Recordar la Niebla para una Opacidad Pendiente

FOTOGRAFÍA DE DIDIER MÉNDEZ

Devenir tan opaco como la niebla es reconocer que uno no representa nada, que no es identificable, asumir el carácter intotalizable del cuerpo físico así como del cuerpo político, abrirse a posibilidades aún desconocidas. Significa resistir con todas las fuerzas cualquier lucha por el reconocimiento.

Tiqqun, La Hipótesis Cibernética

Resumen

En este artículo analizamos la “nueva normalidad” y su relación entre lo global y lo local con de algunas categorías mencionadas por Tiqqun en La Hipótesis  Cibernética como la noción de riesgo y el imperativo de transparencia que usada por los estados y el mercado para el ordenamiento del cuerpo social. Hacemos énfasis en la forma que se refleja la realidad en las pantallas para discutir sobre la opacidad y el anonimato ante los mecanismos de captura y neutralización de los agentes de riesgo para el Imperio.

Palabras clave: hipótesis cibernética, opacidad, anonimato, nueva normalidad, potencia destituyente, control.

 

Abstract

n this article we analyze the “new normality” and its relationship between the global and the local with some categories mentioned by Tiqqun in The Cybernetic Hypothesis, such as the notion of risk and the imperative of transparency that is used by states and the market for the ordering of the social body. We emphasize the way reality is reflected on the screens to discuss opacity and anonymity in the face of the capture and neutralization mechanisms of risk agents for the Empire.

Keywords: cybernetic hypothesis, opacity, anonimity, new normality, detituent potencial, control.

 

Desde hace ya un par de décadas, Tiqqun planteó el esfuerzo de apalabrar desde referentes como el anonimato, la atención a los cómos, la metafísica crítica, entre otros, y recuperar el pensamiento en su dimensión práctica para incidir en la situación que entonces se desplegaba con tal consistencia que algunas categorías y conceptos se mantienen vigentes en la crítica para mirar la gobernabilidad y control sobre lxs cuerpxs que se expande desde los estados o corporaciones. Los procesos insurreccionales enmarcados en el panorama global entretejen saberes y prácticas que lejos de identificar un horizonte de realización (como las tradiciones revolucionarias del siglo pasado), apuntan a la experimentación práctica de lo común y su acuerpamiento.

 

Apuntamos a esas rutas para reflexionar sobre el entorno existente a año y medio de la “crisis sanitaria” o pandemia atribuida al virus Sars-Cov-2 y las implicaciones que entrelazan lo local con lo global, con la intención de observar los despliegues que se ponen en juego para el ordenamiento anticipado de aquellxs cuerpxs que pueden albergar potencia destituyente. En La hipótesis cibernética,[1] Tiqqun hace un recorrido de la apuesta teórica que toma forma en las estrategias de gobierno, la economía mercantil y los modos de subjetivación, y alcanza su concreción práctica en el capitalismo cibernético (identificado en otros referentes como neoliberalismo). Para efectos de esta reflexión nos concentraremos en tres aspectos que se busca hacer presentes de forma imperial y se agudizan en la actualidad: la noción de riesgo para el ordenamiento del cuerpo social y el imperativo de transparencia como política de los sujetos que se magnifica en las pantallas. Ante ello se plantea como alternativa, entre otras, la opacidad ofensiva que ante las condiciones del ahora queda pendiente alimentar y pensar.

 

Desde la declaratoria de emergencia mundial de la OMS, los gobiernos han adecuado la gestión del miedo a distintas conveniencias locales que van desde las estrategias de control que potencian la vigilancia y los estados de excepción, circulando por el rostro democrático liberal, científico, humano y responsable, hasta la encarnación del meme en sus dirigentes y la apuesta por deshacerse de lxs cuerpxs que les estorban. En cualquiera de los matices se deja a lxs cuerpxs ante la muerte, la decepción, la impotencia y el sometimiento de aceptar la realidad de las pantallas y la reducción de los significados a lo medible y cuantificable, como señala Byung-Chul Han al decir que:

 

