (Make America Great Again) un eslogan que evocaba el pasado exitoso de su homólogo Ronald Reagan ­––con quien también comparte similitud de nombres Donald-Ronald–– y que nos trató de vender la idea de una nueva época dorada para los Estados Unidos.

 

En un sentido filosófico la guerra de silencios a las que se sometió Donald Trump en la recta final de su mandato parece más un flagelo autoimpuesto que una vendetta del establishment, y es en esa paradoja donde cabe la reflexión en torno al tema del silencio. Desde su silencio obligado en redes, al mutismo y desencanto con que dejó la casa blanca, pasando por el vacío autoimpuesto en la ceremonia de sucesión, y finalmente el silencio político al que lo pretenden someter con un segundo impeachment. Todo esto bajo el halo melancólico de una pandemia mundial.

 

Esta guerra mediática evidenció el poder de las redes sociales y lo que representan estas naciones virtuales y sus soberanos desde la trinchera de sus empresas privadas en las decisiones políticas. Y es que, de la caótica transgresión a un símbolo sacralizado de poder por una horda de fanáticos supremacistas, vino el silencio virtual a las redes sociales de Trump, quien decidió el camino del arrebato ante el fracaso electoral, en vez de sobrellevarlo bajo un estado de silencio y contemplación.

 

Existen otras fuerzas de la comunicación que tienen que ver con los actos de meditación, donde el lenguaje queda de lado, para abrir paso a un entendimiento más profundo a través de la percepción, que permite al sujeto dimensionarse con la totalidad. Es decir, por medio del silencio es posible discernir la realidad y comprender los hechos desde un enfoque más maduro y subjetivo. La filósofa argentina Mónica Virasoro da un punto de vista novedoso al escenario político desde una perspectiva posvanguardista en su texto “De ironías y silencios”, en dónde pareciera describir de manera poética el escenario político de Trump.

 

Los dioses han huido, se ha hecho el desierto, el hombre camina por tierras desoladas. Llamemos al poeta, es preciso que alguien se abisme, que se hunda en el fondo de lo oscuro, donde reina el silencio. Es de allí de donde procede lo abierto, el resto está todo lleno de lo dicho, espacio denso y cerrado, mundo de lo público y del “se” donde el hombre se pierde en estado de dispersión. El fondo, en cambio, ese fondo oscuro, es el paisaje, la tierra donde de improviso pende una luz.[1]

 

Donald Trump arrojado en el vacío de sus equivocadas decisiones; con la sucesión presidencial inicia un paisaje donde todo es posible de nuevo,  de un “plumazo” quedan anuladas las decisiones que cuatro años atrás ensimismaron al gigante americano en un nacionalismo casi enfermizo, y así, como en las referencias bíblicas, en la nada se hace la luz; del ruido nace el silencio, cuando se relaciona con el lenguaje, la palabra y el silencio se manifiestan como una unidad de diálogo, algo que claramente desconocía Trump, que no sólo hizo un mal uso de la palabra, sino que evidenció un Modus Operandi de autogolpe de estado, aplicado en el pasado en países tercermundistas o en vías de desarrollo, mediante la toma de edificios de poder y la imposición de un lacayo a fin, a los intereses ocultos de los Estados Unidos. El filósofo francés George Steiner en su libro “Lenguaje y silencio” apunta que la premisa del silencio está relacionada con la ausencia de la comunicación por medio de la palabra hablada, y además vincula una relación directa con el lenguaje. Para Steiner, el silencio es ajeno a todo lo que pueda ser puesto en palabras.

 

Vivimos dentro del acto del discurso. Pero no podemos presumir que la matriz verbal sea la única donde se puede concebir la articulación y la conducta del intelecto. Hay modalidades de la realidad intelectual y sensual que no se fundamentan en el lenguaje, sino en otras fuerzas comunicativas, como la imagen o la nota musical. Y hay acciones del espíritu enraizadas en el silencio.[2]

 

