Lago del Bosque de San Juan de Aragón, fotografía de Gabino Lucio Rivera Hernández
Resumen
En este artículo se aborda una propuesta educativa a partir de analizar dos aspectos. El primero, el antropocentrismo como un paradigma que ha marcado nuestra sociedad; el segundo, la relación que el ser humano ha establecido con el resto de los seres vivos al considerarse superior por su inteligencia. Ambos aspectos han contribuido al deterioro de las condiciones del planeta con graves consecuencias para la vida de los seres vivos incluyendo al propio ser humano. Por tanto, se invita a reflexionar sobre un nuevo comportamiento a través de una línea educativa que considere todas las formas de vida.
Palabras clave: antropocentrismo, ética animal y ambiental, educación en valores ambientales, sustentabilidad.
Abstract
This article addresses an educational proposal from analyzing two aspects. The first, anthropocentrism as a paradigm that has marked our society; the second, the relationship that the human being has established with the rest of the living beings when considering himself superior for his intelligence. Both aspects have contributed to the deterioration of the planet’s conditions with serious consequences for the life of living beings, including human beings. Therefore, it is invited to reflect on a new behavior through an educational line that considers all forms of life.
Key words: anthropocentrism, animal and environmental ethics, education in environmental values, sustainability.
Introducción
El pensamiento occidental, desde los planteamientos éticos de Aristóteles, no consideran al resto de los seres vivos como seres con derechos. Platón piensa que el logos sólo le pertenece al ser humano y el resto de los seres vivos carecen de razón. Asimismo, se aprecian estos planteamientos en la filosofía de Heidegger (cuestión del Ser). Este tipo de pensamiento se ha visto reforzado por la tradición judeocristiana la cual establece que el hombre dominará sobre el resto de las especies, es decir, la tradición religiosa asentada en una tradición metafísica teológica y moral. En toda la historia de la religión católica sólo un hombre le otorgo un planteamiento ético a los animales, San Francisco de Asís, quien se destacó por mantener una relación con la naturaleza que le permitió plantear la cuestión ecológica como una conciencia colectiva de la humanidad.
Frente a esta línea filosófica se plantea un nuevo paradigma que comprende el respeto para cada uno de los integrantes de la comunidad planetaria; a través de esta filosofía se deja ver otra manera de ser en el mundo, totalmente distinta a la planteada por la modernidad. Pues ésta se sitúa por encima de las cosas para poseerlas y dominarlas, aquella, la de San Francisco, se pone a su lado para amarlas y convivir con ellas como hermanos y hermanas de una casa común. A partir de la filosofía franciscana es posible establecer una ética del respeto a la naturaleza en el uso racional de los recursos. Sin embargo, los planteamientos éticos sobre la naturaleza expuestos por San Francisco quedaron olvidados en el tiempo, en realidad se habló muy poco en los siguientes siglos. Es en 2015 cuando el Papa Francisco los retoma y los expone en la Carta Encíclica. “Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común”, donde en seis capítulos se plantea la situación de deterioro ecológico que presenta la Tierra.
Filosofía y religión han jugado un papel decisivo para la hegemonía antropocéntrica, en este sentido, se ha configurado el modelo antropocéntrico que tanto daño ha causado a los seres vivos y al medio ambiente, pues como afirma Haraway los procesos antropocéntricos han tenido efectos planetarios inter/intra acción en casi todas las especies que habitan el planeta Tierra, pues “ninguna especie actúa sola, ni siquiera nuestra propia arrogante especie que pretende estar constituida por buenos individuos según los guiones occidentales llamados modernos; los ensamblajes de especies orgánicas y de actores abióticos hacen historia, de tipo evolutivo y también de otros tipos”. [1] Asimismo, esta autora habla del Antropoceno [2] y del Capitaloceno, al respecto nos dice, estos tiempos son tiempos de urgencia para todas las especies, tiempos de muertes y extinciones masivos, de avalanchas, de desastres cuyas impredecibles especificidades son tomados estúpidamente como si fuera la ininteligibilidad en sí misma.
Los planteamientos de la filosofía y la religión judeocristiana han perfilado la no existencia de un paradigma que posibilite una ética animal, sin reconocer que el ser humano es el heredero de una tradición evolutiva expuesta en un inicio por Charles Darwin en su obra “El origen de las especies”, la que da inicio a la biología evolutiva, por lo que se puede afirmar que la evolución es creadora y conservadora de la vida. La teoría evolutiva es reforzada por dos ciencias que surgen en el siglo XX, la genética y la genómica; esta última ha establecido la secuencia del ácido desoxirribonucleico (DNA) de diversos seres vivos lo que ha permitido establecer los vínculos biológicos que existen entre éstos, así se ha determinado el enorme parentesco que existe entre los grandes simios y el ser humano. No debemos olvidar que, como una especie más, somos resultado de la evolución por medio de la selección natural, por tanto, compartimos información genética en diversos grados con todas las especies que habitan o han habitado la Tierra. Como lo afirma Sarukhan, “nuestra responsabilidad debe ser con todas las especies con la que compartimos este planeta y no solamente con los que consideramos que tienen ‘sensibilidad’, un término que por otra parte tiene connotaciones antropocéntricas”. [3]
Aunado a lo anterior, encontramos un modelo económico cuya línea directriz es el crecimiento de las economías de la mayor parte de los países, sin embargo, estas economías no producen bienestar sino inequidad y degradación ambiental, hecho que se aprecia en los indicadores de sustentabilidad ambiental del planeta de acuerdo con los datos que proporciona el “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo” (PNUD). En estos términos, los ciudadanos de los países llamados “desarrollados” consumen más recursos naturales y energéticos, y contaminan en forma desproporcionada, es decir, utilizan un espacio ecológico mucho más extenso que lo que les corresponde, en este contexto, estamos en un punto donde la humanidad ha sobrepasado la capacidad ecológica de la Tierra por deterioros ambientales acumulados. Muchos de los problemas ambientales se han originado por la actividad humana para satisfacer sus necesidades no sólo básicas sino también superfluas.
