Puntos de encuentro entre la escritura borgiana y la escritura Psicoanalítica.

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Puntos de encuentro entre la escritura borgiana y la escritura Psicoanalítica.

Borges, entre Sócrates, Tiresias y Homero.

Borges (1899 – 1986)

 

 

 

“…el autor nunca llega a producir

más que presunciones de sentido,

formas si se quiere, y el mundo

es el que las llena. Todos los textos

que se dan aquí son como eslabones

de una cadena de sentidos, pero esta

 cadena esta flotante…”[1]

 

 

Apología a Borges[2]: Del hombre de los tigres al hombre del tábano.

¿Cuál sería el veneno a beber? y  ¿Por qué?

¿Qué saber atesora este hombre ciego?

Un Tiresias que divisó la sombra de una tigresa en la Esfinge.

 

Un Homero que se imaginó una Troya entre unitarios y federales, siendo él un Ulises atrapado en sus propios laberintos espejados, sin Penélope que espere por él. Borges es un orfebre del Lenguaje[3], en la palabra encuentra, el medio y el fin.

Sabia que las Sirenas (mujeres) le ofrecían el saber a cambio de la vida, por eso se amarro al mástil de las letras navegando las costas de lo fantástico. Se pregunto si era él o el otro, un doble que lo siguió en sus itinerarios de lengua como una sombra mágica[4], y él intentando ver su rostro en un espejo de tinta. Sus noches fueron mil y una.

Un hombre que buscó el regazo de los libros para arroparse y soñar la inmortalidad de todos los hombres, invento su propio Buenos Aires, dándole otros aires, desde su Palermo chico, hombre que sintió la voz de Macedonio Fernández en los cafés itinerantes, el eco de época de Leopoldo Lugones  y el rugir del tigre, tras el paso marcial de sus ancestros, fantasmas que habitan una y otra vez sus cuentos. Un hombre que confesó que su pecado fue no ser feliz y que hizo de la escritura La forma estética por excelencia. Respeto a sus mayores y a la vez se convirtió en el Padre de las Letras  Argentinas.

Borges intenta anudar lo real de un acto de escritura[5], desde una estructura de ficción que lo rodea, haciendo pliegues desde sus bordes, arrojando metáforas a ese agujero existencial. Para él lo que los hombres llaman casualidad, es la ignorancia acerca de esa voluntad invisible de los dioses que lo ordenan todo. Borges nos enfrenta a lo siniestro en sus relatos de espejos y cópulas (lo más familiar al decir de Freud), porque nos multiplican a la vez nos hacen ingresar a un laberinto habitado por un fantasma que nos devora, en un tiempo aterrador, por ser incesante y circular, es allí donde el sueño se torna pesadilla. Una repetición que insiste en volver al mismo lugar, a un centro descentrado de nosotros mismos. Un eterno retorno que no tiene rostro. Son leños de un Druida porteño encendidos con los robles de la Biblioteca Nacional, sus estantes enredados en muérdagos y palabras.

Paradoja de Procrastinación, en su vida siempre suspende el acto, pero sus personajes en la escena van al encuentro de un acto, que es único y final. Lo precipitan y en este ‘coraje’ hallan su valor, su último gesto (el tango un marco privilegiado para este escenario). Apología del arrojo, ese desafío que se acepta, ese ser para la muerte que se proboca (evocando una palabra), un arquetipo; Llámese compadrito, malevo de las orillas del Río de la Plata, llámese Samurai en oriente y Aquiles en Occidente, es el mismo hombre en la misma escena, pero, en otro lugar desde un tiempo de rectas infinitas. En ese encuentro logrado hay un infortunio fatal.

Quizás, si no fuera por las circunstancias que los rodean (Cuento; Juan López y John Ward), podrían ser hermanos, el mismo nombre en dos lenguas diferentes, un juego de espejos, que en el decir no se entiende, la Babel de las acciones tras el lenguaje.

Es otros cuentos es el capricho absurdo que los enfrenta, el capricho de esa hembra cruel y feroz; la daga. El objeto mágico (daga) al que le rinden culto los hombres de los márgenes, los compadritos, el malevaje, los conduce a un animismo en donde se refleja su Tótem, el de Borges, el tigre, el que ruge en las noches de su soledad, rondando sus sueños eternos, acechando sus metáforas, siguiendo el rastro de aquel que siempre deseo ser y no pudo, al que le faltó valor para ser feliz. El tigre, un animal bello y feroz, audaz, temerario y sobre todo solitario[6].

Se imaginó poderoso en ese territorio universal de las letras, sin mirar, alucinado en su visión fantástica, no por eso menos real. Una ilusión de territorialidad que se desvanecía cuando alguien dejaba de leer sus escritos, entonces dormía hasta el próximo lector, el que aguijoneado por la  curiosidad se arriesgaba a deslizarse en sus letras quedando atrapado en los senderos de azogue de sus espejos.

Para ingresar al laberinto borgiano, hay que tomar su aliento y es allí donde su Deimon[7] nos habita. El mundo Borgiano es un mundo totémico, son machos que pelean por una hembra, en un ritual animal, primitivo, violento y estéticamente pasional, que el tango[8] lo baila en el drama de un abrazo íntimo y feroz.

Un abrazo envolvente en donde el varón es tal porque va hacia delante y ella se cierra abriéndose a una geometría sagrada (extimidad, dibuja una banda de Moebius, ella retrocediendo ante el avance del varón hace ochos que son un infinito envolvente).

¿Qué se baila en el tango? Lo que se elude sin rechazar, permitiéndole así al hombre el próximo y más cercano paso, hasta el momento de la estocada final y luego todo vuelve a comenzar. Milonga que aún resuena en ese otro tiempo (mítico, circular), en el que un hombre aún espera por ser feliz.       Un mundo en donde un hombre debía demostrar lo que era ser un hombre,  un acto ético de valor individual, por el valor mismo, el coraje como ideal. Es un mundo ciego[9] en donde el está continuamente matando a su doble y colocando de testigo (en su referencia etimológica; mártir) al lector.

La libertad individual en tensión con la masa, Borges no creía en las ideologías (esa forma de Maía) se lo puede ubicar en un grupo social al que remite su pertenencia, también es verdad que sus ‘opiniones’ eran polémicas, especialmente irritantes, pero, si reducimos a Borges a una lectura ‘ideológica’ nos perdemos la cruel belleza esférica de su obra. La libertad es para perderla, es la distancia que nos señala la falta.

Borges es el gran caminante de la palabra, en sus derroteros de los destinos inciertos, busca la Ley de su laberinto en la apoteosis del silencio, trabaja en orfebrería cada metáfora, su intención es engarzarla al recuerdo. El hombre tiene el compromiso de recordar (anamnesis platónica), viviendo su destino (a cada uno en todos, nos toca vivir el peor de los tiempos posibles) con el mandato social de ser feliz. Un imperativo cruel e insostenible.

¿Cómo se sale del laberinto? Todo hombre vive en un laberinto de pasiones ¿Cuál es el hilo de Ariadna para salir?

No es una posición moral la de Borges, sino una posición estética, cercana a la de la bella muerte de los griegos, el alma es joven mientras se mantiene ardiendo en el deseo, el tiempo es una ilusión y el yo la materialización de tal ilusión.

Borges tiene Stilo, marca una posición al hablar, un modo en que su ser se manifiesta y a la vez se oculta, esa pura excentricidad colmada de vacío infinito tras el velo de las mil y una noches, en donde el se trasmuta en un hombre de arena que se desgrana en el tiempo, un desierto que es el laberinto mas sutil y atroz que un Dios pueda ingeniar y que ningún hombre aún pudo superar.

Así relata en uno de sus cuentos una disputa en donde un poderoso soberano somete a un hombre a la prueba de salir con vida de un cruel laberinto inventado por él, luego el azar o quizás Dios, quiere que el otro hombre enfrenta a este soberano a un laberinto, verdaderamente atroz, lo deja solo a mitad de un desierto y lo invita a salir de el con vida, un laberinto de dunas que no ha sido inventado por el hombre, un laberinto creado por la divinidad en su inmortal capricho. Dunas que cambian de forman al soplo de la divinidad, círculos mágicos que la Cábala intenta descifrar ¿Curvas de la femineidad que se tornan infinitas? Se detiene tras esa caravana de hombres azules que no le temen al tiempo, ni al desierto, ni a sus demonios (Efrit), son los que aún pueden mirar a las estrellas y al fuego, escuchar su rumor y luego relatar historias fantásticas para que estas sean esparcidas por las sombras, en el murmullo, en el eco dulce y áspero del sonido del viento (Ese Dios invisible, del mundo hebreo y del islámico, los que portan un mismo padre; Abraham, hermanos diferenciados en madre; Sara – Agar / Isaac – Ismael).

