Resumen:
La revista Horizonte se publicó entre 1926 y 1927 en la ciudad de Xalapa, Veracruz, al centro-este de México. Fue editada por el grupo estridentista y financiada por el gobernador del estado, Heriberto Jara Corona. En este trabajo, se hará una lectura de la revista considerando la complejidad de su contexto de publicación, para visibilizar cómo se cruzaron distintos registros de lectura en sus contenidos, que generaron públicos y formas de conocimiento distintos, incluso a veces contradictorios entre sí.
Abstract:
The avant-garde magazine Horizonte was published between 1926 and 1927 in Xalapa, Veracruz, an east-central state of Mexico. It was edited by the Stridentist group and financed by the governor, Heriberto Jara Corona. Promoted by a modernist group and supported by a progressive governor, Horizonte had a complex publication context with contents and visual resources that responded to different interests and possibilities of interpretation. This work aims to expose them and analyze its structure.
El presente texto[1] tiene como propósito analizar las páginas de una revista publicada en los años veinte, años en que las revistas y los medios de comunicación tuvieron un papel fundamental en la difusión de ideas y la formación de un imaginario común. Horizonte. Revista mensual de actividad contemporánea fue publicada entre 1926 y 1927 en la ciudad de Xalapa, Veracruz, y fue auspiciada por el entonces gobernador del estado, Heriberto Jara. En sus páginas están plasmados algunos de los debates nacionales que mayor importancia tuvieron durante el periodo. Las discusiones sobre la educación, el arte nacional y la condición social del trabajador se desplegaron junto a elogiosos artículos sobre las obras de gobierno e instrucciones para la instalación de antenas eléctricas. En este sentido, puede decirse que su constitución discursiva es híbrida, no sólo por incorporar géneros literarios distintos, sino por oscilar entre registros de lectura variables, buscando con ello ofrecer un amplio espectro de contenidos para diversos lectores.
Desde una óptica actual se ha visto con sospecha una publicación que, por una parte, se autodenominaba de vanguardia, y, por otra, fungió como órgano propagandístico del gobierno estatal e incorporó una vocación periodística en paralelo. Pero precisamente esta gravitación en varios ejes de lectura es lo que da cuenta de una voluntad por ampliar los públicos receptores –en relación con la primera revista que el grupo estridentista publicó, Irradiador, de 1923–, a través de cambios significativos en las temáticas y el lenguaje, así como de un uso más estable de la composición editorial. Por ende, se propone un acercamiento a esta publicación desde distintos ejes de lectura, que permitan reconocer sus diversas facetas y de qué manera éstas fungieron como espacios de construcción de públicos, en los que la lectura fue el mecanismo de activación de un programa estético y uno político, estrechamente vinculados.
La historia de Veracruz en esos años es un caso particular que vale la pena ver con detenimiento. Si bien se inscribe en un periodo de lucha por la consolidación de autonomía estatal que no fue exclusivo de Veracruz, Horizonte y el proyecto cultural estridentista se situaron en el ojo de un huracán de fuerzas, intereses, proyectos nacionales y perspectivas estéticas que conformaron un ambiente propicio para la materialización de las ideas de vanguardia. Pero, ¿qué vanguardia?, ¿cómo se conjugaron las ideas de avanzada de un gobernador progresista, convencido de la necesidad de transformaciones materiales y apasionado por las nuevas teorías arquitectónicas y pedagógicas, y un grupo de artistas y literatos iconoclastas, irreverentes, provenientes del campo cultural capitalino?, ¿cómo se fraguó aquella asociación y cómo se podría interpretar ésta en términos de legibilidad para los lectores de Horizonte? Esta última pregunta está relacionada con la indagación sobre las posibilidades de identificación, en términos textuales, gráficos y materiales, de los lectores veracruzanos con una publicación que se inscribía en un registro editorial esencialmente distinto al de las publicaciones que circulaban en Veracruz, durante ese periodo.[2] La legibilidad, en este caso, se entiende como una condición específica de la publicación, en la que se conjugó el proyecto editorial del grupo editor y el cúmulo de discursos que entraron en juego a lo largo y ancho de sus contenidos, estructura, composición y propiedades materiales. Todo ello formaría parte de lo que José Luis Brea denomina episteme escópica, es decir, “la estructura abstracta que determina el campo de lo cognoscible en el territorio de lo visible.”[3] Dicha estructura es lo que se pretende analizar en este trabajo, de modo que sea posible reconocer qué recursos visuales fueron empleados en Horizonte para generar un determinado tipo de conocimiento.
