Pragmatismo y falibilismo: la duda generadora

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Pragmatismo y falibilismo: la duda generadora

Fundamentos de la Filosofía para Niños de Matthew Lipman.

Una de las más importantes influencias de Matthew Lipman es Charles Sanders Peirce, filósofo, matemático y físico que nace en 1839 en Cambridge, Massachusetts y se considera fundador del Pragmatismo que más tarde llamó Pragmaticismo.

En una serie de artículos publicados en 1868, Peirce presenta una serie de argumentos en contra de la idea de que el conocimiento se apoya en fundamentos fijos y que los seres humanos poseemos una facultad que nos permite conocer esos fundamentos. En estos artículos se oponía a lo que John Dewey llamó “la búsqueda de la certeza”.

Por su parte, Charles Pierce, en su libro The Fixation of Belief, concibe la investigación como un proceso que se inicia por una condición irritante: la duda. La duda se resuelve en la creencia y la lucha por pasar de la duda a la creencia es la investigación. La creencia no sólo acaba con la duda, sino que contiene una referencia a la acción. De este modo, la creencia tiene tres características principales: elimina la duda, nos hace conscientes y produce un hábito.

“La función del pensamiento es producir hábitos de acción…para desarrollar su significado tenemos simplemente que determinar qué hábito produce, ya que lo que una cosa significa es simplemente el hábito que implica”[1]

Para Pierce la verdad está al final de un proceso de investigación comunitaria y para definirla recurre a dos nociones fundamentales: la noción matemática de límite y la noción filosófica de comunidad de intérpretes o investigadores. El falibilismo que sostenía en su noción de verdad juega un importante papel  en su idea de búsqueda continua, ya que si una creencia es falseada, la investigación se reabre.

Pierce concebía la comunidad de investigadores como un grupo ideal de personas que buscan un método de investigación auto correctivo en el sentido de que la objetividad se encuentra en la actividad deliberativa de la comunidad como totalidad. En ella se combinan los talentos individuales y el compromiso de todos con la autocorrección y el pensamiento crítico.

El pensamiento es un proceso de diálogo interno: cuando el yo piensa siempre hay dos yos actuando, el yo crítico y el yo innovador. Esta idea del pensamiento como una forma de diálogo interno que presupone una comunidad con reglas discursivas es una de las aportaciones más importantes de Pierce.

“Dos cosas son importantes aquí. La primera es que una persona no es absolutamente un individuo. Sus pensamientos son lo que se está diciendo a sí mismo, esto es, diciéndole a ese otro yo que empieza a surgir en el flujo del tiempo. Cuando uno razona uno trata de persuadir a ese yo crítico…Todo pensamiento, sin embargo, es un signo y en gran medida es de naturaleza lingüística.”[2]

Concibe a la mente humana como un complejo conjunto de poderes y capacidades que se organizan en torno a una persona unificada. La mente se mueve entre la duda y la creencia y entre ambas está la investigación que nos permite pasar de la una a la otra. Lo que da fuerza y garantía a la investigación es, de acuerdo a Pierce, que se trata de una empresa cooperativa. Esta idea de la investigación científica como un proceso comunitario se apoya en la idea de que la verdad se encuentra al final de un proceso dialéctico demasiado complejo como para depender de un solo individuo. La investigación nos impele a comparar, contrastar, corregir nuestras ideas, así como probarlas en la experiencia. Todas estas operaciones dependen de una serie de operaciones lógicas vinculadas entre sí, por lo que la idea de comunidad se aplica, no sólo a los investigadores, sino a las ideas  como comunidad o sistema de ideas.

“La idea de la comunidad no es una mera metáfora, tampoco es un trozo de retórica en alabanza a la ciencia: la idea pertenece a la estructura lógica de la actividad científica. No todo el que investiga es un investigador científico, sino sólo aquéllos que conocen y desean apegarse al método empírico”[3]

Si seguimos el proceso de investigación hasta donde éste nos lleve lograremos un resultado que puede plantearse como la respuesta tentativa al problema planteado hasta que surjan nuevas evidencias o nuevas rutas de investigación. Un principio básico es nunca bloquear el camino que sigue la investigación.

