¿Se puede combatir al capitalismo rapaz de nuestra época? ¿Qué utopías nos proponen los artistas para este conflictivo milenio? De cara al desencanto que se postuló en la posmodernidad, en las prácticas artísticas parece darse una necesidad de reencantamiento, una nueva movilización de afectos, de compromisos, de saberes que quieren convertirse en haceres. El combate al capitalismo tardío, no es sólo el combate económico, sino un combate en contra de la única utopía legitimada por este: la del libre mercado; utopía nunca alcanzada y que desacreditó todos los demás proyectos emancipatorios. Sí por muchas décadas la Utopía se desterró del imaginario social, si se le asoció al fracaso de la izquierda, si se le presentó como el lugar de lo imposible y; por tanto, de lo inútil; muchos teóricos y artistas, entienden hoy la necesidad de plantear nuevos proyectos, la enorme necesidad de trazarse nuevos ideales, nuevas guías de acción. Es así que la Utopía reaparece para contradecir al discurso imperante donde, como José Humberto Flores destaca: “No hay nada nuevo que esperar; no hay nada que hacer, porque todo está hecho”.[1]
Cuando pensamos que todo está dado, no hacemos nada para cambiar y por tanto, nada cambia. Al dejar fuera a la Utopía, dejamos fuera toda posibilidad de ser distintos, es así que reinsertar lo imposible, se convierte en una tarea crítica. Una práctica que desestabiliza la visión desencantada, herencia de la sociedad del vacío, retratada por Lipovetsky.[2]
Para mostrar la sensibilidad contemporánea de artistas que ligan a la utopía con la ética, analizaré cuatro obras realizadas en el transcurso de los primeros diez años del siglo XXI. He elegido estas obras porque contienen similitudes en su forma de abordar el pensamiento utópico mediante los siguientes elementos:
- Presentan una noción crítica de la cultura de consumo.
- Poseen contenidos afectivos que se plantean como estrategias subversivas.
- Plantean una estética relacional como forma de articular nuevas figuras de compromiso.
- Proponen una ruptura en la concepción lineal del tiempo y el espacio.
- Presentan la Utopía de convertir al espectador en coproductor.
- La Utopía aparece como un ejercicio ético.
Realizaré inicialmente una descripción de cada una de las obras para posteriormente trazar los puntos de encuentro en sus planteamientos, describiendo las propuestas implícitas en estas piezas.
Comienzo por la obra Monumento a Bataille,[3] presentada en 2002 en la onceava edición de Documenta (una de las ferias de arte más importantes del mundo que se lleva a cabo cada 5 años en Alemania). Se trata de un trabajo en el que el artista Thomas Hirschhorn[4] construyó junto con la comunidad de un conjunto habitacional marginal, un monumento al escritor y pensador francés Georges Bataille (1897-1962), reconocido por sus reflexiones en el campo del erotismo, la transgresión, el misticismo y la comprensión de la economía del sacrificio. Un monumento que sin embargo, no era una estatua, sino un espacio de convivencia y aprendizaje para los habitantes del sitio.
El monumento se encuentra lejos de la zona de Kassel, en la urbanización obrera de la calle Friedrich-WöhlerStrasse, una zona marginal al norte de la ciudad. El monumento es un asentamiento arquitectónico que incluye una biblioteca, una exposición dedicada al filósofo y una escultura de un árbol con las raíces expuestas hacia el cielo. Durante la exhibición se colocó un estudio de televisión que realizó transmisiones en vivo con la cooperación del canal local de televisión de Kassel. Para poder visitar el emplazamiento se organizó un servicio de transporte con autos de segunda mano que llevaban a los visitantes al monumento y a otros sitios de exhibición de Documenta.
Después de la exhibición las cámaras desaparecieron, pero el monumento sigue siendo un espacio donde los vecinos pueden acudir para descansar, reflexionar, consultar información, discutir o como área de esparcimiento. Una de esas zonas que cada vez son más difíciles de encontrar en los conjuntos departamentales actuales, ante la codicia de los constructores que hacen habitaciones cada vez más pequeñas y venden hasta el último metro. Que han convertido la vivienda en uno de los negocios más rentables, olvidándose de que quienes vivirán ahí son humanos.