La cultura digital se basa en el dedo que numera, mientras que la historia es una narración que se cuenta. La historia no numera. Numerar es una categoría posthistórica. Ni los tuits ni las informaciones componen una narración. Tampoco el timeline narra una biografía, la historia de una vida. Es aditivo y no narrativo. El hombre digital maneja los dedos en el sentido de que constantemente está numerando y calculando. Lo digital absolutiza el número y la numeración. […] Numerar carece de lenguaje que es historia y recuerdo.[2]

 

En la llamada “nueva normalidad” se insiste en el cambio de las cosas para que las cosas sigan siendo y es conveniente para los estados la gestión del riesgo y sus ritmos con la participación colectiva que sitúe la catástrofe en el mundo y la amenaza viral (y evitar que percibamos la crisis de presencia que arrastramos de tiempo atrás) como refiere el Comité Invisible: “No es el mundo el que está perdido, somos nosotros los que hemos perdido el mundo y lo perdemos incesantemente; no es él el que pronto se acabará, somos nosotros los que estamos acabados, amputados, atrincherados, somos nosotros los que rechazamos de manera alucinatoria el contacto vital con lo real”.[3]

 

Actualmente cobra más sentido lo que planteaba Tiqqun en aquellos años al referir que:

 

[…] tener miedo de los riesgos es ya representar uno mismo un riesgo para la sociedad. El imperativo de la circulación mercantil sobre el que reposa el capitalismo cibernético se metamorfosea en fobia general, en  fantasma de autodestrucción. La sociedad de control es una sociedad paranoica, lo que se ve confirmado fácilmente por la proliferación en su interior de las teorías de conspiración. Cada individuo es así subjetivado en el capitalismo cibernético como dividuo de riesgo, como el enemigo cualquiera de la sociedad equilibrada.[4]

 

El riesgo toma, desde hace año y medio, el matiz del contagio (quizá describir direcciones). Y el ordenamiento de lxs cuerpxs que se instaura a propósito de evitarlo se sostiene en una forma de prevención que radica en el distanciamiento social que, como menciona Agamben, tiene que ver con el “contagiado o —como se define con una fórmula contradictoria— del enfermo asintomático, es decir, de algo que cada hombre es virtualmente, incluso sin saberlo. No se trata tanto de la salud como de una vida que no está ni sana ni enferma y que, como tal, por ser potencialmente patógena, puede ser privada de sus libertades y sometida a prohibiciones y controles de todo tipo.[5]

 

Lo que en otros momentos se caracterizaba como el “enemigo interno” e implicaba una serie de operaciones de mapeo del territorio y lxs cuerpxs para perseguirle y neutralizarle, ahora toma forma de ser un enemigo imperceptible que encuentra en el huésped asintomático la forma de expandir su dominio (hasta de “guerra contra la Covid-19” se escucha hablar en el parloteo gubernamental). Con esa lectura de la realidad sigue “digitalizando” a la población, en tanto que se les reduce a número de infectados, sospechosos, muertos, población en riesgo; y recientemente en vacunados, medio vacunados y no vacunados.

 

Queremos plantear aquí que esa noción de riesgo se puso en circulación con la pandemia en el momento en que no cesaban movilizaciones insurreccionales y revueltas en distintas partes de la tierra, motivos sobran. En lo local, se observaba el contagio de la chispa feminista en la toma de planteles escolares por el hartazgo acumulado de los tantos modos en que se encarna en la cotidianidad el orden patriarcal a través del acoso y abuso sistemático en las instituciones; la pandemia cambió de sitio la institución, la subió a la “nube”[6] para “respaldarlas”, como SE suele decir en términos de información. Las pantallas se volvieron el referente de socialización y el canal obligado sobre el que se daría continuidad a la farsa del mundo y cuya presencia en nuestras vidas opera como la expansión del “funcionamiento del sensor más polivalente de todos: yo”.[7]

Ésta normalidad que se despliega en las pantallas como en ningún otro lado pasó a multiplicar los servidores y cuentas bancarias de las compañías que, ya avanzadas en la tarea de hacer vida, ofrecieron mantener el funcionamiento de lo institucional “en línea”. Lo anterior no se reduce a la mera información sino que se hace cuerpo y espíritu: basta notar que el uso más ingenuo, inocente o temporal de nuestro teléfono nos hace inclinar la cabeza ante él (es curioso que sigamos nombrando así al dispositivo que cada vez usamos menos para escuchar de lejos como indica su etimología) y ni que decir de su perfil anestésico y adictivo. Por otro lado, la relevancia que toma la creencia, la fe y otros procesos que se enlazan con las nociones de verdad y mentira que se hacen cuerpo en múltiples expresiones. Byung-Chul Han también sugiere que:

 

La digitalización del mundo, que equivale a una humanización y una subjetivación totales, hace que desaparezca la tierra por completo. Recubrimos la tierra con nuestra propia retina, y al hacer eso nos volvemos ciegos para lo distinto. […] En castellano, «digital» significa numérico. Lo numérico desmitifica el mundo y lo priva de poesía y de romanticismo. Le arrebata todo misterio, toda extrañeza, y transforma todo en lo conocido, lo banal, lo familiar, el «me gusta» y lo igual. Todo se vuelve comparable y, por tanto, igualable.[8]

 

Coincidimos con el Comité Invisible cuando plantea que “[…] la verdadera mentira son las pantallas, todas las imágenes, todas las explicaciones, que uno deja entre sí y el mundo. Es el modo en que pisoteamos cotidianamente nuestras propias percepciones”.[9] Desde esa mentira, en la que por años fluyeron creencias y posibilidades como información “virtual”, se planteó la necesidad de depurar (acordar y afinar) lo verdadero para señalar con consistencia lo fake que no se cansan de referir como un riesgo adicional y hasta decir que eso está matando gente y le hace daño a la vida pública. Agamben señala que:

 

La  humanidad  está  entrando  en  una  fase  de  su historia en la que la verdad se reduce a un momento en  el  movimiento  de  lo  falso. Verdadero  es  ese discurso falso  que debe  ser  considerado  verdadero incluso  cuando  se  demuestra  su  no  verdad.  Pero  de esta  manera  es  el  lenguaje  mismo  como  lugar  de  la manifestación de la verdad lo que se les confisca a los seres  humanos.  Ahora  sólo  pueden  observar  en silencio el movimiento —verdadero por ser real— de la  mentira.[10]

 

Queremos acotar aquí que ese proceso no tiene enteramente relación con la existencia o no del Sars-Cov-2, de la eficacia de los dispositivos médicos y sus tratamientos, como se empeñan en hacer ver los expertos (improvisados o no) hasta la ridiculización y el señalamiento de “teoría de conspiración” a la más mínima duda articulada sobre lo que está sucediendo sin importar de donde venga. Nosotrxs colocaríamos lo anterior en terrenos de lo técnico, como sugiere el Comité Invisible, en contraste con la tecnología y el planteamiento de la ética hacker que “extrae técnicas del interior del sistema tecnológico para liberarlas.”[11] Sin embargo, queremos apuntar a la afectación que hace la mentira de las pantallas a la crítica e incluso la neutralización que hace de ciertas apuestas prácticas, como el anonimato.

 

Nos parece importante que ante la nueva normalidad haya que plantear una discusión sobre el anonimato y ciertas distinciones que quedan más claras con la imposición del uso del cubrebocas que oculta el rostro ante la presencia corpórea y reduce los gestos al movimiento que se produce en la pantalla y perciben nuestras retinas. Para aclararnos en este punto partimos del modo en que Mayra Nava esclarece ciertas formas de atenuación de la potencia en su texto sobre el surgimiento del Comité de Maquinaciones Defectuosas en el contexto insurreccional chileno en 2019:

 

[…] no es casual, que aunque las condiciones de existencia de este mundo sean efectivamente insoportables y sus expresiones de hartazgo también lo sean, el modo en que son gestionadas por los actuales Estados y el mercado, derivan en su captura a través de su atenuación y desactivación por vía de la inclusión o de su reconocimiento; muchas luchas y resistencias sociales auténticas en sus inconformidades terminan siendo apaciguadas al ser insertadas en las formas democráticas actuales de luchas por derechos particulares y no comunes, en el sentido político más radical de lo común, que finalizan en una pugna por privilegios individualizantes aferrados a esferas exclusivas de ficciones identitarias, cada quién esforzándose por demostrar lo legítima que es su identidad, anulando así las posibilidades de tejer puentes entre afectaciones comunes.[12]

 

Consideramos que ésta misma forma de captura se aplica ahora al anonimato y nos invita a repensar algunas distinciones en los cómos, y para ello comenzaremos por una recapitulación muy general del gesto de cubrir el rostro y el anonimato que se ha intentado en algunas expresiones.

