¿Prevención de próximas pandemias? Análisis bioético del enfoque “Una Salud”

Fotografía: Gesshel Saldaña Herrera. Atlas Pandémico. Inspirado en la obra: Atlas de Boris Vallejo 1988

 

L. Susana Cruz Aguilar

Rebeca Pérez Flores

J. David Saldaña Herrera

 

Resumen
En julio del 2020, en plena pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, se publicó el Informe “Prevención de la próxima pandemia: enfermedades zoonóticas y cómo romper la cadena de transmisión”, en el que a través del enfoque denominado “Una Salud”, se hacen diez recomendaciones dirigidas a los tomadores de decisiones a nivel mundial, con la finalidad de prevenir futuras pandemias. En este trabajo se realizó un análisis del Informe desde una perspectiva bioética, en el que se concluye que las recomendaciones resultan insuficientes puesto que no se enfocan en la raíz del problema: la relación de dominio que tenemos con los demás animales.

Palabras clave: coronavirus, enfermedades zoonóticas, una salud, pandemias, bioética, prevención de pandemias.

 

Abstract
In July 2020, in the midst of a pandemic due to the SARS-CoV-2 coronavirus, which causes the COVID-19 disease, the Report “Prevention of the next pandemic: zoonotic diseases and how to break the chain of transmission” was published, in which through the approach called “One Health”, ten recommendations are made for decision makers worldwide, in order to prevent future pandemics. In this work, an analysis of the Report was carried out from a bioethical perspective in which it is concluded that the recommendations are insufficient since they do not focus on the root of the problem: the domain relationship that we have with the other animals.

Keywords: coronavirus, zoonotic diseases, one health, pandemics, bioethics, pandemic prevention.

 

 

  

Introducción

Mientras la pandemia por SARS-CoV-2 (COVID-19) azotaba al planeta, cobrando vidas y perturbando las economías de todo el mundo, el 6 de julio del 2020, Día Mundial de las Zoonosis, se publicó un informe titulado “Preventing the Next Pandemic: Zoonotic diseases and how to break the chain of transmission. / “Prevención de la próxima pandemia: enfermedades zoonóticas y cómo romper la cadena de transmisión.”, publicado por parte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Instituto Internacional de Investigaciones Ganaderas (ILRI, por sus siglas en inglés), en el que se advierte que, a menos que los gobiernos tomen medidas efectivas para evitar que otras enfermedades zoonóticas se transmitan a la población humana, surgirán nuevos brotes pandémicos.

Sin embargo, una vez que se analizan las diez recomendaciones plasmadas en el documento, salta a la vista que a pesar de que el mismo informe señala siete factores de origen antropogénico que muy probablemente dirigen la aparición cada vez más frecuente de zoonosis  -grupo de enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de otros animales vertebrados al animal humano- [i] y que la gran mayoría tienen que ver, de forma directa o indirecta, con la relación de dominio que ejerce el humano sobre los demás animales, consideramos que no hay una propuesta funcional que pueda prevenir futuros brotes pandémicos mientras no se reflexione respecto a la forma en la que nos relacionamos con la otredad animal, desde una perspectiva no antropocéntrica.

Este análisis se ha realizado argumentando desde una visión no antropocéntrica, sí las diez recomendaciones que enlistan para los gobiernos y los tomadores de decisiones, en donde se incluye el enfoque “Una Salud”, son medidas efectivas para la prevención de futuras pandemias o si son paliativos que perpetúan el paradigma antropocéntrico, es decir, que bajo un discurso de mejores acciones de manejo e integración interdisciplinaria, siga existiendo una relación de dominio hacia los demás animales, independientemente de las medidas preventivas adoptadas, lo cual llevaría a que siguiera ocurriendo, quizá de manera más lenta, el deterioro ambiental, pérdida de biodiversidad; y por lo tanto, la aparición cada vez más frecuente de enfermedades zoonóticas con potencial pandémico.

La intención de este texto es poner de manifiesto la necesidad urgente de tomar acciones desde un enfoque bioético, para desplazar el paradigma antropocéntrico y que se construyan formas respetuosas de relacionarnos con los demás animales, para su beneficio, el de la naturaleza y el de los humanos.