Hirschhorne comenta: “quería hacerlo justo donde vivía la gente”;[5] intervenir ese espacio cotidiano para hacer confluir arte y vida, sacar a la obra del museo y lograr que incidiera en la experiencia cotidiana de la personas.
Como tributo al filósofo, Hirschhorne decidió acercar sus escritos a la población, por eso, una parte importante del emplazamiento lo conforma la biblioteca. Un espacio para pensar, es un espacio cada vez más raro, un lujo que pocos pueden darse. Así, mientras el sector privado piensa en su bolsillo, el artista piensa en algo más humano, la posibilidad de aprender, convertir a los libros no en objetos ajenos, sino en algo que circula por la comunidad.
Estación Utopía[6] es una propuesta curada por Rirkrit Tiravanija,[7] Hans Ulrich Obrist[8] y Molly Nesbit,[9] presentada en la cincuentava edición de la Bienal de Venecia en 2003. Se trata de un proyecto construido por contribuciones de artistas, arquitectos, performers, escritores y gente común. Físicamente se trata de una plataforma en parte, como los curadores la describen: “pista de baile, escenario, rivera”.[10] De un lado de la plataforma hay un área de largas bancas circulares, con un cupo de hasta diez personas en cada una, las bancas son portables, así que se pueden acomodar para hacer grupos más grandes de convivencia. Del otro lado de la plataforma hay una larga pared con varias puertas, algunas te llevan al otro lado, otras abren a pequeños cuartos en los que se pueden apreciar instalaciones y video proyecciones. Fuera de la estructura hay un jardín donde se puede también socializar.
La estación está llena de objetos, pinturas, imágenes y pantallas. Alrededor de estos hay mesas, sillas y pequeñas estructuras. La estación se convierte en un lugar para contemplar, escuchar, ver, reflexionar, platicar y compartir experiencias. Durante la muestra se llevaron a cabo conciertos, lecturas, ponencias, proyecciones de películas y hasta fiestas, todo relativo al tema de la Utopía. La gente podía llevar consigo cosas o dejar ahí algún obsequio. Más que el espacio físico, para los artistas fueron importantes las actividades que ahí se llevaron a cabo,[11] pues la pieza se mantenía viva a través de la participación.
La Estación Utopía no sólo tuvo existencia física en la bienal sino que también se trasladó a otras ciudades como Paris, Frankfurt y Berlín, donde se llevaron a cabo presentaciones, eventos y mesas de discusión. Cómo Tiravanija menciona, “la estación Utopía no requiere arquitectura para su existencia, sino únicamente encuentros”.[12] Encuentros que activan el imaginario utópico, dónde se devela la imaginación y se da cabida a los imposibles.
La siguiente obra se llama Escultura al aire libre, la cual forma parte de la colección Proyecto 91 que fue presentado por Artur Zmijewski en el MOMA de octubre de 2009 a febrero de 2010.[13] Se trata de una serie de películas en las que explora situaciones políticas en diferentes partes del mundo.
La película Escultura al Aire libre, realizada en Swiecie en 2009, muestra una serie de talleres de producción artística. Artur Zmijewski[14] invitó para su obra a siete artistas de diferentes partes de Polonia a colaborar con trabajadores metalúrgicos en la ciudad de Swiecie, el resultado del trabajo en equipo entre artistas y trabajadores fue la realización e instalación de esculturas públicas. El proyecto hace referencia a colaboraciones que se llevaron a cabo en Elblag, Polonia, a finales de los sesentas, inspirados por fines utópicos de una sociedad sin clases y la unión del arte y la industria.[15] Este tipo de experimentos vivenciales no sólo actualizan temas utópicos sino que constituyen, por si mismos, utopías, espacios donde la colaboración desborda las estructuras de poder, donde el artista y personas de la comunidad crean conjuntamente, trasgrediendo la separación entre artista y espectador que colocan a uno en posición de activa genialidad y al otro como mero receptor pasivo.