Y nosotros simples mortales sin poder evocar la sonrisa de la divinidad, sin poder retornar a la vida, tras la mueca absurda y fatal de lo cotidiano.

Borges juega con la idea del doble, ese otro que soy yo, ese yo de mi otro, la sombra, el Ka de los egipcios, eso que pareciera acompañarnos y que nosotros insistimos en desconocer, esa parte no reconocida, ese aliento que se desvanece al dormirnos y retorna en el sueño en forma de deseo. En su etimología una de las acepciones de Psijé es “sombra de un cuerpo”. Esa sombra que es carne en la mujer (al decir de Lacan, la mujer se anuda entre lo real y lo imaginario – La mujer es en el cuerpo.).

Borges en relación a Sócrates:

La posición subjetiva de Sócrates lo ubica en un lugar especial: Primero no reconoce ningún Amo, es más, demuestra que el que se arroga el saber, en verdad, no sabe absolutamente nada. Sócrates sirve a un amo (Eros[10]) para servirse de él, puesto que el oráculo (la voz de los dioses) le dio un lugar (el de más sabio entre los mortales), él se siente obligado a responder, a su modo, con una interrogación.

Una frase de Borges: “Disculpen mi ignorancia”, la ironía como arte-ficción para ayudar al otro a descubrir una verdad, el arte, su oficio y la ficción.

¿Cómo hacer para que el esclavo diga la verdad, tras su desconocimiento de saber?

Para que la ‘carta-letra, robada’ llegue a destino, tras el remitente del olvido. Así como Sócrates reconoce servir a Eros para servirse de él, Borges sirve al Lenguaje para servirse de todas las lenguas posibles, buscando unir todas las lenguas en una y así lograr un Aleph (biblioteca de Babilonia, un antes y después de la dispersión de las lenguas). En la tradición hebrea Dios es donador del lenguaje, su lengua, , por lo que esta es la “madre” de todas las lenguas, no es casual que Borges busque en una letra hebrea el origen. En Sócrates hay algo del orden de la falta que lo instaura como diferente aunque aquellos que habían consultado el oráculo confirmaban el vaticinio de que era el hombre más sabio de Grecia. ¿Era  Borges el más sabio? ¿O solo el más erudito? Sócrates pone en duda el lugar del Otro; Ciencia, Dios, Filosofía, Política, – (Borges considera a la teología y al psicoanálisis como parte de la literatura fantástica) lo que allí quiera colocarse, reconoce y le da dignidad al otro con minúscula, al semejante, al que intenta sacar de la lucha imaginaria (especular) a muerte, Sócrates es el conciudadano que se ubica como apoyo e incluso como ‘ideal’. En la polis él tiene la generosidad de donar.

Donar la nada, el vacío (el no saber), al igual que el Psicoanálisis (ambos guardan una técne, una manera de acceder a ese no saber), la diferencia es que en el Psicoanálisis tiene un costo, se paga con la falta. A Sócrates (Apología) se le busca una falta para hacerlo caer, para que ya no sea ese ‘objeto’ de saber. Y su falta es producir la continúa falta en el Otro, aguijón de tábano que hace arder.

Sócrates tenía un doble oficio; partero como su madre y escultor como su padre, su stylo, al igual que Borges,[11] era la palabra con la que ayudaba a nacer a la verdad. Invitación socrática al banquete del saber, conocimiento que siempre abre el apetito; primero, la ironía, mostrando que en el conoci-miento, el sentido miente.[12] “En el celoso, lo sentido miente de manera no reciproca”. Kelos (ardor) de la Polis que lleva a Sócrates a un juicio de muerte, ya que el con ese objeto tercero “saber” les robaba el amor de los semejantes, alguien que por su singularidad era distinto al resto y hacia un resto, una parte que no podía ser reconocida y a la vez era inso-portable, al decidirse portar algo del orden de la verdad.

En Parménides la dialéctica es; el ser o la nada, tensión que en la neurosis trasmuta en; la impotencia o lo imposible, vivo o muerto, mujer o varón. En Sócrates como en Borges, encontramos otro alternativa; las posibilidades de lo imposible.

Es una ilusión la lucha simulada por la igualdad, que nos conduce a la denegación de toda diferencia. Lo que no excluye que: “Un hombre es todos los hombres”, siempre en relación con su historia singular, (juego filosófico entre lo uno y lo múltiple, lo particular y lo general de la ciencia), incluyendo los ancestros: no por no estar, dejan de presentificarse, pues pre-existen y persisten en otra instancia psíquica que Freud llamó inconsciente, he allí a un soñador que sueña y a la vez es soñado por Otro. Relato de las ruinas circulares, Borges nos dice que: “él escribe con la sangre de sus ancestros, con los idiomas que lo habitan y con la influencia del mundo exterior”.

La escena fantasmática[13] con las que nos envuelve Borges, es la épica de un fracaso (¿El del amor?), el intento del hombre de querer dominar el mundo con su razón, nos señala lo que insistentemente lo desvela, la magia de un sueño, la posibilidad del todo en la infinita parte, el Aleph de un instante de eternidad, la simultaneidad del tiempo.

La sutil ironía de la ‘evanesciencia’ del hombre, al despertar lo ‘tienen que recordar’, llamar, (ya – amar) amar nuevamente para que sea, [14] “Chuang Tzu (…) soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre”.

Este soñar encadenándose, sutil árbol genealógico (y ginecológico), no es más que el deseo, el juego del deseo que hace metonimia, Freud nos dice que el sueño tiene esta función de “realización de deseos”, solo posible a nivel alucinatorio, por ello se lo compara con el delirio en la locura ( Texto de La Gradiva de Jensen), porque en ese deseo hay algo atroz (Para Borges el Minotauro, pero, señala que seria más atroz que el laberinto no tuviese un centro.), Monstruosa copula – pecado original – Escenas originarias; castración, seducción, coito parental, asesinato del padre. El neurótico se aferra a su fantasma, así como el psicótico a su delirio. Zeus en forma de toro rapta a Europa, luego devendrá la potencia de lo divino sin la mujer y la mujer reclamando por ser divina.

Al destino de lo originario en nuestra cultura lo pensamos como el juego entre la filogénesis y la ontogénesis, también allí se puede anudar Edipo, el hombre debe crear un laberinto, he allí las censuras del aparato psíquico, según Freud, intervención de los mecanismos de defensa, obreros de todo el suceder psíquico, éstos son desplazamiento y condensación, que mudan en metonimia y metáfora al ser ensambladas al Lenguaje. Artífices en su armonía, Dédalo construyendo las alas de la creación (pulsión en su destino de sublimación) para volar más allá de las fronteras de lo permitido, humano destino el de Ícaro: entre el Sol y la bruma del Mar… El artista se debe inventar a si mismo, entre el cielo y la tierra, entre la locura y la muerte, es un ser proteico, que sobrevive a medida que puede cambiar de forma y que in-forma, que inocula su creación, en un acto que si es de amor en su deseo, lo puede llegar a convertir en un héroe- Ero es – Su muerte es renacer y purificación.

Lo que marca la diferencia en el modo de existencia de unos y otros, él héroe es el que sabe que todos los valores están en relación a un solo bien; su deseo a realizar.

Todo acto de creación es una violencia, implica un asesinato por eso ciertos artistas caen bajo el peso de su propio acto, una verdad que es insoportable para sus conciudadanos y que en ocasiones la estética no alcanza a hacerle de semblante.

A ellos se lo devora un banquete de mudo silencio, la historia (después del pasaje de esa ‘generación’) rescatará sus huesos[15] (su cadáver exquisito). Y quizás alguien surge como vengador desde sus huesos…

Una generación está destinada a asesinar a la generación precedente. ¿Por qué?

