PAUL B. PRECIADO, IMAGEN TOMADA DE RIALTA.ORG
Resumen
En este presente trabajo queremos abordar los presupuestos ontológicos de la filosofía de la sexualidad que propone el filósofo español Paul B. Preciado, partiendo de una hipótesis fundamental: la filosofía debe ocuparse del plano ontológico para luego comprender el carácter óntico de las relaciones humanas, por lo que una filosofía de la sexualidad debe prestar especial atención a los presupuestos ontológicos que están operando en el desarrollo de la teoría que elabora Preciado. Trabajaremos directamente con los presupuestos ontológicos de la filosofía de la sexualidad, especialmente con su propuesta de desontologización de la sexualidad que propone transversalmente en sus múltiples trabajos académicos.
Palabras clave: Preciado, ontología, filosofía de la sexualidad, género, diferencia sexual, desontologización.
Abstract
In this present work we want to address the ontological assumptions of the philosophy of sexuality proposed by the Spanish philosopher Paul B. Preciado, starting from a fundamental hypothesis: philosophy must deal with the ontological plane in order to later understand the ontic character of human relationships, for What a philosophy of sexuality must pay special attention to the ontological presuppositions that are operating in the development of the theory elaborated by Preciado. We will work directly with the ontological presuppositions of the philosophy of sexuality, especially with his proposal for the deontologization of sexuality that he proposes across his multiple academic works.
Keywords: Preciado, ontology, philosophy of sexuality, gender, sexual difference, deontologization.
Paul B. Preciado aborda su filosofía de la sexualidad en el marco de los estudios post-foucaultianos de la sexualidad, estudios que han identificado a la sexualidad como el efecto de determinado régimen de verdad. Ya Foucault a mediados de los años setenta publica su primer tomo de Historia de la sexualidad, donde va a exponer detalladamente cómo se constituyó el dispositivo de la sexualidad en la época victoriana, dispositivo que más que reprimir la sexualidad terminó por tener un efecto de inflación discursiva. Allí Foucault define a la sexualidad como un invento de la Modernidad: “Adelantemos la hipótesis general del trabajo. La sociedad que se desarrolla en el siglo XVIII —llámesela como se quiera, burguesa, capitalista o industrial— no opuso un rechazo fundamental a reconocer el sexo. Al contrario, puso en acción todo un aparato para producir sobre él discursos verdaderos”.[1]
Preciado inscribe su filosofía de la sexualidad dentro del horizonte foucaultiano de indagación acerca de las determinaciones del régimen de verdad sobre el sexo. Sin embargo, no son las únicas fuentes donde el pensador español se introduce para elaborar su arquitectura teórica, ya que junto a Foucault se hace presente la dupla de Deleuze y Guattari (especialmente su propuesta de pensar en los marcos de una micropolíticas de género), Wittig, Halberstam, Butler, entre otros pensadores que han inaugurado y continuado los llamados estudios queer. Más allá de las influencias teóricas y políticas que ha recibido y que son inherentes a su propuesta de una desontologización de la sexualidad, Preciado desarrolla unos presupuestos ontológicos, mucho de ellos no declarados explícitamente en sus diferentes obras.
Por este motivo, el presente trabajo de investigación intentará dar cuenta de los presupuestos ontológicos que sostienen su propuesta de una filosofía de la sexualidad en la contemporaneidad, demostrando no sólo los hilos de continuidad con los pensadores mencionados anteriormente, sino también la propia originalidad que se encuentra en su pensamiento y especialmente en su propuesta de desontologización de la sexualidad. Consideramos que el núcleo de su proyecto de una filosofía de la sexualidad radica en considerar que la ontología de la sexualidad no es más que una determinada tecnología de poder que crea la ilusión de la permanencia de una esencia imperturbable e inmodificable.
¿Ontología de la sexualidad?