La siguiente pieza se llama Ideally[16] (Idealmente en español), una obra presentada por Annie Wu, un artista suizo, y Antoni Wojtyra, un artista polaco/canadiense. Este proyecto se presentó en la Onceava Exhibición de Escultura Suiza que llevó por tema sistemas utópicos y demarcaciones territoriales. Ideally se ubicó en una casa adaptada para hacer una exhibición temporal de 16 piezas: fotografías, esculturas, pinturas, collages entre otros fueron exhibidos sin que apareciera el nombre del autor; en lugar de aparecer en una lista de precios, las piezas podían ser adquiridas según una lista de deseos propuesta por cada artista. Se trataba sobre todo de gestos, algunos de los deseos solicitados incluían “quisiera que me prestaran un buen caballo para cabalgarlo el próximo año, preferiblemente en Geneva” o “deseo que la pieza resida en una bonita casa de verano junto al mar, para poder visitarla” otros deseos eran más abstractos como “desearía que hubiera más conciencia, libertad y naturaleza”.[17]
Así, las piezas entraron en un juego de puesta en entredicho de los valores del mercado, pues no se trataba ya de utilizar el dinero como forma de compra-venta, sino de hacer un juego de participación en un imaginario donde el valor económico quedaba suprimido. Las posiciones de comprador y vendedor se suspendieron en la obra, promoviendo un sistema económico que más bien nos recuerda al trueque, donde el valor de cada artículo era determinado por el productor y por quien deseaba adquirirlo por común acuerdo, sin intervención de una entidad económica o un sistema como el mercado, así, la obra crea un espacio de complicidad entre quien propone el sueño y aquel que se interesa en concretarlo. La pieza también pone en evidencia que tras cada objeto artístico existe un individuo que sueña, que desea, que anhela, y se establece un compromiso de crear juntos una nueva realidad, así se trate de algo tan simple como prestar un caballo o pasar un verano juntos; es hacer al otro participe de una Utopía.
Una vez descritas las piezas analizaré las propuestas utópicas que se dan en estas obras.
- Presentan una noción crítica de la cultura de consumo.
La más evidente en este punto es la obra Ideally, ya que altera el sistema económico en el que se paga un precio por adquirir una pieza. En esta obra el dinero pierde totalmente su valor y, en cambio, son los deseos los que adquieren valía, creando un momento utópico que trasgrede al capitalismo. Se trata de una crítica directa al mercado del arte, pero también al sistema económico en general. En las demás piezas, aunque de manera menos directa, existe también esa crítica, pues se constituyen más bien como acciones que se concretan con la participación de otros, como momentos de convivencia que buscan derribar las barreras entre el arte y la vida al hacer que tanto artista como público se comprometan con la obra.
En estas piezas lo verdaderamente significativo son las experiencias de los que la producen y los que la experimentan, su resolución formal resulta más bien burda en muchos de los casos, realizadas con materiales básicos, no convencionalmente bellos, como el Monumento a Bataille; la Estación Utopía también está cercana a ello, pues es una acumulación de objetos, que aparecen sin un orden aparente, tal y como se nos presentan en la vida cotidiana. No se trata de piezas que exalten las normas académicas sino que contienen un trasfondo conceptual que funciona como catalizador de experiencias estéticas no contemplativas. Trabajos colaborativos donde el contenido que aporta cada uno agrega valor a la pieza, estimulando así el trabajo solidario, el intercambio, el compromiso con un proyecto común que pone en entredicho también el sistema de competencia en el que nos encontramos inmersos en la vida cotidiana, donde cada cual trabaja para sí en detrimento de los demás.
- Poseen contenidos afectivos que se plantean como estrategias subversivas
Para abordar este punto quisiera hacer referencia al Manifiesto afectivista de Brian Holmes publicado en 2010, en el cual plantea la importancia de la afectividad para las prácticas contemporáneas como estrategia de oposición a la cultura de la apatía. Holmes dice: “La expresión libera afecto, y el afecto es lo que mueve… Un evento artístico no requiere de un juez objetivo. Sabes que ha ocurrido cuando en su estela tú puedes traer algo más a la existencia”.[18]
Las obras que he presentado activan el contacto entre las personas donde se destaca un compromiso común para la concreción de las piezas, no son objetos acabados sino que se construyen a través de las experiencias de los participantes, experiencia en las que los que interactúan aportan no sólo mano de obra, sino ideas, pensamientos, sueños, frustraciones, utopías. Son expresiones que incluyen a los participantes en todo su ser y por lo tanto también en sus afectos. Las personas que conviven dan algo de sí y toman algo de los demás, se construyen unas a otras a través de lo social. Las piezas adquieren valor por la intervención de los participantes que se diluyen entre artistas y colaboradores, fusionándose en un proyecto, en un ideal, en una utopía.