En los últimos cuatro siglos el ser humano ha desarrollado un modelo de sociedad y el sentido de la vida caracterizado por la utilización de todas las fuerzas y energías de la naturaleza y las personas. Este paradigma comprende una serie de ideas y valores relacionados con diferentes corrientes culturales de occidente (la Revolución Científica, el Siglo de las Luces y la Revolución Industrial) que incluye el método científico como único camino valido para llegar al conocimiento. Este enfoque vislumbra la vida en sociedad como una lucha competitiva por la existencia y el crecimiento tecnológico y económico para lograr un progreso material ilimitado. Los fundadores del paradigma moderno, Galileo Galilei, René Descartes, Francis Bacon, Isaac Newton, entre otros, sientan las bases de esa concepción del mundo. Para ellos la ciencia y la técnica son los grandes instrumentos para la conquista de la naturaleza. Así Descartes, en su “Discurso del Método” afirma que nuestra intervención en la naturaleza busca hacernos poseedores de ella. Esta forma de pensamiento creó el mito del Prometeo indomable, es decir, situar al ser humano por encima de todas las cosas para hacer de ellas instrumento de felicidad y progreso. Ante las actuales condiciones del deterioro de la Tierra, así como el cambio climático urge un cambio de paradigma pues de él se desprende toda una maquinaria de muerte. Es necesario reconsiderar el rumbo y el sentido de la ciencia y la técnica, así como el lugar del ser humano en la Tierra.
Para los especialistas del clima los seres humanos siempre han modificado su entorno, sin embargo, en tiempos actuales se han rebasado los límites que han puesto en peligro no sólo la supervivencia de miles de especies animales sino el propio ser humano. Para Latour, “lo que se llama ‘civilización’, digamos las costumbres adquiridas en el curso de los diez últimos milenios, se ha desarrollado, explican los geólogos, en una época y un espacio sorprendentemente estables”[4]. Sin embargo, la tecnosfera sólo consigue el bienestar material de unos pocos individuos y, por el contrario, crea pobreza y miseria en gran parte de la población del planeta, así como la destrucción de gran número de especies biológicas. Ante tales manifestaciones, se insiste en la responsabilidad ética de cuestiones inherentes a la crisis ecológica. Es necesario cambiar la tecnosfera por una ecotecnología que permita desarrollar técnicas y procedimientos que tengan como objetivo, preservar o disminuir los efectos no deseados sobre las poblaciones y la naturaleza. En este contexto, es importante identificar las causas de la depredación y agresión a la naturaleza; la ética no puede continuar delimitada a su antiguo marco que se circunscribe a las relaciones interhumanas, sin percatarse y abordar el impacto ético del desarrollo de la ciencia y la tecnología están produciendo en la organización social y política de las sociedades tecnológicas. Toda esta concepción sobre la ética ambiental debe pasar de concebir al hombre como dueño y propietario del medio ambiente a una nueva concepción, el ser humano como un miembro más de la comunidad biótica. Por supuesto que esto implica superar la concepción antropocéntrica al considerar a los animales no humanos, el planeta en su conjunto como miembros de un alto grado de organización. Frente a este panorama, “el orden ha sido retejido: los seres humanos son de y están en la tierra, y los poderes bióticos y abióticos de esta tierra son la historia principal”. [5]
La teoría de Gaia [6] parte de las investigaciones de Lovelock quien describe a Gaia como un sistema de control para la Tierra, un sistema autorregulador, es decir, la biosfera como una entidad autorregulada con capacidad para mantener la salud del planeta mediante el control químico y físico. La percepción de la Tierra como un sistema único, para Lovelock es esencialmente fisiológica. Pues, se ocupa del funcionamiento de la totalidad del sistema, no de sus partes separadas del planeta dividido arbitrariamente en biosfera, atmosfera, litosfera e hidrosfera, que considera a la Tierra como un planeta muerto, hecho de piedras, océanos y atmósfera inanimada todo ello habitado por la vida. La perspectiva holística considera a la Tierra como un sistema real que abarca todas las formas de vida y su ambiente, emparejados tan fuertemente que forman una entidad autorreguladora, tan viva como un árbol. En el marco de estas características, Lovelock se cuestiona si el hombre tecnológico es aún parte de Gaia o es ajeno a ella en una o varias formas. Para dar respuesta a este interrogante, Lovelock se apoya en su colega Lynn Margulis [7], concluyendo que “nos guste o no y con independencia de lo que podamos hacer al sistema total continuaremos incluidos (aunque ignorándolo) en el proceso regulador de Gaia” [8]. Asimismo, para Lovelock la especie humana, desde su aparición ha formado, como las demás especies, parte de Gaia, y como ellas tomando parte inconsciente en el proceso de homeostasis planetaria. Sin embargo, durante los últimos siglos, nuestra especie junto con sus cosechas y su ganado han crecido al punto de convertirse en parte sustancial de la biomasa total, mientras la porción de energía, información y materias primas utilizadas han crecido a ritmo incluso más rápido debido al efecto magnificador de la tecnología. “No existen recetas, no hay códigos para vivir en el sueño de Gaia. Sólo las consecuencias de nuestros actos, cada cual de los suyos”. [9] De cara a este panorama, es importante que el ser humano tome conciencia de que no debe seguir creciendo a expensas del resto de la biosfera, mientras al mismo tiempo la contaminación industrial, los agentes químicos y antibióticos envenenan a las criaturas en sus hábitats.
