Apuntes sobre el concepto de Agencement
I
Los siguientes párrafos tienen la intención de hacer resonar, en un solo concepto, tres nombres propios que se abocaron a pensar radicalmente lo impensable de los acontecimientos. Así, Paul Klee, Gilles Deleuze y Félix Guattari, se presentan como esa triada de intensidades que, adentrándose desde diversas sendas en el mismo espacio-tiempo, dieron cabida a un concepto con grandes repercusiones para el despliegue de una ciencia rigurosa, pero an-exacta: el concepto de Agencement.[1]
El Agencement, como un concepto tetravalente (contenido y expresión, territorialización y desterritorialización[2]), es una noción que nos inserta de lleno en la problemática que Deleuze-Guattari abren al vincular la metafísica y la política en un mismo acaecimiento.
Dicho acaecimiento, al ser apreciado desde el concepto pictórico de Klee, toma otro cariz, permitiéndonos así experimentar, pictórica-espacialmente, ese movimiento intensivo yacente en lo metafísico-político.
De tal modo, en lo que sigue, nos abocaremos a apreciar el Agencement pictórico desde el pensar-pictórico de Klee, para, posteriormente, hacerlo resonar con el Agencement metafísico-político de Deleuze-Guattari.
II
Klee, como Cogito disuelto; como trazos de intensidades en fuga, es un fulgor que cruza el pensamiento. Klee es una imagen que en su exceso desborda toda lógica fundamentada en el principio de contradicción.
Podría concebirse que este pintor nacido en Suiza, hace suya aquella tarea de la filosofía moderna que Deleuze detalla en Diferencia y repetición como derrumbamiento del platonismo. En los primeros párrafos de Teoría del arte moderno, Klee redacta:
La modernidad es un aligeramiento de la individualidad. Sobre este nuevo terreno, incluso las repeticiones pueden expresar un tipo nuevo de originalidad, devenir formas inéditas del yo, y no hay por qué hablar de debilidad cuando un cierto número de individuos se reúnen en un mismo lugar: cada uno espera allí el florecimiento de su yo profundo.[3]
De tal forma, es a través de tal necesidad contingente de devenir, la cual se precipita siempre en una producción incesante de inconsciente, que podemos ir pensando aquello que conforma el concepto de Agencement.
Persiguiendo esas líneas de brujería trazadas por Klee, se concibe que el concepto de Agencement pictórico, es una noción que en su expresión se halla atravesada por tres elementos plásticos: la línea, el claroscuro y el color. De tal modo, puede afirmarse que: 1) la línea se presenta como asunto de medida; la línea es ese elemento de forma; 2) el claroscuro concierne a la gradación; el claroscuro es energía blanca y oscura en tensión y; 3) el color es cualidad diferencial.
Entonces, a partir de tales elementos plásticos constitutivos del Agencement, se distingue cómo es que esta noción propia del arte contemporáneo encuentra una frecuencia tal, que se hace audible en las páginas que conforman Mil mesetas. Y es que Klee, a través de este concepto, nos dirá que en el arte hay un punto gris que interpela a la creación, es decir, a la actualización de lo virtual, gracias a un impulso vital, y que son justamente estos tres componentes, aquellos elementos plásticos que habrán de conjugarse y de afirmarse en el azar-ordenado, es decir, en el caosmos de una obra pictórica. En las notas sobre el punto gris de Klee, se lee:
El caos como antítesis del orden no es propiamente el caos, no es el verdadero caos […]. Ese ser-nada o ese nada-ser es el concepto no conceptual de la no contradicción. Para llevarlo a lo visible (tomando al respecto una especie de decisión, estableciendo algo así como el balance interno), es preciso apelar al concepto de gris, al punto gris, punto fatídico entre lo que deviene y lo que muere. Ese punto es gris, porque no es blanco ni negro, por que es tanto blanco como negro. Es gris porque no está ni arriba ni abajo o porque está tanto arriba como abajo. […] Establecer un punto en el caos es reconocerlo necesariamente gris en razón de su concentración principal y conferirle el carácter de un centro original desde donde el orden del universo va a brotar e irradiar en todas dimensiones. […] A este advenimiento corresponde la idea de todo Comienzo o, mejor: el concepto de huevo.[4]
Resulta interesante entonces que en Klee resuenen esos ecos spinozianos-bergsonianos patentes, a la vez, en el pensamiento deleuzeano.[5] Estrépitos que en <<28 noviembre 1947 – ¿Cómo hacerse un Cuerpo sin Órganos?>> también se congregarán en la figura del huevo.
