Crisis planetaria y pandemias: repensar el parentesco, cuestionar la reproducción humana

Imagen de Carla Silvia Campos Torres

 

Resumen                                                                                                                                                           

La historia de las pandemias en Occidente –en muchas ocasiones- ha dado cuenta de nuestro antropocentrismo. El presente trabajo aborda la cuestión de las pandemias y su posible mitigación a través de la práctica de la ética animal.  El texto se divide en tres partes 1) la problematización sobre el parentesco que tiene el humano con los demás animales; 2) la propuesta de Donna Haraway sobre el parentesco entre especies y 3) la reproducción humana y la figura de la madre. En cada apartado se discutirá desde un punto de vista no antropocéntrico y zoocéntrico cuáles son las relaciones de cada inciso con las pandemias y las crisis mundiales que de ellas derivan.

Palabras clave: crisis planetaria, pandemias, ética animal, parentesco entre especies, reproducción humana, antropocentrismo

Abstract

The history of pandemics in the West – on many occasions – has given an account of our anthropocentrism. This work addresses the issue of pandemics and their possible mitigation through the practice of animal ethics. The text is divided into three parts 1) the problematization of the kinship that humans have with other animals; 2) Donna Haraway’s proposal on the kinship between species and 3) human reproduction and the figure of the mother. In each section, it will be discussed from a non-anthropocentric and zoocentric point of view what are the relationships of each section with pandemics and the world crises that derive from them.                                                                                               

Keywords: planetary crisis, pandemics, animal ethics, species kinship, human reproduction, anthropocentrism

 

 

 

Introducción

Si echamos una mirada al pasado, en su historia, Occidente da cuenta de distintas pandemias: peste negra, cólera, malaria, SIDA, y en tiempos actuales, la pandemia del COVID-19.

La definición formal de pandemia, según la RAE, es la siguiente: “Enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.”

Las pandemias interactúan con todo tipo de vida. En éstas tienen lugar los virus, las bacterias, los animales, los humanos. Las pandemias producen un sinfín de interrelaciones entre lo biológico y lo social, hay varias palabras que operan sociolingüísticamente en el campo semántico que produce una pandemia, por lo que considero importante no sustraer lo biológico de lo social.

La historia de las pandemias en Occidente es, desde luego, una historia antropocéntrica, con ello, no quiero decir que las pandemias no hayan existido antes del Homo sapiens, entiéndase como historia de las pandemias a la sistematización de la información, el conocimiento y los saberes sobre virus, contagios, bacterias, enfermedades, epidemias, cerco sanitario y más términos producidos en el campo semántico del término pandemia. Con ello, afirmo que la sistematización de esa información y las prácticas producidas a través de ella, obedecen a una mirada antropocéntrica.

Frank Molano nos dice, en el curso “Pandemias, capitalismo y naturaleza”, la historia de las pandemias está completamente ligada al capitalismo. Molano cita al historiador ambiental Jason Moore, quien parte de la tesis de que el capitalismo no es solamente un sistema económico o social, sino que es una forma de organizar la naturaleza. De lo anterior, se deriva que una pandemia produce y reproduce ciertas lógicas de organización, prevención, tratamientos médicos y abordajes discursivos que tiene efectos prácticos, no solamente en la administración de la naturaleza, sino también en la administración de la vida. Para ello, basta mencionar la pandemia del cólera, por ejemplo. El mundo colonial designó a cierta población como población sucia e indeseable. El cólera fue conocido como la enfermedad de los pobres, sucios y carentes de civilización.

Mencionar algunas pandemias es relevante, porque muestran la manera en la que lo humano y lo no humano convergen produciendo signos y relacionamientos distintos entre población, territorio, legalidad y salud.

El siguiente trabajo plantea abordar la cuestión de las pandemias ligadas a la ética animal a partir de las relaciones de parentesco, familiaridad y filialidad, tomando en cuenta movimientos sociales, históricos y políticos.

Es de mi interés construir saberes y conocimientos prácticos, hacer de los textos y la escritura herramientas que posibiliten la estancia en este planeta con diversas interconexiones y agenciamientos entre vivientes.

El texto se divide en tres partes, por un lado, el primer apartado expone una breve problematización sobre el parentesco, sus implicaciones, abordajes, problemáticas y resignificaciones.

El segundo apartado problematiza la propuesta de Donna Haraway que plantea construir diversas relaciones de parentesco con otras especies. Se muestran algunas críticas y adendas a la ficción que Haraway expone en “Las historias de Camille, los niños del compost” tomando como herramientas algunos presupuestos del académico e investigador de la teoría queer, Lee Edelman, quien retoma la figura del niño para elaborar críticas al régimen dominante de la heterosexualidad, aspecto que no debemos dejar de lado al hablar sobre una ética animal.