I. Una revista, una ciudad
En México, los procesos de modernización en las décadas de los años veinte y treinta coincidieron con periodos de intensa agitación política y con la creación de instituciones, como parte de un gran proyecto de reconstrucción nacional. En el caso de Veracruz, la llegada de Heriberto Jara a la cabeza del gobierno estatal dio continuidad a una serie de medidas reformistas emprendidas por los gobernadores anteriores, como el reparto agrario y el apoyo a los derechos de los trabajadores. Durante su administración, entre 1924 y 1927, Jara implementó una serie de proyectos que pretendían fortalecer la autonomía del gobierno veracruzano respecto de la capital y consolidar su papel como potencia regional. Para ello, se apoyó en dos aspectos medulares: la transformación material del estado, efectuada a partir de numerosas obras de desarrollo urbano, telecomunicaciones e infraestructura; y, una renovación cultural, impulsada por un amplio proyecto que abrevaba de las discusiones pedagógicas en boga, las tendencias internacionales de construcción y traza urbana,[4] el apoyo a nuevos medios como el cine y la fotografía y, por supuesto, el proyecto editorial que los estridentistas pusieron en marcha a su llegada a Xalapa.
En abril de 1926 salió a luz el primer número de Horizonte. La revista tuvo un papel central en la difusión de obras y actividades del gobierno, así como en la promoción de los valores centrales para el proyecto estatal. A su vez, incorporó diferentes géneros literarios como cuento, ensayo, nota periodística, artículos de difusión científica, teatro, poesía y crítica literaria. Horizonte tuvo una periodicidad mensual durante ese año, hasta que en diciembre se interrumpió su publicación, y no se renovó sino hasta marzo de 1927. El siguiente número, correspondiente a abril y mayo, fue la última edición de la revista. La interrupción es sintomática si se piensa en los agudos conflictos políticos y las dificultades económicas que el gobernador enfrentaba durante esa etapa.
En total se editaron diez números de la revista Horizonte. Desde el primer número se anunciaba el cometido de la publicación:
Una revista que sea la tribuna de las modernas doctrinas políticas, sociales, filosóficas y estéticas, –que aclare el paso y valore el esfuerzo–, puede ser en el momento que corre, algo exacto y decisivo, puede ser, desde luego, el faro palpitante que señale el sendero de esta hora convulsa.
Para llegar a la realización de este ideal subjetivo, y para aceptar tan grande responsabilidad, es necesario ampliar la visión hacia todos los rumbos; por eso, nada mejor que el nombre que señalamos a esta publicación que intenta ser guía de una época: HORIZONTE.[5]
En esas líneas iniciales se asentaba una firme creencia en el poder de la palabra y su capacidad para educar, transmitir las coordenadas de la época y dirigir el pensamiento a través de los medios impresos; en suma, para ordenar[6] una realidad que había quedado profundamente trastocada después de la Revolución y era necesario reedificar. Asimismo, es visible una voluntad por volver accesibles una serie de ideas provenientes de diversas disciplinas y “aclarar el paso” de los lectores en su encuentro. En ello, se revela un esfuerzo por incorporar materiales de una amplia diversidad textual, que contribuyeran a la formación intelectual y cultural de los lectores. Como el título de la revista lo sugiere, el propósito del proyecto editorial se centró en el ensanchamiento de la mirada lectora; la revista fue concebida como el mediador entre el dinámico flujo de ideas e imágenes de la modernidad y el encuentro cotidiano, concreto con los lectores. Al presentar un amplio vocabulario visual –integrado por la pintura, el grabado, la fotografía, la gráfica diagramática y el diseño publicitario–, aunado a un panorama textual extensivo, se vislumbra también una exigencia a los lectores para la elucidación de un nuevo lenguaje asociado a las imágenes de la modernidad y las ideas de vanguardia del grupo editor, las cuales, como se verá, no son precisamente homogéneas ni unívocas. Así, la legibilidad del proyecto editorial conllevaba también la capacidad de aprender a leer una época y volverse lectores de su tiempo.