Quizás una de las preguntas que marcaría el inicio de una discusión filosófica, al mejor estilo socrático, sea si Preciado elabora o no una ontología de la sexualidad. En primer lugar, hay que señalar que cuando el filósofo esté hablando de ontología está realizando un paralelismo entre la ontología y las tecnologías de poder que intervienen sobre el cuerpo, una especie de anamatopolítica al estilo de Foucault. Por ello, vemos que en Manifiesto Contrasexual sostiene que las tecnologías de género son máquinas de producción ontológica: “La tecnología social heteronormativa (ese conjunto de instituciones tanto lingüísticas corno médicas o domésticas que producen constantemente cuerpos-hombre y cuerpos-mujer) puede caracterizarse corno una máquina de producción ontológica que funciona mediante la invocación performativa del sujeto corno cuerpo sexuado”.[2]
Hay que reconocer que Preciado retoma el concepto de tecnología de género (en este caso se refiere a la tecnología social heteronormativa) que elabora Teresa de Lauretis en su libro titulado Technologies of Gender. Essay on Theory, Film and Fiction.[3] Allí, de Lauretis aborda las tecnologías de género en relación con el mundo del cine, es decir, con las formas de representación de la cuestión de género. Sin embargo, Preciado retoma este concepto de tecnología de género (el cual no es más que una reelaboración del propio concepto foucualtiano de tecnología) y lo aplica para comprender la propia reproducción de la orientación sexual heterosexual. Aunque aquí Preciado estaría confundiendo dimensiones, como la identidad sexual y la orientación sexual, su lectura de la ontología lo lleva a considerar que el cuerpo sexuado es una ilusión de ciertos actos iterativos (performáticos).
Mientras que Butler insiste en que el sexo siempre ha sido género, y que el género es una ilusión que se crea mediante las diferentes prácticas iterativas, Preciado va a indicar que el problema de la identidad va más allá de este tipo de prácticas (las incluye), introduciendo el problema de las tecnologías de género o máquinas ontológicas. En palabras de Butler: “Como consecuencia de una performatividad sutil y políticamente impuesta, el género es un «acto», por así decirlo, que está abierto a divisiones, a la parodia y crítica de uno mismo o una misma y a las exhibiciones hiperbólicas de «lo natural» que, en su misma exageración, muestran su situación fundamentalmente fantasmática”.[4] Si Butler piensa en la figura del Drag Queen, Preciado va a insistir en la figura del biodrag, elemento que según el filósofo español le permite superar algunas dicotomías metafísicas que todavía estaban presentes en el modelo de la teoría de la performatividad butleariana.
En Preciado se hace presente la materialidad de las tecnologías que operan sobre el cuerpo, una especie de biopolítica queer que piensa al cuerpo como el lugar donde se produce la subjetividad (somateca). De esta forma, el género no sólo se produce de forma performativa, sino también una ecología política:
El género (feminidad/masculinidad) no es ni un concepto ni una ideología, ni una performance: se trata de una ecología política. La certeza de ser hombre o mujer es una ficción somatopolítica producida por un conjunto de técnicas farmacológicas y audiovisuales que fijan y delimitan nuestras potencialidades somáticas funcionando como filtros que producen distorsiones permanentes de la realidad que nos rodea. El género funciona como un programa operativo a través del cual se producen percepciones sensoriales que toman la forma de afectos, deseos, acciones, creencias, identidades.[5]
De esta forma, podemos comprender que la ontología de la sexualidad que implícitamente propone Preciado es aquella que piensa a la sexualidad como un efecto de determinados dispositivos de poder que crean la ilusión o fantasma de una sexuación primaria. El filósofo español elabora una ontología de las diversas tecnologías de género, las cuales en nuestra sociedad contemporánea parecen bifurcarse en dos grandes dispositivos: por un lado, el dispositivo farmacológico y por otro el dispositivo pornográfico. Estas son las dos grandes determinaciones de lo que Preciado denomina como régimen somatopolítico farmacopornográfico, el cual tiene como fecha de emergencia el final de la Segunda Guerra Mundial, extendiéndose temporalmente hasta nuestra contemporaneidad.
En este sentido, la ontología de la sexualidad que nos propone el filósofo español implica comprender al sexo como sex-design. El propio concepto de desontologización está basado en determinados supuestos metafísicos: “Pese a su intento explícitamente desontologizante de toda realidad, la filosofía de Preciado encubre una disimulada voluntad metafísica omniabarcante y monocausal. Su teorización pretende explicar toda realidad y verdad como funciones discursivas, efecto de la maquinaria de poder social”.[6] El concepto de desontologización de la sexualidad reduce la realidad a un mero efecto discursivo, y he allí su carácter nominalista que lleva al filósofo español a realizar polémicas afirmaciones como que la depresión no existe más allá del sistema médico actual.[7] Volviendo sobre el aspecto de la sexualidad, para Preciado las orientaciones e identidades sexuales no existen más allá de los dispositivos que la originan y fomentan.