De acuerdo con Sarukhan, “nuestra evolución cultural nos ha permitido generar la capacidad de alterar profundamente no solamente el contexto ambiental del proceso evolutivo, sino incluso estamos muy cerca de alterar -por nuestros avances tecnológicos-, el proceso mismo de la evolución” [10]. La biotecnología ha permitido manipular la realidad conocida, de transformarla de acuerdo con intereses prácticos humanos, es decir, el mundo se ha moldeado para ajustarlo a las necesidades del ser humano, destruyendo hábitats y extinguiendo especies. Hecho que se aceleró estrepitosamente a partir de la Revolución Industrial que se inició en la Inglaterra del Siglo XIX; las máquinas hicieron su aparición afectando no sólo la vida cotidiana del ser humano, en cuanto el tipo de trabajo o la concepción del tiempo, [11] transformado este último en horarios para toda actividad humana hasta llegar a una red global; esta revolución también mecanizó a las plantas y a los animales.
En la época en que Homo sapiens era elevado al nivel divino por las religiones humanistas, los animales de granja dejaron de verse como criaturas vivas que podían sentir dolor y angustia, y en cambio empezaron a ser tratados como máquinas. En la actualidad, estos animales son producidos en masa en instalaciones que parecen fábricas y su cuerpo se modela según las necesidades industriales. Pasan su vida como ruedas de una línea de producción gigantesca, y la duración y calidad de su existencia están determinadas por los beneficios y pérdidas de las empresas. Incluso cuando la industria se ocupa de mantenerlos vivos, razonablemente saludables y bien alimentados, no tienen ningún interés intrínseco en las necesidades sociales y psicológicas de los animales, excepto cuando estas tienen un impacto directo en la producción. [12]
Es importante resaltar que no existe una neutralidad en la tecnociencia, específicamente, en la biotecnología, la cual ha posibilitado una destrucción exponencial de la biodiversidad. La biotecnología ha rebasado limites inimaginables lo cual se puede ver en el contexto de la pandemia del Covid-19. Un aspecto por mencionar es que actualmente es muy diferente la producción de vacunas, lejos quedaron los científicos altruistas que buscaban una vacuna para la viruela (Eduardo Jenner), la rabia (Luis Pasteur) o la poliomielitis (Jonas Salk), ellos lo compartieron sus descubrimientos con la humanidad sin ningún interés económico. [13] En estos tiempos las patentes de los descubrimientos de la biotecnología pertenecen a los grandes corporativos del campo de la biotecnología; los multimillonarios del mundo son los dueños de las empresas de biotecnología. Por ejemplo, el precio de las acciones de la farmacéutica Moderna, en Estados Unidos, se dispararon cuando anunció su vacuna mRNA-1273, convirtiéndose el presidente de esta farmacéutica en un nuevo multimillonario de la noche a la mañana. La carrera por la creación de una vacuna no posibilita saber que tan efectiva pueda ser en cuanto al tipo de inmunidad que produzca y si habrá que aplicar una o varias dosis que sin duda representará mayores ingresos para las farmacéuticas.
En la línea del antropocentrismo, la naturaleza está convertida en objeto, carece de cualidad y se reduce a “algo” manipulable. Se trata, en definitiva, del predominio de una racionalidad de tipo técnico-instrumental, lo que ha ocasionado un deterioro de los valores éticos frente a un incremento de los éxitos técnico-utilitarios. Este abuso de la acción tecnológica genera graves problemas en la vida social entre los hombres y el de las relaciones de éstos con la naturaleza. Pues, el afán de dominio y bienestar siempre en creciente aumento impulsa la creación de un universo de metodologías útiles, cuyo abuso es capaz de alterar la armonía entre el mundo natural y el mundo técnico. Desde esta perspectiva, dos mundos bien diferenciados tienden a colisionar, uno se sustenta en la racionalidad axiológica y el otro sobre la racionalidad técnico utilitarista. En este contexto es importante considerar los intereses de todos los seres con capacidades de sufrimiento o goce pues la posesión de una inteligencia superior no autoriza al animal humano a que utilice a otro para sus propios fines. Aspectos que Singer analiza en su libro “La liberación animal”. En esta línea de acción, se establece que el especismo es un prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses del Homo sapiens en contra del resto de las especies. En este modelo de sociedad, lo más importante sigue siendo la acumulación material, de bienes y de servicios, a fin de poder disfrutar de ellos a la mayor brevedad posible. En consecuencia, y teniendo como aliados a la ciencia y la tecnología, lo que se busca es el máximo beneficio con el mínimo de inversión y en el menos tiempo posible. Todo este modelo de actuación irresponsable trae como consecuencia el deterioro de la Tierra: desertización, deforestación, sobrecalentamiento, producción de lluvias ácidas, etc. Asimismo, todo esto ocasiona diversos conflictos, producto de las desigualdades sociales a nivel planetario. Por tanto, es necesario partir de una crítica radical del modelo de civilización que se ha construido.