Al decir de Lacan; “El inconsciente está estructurado como un Lenguaje”; allí la metonimia es el deslizamiento, el corrimiento de lugar (ciencia, filosofía, el intento de saber racional) y la metáfora es la combinación, la creación de nuevos sentidos, el encuentro con la verdad (el arte en general, pintura, música, poesía, etc.), así Lacan expresa que el saber (desde la conciencia) se resiste a la verdad (ubicada en lo inconsciente), la metáfora es la que nos traslada, nos permite trans-portar (y en el portar el donar) de un lugar a otro, y en ese movimiento portar un nuevo sentido.

El Psicoanálisis entre la ciencia y el arte, esa banda de Moebius que sigue deslizándose, una[16] extimidad. Para Lacan, el Psicoanálisis es una inciencia, es la ciencia del Inconsciente.

Cuanto saber desplegado para no saber, todo un decir que no puede pasar del campo de la insinuación al de la iniciación (lugar del recuerdo encubridor, lugar del síntoma), al decir de Borges; “ El olvido es la más fiel de las memorias” y en su cuento de Funes el memorioso, nos muestra algo de lo insoportable de esa memoria que todo lo recuerda, al invertirse los términos, el personaje sufre por no poder olvidar, recordarlo todo es un tormento insoportable (una metonimia constante). Este personaje esta en intimidad con su vida, Dios tiene una ironía muy delicada, otorga un don, pero, pide algo a cambio, una facultad que se pierde, Funes debe perder algo para obtener la memoria del tiempo, es un guardián, un bibliotecario de hechos, así como Homero pierde su vista para obtener la visión, Borges es tocado por ese Dios, tan buscado por la Cábala.

Pero Funes porta una mal-dicción, el no poder olvidar, lo que implica estar excluido de la posibilidad de sustituir, de hacer metáfora, Funes, solo se incluye en el campo de la metonimia, un discurrir incesante, fatigosamente insoportable.

Borges nos dice que Dios con sutil ironía le otorga a la vez los libros y la ceguera. Borges, un Tiresias de la tradición hebrea que copula con el Lenguaje, es tan activo y a la vez receptivo en lo pasivo que descubre los enigmas cifrados en las letras, los números y la música y en el todo que las conjuras; la forma. Expresión exquisita de la estética. Borges para ser un hombre proteico, tiene que renunciar a lo cotidiano y allí se abre uno de los tres tiempos de la lógica; el instante de ver[17]

¿Es el hombre un laberinto que él mismo crea para sí?, sin saberlo, un autoengaño que le es ajeno a su conciencia y en el cuál puede estar atrapado de por vida.

El recurso técnico del mensaje invertido, es su decir en la voz de otro que le retorna en un eco de interrogación que lo hace vacilar.

Lo reprimido está destinado a retornar, y si algo del amor se juega en su vida (la función de Zoe en la Gradiva) el puede encontrarse, evitando el acto de la repetición en un registro simbólico de la palabra, transferir, para ello es necesario un pasador y el pase que uno mismo se da.

El Psicoanálisis lo nomina; “Un saber no sabido”, un “saber sin sujeto”. Ese laberinto inconsciente tiene una lógica que la filosofía y la ciencia ha rehusado aceptar, solo los artistas en sus diferentes géneros se han acercado a su verdad, a ese centro atroz. Para Freud no era Dedalo el artífice de lo monstruoso, sino (el ‘sino’ de la humanidad) Layo y Yocasta.

Epistemología lacaniana que con un mismo trazo describe la formula (matema) del sujeto y la del fantasma, allí donde el objeto se desvanece en el vacío, siendo el vacío el objeto mismo. Flecha de la pulsión que siempre retorna…la que necesita de un “montaje” para abordar lo inaccesible e inexistente del objeto perdido, fantasma que abona el imaginar, el ficionar.

El sendero de los Jardines que se bifurcan, metáfora borgiana de la encrucijada que se reactualiza en la historia de cada mortal. Pesadilla en donde lo real insiste en retornar…en esa historia de si (novela del neurótico) que cada uno construye según sus posibilidades.

Freud al igual que Teseo pudo ingresar al laberinto gracias a la mujer. Ella tenía el ovillo (la histeria) el que él fue desenvolviendo en su hilo (Síntoma) con la gracia de un maestro. Martimonio entre el Psicoanálisis y la histeria, puesta en escena de un cuerpo gozoso que busca la letra tras el silencio (historización – histerización). Momentos del encuentro entre el Amo y la histérica: [18] “Seducción – magisterio – cachetada – caída”.

En la traición la destitución, cruel destino del Amo-r, del que ama la histeria. Si es un varón el que toma este lugar (Amo) le cabe este sino, si es una mujer, está destinada al doble juego a un mismo tiempo lógico.

Un amor mediado por la intriga, la traición, el robo y la denuncia, pasajes de la pasión de la histeria hacia su Amo-r. Ella con los incautos juega el juego de la pregunta, porque ya tiene de antemano la respuesta (El caso de la bella carnicera en Freud). Por eso el Psicoanálisis busco ese otro lugar, el del vacío, el del muerto – el de  Sócrates, el del arte de la pregunta, el del interrogante abierto.

Estética de la Dialetike (el arte del buen hablar). El psicoanálisis implica una estética de tonos, modulaciones, silencios, de flujos de sonidos que hacen eco de múltiples resonancias en el laberinto interno del oído.

La histeria es esa Ariadna que por siglos dejó el hilo de su ovillo a la puerta de; la Magia, la Ciencia, la Filosofía, la Religión… La que invitó por siglos a que alguien se acercara al centro de su sufrimiento, al vacío de su centro, a su Tedium Vitae, la misma que fue Pitonisa en Grecia, bruja en el medioevo (y ardió en la hoguera desde el deseo de los inquisidores) y que en la modernidad fue recluida por la psiquiatría que postulaba la idea de la herencia degeneración y despedazada por la medicina para hallar la respuesta en lo literal de sus órganos, los que nunca dejan de hablar. Y que en su fachada posmoderna se puede mostrar tanto como: actriz, política, docente, empresaria, rea o anoréxica…

Ahora diluida en su deseo tras la sombra de la tecnología y la promiscuidad, aquello que tan cuidadosamente sabe nombrar Heidegger en su filo-logía. Sin abandonar nunca la palabra como su lugar de morada, como lo que marca su “dasein”.

Cabe la siguiente distinción clínica; esta exposición es válida en su lectura, literal, analógica, metafórica y paradójica, sólo para el campo de la Neurosis. El significante sigue los derroteros de la estructura en sus operaciones. Luego el significante nos dará indicios de otro tipo de articulaciones en donde se implica la homo-fonía. Siempre aparente la a-poría que lleva la marca de la castración en el varón y de la privación en la mujer.  ¿Por qué? En el neurótico habría un centro (Falo) al cual estaría remitiéndose continuamente, el psicótico tendría caminos laterales y el perverso estaría renegando continuamente de la posibilidad de que en ese centro se hallara un vacío inaugural.

El Neurótico está atado a él (Falo), amarrado, “sujeto”, para poder seguir navegando, es el que rema con los oídos tapados en cera (para insistir que lo cotidiano no tiene nada de maravilloso, de esa impericia nos rescata Borges con su poética fantástica), en cambio Ulises puede escuchar a las sirenas (su deseo); pero, para no sucumbir o terminar en tragedia (Edipo) debe anudarse para evitar asistir inmediatamente a su realización. Esa mujer que tiene cola de pez (Esfinge acuática) o al decir del pincel de Magritte, cabeza de pez (y que todo lo devora en su misterioso silencio).

Mujeres que simulan no estar partidas, divididas, abiertas y que por eso puede ser tan generosas de otorgar el saber a cambio de la vida, el mito nos dice la verdad de lo fatal, del fatum, de la fatalidad, de la femineidad (rizoma de una misma raíz).

Falo – Mástil – Centro de navegación, ombligo de cualquier ciudad, donde se ubica la Policía, Iglesia, Intendencia, Juzgado, intento de orden y normatividad. De la Ley de la norma a la Ley del deseo, en donde lo que norma es el deseo. Muchos allí destrozaron sus cuerpos contra las rocas, otros, en espinadas rosas.