Al respecto, el teórico reflexiona sobre las metafísicas orientales, donde las concepciones más elementales de la realidad humana son planteadas desde la concepción del alma. Es en este silencio donde según Steiner, puede ser encontrado un ejemplo del más puro acto contemplativo. A diferencia del profundo arraigo materialista y económico de las visiones occidentales, sobre todo las del capitalismo norteamericano y sus gobernantes. El occidental se plantea como un hecho, la posibilidad de abarcar el todo desde la palabra. No medir el alcance de la palabra ni su efecto inmediato en terceros, es un acto de inconsciencia y de soberbia, los llamados de Trump se confirman como una forma de calar su fortaleza política y su condición como líder. El uso inadecuado de las palabras fundamenta la conceptualización de la historia, y sus hechos. Las palabras aun siendo mentiras, dichas con pasión, modifican nuestra percepción. “Vamos a caminar hasta allá, y yo los acompañaré”, dijo. “Nunca recuperaremos nuestro país mostrando debilidad. Se tiene que mostrar poder y se tiene que ser fuerte”.[3]

 

Con estas declaraciones el caballero blanco de las teorías conspirativas del Q-Anon en una rabieta de no reconocer la victoria de su contendiente electoral, terminó por montar el andamiaje de un “royal insurrection”, que miró de manera pasiva desde la comodidad de su televisor, según algunas fuentes impresas del Washington Post.

 

Los efectos visibles de un tornado no radican en su fuerza, sino en el caos que deja. Ya sea un pequeño poblado de Ohio, o los terrenos del Capitolio, el ambiente postapocalíptico es el mismo en ambos escenarios. Tanto la naturaleza, como la causa política, cobran fuerza, con una serie de factores acumulados, cuando el embudo entre las distintas corrientes de aire se forma, y las ideas extremas chocan, dando como resultado, la descomposición de los contratos sociales.  El tornado sólo es una excusa, para entender lo destrozado del sistema.  Pasada la catástrofe es necesario reunir las partes, e intentar sobrevivir con lo que queda.

 

La apocalipsis americana dentro del Universo de “Gummo”, cinta de Harmony Korine del año 1997, se desarrolla precisamente bajo el contexto de un tejido social descompuesto por el paso de un tornado, en un microuniverso, con una serie de personajes viviendo en un mundo derrotado, existiendo entre la basura dejada no por el paso del fenómeno, sino del sistema capitalista norteamericano. La clase media blanca, para la que el sueño americano resulta una pesadilla, es descrita a la perfección; bajo un tono sucio, de formato granulado de VHS intencionado, como si estuviésemos viendo un video home.

 

Sin protagonistas realmente definidos, tenemos la presentación de una serie de historias al azar, comenzando con la de un chico afeminado ornamentado por un par de orejas de conejo, que mientras deambula por un deshuesadero, es agredido sorpresivamente por un par de niños vestidos de vaquero de escasos 7 años, que juegan entre la basura, y que simulan dispararle con sus armas de juguete, haciendo uso de un lenguaje violento y homofóbico.  Otro par de personajes rubios que se nos presentan, muestran lo accesible que son las armas en el mercado y como combinadas con el ocio, generan actitudes patológicas. Este par de jóvenes encuentran que matar gatos, se convierte en un negocio lucrativo, y deciden vender los cuerpos a un carnicero sin escrúpulos. Finalmente, en una escena desconcertante, la madre de uno de estos personajes obliga también con un arma a su hijo, frente al enorme espejo de un garaje saturado de objetos, y de ambiente decadente, a que baile junto con ella. Con todas estas referencias, es evidente lo que ha permeado la cultura de armas, y la idea de tener al pueblo armado, conforme a la agenda impuesta por la National Rifle Association, organización que fomenta la compra y la portación de rifles de guerra sin control alguno para la población. Lo que facilita en gran medida su alcance para los menores de edad, quienes son los protagonistas de la mayor parte de los tiroteos en los Estados Unidos. Trump en gran medida alentó también esta cultura violenta, dinamita pura, para una sociedad donde el bullying y el acoso escolar son tan frecuentes, como los tiroteos. Teniendo por desgracia dos casos emblemáticos durante la era Trumpista, el primero protagonizado por Nikolas Cruz, un exalumno de 19 años de la secundaria de Parkland en Florida quien descargó un fusil de asalto del tipo AR-15 masacrando a 17 personas y dejando decenas de heridos. Y el segundo tiroteo a cargo de un hombre de 64 años, quien dejó 58 muertos y más de 500 heridos, durante un concierto en las Vegas. Ambos casos, protagonizados por un cuadro decadente del pueblo caucásico, bajo el insultante concepto de poor White trash hace que el universo de personajes descritos en la cinta de Harmony Korine,[4] luzca tan real como el Estados Unidos de Trump.

