[Estamos en] un tiempo en el que hay mucho en juego y la necesidad de comprender los efectos de las extensiones del hombre es más urgente de hora en hora.
McLuhan
La mayor de todas las inversiones ocurrió con la electricidad, la cual terminó con la secuencia haciendo las cosas instantáneas. Con la velocidad instantánea las causas de las cosas empezaron a aparecer en la conciencia nuevamente.
McLuhan
Cualquier extensión, ya sea de la piel, la mano o el pie, afecta la totalidad del complejo psíquico y social.
McLuhan
Resumen
Mostramos que el título Understanding Media. The Extensions of Man, de la obra cumbre de McLuhan, resume todo un programa de investigación con la profunda motivación consistente en la convicción de que las formas mediáticas generan formas cognitivas y morales de las que no somos conscientes pero que, en el choque entre las viejas tecnologías “mecánicas” y las nuevas tecnologías “eléctricas”, han generado un desgarramiento existencial del hombre que alcanza las dimensiones más profundas de la subjetividad, tanto individual como social. La mediología mcluhaniana es antes que nada una antropología técnico histórica sobre la base del estudio de la subjetividad mediática. La antropología mediática de McLuhan parte del rechazo radical de la noción tradicional de la relación de exterioridad entre la subjetividad y los medios.
Palabras clave: forma mediática, forma moral, distanciamiento, involucramiento, subjetividad, McLuhan.
Abstract
In this paper we show that the title Understanding Media. The Extensions of Man, from McLuhan’s top work, summarizes a whole research program with the deep motivation consisting in the conviction that media forms generate cognitive and moral forms we are not aware of but that, in the clash between Old “mechanical” technologies and new “electrical” technologies, have generated an existential tearing of man that reaches the deepest dimensions of subjectivity, both individual and social. In this way it turns out that McLuhan’s mediology is first and foremost an historical technical anthropology based on the study of subjectivity conditioned by media. McLuhan’s media anthropology starts from the radical rejection of the traditional notion of the relationship of exteriority between subjectivity and the media each other.
Keywords: mediatic form, moral form, detachment, involvement, subjectivity, McLuhan.
En este trabajo sobre la teoría mediática de McLuhan hacemos algo que se omite sistemáticamente respecto de dicha teoría, a saber, explicar la motivación de McLuhan para desarrollarla. Se trata de una motivación que fundamenta el programa de investigación que constituye, precisamente, el título de su tercer y más importante libro, Understanding Media. The Extensions of Man (1964). Lo cierto es que para McLuhan el estudio de los medios no es un tema teórico sino un problema existencial de primer orden. La importancia actual de reconocer claramente: a) el programa de investigación desarrollado en la obra mencionada y b) la motivación subyacente a dicho programa, radicaría en que si las condiciones mediáticas actuales son en general las mismas o se han desarrollado en el sentido que McLuhan señaló en 1964, entonces el programa mantendría su urgencia y la obra su actualidad. Mostraremos que un aspecto fundamental en Understanding Media es la idea de alcance filosófico de que la forma tecnología conlleva una forma moral, lo cual, según McLuhan, resultaría claro por primera vez a partir de la “tecnología eléctrica”. Dado que la “tecnología eléctrica” ha recibido su forma suprema como digitalización e interconexión global a partir de la red y la omnipresencia de los procesadores (desde las computadoras hasta los dispositivos móviles, pasando por los microcircuitos en todo tipo de aparatos, incluyendo los domésticos), resulta que la forma moral correlativa a la tecnología eléctrica es un asunto de gran actualidad, y no solamente filosófica, como se muestra en el fenómeno de la política sometida a cólera de las redes sociales. En otras palabras, entender la motivación y el programa de McLuhan en su obra cumbre, Understanding Media. The Extensions of Man, es un asunto relevante para comprender momentos centrales de la situación contemporánea.
