Principio de Autoridad y tecnología (un apunte de Friedrich Engels)

 

 

Resumen

El artículo explora la tesis de Engel respecto al principio de autoridad en los procesos productivos y cómo ello permite pensar los debates actuales en torno a la tecnología Moderna. La parte introductoria busca sensibilizar sobre el uso de la tecnología y cómo ésta va ganando terreno generando condiciones de explotación inéditas, particularmente, las que acontecen en el ámbito laboral. Se alienta a criticar la actitud pasiva de los usuarios sensibilizándonos sobre las intenciones “aceleracionistas” de los que encabezan esta tecnología. La parte dedicada al análisis de Engels busca hacer énfasis en el carácter ubicuo e impersonal que tiene la autoridad de la técnica y cómo ello invita a un debate en torno a la posibilidad de prácticas autónomas.

Palabras clave: Autoridad, Tecnología, vida desequilibrada, Engels, aceleracionismo efectivo.

 

Abstract

 

The article explores Engel’s thesis regarding the principle of authority in production processes and how this allows us to think about the current debates around Modern technology. The introductory part seeks to raise awareness about the use of technology and how it is gaining ground, generating unprecedented conditions of exploitation, particularly those that occur in the workplace. It is encouraged to criticize the passive attitude of users, sensitizing us to the “accelerationist” intentions of those who lead this technology. The part dedicated to the analysis of Engels seeks to emphasize the ubiquitous and impersonal character of technique and how this invites a debate about the possibility of autonomous practices. Keywords: Authority, Technology, unbalanced life, Engels, Effective accelerationism.

 

 

Introducción

La tecnología es un siervo útil, pero un amo peligroso (Christian Lous Lange)

Fuego, la cámara se retira, observamos que no es un incendio convencional, no es la llama que surge espontánea tras un relámpago en medio del bosque, tampoco es la fogata que anuncia su domesticación, estamos frente a un fenómeno especial que ha sido posible por el avance tecnológico: la ignición de un cohete espacial. Simultáneamente, lentamente, envuelve a los espectadores la música minimalista de Phillip Glass. Se escucha esa palabra repetitiva, un coro con una voz grave que parece venida de ultratumba: Koyaanisqatsi (vocablo de la lengua hopi que significa vida desequilibrada). Apenas ha iniciado la película y vemos el cohete despegar, unos segundos después, con la música en el punto más alto, la nave se desintegra. De esta manera abrupta inicia la película de culto, Vida desequilibrada del director Godfrey Reggio. Una serie de poderosas imágenes son las protagonistas de este filme. De la explosión descrita se pasa a diferentes escenas del desierto, luego, mientras disfrutamos de la belleza de la naturaleza y sus ciclos, irrumpe una secuencia donde vemos plantas nucleares, ciudades y guerras. Entre rascacielos, conflictos y polución, la película intenta que se haga conciencia del desequilibrio que ha generado la tecnología. No es quizá un dato nimio que Phillip Glass haya acompañado estas secuencias con una pieza que lleva por nombre Prophecies (profecías), como si advirtiese que, si seguimos ciegos a los peligros de la tecnología, el deseado avance puede resultar en una calamidad planetaria. Koyaanisqatsi es la primera película de la trilogía Qatsi, seguida por Powaqqatsi (Vida en transformación de 1988) y Naqoyqatsi (Vida como guerra de 2002). Esta serie de filmes tratan diferentes aspectos de la relación entre seres humanos, naturaleza y tecnología, cada uno tiene su matiz, que se va recrudeciendo conforme avanza la trilogía (siendo la más oscura la última).

El análisis de esta película se enriquece con una nota que agrega Wikipedia, según esta fuente, el director buscaba mostrar cómo todo (educación, política, economía, Estado, etc.) se encuentra relacionado con la tecnología, subrayando que no es ésta una herramienta o instrumento, sino que: “vivimos en la tecnología […] La tecnología se ha hecho tan ubicua como el aire que respiramos…”.[1] Esta omnipresencia de la tecnología como un ente cuya influencia atropella la vida y la autonomía de los individuos constituye el tema principal de estas líneas.