La ética de la sociedad dominante hoy es utilitarista y antropocéntrica. Considera al conjunto de los seres como algo al servicio del ser humano, que puede disponer de ellos a su antojo atendiendo a sus deseos y preferencias. Cree que el ser humano, hombre y mujer, es la corona del proceso evolutivo y el centro del universo. Lo ético sería desarrollar un sentido del límite de los deseos humanos por cuanto estos conducen fácilmente a procurar la ventaja individual a costa de la explotación de las clases, sometimiento de pueblos y opresión de sexos. [[14]]
Otro aspecto importante que considerar es el cambio climático que, como lo afirma Latour, está en la parte medular de los retos políticos y directamente relacionado al problema de la injusticia y la desigualdad. “Las élites [élites oscurantistas, como las llama Latour] han estado tan persuadidas de que no habría vida futura para todo el mundo que decidieron desembarazarse, lo más rápido posible, de todos los lastres de la solidaridad: de ahí la desregulación”.[15] De cara a este panorama, “la ferocidad de la desregulación, la explotación de las desigualdades y el abandono de la solidaridad, en cambio, han hecho de la modernización una decisión arbitraria tomada en favor de unos cuantos. El mejor de los mundos se convirtió en el peor”. [16] Este autor señala que algunos todavía sueñan con escapar de los problemas desplazándose a Marte, teletransportándose al interior de las computadoras y volviéndose poshumanos, gracias a una combinación de ADN, ciencias cognitivas y robots, es lo que él llama neohipermodernismo. Por tanto, se habla de humanos irresponsables de sus acciones sobre el planeta que habitamos ya que no debemos olvidar que la llamada civilización (estructuras sociales, creencias religiosas y dinámicas políticas) se ha desarrollado teniendo como sustento los recursos naturales de la Tierra. Hay que recordar que la tradición occidental marca una diferencia entre lo humano y la naturaleza, diferencia que se expresa a través de las ideas de cultura, sociedad o civilización por lo que se presenta la situación de que cada vez que existe una aproximación a la naturaleza, existe el impedimento porque el ser humano es un ser cultural, aspecto que lo distingue de la propia naturaleza. En esta perspectiva, se puede hablar de la dicotomía naturaleza/cultura, “se comprende pues por qué toda definición de la crisis ecológica como ‘retorno del humano a la naturaleza’ detona inmediatamente una especie de pánico, puesto que nunca sabemos si nos pide que volvamos a la animalidad bruta o que retomemos el movimiento profundo de la existencia humana”. [17]
En la situación actual de la pandemia, surge la urgente necesidad de que el ser humano se identifique con su naturaleza biológica y admita que no hay ruptura posible con ella. “Ser animales es devenir con bacterias (y, sin lugar a duda) virus y muchos otros tipos de bichos”. [18] Independientemente de estar dividido por razas, religiones o intereses económicos, es el momento de visualizarnos como un ente biológico como lo es el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19, ya que éste ha ocupado lo social, político y económico del ámbito humano provocando una crisis sanitaria En este sentido, el coronavirus nos ha dado una lección, pues en unas semanas se suspenden a nivel global y al mismo tiempo un sistema económico político como nunca antes había sucedido, por tanto se habla de una biopolítica. Lévi-Strauss nos habla de otra lección resultado de la epidemia de la encefalitis espongiforme (enfermedad de las vacas locas) que aparece en la última década del siglo pasado, al respecto nos dice, “nuestra especie está pagando por no haber respetado el orden natural”. [19]] Por tanto, urge cambiar el enfoque antropocéntrico por un enfoque caracterizado por el valor intrínseco de la Naturaleza no utilitarista. En esta línea de pensamiento encontramos diversos autores como Peter Singer, Paul Ehrlich, Donna Haraway, Sue Donaldson, Will Kymlicka, entre otros, quienes nos hablan de los derechos animales y las obligaciones humanas, es decir, de una ética animal que posibilite un compartir el planeta de una forma más justa, en estos términos, hablamos de justicia para cada uno de los seres vivos con los que compartimos la Tierra.