 

El anonimato ha incomodado a los estados y al mercado ya de tiempo atrás y como respuesta se han puesto en marcha distintos mecanismos que buscan esclarecer las identidades detrás del hacer común; desde las formas más visibles del terrorismo de estado hasta la inoculación del deseo de estar presente ahí donde todo el mundo ve ahora, en las pantallas. En el siglo pasado, concretamente en los movimientos surgidos después de 1968, se optó por la clandestinidad y la conspiración para intentar incidir en la realidad social mediante la organización de estrategias que buscaban combatir y derrocar al estado priísta —vale la pena hacer una distinción en los grupos que se formaron previos a ese año y que no tenían una incidencia urbana como la movilización de Rubén Jaramillo o las guerrillas que se organizaron en torno a Genaro Vázquez y Lucio Cabañas pues se originaron en sectores rurales, con trabajo desde las normales rurales (que aún siguen provocando incomodidad al estado mexicano)—. Solo para recordar, compartimos lo que decía en ese entonces el parloteo gubernamental sobre ellxs:

 

[…] pequeños grupos de cobardes terroristas. Desgraciadamente, integrados por hombres y por mujeres muy jóvenes surgidos de hogares generalmente en proceso de disolución. Creados en un ambiente de irresponsabilidad familiar. Víctimas de la falta de coordinación entre padres y maestros. Mayoritariamente niños que fueron del lento aprendizaje, adolescentes con un mayor grado de inadaptación que la generalidad, con inclinación precoz al uso de estupefacientes. En sus grupos, con una notable propensión a la promiscuidad sexual y con un alto grado de homosexualidad masculina y femenina. Son estos grupos fácilmente manipulables por intereses políticos nacionales o extranjeros que hallan en ellos instrumentos irresponsables para estas acciones de provocación en contra de nuestras instituciones.[13]

 

 

Queremos recordar también que es en ésta época que se encarrilan los mecanismos de la hipótesis cibernética para atenuar la potencia enmarcados en las iniciativas contrainsurgentes a nivel global y a nivel local se implementaron mecanismos que buscaron separar a lxs cuerpxs en las instituciones educativas con la creación de campus descentralizados como las ENEPs (Escuelas Nacionales de Estudios Superiores) de la UNAM  y el surgimiento de planteles separados en otras universidades, también la ejecución y creación de perfiles encargados de orientar a lxs jóvenes, no fuera a ser que les llamara ser volverse terroristas. Muchas de las formas de categorizar a esos jóvenes que usó Luis Echeverría en aquel entonces son ahora las apuestas de los izquierdistas que ahora como gobierno democrático liberal buscan poner en la agenda pública. Recuperamos de aquí la idea de “muy jóvenes” que retomaremos más adelante.

 

Ya en los despliegues más encarnados del capitalismo cibernético, con el surgimiento público del EZLN en 1994, el gesto de cubrir el rostro se volvió depósito de cierta carga simbólica. Ese gesto operaba entonces como un mecanismo para “proteger” la identidad de la represión estatal y por otro lado mostrar la solidaridad con el movimiento. Aquí el rostro cubierto ya se aprecia en la pantalla con  algunas implicaciones y también ahí la entonces Procuraduría General de la República como victoria buscaba revelar lo que escondía —ridículamente, habría que decir—.[14]

 

Con ese movimiento en particular quisiéramos exponer aquí una cierta forma de anonimato que busca apalabrarse en la consigna. En años siguientes se podía escuchar o leer un “Todos somos Marcos” que colocaba eso del ser en una marca de anonimato, una solidaridad verbalizada. Esa forma de apalabrar el anonimato y su evolución en las pantallas nos permite mostrar una distinción que se esconde en el modo de verbalizar el ser para hacerse parte de una movilización colectiva (que no común) y registrar esa identificación desde lo personal con la filiación a determinada idea. Años después, con la normalización en el uso de las pantallas para hacer realidad se normalizó también el uso de ese ser algo aunque con un desplazamiento que muestra el síntoma de la magnificación del Yo. Ya no se dijo Todos Somos sino que tomo forma el Yo Soy — y agregue usted al frente la palabra que usted quiera, no importa su génesis o apuesta política, se ha usado para todas por igual—. En 2012, surge un Yo Soy que aclara para mostrar cómo es que se atenúa la apuesta política en ciertas formas de hacer anonimato, nos referimos al insufrible “Yo Soy 132”.

