Sobre la resignación

Betina Portolesi, “Resignación” (2008)

Trad. Christian Santacroce[1]

 

«Resignarse – aceptar algo a lo que uno no puede oponerse o no desea oponerse ya».

Diccionario de la Academia Francesa

Poder oponerte y querer oponerte —resistencia que conduce a la revolución. Poder oponerte y no querer oponerte —resignación por cobardía, pereza o fatiga. No poder oponerte y no querer oponerte —resignación plena, sin culpa, ni resentimiento, resignación recomendada por ciertos filósofos de la Antigüedad y predicada por la religión.

La resignación pone término a la desesperación, mas no deja lugar a ninguna esperanza.

Desesperación, punto del cual ya no hay retorno. La desesperación señala que ya no existe esperanza y que sólo restan dos posibilidades a tener en cuenta: el suicidio o la resignación.

Estar desesperado es carecer de esperanza. Así como, estar resignado es estar exento de ella. La desesperación es un volcán en erupción. La resignación un volcán extinto.

La desesperación parece indicar la falta de sentido de la vida y remitirnos al suicidio como solución. La resignación implica paciencia, lucidez, humildad, sumisión y hace la vida posible.

La desesperación es una forma extrema de rebelión. El desesperado recurre a gestos radicales. La resignación es la aceptación de la necesidad. El resignado vive consciente de que nada depende de él, sirviéndose sólo de gestos banales, de estricta necesidad, prohibiéndose toda forma de grandilocuencia.

La desesperación mantiene el alma en un estado de exaltación perpetua, haciendo sentir en ella la presencia del abismo. Aun cuando el desesperado no se asome al abismo, el abismo se asomará en él. La desesperación conturba la vista. La resignación induce a una cierta serenidad atemperada que prohíbe todo maximalismo. Quien elije la vía de la resignación entiende que hay cosas que no están en poder del hombre y espera que el destino imponga su ley. Su mirada es siempre atenta, no alterada por caprichos, ni humores.

El desesperado no teme ningún tipo de excesos, es capaz de poner fuego al mundo, intentando arrastrar al infierno a sus enemigos con él. Quien asume su resignación no esboza gesto alguno de rebelión, inclinando sin protestar la cabeza ante la fatalidad.

La desesperación se nutre de la imaginación. La resignación es impuesta por la razón.

La desesperación empuja al individuo a la conclusión de que una vida sin esperanza resulta imposible. La resignación, en cambio, le hace comprender que la sola vida razonable es la ayuna de esperanza, una vida al fin libre de ilusión.

Para el desesperado, la falta de esperanza es la amputación del futuro. Para quién elije la resignación, el futuro es siempre idéntico al presente, incapaz de conducir a nada nuevo.

La resignación sigue a la conclusión de que la naturaleza es inmutable.

Quien se resigna sopesa mejor sus fuerzas que quien intenta cambiar el mundo. La resignación reduce el sufrimiento.

Sólo los resignados pueden lograr la sabiduría. La resignación es la actitud de quien a la ilusión ha renunciado, es la actitud permanente del sabio.

Marco Aurelio: “Imagínate que todo aquel que se entristece o se muestra descontento de algo se asemeja a un cochinillo que, preparado para el sacrificio, gruñe y se debate; así también aquel que, solo y en silencio, llora en un pequeño lecho las desgracias de nuestra vida. Piensa también que sólo al ser racional le ha sido dado rendirse de buen grado a los acontecimientos, al tiempo que rendirse a éstos, sin más, es para todos, una necesidad.”

 

***

 

Dos categorías de hombres incapaces de resignarse: los ascetas y los revolucionarios. Los primeros intentan cambiarse a sí mismos, los otros intentan cambiar el mundo.

El revolucionario se pregunta cómo es posible vivir bajo el signo de la resignación, mientras que el sabio se pregunta cómo es posible una vida sin ella. Para el primero, la resignación conduce inevitablemente al suicidio; para el segundo, la resignación es lo único que puede librarnos del suicidio.

Infancia, incapacidad de resignación o de rebelión.

El pensamiento mágico del niño ve posible la transformación de los puntales del mundo, y desconoce la resignación y la rebelión.

La rebelión se inicia en la adolescencia, pues si aquel que acaba de abandonar la infancia constata bruscamente que existen límites y obstáculos insuperables, no es sin embargo capaz aceptarlo, aún confiado en su idea de que el mundo puede transformarse conforme a su voluntad.

Los hombres de edad provecta pueden inspirar revoluciones, mas quienes las consuman son siempre los jóvenes. Los revolucionarios tienen necesidad de ilusiones; en cambio, los viejos las han perdido ya.

 

***

 

En el infierno no existe resignación. Los tormentos de los réprobos les impiden toda posibilidad de resignación. Ugolino muerde la testa de Ruggieri sin tregua.

 

 

Notas

[1] Original en rumano: Ciprian Vălcan Despre măsură și reducerea suferinței  En: Dilema veche. Versión digital: https://dilemaveche.ro/sectiune/tema-saptamanii/articol/despre-masura-si-reducerea-suferintei Fecha de acceso: 07-06-2022. Traducción del rumano al español de Christian Santacroce.

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