Ceguera ante la tecnología

Salvo algunas narrativas cinematográficas y ciertos personajes críticos, en general, a la tecnología no se le ensombrece el horizonte con aves de las tempestades. Mayoritariamente se suele tener fe hacia la posibilidad de que las máquinas y las tecnologías aceleren el progreso humano y el bienestar social. De hecho, los “tecnólogos” actuales de Silicon Valley, quienes han dado un rostro al mundo actual con sus avances en la tecnología digital y la Inteligencia Artificial, abiertamente adoptan una política que repara muy poco sobre los debates morales y éticos. Estos empresarios han promovido una especie de fe que han llamado aceleracionismo efectivo (e/acc) cuyo principal objetivo es, como su nombre lo indica, acelerar las innovaciones tecnológicas y el avance del capitalismo para generar un cambio social radical más allá de dilemas morales. Ello representa una visión optimista de la tecnología que, según estos creadores, vaticina una época de abundancia.[2]

Estas posturas son acríticas al hecho de que el progreso prometido desde la Revolución Industrial sólo se ha cumplido a medias y que, como los ambientalistas han insistido en señalar, éste ha ido acompañado de daños irreparables para la naturaleza. El progreso social, que justifica todos los desastres ecológicos al planeta, se encuentra lejos de tener un balance positivo, pues no ha borrado las desigualdades, al contrario, han surgido otras diferentes e inesperadas.

Las nuevas tecnologías, desde principios del siglo pasado, mostraron nuevas formas de sometimiento. Ejemplos como la producción en serie del fordismo o la instauración de los tiempos y movimientos impuesta por Frederick Taylor (taylorismo), mostraron las nuevas condiciones de explotación de los trabajadores a partir de ciertos “arreglos” y manipulaciones sociales en la industria.[3] En la actualidad la problemática ha cambiado, pues existe una tendencia a la robotización, sin embargo, ello trae aparejado otras problemáticas inesperadas, como el desempleo masivo. Una muestra representativa de lo antes señalado la podemos encontrar en el más reciente avance de la tecnología digital, particularmente, la que tiene que ver con la naciente Inteligencia Artificial y los robots. Según los reportes de McKinsey Global Institute (MGI), ésta tendrá un impacto profundo y desafortunado en los empleos. Se calcula que para el 2030, cuando la automatización se consolide, entre 400 y 800 millones de personas se verán afectadas; 375 millones no encontraran trabajo por la falta de capacitación en estas tecnologías, estamos hablando del 14% de la fuerza laboral mundial.[4]

No hay duda de que la tecnología ha traído ventajas las cuales han generado un tipo de ceguera ante sus perjuicios, haciendo más difícil reflexionar de manera objetiva y desapasionada sobre ella. La ignorancia en torno a ella hace que se nos presente como una caja negra cuyos fines se nos escapan. Winner señala que, hacia la tecnología, convencionalmente, habría dos acercamientos: la de los inventores (técnicos e ingenieros) y los que se limitan a usarla. [5] Los primeros buscan entender “cómo funcionan las cosas”, además, tratan de resolver problemas prácticos reparando poco en las implicaciones éticas. Los que se limitan a “usarla” (con poco o nulo interés por conocer a fondo los objetos técnicos) son los beneficiarios del trabajo de los primeros, pero, al mismo tiempo, son las “víctimas” de las intenciones que éstos imprimen a sus creaciones. Un ejemplo de ello lo tenemos, de nuevo, respecto a los efectos nocivos que tiene la actual tecnología digital. El documental El dilema de las redes sociales, de Jeff Orlowski, explora este polémico aspecto. En este filme aparecen diferentes excolaboradores de Facebook, Instagram y Google que explican cómo estas redes siguen una lógica de manipulación y condicionamiento para obtener beneficios económicos de las interacciones. Estos ingenieros desnudan cómo las redes sociales digitales no reparan en la salud mental de los usuarios, al contrario, buscan que éstos se vuelvan adictos y dependientes a ellas.[6] Paradójicamente (hasta se podría decir que cínicamente), la película concluye con estos personajes alentando a la gente a tener más control de la tecnología, subrayando el cuidado que se debe de tener al compartir datos e información personal.