 

En el contexto de la movilización contra la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto estaba activa cierta chispa insurreccional que se contagió en la ciudad ya con el uso de las redes sociales para la convocatoria. Sin embargo era evidente que había una distinción entre el #YoSoy132 (ya con el hashtag como forma de aceleración de los motores de búsqueda y la categorización de la información en la red) y aquel anonimato que no se nombraba pues cuando unos limpiaban las pintas de las marchas  y buscaban hacer la selfie para el tuit; otros en silencio intentaban hacer la fiesta, en ese entonces en la pantalla les decía infiltrados y sin su Yo Soy el 1 de diciembre buscaban hacer presencia.[15]

 

En la pantalla, lxs cuerpxs incómodxs han extendido el gesto que se ha vuelto depósito de calificativos como infiltradxs, anarquistas, encapuchadxs, capucha, y casi ya no se dice Bloque Negro aunque se les refleja como Primera Línea. Ahora, después de las movilizaciones feministas, en las pantallas y en corazón de la metrópoli —hacemos énfasis en los márgenes el gesto se interpreta muy diferente y taparse el rostro es motivo para que, como mínimo, nos lo descubran a golpes sin importar la causa  hasta parece que parcialmente se acepta la violencia como forma legítima de protesta, eso sí, siempre y cuando no se les ocurra incendiar policías porque las regañan y hasta les preguntan si eso no es “violencia de género”.[16]

 

Nos convendría aquí mencionar que cubrir el rostro no es desde hace tiempo un gesto exclusivo de lxs cuerpxs incómodxs sino que ha buscado hacerse presente en esa figura que históricamente ha gozado de anonimato: la policía. Desde hace ya más de una década las corporaciones policiacas gubernamentales o privadas y el ejército (y también otros agentes como los grupos de llamado “crimen organizado”) han normalizado el gesto de cubrir el rostro, quizá en la lógica de proteger su identidad buscando encarnar al superhéroe imperial, o por mera inercia porque les parezca un gesto necesario. El hecho es que el gesto se les hizo parte del uniforme y las pantallas ya les reflejan con ese gesto. Aunque recientemente, a diferencia de años anteriores, también les reflejan con otro gesto inherente a su función que antes no se dejaban ver mucho en las pantallas: matar.

 

Ya es común y, podríamos decir que con más frecuencia cada vez, encontrarnos en la pantalla la imagen de tal o cual policía matando a alguien. Puede ser a sangre fría con arma de fuego; a golpes entre varios cuerpos del orden; con disparos a la cara en las protestas para que si no nos matan de menos nos dejen sin ojos; en fin, se puede mirar a la policía matando hasta a los perros. No por nada —y con cierta videncia— surgió el Perro Matapacos en Chile. Y parece que de forma más reciente han encontrado cierta predilección por matar encarnando por completo su función: impedirnos respirar.

 

El “I can’t breathe” de George Floyd expresa el síntoma común en todos lados ante la presencia policiaca, sea esta evidente o internalizada por todos los agentes imperiales. Aquel momento sirvió como chispa para reactivar, incluso con la pandemia, la chispa insurreccional. Aunque esa chispa no haya alcance a encenderse en otros casos, como el de Victoria Salazar. Tal vez habría que hacerle caso al presidente y sus allegados y distinguir para nosotrxs de una buena vez que “No Somos Iguales”. O con más precisión, “aceptar que nunca seremos todos amigos, que la humanidad nunca estará reconciliada en una vasta sociedad ecuménica mundial; y que esto no es tan grave”.[17]

 