El de Ítaca en su travesía desafía al gran Dios (Otro) del mar, Poseidón, desconoce al Otro (al igual que Sócrates) esto le cuesta terribles sufrimientos e incluso naufragar (hay que perderse para encontrar algo, no buscar para hallar); pero, él no retrocede, sigue en su deseo y va más allá que los otros navegantes, por ello es un gran hombre (supera al padre) es un hombre griego, a diferencia de Eneas que le tendrá que preguntar al Padre (muerto) que hacer y dónde fundar la nueva ciudad, la que invertida lleva el nombre del Amor (Roma). Borges y ese Otro Borges[19] … ese que quiso ser y no pudo, ese otro Borges que se materializo en sus cuentos (para el toda escritura era autobiográfica).

Odisea, lo que tendría que haber llevado dos semanas, lleva diez años, casi el mismo tiempo que la toma de Troya, para luego tener que irse nuevamente, un movimiento que siempre nos lleva a otra parte (el destino para los griegos era “hacer la parte”, la parte que a cada uno le toca, algunos la saben, otros consultan al oráculo). Báculo de Tiresias en forma de serpiente (aquél que podía responder; ¿Qué quiere una mujer? Al otorgársele la vivencia de las dos naturalezas). La realización está en el viaje mismo (es un viaje).

La tragedia griega no hace otra cosa que dar cuenta de esto, Edipo y el encuentro oracular con su destino – deseo, pero, en el acto (no en el sueño, para luego olvidar como el resto de los mortales) ello se torna una pesadilla (cuando se cumplen nuestros deseos sin conciencia de ello, allí donde el yo no adviene). En esta distinción se abre lo que Lacan llamó los registros; lo soñado, fantaseado (sueños diurnos para Freud, fantasma para Lacan) tenemos lo Imaginario. El pasaje a la acción, el encuentro con el vacío (mutilación o muerte) la alucinación diurna, registro de lo Real (campo de lo imposible), y el movimiento de ese pasaje al acto de la palabra es el campo de lo Simbólico, posibilidad de hablar, de que “ello” se enuncie en la voz, instancia terapéutica, cura por la palabra en el amor (de transferencia) campo de la invención freudiana. Freud en su artículo de “Introducción al Psicoanálisis” de 1915, nos dice que la palabra aún guarda la magia de lo primitivo y que a través de ella, curamos o enfermamos, mantica que lleva el vuelo de una voz.

 

 

El lenguaje, la escritura y la magia.

 

En Borges la escritura es el  acto de capturar al ser por medio de un sortilegio de palabras, una instancia mágica, acto solo posible de ser conjurado por los poetas. La diferencia para Freud es que el poeta no sabe que dice la verdad, ese es el precio a pagar, el científico tiene el afán de apoderarse de esa verdad para poder ‘instrumentarla’ (voluntad de dominio), en el poeta no hay un fin práctico, el fin está en el acto mismo de decir.  El hombre es invadido por este imaginario que lo constituye (fantasías diurnas) que también es el campo de la ideología (falsa conciencia), representaciones que siempre son falsas, pero, necesarias, es esa mentira tan nuestra que se hace verdad.

La mentira es una de las formas de decir de la verdad, solo hay que saber escucharla y con esto se disipa la lógica binaria que hace girar al mundo en pares antitéticos, dialéctica que se devora en un solo movimiento.

Este des-velamiento (pesadilla) se encuentra a lo largo de la escritura Borgiana, a veces en forma de metáfora, el hombre encadenado en la caverna, viendo sombras (Platón), pero, lo paradójico es que lo que él cree ser… y es la sombra de una sombra (Borges y las Ruinas Circulares – un soñador que es soñado por otro).

Escritura que hace una síntesis ente juego, sueño y fantasía. Por ello (por esa inteligencia inconsciente) el psicoanálisis se esfuerza en ser una práctica para la libertad, permite que el “sujeto” se encuentre con su deseo, no en la alucinación, el sueño o en la tragedia, sino que pueda des – velarlo (sin quitarle sus sueños) por medio de la asociación libre, tras el velo de lo simbólico. Velo que es letra en Borges.

Originalidad propia que hace que Padre del psicoanálisis inaugure un nuevo campo, el del ‘inconsciente’ y sus efectos en sus afectos. Supera el postulado kantiano de que no se podía conocer la ‘la cosa en si’ por lo que la ciencia solo debía atenerse a los ‘fenómenos’. Freud integra y supera la estructura binaria, al demostrar que en los fenómenos está la cosa en si, el inconsciente y su obra se constituye a partir de estos cinco grandes campos de trabajo: Vía regia; Sueño LapsusChisteActo Fallido – y lo más suscrito a su antiguo orden medico, el Síntoma.

Manifestaciones del inconsciente; Sueño, Lapsus, Acto Fallido, Chiste, Síntoma, excluyendo así el acto, el realizarlo sin saberlo (oráculo – destino) aquel designio inexorable (red de la historia familiar en la que se está sujeto, significante que a-prisona), el registro de lo simbólico (estructura de trazos significantes) puede ser dicha en parte por la palabra, desde allí se opera sin cortar la carne (Aquella que reclamaba el mercader de Venecia), sino atravesando el fantasma, ese fenómeno que todo lo oscurece, pero, que es el escenario que posibilita que el objeto de deseo juegue su juego.

“Ese oscuro objeto de deseo”. Borges inventa una escritura, el sujeto[20] borgeano, es un hombre que puede ser todos los hombres, es excéntrico y por eso es un ciudadano universal. Un modo de posicionarnos en la vida, insistir en creer que somos. ¿Un juego de niños? O el niño y sus juegos. La escritura un juego de niños, jugado tan seriamente por los poetas que pueden sublimar su pulsión en placer para así otorgarles goce a otros. Aquí Sócrates es un maestro; aquí Borges[21] es el artista de los espejos, ensambles de cristales en luz de metáforas. Borges decía que toda la escritura se reducía a la búsqueda de unas pocas metáforas, quizás una sola, la de la luz.

La luz y el tiempo, bases de la teoría de la relatividad de Einstein, el que no logró hacer un campo unificado, porque no resolvió el enigma de la gravedad. ¿Qué nos hace más pesados o más livianos? Es una pregunta de peso… ¿el peso del significante? Aquello que hace una mujer este grávida (De la Gradiva a la Gravidez). Luz de libido que atraviesa el aparato tópico óptico, capitulo VII de la interpretación de los sueños, luz de los sueños. Es la levedad de un hombre ciego, un Tiresias, que solo ve el amarillo de los tigres.

Tiresias ofendió a Apolo matando a su animal Totémico, la serpiente, luego comete la imprudencia de revelar un misterio femenino ante la pregunta de Zeus (¿Quién goza más, el hombre o la mujer?) y el silencio de Hera, bajo ese animal mágico quedó su signo, el animal que maneja la sabiduría y el tiempo y que se empluma en la mitología Maya.

Borges expresaba que el tigre en su piel tiene movimientos, tiene rayas, a diferencia del leopardo o de otro felino, esta particularidad le da un rasgo que lo hace especial, en cada animal las rayas se dibujan con matices diferentes, un mundo feroz, salvaje, pintado en amarrillo y negro, que busca con anhelo el olor de la sangre, para darle ese rojo de vida a una pasión que lo devora. El tigre es audaz, temerario y tanguero.

Un acto de valor solitario que justifica en el valor el acto. Borges contradice a Aristóteles, él no es un animal político, menos gregario, descree de esas formas del engaño (las estadísticas y las clasificaciones – Clasificaciones de los perros) que unos se dan a otros, en donde se entrampa una humanidad que no cesa en caer.

Se sabe atrapado en el fondo de la caverna y trata de divisar esas formas en la ceguera de la ilusión. Busca una forma que esté delineada en la eternidad. Encadenado a ese destino genético (la ceguera), herencia de cinco generaciones, un mal que el se negó a trasmitir, su descendencia fueron sus libros, no fue en un hijo-hombre sino en el nombre. En Borges la sangre muda en tinta, su espíritu esta en sus letras. Permitir el descubrimiento y el decir acerca de “ello” y luego poder decidir qué hacer con eso (tiempos de la cura).