Es importante señalar que, a pesar de que el pragmatismo renuncia a la certeza absoluta, no es una aceptación de la imposibilidad de conocer, adopta una postura falibilista que consiste en señalar que no hay creencias que no estén abiertas a nuevas interpretaciones y críticas.

Los pragmatistas creen que cuando nos equivocamos tenemos la esperanza de detectar y corregir nuestros errores mediante la discusión y la investigación. La posibilidad del error nos da razones para ser humildes falibilistas, pues sabemos que cualquiera de nuestras opiniones necesitará ser revisada en el futuro.

No se apunta a alcanzar la certeza absoluta, sino a perfeccionar los métodos de investigación que garanticen el progreso falibilista. La investigación es una actividad comunitaria y el método de la ciencia es autocorrectivo. La filosofía es intrínsecamente falibilista puesto que es interpetativa, tentativa y siempre sujeta a la corrección crítica.

Utiliza la metáfora de la cadena y el cable que consiste en señalar que en la filosofía y la ciencia debemos confiar en la multitud y variedad de argumentos en vez hacerlo en uno solo, por fuerte que parezca. La cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones, mientras que el cable está formado por delgadas fibras fuertemente conectadas entre sí, lo que le da su fuerza.

Somos falibles y nuestras perspectivas nos limitan, cada  uno de nosotros como individuos aislados no podemos avanzar en el conocimiento. Solo lo lograremos en el seno de una comunidad de intérpretes o investigadores, por tanto, los pragmatistas rechazan la filosofía cartesiana de la conciencia y adopta una teoría del conocimiento intersubjetiva que incluye el “descentramiento del sujeto”.
Este proceso s demasiado complejo como para depender de un solo individuo, pero cada individuo que participa en él refleja en su propia experiencia y pensamiento el continuo diálogo o dialéctica de las ideas centrales para el proceso de la comunidad. La investigación nos impulsa a comparar, contrastar, corregir nuestras ideas, así como probarlas en la experiencia. Ninguna de estas operaciones es inmediata, sino que todas dependen de una serie de operaciones lógicas, por lo que la idea de comunidad se aplica no solo a la comunidad de investigadores, sino a la comunidad de ideas o sistema de ideas.

Peirce concibe la ciencia principalmente como una actividad, como un proceso y sólo de manera secundaria, como un conjunto de resultados. Su visión de la ciencia es dinámica.

De acuerdo a Peirce, la comunidad crítica de investigadores es un ideal regulativo. La idea de apelar a una comunidad crítica se ha vuelto fundamental en la ciencia y en la filosofía. El supuesto en el que se sostiene es que solo ofreciendo nuestras hipótesis a la discusión crítica de los demás podemos acercarnos a validarlas. El encuentro con lo otro, con lo diferente nos permite detectar lo limitado, lo parcial.

Los pragmatistas aceptan la contingencia que permea todo el universo. Vivimos en un universo abierto que es amenazante y riesgoso debido a su inestabilidad, pero al mismo tiempo, es una fuente de oportunidades. Dewey señala la precariedad de la existencia que hace necesario desarrollar disposiciones complejas y hábitos críticos cuyo conjunto llamó inteligencia reflexiva a fin de capacitarnos para enfrentar las contingencias que se nos presentan.

Por ello, Dewey recomienda convertir las aulas en comunidades de investigación guiadas por la metodología de la investigación científica en donde el diálogo está disciplinado por la lógica.