El gesto de cubrir el rostro —que en el último año y medio es obligado para toda la población— y el recorrido anterior para posicionar la forma de anonimato que se está normalizando ahora. Yo me cubro el rostro ya no sólo para proteger mi identidad sino mi salud y la de aquellxs que me importan, para que me dejen transitar con ilusoria libertad en los centros comerciales, para evitar la mirada juiciosa de lxs otrxs y a veces hasta para sentirme responsable y cuidadoso. Yo me cubro el rostro y cubro mis gestos al encuentro con otros, puedo sentirme tranquilo y quitarme el cubrebocas ante la pantalla o la cámara del celular. Yo. Yo. Yo. Nunca antes había existido tantas selfies con el rostro cubierto, y eso no puede ser más que síntoma de un desplazamiento en la significación del gesto, la selfie tiene su nombre por su función para retratar el self, ahora el self es anónimo porque la identidad está en otro lado, segura en la nube. Si desde el poder médico, gubernamental y micropolítico se vigila el rostro cubierto es porque esa forma de anonimato ya no es tal.

 

Ante esta nueva normalidad, coincidimos con Nava al apuntar que “el anonimato y la implicación son condiciones de posibilidad de lo común como lo opuesto a lo propio, es la renuncia a las identidades y a los yo administrables”[18] pero habría que pensar bajo las condiciones de ahora la opacidad en relación a la forma en que se opera en las pantallas para esclarecer anticipadamente cualquier riesgo potencial, para disipar la niebla. No todas las formas de anonimato nos dirigen hacia la potencia destituyente, pues, como concluye Agamben en su crítica a la realización: “[…] si se sale del modelo de la realización y se entra en este otro paradigma, las estrategias sólo pueden cambiar por completo. Una potencia destituyente nunca puede ser algo que deba ser realizado. No se trata de ejecutar ni transgredir la ley, sino de hacerla inejecutable”.[19] Desde ahí habría que distinguir que el anonimato y la opacidad no pueden ahora reducirse a cubrirnos el rostro mientras sigamos conectados a las pantallas y estamos empachadxs de pantallas.

 

Al mirar que algunos procesos de vigilancia con los dispositivos de captura y atenuación de la potencia no darán marcha atrás y se intensificarán en los tiempos por venir, no sabríamos ahora como proponer formas de opacidad que nos resulten eficaces pero podríamos comenzar por ver las formar en que SE nos hace aparecer y se nos devuelve al paradigma de realización de la metafísica capitalista.

 

Hacer Aparecer

 

En los años noventa, el tecnofóbico Theodore Kaczynski —nombrado Unabomber por FBI— que mantuvo su opacidad y anonimato más de veinte años, fue identificado. Para detenerlo y neutralizarlo se puso en marcha una operación que incluyó la publicación de su manifiesto titulado “La Sociedad Industrial y su Futuro” que firmó como Freedom Club, el club de la libertad. Dicha publicación sirvió para que la población reconociera algo que pudiera dar a la policía pistas y se le hiciera aparecer. Al final su hermano señaló un indicio en el texto y el anónimo más buscado en Estados Unidos apareció detenido en la televisión, se le expuso en las pantallas y ahora Netflix gana dinero con su historia.

 

En la primera década de este siglo, en 2007, se publicó “La Insurrección Que Viene” del Comité Invisible y tan sólo un año después la policía detuvo a “los 9 de Tarnac” acusados con cargos asociados al terrorismo y a quienes se buscó atribuir la autoría del texto. Sobre esto Agamben menciona:

 

Con relación a la escritura, por ejemplo, el objetivo no es simplemente escribir anónimamente, ni tampoco a través de pseudónimos o heterónimos. En este punto, los actuales esfuerzos de la policía por atribuir los textos a un autor o al revés son vanos. […] porque su posición desde el comienzo, es aquella en la cual los sujetos y dispositivos coinciden hasta tal punto que la noción de autor ya no funciona, ya no tiene sentido.[20]

 

Creemos oportuno recordar que el Imperio opera el diseño y sofisticación de los mecanismos que previenen e inhiben aquello que SE considera un riesgo. La lógica del antiterrorismo, esparcida ya a nivel global busca con sus sistemas de vigilancia anticipar y reducir los riesgos potenciales y en la nueva normalidad hace partícipe a todo aquel porte consigo un smartphone. Como dice el Comité Invisible: “[…] al gobierno cibernético ya no le interesa lo individual, lo presente o lo acabado, sino exclusivamente aquello que hace posible determinar las líneas de fuga potenciales de sus gobernados”.[21]

 

Ya en la nueva normalidad, Christopher Doyon —a quién la policía estadounidense identificó como parte de Anonymous—  residía en México y ante las pantallas manifestó estar en calidad en refugiado político fue detenido el 11 de junio de este año por autoridades migratorias mexicanas y entregado al FBI. Justo días después de la visita de la vicepresidenta de Estados Unidos en este territorio.