El azar[22] y la fortuna son temas a-bordados por Borges en sus escritos, es el orfebre que hilvana con hilo de oro el pensamiento en letras. El Laberinto tiene una urdimbre: El método de “asociación libre “o la libre asociación puesto que no existe la casualidad sino la “causalidad”, el camino puede ser extenuante, hay un espacio perdido entre el efecto y la causa.

Relato del Aleph en donde el tiempo y el espacio retornan a la lógica del infinito y en donde Freud nos dice que el ‘deseo es inmortal’. Necesidad de la represión antes que la posibilidad de recordarlo todo, Funes el memorioso, atado a una sucesión que lo transforma en Sísifo cargando la piedra de su memoria, en la cuesta de la vida, que tanto cuesta.

El inconsciente nos ofrece enigmas a descifrar tras el rostro velado de los sueños. En el centro de la Neurosis eso monstruoso que hace que nos alejemos cada vez más de nosotros mismos, esa verdad insoportable, esa ‘cosa’ familiar que se torna siniestra, extrañamente familiar. Articulando los tres registros en Borges; lo simbólico es su herramienta, (su hermenéutica) la palabra escrita, en este caso, aquello que marca, que hace huella y que perdurará, de lo cual Borges no se desprenderá, porque está prendado por ella. Lo imaginario es toda su creación de formas, de ilusiones, de posibilidades de posibles, de “espejos” que se suceden infinitamente. Su arte en el cuento fantástico y fantasmatico. Lo real  (lo imposible) es lo que no puede ser alcanzado por los otros dos registros (sexualidad – vida y muerte). Su ceguera, lo imposible en su sexualidad.

De la potencia de su escritura a la impotencia de su genitalidad y esta verdad de que la mujer no existe, pero insiste. Genialidad de ruinas circulares. En Borges, lo real, es el tiempo y sobre todo “la muerte”, la cual trata de bordear con palabras e imágenes, porque siente que siempre se le escapa e incluso que lo supera y que en el instante final lo lanzará al vacío. Intersección de dos triángulos (estrella de David) cuyo centro forma un hexágono, el mismo de la biblioteca de Babel.

Esto que nos “llena” y que los catedráticos dan en llamar conocimientos, no es más que una ilusión para calmar la “angustia” de ese real (castración) imposible, es una defensa; así, el que cree que más conoci-mientos tiene, es el que más se resguarda en esta cáscara de nuez para navegar por el océano de lo inconsciente y de la vida. Pero, en algún momento ha de vacilar; allí Sócrates para desvelar la mascarada, en el último momento de su vida se da cuenta de que todo ese “supuesto saber” no le sirve para nada, ya que ante ese real (la muerte) su ciencia se desvanece (desvanecimiento del que estaba advertido porque no escribió). Lo obligan a tomar una planta que inmoviliza, paraliza y envenena; la cicuta, a diferencias de las plantas que usaban las pitonisas para develar los secretos de los dioses al perder su conciencia.  Sócrates no usa el cuerpo en trance sino que transita y pone en trance a los ‘conceptos’ buscando la definición, pilares de una nueva ciencia, de esta manera se convierte en el traductor y a la vez en el traidor de un decir (Homérico), conservando el rasgo de la transmisión oral.

A medio camino entre la poética y la lógica encontramos a Platón, balanza que inclinara su peso en principios, juicios y razonamientos en Aristóteles. La cicuta del tiempo, Crono (el tiempo, lo que nos devora) – logia, lógica para sostenernos y logia para agruparnos. Cofradía que cristaliza saberes. En Borges, el legado, la tradición, la Cábala.

Tribus totémicas la de los Psicoanalistas, en este sentido Freud dejó sus rastros; el hombre de los lobos, el hombre de las ratas, Juanito y caballo (quizás el que Freud le regalo)…De esos hombres al hombre de los tigres.

Y la referencia principal Pan – Dora (regalo), su fracaso princep, su Paradigma, aquella que teje el corazón de la trama, antiguas hilanderas que mudan en Esfinges. Es difícil hablar – escribir de lo “inconsciente”, Freud encontraba allí la dificultad, en lo que dio a llamar el problema de la transmisión, por lo que ubicó al Psicoanálisis fuera del ámbito universitario, ya que no es una representación del mundo, un universo conceptual (filosofía); muy al contrario se trata de otra instancia, se trata del valor de la “experiencia” de lo inconsciente y allí no hay como la experiencia artística, su calidad está en la excelencia de ejecutar el arte, “praxis”, oficio, un saber hacer, una Techne. Se trata de la vida, de saber vivir, de cómo asumir un modo existencial,  realidad vivencial y a la vez mortificante.

Es esa forma de conocimiento que nos propone Heidegger en sus senderos del Bosque, la ‘percepción vivencial’, solo transmisible a través de un pensamiento poetizante (las ultimas producciones del maestro francés van en ese sentido).

En la energía del rechazo está la fuerza de la verdad. Freud descubre una inteligencia inconsciente hasta llegar a desvelar otra lógica (totalmente opuesta a la aristotélica). El tiempo es otro (no es lineal) los principios son otros y para ser preciso, más que de lógica, de lo que se trata es de una topo-logía, espacios diferentes; en el que hay una “geografía” psíquica (una cartografía – una carta, letra- robada – es suspenso, en espera…mortificada y mortificante), que tiene su recorte en el “cuerpo” y que lo transforma (le da otra forma – imagen inconsciente del cuerpo – estadio del espejo) en erógeno, pero, cuyo impulso – “pulsión”, Freud ubica en el límite entre lo psíquico y lo somático. En el Psicoanálisis hay una meta-psicología que nos abre a más de un uni-verso. Enroscados entre un adentro y un afuera, libido que alimenta el molino del deseo tras la fuerza del viento de la pulsión. Aquel que no pasó por el pase – pasaje de un análisis, no puede aceptar como posible la existencia de lo inconsciente, siempre le resulta dudoso el todo de esto, que es un resto. Y curiosamente a muchos psicoanalistas también…

¿Quién se atreve a navegar por las aguas del Leteo y luego poder recordar? El camino del infierno puede no tener retorno y está plagado de buenas intenciones… No hay saber sin prueba (remitiendo a su origen latino del termino “sabor”). Navegar por las aguas del inconsciente tiene su riesgo; ¿Por qué?

Debido a que este pasaje implica una crisis, una ruptura, angustia, sufrimiento psíquico y corporal,  Freud demostró el dolor del conocimiento en su trabajo sobre Leonardo Da Vinci. El cuerpo amordazado, la escritura como un cuerpo amordazado, allí el análisis que en su etimología remite a desligar, desatar, disolver en el volver.

La verdad tiene el valor del hallazgo y no de la transmisión, al decir de Picasso: “Yo no busco, encuentro”, es una disposición, una apertura al acontecimiento. La raíz del saber es un interés sexual (cierta curiosidad – investigar la falta), pero el conoci-miento, irrisoriamente, implica des-conocimiento, mentira, engaño, porque se ubica en la instancia consciente, por ello Sócrates indica que hay una impostura en estos supuestos sabios. La verdad tiene estructura de ficción y no se puede decir toda, como nos señala el maestro francés. “Solo se que no se” – Solo se – que no se… No es poco ese saber. Todo ese desecho de equívocos, fragmentos de ilusiones, errores, va a parar al basurero de la superstición, la tradición, el mito, lugares privilegiados para comenzar a buscar la pasión del rechazo. Ese amor inagotable que es el odio.

Allí en la superstición es donde ubica Freud el inicio de la escritura de la Gradiva, se trata de que si elegimos ingresar, no podemos no creer, la pitis de la epistemología.

Paradoja; hallar la única vana certeza en la tautología. Cuando de la sexualidad nada se quiere saber, la insistencia acerca de la Ley y sexo [23] “…ella sirvió para el goce y el para la justicia” nos dice Borges en su relato acerca de Emma Zunz. En este sentido un decir aún más significativo; “Abram era estéril hasta que interpolaron en su nombre la letra h, que lo hizo capaz de engendrar”,[24] letra y significante… Borges busca la esfera en su forma de escritura, para que nada se pueda quitar o agregar, esa forma perfecta, que hace que cada palabra sea un Aleph, que cada cuento sea un Aleph. En una palabra el secreto del relato, el relato en el secreto que guarda una palabra.