Considera a la educación como la reconstrucción de la experiencia cuya dirección o meta es la inteligencia. La inteligencia debe ser entendida como un conjunto de hábitos flexibles y en desarrollo que involucran la sensibilidad, la habilidad de discernir la complejidad de las situaciones, imaginación que permita vislumbrar nuevas posibilidades e hipótesis, objetividad en el juicio y evaluación de valores y opiniones conflictivas, memoria para aprender de experiencias anteriores y valor para cambiar las propias convicciones cuando sea necesario.

Conforme la comunidad de investigación avanza en sus deliberaciones cada movimiento exige otro más: el descubrimiento de un dato ilumina el camino hacia nuevos datos; una aseveración obliga a descubrir las razones que la apoyan; una inferencia obliga a los participantes a explorar los supuestos que los llevaron a hacerla; la afirmación de una distinción hace surgir la cuestión de los criterios que la avalan. Cuando se llega a ciertos acuerdos o resultados, el sentido de dirección de la comunidad se confirma y clarifica y la investigación continúa revitalizada. Pero esos acuerdos representan siempre juicios provisionales y no leyes absolutas o inmutables. En palabras de Dewey:

“La resolución de una situación particular mediante una investigación particular no es garantía de que la conclusión acordada permanecerá siempre así. El logro de creencias estables es un asunto progresivo; no hay creencia tan fija que no pueda ser expuesta a una investigación posterior…En la investigación científica. El criterio de lo que se tome como acordado, o como conocimiento,  es en realidad un recurso disponible para la subsecuente investigación”.[4]

Kant contemplaba ya el uso de juicios provisionales como máximas para la investigación futura, como anticipaciones del camino hacia los juicios definitivos; un juicio provisional es un juicio sobre el cual tenemos conciencia de su problematicidad.[5]

Por ello, la comunidad de investigación debe poner especial atención al error. Los participantes aprenden a estar atentos a la posibilidad de falsación mediante los contraejemplos que permiten la autocorrección de la comunidad, misma que cada participante va internalizando hasta convertirla en un hábito personal.

Podríamos preguntarnos si este proceso de falsación y autocorrección nos lleva a alguna conclusión. Desde la perspectiva filosófica las respuestas son variadas.

Peirce pensaba que si seguimos el proceso de investigación hasta donde nos lleve, lograremos un resultado estable que puede considerarse la respuesta al problema planteado pero se plantearán nuevos problemas que nos impulsan a continuar la investigación.

Richard Rorty en su libro “Philosophy and the Mirror of Nature” sostiene que los único que tenemos es este diálogo, este proceso interminable de autocorrección que conforma la tradición filosófica. Sin embargo, este diálogo es suficiente para lograr que este mundo sea más razonable, ya que alienta modos de acción más humanos. Se puede  añadir que tiene la virtud de prevenir las posiciones fundamentalistas.

Podríamos concluir que la duda  cumple una función generadora, que impulsa el proceso de investigación y contribuye al desarrollo de los hábitos intelectuales que son la garantía de un proceso que puede darnos certezas, por provisionales que sean, necesarias para vivir encontrándole sentido a nuestra experiencia.

Pierce y Dewey, se constituyen como ascendentes intelectuales del proyecto Filosofía para Niños de Matthew Lipman. La comunidad de diálogo, en tanto eje fundamental de la Filosofía para Niños, encuentra en el pragmatismo filosófico y el falibilismo lógico sus fundamentos. La duda, el debate, la autocorrección sostenida, otorgan un carácter crítico y procesual a la construcción del conocimiento, constituyéndose como columna vertebral de la Filosofía para Niños de Matthew Lipman.

 


[1] Pierce, Ch. C.P. 5, 411-412

[2] Pierce, Ch. C.P., 5 421

[3] Smith E. John, Community and Reality en Perspectives on Pierce, Yale University Press, New Haven, 1965

[4] Dewey, J. Logic: A Theory of Inquiry.  Holt, New York, 1938, p.5

[5] Cfr. Kant: Logic, (Trad. Hartman and Schwartz) Bobbs Merril, Indianapolis, 1974.