Si John Dewey proponía al arte como experiencia, estos artistas le dan un giro a la propuesta para convertir a la experiencia en una obra de arte. Para Dewey el arte como experiencia significa “un intercambio activo y atento frente al mundo, una completa interpenetración del yo y el mundo de los objetos y acontecimientos”.[19] Este intercambio, donde destaca el compromiso de los participantes se constituye como hecho afectivo, donde, como Brian Holmes destaca, cada uno aporta algo más a la existencia.
Para John Dewey las obras de arte son celebraciones de las cosas de la experiencia ordinaria pues tienen su referente en el mundo cotidiano y nos hacen verlo de manera estética, en las piezas que presento se da un paso más sobre esta concepción, pues no se hace referencia a la vida cotidiana, se presenta una experiencia cotidiana realizada con una intención estética. Es poner intención poética a la prosa de la vida para rescatarla de su banalidad.
En la obra Ideally se apela a adquirir una obra no por el prestigio del autor, sino por lo que el sueño pueda evocar en las personas, por ello se ocultan los nombres de los artistas, incluso las obras se convierten en una huella, tras ella aparece un sueño que revela un rostro, son el sueño de alguien que vive en un contexto y en una realidad cuyos límites trasgrede a través de lo que sueña. Con Estación Utopía se trata también de generar encuentros y relaciones, pero no hay relaciones humanas que no contengan emociones, como el doctor José Luis Barrios comenta: “La emoción es la forma en la que nos anudamos al mundo con el cuerpo, la emoción es siempre ligar hermético donde se revela la vida en sus formas originarias”.[20] En las obras hay vitalidad, hay un trabajo en situación, un intercambio, un encuentro con el otro en su total alteridad y un impulso de integración en pos del ideal.
El Monumento a Bataille también se enriquece porque contiene aportaciones de la personas que viven en la comunidad, su trabajo físico construye la obra, pero esta colaboración, que no es pagada, ha nacido de un deseo de participación, un interés emotivo, Zmijewski igualmente ha realizado un trabajo colaborativo multidisciplinario, donde artistas y trabajadores se integran para crear una pieza, el arte se presenta así como ese catalizador de emociones y afectos que construyen experiencias de vida, formas de expresión compartidas que transforman a los sujetos, una búsqueda por humanizar el arte, por hacer que lo vital y lo artístico confluyan, lo cual se relaciona directamente con el siguiente punto.
- Plantean una estética relacional como forma de articular nuevas figuras de compromiso.