 

Por otro lado, el llamado patriótico a “ser salvajes”, interpretado de manera literal por los supremacistas blancos, de entre los que destacó Jake Angeli apodado Q-Shaman el ícono visual de lo que representó en los medios, el asalto al Capitolio, gracias a su abrigo de pieles y su enorme par de cuernos.

 

La devoción del fanático extremista queda plasmada en las exposiciones del abogado, Albert Watkins, quién está a cargo del caso, y cuyas declaraciones resultan oro molido para los demócratas que buscan armas políticas para llevar a juicio político al expresidente:

 

Mi cliente como muchos estadounidenses, sentía que su voz no se escuchaba, cuando llegó Donald Trump, sintió que su voz al fin se escuchaba. Era relevante. Como resultado, tenía un cariño apasionado, incluso un amor por Trump. Creía que las palabras de su presidente eran para él. Hablamos de un fenómeno como el de los seguidores de Grateful Dead. Como los que seguían a la banda de un concierto a otro, mi cliente seguía al presidente de un mitin a otro. Allí era reconocido, era parte de un grupo. Cuando el presidente, el 6 de enero, les pide que caminen con él por la avenida Pensilvania, sentían no solo que el presidente les hablaba a ellos, sino que les estaba invitando.

– ¿Tuvo nuestro presidente un papel?

– ¿Tuvo una influencia?

– ¿Causó al menos en parte lo ocurrido el 6 de enero? Sí. Enfatizó. Categóricamente, Sin duda alguna.[5]

 

Lo inverosímil de estas declaraciones, no tiene otro fin, que el de eximir a su cliente de una responsabilidad directa, y alegar una especie de patriotismo mal encauzado, que en términos legales se explicaría “como una culpabilidad del presidente que exculpa a su cliente”.

 

Trump independientemente de su personalidad volátil e incendiaria, ha sido un líder que nos ha obligado a repensar los espacios de lo virtual, y los límites de la libertad de expresión. La plataforma de Facebook se había mantenido ajena al contenido de sus grupos privados, en cuyas entrañas ocurría de todo, y que ahora son considerados como caldo de cultivo de movimientos extremistas y de teorías conspirativas. Tribus urbanas como los boogaloo boys y su ideología supremacista con su estética bélica y militar. Han hecho que la administración entrante, vea justificada esta guerra del silencio a Trump. Es quizás por esta razón que el segundo impeachment, cobra relevancia, porque si hay una oportunidad de aniquilar políticamente a Trump, es ahora bajo este contexto histórico, con el fin de cerrarle el paso a una reelección rumbo al 2024.

 

Bibliografía

  1. Steiner, George, Lenguaje y Silencio, Gedisa, Barcelona, 1994.
  2. Virasoro, Mónica, De ironías y silencios, Gedisa, Barcelona, 1997.
  3. Korine, Harmony, (Director), Gummo, Fine Line Pictures, 1997.
  4. Guimón, Pablo, El abogado del chaman de Qanon, en El país. https://elpais.com/internacional/elecciones-usa/2021-01-18/el-abogado-del-chaman-de-qanon-causo-trump-el-asalto-al-congreso-sin-ninguna-duda.html (consultado el 26 de Enero de 2021).

 

Notas
[1] Mónica Virasoro, De Ironías, p. 208.
[2] George Steiner, Lenguaje, p. 34.
[3] Esto fue lo que Donald Trump les dijo a sus seguidores en el discurso antes de los disturbios en el Capitolio, https://cnnespanol.cnn.com/video/asi-hablo-trump-a-sus-seguidores-antes-de-la-insurreccion/. (consultado el 26 de Enero de 2021).
[4] Harmony Korine, Gummo, 1997.
[5] Pablo Guimón, El abogado del Chaman de QAnon, en El País.