Diferencia sexual como diferencia anatómica
Otro de los supuestos metafísicos que sostienen la desontologización de la sexualidad es la afirmación de la diferencia sexual como una mera diferencia anatómica. Es decir, cuando Preciado elabora una crítica de la diferencia sexual no está más que referenciándose en la noción de genitalidad. Muy a contrapelo de las diferentes reflexiones filosóficas y psicoanalíticas que han entendido a la diferencia sexual como un tipo de diferencia estructurante del resto de las diferencias y que no se somete a un reduccionismo culturalista y/o biologicista.[8] En palabras de Preciado: “La diferencia sexual es una hetero- partición del cuerpo en la que no es posible la simetria. El proceso de creación de la diferencia sexual es una operación tecnológica de reducción, que consiste en extraer determinadas partes de la totalidad del cuerpo, y aislarlas para hacer de ellas significantes sexuales”.[9]
Para Preciado hay una relación directa entre la diferencia sexual y la heterosexualidad, en tanto entiende a dicha diferencia como una intervención tecnológica de partición asimétrica del cuerpo. En este sentido, el cuerpo del que Preciado está haciendo mención es un cuerpo inerte, neutro, ajeno a toda determinación sexual inconsciente, sexuandose por medio de diferentes dispositivos tecnológicos que hacen del cuerpo un campo de experimentación. Por ello, Preciado insiste en una contra-sexualidad que no es más que una auto-experimentación sobre el propio cuerpo, una especie de abstracta conciencia libre que voluntariamente constituye sus propias determinaciones. Es lo que en Testo Yonqui reconoce bajo el concepto de auto-cobaya y de su experiencia con el proceso de hormonización vía Testo-Gel.
Preciado retoma de Butler el reduccionismo discursivo de la diferencia sexual, dado que la filósofa norteamericana entiende que tanto las posiciones de hombre como de mujer, así como la diferencia sexual, no es más que una construcción arbitraria. Entonces, si la diferencia sexual es una diferencia anatómica, o hetero-partición del cuerpo, ¿qué sucede con aquellas corporalidades que desde el enfoque de Butler y de Preciado se entienden cómo abyectas? Estas realidades o corporalidades abyectas son entendidas como contingencias materiales que implican entender a la diferencia sexual como una mera ficción o fantasma. De esta forma, tanto la abyección y/o normalización de las corporalidades implican sostener a la diferencia sexual como una diferencia ficcional. Al final termina constituyendo una ontología plana, en donde todo deviene a ser una ficción, porque la realidad es reducida a un nominalismo hiperconstructivista.
En este sentido, la diferencia sexual opera como una diferencia contingente, y su pretensión ontológica esconde que detrás de ella existen una pluralidad de tecnologías que crean la ilusión de una existencia real. Sin embargo, Preciado no explica el mecanismo mediante el cual una ficción organiza la división sexual de la humanidad, y que aquellos sujetos que no se identifican con el sexo con el cual nacen estarían enfrentando a la diferencia sexual. Al parecer, la diferencia sexual, por más terminología y adornos posmodernos con los cuales se la quiera determinar, aflora hasta en aquellos procesos subjetivos mediante el cual el sujeto niega su propia sexuación primaria para identificarse con el otro sexo. Para Žižek la diferencia sexual no representa la imposibilidad de que haya sujetos que no se identifiquen con el sexo con el cual nacieron, sino todo lo contrario, funciona como condición de posibilidad, en tanto el sujeto que trasciende su sexo debe negar la diferencia sexual originaria.[10] En este sentido, “[…] la diferencia sexual es real precisamente en el sentido de que nunca puede ser adecuadamente simbolizada, repuesta/traducida a una norma simbólica que fije la identidad sexual del sujeto”.[11]
Aunque claramente la afirmación de Žižek sobre la diferencia sexual proviene del psicoanálisis lacaniano, especialmente de los tres registros que Lacan formula (Simbólico, Imaginario, Real), tampoco se encuentra alejada de aquellas formulaciones ontológicas realistas que conciben a la sexualidad como una realidad ontológica más allá de las meras representaciones subjetivas y auto-percibidas. Toda simbolización fracasa en su intento de reducir a la diferencia sexual a una signifcante porque la norma simbólica es ella misma contingente e histórica. En este sentido, el carácter real de la diferencia sexual se hace presente en la independencia de la misma con respecto a nuestros sistemas de representación, y es por ello que resulta ser una diferencia imborrable.