Para finalizar el análisis se cuestiona la reproducción humana y la figura de la madre ligada a su vez a la reproducción, puesto que ambas cuestiones están estrechamente relacionadas con el parentesco, cabe aclarar que esta relación es cultural, no natural. En el mismo apartado, se exponen dos posicionamientos de resistencia ante la creciente disposición de los cuerpos feminizados: huelga de vientres y antinatalismo, elementos que considero imprescindibles para construir una ética animal no antropocentrista.

Cabe aclarar que lo expuesto aquí, puede resultar incómodo para algunas lectoras, lectores, pues cuestiona prácticas y decisiones de vida. El tema de la reproducción ligada a la maternidad es sensible, y puede propiciar ciertas percepciones de fascismo (eco fascismo, por ejemplo), niñofobia, misantropía, adultocentrismo, etc. No es así, la intención que esta breve investigación tiene es cuestionar la normalidad de las habitantes de Occidente, quienes hemos sido colonizadas con deseos heterosexuales de amor romántico, familia, maternidad y progreso.

 

Parentesco y ética animal                                                                                                                

El parentesco es un eje bastante importante de abordar para el tema de la ética animal, ya que, históricamente, la percepción que se ha tenido de los animales, pocas veces, ha sido de familiaridad. En las culturas antiguas, los animales fungieron diversos papeles, entre ellos como tótems, es decir, los animales eran reconocidos como protectores u objetos de adoración en un plano simbólico (en algunas culturas y prácticas modernas siguen cumpliendo esta función). Podríamos ahondar en la cuestión sobre tótems y parentesco, pero este papel no es el que construye relaciones de interdependencia y colaboración, elementos que estarían presente en la ética animal.

Analizando la posibilidad de ver al otro como parte del clan, ya no como objeto de adoración, sino como otro diferente, lejano en muchos aspectos, pero cercano en otros, la ética animal busca experimentar otras formas no antropocéntricas de relacionarnos con ellos, con los animales, sin embargo, considero pertinente formular algunas preguntas que darán pie a una serie de reflexiones. Tales preguntas redundan en temas de parentalidad, familiaridad y antropocentrismo: ¿Qué implicaciones hay en pensar en los animales como parientes? ¿El parentesco fuga del antropocentrismo? ¿El parentesco tiene lugar en lo abyecto? ¿Habría que recurrir a otras relaciones para evitar reterritorializar [[i]] el antropocentrismo? ¿Será el parentesco una categoría no contingente presente en todas las relaciones? Es necesario desmontar los múltiples significados de la palabra parentesco.

Quiero anticipar que algunas preguntas quedarán abiertas, ya que no he madurado este análisis, lo que aquí se expone es un primer acercamiento a estas cuestiones.

Elaborar una historia del parentesco ha implicado extensas y rigurosas investigaciones. En este trabajo partiremos de la noción straussiana como preámbulo a la propuesta de Donna Haraway, quien en el artículo “Antropoceno, Capitaloceno, Plantacionoceno, Chtuluceno: Generando relaciones de parentesco” intenta construir una relación de alianzas multiespecie.

Según el diccionario de la Real Academia Española, actualizado en el año 2019, el término parentesco tiene tres acepciones y se aplica para lo vivo y lo no vivo. A continuación, cito los significados:

  1. Vínculo por consanguinidad, afinidad, adopción, matrimonio u otra relación estable de afectividad análoga a ésta.
  2. Relación que tiene un animal o vegetal con aquellos de su mismo taxón.
  3. Unión, vínculo o liga que tienen las cosas.

Lévi-Strauss, en su libro “Las estructuras elementales del parentesco”, escribe que el parentesco responde a una estructura relacional en donde cada elemento es leído mediante coordenadas, si el elemento se modifica, cambiará toda la estructura.

A lo largo de su investigación etnográfica, Strauss explica cómo en las culturas primitivas el sistema sexo-genérico se repetía reproduciendo los pares de oposición aun cuando las manifestaciones del parentesco variaran prevalecía una estructura.

Algunas antropólogas feministas modernas han hecho críticas al androcentrismo que la antropología del parentesco reproduce en sus distintos estudios y conjeturas, tal es el caso de Martha Patricia Castañeda, Marcela Lagarde, Rita Segato, Lina Rosa Berrio Palomo, entre otras.