Relativo a lo simbiótico cultural
En los pueblos indígenas (pueblos originarios) existe una cultura en estrecha relación con la naturaleza como proveedora de bienestar, otorgándole un valor en sí misma y no utilitarista como lo ha considerado el antropocentrismo. El utilitarismo incluye el sufrimiento animal con el propósito de maximizar la utilidad, es este aspecto encontramos las diversas acciones que se llevan a cabo en las granas industriales donde se crían animales (pollos, gallinas, cerdos, o vacas) para el consumo humano sin importar los sufrimientos que se podrían disminuir a través de la reducción del consumo de productos animales. [20] Por el contrario, las acciones de las comunidades indígenas que, a través de su legado histórico-cultural, pueden brindar apoyo al considerar su experiencia en su relación simbiótico cultural con la naturaleza. Por ejemplo, actualmente las comunidades indígenas mazahuas de los estados de México y Michoacán realizan los llamados “jardines monarca” donde está presente el “arte-ciencia”, del que nos habla Haraway, al cohabitar un ecosistema para convivir entre multiespecies. En nuestro caso consideramos la relación simbiótico-cultural de los pueblos indígenas mazahuas con las mariposas monarca (Dannus plexippus) como seres autóctonos, de un ecosistema que ha estado presente en la Tierra mucho antes que el Homo sapiens. Las mariposas pertenecen al grupo de los insectos que son los seres vivos más numerosos del planeta Tierra y como lo afirma Suerdrup-Thygenson quien ha investigado a los insectos por muchos años y sabe muy bien de sus contribuciones por lo que nos dice que es importante cuidarlos para la continuidad de la vida en el planeta. Sin embargo, Homo sapiens como especie dificultamos su vida al alterar de manera drástica sus hábitats que han colonizado por millones de años pues ellos vieron la llegada y la partida de los dinosaurios.
La mariposa monarca nos da una gran lección a los seres humanos pues a pesar de su tamaño, menos de un gramo, cada año realiza una gran travesía de 4500 kilómetros, desde Canadá y Estados Unidos, para llegar a su hábitat de hibernación ubicado en los estados de Michoacán y México. Este hábitat está en los bosques de oyamel (Abies religiosa) y pino (Pinus) que proporcionan las condiciones microclimáticas ideales (temperatura, humedad, viento e insolación) que posibilitan su hibernación. A pesar de que este fenómeno migratorio ha durado miles de años, el ser humano ha ocasionado que desde finales del siglo pasado exista una disminución de la cantidad de ejemplares de la mariposa monarca lo cual refleja el deterioro de la calidad del ambiente de vastas áreas del continente y tiene graves consecuencias ecológicas. [21] Debido a que el fenómeno migratorio es complejo, la recuperación de las mariposas monarca y de la calidad ambiental es la responsabilidad de los ciudadanos de los tres países (México, Estados Unidos y Canadá). De una u otra manera, todos contribuimos al deterioro ambiental al ser consumidores irresponsables, aquí es donde entra el planteamiento ético, por lo que es necesario reflexionar sobre nuestro desperdicio inconsciente, entre otras cosas, del agua, del aire y de los suelos al usar productos que afectan severamente al ambiente.
Para Haraway se pueden crear utopías, así como sus razones de orden práctico y político, ontológico y epistemológico. La utopía de una nueva alianza entre especies que se organizan para revitalizar un planeta devastado por el capitalismo patriarcal. En esta forma es como se trabaja por la recuperación y el resurgimiento de multiespecies en la Tierra, ya que el hecho científico y la fabulación especulativa necesitan mutuamente para permitir una justicia multiespecies o una justicia medioambiental. Esto en su conjunto propicia una permacultura que posibilite poner fin a la cosmopolítica globalizadora kantiana y mundos humanos excepcionalístas heideggerianos. En este tipo de pensamiento, el trabajo de las comunidades mazahuas, a través de los jardines monarca, no es menos legítimo que aquel que se desarrolla bajo la ciencia pues los pueblos originarios son dueños de tradiciones de las tierras y responsables del cuidado de los campos, es decir, de un trabajo animal no humano con el animal humano en tanto que acción política. En este contexto, hay que considerar lo que Klein dice, “los modos de vida que los grupos indígenas protegen tienen mucho que enseñarnos en cuánto y cómo relacionarnos con la Tierra de una manera que no sea puramente extractiva”, [22] pues es la visión indígena del mundo la que tiene una forma alternativa de ver la Tierra como un ser vivo en contraste con las multinacionales. “Sobre la base de este principio, países como Bolivia y Ecuador -que cuentan con contingentes numerosos de población indígena- han consagrado los ‘derechos de la Madre Tierra’ dotándolos de fuerza de ley, creando nuevas y potentes herramientas legales que afirman el derecho de los ecosistemas, no ya a existir, sino a ‘regenerarse’”. [23]
Haraway [24] plantea la utopía de una nueva alianza entre especies que se organizan para revitalizar el planeta desbastado por un cambio de paradigma planetario donde existe una intersección de la biología con la cultura y la política que nombra un tipo de espacio y tiempo para aprender a seguir con el problema de vivir o morir con respons-habilidad en una tierra dañada, por lo que ahora es un tiempo de comienzos para la continuidad. Para esta misma autora el Antropoceno [25] y el Capitaloceno son las últimas y más fuertes fuerzas exterminadoras para vivir con y morir con de manera reciproca y vigorosa como una respuesta feroz a las dictaduras del Antropos y el Capital con el horror de su fe cósmica en las soluciones tecnológicas. En este contexto emerge la sexta extinción de la Tierra [26] y abrumadoras guerras, extracciones y pauperización de miles de millones de seres humanos y otros seres no humanos por algo llamado “beneficio” o “poder”. “De alguna manera, la tecnología vendrá al rescate de sus traviesas, pero astutas criaturas o lo que vendría hacer lo mismo, Dios vendrá al rescate de sus desobedientes, pero siempre esperanzadoras criaturas (…) ante esta conmovedora estupidez sobre las soluciones tecnológicas (o el tecno Apocalipsis sin tener en cuenta la situación medio ambiente”. [27]
Propuesta de una línea educativa
Reconozcamos nuestras limitaciones y abandonemos nuestra arrogancia a través de una serie de acciones para que niños y jóvenes tengan una visión completamente diferente de la naturaleza no como algo utilitarista que debe conquistarse para un bienestar egoísta del ser humano. En cierta forma, lo que Haraway establece como las nuevas relaciones parentales como proyectos en donde se desprende que la educación de cada niño es aprender a vivir en simbiosis con los seres con los que cohabitamos la Tierra; en nuestro caso una simbiosis cultural que permita el considerar a la naturaleza como algo cercano al animal humano. Es necesario repensar nuestra relación con la naturaleza no como dueños de ésta sino como parte de ella. En este sentido, considero importante la educación como la vía para lograr cambiar el paradigma antropocentrista, resultado de una nueva experiencia que la humanidad está viviendo en carne propia sufriendo las consecuencias de su proceder.