Siguiendo el camino trazado por el filósofo esloveno, su compañera de ruta intelectual, y perteneciente a la Escuela de Liubliana¸ Joan Copjec, retoma las formulaciones freudianas sobre la diferencia sexual y su oposición a fundar un determinismo biologicista de la misma. No obstante, este rechazo de Freud a este tipo de reduccionismo no implicó haber habilitado el polo opuesto: el de la cultura. Por ello, Copjec afirma lo siguiente:
Cuando hacen eco de la afirmación de Freud de que la diferencia sexual no está determinada de manera unívoca ni anatómica, ni cromosómica ni hormonalmente, es decir, cuando cuestiona la existencia prediscursiva del sexo, Butler supone automáticamente, como señalé antes, que el sexo se construye discursivamente o culturalmente. Pero el propio Freud evitó limitarse a estas alternativas: fundó el psicoanálisis sobre la negativa a elegir entre “anatomía o convención”, argumentando que ninguna de ellas podía dar cuenta de la existencia del sexo. Así como para el psicoanálisis el sexo nunca es simplemente un hecho natural, tampoco es reducible a ninguna construcción discursiva, al sentido, en última instancia. Pues lo que tal reducción ignoraría es el radical antagonismo entre el sexo y el sentido.[12]
Copjec explica muy bien el falso dilema que la Teoría Queer, y en especial Preciado, sostienen como el punto de crítica de la diferencia sexual. El filósofo español cae en una suerte de ambigüedad, ya que por un lado afirma que la diferencia sexual es diferencia anatómica, mientras que al mismo tiempo considera que dicha diferencia es una ficción de determinados dispositivos de poder. Copjec está insistiendo en que el dilema anatomía o convención es falso, porque en Freud no está presente dicho reduccionismo, ya que, siguiendo a Copjec, no provoca más que ignorar el antagonismo radical entre sexo y sentido. De esta forma, el supuesto metafísico que sostiene su afirmación de la diferencia sexual como diferencia anatómica o como mera ficción, descansa en su concepción anti-realista y nominalista, negando la independencia de la realidad más allá de nuestra conciencia.
Historicismo posmoderno
Si para Preciado la ontología no es más que un simulacro, y la diferencia sexual es una diferencia anatómica y ficcional, ¿cuál es su propuesta teórica-política? Entendemos que su proyecto de desontologización de la sexualidad expone los fundamentos metafísicos de una propuesta micropolítica que tiene como eje central la subversión de las determinaciones de género. El pensamiento político de Preciado ha sufrido una mutación significativa en el tiempo, inscribiéndose en sus comienzos dentro del horizonte autonomismo de autores como Hardt y Negri,[13] Berardi[14] y los teóricos posfordistas y posmarxistas europeos. Castro-Gómez, filósofo colombiano que escribió una obra teórica introductoria al pensamiento de Žižek, conceptualizó la línea teórica que el filósofo esloveno critica en toda su obra: el historicismo posmoderno. En palabras del filósofo colombiano se caracteriza de la siguiente manera:
Desde la filosofía feminista, pasando por el poscolonialismo, los estudios culturales y el posmarxismo, hasta llegar a las teorías de la democracia radical, todas estas formaciones “posmodernas” repiten una y otra vez el mismo error: en su afán por desmarcarse del pensamiento dialéctico, dejan de lado que el antagonismo es una características inherente al sujeto y por eso, en lugar de analizar su estructura trascendental, prefieren inventar subjetividades-otras que postulan ad-hoc como “alternativas”.[15]
El historicismo posmoderno es aquella corriente que considera que la subjetividad es el efecto de los dispositivos de poder, que no es otra cosa que reducir la subjetividad a los modos de subjetivación. Por ello, “[…] el historicismo niega cualquier dimensión ontológica que pueda explicar el fenómeno de la dominación, por lo cual siempre desemboca en la premisa foucaultiana de que ninguna resistencia está en posición de exterioridad frente al poder contra el que lucha”.[16] Esta es la famosa concepción inmanente del poder que Foucault desarrolló a mediados de los años setenta, comenzando con su obra Vigilar y castigar[17] y que tuvo su cenit con Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, especialmente cuando el filósofo francés sostiene que: “[…] las relaciones de poder no se hallan en posición de superestructura, con un simple papel de prohibición o reconducción desempeñan, allí en donde actúan, un papel directamente productor”.[18]
¿Por qué considerar a Preciado parte de esta corriente de pensamiento que Castro-Gómez identifica con el historicismo posmoderno? Preciado no sólo se introduce en esta corriente de pensamiento por su adscripción a la filosofía de la subjetividad y el poder de Foucault, sino también por los modos en los que entiende a la subjetividad y los procesos políticos. Si nos orientamos en su propuesta micropolítica que elabora en Testo Yonqui, allí podemos apreciar que las formas de resistencia (subversión de las determinaciones de género) son subsidiarias de las formas de opresión, ya que en el fondo nunca pueden subvertir dichas relaciones poder porque son ellas las que configuran y condicionan las formas de resistencia.