El parentesco tiene una relación constitutiva con el género, así nos lo explica Verena Stolcke en su artículo “¿Qué tiene que ver el género con el parentesco?”. En el artículo cita a dos antropólogas norteamericanas:

Dos aportaciones de Collier y Yanagisako y son de especial relevancia aquí. En vista de la bien documentada variación sociocultural en las conceptualizaciones de lo femenino y lo masculino y la reproducción humana, estas antropólogas disociaron de modo más radical que sus antecesoras feministas, el sexo y la sexualidad como hechos biológicos del género en tanto que concepciones socioculturales. Si para Schneider el parentesco no existía en tanto que dominio sociocultural distintivo, para Collier y Yanagisako el género y el parentesco, en vez de ser dominios fenomenológicos separados, constituían, en realidad, en nuestra sociedad un sólo dominio: “Aunque ambos (parentesco y género) se constituyen mutuamente en nuestra sociedad, esto no quiere decir que estén vinculados del mismo modo en todas las sociedades”. [ii]

Stolcke nos muestra que la categoría o figura de parentesco es variable y que, gracias a las antropólogas citadas, se borra la estructura elemental que Strauss proponía en sus investigaciones. La misma cita posibilita imaginar y construir otro tipo de relaciones familiares y parentales, incluso, replantear papeles y funciones en una comunidad multiespecie.

 

Parentesco, interdependencia y ética animal

En “Las historias de Camille: Los niños del compost”, Donna Haraway relata una especie de ficción futurista en la que propone la producción de una sociedad conectada con otros vivientes, propiamente vivientes no humanos y no occidentales. La autora crea una especie de planeta idílico, incluyente, respetuoso y colaborativo en el que se valora y aprecia a aquellos que han sido sometidos durante siglos por los regímenes de dominación racial, geopolítica, cultural, genérica, sexual y especista, cuenta de ello, da muestra la siguiente cita “En estos nuevos y contagiosos asentamientos, cada nuevo niño debe tener por lo menos tres padres, los que podían o no ejercer las nuevas o antiguas identidades sexuales. Las diferencias corporales, con toda su carga histórica, son altamente apreciadas”. [iii]

Haraway plantea recuperar y restituir un planeta devastado por la dominación patriarcal e hiperconsumista, a través de la valoración de otras vidas, plantea que cinco generaciones de niños en esta nueva era y etapa del planeta, tendrán una relación simbiótica con un animal, los cambios que experimentarán serán en su experiencia existencial y en la genética. Me parece interesante el planteamiento que Haraway expone, considero que recupera saberes, tradiciones y epistemologías de poblaciones sometidas y silenciadas por el régimen colonialista, sin embargo, hay dos cuestiones que me gustaría problematizar. La primera es la noción de interdependencia en el texto ficcional que ya hemos citado, no me parece que la autora ahonde sobre esta noción, imprescindible, considero, para la ética animal y para replantear nuestras vinculaciones con otras especies. La ética de la interdependencia supone diversas prácticas de cuidados y autonomía a su vez, aunque de primer momento se considere opuesta la relación entre interdependencia y autonomía. Debemos entender interdependencia como la relación intrínseca que se produce entre vivientes que comparten un mismo ecosistema, esa relación es recíproca, mientras que, la autonomía es la posibilidad que tienen los vivientes de hacer o no, permanecer o no, respondiendo a las necesidades de su fuerza vital.

La ética de la interdependencia, además, recupera la noción de vulnerabilidad como rasgo intrínseco de los vivientes, todas, todos somos, en algún momento de nuestra vida, cuerpos vulnerables. La vulnerabilidad rompe con la figura de la humanidad hegemónica y capaz. Sobre este tema, me gustaría recuperar la siguiente cita de la filósofa Rosa Braidotti en el 2019 dio la entrevista titulada “El feminismo tiene más recursos que la mayoría de las culturas políticas para tratar los derechos de los animales” quien escribe:

La vulnerabilidad no es un problema que deba ser resuelto, no es un rasgo definitorio de les humanes. El rasgo definitorio de les humanes es la libertad de actuar sobre las fuentes de nuestro entendimiento. También lo es nuestra capacidad para comprender las fuentes de nuestra opresión. [iv]

Por otro lado, me parece que el futuro que plantea Haraway en “Las historias de Camille: los niños del compost”, produce cierta sensación de esperanza, lo cual me parece propositivo, pero a su vez peligroso, pues precisamente apela a un futuro, categoría que permanece en nuestro pensamiento ante la inminente e innegable destrucción del planeta.