Se puede constatar que son los que usan la tecnología aquellos que sitúan el problema en un tema de buen o mal empleo de la herramienta; los que la elaboran, abiertamente, no se lo plantean. De hecho, alientan su desarrollo y cuestionan poco sus peligros, en contraposición, sospechosamente, en su vida cotidiana la rechazan. Nick Bilton (articulista de The New York Times) señaló tal hecho cuando entrevistó al creador de Apple, Steve Jobs. Jobs, recuerda Bilton, fue enfático al aclarar que sus hijos no poseían la tecnología que él diseñaba y que limitaba el acceso que tenía su familia a los gadgets. Otro caso documentado por Bilton fue el de Evan Williams (fundador de Blogger y Twitter) quien reveló, también, que sus hijos tenían libros que podían leer en lugar de hacer uso de las tablets.[7]  Ello hace suponer que, por lo menos, para estos desarrolladores, el uso de la tecnología debía ser limitado; sin embargo, jamás ellos han prescrito un uso moderado del tiempo frente a los dispositivos para sus usuarios. Estos casos denuncian un doble rasero en los creadores de la nueva tecnología, uno el que ellos emplean para sus familias, otro el que la promueve sin ningún miramiento para los demás.

Más allá de los efectos nocivos que reconoce el documental señalado, el diagnóstico anterior hace que sea necesario cuestionar la autonomía que tenemos frente al poder de la tecnología ¿Somos los dueños de éstas o, más bien, una suerte de ciervos? Los apologistas de éstas mantienen la tesis de que ella libera de ciertos trabajos, pero ¿Su avance no implica un tipo de sometimiento?

El principio de autoridad y la tecnología  

La preocupación sobre la relación existente entre la técnica moderna y la autonomía del hombre no ha quedado al margen de los filósofos, por ello, muchos han dedicado sendas reflexiones al respecto.[8] Un autor, hasta cierto punto marginal, quien logra clarificar aspectos importantes de esta relación es Friedrich Engels. El renano denunció una condición particular de la técnica que puede, sin ningún problema, ser extrapolado al horizonte actual de la tecnología: el principio de autoridad.

En De la autoridad (un breve escrito dirigido contra los anarquistas), Engels muestra la imposibilidad de prescindir del principio de autoridad que enmarca toda la producción, sea cual fuere el carácter de ésta. Engels describe el significado de la palabra autoridad como una imposición de la voluntad de otro a la propia; y que supone, también, subordinación. La autoridad se encuentra en la base de las relaciones sociales, pero, también, y más importante, en la desigualdad intrínseca a los procesos productivos. Este carácter, además, no es algo que se pueda eliminar, simplemente, cambiando de sistema, sino que constituye un elemento imprescindible a toda organización productiva. Todos los ejemplos que pone (industria textil, ferroviaria y naval) requieren de diversos niveles en los cuales es necesaria la autoridad. El funcionamiento eficiente en la producción, siempre, va acompañado de la autoridad de, por ejemplo, las personas a cargo del barco o el ferrocarril, según los ejemplos señalados y, en general, de los individuos que estén al frente de algún elemento de esa producción, sea cual sea su ámbito.

Un aspecto poco subrayado, pero innovador en su análisis, es que esa autoridad es puesta, no solamente en las personas, sino en las condiciones que la misma tecnología humana impone. Los trabajadores tienen que hacer funcionar la máquina de vapor, coordinar sus tareas en torno a ella, de tal manera, el ritmo del trabajo se encontraría ligado a la “autoridad del vapor”. En otras palabras, también la autoridad puede venir del vapor que era la condición misma de la producción capitalista de ese tiempo. Tal autoridad, como se puede deducir, es de carácter indeterminado e impersonal, un poder que, resulta obvio, es imposible resistir, si se pretende estar dentro del sistema de producción.