 

El especismo

De acuerdo con Cano (2015), la historia de la humanidad va intrínsecamente unida a la del resto de los animales, grupo del que formamos parte y con el que siempre hemos mantenido una relación ambivalente. Nuestra relación con los demás animales no ha sido la misma a lo largo de la historia. Desde el pensamiento antiguo, en donde el animal humano percibía a la otredad animal como entidades superiores, temidas y admiradas, como lo evidencian las pinturas rupestres de la prehistoria; muchos cambios han ocurrido hasta llegar al pensamiento moderno, en donde la percepción de los demás animales es totalmente opuesta, siendo la otredad animal inferior, discriminada y explotada para satisfacer las necesidades humanas, pensamiento consolidado en el paradigma antropocéntrico. Es decir, en la actualidad aún existe una gran distancia entre lo humano y lo animal. La interacción se mantiene gracias a los beneficios que se obtienen de sus vidas, es decir, por su valor instrumental.  Asimismo, la visión de bienestar animal que se les otorga, en cualquiera de los ámbitos de su uso y explotación, es desde la visión humana, con una connotada falta de empatía, eliminando cualquier consideración moral hacia las demás especies.

Sin embargo, los avances en la ciencia, en especial en el campo de la biología, han contribuido a la reflexión filosófica respecto a nuestra relación con los demás animales [ii] Al respecto, la bioética ha contribuido en esta reflexión mediante el desarrollo de planteamientos filosóficos posthumanistas, en donde se pretende mostrar las debilidades conceptuales del pensamiento moderno, el cual es denunciado como un producto de prejuicios, entre otros, especistas. [iii]

Hay que recordar que el humano, Homo sapiens, pertenece al reino animal, por lo que referirnos a nosotros como animales, es una forma incluyente. Al respecto, Oscar Horta dice que los humanos se han centrado en sentirse especiales y aparte del resto de los animales, por lo que el uso de los términos “animales humanos”, así como “otros animales”, “demás animales” y “otredad animal”, tienen la función ética de contrarrestar la discriminación por especie o especismo. [iv] Hay autores que prefieren el uso del término “animales no humanos”, sin embargo, consideramos que perpetúa el especismo al mantener al humano como medida, por lo que no lo utilizaremos.

 

Análisis al enfoque especista de “Una Salud”

Las diez recomendaciones prácticas para prevenir futuras pandemias presentan un enfoque denominado “Una Salud” (“One Health”) en la que se unifica el conocimiento en salud pública, salud animal y salud de los ecosistemas -cuidado del ambiente-, como el enfoque interdisciplinario más adecuado para prevenir y responder a futuros brotes con potencial epidémico o pandémico, de origen zoonótico.

Las propuestas con enfoques integradores que incluyen al medio ambiente y los ecosistemas no son nuevas, el propio Grupo de Trabajo de la iniciativa “Una Salud” (“One Health”) ya había tomado medidas oficiales en 2007, [v] y el mismo Informe del PNUMA y el ILRI que se analiza en este capítulo, incluye los enfoques “Eco Health” y “Planetary Health” pero inclinándose por el concepto de “One Health”. También hay evidencias históricas que dan cuenta de visiones integradoras entre la salud y el ambiente. Hipócrates ya proponía una interdependencia entre condiciones no habituales del ambiente, el clima, la salud y la prevalencia de enfermedades infecciosas. [vi] Asimismo, Aristóteles empleó el concepto de medicina comparativa en sus estudios de relaciones y características comunes entre los animales humanos y otros mamíferos. [vii]

En este contexto cabe hacer mención que, en 2005, se concluyó un esfuerzo mundial realizado por investigadores, conocido como la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, que en su informe “Ecosistemas y Bienestar Humano: Síntesis sobre Salud”, dio explicaciones y evidencias contundentes entre la interrelación de los ecosistemas y la salud humana, así como de la salud animal.

Por su parte, el informe, “Prevención de la próxima pandemia: enfermedades zoonóticas y cómo romper la cadena de transmisión”, identifica siete factores de origen antropogénico -efectos, resultados o procesos que son consecuencia de acciones humanas- que muy probablemente dirigen la aparición cada vez más frecuente de zoonosis. Algunos de éstos son: el incremento en la demanda de proteína de origen animal, el aumento en el uso y explotación de fauna silvestre y el cambio climático. Es de observarse que la mayoría de estos factores tienen que ver, directa o indirectamente, con el uso y la explotación de los demás animales, la cual, se deriva de la relación de dominio que tenemos sobre ellos, ya que, como ya se mencionó, se concibe al animal humano, y sus intereses, como superiores a los de las demás especies y, por lo tanto, se adjudica el derecho de explotarlos y utilizarlos con la finalidad de satisfacer sus necesidades y bienestar.

El oncólogo Van Rensselaer Potter escribió en su texto “Bioética, la ciencia de la supervivencia: [viii] “Necesitamos descubrir rápidamente el eslabón más débil en nuestro complejo ambiental y comenzar a corregir nuestros errores pasados”.

Ese eslabón es la relación que tenemos con los demás animales, por lo que debemos desplazar el paradigma antropocéntrico y actuar en consecuencia, y esto, deberá incluir a los demás animales en la comunidad moral. Esta es la forma más ética de corregir nuestros errores para asegurar la supervivencia de la vida como la conocemos en este planeta, incluyendo a la humana.