Comprendiendo los medios como extensiones del hombre
El título de esta primera sección de nuestro trabajo es una paráfrasis inmediata del título del famoso libro de McLuhan Understanding Media. The Extensions of Man, a partir de ahora designado por UM. Para comenzar, es claro que McLuhan retoma la tesis de que los medios son extensiones del hombre. Se trata de una tesis que McLuhan conocía por lo menos del antropólogo E. T. Hall y en UM la toma casi literalmente. Así, Hall nos dice que:
El hombre contemporáneo ha desarrollado extensiones para prácticamente la totalidad de lo que solía hacer con su cuerpo. La evolución de las armas empieza con los dientes y el puño y termina con la bomba atómica. La vestimenta y la habitación son extensiones de los mecanismos biológicos del hombre para el control de la temperatura. […] Las herramientas eléctricas, los anteojos, la TV, los teléfonos y los libros que portan la voz a través de ambos, el tiempo y el espacio, son ejemplos de extensiones materiales. El dinero es un modo de extender y almacenar el trabajo. […] De hecho, todas las cosas materiales hechas por el hombre pueden ser consideradas como extensiones de lo que el hombre hizo con su cuerpo alguna vez o de alguna parte especializada de su cuerpo.[1]
Compárese lo anterior, por ejemplo, con la afirmación de McLuhan de que “[…] todas las tecnologías […] son meras extensiones de los pies y de los dientes y de los controles corporales de temperatura […]”,[2] también con la tesis de que la “[…] escritura […] representa una extensión del sentido visual para almacenar y facilitar el acceso a la experiencia humana […]”[3] o bien con la tesis de que el dinero es “un medio para almacenar trabajo y habilidad”.[4] Sería posible dar todavía alguna referencia adicional respecto del pie[5] pero baste con esas.[6]
Lo importante es que la idea de la extensión formula una relación de continuidad, digámoslo así, entre el hombre y los medios, con lo que se sugiere que estudiar los medios es estudiar al hombre, pero el desarrollo de esta idea lo reservamos para otro trabajo que mostrará que la mediología de McLuhan es una antropología.[7] Aquí nos concentraremos en la motivación que hace del estudio de los medios un verdadero programa de investigación con una motivación existencial que trasciende la meramente teórica. Este programa tiene como base dos observaciones sobre los medios que McLuhan hace ya en la introducción a UM. La primera observación es que McLuhan encuentra un cambio moral radical propio del nuevo entorno tecnológico que él llama la “época eléctrica”.[8] La segunda observación hecha en la introducción a UM es que existe un profundo choque tecnológico de una gran violencia disruptiva en la medida en que “[…] afecta la totalidad del complejo psíquico y social”.[9] Sin ánimo de dramatizar, sino siguiendo, como veremos, las ideas de McLuhan, podemos decir que la disruptividad y la violencia del cambio “psíquico” (con sus consecuencias sociales) plantea para McLuhan la urgencia; que crece “de hora en hora”,[10] de comprender los medios como las extensiones del hombre.
Precisemos las ideas un poco. Ya en la primera página de la introducción a UM se perfila la noción de un choque tecnológico o mediático como choque de las “extensiones tecnológicas del ser del hombre”.[11] Así McLuhan nos dice que:
Después de tres mil años de explosión, por medio de las tecnologías mecánicas y fragmentarias, el mundo occidental está haciendo implosión. Durante las épocas mecánicas hemos extendido nuestros cuerpos en el espacio. Hoy en día, después de más de un siglo de tecnología eléctrica, hemos extendido nuestro sistema nervioso central mismo en un abrazo global, aboliendo ambos, el espacio y el tiempo en lo que concierne a nuestro planeta.[12]
De pasada señalemos que la cita anterior muestra que McLuhan lleva la noción de extensión del hombre a un nivel nuevo respecto de Hall, a saber, del “cuerpo” al “sistema nervioso”, lo cual será un tema capital en UM, pero que aquí no podemos desarrollar. Lo importante ahora es que, limitándonos a lo más simple en la cita recién hecha, tenemos dos grandes tipos o formas tecnológicas que han extendido al hombre de manera totalmente diferente. Podemos decir que una ha potenciado al cuerpo y otra a potenciado al cerebro. Adicionalmente, McLuhan sostiene que la forma tecnológica mecánica es relativa al espacio, mientras que la eléctrica lo abole (y junto con él al tiempo), de lo cual se puede sospechar (cosa que en efecto McLuhan dirá) que dichas formas tecnológicas van de la mano con formas de la sensibilidad totalmente diferentes.[13] Veremos que esto es válido para la sensibilidad en el sentido restringido de percepción sensorial pero también en el sentido amplio que incluye la dimensión moral.[14] De hecho este es el tema de la primera observación: el surgimiento de una nueva sensibilidad moral, como todavía tenemos que discutir. El problema adicional, es entonces, que el gran cambio tecnológico de la forma mecánica a la forma eléctrica no solamente es un choque de formas tecnológicas, sino que genera un choque de sensibilidades morales que conlleva un desgarramiento en la psique total del hombre, lo cual es el tema de la segunda observación.