Preciado propone una micropolítica de re-apropiación tecnológica. Por ejemplo, Preciado defiende al post-porno como un tipo de práctica político sexual que se caracteriza por la re-apropiación de la pornografía mainstream, convirtiéndola en un tipo de pornografía que visibiliza otras identidades y otras prácticas sexuales que no necesariamente dan cuenta del coito. Por ello, este tipo de micropolítica no puede plantearse seriamente abolir la pornografía, dado que es ella la que le da consistencia ontológica para presentar su propuesta de re-apropiación. La estrategia política consiste en modificar el sentido de las tecnologías que se apropian, creyendo ilusoriamente que dicha singularidad va a tener un efecto global sobre los usos corrientes de la misma. Esa es la lógica de la multiplicidad ontológica que entiende al movimiento de lo real como un conjunto azaroso y caótico de formas indeterminadas.
Otra de las características del historicismo posmoderno y que la filosofía política de Preciado resalta, es la estrechez individualista de sus propuestas políticas, muy a tono con las transformaciones subjetivas del capitalismo contemporáneo que tienden a un proceso cuasi-inevitable de individuación, convirtiendo las relaciones sociales en meras mónadas leibnizianas que no tienen puertas ni ventas comunicativas con otras mónadas. Es el imperio del self y del sujeto como auto-representación. Este fenómeno que autores como Lipovetsky[19] han venido teorizando desde hace décadas, Preciado lo lleva a la práctica, especialmente cuando propone sus prácticas contra-sexuales. En palabras de Preciado: “La contra-sexualidad no es la creación de una nueva naturaleza, sino más bien el fin de la Naturaleza como orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros”.[20]
Más allá de la definición abstracta de la contra-sexualidad como el fin de toda Naturaleza, lo que nos interesa es la intervención práctica como tal. En primer lugar, Preciado deja de pensar en los cuerpos sexuados para dar cuenta de cuerpo parlantes, es decir, sostiene una antropología filosófica donde el sujeto queda reducido a una mera instancia comunicativa. En segundo lugar, el filósofo español sostiene la idea de la intervención del dildo como artefacto artificial, así como la conversión del propio cuerpo, y en especial de sus extremidades en dildos. Esto es lo que Preciado llama como dildotécnica. En este tipo de prácticas contra-sexuales no hay otro, no hay intersubjetividad, sino auto-representación y auto-placer. El propio cuerpo se convierte en un otro, en tanto se ve atravesado por un caos interno a disposición de una voluntad abstractamente libre.
La filosofía de la sexualidad que propone Preciado, en especial su propuesta de desontologización de la sexualidad, se sostiene sobre unos presupuestos metafísicos que hemos expuestos en este trabajo. Aunque rechace la posibilidad de llevar a cabo una ontología de la sexualidad, dado que entiende a la ontología como un simulacro, no necesariamente significa que no se pregunte por el ser de la sexualidad. Es por ello que su ontología es concebida por él mismo como desontologización, es decir, pretende eliminar todo vestigio de esencialismo, pero sin definir claramente qué entiende por esencia. Al no indagar profundamente sobre el concepto de esencia, lo que termina elaborando Preciado es una especie de esencialismo historicista, donde las tecnologías de género asumen la responsabilidad de configurar subjetividades y demarcar procesos de normalización.