La autora plantea una utopía que llega a romantizar las relaciones interespecie y en consecuencia, la ética animal. Con relación a la noción de un futuro próximo, por un lado, Haraway nos invita a celebrar las bajas tasas de natalidad en regiones hiperconsumistas, haciendo el llamado de “Hacer parientes, no bebés” que expone en el artículo citado. Por otro lado, en su texto ficcional habla de nuevos bebés, nuevas generaciones, nuevos niños, claro, en menor proporción a la cantidad de bebés que nacen en la actualidad.

En el siguiente apartado expondré algunos presupuestos del académico norteamericano Lee Edelman, ya que considero importante exponer los puntos que plantea, pues la propuesta con la que cerraré este trabajo retoma los presupuestos de Haraway como de Edelman.

Para finalizar este apartado, me gustaría concluir planteando posibles respuestas a las preguntas hechas en un principio. Las implicaciones que tiene relacionarnos con otros animales por medio de la familiaridad pueden resultar complejas, sobre todo si no tenemos noción de lo que significa la familia moderna, además, si no hacemos un análisis genealógico y etimológico de la palabra, corremos el riesgo de equivocarnos y de reproducir ciertas estructuras. Según el portal “Gramática histórica del castellano” la etimología de familia “Proviene del latín familia,‑ae, que en un principio no se refería específicamente a la familia como la concebimos hoy, sino al conjunto de esclavos y sirvientes que vivían bajo un mismo techo. No en vano se relaciona la raíz de familia con la de famulus ‘criado’.

Recordemos, también, que la familia es el núcleo de la sociedad actual, tal y como funciona ahora este sistema de depredación. Es muy importante remarcar que no considero que los conceptos deban ser puros, es decir, estoy consciente de que la historia de las palabras está llena de usos y de disputas; parentesco y familia son dos términos que condensan muchos otros, han sido usados a conveniencia de ciertos poderes y regímenes, pero creo pertinente el análisis, o por lo menos el cuestionamiento del significado de las palabras que usaremos, porque tendrán efectos en nuestras relaciones, y si estamos tratando de construir relaciones menos opresivas desde una ética animal, es importante tomar en cuenta estas cuestiones.

Quizá, para una ética animal conviene hablar en términos de amistad y de diferencia, para fugar del antropocentrismo. Aunque ninguna palabra tiene un significado monolítico, hay que rememorar su historia.

 

Futurismo reproductivo, un debate entre Donna Haraway y Lee Edelman

A las mujeres y los niños se les menciona siempre juntos “Las mujeres y los niños al refugio”. Todo el mundo reconoce el vínculo especial que une a unas y a otros. Sin embargo, yo sugiero que la verdad de este lazo no es más la realidad de una opresión mutuamente compartida. Es más, sugiero que ambas opresiones se encuentran tan íntimamente entrelazadas y se refuerzan mutuamente de modo tan complejo, que no podemos hablar de la liberación de la mujer sin poner sobre el tapete la liberación del niño y viceversa. [v]

 

Es verdad que las filas de padres y madres lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y personas transgénero crecen cada día, y que no hay nada intrínseco en la constitución de las personas que se identifican como gays, bisexuales, transexuales, transgénero o queer que les predisponga a resistirse al atractivo de la futuridad, a rechazar la tentación. [vi]

 

En “Las historias de Camille: Los niños del compost” Donna Haraway incorpora la niñez, figura que ha sido central en distintos discursos, tanto políticos y jurídicos, como sociales y culturales. Esta figura evoca una especie de inocencia, novedad, esperanza y confianza.

“La niñez es el futuro de la sociedad” una frase que hemos escuchado una y otra vez en los medios de comunicación. A los niños, también se les considera como población vulnerable, pueden producir distintas emociones como la ternura, la empatía y la solidaridad. La figura del Niño comparte ciertas características con la figura del animal, pues se les percibe como seres indefensos a merced de lo que los adultos decidan, la irracionalidad, la falta de voluntad, la ausencia de responsabilidad, la vulnerabilidad, entre otras.

Haraway nos dice, en el texto citado, que los nuevos bebés serán sumamente cuidados y educados bajo lógicas incluyentes con otras identidades genéricas, étnicas y especies. Así lo muestra la siguiente cita: “El nacimiento de un nuevo niño es poco común y es muy valorado; se considera importante que los nuevos niños tengan la compañía permanente de otros jóvenes y adultos de todas las clases”. [vii]