 Los siete factores antropogénicos más probables que impulsan la aparición de zoonosis.

El informe menciona siete factores de origen antropogénico que muy probablemente dirigen la aparición de enfermedades zoonóticas. Estos son: 1) incremento en la demanda de proteína de origen animal; 2) intensificación de la agricultura insostenible; 3) aumento en el uso y explotación de fauna silvestre; 4) utilización insostenible de los recursos naturales acelerados por la urbanización, cambio de uso de suelo e industrias extractivas; 5) Incremento en los viajes y la transportación; 6) cambios en el suministro de alimentos; y 7) cambio climático.

Como se puede observar, la mayoría de estos factores tienen que ver, directa o indirectamente, con nuestra relación con la otredad animal, que, aunque sea doméstica o silvestre, es de dominio. A continuación se analizará cada punto.

 

Incremento en la demanda de proteína de origen animal

Resulta evidente en cuanto al punto 1 y 3, pero hay que recordar que referente al numeral 2, “Intensificación de la agricultura insostenible”, existen reportes que indican que al menos el 50% de los granos producidos en los últimos 10 años se destinaron a la alimentación animal, y esa proporción aumentará a 70% en la próxima década. [ix] Además, la agricultura asociada a la ganadería es responsable del 91% de la destrucción de la selva amazónica, [x] lo que contribuye con el cambio climático, punto 7. De igual manera, se sabe que los gases de efecto invernadero (GEI) generados por la producción animal, también contribuyen a la inestabilidad climática, por lo que nuevamente, aunque de forma indirecta, se pone de manifiesto que la relación que tenemos con los demás animales tiene implicaciones en la emergencia de pandemias. Desde un punto de vista de ocupación del espacio geográfico, se puede destacar que la ganadería es la principal usuaria de la tierra; ocupa más de 3,900 millones de hectáreas que representan casi 30% de la superficie terrestre libre de hielo del planeta, y en diversos lugares es la fuente principal de contaminación del suelo y de emisión de nutrientes, materia orgánica, patógenos y residuos de medicamentos a ríos, lagos y zonas costeras. [xi]

En cuanto al punto 4, “Utilización insostenible de los recursos naturales acelerados por la urbanización, cambio de uso de suelo e industrias extractivas”, el Informe indica que la rápida urbanización, especialmente cuando no es planeada y con infraestructura pobre, crea novedosos y diversos contactos entre la fauna silvestre, ganado y animales humanos, contribuyendo a la emergencia de nuevas enfermedades zoonóticas con potencial pandémico. Además, el mayor movimiento de personas, otros animales, alimentos y mercancías, que están asociadas con una acelerada urbanización, muchas veces provee un terreno favorable para la emergencia y distribución de enfermedades infecciosas, incluyendo las zoonosis.

Respecto al punto 6, “Cambios en el suministro de alimentos”, el Informe menciona, entre otras cosas, que las plantas industriales de procesamiento de carne pueden ser sitios de transmisión de enfermedades y hace énfasis en la rápida expansión y el deficiente manejo de los mercados informales de fauna silvestre y productos frescos, incluyendo los llamados “mercados húmedos”, lugares de donde se cree que surgió el SARS-CoV-2, en donde animales de diversas especies, que normalmente no se encuentran cerca, conviven hacinados en lugares insalubres permitiendo la propagación de patógenos y promoviendo el salto entre especies, lo que puede incluir al animal humano. Este punto nuevamente muestra la problemática que tiene que ver con nuestra relación con los otros animales, ya que si no los tratáramos como recursos y no los usáramos, explotáramos o consumiéramos,  no ocurrirían situaciones de hacinamiento animal de diversas especies, esperando ser escogidos por los consumidores y matados en el momento de una serie de formas que ponen de manifiesto visiones y actos del comportamiento humano que van desde la indiferencia, la instrumentalización, la insensibilidad hasta la crueldad, así como hábitos de manejo de los distintos “ingredientes” de origen biológicos de manera imprudente (consumo de especies vegetales y animales con toxinas),  insalubre, y de alto riesgo por ser materiales biológico-infecciosos. Podemos inferir que esto se da por falta de conocimiento de los impactos al medio natural y al mismo animal humano, o por carencia de empatía hacia las otras especies, o bien, quizá nos supera en mucho la ambición por obtener ganancias económicas; el hecho irrefutable es que estas formas de actuar se replican en todo el planeta.