MARSHALL MCLUHAN
Si estamos atormentados, desgarrados, psíquica, y por ello socialmente, a causa del choque de los medios como extensiones del hombre, de ahí sigue con toda naturalidad el programa de comprender los medios como las extensiones del hombre. Queda claro que UM es una obra para el cumplimiento no de un programa teórico sino una teoría para satisfacer un programa existencial. Pasemos a precisar las ideas anteriores, no sin antes señalar que si bien hace 55 años que UM fue escrito, los contenidos de verdad de las tesis desarrolladas en dicha obra tendrán actualidad en la medida en la que el entorno tecnológico que dio sus motivaciones a McLuhan siga siendo el nuestro, lo cual parece cierto en gran medida, de hecho, lo que McLuhan llama el “abrazo global”[15] debido a la forma tecnológica eléctrica, es mucho más intenso ahora que cuando fue escrito UM. ¿Tendría sentido negar la idea de que los dispositivos móviles inteligentes ligados a la red global así como el “internet de las cosas” y los bancos de datos masivos son una forma tecnológica muy desarrollada, intensa, que extiende “nuestro sistema nervioso central”?
En síntesis, la primera observación de McLuhan acerca de su entorno tecnológico concierne lo que él llama la “época eléctrica”,[16] caracterizada por los “medios eléctricos”,[17] época que según McLuhan esboza una promesa de hermandad universal, según veremos ahora. La segunda observación concierne a lo que McLuhan ve como un choque de dos formas tecnológicas de gran escala. Se trataría de un “conflicto”[18] que llevaría a “guerras dentro y fuera de nosotros”,[19] a una perturbación general del hombre que haría “más urgente de hora en hora” el programa consistente en comprender los medios como extensiones del hombre. Consideremos ahora la primera observación.
La forma eléctrica y la forma moral
La idea de la promesa de hermandad universal la esboza McLuhan de varias maneras, pero en general está asociada con lo que hoy en día se suele llamar la interconexión global “gracias a los medios eléctricos”,[20] solamente que McLuhan jamás utiliza el término “interconexión” sino la expresión “campo total”[21] o “campo total inclusivo de resonancia”,[22] que no es otra cosa; nos dice McLuhan, que el efecto del “carácter de ‘campo’ total unificado de nuestro nuevo electromagnetismo”.[23] Por lo pronto, lo importante es que ya en la primera página de la introducción a UM, McLuhan sugiere, que la “tecnología eléctrica”[24] conlleva un proceso que, “en un abrazo global, [está] aboliendo tanto el espacio como el tiempo en cuanto hace a nuestro planeta”.[25] La idea del “abrazo global” o de la abolición del tiempo y el espacio, la resume McLuhan en la famosa noción de que “[e]n tanto contraído eléctricamente, el globo terráqueo no es más que una aldea (…)”,[26] y más adelante, ya avanzado el libro, nos dice explícitamente que “[e]ste es el nuevo mundo de la aldea global”.[27] Lo interesante es que de estas observaciones McLuhan cree poder desprender una dimensión moral, que queda sugerida ya cuando nos dice que “[e]n la época eléctrica, en la que nuestro sistema nervioso central está extendido tecnológicamente para involucrarnos en la totalidad de la humanidad y para incorporar a toda la humanidad en nosotros, necesariamente participamos, profundamente, en las consecuencias de todos nuestros actos”.[28]