La pandemia del Covid-19 nos pone el reto, cambiar el rumbo de nuestro proceder, en definitiva, las situaciones no deben seguir igual. Es tiempo de dejar nuestro egoísmo y pensar en el resto de los seres vivos pues de no hacerlo pagaremos un costo muy alto. Es importante comprender que no somos la cúspide de la evolución pues esta pandemia nos ha dejado claro que un virus, el umbral entre la vida y la muerte, ha puesto en jaque a toda la humanidad y sus sistemas sociales, económicos y políticos. En cuestión de semanas todo se desplomó con graves consecuencias que aún no hemos logrado dimensionar. Es momento de reconocer que como especie nosotros necesitamos del resto de los seres vivos para subsistir pues ellos han estado en la Tierra muchos antes que los primeros homínidos hicieran su aparición. Un aspecto que no debemos soslayar es que la sustentabilidad ha sido la regla de oro del planeta lo que ha permitido la existencia de la biodiversidad, sin embargo, el ser humano no ha sido capaz de entender tal principio como un todo regulador. Dentro de esta sustentabilidad está el respeto a todos los seres vivos, basado en un planteamiento del presente para nuestro futuro y aunque podría parecer sencillo está cargado de una complejidad que es propia de la vida misma.
La línea educativa aquí propuesta es de tipo informal pues ésta se llevaría a cabo con actividades prácticas en parques y jardines urbanos; esto es importante porque la gente que habita las ciudades tiene poco contacto con seres vivos ya que, por lo general, habita en espacios reducidos lo cual imposibilita tener un acercamiento con las plantas y los animales, por lo que sus ideas sobre los seres vivos no es considerarlos como tales ni capaces de experimentar respeto por ellos. Es trascendental considerar que la construcción de significados en los niños se realiza a partir de procesos interactivos cuyas funciones son la elaboración de autoconocimiento y la socialización a través de la interacción entre individuos y un medio propicio que permita elaborar procesos cognitivos, afectivos y conductuales que posibiliten que el ser conciba el mundo, es decir, el propio sujeto construye un conjunto de significados culturalmente imponderables que permiten que se configure a sí mismo. Por tanto, las visitas a los parque y jardines acompañadas con detalladas observaciones posibilitan diversas experiencias con la naturaleza y los cambios que ésta experimenta a lo largo de las cuatro estaciones del año. Esto implica una apertura sensorial a través de la vista, el oído, el olfato y en ocasiones el gusto que permita identificar a los seres vivos que habitan parques y jardines lo que posibilita que, guiados por sus padres y/o educadores (previa preparación), niños y adolescentes experimenten de forma directa la existencia de otros seres vivos que tienen una función en la naturaleza. La experiencia con el mundo físico y la interacción social permiten que los niños y adolescentes desarrollen sus propios constructos personales. Un aprendizaje de este tipo reconoce a la experiencia y a la interacción social como factores que posibilitan la construcción activa de significados, “hoy en día se realizan cada vez más investigaciones que confirman que la cercanía con la naturaleza es importante para la salud y el bienestar humanos. La vida de los ancianos se prolonga cuando residen cerca de áreas verdes -sin importar el estatus socioeconómico- y los estudiantes aprenden mejor cuando pueden ver árboles por la ventana; asimismo, niños con trastornos de personalidad exhiben menos síntomas después de realizar actividades en la naturaleza”. [28]
Desafortunadamente en la mayoría de los casos sólo se asiste a estos parques a realizar ciertas actividades como caminar, correr o andar en bicicleta. Se pasa por alto observar las características de la vegetación y los cambios que ésta experimenta a lo largo de un año por lo que no se le da importancia a la flora y la fauna del parque, así como tampoco se considera su función en la conformación del medioambiente como es la producción de oxígeno que necesitamos para vivir. Tampoco nos percatamos de las características de las aves que en primavera emiten sus diferentes trinos que si los escuchamos con atención nos sorprendería la diversidad de estos. También puede darse el caso de la existencia de aves migratorias que en invierno pasarán un tiempo como es el caso de pelícanos, garzas o patos; así como pequeños mamíferos como las ardillas. Observaciones detalladas permiten identificar diversos seres vivos que conforman el espacio urbano, lo cual es importante considerarlo porque tenemos que percatarnos que con estos seres vivos compartimos tanto el espacio urbano como el planeta en general. A través de estas observaciones estaremos conformando un proceso de sensibilización que le permita aclarar a niños y adolescentes que el ser humano no es el único ser vivo con derechos si no que corresponden a todos los seres vivos. En estos ambientes de aprendizaje se pueden considerar como una situación propicia para lograr cambios conceptuales pues los niños deben estar en condiciones que les permita remodelar sus ideas. Es importante considerar que niños y adolescentes necesitan tiempo para compartir, reflexionar, evaluar y reestructurar sus propias ideas. Todo esto en su conjunto posibilita visualizar las cosas de forma diferente, lograr conducirnos por un camino de sensibilidad hacia el resto de los seres vivos para abandonar paulatinamente el camino del antropocentrismo que tanto daño ha causado a la Tierra y a los seres vivos con los que compartimos el planeta. En síntesis, crear una utopía que pueda contribuir a reflexionar por lo que esta utopía se propone como un cambio paulatino frente al nuevo panorama.