 

En mayo, también de este año, la policía del Estado de Chiapas reprimió a lxs estudiantes de la normal rural de Mactumactzá, quienes se manifestaban para demandar que su examen de admisión se realizara de forma presencial – desplazarse un poco fuera de la mentira de las pantallas, quizá –. El gobierno de Chiapas comunicó que se había consignado a los detenidos para esclarecer los hechos y, entre otras cosas que los estudiantes recibían la beca Benito Juárez.[22]

 

La beca Benito Juárez es un programa federal para todos los estudiantes de bachillerato del país, lxs “muy jóvenes”; para “facilitar” el acceso a la beca en la nueva normalidad se implementó el uso de una app llamada “Bienestar Azteca: Recibe tu beca Benito Juárez” creada por Banco Azteca S.A. Institución de Banca Multiple Finance.[23] En marzo de este año, por “disposición gubernamental” las aplicaciones bancarias obligan a los usuarios a compartir la geolocalización de sus dispositivos para ser usadas, con la finalidad de que México cumpla con los estándares internacionales en materia de “prevención de lavado dinero y financiamiento al terrorismo”.[24]

 

Quisiéramos pensar algo con respecto a todo esto pero no nos queda lo suficientemente claro y transparente, ¿a ti sí?

 

Bibliografía

  1. Agambem, Giorgio, La nuda vida y la vacuna, disponible en https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=2151
  2. ______________, ¿En qué punto estamos? La epidemia como política, Quodlibet,  disponible en: https://artilleriainmanente.noblogs.org/files/2020/06/2020-Giorgio-Agamben-En-qu%C3%A9-punto-estamos-La-epidemia-como-pol%C3%ADtica-Final-4.pdf
  3. _______________, Potencia destituyente y crítica de la realización. Disponible en: https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=2207
  4. Ángeles Mariscal e Isaín Mandujano, La lucha de normalistas en Chiapas por subsistir: desalojos, menos dinero y menos lugares, 18 de mayo de 2021 Disponible en: https://piedepagina.mx/detienen-a-95-normalistas-que-protestaban-en-chiapas/
  5. Comité Invisible, “A nuestros amigos”, disponible en: https://tiqqunim.blogspot.com/2015/12/a-nuestros-amigos.html
  6. ______________, Ahora (2017). Disponible en: https://tiqqunim.blogspot.com/2018/06/ahora-comite-invisible.html
  7. Diario Oficial de la Federación, 22 de marzo de 2019. Disponible en: https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5554909&fecha=22/03/2019
  8. Los 9 de Tarnac, Seis años en el país de la mentira desconsertante (18/07/14), Disponible en: https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=188
  9. Nava, Mayra, “Llamamientos. Una invocación a poner el cuerpo en la insurrección al sur de Chile”. Reflexiones Marginales, 57. Disponible en: https://reflexionesmarginales.com/blog/2020/05/20/llamamientos-una-invocacion-a-poner-el-cuerpo-en-la-insurreccion-al-sur-de-chile/#_ednref34
  10. Redacción Animal Político, “¿Qué pasó el 1 de diciembre durante la toma de protesta de EPN?”, Disponible en https://www.animalpolitico.com/2012/12/que-paso-el-1-de-diciembre-durante-la-toma-de-protesta-de-epn-fotos-videos/
  11. Tiqqun, La hipótesis cibernética, Acuarela y Machado, Madrid, 2015.