La autora plantea que cinco generaciones de niños del compost restituirán el planeta y producirán otro tipo de relaciones y parentesco. De cara a la propuesta especulativa de Haraway, propongo en este apartado, problematizar el futurismo de su ficción, usando una especie de contra argumentación que Lee Edelman nos proporciona en el texto “No al futuro, la teoría queer y la pulsión de muerte”, específicamente en el capítulo titulado “El futuro es cosa de niños”. El autor escribe que, en la lucha política actual, está presente la imagen del niño, aunque no aparezca o se nombre explícitamente. No podemos negar que la utopía de Haraway contiene esperanza y es una lucha por un mundo mejor. Claro está, que las intenciones y deseos de la autora amiga de los cyborgs es genuina, sin embargo, considero importante dialogar con Edelman para proponer una ética animal que paralice aquello que, hasta ahora, ha sido la norma. Con Edelman planteo una negatividad radical que no busque reformas o restituciones, sino disrupciones y crisis parentales, una disolución de lo que conocemos hasta ahora; destruir las estructuras para producir o construir algo nuevo desde el punto cero. Edelman nos pregunta “¿Quién podría posicionarse en contra de la reproducción, contra la futuridad, y, por lo tanto, contra la vida?

Haraway, como diversas autoras, reivindica la lucha por el futuro planetario, se lucha por dejarles un mejor mundo a los hijos, a nuestros niños, a las nuevas generaciones. La crítica que Edelman elabora desde un posicionamiento queer, me parece pertinente pues la animalidad tiene estrecha relación con lo desagradable, lo incómodo y operó por mucho tiempo como insulto, así como el término animal sigue teniendo connotaciones despectivas en nuestros días. Hay una alianza entre lo queer y lo animal.

Retomando, Edelman escribe “El niño… ha venido a encarnar, a nuestros ojos, el telos del orden social, y ha llegado a ser percibido como aquel para quien ese orden debe mantenerse en salvaguarda perpetua”. [viii] Telos, toda lucha tradicional, por llamarle de alguna manera, tiene un telos ¿Para qué estamos luchando sino para que las cosas cambien en lo político, lo social, lo ambiental? La finalidad que la preposición para indica lleva implícito un telos. Estas cuestiones son problemáticas, porque hay que tener un propósito, una finalidad que trace las líneas a seguir, es claro que todas, quienes hemos estado involucradas en alguna lucha o movimiento social sabemos que las maneras y las circunstancias son cambiantes y que las estrategias se modifican, pero reflexionar sobre los elementos lingüísticos de los discursos que producimos o reapropiamos es necesario ¿Para qué luchar por liberar la animalidad? ¿Hay una especie de futurismo en las luchas antiespecistas? Creo que sí, pero se produce de otra manera. Una ética animal no antropocentrista, creo yo, tendría que desplazar la figura central del Niño, porque se espera que con él, quienes restituyan el planeta sigan siendo los humanos.

Como feminista, considero que deberíamos tener claro que hay un mandato biológico, mismo que incluye la reproducción. La humanidad ha mezclado varios saberes para dominar, la humanidad se reconoce como animal, pero con raciocinio, se define a sí misma; la humanidad es narcisista, como la familia y la reproducción, me atrevo a decirlo

¿No les parece que es momento de parar? No de reprimir, de parar, de hacer una pausa radical y construir un mundo sin nosotros, sin nosotras en la posteridad.

Retomando a Edelman, creo que, la ética animal no antropocentrista debe desmantelar una serie de configuraciones que tienen relación directa con la apelación a la futuridad y a la reproducción. Una ética animal novedosa, propositiva deberá ser disruptiva y perturbadora, pues es el orden social lo que reproduce y genera opresiones diversas. Habrá que hacer otro tipo de política, una sin futuro, sin familia, pues retomar esta figura de afinidad y cercanía, traerá consigo implicaciones jurídicas, administrativas y burocráticas, así lo expone Iván Darío Ávila Gaitán en la videoconferencia “De la familia multiespecie al socius como base de la sociedad: consecuencias jurídico-políticas”. [ix] El futuro trae a cuenta la necesidad antropocéntrica de la prevención, porque dentro de este discurso está implícito el deseo por seguir ¿Cómo vamos a prevenir las pandemias para seguir? Para seguir perpetuando la especie humana acompañada de otras especies animales, esto sigue siendo antropocéntrico.

Toda crítica tiene implícita una propuesta a desarrollar, esa propuesta será expuesta en el en el siguiente apartado, en el que se expondrá un ala de los múltiples feminismos, del feminismos anti maternal y anti reproductivo.