Nos muestra como vuelve una y otra vez y hace síntoma lo imaginario, lo que captura a los sujetos que luchan por destruir un supuesto enemigo exterior, siendo que el impulso es interno (no se puede escapar de la pulsión). Desvelado esto, la cuestión es de  matices, entre la comedia y la tragedia, ya que ambas tienen un mismo origen en Dionisios, una es su risa (comedia), la otra es su llanto (tragedia).

Borges toma el tercer sendero, de los senderos que se bifurcan, sublima en la creación y dice que es el único camino posible en la vida e invita a que lo sigan, como Sócrates en su vejez. Caos (vacío – bostezo) en la Teogonía de Hesiodo, a partir de ese vacío, Eros da sus frutos. En ese vacío (castración) el ser hablante se precipita.

Borges no tiene vergüenza en denunciar ciertos velos y por ello insiste en la imagen de que el hombre es una sombra, en ocasiones un Golem[25] “…se inscribe en la frente del golem la palabra EMET, que significa verdad (…) El Golem se inclina y el rabino sopla y logra borrarle el aleph o primera letra de EMET. Queda Met, muerte. El Golem se transforma en polvo”. La luz en las letras hebreas, escritura y significante. Mito que encierra una verdad por fuera de la academia y de los claustros, entre la verdad y la muerte, la distancia es el infinito de una letra, el vacío de una realización.

Una verdad que la humanidad sin el mito no puede soportar. El mito es imposible de decir o sostener por la ciencia positiva (no es lógico – aristotélico) el Psicoanálisis en el trazo de Freud siguió el camino de los mitos. Los colocó en el centro de su teoría – experiencia (praxis); entonces, cabe decir que el Psicoanálisis no es una ciencia[26] (en el sentido tradicional) aunque sí se sirve de ella; es una práctica social en la que tienen lugar; la paradoja, encrucijada, anagrama, estigma, aporías, formas de decir una verdad. Un saber paradojal que se escribe en el ensayo y que requiere como método lo indiciario (como modo argumentativo de la retórica del inconsciente) de la existencia, inscribiéndose en la singularidad de lo irrepetible y irreducible de cada uno.

En el Psicoanálisis la clínica co – manda, es moto perpetuo, de la experiencia a la teoría y de la teoría a la experiencia (transitado en el campo de la transferencia). Freud declara que al saber se lo otorgan sus pacientes e incluso estos mismos le indican sus acciones (el efecto de la práctica, como orientar su hacer) si está equivocado o no, para así modificar sus postulados; con esto digo que el discurso del Psicoanálisis es Socrático.

Es un saber abierto que parte de la realidad y vuelve a ella una y otra vez. No olvidemos que toda teoría es un universo “artificioso” conceptual. Seré mas claro: una cosa es leer a Kierkeggard y plantear el problema de la angustia existencial y discutir sobre ella, luego leer otros autores y más autores para volver una y otra vez a dialogar,  problemática tras problemática, todo lo que le compete al que filosofa (o cree que le compete). Otra situación muy diferente es estar sentado frente a un sujeto melancólico, a un sujeto depresivo y casi tocar esa angustia, densa, pesada, soportar largos silencios, tiempos …más tiempos y poder hacer algo allí con ese amor muerto, lograr producir allí un saber hacer, al sentido del artesano, allí hay que estar ¿De qué sirven los conoci-mientos en esta situación? Hay que intervenir desde el cuerpo de la teoría una vez que esta se hizo cuerpo en uno y así poner el cuerpo en alma a través de un soplo.

Si no se pasó por la propia angustia, es decir, por su angustia existencial de castración, en el orden de la falta, de mostrarse en falta, descubrir que no se conoce todo, ni se sabe todo, ni se puede todo, que se está barrado, barrido por un profundo desconocimiento, del cual, de una parte uno se puede enterar en su propio análisis, es difícil que se pueda ayudar al semejante desde esos puntos ‘ciegos’ al decir de Freud.

El hombre de los tigres dice que hay un solo libro y allí todos escriben su historia, desde el Psicoanálisis diremos que este libro es el lenguaje y dentro de estas hojas cada uno escribe su historia – Discurso – (si hay un solo idioma) “cárcel del alma”, a diferencia de poder desplegar el decir en otras lenguas. Juego entre Diacronía y Sincronía, relación entre la lengua y el Lenguaje. Este Legein, esta casa del hombre o morada, que es el Lenguaje, puede que se transforme en un “infierno” (hasta en un parásito) como lo demostró James Joyce y como se verifica en la práctica de los hospicios psiquiátricos.

Esa lengua lenguajera que lo hace extranjero del Lenguaje forzando al psicótico a un discurso propio, sin lazo social. Apalabrado por el Otro, sucumbe a ser su objeto de goce. Todo está reglado, reglas convencionales y arbitrarias, pues al cambiar de un idioma a otro se verifica su limite, el lenguaje es algo artificioso y de esto daba cuenta Borges, estas letras que se trans-forman en signos para intentar capturar la realidad, esa red invisible ya agujereada, en donde el pez del inconsciente siempre se escabulle.

Borges conduce toda esta energía (libido) hacia lo intelectual, dice que el estudio debe otorgarnos el  “goce”, darnos la posibilidad de la felicidad. Cuerpo gozoso en las letras, la histeria le dará consistencia, insistencia y existencia en la carne y allí, otra, pondrá a hablar sus órganos; la hipocondría.

Borges sostenía que todo hombre nace aristotélico o platónico, él en su teleología es aristotélico pues busca obtener la felicidad a través del placer intelectual y es platónico en su escritura de espejos que buscan hasta el infinito por una imagen original y única.

Repito: En Borges aparecen personajes marginales que imitan la idea platónica del arquetipo, h – Ero – es, una existencia en el amor y su elemento suele ser la “daga”, al decir de Borges; “Esa caprichosa hembra”, copula entre la hoja y la vaina  siendo en ocasiones el cuerpo del otro la vaina para la hoja, en vez de penetrar, perfora; un cuchillo en danza, una hembra semidesnuda y un compadrito que baila entremezclando las piernas entre roces y rosas, erótica de la intimidad (sexualidad y muerte). La hoja erecta buscando su vaina, tango al desnudo. Al decir del Poeta “los hombres están hechos de la misma madera que los sueños”, es decir, constituidos en el deseo y es este el que les permite la vida y los lanza a una búsqueda sin fin, a una ilusión, a un nuevo salto al vacío.

Nos recordaba Borges que el hombre al prometer tenía algo de divino (La presunción de manejar el tiempo), es un poder que se ejerce sin prever sus consecuencias. El Amor también tiene algo de divino,  al decir de Lacan: “Dar lo que no se tiene a alguien que no es”. El artificio del Psicoanálisis permite este pasaje y encuentro sin que ello se transforme en tragedia, liberándolo de la cadena de la repetición devolviéndole así su propio bien (Sócrates).

Borges al igual que el Psicoanálisis rescata el valor de la realidad psíquica, que luego desde las letras constituirá el “realismo mágico”, Borges el escritor de relatos fantásticos, él que señala que psicoanálisis una rama de la literatura fantástica…una paranoia lograda.

Hasta que el hombre no le ponga “nombre” a las cosas, estas no existen en su universo conceptual, persistirá como un innombrable en su mundo simbólico, ignominia que nos abre a lo real del goce. Hypnos es el hermano menor de Thanatos; “Somnus imago mortis” y los dioses solían usarlo de intermediario, para revelarles en sueños a los hombres su deseo, en “La Ilíada” Apolo lo utiliza para engañar a Héctor. Esa  pequeña muerte, necesaria para restituir y fortalecer al sujeto, así vamos por la vida, desconociendo nuestro propio saber. Borges hace mención al río de Leteo de los griegos: nosotros llevamos en nuestro interior el río de Leteo, pues al morir – soñar, bebemos de su aguas para olvidar (Un recuérdame como despertar), el poeta ex_presa que es una bella metáfora; beber y olvidar. Liber Pater, el vino era ese padre liberador para los romanos.

El poeta, aquel que sabe al precio de desconocer, el que no sabe lo que dice, nos dice Freud (él que preferirá seguir el camino indirecto de la ciencia, renunciando a este goce para obtener el placer de poseer lo que conoce). Lo que nos ata entre dos muertes, la real y la simbólica, sacro oficio, ritual de hacer lo sagrado, un ritual que el escriba respecta tras la exigencia del acto de cada palabra, mágico en su creación, el fuego del espíritu en moldes de letras.