El final de la cita tiene un tinte moral formal que alude a la responsabilidad personal o colectiva, lo que queda confirmado apenas unos renglones adelante, justamente en la referencia a la aldea global, cuando McLuhan sostiene que “[e]n tanto contraído eléctricamente, el globo terráqueo no es más que una aldea (…)”, y sin solución de continuidad agrega que “[a]l reunir todas las funciones sociales y políticas en una implosión súbita, la velocidad eléctrica ha elevado la conciencia humana de responsabilidad intensamente […]”.[29] A lo que significativamente añade que “[e]s este factor implosivo el que altera la posición del negro, del adolescente y de algunos otros grupos. Ya no pueden ser contenidos, en el sentido político de la asociación limitada. Ahora ellos están involucrados en nuestras vidas, como nosotros en la de ellos, gracias a los medios eléctricos”.[30] Podemos suponer que la contención política se refiere a reglas limitantes de los derechos civiles y de organización política, y si reunimos la no limitación con el involucramiento mutuo, llegamos a algo muy parecido a lo que hoy en día se entiende por “no exclusión” o bien “inclusión”; adicionalmente, la mención del “negro (…) y algunos otros grupos”[31] prevé (¡ya en 1964!) los tipos de empatía que ahora permiten la así llamada “política identitaria”. Es claro entonces que la idea del “campo total” o, alternativamente, de la “aldea global”, como correlato de los “medios eléctricos”, tiene un tinte político moral. Ciertamente McLuhan no lo desarrolla más, pero en todo su texto mantiene la idea del “involucramiento” y también la de que “participamos profundamente”, y recíprocamente, en las vidas de los demás, de hecho, de la “totalidad de la humanidad”, incluyendo los “grupos” que ahora son llamados y se llaman identitarios.[32] Pero lo que nos importa de todo esto, es la idea de la posibilidad de una armonía humana general y, más aún, en tanto posibilitada por una forma tecnológica.
Apenas líneas adelante, todavía en la introducción a UM, McLuhan se refiere a la “[…] implosión eléctrica que compele al compromiso y la participación, al margen de cualquier ‘punto de vista’ […]”,[33] siendo aquí necesario aclarar que cuando McLuhan se refiere a un “punto de vista”, eso equivale a una perspectiva o interés individual.[34] Entonces, tomando en cuenta el efecto de la mencionada “implosión eléctrica”,[35] resulta natural que McLuhan se refiera a “[l]a aspiración de nuestro tiempo a la totalidad, la empatía y la profundidad de la comprensión”, pero lo que es realmente novedoso es que sostenga que esa “aspiración […] es el adjunto natural de la tecnología eléctrica”.[36] El “involucramiento” recíproco de los unos con los otros, como quiera que se le caracterice, es uno de los más notables “efectos psíquicos y sociales de los medios”,[37] en este caso, de la tecnología eléctrica, por eso McLuhan se refiere “[…] al hecho de que todos en el mundo tenemos que vivir en la proximidad extrema creada por nuestro involucramiento eléctrico recíproco en las vidas de los unos y los otros”.[38] La novedad de esto en la historia de las ideas salta a la vista: la tesis implícita es que la tecnología y la moral no son magnitudes independientes. En general tendríamos; como la tesis fundamental de McLuhan, el que existen “los efectos de la tecnología en la formación y la manifestación psíquica”,[39] pero ahora estamos resaltando que esa idea no solo es tan amplia como para incluir la dimensión moral sino que en particular y de manera central incluye dicha dimensión. Sea lo que sea lo que los medios generan en el hombre, una dimensión central de esa generación es la moral.