Finalmente, en cuanto al último punto, “Cambio climático”, el Informe menciona que muchas zoonosis son sensibles al clima y que la pérdida de biodiversidad bajo condiciones ambientales cambiantes podría resultar en el establecimiento de otras especies ocupando el nicho ecológico resultante de aquellas que desaparecieron -fenómeno del nicho vacío- [xii] permitiendo el contacto entre animales de distintas especies que antes no ocurría, lo que favorece la transmisión de patógenos que finalmente pueden llegan a la población humana, dada la cada vez mayor cercanía entre el animal humano y los demás animales, por el ya mencionado crecimiento de la urbanización, y así provocar una zoonosis.

Todo lo anterior indica que es justamente la forma en la que nos relacionamos con la otredad animal, la principal responsable de la emergencia y distribución de enfermedades zoonóticas con potencial pandémico, las cuales tienen un efecto devastador en la economía de las naciones, particularmente aquellas pobres o en vías de desarrollo, además de la evidente afectación a la salud de las personas, la cual también contribuye a minar la economía debido al decremento de la productividad, así como el costo en los tratamientos de las personas afectadas.

Cabe subrayar que la zoonosis no es el único problema de salud ocasionado por el humano relacionado con la visión antropocentrista de consumo de otras especies, en conjunto con la incapacidad de considerar el vínculo con la naturaleza y los impactos derivados de sus actividades, la especie humana, ya sea justificado en subsistencia, cultura, economía o incluso por cuestiones esotéricas, ha generado efectos graves en detrimento de los ecosistemas y sin darse cuenta, en su salud.

Entre uno de los casos graves de daños a la salud, distintos a la zoonosis, encontramos la presencia de mercurio en peces de todo el mundo. Un caso particular que derivó en múltiples estudios, fueron los brotes de intoxicación en varios lugares de Japón, siendo los casos más conocidos en Minamata y Niigata; en la década de 1950, más de 21,000 personas presentaron reclamaciones ante el gobierno japonés como víctimas, casi 600 personas murieron y 3,000 fueron certificadas como portadores de lo que se conoció como enfermedad de Minamata; Estos brotes fueron causados por descargas industriales de mercurio en aguas costeras o ríos; los peces que fueron contaminados por estos vertidos fueron posteriormente capturados y consumidos por los residentes locales[xiii]. Es preciso reflexionar que no solo los animales humanos fueron dañados, también el ecosistema, peces, especies silvestres que se alimentan de peces e incluso animales domésticos como los gatos resultaron afectados.

 

La relación con los demás animales a lo largo de la historia

Nuestra relación con los demás animales no ha sido la misma a lo largo de la historia. Desde el pensamiento antiguo, en donde el animal humano percibía a la otredad animal como entidades superiores, temidas y admiradas, como lo evidencian las pinturas rupestres de la prehistoria; muchos cambios han ocurrido hasta llegar al pensamiento moderno, en donde la percepción de los demás animales es totalmente opuesta, siendo la otredad animal inferior, discriminada y explotada para satisfacer las necesidades humanas, pensamiento consolidado en el paradigma antropocéntrico. Es decir, en la actualidad aún existe una gran distancia entre lo humano y lo animal.  La interacción se mantiene gracias a los beneficios que se obtienen de sus vidas, es decir, por su valor instrumental.  Asimismo, la visión de bienestar animal que se les otorga, en cualquiera de los ámbitos de su uso y explotación, es desde la visión humana, con una connotada falta de empatía, eliminando cualquier consideración moral hacia las demás especies.

Sin embargo, los avances en la ciencia, en especial en el campo de la biología, han contribuido a la reflexión filosófica respecto a nuestra relación con los demás animales. [xiv] Al respecto, la bioética ha contribuido en esta reflexión mediante el desarrollo de planteamientos filosóficos posthumanistas, en donde se pretende mostrar las debilidades conceptuales del pensamiento moderno, el cual es denunciado como un producto de prejuicios, entre otros, especistas. [xv]

 

Situación de los animales en vida silvestre ante la producción animal.

La Directora Ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen, en el mismo Informe (Prevención de la próxima pandemia: enfermedades zoonóticas y cómo romper la cadena de transmisión), refiere que: “La ciencia es clara en que si seguimos explotando la vida silvestre y destruyendo nuestros ecosistemas, entonces podemos esperar ver un flujo constante de estas enfermedades saltando de los animales a los humanos en los próximos años”.

Es necesario enfatizar que los animales en estado silvestre, al estar en su hábitat natural, no representa ninguna amenaza para los animales humanos ni para los demás animales. Las actividades antropogénicas -acciones y omisiones- son las que han causado cambios drásticos en los ecosistemas con sus respectivos impactos en la vida silvestre -salud, distribución, abundancia e interacciones-. Asimismo, han exponenciado el número de especies introducidas.