Para Nicolas Borriaud en algunos artistas contemporáneos se desarrolla una estética que el nombra “relacional”, es decir, que se basa en las relaciones que se establecen entre público y artista, como respuesta ante la imposición de modelos de sociabilidad. En un mundo regulado por la división del trabajo y la ultra especialización, por el devenir-máquina y la ley de la rentabilidad, es importante para la supervivencia del sistema que las relaciones humanas estén canalizadas hacia las desembocaduras previstas y según ciertos principios simples, controlables y reproducibles.[21] El sujeto ideal de esta estructura estaría entonces reducido a la condición de mero consumidor de tiempo y de espacio. Por ello en la estética relacional los artistas buscan colapsar esta cosificación de las relaciones sociales, creando espacios donde la espontaneidad tome lugar en la forma de interactuar de las personas, creando situaciones de intimidad y relación, donde se liberan afectos y se construye en conjunto. Los artistas buscan desarrollar nuevas formas de sociabilidad para articular figuras de compromiso colectivo, como lo propone Marcelo Expósito en sus Hipótesis Imaginativa:
“La tarea de imaginar y crear nuevas gramáticas y herramientas no cumple una función subordinada a los <
> de las prácticas políticas < >, las nuevas figuras del compromiso no operan en un plano secundario de la < > no adornan, complementan ni renuevan lo viejo: ese trabajo cooperativo cuando es verdadero, es en sí mismo expresión de potencia, produce contrapoder”.[22]
El trabajo colectivo que integra a las personas en situaciones de convivencia imaginativa daría nuevas pautas para la construcción de utopías. Por otro lado son actos subversivos pues colapsan las relaciones utilitarias y las convierten en relaciones humanas donde se intercambian sueños, ideas y afectos. Por otro lado, son prácticas de contrapoder pues activan el consenso, la crítica, la toma de partido, el intercambio. Por eso podría hablarse de una política de la imaginación, como Stephen Duncombe en su libro Dream plantea: “los sueños e ilusiones guiados hacia una práctica ética pueden ayudarnos a construir una nueva política que abrace el deseo, la imaginación, la fantasía y la pasión”.[23]
- Construyen espacios utópicos
Las piezas revelan el deseo de crear situaciones ideales, tras las cuales aparece una realidad a la que se oponen o que desean superar, por eso se trata de visiones subversivas, pues proponen alternativas que trasgreden el mundo.
Estos artistas están utilizando espacios donde el tiempo y las relaciones se alteran, reinsertando las utopías dentro de las preocupaciones actuales como una tarea colectiva. Estación Utopía es un lugar que invita a las personas a reflexionar sobre las utopías y a crear además sus propias utopías, buscan que las utopías se socialicen, que se compartan entre los asistentes, que haya cruces y discusiones. En la Escultura al aire libre y en el Monumento a Bataille, se utilizaron lugares no destinados originalmente para prácticas artísticas, para convertirlos en lugares de creación, irrumpiendo así su funcionalidad convencional, una parada al utilitarismo para dar lugar a la imaginación abriendo un campo de experimentación de nuevas posibilidades. En el monumento se ha creado un espacio que interviene lo cotidiano de las personas que viven en la unidad habitacional, desacralizando a la obra de arte e insertándola en la vida.
Claire Bishop, en una conferencia ofrecida en 2006 en el Tate Modern a propósito de las Utopías,[24] declaraba que en el arte de los noventas había existido un desplazamiento en el concepto de Utopía, en lugar de buscar grandes utopías, se trataba de crear “microtopías” que incidieran en ámbitos más cercanos. Claire Bishop hacía una crítica interesante a esta noción, pues advertía que las “microtopías” podían convertirse en una visión conformista del mundo, una visión muy de la mano con la posmodernidad, pues las personas en lugar de buscar cambiar el mundo podrían contentarse con realizar pequeños cambios en su entorno más próximo. Claire Bishop ilustraba estas “microtopías” con los trabajos iniciales de Tiravanija, cuando invitaba a personas a pequeñas convivencias en galerías y museos dejando instrucciones e ingredientes para preparar algún platillo, la crítica a estos trabajos es que estas pequeñas reuniones resultaban actos demasiado aislados sin posibilidades de incidencia en lo social.[25] Sin embargo, creo que en las obras que presento, trata de hacerse un trabajo más complejo, incluso se ve la evolución del mismo Tiravanija en su Estación Utopía, no se trata de una mera integración social, sino de crear un espacio de reflexión e intercambio, de poner sobre la mesa el tema de las Utopías rescatando su valor crítico, de abrir nuevos territorios a través de la configuración y el intercambio de ideas, de la construcción de futuros alternativos como proyectos sociales que no provienen de los grupos de poder sino de los civiles que asumen su propio papel creativo, constructivo.
La inserción de espacios utópicos pone en entredicho la aparente estabilidad del sistema abriendo brechas por donde comienzan a aparecer nuevas posibilidades, es así que las Utopías se convierten en instrumentos críticos de nuestra realidad. Cómo Stephen Duncombe propone, cuando el sistema se ha convertido en algo hegemónico no necesita más legitimarse y eso es lo que el capitalismo tardío ha logrado, acabar con las utopías alternativas en nombre de la gran utopía del libre mercado y la libre competencia.[26]
Necesitamos de utopías en nuestro tiempo porque nos encontramos dominados por un sistema que parece haber ganado de antemano cualquier batalla, porque vivimos en un mundo que procura eliminar los problemas sociales de su agenda, que nos impone un sistema de vida basado únicamente en el consumo.