Klee, de alguna manera, siguiendo la intuición spinozista de las nociones comunes,[6] así como la de cualidades notables en Bergson,[7] asienta que no hay identidades. Toda producción está siempre en devenir al hallarse en un proceso contingente de fabricación diferida o de individuación —como postula G. Simondon.[8]
Es en esta lógica inmanente donde se nos da cuenta de la característica aporética del Agencement. Dejándonos llevar por ese devenir spinozista-bergsoniano, se puede aseverar que la funcionalidad aporética del movimiento de lo real-actual y de lo real-virtual se enuncia claramente cuando Deleuze escribe en su tesis sobre Spinoza: “lo que oculta también expresa, pero lo que expresa vuelve a ocultar” .[9]
Dispuesto esto, veamos pues cómo es que esta funcionalidad aporética se despliega en la cuádruple plasticidad del Agencement de Deleuze-Guattari.
III
Klee, en el Credo del creador, postula: “El arte puro supone la coincidencia visible del espíritu del contenido con la expresión de los elementos de la forma”,[10] aspecto que nos conduce justamente a ese plan(o) de inmanencia en el que el contenido y la expresión[11] (dentro de la lógica barroca inmanentista de Deleuze-Guattari), se van plegando infinitamente en ambos sentidos a la vez, constituyendo con ello imágenes que pueden inclinarse, hacia el contenido, hacia la expresión, o bien emerger de un hilo limítrofe no representable en el que se hace indistinguible la nitidez de ambas caras; instaurándose así una imagen simulacro aporética que rechaza toda lógica binaria supuesta por el principio de contradicción.
Ahora bien, este hilo limítrofe nos da pauta para hablar de la otra funcionalidad aporética propia del Agencement en Deleuze-Guattari: la composición entre la territorialización y la desterritorialización.
La territorialización y la desterritorialización se relacionan directamente con el modo en que el ritornelo, al yacer en una producción diferida, admite que los bloques de espacio-tiempo (medios) y los pulsos (ritmos), se expresen de una forma en la que su expresión nunca agota las fuerzas que al interior interpelaron su expresión, siendo el resultado de esta lucha, o bien el territorio, o bien la desterritorialización.
Enunciando lo anterior nietzscheanamente, se puede aseverar que en los procesos de territorialización y desterritorialización, se expresa siempre una voluntad de poder que se precisa como eterno retorno, y que bien puede contener en su interior el des-pliegue, por instantes, de una relación en donde las fuerzas reactivas se superponen a las fuerzas activas, o viceversa.
El Agencement entonces, compuesto por tales funcionalidades: contenido y expresión, desterritorialización y reterritorialización, es un elemento plástico que traza líneas en las que, por instantes, se van dibujando cartografías de deseo que dan cuenta del modo en el que el Cuerpo sin Órganos deviene.
Se distingue entonces que lo que hace tanto el pintor, como el filósofo, es el estar a la escucha de esa demanda de lo innombrable, es decir, del punto gris. Tal interpelación exigirá llevar a cabo trazos que, bajo el método de la intuición, ayudan a escuchar, en términos de Klee, la prehistoria de lo visible. Entonces, el método pictórico del arte moderno al cual Klee apela, es un método que trazando diferentes Agencements deconstruye toda interpretación paranoica sustentada en el principio de contradicción. El método pictórico-intuitivo, es un método que no dicta identidades. Bajo éste se es exacto sin serlo unilateralmente.
El Agencement, como cartografía del deseo, se presenta como pragmática pura. Klee asevera que bajo este método “buscamos no la forma sino la función”.[12]
Así, por lo dicho, se percibe que la interpelación pictórica no es más que la interpelación por la creación. Experimentación en la que se producen infinitos Agencements que por su misma producción generan un movimiento aporético.
Un elemento interesante de tal interpelación por la creación es que ésta no apela por un principio trascendental. La interpelación se gesta desde lo más íntimo de nuestro ser. Se trata de una involución creadora.[13] Sobre ello Klee asevera:
La fuerza creadora escapa a toda denominación, en último análisis permanece como un misterio indecible. Pero no un misterio inaccesible incapaz de conmovernos hasta lo más hondo. Nosotros mismos estamos cargados de esta fuerza hasta el último átomo de la médula. No podemos decir lo que es, pero podemos aproximarnos a su fuente en una medida variable.[14]
Ahora bien, este acercamiento a la fuente nos solicita marchar hacia la forma, cuyo itinerario está dictado por esa fuerza cargada en nosotros, no obstante, bajo ninguna circunstancia la forma dicta la marcha, es la propia marcha, su funcionalidad, la que se dicta a sí su propia formación. La interpelación está dada en y desde la misma marcha. En palabras de Klee:
La marcha hacia la forma, cuyo itinerario debe estar dictado por alguna necesidad interior o exterior, prevalece sobre la meta terminal, sobre el fin del trayecto. […] En ninguna parte ni jamás la forma es resultado adquirido, terminación, conclusión. […] Su ser es el devenir y la forma como apariencia no es más que una maligna aparición, un peligroso fantasma. […] La forma es fin, muerte. La formación es vida. […] Pensar pues menos en la forma (<
>) que en la formación. Mantenerse enérgicamente en camino, referirse sin discontinuidad al surgimiento inicial primordial. Esta es la vía productiva, lo esencial; el devenir se pone por encima del ser.[15]
Tenemos entonces que el devenir en Klee, como esa lógica interna del Agencement, en tanto que se gesta paradójicamente, se coloca por encima del ser, lo cual, si es llevado al ámbito ontológico político, que es el paraje en el que Deleuze-Guattari hacen crecer rizomáticamente su escritura, nos precisa esa resonancia entre dos devenires (uno metafísico-pictórico y otro metafísico-político), en el que las líneas, los claroscuros y los colores son elementos plásticos que produciéndose hacen que el ser se afirme exclusivamente en su expresión azarosa.