A diario, miles de especies silvestres-nativas y endémicas, son obligadas a competir por espacio y recursos vitales para su subsistencia. Estos brotes fueron causados por descargas industriales de mercurio en aguas costeras o ríos; los peces que fueron contaminados por estos vertidos fueron posteriormente capturados y consumidos por los residentes locales. Son desplazadas o exterminadas por la introducción de otros individuos -que se utilizan en la producción-, que también son utilizados y explotados. “La ganadería es, con gran diferencia, la actividad humana que ocupa una mayor superficie de tierra. El área total dedicada al pastoreo equivale al 26 por ciento de la superficie terrestre libre de glaciares del planeta, mientras que el área destinada a la producción de forrajes representa el 33 por ciento del total de tierra cultivable”. [xvi]

Esta situación, ha ocasionado inequitativos enfrentamientos entre ganaderos y animales silvestres.  Es así como algunas especies de mamíferos -lobos, osos, jaguares, coyotes, zorros, murciélagos hematófagos, entre otros-, al ver reducido su territorio y al escasear su alimento, se acercan a cazar a los rebaños y producciones intensivas de animales domésticos; tal acción de supervivencia representa una amenaza a las ganancias económicas de los ganaderos, lo que los convierte en el enemigo al que hay que erradicar y son atrapados para ser traficados o matado. El desenlace es obvio, pues está llevando a estas especies al borde de la extinción, desestabilizando el ecosistema y contribuyendo con la pérdida de biodiversidad.

Otra de las consecuencias de las actividades de producción animal, es la destrucción de especies vegetales nativas y endémicas. Al incrementarse el número de animales destinados al consumo humano, se deforestan grandes extensiones para dar paso a la agricultura de granos y forraje vinculada a la ganadería.

Esto, sin dejar de mencionar que las actividades ganaderas son grandes consumidoras de los elementos -recursos- agua, energía, tierra, etc.  Así como de la contaminación de espacios naturales terrestres, de agua dulce y marítimos; y por ende de las zonas muertas.

Respecto a la distribución total de biomasa de mamíferos, “los humanos y animales destinados a su consumo, constituimos el 96% de esta biomasa de mamíferos en el mundo. Todas las otras especies de mamíferos silvestres son sólo el 4% incluyendo los marinos.  Representamos solo el 0,01% del total de toda la biomasa del planeta incluyendo plantas, microorganismos, mamíferos, aves e insectos, pero hemos destruido el 83% de la biomasa de los mamíferos terrestres, el 80% de los mamíferos acuáticos, el 15% de los peces y hasta el 50% de la biomasa de las plantas. Sin duda un 0,01% con mucha influencia que al día de hoy puede decirse que controla la biomasa del planeta Tierra. Una evidencia más de que la crisis ecológica está sólo en nuestras manos.” [[xvii]]

 

Distribución actual de la biomasa entre los mamíferos.
Fuente: Richter-Boix, A., HUMANOS: el 0,01% que altera el mundo, 2018.
https://social.shorthand.com/BoixRichter/3g8SfVJqjt/humanos-el-001-que-altera-el-mundo)

 

“Cabe mencionar, que nuestra influencia no se queda restringida al grupo de las especies enunciadas anteriormente, sino que se extiende hasta el de las aves. Allí encontramos una situación semejante, donde el 71% de la biomasa aviar del mundo está constituida principalmente por las aves de corral que se destinan al consumo humano.” [[xviii]]

 

Distribución actual de la biomasa entre las aves.

Fuente: Richter-Boix, A., HUMANOS: el 0,01% que altera el mundo, 2018. https://social.shorthand.com/BoixRichter/3g8SfVJqjt/humanos-el-001-que-altera-el-mundo)

 

Al respecto, investigadores, académicos y científicos han manifestado que estamos atravesando la sexta extinción masiva, que a diferencia de las anteriores que sucedieron por causas naturales, esta es principalmente por causas antropogénicas. En 2007, el secretario ejecutivo de la Convención para la Diversidad Biológica de la ONU, Ahmed Djoghlaf, en un mensaje con ocasión del Día Internacional de la Biodiversidad, expresó: “Cada hora, tres especies desaparecen. Cada día, más de 150 especies se pierden. Cada año, entre 18.000 y 55.000 especies se convierten en extintas.” Esta cifra, en otras circunstancias, afirman investigadores del Instituto de Ecología de la Universidad Autónoma de México, habría tardado entre 800 y 10.000 años en suceder. Por lo que estamos ante una tasa de extinción cien veces superior a la normal.