 

Huelga de úteros, reproducción y feminismo para una ética animal

El núcleo de la opresión femenina

hay que buscarlo en sus funciones

procreadoras y de crianza

Shula Mit Firestone

Mañana el mundo puede arder…

O puede florecer…

Ayer decidimos, dejar de hacer nacer

Esta voluntad de insistir de

forma intransitiva, insistir en que el futuro termine aquí

Lee Edelman

En términos tradicionales, nadie

se atrevería a sostener que

la maternidad es, hoy por hoy,

un hecho cultural y no biológico

Cristina Palomar

Los debates actuales sobre el derecho a decidir la interrupción de la gestación, las constantes manifestaciones cibernéticas y callejeras en toda Latinoamérica y la lucha por la legalización y despenalización del aborto traen a la mesa, una vieja polémica que ha tenido lugar en la historia de los distintos feminismos se trata de ejercer o no la maternidad.

Para comenzar con este análisis, es importante mencionar que la figura de la madre responde a determinados arquetipos propios de distintas culturas, esta figura asociada a la feminidad y a la fertilidad invisibilizan el entramado conceptual, figural e histórico que sustenta lo que actualmente se entiende por maternidad. La maternidad, como la madre, condensa distintos conceptos asociados entre sí, debido al juego semántico que presentan los discursos, esos conceptos son el cuidado, la crianza, el parentesco y el amor de madre. Así pues, en la actualidad, es casi imposible nombrar a alguien que cuida y cría a otros, con otro nombre que no sea el de madre, así como es casi imposible no exigirle a una madre las tareas del cuidado y de la crianza.

Es común que varias de las tareas de acompañamiento interespecie estén ligadas a la figura de la madre, del padre o de la familia. Lugares como refugios caninos o felinos hasta santuarios replican los roles de la familia nuclear, al menos así es en México, cuestión que reproduce, cierta violencia antropocentrista.

En este apartado, retomo lo que ya algunas feministas, sobre todo con formación antropológica o histórica, han afirmado: La maternidad es histórica, contingente y movible, su significado no ha sido el mismo a lo largo del tiempo. En “Maternidad, historia y cultura”, Cristina Palomar nos dice: “La maternidad de trata de un fenómeno compuesto por discursos y prácticas sociales que conforman un imaginario complejo y poderoso que es, a la vez, fuente y efecto del género”.

La crítica que ciertos feminismos han hecho a las figuras de la madre es múltiple, tenemos, por ejemplo, la madre mexicana: una mujer abnegada, sacrificada, sumisa, entregada, maltratada y sometida a los deseos de los hijos y el marido. Esta madre, renuncia a su individualidad para servir a los intereses de su familia, para cuidarlos y protegerlos. Por otro lado, tenemos la figura de la mala madre, aquella mujer que renuncia al “instinto materno” y abandona a sus hijos, los mata, los devora o los aborta. La madre también participa de metáforas presentes en distintos movimientos sociales, por ejemplo, la madre naturaleza.

En la obra “El laberinto de la soledad” Octavio Paz compila una serie de ensayos para hablar sobre la identidad mexicana y dedica un capítulo a la figura de la madre. “Los hijos de la Malinche”, la madre es encarnada en la Virgen de Guadalupe. Paz nos dice que ella es el consuelo de los pobres, la madre de todos los huérfanos, citamos:

La Virgen católica es también una Madre (Guadalupe-Tonantzin la llaman aún algunos peregrinos indios) pero su atributo principal no es velar por la fertilidad de la tierra sino ser el refugio de los desamparados. La situación ha cambiado: no se trata ya de asegurar las cosechas sino de encontrar un regazo. [x]

La cita expone la figura tradicional que el patriarcado y los valores más conservadores depositan en una mujer que ejerce la maternidad.

Marcela Lagarde, feminista mexicana, analiza los discursos que ligan el tema de la reproducción biológica con lo femenino. En “Los cautiverios de las mujeres: Madresposas, monjas, putas, presas y locas.”, la autora aborda tópicos ligados a la cuestión de la maternidad, a la subjetividad que los cuerpos femeninos son sometidos, además, problematiza el ámbito de la reproducción afirmando que ésta, es también un trabajo que históricamente ha sido invisibilizado por el poder masculino.

Lagarde nos dice que la feminidad en las mujeres se da en función de su nivel reproductivo, por lo que, quien no se reproduce o se reproduce en menor medida que el resto de las mujeres, es menos mujer, formando una gradación y un rango en las identidades, así lo muestra la siguiente cita: “El cuerpo y la subjetividad de la mujer se consumen y desgastan en la reproducción. Ella misma alimenta el proceso. Se trata del consumo reproductivo de la madresposa”. [xi]

A partir de la breve exposición sobre maternidad y feminismo, planteo, en las siguientes líneas retomar una corriente feminista que ha sido radical en el tema de la reproducción y la maternidad, pues considero que podría ser una herramienta que aporte en la construcción de una ética animal no antropocéntrica, me refiero a la huelga de úteros o huelga de vientres.