Pero hay que ser más precisos, no se trata ni de la tecnología ni de la moral así, simplemente. Se trata de algo más sofisticado, a saber, de una correlación entre una “forma técnica” y una forma moral.[40] V. Flusser asocia las formas tecnológicas con “temples” o “talantes vitales”,[41] parafraseando esta idea podemos decir que McLuhan hace una correlación entre forma tecnológica, o las “formas de los medios”,[42] por un lado, y el temple o talente moral, por otro. Por lo pronto lo importante es que la “aspiración de nuestro tiempo a la totalidad, la empatía y la profundidad de la comprensión”, así como el “involucramiento recíproco”, serían correlato moral de los “medios eléctricos”.
Por supuesto, dado que hay una “tecnología preeléctrica”,[43] correspondiente a una “época preeléctrica”,[44] también hay una forma o talante moral preeléctrico. Baste aquí con señalar que se trata de las “tecnologías mecánicas”[45] que definen las “épocas mecánicas”[46] e impiden al sujeto “quedar involucrado humanamente”[47] en las actividades que desarrolla, generando, por el contrario, su “distanciamiento total”.[48] De hecho, “[l]a época de la industria mecánica que nos precedió fundamentó la aserción vehemente del punto de vista privado […]”[49] correlativo de “patrones individualistas extremos”.[50] Según McLuhan, fueron las “tecnologías mecánicas” las que hicieron “posible el descubrimiento del individualismo”[51] con los consecuentes “hábitos de individualismo y privacidad”.[52] Pero los hábitos son, precisamente, repetitivos, es decir constituyen un patrón de conducta, una manera de ser, una forma existencial bajo la cual ocurren las conductas, en general las experiencias, como eventos singulares, puntuales. Se trata no de conductas singulares sino de “patrones de experiencia”[53] perfectamente definidos.[54] Por lo tanto, si el individualismo conlleva un talante moral, esto no es otra cosa que una forma moral, y esta forma moral es claramente la opuesta a la forma moral del “involucramiento recíproco”, del “compromiso y la participación, al margen de cualquier punto de vista”.[55] Ahora bien, dado que esta otra forma moral “es el adjunto natural de la tecnología eléctrica”,[56] de la cual McLuhan piensa que se trata de la tecnología dominante (ya al escribir UM, hace 55 años), resulta natural que piense que en la época eléctrica “[h]ay una gran fe (una fe que concierne a la harmonía última de todo lo que existe […]”,[57] según nos dice hacia el final de la introducción a UM, a lo cual agrega que “[t]al es la fe en la que este libro ha sido escrito.”
De la distinción entre dos grandes formas tecnológicas, la “mecánica” y la “eléctrica” sigue, entonces, el diagnóstico de que hay una “actitud”[58] o temple moral para cada una y que tales actitudes o talantes son opuestos, según el diagnóstico de que en la actualidad, con el predominio de la forma eléctrica de la tecnología, predomina también, la actitud o forma moral “[…] del involucramiento social total, en lugar del espíritu burgués de separación individual o de los puntos de vista. En la época eléctrica portamos a la humanidad como nuestra piel […]”,[59] expresión esta última que debe ser considerada una metáfora para referirse a la noción de McLuhan del involucramiento humano total recíproco. La idea fue que la extensión humana dada por la tecnología eléctrica hace emerger como forma moral dominante el “involucramiento recíproco”, la “empatía”, es decir, la solidaridad. Con esto cerramos la exposición de una de las dos observaciones de McLuhan que sirven para definir el programa contenido en UM.
El conflicto tecnológico moral
La segunda observación de McLuhan respecto del entorno mediático en el que decide escribir UM y que se encuentra como fundamento del programa teórico desarrollado con el libro es la del conflicto o contradicción entre las “tecnologías mecánicas” y la “tecnología eléctrica”, un conflicto que, según McLuhan, caracteriza la existencia misma del individuo y la sociedad contemporáneos. Siguiendo a McLuhan podemos señalar a tal conflicto individual y social como portador de una gran violencia: como desgarrador. Así, McLuhan mismo se refiere a la posibilidad de “[…] moderar la ferocidad de este conflicto comprendiendo los medios que nos extienden y generan […] guerras dentro y fuera de nosotros”.[60] La expresión “guerras dentro y fuera de nosotros” debe ser entendida como una fórmula para referirse a un agudo conflicto individual y social. El individuo sufre “guerras” internas, tiene un conflicto interno, pero también sufre “guerras” externas, se ve atrapado en agudos conflictos sociales de carácter cultural o “subliminal”.[61] Por lo demás, en el último fragmento citado es muy notoria la expresión “comprendiendo los medios que nos extienden”, lo cual es una clara paráfrasis del título Understanding Media. The Extensions of man. Es evidente, entonces, que el programa del libro es el de aliviar el conflicto personal y social que genera el choque de formas tecnológicas en la sociedad contemporánea. Para la comprensión del programa recién señalado nos hace falta, sin embargo, precisar la idea del conflicto de formas tecnológicas.