Aunado a la extinción, las actividades humanas insostenibles incrementan la frecuencia de microorganismos patógenos que saltan entre distintos animales; por ejemplo, la pérdida de hábitats, con el consecuente acercamiento entre especies, facilita la transmisión de enfermedades. De hecho, la mayoría de las enfermedades infecciosas que han surgido en la humanidad desde la década de 1940 han provenido de animales silvestres, destaca el informe de la FAO “Ganadería Mundial 2013: Un panorama de enfermedades cambiante”. En otros casos, ocurre lo contrario: el ganado introduce patógenos en áreas naturales, afectando a la salud de los animales en estado silvestre. [xix]

Diversas investigaciones han señalado el hecho de que no solo va en aumento el consumo de la carne de los animales domésticos que tradicionalmente se utilizan y explotan, sino que también hay un creciente mercado y crianza de especies silvestres con fines alimenticios. “Este es uno de los factores que explican la aparición del SARS-CoV y el SARS-CoV-2 en Asia Oriental y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), transmitido por los dromedarios a los humanos al pasar de los sistemas de producción de camellos extensivos a los intensivos. Identificada por primera vez en Arabia Saudita, ahora la enfermedad se ha extendido a 27 países.” [xx]

 

Enfermedades zoonóticas

Las pandemias son devastadoras para nuestras vidas y nuestras economías y, como hemos visto en los últimos meses, son los más pobres y los más vulnerables los que más sufren. Para prevenir futuros brotes, debemos ser mucho más deliberados sobre la protección de nuestro medio ambiente natural. [xxi]

Como se mencionó anteriormente, el SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, no es el único virus que ha ocasionado enfermedades de origen zoonótico en la población humana. El Ébola, SARS, MERS, SIDA, la Gripe aviar, la Gripe porcina, son algunos de los padecimientos con gran impacto que han surgido en las últimas décadas. De hecho, el Informe indica que se estima que el 60% de los 1400 microorganismos patógenos conocidos hasta ahora que causan infecciones en el animal humano, se originan en otros animales, además, de todas las enfermedades infecciosas humanas nuevas y emergentes, un 75% se trata de “especies que brincan” de otros animales al animal humano, y como se mencionó anteriormente, la mayoría de las zoonosis ocurren indirectamente, a través del sistema alimentario.

“Las personas recuerdan la pandemia de influenza de 1918–1919 y piensan que tales enfermedades ocurren una sola vez en un siglo. Pero eso ya no es cierto. Si no restauramos el equilibrio entre el mundo natural y el humano, estos brotes serán cada vez más frecuentes”, dice Maarten Kappelle, jefe de evaluaciones científicas del PNUMA.

 

Análisis de las diez recomendaciones del enfoque “Una Salud”                                                 

El informe, con base en el enfoque multidisciplinar “Una Salud”, indica diez recomendaciones prácticas que los gobiernos y tomadores de decisión pueden implementar para prevenir futuros brotes zoonóticos:

 

  1. Invertir en enfoques interdisciplinarios, incluido “Una Salud”;
  2. Ampliar la investigación científica sobre enfermedades zoonóticas;
  3. Mejorar los análisis de costo-beneficio de las intervenciones para incluir la contabilidad del costo total de los impactos sociales de las enfermedades;
  4. Sensibilización sobre las enfermedades zoonóticas;
  5. Fortalecimiento de las prácticas de seguimiento y regulación asociadas con las enfermedades zoonóticas, incluidos los sistemas alimentarios;
  6. Incentivar las prácticas sostenibles de gestión de la tierra y desarrollar alternativas para la seguridad alimentaria y los medios de vida que no dependan de la destrucción de los hábitats y la biodiversidad;
  7. Mejorar la bioseguridad y el control, identificando los principales impulsores de las enfermedades emergentes en la cría de animales y fomentando la gestión probada y las medidas de control de enfermedades zoonóticas;
  8. Apoyar la gestión sostenible de paisajes terrestres y marinos que mejoren la coexistencia sostenible de la agricultura y la vida silvestre;
  9. Fortalecimiento de las capacidades de los interesados en la salud en todos los países;
  10. Poner en práctica el enfoque Una Salud (One Health) en la planificación, implementación y seguimiento del uso de la tierra y el desarrollo sostenible, entre otros campos.

 

Como se puede apreciar, las recomendaciones perpetúan las prácticas de explotación de los demás animales, empeñándose en prosperar sus producciones y aprovechamientos con un carácter supuestamente sostenible; sin embargo, no considera el espacio y los recursos cada vez más insuficientes para la cantidad que se demanda, lo cual resulta contradictorio.

El punto 1 refiere a la búsqueda de un trabajo interdisciplinar, sin embargo, no se hace mención a la ética ni a la empatía hacia los demás animales.  Ejemplo de ello, es el concepto de “Un Bienestar” (One Welfare), que los científicos desarrollan como una alternativa a “Una Salud” (One Health), en el que se pretende reconocer la interconexión entre el bienestar animal, el bienestar humano y el medio ambiente.