El término fue creado por Luis Bulffi, un médico y escritor anarquista, español que escribió un libro con este título, “Huelga de vientres”, en el que se leían posturas malthusianas respecto a la distribución de los recursos con relación a la sobrepoblación. Este término fue reapropiado y politizado por las feministas de la primera ola, en los años 70. Las feministas que simpatizaban con esta postura partían del presupuesto de que la maternidad esclaviza y somete a las mujeres, las tareas del cuidado deben ser reconocidas como trabajo y producir vida, en todo caso, era darles armas a los regímenes de opresión, llámense capitalismo, racismo, especismo, para perpetuar el dominio.

Otra de las feministas que apoyó la huelga de vientres fue Shula Mit Firestone quien señala que “Las mujeres se han visto oprimidas por causa de funciones biológicas”. [[xii]]

Puede considerarse que la afirmación de Firestone raya en el biologicismo, sin embargo, lo que la escritora expone, no es un estigma hacia el cuerpo de las mujeres, sino la apropiación que el patriarcado ha hecho de los cuerpos que pueden gestar, es decir, no es en sí que el cuerpo de las mujeres se vea oprimido per se por la capacidad de gestar, sino que hay un régimen, un sistema que oprime a las mujeres por la misma razón, porque a través de los discursos y la historia se ha invisibilizado el trabajo doméstico y de crianza, se han menospreciado y minimizado estas tareas, y se ha confinado a las mujeres al espacio domésticos, al espacio de lo privado.

Respecto al cuerpo, los discursos feministas también han ejercido cierta exclusión y estigma, ya que, algunas corrientes rechazan los transfeminismos reafirmando la noción de que los feminismos tienen un sujeto político en el corazón de las luchas, ese sujeto político es la mujer. Estos discursos dejan fuera otras existencias igualmente oprimidas, dejan fuera otros cuerpos feminizados, incluyendo a los animales.

El feminismo transexcluyente pasa por alto la construcción cultural del cuerpo, ya que, la lógica que siguen reproduce el mandato biológico. Considero que la lectura contemporánea que Beatriz Preciado tiene del cuerpo aporta a la construcción de una ética animal no antropocentrista. Preciado analiza la correspondencia entre útero y reproducción, a raíz de la legislación del aborto en España, en el año 2014. En el artículo titulado “Huelga de úteros”, nos dice:

De todos los órganos del cuerpo, el útero ha sido sin duda aquel que históricamente ha sido objeto de una mayor expropiación política y económica. Cavidad potencialmente gestacional, el útero no es un órgano privado, sino un espacio biopolítico de excepción, al que no se aplican las normas que regulan el resto de nuestras cavidades anatómicas. Como espacio de excepción, el útero se parece más al campo de refugiados o a la prisión, que al hígado o al pulmón. [xiii]

El útero es un espacio político que plantea ser reapropiado por quienes lo portan.

Considero que, en una ética animal no antropocentrista, las alianzas de los cuerpos potencialmente gestantes con los animales son necesarias. La huelga de úteros lleva en sí una propuesta radical, corta de tajo la lógica de la continuidad, pero habrá que diferenciarla del antinatalismo, pues me parece que éste deja de lado la existencia social de los cuerpos que gestan. Si un hombre decide hacer algo para evitar la reproducción, un hombre o un cuerpo con pene, será necesario que produzca sus propias formas de resistencia, porque decidir sobre cuerpos potencialmente gestantes es asignar, en su totalidad, la responsabilidad de la reproducción de éstos, cosa que ya hace el sistema de la dominación masculina.

Una huelga de úteros supondrá la empatía radical con otras especies, acompañamientos no opresivos interespecie, disolución del rol de los cuerpos feminizados, desplazará el maternocentrismo ligado al uterocentrismo. Experimentará la hospitalidad y la humildad de quienes hemos sido asignadas a la especie humana. Dejar de ser humana, la maternidad es producto de la domesticación, producir nuestra desdomesticación.

La huelga de úteros, la negación a seguir reproduciéndonos no eliminará las pandemias, pero detendrá el antropocentrismo que tantos daños ha causado.

 

 

 

Bibliografía

  1. Bulffi, Luis, ¡Huelga de vientres!, 5ta edición, Biblioteca Editorial Salud y Fuerza, Barcelona, 1908.

http://archivomagon.net/wp-content/uploads/2014/01/Bulffi-Huelga-de-Vientres.pdf Consultado el 25 de agosto del 2021.