La imaginación es instrumento de contrapoder porque nos permite pensar en alternativas, poner en entredicho el mundo, subvertir lo real. Pensar en situaciones de vida que sean más éticas.
- Plantean la Utopía de convertir al espectador en coproductor
Creo que esta es una de las utopías más interesantes de las obras, el arte moderno buscaba derribar las barreras entre el arte y la vida, después el arte contemporáneo puso de relieve la importancia del espectador en su función interpretativa. Gadamer resaltaba el juego que se daba entre el objeto artístico y el sujeto,[27] resaltando la importancia de este último en la apreciación de la obra, Eco posteriormente propone la Obra abierta[28] y Roland Barthes De la obra al texto,[29] donde se destaca la manera en que el espectador se convierte en participante activo en el proceso de interpretación de la obra; sin embargo, estos autores, aunque proponen una posición activa para el público, éste sigue estando un tanto fuera de la obra.
En las piezas que analizo, existe además un deseo de hacer que los participantes se conviertan en coproductores. Los artistas presentan ciertas bases o circunstancias, pero las obras se desenvuelven en la experiencia que tiene cada participante, son lo que cada uno de los participantes realiza, la obra ya no sólo se aprecia contemplativamente, se construye a través de la participación. Cada participante aporta un fragmento de vida que ayuda a que la obra exista, la obra es el producto de los procesos vitales que aportan cada uno de los que intervienen en ella, la situación de poder entre creador y contemplador se derriba y uno y otro se diluyen en el proceso, colapsando las jerarquías. En ese sentido, algo muy significativo también, sería la transformación que la obra logra en cada persona que la integra, la pieza es como una crisálida donde ingresa una persona común y sale una persona transformada, un individuo que ha vivido algo nuevo a través de la obra, de la interacción con otros y de la creación, de haber sido parte de ese universo utópico que es la obra misma.
Estas obras que se construyen como trabajos colectivos buscan acabar con el individualismo, con la apatía, con las luchas de poder, proponen situaciones creativas de convivencia donde se establecen compromisos, donde se construyen futuros alternativos, creo que se trata de proyectos anárquicos en el sentido en el que se deshacen de las posiciones de poder poniendo en manos de cada cual la posibilidad de construir y autogestionarse, de crear algo por común acuerdo, pues el artista sólo propone una obra, que sin la participación no podría concretarse.
- La utopía como planteamiento ético
Finalmente, estas piezas, al actualizar el tema de las utopías, realizan una actividad ética, pues reactivan el imaginario de una sociedad ideal, actividad de suma importancia en una sociedad que se ha quedado varada por falta de proyectos. Paul Wood, profesor de Historia del arte en la Open University de Londres, cita en una conferencia sobre Utopías a Frederic Jameson: “Es fácil imaginar el fin del mundo, pero es difícil imaginar el fin del capitalismo”.[30] Creo que se trata de un apelativo al pensamiento utópico para tratar de crear nuevos horizontes, porque precisamente las situaciones más complicadas, las que parecen imposibles, son las que requieren de un mayor impulso imaginativo para ser resueltas.
La Utopía no es vista más como el punto de culminación de un proyecto, sino como motor para cuestionar nuestra sociedad en busca de opciones éticas, José Humberto Flores plantea el valor utópico de la siguiente manera:
“La utopía no implica garantía última de progreso, implica un fin, pero no un final, lo cual sitúa en primer plano su situación ética. Por lo tanto, el fin que señala es un imperativo moral, objeto de la opción ética y no de la fuerza del destino”.[31]
Franz Hinkelammert, quien ha realizado una crítica de la razón utópica, destaca que las utopías no son un objetivo sino un mapa que orienta la praxis, un estado ideal que subvierte nuestra condición imperfecta.