“Hay una gran variedad de áreas multidisciplinares donde diferentes profesiones y disciplinas pueden trabajar conjuntamente para lograr objetivos comunes y mejorar el bienestar conjunto de animales y humanos.” [xxii] Sin embargo, el llamado a las mejoras no está encaminado a la eliminación de la producción de otros animales, sino en la mera reducción del abuso y el maltrato. Asimismo, el enfoque “Un Bienestar” (One Welfare) refiere a que “existe una evidencia significativa para demostrar que aquellos que maltratan y abusan de animales también suelen maltratar y abusar de las personas vulnerables que les rodean, como son las mujeres, los menores de edad y los ancianos.” Pero dentro del análisis no se toma en cuenta la violencia que representa el matar a un individuo al que se le ha criado con el único fin de servir como alimento o materia prima; así sea de la forma más “humanitaria” posible.

De la misma forma, referente al punto 2, se debe considerar que la investigación científica también involucra el uso de otros animales, manteniendo la relación de dominio, y a quienes se les somete a procedimientos inimaginables de realizar en el animal humano, por lo que es claro que en la ciencia también hay especismo sustentado por el paradigma antropocéntrico. De hecho, en la gran mayoría de los casos, los animales sometidos a experimentación se encuentran hacinados, lo que puede representar un riesgo biológico para la generación de enfermedades zoonóticas. Es por ello que se propone transitar a una investigación científica ética, en la que se apueste a la utilización de alternativas en lugar de emplear a otros animales y, en caso de no haberlas, invertir recursos que permitan su desarrollo.

El llevar a cabo nuestra vida cotidiana -alimentación, vestimenta, aseo personal y uso de medicamentos, etc.-, implica la utilización de forma directa e indirecta de millones de animales domésticos y silvestres. Hemos crecido en una sociedad antropocéntrica y uno de los problemas importantes al que tenemos que enfrentarnos es luchar contra las normalización cultural que nos impiden ver la violencia permanente que ejercemos hacia los demás animales.

Es por ello que la información sobre enfermedades zoonóticas que se difunde con motivo de sensibilizar a la población, como se marca en el punto 4, debe ser ética, integral y congruente. Como menciona Miguel A. Capo “Es necesario tener una perspectiva ética para poder observar que la responsabilidad del ser humano sobre la naturaleza es inseparable sobre la responsabilidad sobre sí mismo”. Es por ello que dentro del contenido debería de enfatizar que el problema principal es la relación que los humanos tenemos con los demás animales, así como las alternativas que estimulen el cambio de hábitos, de otra forma, se sigue atendiendo a la consecuencia y no a las causas reales que dan origen a las pandemias.

Por otro lado, el seguir buscando soluciones bajo el paradigma de la sostenibilidad, como refieren los puntos 6, 8 y 10, es seguir alentando la pérdida de los ecosistemas. “Las políticas del desarrollo sostenible buscan armonizar el proceso económico con la conservación de la naturaleza favoreciendo un balance entre la satisfacción de necesidades actuales y las de las generaciones futuras. Sin embargo, pretende realizar sus objetivos revitalizando el viejo mito desarrollista, promoviendo la falacia de un crecimiento económico sostenible de forma infinita sobre la naturaleza limitada del planeta.” [xxiii] Por lo que se debe transitar a propuestas que tengan como objetivo la construcción de sociedades menos consumistas, más informadas y sobre todo incluyentes de los demás animales y la naturaleza.

Sugiero incorporar un subtítulo sobre propuestas y ahí desarrollar la importancia del decrecimiento, cambio de dieta, el principio de no interferencia, la actitud bioética hacia todos los vivientes, etc.

 

Conclusión

De acuerdo con el Informe el deterioro ambiental está íntimamente relacionado con la aparición de nuevos patógenos con potencial pandémico, no obstante, defiende insistentemente las prácticas basadas en el mismo precepto de desarrollo continuo sin considerar la finitud del planeta, por ello es necesario replantear las acciones  y recomendaciones expuestas de manera más profunda, y considerar que para atacar el problema de mejor manera y evitar una serie de problemáticas ambientales y de salud que están interrelacionadas y que aquejan a la humanidad, es necesario replantear la concepción clásica de la naturaleza y ampliar el círculo de consideración moral hacia los demás animales, es decir, desplazar el paradigma antropocéntrico y reflexionar respecto a nuevas formas de relacionarnos con la otredad animal que permitan una convivencia ética, respetuosa y solidaria. Podemos advertir que el problema principal es la relación especista que tenemos con los demás animales.