II. Sentidos en tránsito
Como se mencionaba en un principio, un rasgo propio de Horizonte fue el carácter polivalente de su constitución, en el sentido de ser un terreno de cruce de al menos tres ejes discursivos en torno de los cuales se organizaron los contenidos.[7] Cada uno de ellos respondió a objetivos específicos y se dirigió a públicos particulares. Por un lado, la revista fungió como órgano de propaganda del estado veracruzano y dio a conocer las obras del gobierno, la labor que realizaban sus funcionarios y la reestructuración que atravesó el gabinete durante esos años. Los artículos se dirigían a los habitantes del estado, en un esfuerzo por legitimar al gobierno jarista como un proyecto heredero de los ideales revolucionarios, que había llegado a una fase de estabilidad política y gobernabilidad, imagen que sería clave, aunque insuficiente, para ganar simpatía política en el estado, así como para asegurar un lugar en la contienda hacia la silla presidencial. A lo largo de las diez ediciones de Horizonte, se construyó la imagen de un Heriberto Jara heroico, como el gran ideólogo de la reconstrucción veracruzana; se posicionó a Veracruz como el gran centro progresista del país, en el que no sólo se lograron notables reformas para los trabajadores, sino se concibieron proyectos que aspiraban a conjugar los valores revolucionarios con programas estéticos de vanguardia. Este fue el caso del Estadio Xalapeño, construido en 1925, y el proyecto de la Universidad Veracruzana, que, si bien no se materializó sino hasta 1944, sí se gestó como parte de un proyecto de renovación educativa que tuvo reverberaciones en toda América Latina.
En cuanto a los recursos visuales, el retrato político y la fotografía documental fueron fundamentales para dar a conocer las distintas zonas del estado y generar un imaginario regional que viera su representación en la ciudad de Xalapa, encabezada por la figura de Jara. Además, los artículos dedicados a difundir la obra política aparecieron en todos los números de la revista en una posición central privilegiada.
Un segundo eje discursivo está asociado a la labor periodística de los editores y el posicionamiento de Horizonte dentro del universo de publicaciones periódicas de circulación estatal y nacional. “Será un periódico moderno –proclamaban en la contraportada de cada número–, abierto a todas las tendencias nuevas, sin prejuicios ni vacilaciones. Interesará a todos. Preocupará a muchos.” Así, la revista se inscribía en una trayectoria histórica regional en la que había florecido la discusión sobre métodos educativos, había especial interés por la noticia, y los grupos emergentes de la entidad, como sindicatos y asociaciones civiles, participaban en el terreno de la opinión pública.
Al asumir la labor periodística, los editores se integraban al esfuerzo modernizador volcado sobre los medios masivos de ese periodo, que pretendían ofrecer contenidos formativos, instruir sobre diversos temas y entablar un diálogo con los sectores más politizados del estado: los sindicatos de trabajadores, a partir de la incorporación de temas de índole local, que fomentaran un sentido de unidad y pertenencia al estado veracruzano. En este sentido, los contenidos de este eje discursivo fueron concebidos para una población regional más amplia, cuyas actividades oscilaban entre las labores agrícolas y la industria. Los artículos versaron sobre biografías de personajes ilustres, diversas posibilidades de cultivo en el campo y la historia de México, entre otros temas. Los recursos visuales empleados en este sentido fueron la fotografía documental y los diagramas, como medio para esquematizar la información y dotarla de legibilidad.
Por último, el tercer eje discursivo sería el referente a la dimensión vanguardista de la publicación, emparentada con la trayectoria del grupo editor: sus publicaciones previas, postulados teóricos, redes de diálogo e itinerarios intelectuales y materiales. Si bien es cierto que en términos de experimentación visual y literaria, fue en Irradiador donde mayor trabajo realizaron, en Horizonte se le dio espacio a otros géneros literarios como el teatro y el cuento y se reafirmó un interés por la profesionalización de la crítica, tanto de arte como literaria. La filiación vanguardista de Horizonte también estuvo en consonancia con una serie de proyectos editoriales afines a otros grupos, que vieron en las revistas un terreno fértil para las miradas múltiples, la polifonía de voces y la creación colectiva, además de permitir el intercambio con los lectores. Éste tuvo su espacio predominante en la sección de “Notas, libros y revistas”, desde donde se articuló el diálogo con los exponentes de la vanguardia internacional y se generaron reseñas, homenajes y críticas de lo que acontecía en términos culturales.