Su función es la orientación de la praxis hacia un horizonte de plenitud que, en sentido fáctico, no es realizable, pues es el resultado de una idealización, que ha sido construida a partir de la abstracción de los rasgos de finitud e imperfección que ostenta la condición humana real.[32]
Por su parte, para el filósofo Paul Ricoeur, la Utopía realiza una tensión entre lo que es y lo que debe ser, su sentido ético proviene de permitirnos visualizar dicha brecha, de abrir nuevas posibilidades en las que podamos optar por mejores situaciones de vida:
“Es la utopía la que, al nivel de los fines puede proporcionar una perspectiva a la prospectiva que exige la complejidad del mundo contemporáneo y posibilita los medios existentes, dando así sentido y dirección a la acción política. La utopía mantiene la tensión entre los que es y lo que debe ser, posibilitando la relación e interacción entre ética y política”.[33]
La ética no es mera abstracción, es la búsqueda de hacer lo mejor en una situación determinada por lo que se conjuga en un quehacer cotidiano. Por eso estas obras parten de experiencias de la vida diaria, creo que de algún modo intentan hacernos repensar nuestro mundo a través de la luz que nos arroja la Utopía. La Utopía restablece la esperanza de vivir en una sociedad más justa, activa nuestro deseo de luchar por mejores condiciones de vida, de dar soluciones nuevas a los graves problemas que vivimos, Jürgen Moltmann, en El experimento Esperanza comenta:
El hombre es, según se dice, el único ser que no se halla sujeto a ningún medio ambiente determinado. Es un ser abierto al mundo, que tiene necesidad y capacidad de construir por doquier, en medio de sus culturas, su entorno vital mismo. No obstante, existe un elemento y medio ambiente, sin los cuales le es imposible vivir, y esto es la esperanza. Ella es el hálito de la vida… en la esperanza intuimos que el hombre no conoce experiencias definitivas, sino que percibe incesantemente nuevos obstáculos, impulsos y ocasiones en que evidencia su vitalidad.[34]
Ernst Bloch dedica su libro El principio esperanza al estudio de las Utopías a las que define como “manifestación de una conciencia anticipadora consciente-sabida”.[35] Se resalta el consciente-sabida pues no se trata de un mero sueño, sino de una reflexión que se liga a una práctica que pueda traducirse en acciones concretas.
La utopía presenta territorios ideales, aún inexplorados, siempre por venir. La Utopía es imaginación y la imaginación es subversiva porque cuestiona la realidad, porque irrumpe en el presente con posibilidades inesperadas, porque plantea ideales, y los ideales son caldo de cultivo para los cambios sociales.
Nos hallamos en un sistema económico al borde del colapso, en muchos países, las garantías individuales desaparecen. Vivimos en precariedad y si bien, pareciera que todo se encuentra en contra de la Utopía, quizás no ha sido sino la falta de utopías, lo que nos ha llevado a esta situación. No se trata de ser “optimistas” sino de construir futuros distintos, posibilidades. No se trata de ser ingenuos, sino de movilizarnos hacia algo. No se trata de soñar, sino de construir, o quizás sí se trata también de eso: de soñar, de crear los planos que guiarán la forma que queremos darle a nuestro mundo ¿Cómo si no, habríamos de hacer de esto un lugar vivible? Lo ético de la utopía, es que nos recuerda que ante cada situación, la imaginación se inventa una posibilidad, y hoy más que nunca tenemos que construirnos la posibilidad, ahí, donde parece no existir más. Quizás esa es la labor más subversiva del arte, el crear posibilidad donde los demás no ven más que escombros. No podemos hacerlo solos, no será tampoco la labor única de los artistas, las graves crisis que enfrentamos hoy requieren de una gran imaginación para ser enfrentados, requieren también de una gran voluntad y de una gran solidaridad. Esa es la propuesta de los artistas que se abordaron en este texto: explorar el pensamiento utópico y entonces, construir.
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Notas
[1] José Humberto Flores, La Utopía en Paul Ricoeur, p. 1. http://www.udb.edu.sv/editorial/Teoria%20y%20Praxis/Teoria%20y%20Praxis%207/articulo2.pdf
[2] Gilles Lipovestky, La era del vacío.