Efectivamente, en su ensayo, se sigue hablando de la disciplina y de la subordinación de los trabajadores a las personas a cargo de operar la máquina, pero, sin duda, es más influyente que Engels apunte a la despersonalización de la autoridad que suponen las máquinas y la fuerza que las mueve: “Todos estos obreros, hombres, mujeres y niños están obligados a empezar y terminar su trabajo a la hora señalada por la autoridad del vapor, que se burla de la autonomía individual”.[9]

Para mostrar el carácter crudo de esto, reconoce que las máquinas son muchos más despótica que cualquier pequeño capitalista, así: “Las relaciones de autoridad y subordinación surgen de forma independiente de toda organización social y se nos imponen con las condiciones materiales en las que producimos y hacemos circular los productos”.[10] En otras palabras, el principio de autoridad no sólo en ubicuo, sino que es sutil en tanto que es impersonal.

Todo progreso que emplee la técnica supone el sometimiento a un nuevo amo, cuando se ha consolidado un avance sobre una fuerza de la naturaleza, ésta en “retaliación”, también apuntala un nuevo sometimiento de la humanidad a la misma. Cuando el hombre “domestica” a las fuerzas de la naturaleza (como el vapor, la electricidad, etc.), como efecto de contragolpe, en adelante, ésta lo somete a su poder despótico.

En ese sentido, el aura del progreso se ve cruzada por un destino trágico, cada conquista del hombre se transforma, casi de manera inmediata, en una nueva forma de sometimiento. Por ello, nada de lo que ocurre en torno a la producción supone una conquista de la libertad, al contrario, pasamos de convertirnos en soberanos de la naturaleza a someternos, de otra manera, a ella.

En una nota de tono dantesco, burlándose de la posibilidad de imponerle condiciones nuevas a las máquinas, Engels transforma la inscripción de la puerta del infierno[11] actualizándola a las circunstancias de la producción, señala: “En la puerta de estas fábricas, podría escribirse, al menos en cuanto a las horas de trabajo se refiere: Lasciate ogni autonomia, voi che enlratel (vosotros que entráis ¡dejad toda autonomía!).” [12]

Este destino trágico, donde hay que aceptar la autoridad impersonal de, por ejemplo, el vapor, como principio rector de las relaciones de producción, es ineludible. De hecho, todo esfuerzo por parte de los anarquistas para erradicarlo no puede, sino destruir la industria y el desarrollo social: “Querer abolir la autoridad en la gran industria, es querer abolir la industria misma, es querer destruir las fábricas de hilados a vapor para volver a la rueca”.[13] La autoridad, para Engels, es constitutiva de toda organización social y de la circulación de los productos.[14]

Engels, entonces, nos hace reflexionar sobre si se puede atribuir al principio de autoridad un rasgo desafortunado de la técnica y, al mismo tiempo, si es posible la autonomía en un mundo tecnologizado. Desde este punto de vista, toda técnica supone un ejercicio de autoridad ineludible que es preferible al sometimiento de las fuerzas naturales no domesticadas que asolaron al hombre durante milenios y que, en ciertos periodos de la historia, estuvieron a punto de llevarlo a la extinción.

Conclusiones

El breve escrito de Engel podría considerarse una nota marginal en la historia de la técnica y las relaciones humanas, sin embargo, coloca en la discusión un hecho ineludible: cada conquista de la humanidad sobre un ámbito supone el sometimiento a un nuevo e inesperado amo. En ese sentido, cada época, desde la aparición del ser humano, fue esclava de aquellas fuerzas de la naturaleza que lograron someter. Engels pone especial énfasis en el vapor, sin embargo, no es, sin duda, una cuestión diferente a la que arrostramos hoy día. La electricidad, pero, más abstractamente, la información generada desde la revolución digital y que busca dominar el azar de las interacciones sociales, nos somete a una forma de control insospechado.

Un aspecto que aún no se encontraba presente en la época de Engels y que refleja su versión de la inscripción de la puerta del infierno, es que él limita el problema del sometimiento a la autoridad a las horas del trabajo. Muchos elementos, en la actualidad, nos darían argumentos para pensar que esa autoridad se despliega fuera del mero ámbito de la labor. Las tecnologías, particularmente, las digitales, se han insertado en la vida cotidiana, en grado tal que nos es imposible vivir sin ellas. Su autoridad, entonces, es ubicua.

Queda por pensar qué tipo de fuerzas domina la tecnología actual y que nos someten a un tipo de dominio, en otras palabras, dilucidar cuál es la nueva autoridad impersonal. También, sin duda, queda irresuelta una cuestión más compleja y polémica, cuya respuesta debe ser pensada responsablemente ¿Puede plantearse la autonomía del individuo en contexto tecnológicos? ¿cabe siquiera la pregunta?