Quizá fueron los lectores de este eje los que mayores repercusiones tuvieron años después: han sido ellos quienes quedaron inscritos en la historia de la literatura. Sus opiniones quedaron guardadas gracias al registro de List Arzubide en El movimiento estridentista y permitieron reconstruir la red que se conformó desde las páginas de Horizonte. Si el criterio de legibilidad fue uno de los valores predominantes en los ejes discursivos anteriores, en el caso del eje de vanguardia fue precisamente eso lo que se trató de desestabilizar mediante la experimentación literaria y visual. Así, es posible pensar que se trató de lectores mucho más experimentados, para los que la complejidad lingüística y la extensión textual no fueron un problema.
La fotografía artística, el grabado y la pintura fueron las manifestaciones visuales más recurrentes bajo el eje de vanguardia. Con ello, se inducía a la contemplación estética de un nuevo tipo de belleza que afirmaba el valor de los objetos cotidianos y la cultura popular.
Lo anterior formó parte de un propósito de educación visual orientado al programa estético vanguardista, que fue visible en todos los números de Horizonte. Aunado a ello, en el octavo y noveno números de la revista se publicaron las fotografías de Pedro S. Casillas, cuyo trabajo también se orientó hacia la fotografía de vanguardia. Entre los lugares que retrató, destaca sobre todo la imagen del Estadio de Xalapa, por conjugar el fervor por el cemento, el posicionamiento de la fotografía como medio de la modernidad, el tratamiento formal dentro de la estética vanguardista y los valores con los que se buscaba revestir al régimen político de Heriberto Jara: solidez, permanencia y progreso. De esta manera fue como la retórica de avanzada política y estética construyó un imaginario visual que se difundió a través de las páginas de Horizonte.
III.
Como se ha podido ver, la revista Horizonte se ubicó en un intersticio entre varias formas de legibilidad. Sus contenidos fluctuaron en un espectro amplio que contempló a distintos tipos de lectores, cuyo rastro es más evidente a medida que estaban más próximos al campo cultural de vanguardia. Sin embargo, se puede afirmar que la accesibilidad de los textos era la manifestación material de la búsqueda por una democracia discursiva, la cual, a su vez, se vinculaba con el impulso revolucionario y de construcción nacional. De este modo, se estableció un modelo de legibilidad literaria que priorizaba la comprensión lectora de las publicaciones de los diferentes públicos, antes que la innovación o la experimentación literaria y visual.
Asimismo, Horizonte sintetizó dos formas de vanguardia: por un lado, la estridentista, que estuvo en diálogo con las vanguardias europeas, fue iconoclasta, concibió un programa estético de ruptura con las tradiciones anteriores e integró cierto grado de experimentación visual y literaria en su producción. Y, por otro lado, la vanguardia de Heriberto Jara, que abrevó de ideas políticas, postulados pedagógicos y contempló una renovación material en la vida de la gente; se trata de otra forma de enfocar a la vanguardia, que consideró la transformación de la realidad material como un modo de vincular la modernidad y los nuevos símbolos del progreso –como las máquinas de vapor y los estadios– a la vida cotidiana de la población veracruzana.
El resultado fue una publicación con múltiples posibilidades de lectura, que operó en distintos registros discursivos. Fue así como sus páginas se volvieron el espacio de encuentro de lectores distantes, con intereses y prácticas vitales muy diferentes. Ahí tuvieron un lugar los campesinos y los escritores cosmopolitas, los comerciantes y los políticos. Por eso mismo esta revista resulta intrigante y compleja, porque, como los nuevos espacios de la modernidad, despojados del aura y el valor ritual, Horizonte fue también un terreno de democratización de la lectura.
Bibliografía
- Brea, José Luis, “Cambio de régimen escópico: del inconsciente óptico a la e-image” en Estudios visuales: Ensayo, teoría y crítica de la cultura visual y el arte contemporáneo, núm. 4, 2007, pp. 146-163.