Esta propuesta de línea educativa informal se deriva de las visitas que he realizado al Bosque de San Juan de Aragón [29] que tiene una extensión 162 hectáreas, 114 de ellas conformadas por áreas verdes y el resto distribuido en áreas culturales y un lago. Según cifras oficiales, se registra una afluencia de tres y medio millones de visitantes al año. El doce de diciembre de 2008 fue declarada área de valor ambiental por el gobierno capitalino. El lago es el cuerpo de agua artificial de mayor dimensión de la Ciudad de México, cuenta con cuatro islotes que funcionan como refugio de aves residentes y migratorias, lo que le otorga un gran atractivo a este lugar para la observación de aves dentro de la zona urbana, especialmente durante el periodo de noviembre a marzo. Asimismo, el lago cuenta con un humedal artificial que mejora la calidad del agua del propio lago mediante el desarrollo de plantas acuáticas y filtros para depurar el agua.
El desarrollo de una sensibilidad hacia todo ser vivo es lo que propone esta línea educativa de cómo desarrollarla pues si ya existía, especialmente en las áreas rurales, pero se fue perdiendo en el contexto urbano. Es necesario volver la mirada a los maravillosos seres con los que compartimos el entorno que no por pequeños son inferiores a nosotros, sino por el contrario son capaces de ofrecernos grandes lecciones de vida. Como es el caso de la mariposa monarca de la cual hemos hablado anteriormente, éstas son perseverantes pues a pesar de que tienen un cuerpo pequeño (menos de un gramo de peso) pero esto no les impide hacer recorridos de miles de kilómetros. “Aprovechemos las lecciones de este maravilloso ser para mejorar nuestra relación con todos los seres vivos con los que compartimos el planeta y para participar constantemente en la conservación del valor más grande de nuestra Tierra la naturaleza viva”. [30] El Bosque de San Juan de Aragón nos ofrece la posibilidad de observar diversos tipos de mariposas, pequeños organismos, pero grandes seres que nos invitan a actuar de una forma alterna, por ejemplo, las mariposas son símbolo de transformación como una acción de cambiar nuestros hábitos de vida. En este marco de acción, estamos hablando de encuentros reales son seres reales que proporcionen interés y alegría como las aves y sus armoniosos cantos que al experimentarlos nos permiten configurar un mundo diferente.
En definitiva, permear la educación de niños y adolescentes bajo un enfoque axiológico lo que supone sustituir una cultura por otra nueva que considere una ética animal y ambiental, es decir, la creación de una nueva utopía. Para Latour en el ámbito del ser humano es importante considerar la expresión Naturaleza/Cultura pues están históricamente ligados ya que en muchos casos es la cultura la que distancia al ser humano de la naturaleza debido a que el pensamiento occidental evidencia que lo humano es lo contrario a lo natural cuando no debería ser así pues como seres de la Tierra somos resultado de sus procesos, es tiempo de entender que formamos parte de un mundo natural al que debemos aprender a adecuarnos. El reto es inmenso, pero debe visualizarse como una nueva oportunidad y la conformación de un nuevo mundo, esto implica una voluntad general de cambio que sin duda tomará tiempo, pero si realmente queremos mejorar esta situación que nosotros mismos hemos creado, la vida nos ofrece a un nuevo panorama para iniciar el cambio ahora. Un aspecto para considerar son los aportes de la cultura de los pueblos indígenas ya que ellos tienen otra visión diferente del mundo natural, un ejemplo, en el caso de México, los indígenas mazahuas que cohabitan los bosques de pino y oyamel con la mariposa monarca, hecho que se ha realizado por cientos de años. De aquí que se ha formado una cultura que considera a estas mariposas como las almas de los difuntos, tradición que conforma la celebración del “Día de Muertos” de esa región, pues coincide con el arribo de las mariposas monarca para su hibernación con estas festividades. En este contexto, podemos hablar de una simbiosis cultural en la que participan animales humanos y animales no humanos, en esta misma idea Klein hace alusión a los pueblos originarios que como parte de su cultura existe un enfoque diferente al pensamiento occidental, pues los indígenas consideran una educación para generar vida, no sólo vida humana, sino cualquier tipo de vida; esta es la visión indígena del mundo.