 

Bibliografía

  1. Barca, K. 27 trabajos con muy pocas salidas que podrían desaparecer en los próximos años. Business Insider. https://www.businessinsider.es/10-trabajos-van-desaparecer-proximas-decadas-555013 [visto 07/12/2023].
  2. Bilton, Nick. “Steve Jobs Was a Low-Tech Parent”, The New York Times, (2014, Septiembre 10) Recuperado de http://www.nytimes.com/2014/09/11/fashion/steve-jobs-apple-was-a-low-tech-parent.html?_r=0 [Consultado el 20 octubre del 2020].
  3. Ellingrud, K y Sanghvi, S., IA generativa: ¿Cómo afectará a los empleos y flujos de trabajo del futuro? McKinsey & Company. https://www.mckinsey.com/featured-insights/destacados/ia-generativa-como-afectara-a-los-empleos-y-flujos-de-trabajo-del-futuro/es [Visto 07/12/2023.]
  4. Esquirol, Josep. Los filósofos contemporáneos y la técnica, Gedisa, Barcelona, 2011. pp. 41-91.
  5. Lacort, Javier, “Bienvenidos a la era del aceleracionismo efectivo (o por qué mucha gente está añadiendo ‘e/acc’ a su biografía)” en revista electrónica Xataka, 15 de enero 2024,
    https://www.xataka.com/robotica-e-ia/bienvenidos-a-era-aceleracionismo-efectivo-que-mucha-gente-esta-anadiendo-e-acc-a-su-biografia Consultado el 09/ 09/ 2024.
  6. Linhart, Robert, De cadenas y de hombres, Siglo XXI, México, 1979.
  7. Marx, Karl. y Engels, Friedrich, Obras escogidas, Tomo II., Progreso, Moscú, 1973, pp. 397-400.
  8. Oelowski, Jeff, The social dilemma, Película, Netflix, 2020.
  9. Wikipedia (2023), https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Koyaanisqatsi&oldid=1188180763 [visto 17/12/2023].
  10. Winner, Langdon. La ballena y el reactor: Una búsqueda de los límites en la era de la alta tecnología. Barcelona, Gedisa, 2008, p. 38.

 

Notas

[1] (Koyaanisqatsi, 2023).
[2] Javier, Lacort, “Bienvenidos a la era del aceleracionismo efectivo (o por qué mucha gente está añadiendo ‘e/acc’ a su biografía)” ed. cit.
[3] En De cadenas y de hombres, Robert Linhart documentó esas condiciones en las fábricas de autos de la marca Citroën. Su trabajo constituye un crudo testimonio de la explotación novedosa que supuso ese tipo de tecnologías en las empresas automovilísticas.
[4] K. Ellingrud, K. y S. Sanghvi, IA generativa: ¿Cómo afectará a los empleos y flujos de trabajo del futuro?, ed. cit. [5] Langdon Winner, El reactor y la ballena, p. 38.
[6] Al respecto véase el documental de Jeff Orlowski, The social dilemma.
[7] Nick Bilton, Steve Jobs Was a Low-Tech Parent, ed. cit.
[8] El filósofo catalán Josep Esquirol hace un análisis detallado de vario filósofos que han pensado la técnica, de hecho, dedica un extenso capítulo a desarrollar la reflexión de Heidegger respecto a la imposibilidad de llegar a la esencia de la técnica desde la concepción neutral e instrumental de la misma, al respecto, véase: Los filósofos contemporáneos y la técnica: De Ortega a Sloterdijk.
[9] Marx, C. y Engels, F., Obras escogidas, p. 398.
[10] Ibidem., p. 399.
[11]Dinanzi a me non fuor cose create, Se non etterno, el io etterna duro. Lasciate ogni speranza, voi ch’ entrare” (Antes de mí no fue nada creado, sino lo eterno y yo eterna permanezco, aquellos que entren, olvidad para siempre la esperanza).
[12] Ibidem., pp.397-400.
[13] Ibidem., p. 399.
[14] Idem.