[3] Mathew Higgs, Same old, same old, http://www.mutualart.com/OpenArticle/Same-old-same-old/7D6467B903BFA14B/Venues
[4] Thomas Hisrschhorn nació en Berna en 1957, trabajó en Paris como artista gráfico y posteriormente se dedicó a realizar grandes y saturadas instalaciones que le dieron a conocer en el mundo del arte. Ha obtenido los premios Marcel Duchamp en 2001 y Joseph Beuys en 2004. Ha expuesto en el Museo de Arte Moderno, en el Walker Art center y en el Tate.
[5] Thomas Hirschhorn, “Monumento a Bataille”, p. 79.
[6] Rirkrit Tiravanija, et al., What is a station? http://www.e-flux.com/projects/utopia/about.html
[7] Tiravanija nació en Argentina en 1961, posteriormente emigró a Nueva York donde actualmente desarrolla su trabajo, ha expuesto en museos como el Museo de Arte Moderno de Nueva York, Museo de Arte Moderno de París y el Secesión de Viena, entre otros, en 2004 recibió el premio Hugo Boss otorgado por el Museo Gugenheimm.
[8] Hans Ulrich Obrist es curador, crítico e historiador del arte, actualmente es codirector de la galería Serpentina en Londres.
[9] Molly Nesbit es profesora en el Vassar College, escribe sobre fotografía, cine y arte del siglo XXI, ha publicado los libros Siete Albumes de Atget en 1992 y Su sentido común en el 2000.
[10] Tiravanija, What is a station?
[11] Idem.
[12] Idem.
[13] MOMA, Projects. 91: Artur Zmijewski, http://www.moma.org/visit/calendar/exhibitions/962.
[14] Nacido en 1966, Artur Zmijewski vive y trabaja en Polonia. Participó en la cincuentava bienal de Venecia, y en la doceava edición de Documenta. El Corner House, realizó en Manchester una retrospectiva de su trabajo en 2010. Fotógrafo, artista visual y cineasta es reconocido por los cuestionamientos críticos de sus obras.
[15] MOMA, Projects 91: Artur Zmijewski.
[16] Stephan Sulzer, Annie Wu and Antony Wojtyra: Ideally, p.39. http://cmagazine.com/issues/105/pdf
[17] Idem.
[18] Brian Holmes, Manifiesto afectivista. http://www.cpp.panoramafestival.com/wp-content/uploads/2010/10/BrianHolmes_ManifestoAfectivista_2010.pdf
[19] John Dewey, Arte como experiencia, p .21.
[20] Cfr. José Luis Barrios, Ensayos de crítica cultural, p. 54.
[21] Cfr. Nicolas Borriaud, Estética Relacional.
[22] Marcelo Expósito, “Desobediencia: la hipótesis imaginativa”, p. 7. http://marceloexposito.net/pdf/exposito_desobediencia.pdf
[23] Stephen Duncombe, Dream: Re-imagining Progressive Politics in an age of fantasy. http://www.stephenduncombe.com/wp-content/uploads/2012/12/Dream_final.pdf
[24] Claire Bishop, Utopias and Microtopias: Contemporary Art in the 1990’s. http://www.tate.org.uk/learning/studydays/utopia_avant_gardes/
[25] Cfr. Idem.
[26] Cfr. Duncombe, Stephen. Imagining No Place: The subversive mechanics of Utopia, http://www.youtube.com/watch?v=TyyzAxJRXIM
[27] Cfr. Hans Gadamer, Verdad y Método.
[28] Cfr. Humberto Eco, Obra Abierta.
[29] Cfr. Roland Barthes, De la obra al texto. http://teorialiteraria2009.files.wordpress.com/2009/06/barthes-de-la-obra-al-texto.pdf
[30] Paul Wood, http://www.tate.org.uk/context-comment/video/utopias-avant-gardes-study-day-video-coverage#open241128
[31] Flores, La Utopía, p. 8.
[32] Estela Fernández, Crítica y utopía en la filosofía de Franz Hinkelammert, p.1. http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/fernandez2.pdf
[33] Paul Ricoeur y Taylor G. Ideology and Utopia, p. 26.
[34] Moltmann, El experimento esperanza, p. 34.
[35] Ernst Bloch, El principio esperanza, p. 133.
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