Borges conjuga antiguos demonios, en el sentido del Daimon griego, antiguas lenguas que responden al ser convocadas y que esperan por la cifra (lo que se cifra en el nombre) y el peso justo, lo que se sopesa, y se hace sorpresa en su pensamiento y así nos sorprende con un decir que siempre esta en otra parte, buscando su destino.

Daimon que trasmuta a Demiurgo. Pausa que generosamente ofrece al lector para atraparlo en la música de sus palabras, el Lenguaje es la lira de Orfeo en sus manos, primacía del objeto de deseo, aristocracia en donde reina Eros, Señor que elige a su reina.

Orfeo desafiando el Averno para retornar a Eurídice. Cuanto más cerca se está de una verdad, mayor es la euforia del rechazo, Freud lo vivenció al postular la sexualidad infantil, amor y odio, odioenamoramiento, dos caras de una misma moneda, no aceptable por la dialéctica occidental (separar – dividir y enfrentar para entender, mundo fragmentado del neurótico que muy bien denuncia la esquizofrenia).

Para entender mejor la cuestión sobre el problema del tiempo planteado en la obra de Borges, tenemos que pensar que el tiempo es otro (es del Otro) es importante remitirse a lo inconsciente, el tiempo no es “cronológico” sino “lógico – afectivo”, porque lo que afecta marca y determina la permanencia de los hechos, el presente, lo complejo es que esté presente, es un continuo que se hace pasado y futuro.  La historicidad del sujeto hace que el pasado e incluso el supuesto por – venir sólo sean presente historizado o futuro presentificado.

Estamos hechos de huellas… de significantes… de letras… El mito, es ese tiempo irreal que continuamente acontece, aquello que no es real o irreal, sino lo necesario para el sujeto. Es interesante que podamos pensar el concepto de Kairos; lo oportuno, favorable, conveniente, útil, en el sitio preciso (el momento preciso) y articularlo con Kainó; crear de nuevo, inventar, inaugurar. Obtenemos así una bellísima idea; buscar el momento preciso para crear o inventar algo nuevo.

Ir hacía el destino en nombre propio. ¿Qué es el oráculo? ¿Está en el lugar del estigma (picadura, marca con hierro candente, tatuaje, rastro, huella de sufrimiento)?.

Pregunta del Neurótico: ¿Qué es lo que el Otro quiere de mí? No es más que anunciar la “encrucijada” (en cruz, signo tan afecto a nuestra cultura) de un deseo, aún se señala en Tebas la cruz de caminos, donde Edipo se encuentra con su padre, cruce de caminos, senderos que se bifurcan. ¿Cuál tomar? Olvido del ser.

La dimensión literaria del peculiar manejo del tiempo que nos ofrece Borges es tomada de la cultura oriental, más precisamente de la obra “Los cuentos de las mil y una noches”, en donde se inspira Calderón de la Barca para escribir; “La vida es un sueño”.

Para Borges tendríamos que poder saber todos los idiomas, poder pasar por la experiencia de todos lo hombres, algo irrealizable, pero, infinitamente abierto a poder re-crear.  Paradójicamente, Homero (el ciego) es el que ve y los otros, los videntes, están ciegos (ciegos en sus conceptos). Borges sin pasar por los ritos académicos fue nombrado profesor en la Facultad de Filosofía y Letras. La academia pudo reconocer a alguien que portaba un saber, aunque estaba por fuera de sus estatutos.

Al dividirse la filosofía de las letras, esta comienza (sus transmisores) a cerrar el círculo sobre si y no es casual que se excluya a la literatura, a la cual se la quiere sub – vertir, en algo “menor” (Platón y su desprecio por la poesía), también se excluyen las lenguas, se ignora el griego y el latín, “madres” del decir (se desconocen los orígenes) los conceptos cambian de significado, se pierde este sentido primario y su di – mención, queda excluida. Inicio de un balbuceo autista, intento de articular un habla desde el aula, desde el “claustro”, y es allí donde se enclaustran unos y otros. Retorna el viejo sofismo, grupos de poder que comercian con el saber, poder de la palabra vaciada de verdad, pura palabra vacía, búsqueda del triunfo sobre el opositor, politización del discurso, la fuerza en la ideología y no en la idea, antigua sofistica, la retórica del vencedor en el rencor…dialéctica del odio desde la pasión de la ignorancia montada en la estructura del desconocimiento.

El peor mal del maestro siempre han sido sus discípulos. Salvo Sócrates que fue el único en evitarlo al negarse a escribir, los otros sucumbieron a su vanidad y su búsqueda se transformó en dogma, sectas que solo repiten y repiten tras el pesado aliento de devorarse al padre muerto, cuidando esa escuela – iglesia, al viejo – presente estilo de la Inquisición.

Si alguien se anima a pensar o decir algo diferente, se reúnen los iniciados para deliberar sobre la forma de ejecución, luego de la humillación y el desprestigio. Acto que suelen ejecutar las ‘viudas’ e ‘hijas’ de ese muerto, por más que ya el tiempo hiciera polvo de sus huesos. Allí se colegian los que deniegan la prohibición del incesto en la paradoja de la moral, tras la endogamia de la teoría devenida en ideología.

¿Quién está dispuesto a pagar ese costo? El precio de inaugurar, de inventar, de ir más allá del padre. Freud decía en su época “… lo malo no está en la Psiquiatría, sino en algunos de los hombres que se usan de ella y no son dignos”. Se podría decir lo mismo en relación al Psicoanálisis, este decir que es aplicable a todos los órdenes de la vida profesional y de los oficios.

A Sócrates le costó la vida interrogar a los poderosos y desvelar que en verdad no sabían nada, invirtió el orden, es la palabra la que debe ganarse el lugar de poder  y no el poder el que otorga la palabra, porque la palabra tiene su propio poder. Un mito griego sostiene que la verdad es una bella estatua, que tiene una propiedad muy especial: siempre cambia de lugar, por lo que nadie puede poseerla.

Realidad y ficción, ciencia-ficción, como una realidad anticipadora, (un futuro presentificado). Historia y mito o el mito como una historia anticipada o al decir de Borges una escena que espera por un hombre para que este sin saberlo la haga propia, Cuento en donde se repite en el medio de la pampa el episodio entre Julio Cesar y su hijastro.

“Laberinto particular compuesto por líneas que corren paralelas”. Ninguna obra de arte puede ser juzgada más que por el propio autor. Tratar de hacer Psicoanálisis aplicado es un error, es un acto salvaje; todas las obras de arte están fuera de análisis. Lo que intento es acercar un discurso a otro y desvelar las diferencias para evitar caer en un saber “hegemónico”, cerrado cual mónada de Leibniz.

El discurso de la ciencia positiva deja fuera al sujeto, niega la afanesis (su fructífera desaparición), niega lo inconsciente y lo inconsistente de lo conciente,  repudia la búsqueda del arte por medio de la metáfora. La literatura, los mitos, el psicoanálisis, es allí, donde es necesario continuar buscando. Demos juntos ese primer paso…luego cada uno continuará en su peregrinar.

Notas

 

1.  Roland Barthes – Ensayos Criticos – Editorial Seix Barral – Barcelona – 1967 – pg.9

2.  Yankelevich Héctor – Del Padre a la letra – Editorial Homo Sapiens – Rosario – 1998 – página 35 “ …al escribir que la biblioteca del padre es el principal acontecimiento de su vida, hace del lugar la matriz del tiempo. Esta elección primitiva y fundadora seguirá siendo razón seminal de un tiempo siempre y para siempre circunscrito por el lugar. Desde entonces, el tiempo no podrá franquear el límite impuesto por el cerramiento que lo funda. De ser atravesados estos límites, el tiempo habría podido existir como duración. En ese interior, es prisionero de la identidad del instante que lo hizo caer, y de la eternidad que se le concedió a modo de testimonio e ilusión de existencia”.