  1. Edelman, Lee, “El futuro es cosa de niños”, en No al futuro: La teoría queer y la pulsión de muerte, Egales, Barcelona, 2014.

3. Faria, Catia, “El feminismo tiene más recursos que la mayoría de culturas políticas para tratar los derechos de los animales”, en Pikara Magazine, 2019. https://www.pikaramagazine.com/2019/02/rosi-braidotti/ Consultado el 25 de agosto del 2020.

  1. Firestone, Shula Mit, La dialéctica del sexo, en defensa de la revolución feminista, Ramón Ribé, Kairós, Barcelona, 1976.
  2. Gramática histórica del castellano, “Etimologías familiares”, en Gramática histórica del castellano, 2019. https://www.delcastellano.com/etimologias-familiares/#etimologia-de-familia Consultado el 4 de julio de 2020.
  1. Haraway, Donna, “Antropoceno, capitaloceno, plantacionoceno, chthuluceno: generando relaciones de parentesco”, trad. de Alexandra Navarro y María Marta Andreatta, en Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales, Año 3, Vol. 1. Junio, 2016. https://revistaleca.org/journal/index.php/RLECA/article/view/53 Consultado el 21 de julio del 2020.
  1. Haraway, Donna. “Las historias de Camille: los niños del compost”, trad. de Juan Camilo Cajigas-Rotundo, en NÓMADAS, Núm. 47, 2017, pp. 13-45. http://nomadas.ucentral.edu.co/nomadas/pdf/nomadas_47/47-1H-las%20historias.pdf Consultado el 17 de septiembre del 2021.
  1. Lagarde, Marcela, Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas y locas, XXI Editores, UNAM, México, 2005.
  2. Molano, Frank, Curso: Pandemias, capitalismo y naturaleza, 2020. https://www.youtube.com/watch?v=od0rI7ozun8 Consultado el 15 de junio del 2020.
  1. Palomar, Verea, Cristina, “Maternidad, historia y cultura”, en La ventana, Núm. 22, http://www.scielo.org.mx/pdf/laven/v3n22/1405-9436-laven-3-22-35.pdf Consultado el 25 de agosto del 2020.
  1. Paz, Octavio, “Los hijos de la Malinche”, en El laberinto de la soledad, Posdata, Vuelta a El laberinto de la soledad, FCE, México, 2004.
  2. Preciado, Beatriz, “Huelga de úteros”, en Revista números rojos, enero, 2014. https://blogs.publico.es/numeros-rojos/2014/01/29/huelga-de-uteros/ Consultado el 8 de septiembre del 2020.
  1. Stolcke, Verena, “¿Qué tiene que ver el género con el parentesco?”, en Cadernos de Pesquisa, enero-marzo, https://www.scielo.br/pdf/cp/v44n151/09.pdf Consultado el 21 de septiembre del 2020.
  1. Strauss, Lévi, Las estructuras elementales del parentesco, Paidós, España, 2012.
  2. Real Academia Española, “Parentesco”, en Diccionario de la lengua española, 2001. https://www.rae.es/drae2001/parentesco Consultado el 21 de septiembre del 2020.

 

 

 Notas

[i] Término empleado en la etnología y etología para describir lo relacionado al territorio
[ii] Verena Stolcke, ¿Qué tiene que ver el género con el parentesco?, ed. cit., p. 180.
[iii] Donna Haraway, “Las historias de Camille: los niños del compost”, ed. cit., p. 16.
[iv] Catia Faria, El feminismo tiene más recursos que la mayoría de culturas políticas para tratar los derechos de los animales.
[v] Shula Mit Firestone, La dialéctica del sexo, en defensa de la revolución feminista, ed. cit.
[vi] Lee Edelman, “El futuro es cosa de niños”, ed. cit.
[vii] Donna Haraway, “Las historias de Camille: los niños del compost”, ed. cit., p. 16.
[viii] Lee Edelman, “El futuro es cosa de niños”, ed. cit., p. 31.
[ix] Iván Dario Ávila Gaitán, De la familia multiespecie al socius como base de la sociedad: consecuencias jurídico-políticas ed.cit. https://www.youtube.com/watch?v=McR4TTWgzGI
[x] Octavio Paz, Los hijos de la Malinche, ed.cit., p. 93.
[xi] Marcela Lagarde, Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas y locas, ed. cit., p. 126.
[xii] Shula Mit Firestone, La dialéctica del sexo, en defensa de la revolución feminista, ed. cit., p. 95.
[xiii] Beatriz Preciado, Huelga de úteros, ed. cit.