Intensificando esa escucha entre las resonancias del planteamiento metafísico-pictórico de Klee, y el pensamiento metafísico-político de Deleuze-Guattari, se puede percibir cómo este colocar el devenir por encima del ser, se vincula directamente con dos aseveraciones deleuzeanas-guattarianas que ponen el acento en la problemática del vínculo entre la metafísica y la política.
Tales aseveraciones son, por un lado: “es por completo cierto que lo social y lo metafísico llegan al mismo tiempo”[16] y, por el otro: “antes que el ser está la política”.[17] Y es que lo social y lo metafísico al estar en un proceso inacabado de actualización, se combinan para crear composiciones siempre nuevas y, sin embargo, repetitivas, que se presentan al unísono en un modo de la vibración del punto gris.
Lo anterior, si es llevado a la lógica pictórica-política del Agencement en Deleuze-Guattari, sin duda alguna nos dirige hacia el principio rizomático del mapa.
IV
Dispuesto así los Agencements como cartografías del deseo, como trazos de una obra siempre en producción, veamos cómo es que estos mapas pueden ser producidos, y cómo es que estos dan cuenta de la interpelación por la creación.
Un término que debemos tener presente para la realización de la tarea aducida, es el de segmentaridad. Deleuze-Guattari retoman este concepto de la etnología, la cual lo emplea para explicar las denominadas sociedades “primitivas” que no cuentan con un aparato de Estado centralizado.
Otro término que también retoman Deleuze-Guattari de la etnología, es el de segmentaridad dura. Éste, como se podrá adivinar, hace referencia a la forma de un socius centralizado.
Así pues, teniendo presente que para Deleuze-Guattari “estamos segmentarizados por todas partes y en todas las direcciones”,[18] es decir, siempre nos hallamos en un modo del deseo expresado y, con ello, estratificado en el socius, resulta atrayente ir conduciendo esta gradación de la segmentaridad social al modo en el que pictóricamente comprende Klee el Agencement. Esto con el fin de ir apreciando cómo es que se pueden ir constituyendo mapas de ese movimiento paradójico entre lo metafísico y lo social.
De tal manera, la segmentaridad flexible y la segmentaridad dura, pueden ser comprendidos como dos claroscuros; como dos matices de segmentaridad. Así, cuando se afirmó arriba que en el Agencement pictórico el claroscuro se presentaba como aquello que concernía a la gradación y al peso, podemos afirmar que las segmentaridades tienen que ver justamente con esas gradaciones que dan cabida a determinadas afecciones que terminan por conformar un límite de resonancia interior a los órganos (instituciones) dentro del cuerpo social.
A las líneas del Agencement social, por otra parte, las podemos nombrar como figuras de segmentaridad. Deleuze-Guattari afirman que éstas son tres: la binaria (hombre-mujer, los de arriba-los de abajo), la circular (el padre como centro, la formación de círculos concéntricos a partir de la figura del poder) y la lineal (las leyes, las relaciones políticas bajo la visión del consenso).
Por último tenemos al color, el cual para Klee, dentro de la lógica del Agencement, es la cualidad, esto debido a que en él subsiste un diferencial múltiple, aspecto que si es llevado a la lógica del Agencement social, nos conduce a tres plasticidades de segmentaridad primarias: la molar, la molecular y la de fuga.
Estas tres intensidades diferenciales, siempre en contaminación, tiñen el conjunto social, precisando así que en algunas mesetas del mapa el tinte tienda más hacia el establecimiento de rostros bien definidos, en otro, que los colores permitan vislumbrar corpúsculos y, finalmente, otro en el que el color reclama la experimentación de infinitas formas —aquí un girasol, un quetzal y un humano devienen en las velocidades infinitas del color.