Las amenazas del presente exigen que perfeccionemos una nueva sensibilidad, la capacidad de reconocer la red oculta de conexiones existentes entre la actividad humana y los sistemas de la naturaleza, así como las sutiles complejidades de los puntos donde se interceptan. Este despertar de nuevas posibilidades debe servir para abrirnos los ojos y modificar nuestras percepciones y suposiciones más fundamentales, así como impulsar cambios en el comercio, la industria y en nuestras acciones, y comportamientos individuales. [31]
En este contexto de acción, se intenta que esta línea educativa sea a favor de la Tierra y no sólo considere al ser humano que no esté centrada en el humanismo, sino que busque educar al hombre para la conservación y no la destrucción, a partir de acciones que permitan modificar actitudes y valores que propicien la conservación y la sustentabilidad. El principal propósito es lograr que niños y adolescentes hagan suyas las relaciones que unen al ser humano con su entorno y favorecer un comportamiento responsable hacia el futuro inmediato. El reto es inmenso, pero debería pensarse como una nueva oportunidad para el descubrimiento de un nuevo mundo. Esto implica una voluntad general de cambio, un cambio que sin duda tomará tiempo pues ante la situación que estamos experimentando no hay una solución inmediata.
Bibliografía
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- Sverdrup-Thygeson, Anne, Terra Insecta, Ariel, México, 2020.
Notas
[1] Donna Haraway, Seguir con el problema, ed. cit., p. 176.
[2] Actualmente vivimos en la era del Holoceno que abarca los 11,000 últimos años de la historia de la Tierra pero los geólogos investigan si hemos entrado a una nueva era llamada Antropoceno, un periodo geológico dominado por la intervención humana sobre la Tierra.
[3] José Sarukan, “Una visión ecológica sobe la ética ambiental”, ed. cit., p.351.
[4] Bruno Latour, Dónde aterrizar, ed. cit., p.57.
[5] Donna Haraway, Seguir con el problema, ed. cit., p. 104.
[6] Gaia es el nombre con que los antiguos griegos llamaban a la Diosa de la Tierra, la más antigua y grande del panteón de los dioses griegos preclásicos, también conocida como Gea, nombre de donde proceden los de las ciencias como la geografía o la geología. Esta diosa era a la vez cariñosa, femenina y nutridora, pero también cruel con cualquiera que no viviera en armonía con el planeta.
[7] Los trabajos de esta investigadora se centran en las células eucariotas así como en la simbiogénesis como fuerza rectora de la evolución que han permitido una forma de entender la vida en la Tierra.
[8] James Lovelock, Gaia: una nueva visión de la vida sobre la Tierra, ed. cit., p. 151.
[9] Ibidem, p. 164.
[10] José Sarukan, “Una visión ecológica sobe la ética ambiental”, ed. cit., p.353.
[11] “La revolución industrial trasformó el horario y la cadena de montaje en un patrón para casi todas las actividades humanas”, Yuval Harari, De animales a dioses, ed. cit., p. 388.
[12] Ibidem, p. 375.
[13] En 1995, “un periodista, le pregunto a Salk, ‘¿a quién le pertenece la patente de la vacuna?’ Tras reflexionar respondio, ´Bien, yo pienso que a la gente. No hay patente, ¿podría usted patentar el sol?’ Modesta e inmensa contestación: la ciencia al servicio de la humanidad -no había likes, Facebook, chats”, en Arnoldo Kraus, El Universal, 14 de marzo, 2021, ed. cit., p. A11.
[14] Leonardo Boff, Ecología, ed. cit., p. 20.
[15] Bruno Latour, Dónde aterrizar, ed. cit., p. 28.
[16] Ibidem, p. 29.
[17] Bruno Latour, Cara a cara con el planeta, ed. cit., p. 29.
[18] Donna Haraway, Seguir con el problema, ed. cit., p. 121.
[19] Claude Levi-Strauss, Todos somos caníbales, ed. cit., p. 176.
[20] Peter Singer, Liberación animal, ed. cit.
[21] Carlos Galindo-Leal, y Rendón-Salinas, Danaidas, ed. cit.
[22] Naomi Klein, Esto lo cambia todo, ed. cit., p. 455.
[23] Ibidem, p. 543.
[24] Donna Haraway, Seguir con el problema, ed. cit.
[25] “En estos tiempos llamados Antropoceno son tiempos de urgencia para todas las especies, incluidos los humanos, tiempos de muertes y extinciones masivas, de avalanchas, de desastres cuyas impredecibles especificidades son tomadas estúpidamente como si fuera la inteligibilidad en sí misma; el rechazo a reconocer y cultivar la capacidad de respons-habilidad; del rechazo a estar presentes a tiempo para el embiste de la catástrofe; de un mirar para otro lado sin precedentes”, en Donna Haraway, Seguir con el problema, ed. cit., p.71.
[26] “Los científicos estiman que este ‘evento’ de extinción, el primero desde el tiempo de nuestra especie, podría eliminar entre un 50 y un 95 por ciento de la biodiversidad actual, de la misma manera que lo han hecho eventos de extinciones anteriores pero mucho más rápido” en Donna Haraway, Seguir con el problema, ed. cit.
[27] Donna Haraway, Seguir con el problema ed. cit.
[28] Anne Sverdrup-Thygeson, Terra Insecta, ed. cit., p. 155.
[29] El segundo bosque urbano más grande la Ciudad de México, inaugurado el veinte de noviembre de 1964 en terrenos de la antigua Hacienda de Aragón.
[30] Carlos Galindo-Leal, y Rendón-Salinas, Danaidas, ed. cit., p. 8.
[31] Daniel Goleman, Inteligencia Ecológica, ed. cit., p. 51.