Las recomendaciones emitidas en el Informe, comprueban una vez más lo inseparable que ha resultado del discurso histórico sobre crecimiento, la explotación de los demás animales y de la naturaleza por todos los medios y a cualquier costo. Ya sea llamándolo sustentable, holístico, crecimiento verde, ecológico, o “Una Salud”, sólo se percibe que se introducen estos conceptos en las agendas nacionales e internacionales como eufemismos para perpetuar la dominación y el aprovechamiento desmedido de la naturaleza. Los hechos contemporáneos, conllevan a que deben tomarse decisiones más de fondo, pues actualmente, ya debería de plantearse en los ámbitos de la política internacional la suspensión del consumo de proteína animal, o al menos la disminución drástica de esta, y un cambio radical de los objetivos del desarrollo para atender el antagonismo naturaleza-crecimiento y con ello, replantear nuestra relación con el resto del reino animal como parte integral de este, y no como algo ajeno al animal humano. De lo contrario es de esperarse que sucedan colapsos sanitarios y otros efectos antropogénicos negativos, con altos impactos económicos, sociales y ambientales antes de que termine el presente siglo.

 

 

 

Bibliografía

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  2. Cano Herrera, Mercedes, “Relaciones entre animales humanos y no humanos a lo largo de la Historia”, en El Diario.es, marzo, 2015. https://www.eldiario.es/caballodenietzsche/relaciones-animales-humanos-largo-historia_132_4326282.html Consultado el 19 de febrero de 2021.
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 Notas

 

[i] Organización Mundial de la Salud, “Zoonosis y medio ambiente”, ed. cit.
[ii] Gino Jafet Quintero Venegas, et al., “Geografía de los animales: construcción filosófica de una subdisciplina científica a través de su historia”, ed. cit., p.19.
[iii] Antonio Diéguez, Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano, ed. cit., pp. 43.
[iv] Oscar Horta, Un paso adelante en defensa de los animales, ed. cit., p.20
[v] Loonie J. King, et al., “Executive summary of the AVMA One Health Initiative Task Force report”, ed. cit.
[vi] Pablo Zunino, “Historia y perspectivas del enfoque ‘Una Salud’”, ed. cit., p. 46.
[vii] B. R. Evans, y F.A. Leighton, “A history of One Health”, ed. cit., p. 413.
[viii] Van Rensselaer Potter, “Bioética, la ciencia de la supervivencia”, ed. cit., p.132.
[ix] NutriNews, “Hasta un 70% de la producción de grano mundial se destinará a la alimentación animal”, ed. cit.
[x] Sergio Margulis, Causes of Deforestation of the Brazilian Amazon, ed. cit., pp.5.
[xi] Rosario Pérez Espejo, “El lado oscuro de la ganadería. Problemas del desarrollo”, ed.  cit., p.219.
[xii] Granado Lorencio, Carlos, “Las comunidades de los organismos de los ecosistemas acuáticos españoles: conservación y gestión”, ed. cit.
[xiii] Philip W. Davidson, et al., “Mercury exposure and child development outcomes”, ed. cit., p. 1023.
[xiv] Gino Jafet Quintero Venegas, et al., “Geografía de los animales: construcción filosófica de una subdisciplina científica a través de su historia”, ed. cit., p.19.
[xv] Antonio Diéguez, Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano, ed. cit., pp.43.
[xvi] FAO, La larga sombra del ganado: problemas ambientales y opciones, ed. cit., p. xxi.
[xvii] Alex Richter-Boix, “HUMANOS: el 0,01% que altera el mundo”, ed. cit.
[xviii] Una de las secciones más interesantes del estudio The biomass distribution on Earth https://www.pnas.org/content/pnas/early/2018/05/15/1711842115.full.pdf del cual emana el artículo de Richter-Boix, es aquella en la que se evalúa el efecto pasado del humano sobre el resto de los organismos. Usando diferentes métodos para estimar la biomasa en el pasado y comparándola con la del presente, se puede evaluar desde una perspectiva diferente los efectos del Antropoceno. Si bien conocemos bien, y se ha hablado mucho de la pérdida de biodiversidad desde la aparición del humano, tanto como para asignarnos la responsabilidad de la sexta extinción masiva registrada en la historia terrestre.
[xix] FAO, “El aumento de las enfermedades de origen animal requiere un nuevo enfoque”, ed. cit.
[xx] Romina Viscarret, “Un nuevo informe de la ONU relaciona la creciente demanda de productos animales con futuras pandemias”, ed. cit.
[xxi] Sean Fleming, “Es hora de tomar en serio las causas de las pandemias: Informe de la ONU”, ed. cit.
[xxii] R. García Pinillos, et al., “One Welfare – a platform for improving human and animal welfare”, ed. cit., p. 629.
[xxiii] Autores varios, “Manifiesto por la vida. Por una ética para la sustentabilidad”, ed. cit., p. 149.