 

Notas
[1]Tiqqun, La hipótesis cibernética, ed. cit.
[2]Byung-Chul Han, Loa a la Tierra: un viaje al jardín, de. cit., p. 75..
[3]Comité Invisible, “A nuestros amigos” Disponible https://tiqqunim.blogspot.com/2015/12/a-nuestros-amigos.html Consultado el 12 de julio de 2021.
[4]Tiqqun, La hipótesis cibernética, ed. cit., p. 107.
[5]Giorgio Agambem,  La nuda vida y la vacuna, disponible en https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=2151 consultado el 12 de julio de 2021.
[6]Se utiliza el término nube en el argot informático para referirse al almacenamiento y respaldo de información en los servidores de las compañías que brindan ese servicio. No hay tal nube, solo la decisión de los usuarios de que las compañías guarden su información en sus servidores y además les cobren por ello.
[7]Comité Invisible, Fuck off google, en Tiqqun, La hipótesis cibernética, ed. cit., p. 43
[8]Byung-Chul Han, Loa a la Tierra: un viaje al jardín, de. cit., p. 30.
[9]Comité Invisible, Ahora (2017). Disponible en: https://tiqqunim.blogspot.com/2018/06/ahora-comite-invisible.html
[10]Giorgio Agambem, Disponible en: https://artilleriainmanente.noblogs.org/files/2020/06/2020-Giorgio-Agamben-En-qu%C3%A9-punto-estamos-La-epidemia-como-pol%C3%ADtica-Final-4.pdf p. 62
[11]Comité Invisible, en Tiqqun, La hipótesis cibernética, ed. cit., p. 54.
[12]Mayra Eréndira Nava Becerra, Llamamientos. Una invocación a poner el cuerpo en la insurrección al sur de Chile. Reflexiones Marginales, 57. Disponible en: https://reflexionesmarginales.com/blog/2020/05/20/llamamientos-una-invocacion-a-poner-el-cuerpo-en-la-insurreccion-al-sur-de-chile/#_ednref34 Consultado el 13 de julio de 2021
[13]Luis Echeverría, 4to Informe de gobierno. Extracto disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=A1S3dlCqcD4 Consultado el 13 de julio de 2021
[14]Extracto de lo que reflejaba la pantalla el 9 de febrero de 1995, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=c5tZRlQk_8s Consultado el 13 de julio de 2021
[15]Redacción Animal Político, ¿Qué pasó el 1 de diciembre durante la toma de protesta de EPN?, Disponible en https://www.animalpolitico.com/2012/12/que-paso-el-1-de-diciembre-durante-la-toma-de-protesta-de-epn-fotos-videos/ Consultado el 13 de julio de 2021
[16]Clauida Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se puede revisar un extracto de su posicionamiento ante la marcha del 8 de marzo de 2020 aquí: https://www.youtube.com/watch?v=BPVZdXw–UE Consultado el 13 de julio del 2021
[17]Los 9 de Tarnac, Seis años en el país de la mentira desconsertante (18/07/14), Disponible en: https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=188 Consultado el 10 de julio de 2021.
[18]Mayra Eréndira Nava Becerra, Llamamientos. Una invocación a poner el cuerpo en la insurrección al sur de Chile. Reflexiones Marginales, 57. Disponible en: https://reflexionesmarginales.com/blog/2020/05/20/llamamientos-una-invocacion-a-poner-el-cuerpo-en-la-insurreccion-al-sur-de-chile/#_ednref34 Consultado el 13 de julio de 2021
[19]Giorgio Agamben, Potencia destituyente y crítica de la realización. Disponible en: https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=2207 Consultado el 13 de julio de 2021.
[20]Agambem, A propósito de Tiqqun, en Tiqqun, La hipótesis cibernética, ed. cit., p. 26.
[21] Comité Invisible, Fuck off google, en Tiqqun, La hipótesis cibernética, ed. cit., p. 45
[22]Ángeles Mariscal e Isaín Mandujano, La lucha de normalistas en Chiapas por susbsistir: desalojos, menos dinero y menos lugares, 18 de mayo de 2021 Disponible en: https://piedepagina.mx/detienen-a-95-normalistas-que-protestaban-en-chiapas/ Consultado el 14 de julio de 2021
[23]La información de la aplicación mencionada puede revisarse en el siguiente enlace: https://play.google.com/store/apps/details?id=com.bancoazteca.bienestarazteca&hl=en_US&gl=US consultado el 13 de julio de 2021.
[24]Diario Oficial de la Federación, 22 de marzo de 2019. Disponible en: https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5554909&fecha=22/03/2019 Consultado el 13 de julio de 2021.