En el fondo Preciado no puede escapar de la metafísica que rechaza, ya que termina por recomponer el binarismo que tanto ha rechazado. Su anti-realismo nominalista lo lleva a separar dos dimensiones, la de la cultura y la de la naturaleza. Aunque se oponga a la naturaleza con su propuesta micropolítica de la contrasexualidad, eso no significa per se la eliminación absoluta del binarismo, sino la exaltación de una dimensión sobre la otra: es decir, la exaltación de la cultura. Lejos de una mirada dialéctica, como es la concepción de una ontología realista de la diferencia sexual,[21] Preciado opta inscribir el fenómeno de la sexualidad como efecto de la intervención de múltiples dispositivos de poder sobre el cuerpo. Entiende a la corporalidad como una zona de neutralidad, donde las tecnologías sociales van delimitando sus zonas, creando ilusoriamente zonas erógenas y reconectando una arquitectura corporal que en el fondo es política: “Los contextos sexuales se establecen por medio de delimitaciones espaciales y temporales sesgadas. La arquitectura es política. Es la que organiza las prácticas y las califica: públicas o privadas, institucionales o domésticas, sociales o íntimas”.[22]
Preciado va a entender la relación del cuerpo con las tecnologías como la de un libro en blanco con la escritura. Las tecnologías de género se comportan como escrituras, mientras que la contra-política implicaría una re-escritura corporal. ¿Cuál es el sujeto de esa re-escritura? La voluntad omnipresente y omniabarcante que puede deshacer los nudos de las relaciones sociales imaginando nuevos horizontes relacionales, aunque ellos no estén en relación directa con condiciones objetivas que permitan funcionar como condiciones de posibilidad. Preciado resume este proceso de la siguiente manera: “La identidad sexual no es la expresión instintiva de la verdad prediscursiva de la carne, sino un efecto de re-inscripción de las prácticas de género en el cuerpo”.[23] De esta forma, el sujeto al que adscribe Preciado es ambiguo, ya que por un lado recibe las configuraciones de afuera, pero luego se vuelve activo como plena abstracta conciencia libre que pone sus propias determinaciones a partir de actos meramente voluntarios.
Bibliografía
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- Žižek, Slavoj, Cómo leer a Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2008.
- ___________, Contingencia, hegemonía y universalidad, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004.
Notas
[1] Michel Foucault, Historia de la sexualidad, La voluntad de saber, p. 69.
[2] Paul Preciado, Manifiesto Contrasexual, p. 24.
[3] Teresa de Lauretis, Technologies of Gender. Essay on Theory, Film and Fiction, ed. cit.
[4] Judith Butler, El género en disputa, p. 285.
[5] Paul Preciado, Testo Yonqui, p. 98.
[6] Sicerone, Binetti, Cruz, “El transhumanismo de Paul B. Preciado: sobre las ficciones antirrealistas del Manifiesto Contrasexual”, pp. 425-425.
[7] Paul Preciado, Un apartamento en Urano, ed. cit.
[8] Luce Irigaray, Yo tú, nosotras, ed. cit.
[9] Paul Preciado, Manifiesto Contrasexual, p. 22.
[10] Slavoj Žižek, Cómo leer a Lacan, ed. cit.
[11] Slavoj Žižek, Contingencia, hegemonía y universalidad, p. 292.
[12] Joan Copjec, El sexo y la eutanasia de la razón, p. 23.
[13] Michel Hardt y Tony Negri, Imperio, ed. cit.
[14] Franco Berardi, Generación post-alfa: patologías e imaginarios en el semiocapitalismo, ed. cit.
[15] Santiago Castro-Gómez, Revoluciones sin sujeto, p. 21.
[16] Ibidem, p. 22.
[17] Michel Foucault, Vigilar y castigar, ed. cit.
[18] Michel Foucault, Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, p. 90.
[19] Gilles Lipovetsky, La era del vacío: ensayo sobre el individualismo contemporáneo, ed. cit.
[20] Paul Preciado, Manifiesto Contrasexual, p. 18.
[21] María Binetti, Mater/realismo: aportes para una filosofía feminista de la diferencia, ed. cit.
[22] Paul Preciado, Manifiesto Contrasexual, p. 27.
[23] Ibidem, p. 25.
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