V
Ahora bien, para precisar la lógica aporética que a lo largo de todo este escrito nos ha exigido, y con ello cerrar este ensayo, viene a cuenta un análisis de los Símbolos de formas en movimiento de Klee, ya que éste da cuenta de la postura trágica que persiste a lo largo del pensamiento de Deleuze-Guattari. Refiriéndose al símbolo de la flecha, Klee escribe:
Padre de la flecha es el pensamiento: ¿cómo extender mi extensión hacia allá abajo, del otro lado de ese río, de ese lago, de esa montaña? La contradicción entre nuestra impotencia física y nuestra facultad de abrazar la voluntad, a través del pensamiento, los dominios terrestre y supra-terrestre es el origen mismo de lo trágico humano. […]. La idea como mediación entre la tierra y el universo. Cuanto más grande el viaje, más intenso lo trágico. ¡Tener que devenir movimiento y no serlo ya! Lo trágico está presente pues de entrada.
La consecuencia: ¿Cómo va a vencer la flecha resistencia y fricciones? ¡No alcanzar jamás el reino del movimiento perpetuo! Conciencia de que allí donde hay un comienzo jamás se halla lo infinito.
Consuelo: ¡un poco más que lo habitual! ¿Es posible?
Dénse alas, o flechas, a fin de ganar el gran mar, aún si pierden el aliento sin poder ganarlo.[19]
Así pues, la cartografía de los Agencements, la cual no puede desasirse de lo metafísico-social, se extiende hacia arriba y hacia abajo. El trazado de mapas involucra un método intuitivo-transductivo con el cual uno se dispone a vibrar con las fuerzas provenientes de ese fondo infundado, creando con ello figuras de color y claroscuros que decantan la potencia e impotencia de nuestra condición. Este trazado nos obliga a llevar a cabo un viaje in situ; un viaje trágico que a cada momento inicia, ya que el arribo al reino del movimiento perpetuo sólo da atisbos. Esa es la tragedia del eterno retorno de lo mismo. Se trata entonces siempre de estar dispuesto a lanzarse a la errancia, perdiendo así todas aquellas seguridades por las que se lucha como si se trataran de la libertad.
La cartografía pictórica-metafísica-filosófica entonces, como una experimentación de deseo, es la apertura hacia el chirrear de la naturaleza; al modo en el que la corporalidad se inventa y descompone deviniendo en un combate, el cual es el combate político por excelencia.
Bibliografía
- Bergson, Henry, Materia y memoria, Cactus, Buenos Aires, 2010.
- Deleuze, Gilles, Nietzsche y la filosofía, Anagrama, Barcelona, 2008.
- ––––, Diferencia y repetición, Amorrortu, Buenos Aires, 2006.
- ––––, Spinoza: filosofía práctica, Tusquets, Barcelona, 2009.
- ––––, Spinoza y el problema de la expresión, Atajos, Barcelona, 1996.
- Deleuze, Gilles y Félix Guattari, El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia, Paidós, Buenos Aires, 2009.
- ––––. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Pre-textos, Valencia, 2006.
- Klee, Paul, Teoría del arte moderno, Cactus, Buenos Aires, 2008.
- Simondon, Gilbert, La individuación a la luz de las nociones de forma y de información, Cactus, Buenos Aires, 2005.
Notas
[1] Ante las dificultades generadas por la traducción al idioma español del concepto Agencement, ya sea como dispositivo, o como agenciamiento, se ha decidido dejar el concepto en su idioma original.
[2] Cfr. Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas, 513-515.
[3] Paul Klee, Teoría del arte moderno, 16.
[4] Ibid., 55-56.
[5] Cfr. Paul Klee, Teoría del arte moderno, 28-29. El pintor alemán asevera: “El artista no concede a las apariencias de la naturaleza la misma importancia apremiante que sus numerosos detractores realistas. No se siente tan sometido a ella, las formas detenidas no representan a sus ojos la esencia del proceso creados en la naturaleza. La naturaleza naturante le importa más que la naturaleza naturada. Quizás es filósofo sin saberlo”.
[6] Cfr. Deleuze, Spinoza: filosofía práctica, 139 y 145.
[7] Cfr. Henri Bergson, Materia y memoria, 180.
[8] Cfr. Gilbert Simondon, La individuación, 61-63.
[9] Gilles Deleuze, Spinoza y el problema de la expresión, 37 y 46.
[10] Paul Klee, Teoría del arte moderno, 35.
[11] Deleuze y Guattari, Mil mesetas, 51 y 52.
[12] Paul Klee, Teoría del arte moderno, 53.
[13] Cfr. Deleuze y Guattari, Mil mesetas, 169, 245, 270 y 276.
[14] Paul Klee, Teoría del arte moderno, 57.
[15] Ibid., 60.
[16] Deleuze y Guattari, El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia, 369.
[17] Cfr. Deleuze y Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, 207.
[18] Ibid., 214.
[19] Paul Klee, Teoría del arte moderno, 111.
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