3.  Roland Barthes – Ensayos Criticos – Editorial Seix Barral – Barcelona – 1967 – pg 10 – 11 “El escritor es un experimentador público: varía lo que recomienza; obstinado e infiel, sólo conoce un arte: el del tema y las variaciones. En las variaciones los combates, los valores, las ideologías, el tiempo, la avidez de vivir, de conocer, de participar, de hablar, en una palabra, los contenidos; pero en el tema la obstinación de las formas, la gran función significante de lo imaginario, es decir la comprensión del misma del mundo (…) desde el punto de vista del que escribe, el escribir se agota en una sucesión de operaciones prácticas; el tiempo del escritor es un tiempo operatorio (…) entre el comienzo y el fin falta un eslabón (…) el de la obra misma; quizá se escribe, más que para materializar una idea, para agotar una tarea que lleva en sí su propia felicidad …”

4.  Roland Barthes – Ensayos Criticos – Editorial Seix Barral – Barcelona – 1967 – Pg. 15 “…la retórica es la dimensión amorosa del escribir”.

5.  Yankelevich Héctor – Del Padre a la letra – Editorial Homo Sapiens – Rosario – 1998 – página 43

“ Borges sostenía que hay dos órdenes de causalidad: el de la naturaleza y el de la magia. La narración obedece a la eficacia del segundo”.

6.  A diferencia de los leones, a los que Borges los comparaba con los perros, porque eran alimentados por las hembras.

7.  Yankelevich Héctor – Del Padre a la letra – Editorial Homo Sapiens – Rosario – 1998 – página 76 “…sería oportuno arriesgar una definición del genio: es quien ocupa – durante un cierto tiempo – el lugar imposible – e inexistente – de sujeto de la lengua.”

8.  Borges distinguía entre el tango y la milonga, son tiempos diferentes, uno de tragedia otro de alegría y fiesta, Borges consideraba que el espíritu de la milonga era el que favorecía al hombre en su transito por la vida.

9.  Yankelevich Héctor – Del Padre a la letra – Editorial Homo Sapiens – Rosario – 1998 – página 68

“ Para el ciego de nacimiento, la realidad es laberinto, el sentido, enigma, el mundo, alucinación ¿Cómo distinguir el pensamiento del sueño cuando una misma luz, amarillenta y difusa, baña tanto la noche como el día?. Sobre esta anticipación radical de su pérdida real, que lo dejó sin cuerpo, Borges construyó su identidad (…) la escritura vendrá a ocupar el lugar de este agujero…”

10.  Lacan.J. Seminario de la transferencia. Editorial Paidós. Bs As. 2003. pg 47 “El problema del amor nos interesa en la medida en que nos permitirá comprender qué ocurre en la transferencia…”.

11.  Yankelevich Héctor – Del Padre a la letra – Editorial Homo Sapiens – Rosario – 1998 – página 79

“Lacan, en una de sus hipótesis mayores sobre la escritura de Joyce, remarcaba que éste tenía una relación con la palabra que se imponía cada vez más, a tal punto que terminaba por disolver el lenguaje, imponiéndole una suerte de fisura, de descomposición para que ya no tuviese identidad fonatoria. Resulta ambiguo saber si se trata de liberarse del parásito que le da letra o de liberarse de algo que se deja invadir por las propiedades fónicas de la palabra, por su polifonía. Borges por su parte, tuvo un miedo paralizante a hablar en público hasta su renuncia, en 1946, a su puesto de bibliotecario que ocupaba obligado por el régimen de Perón”.

12.  Denise Lauchaud – Celos – Un estudio Psicoanalítico de su Diversidad – Editorial Nueva Visión – Bs As – 2.000 – pg. 38 –

13.   Dylan Evans – Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano – Editorial Paidós – Bs As – 1997 – pg. 90 – 91 –  “La escena fantasmatica puede ser consciente o inconsciente. Cuando es inconsciente, el analista debe reconstruirla sobre la base de indicios (…) El fantasma se caracteriza entonces por una cualidad fija e inmóvil (…) el fantasma es lo que le permite al sujeto sostener su deseo (S11,185;Ec, 780) y también “aquello por lo cual el sujeto se sostiene a sí mismo en el nivel de su deseo que desparece” .

14.  Jorge Luís Borges – Obras Completas – Tomo II – Editorial Emecé – Bs As – 1989 – Página 146.

15.  Sigmund Freud – Obras Completas – Tomo I – Psicopatología de la vida cotidiana –Editorial Biblioteca Nueva – Madrid – 1981 – pg. 760 “Exoriar (e) aliquis nostrix ex ossibus ultor! (Deja que alguien surja de mis huesos como vengador)”.

16.  Dylan Evans – Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano – Editorial Paidós – Bs As – 1997 – pg. 86 – “Lacan acuño el término extimité, aplicando el prefijo ex (de exterieur, “exterior”) a la palabra francesa intimité (“intimidad”). El neologismo resultante, que puede traducirse como “extimidad”, expresa bien el modo en que el psicoanálisis problematiza la oposición entre lo interno y externo…”

17.  Dylan Evans – Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano – Editorial Paidós – Bs As – 1997 – pg. 188 “Lacan dice que el tiempo lógico tiene una estructura tripartita, cuyos tres momentos son: 1) el instante de la mirada 2) el tiempo para comprender 3)el momento de concluir (…) El tiempo lógico es entonces “el tiempo intersubjetivo que estructura la acción humana (…) emplea la palabra “tiempo” habitualmente hay que entenderla como una estructura, un estado sincrónico relativamente estable y no como un momento fugaz diacrónico.”

18.  Gustavo Hurtado – Tangoanálisis – Editorial Club de estudio – Bs As – 1994 – página – 29

19.  Yankelevich Héctor – Del Padre a la letra – Editorial Homo Sapiens – Rosario – 1998 – página 84. “ Por su práctica de la letra logra construir un lugar de sujeto allí dónde no había más que dolor del vacío, sentimiento de ser nadie. Pero este nuevo sujeto no es aquel que aparece al desaparecer en la cadena del habla, no es el del Unverborgenheit, aquel que nos avisa que ya no está allí. Y tampoco es el sujeto de la effacon, que borra el trazo, instaurando así la existencia del inconsciente. El nuevo sujeto en Borges – como también en Joyce – está relacionado no con el objeto como tal, si el cual a la estructura le falta el lastre y el anclaje en lo real, sino con aquello que llama en sus poemas en inglés; the kernel of myself: la letra. Letra cuyo régimen de caída, al ser análogo al del objeto hace nacer la idea, verdadera y paradójica a la vez, de que, sólo en su pura y simple desaparición, residiría la única chance de inmortalidad. La letra, he aquí el nuevo sujeto instaurado por la escritura.”

20.  Isidoro Vega – El sujeto borgeano – Editorial Agalma – Bs As – 2005.

21.  Borges en la escuela freudiana de Bs As – Editorial Agalma – Bs As – 1993 –

22.  Dylan Evans – Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano – Editorial Paidós – Bs As – 1997 – pg. 41 – “Aristóteles explora el papel del azar y la fortuna en la causalidad. Distingue dos tipos de azar: el automaton que se refiere a los acontecimientos azarosos en el mundo en general, la tyche que designa el azar en cuanto afecta a agentes capaces de acción moral. Lacan redefine el automaton como “La red de significantes”, situándolo de tal modo en el orden simbólico. El término viene entonces a designar los fenómenos que parecen azarosos, pero que son en verdad la insistencia del significante en la determinación del sujeto. El automaton  no es verdaderamente arbitrario: sólo lo real es verdaderamente arbitrario, puesto que “lo real está más allá del automaton” (…) Lo real está alineado con la tyché, que Lacan redefine como “el encuentro con lo real”.

23.  Jorge Luís Borges – Obras Completas – Tomo I – Editorial Emecé – Bs As – 1989 – Página 566.

24.  Idem. – Página 422.

25.  Jorge Luis Borges – Obras Completas – Tomo III – Editorial Emecé – Bs As – 1989 – Página 274

26.  Dylan Evans – Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano – Editorial Paidós – Bs As – 1997 – pg. 50 – “…sostuvo que el Psicoanálisis no es una ciencia sino “una práctica” con “vocación científica” (…) El Psicoanálisis no es una ciencia. No tiene estatuto científico – sólo lo aguarda y lo espera – El Psicoanálisis es un delirio – un delirio del que se espera que produzca una ciencia (…) Lacan no abandona el proyecto de formalizar la teoría psicoanalítica en términos lingüísticos y matemáticos”.