- Del Palacio Montiel, Celia, “Dispersión geográfica y modernidad precoz: la prensa en Veracruz, 1794-1950” en Siete regiones de la prensa en México 1792-1950. México, Porrúa, 2006, pp. 29-95.
- Horizonte, 1926-1927. Edición facsimilar. México, Fondo de Cultura Económica. Colección Revistas Literarias Mexicanas Modernas, 2011.
- Rama, Ángel. La ciudad letrada. Montevideo, Editorial Arca, 1998.
- Rashkin, Elissa J. La aventura estridentista. Historia cultural de una vanguardia. México, Fondo de Cultura Económica / Universidad Veracruzana / Universidad Autónoma Metropolitana, 2014.
- _______________, “Allá en el horizonte. El estridentismo en perspectiva regional”, Revista LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos. xiii, No 1, 2015, pp. 90-101.
- Zurián de la Fuente, Carla. Estridentismo: Gritería provinciana y murmullos urbanos. La revista Tesis de Maestría en Historia del Arte. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010.
Notas
[1] Este trabajo se deriva de una investigación más amplia realizada para la tesis de grado, de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, en la Universidad Nacional Autónoma de México, en 2016. La tesis lleva por título “La lectura en tiempos de cambio: la revista Horizonte”. Un texto semejante a éste fue presentado en las I Jornadas Internacionales de Estudios sobre Revistas Culturales Latinoamericanas, el 8 y 9 de mayo de 2017 en Buenos Aires, Argentina. En ese caso, el análisis se enfocó, en mayor medida, en el estudio de los contenidos visuales.
[2] Esta afirmación se asienta en el hecho de que era la única revista publicada en Xalapa en 1926, financiada por el gobierno estatal, editada por un grupo artístico y literario inscrito dentro de la vanguardia, proveniente de la Ciudad de México. Como lo ha señalado Celia del Palacio, el estado de Veracruz –y el Puerto, en particular– se ha distinguido por darle preferencia a la noticia sobre otros géneros periodísticos, por lo que desde muy temprano en el siglo xix, el diario hizo su aparición en el estado, hecho que pone en evidencia la comunidad de lectores y la infraestructura con la que se contaba entonces. Además de los diarios, durante ese periodo predominaron las revistas especializadas, editadas por grupos obreros, literarios, magisteriales y sindicatos. Véase Celia del Palacio Montiel, “Dispersión geográfica y modernidad precoz: la prensa en Veracruz, 1794-1950”, pp. 29-95.
[3] José Luis Brea, “Cambio de régimen escópico: del insconsciente óptico a la e-image”, p. 146.
[4] Esto hace referencia a proyectos como el de “Ciudad Jardín”, de Modesto C. Rolland, inspirado en las modernas ideas de Ebenezer Howard, de generar un equilibrio entre el campo y la ciudad, al incorporar las ventajas de cada uno en un mismo espacio. Otro proyecto de esta índole fue el estadio de Xalapa inaugurado en 1925, el cual dialogaba con las tendencias funcionalistas del momento por hacer uso del concreto, que entonces se posicionaba como la tecnología preferida para las obras de gobierno, así como por evocar la fuerza y estabilidad, valores asociados al gobierno posrevolucionario.
A propósito, vale la pena mencionar que en el tercer número de Horizonte, Maples Arce publicó un artículo sobre las bondades del cemento titulado “Nuevas ideas: la estética del sidero-cemento”, donde asienta: “La bondad y la fuerza del material constructivo –el cemento–, corresponde a la sinoptía del espíritu contemporáneo, cuyo sentido esencial y equilibrado de las cosas, es el resultado cíclico de una profunda experiencia filosófica. Manuel Maples Arce, “Nuevas ideas: la estética del sidero-cemento”, p. 10.
[5] Germán List Arzubide, “Propósito”, p. 3.
[6] Esta idea está ligada al planteamiento de Ángel Rama sobre la ciudad letrada, que fungió como un aparato ordenador y de control social impuesto sobre la realidad desordenada del territorio americano. Ángel Rama, La ciudad letrada.
[7] Esta propuesta de análisis está basada en la distinción de vertientes ideológicas en Horizonte, que señaló Carla Zurián en su tesis de maestría en Historia del arte. Carla Zurián de la Fuente, Estridentismo: Gritería provinciana y murmullos urbanos. La revista Irradiador, pp. 134-135.
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