La dimensión moral del conflicto que nos ocupa ha quedado esbozada y por nuestra parte la podemos resumir como el conflicto entre la forma solidaridad y la forma individualismo. Los términos mcluhanianos correspondientes serían: “involucramiento”, “involucramiento recíproco”, “participación” y “compromiso”; por un lado, “fragmentación”, “separación” y “punto de vista”, por el otro. Lo interesante en la historia de las ideas, es que se trataría de un conflicto con base tecnológica, e insistimos en que esto, la existencia de un conflicto tecnológico, con consecuencias morales, es la segunda y decisiva observación de McLuhan en la base del programa consistente en comprender los medios como extensiones del hombre. McLuhan sostiene no solamente que las formas tecnológicas conllevan como su correlato necesario formas morales, sino que da el paso adicional, totalmente coherente, de señalar también conflictos entre formas morales, lo cual, literalmente, es un desgarramiento existencial.
Uno de los pasajes más significativos sobre el conflicto tecnológico y su dimensión moral empieza como sigue:
Hoy en día, habiendo extendido todas las partes de nuestros cuerpos y nuestros sentidos mediante la tecnología, nos atormenta la necesidad de un consenso externo entre la tecnología y la experiencia que eleve nuestras vidas comunitarias al nivel de un consenso planetario. Habiendo alcanzado una fragmentación planetaria, es natural pensar en una integración planetaria.[62]
En la cita resaltamos la idea de la extensión tecnológica del hombre, pero señalemos que, como quedará claro a continuación, no es simplemente que la experiencia y la tecnología sean dispares entre sí, sino más bien que hay una disparidad o conflicto tecnológico que lleva a las ya mencionadas “guerras dentro y fuera de nosotros”. Lo que hay es un conflicto entre la forma de la experiencia de la “fragmentación” y la forma de la experiencia de la “integración”, ambas en un choque de alcance planetario determinado por dos grandes formas tecnológicas que a su vez colisionan entre ellas. Evidentemente, en relación con la expresión “vida comunitaria”, los términos “integración” y “fragmentación” son equivalentes a unión y desunión, lo cual tiene una dimensión política y moral, a pesar de que McLuhan solo ocasionalmente sea explícito al respecto (como en la cita sobre el “involucramiento” con “grupos” como los “negros”). El pasaje continúa como sigue:
Tal universalidad del estar consciente de la humanidad fue el sueño de Dante, quien creyó que los hombres permanecerían como meros fragmentos mientras no fueran unidos en una conciencia inclusiva. Sin embargo, lo que tenemos hoy en día, en vez de una conciencia social ordenada eléctricamente, es una subconciencia privada o el ‘punto de vista” impuesto rigurosamente por la tecnología mecánica. Esto es un resultado completamente natural del “rezago cultural” o conflicto en un mundo atrapado entre dos tecnologías.[63]
En la última cita encontramos la idea político moral de una “conciencia de la humanidad” la cual sería equivalente a una “conciencia ordenada eléctricamente”, expresión esta última en la que el término “ordenada”, “orden”, debe ser entendido no simplemente como alguna regularidad o disposición con alguna estabilidad, sino en el sentido fuerte de orden y concierto, es decir, de harmonía. La última oración recoge dos ideas recurrentes de McLuhan respecto de las “guerras dentro y fuera de nosotros”. La primera es la del “rezago cultural” de aquel hombre que proviene del dominio de las formas de la experiencia y de conciencia impuestas por la “tecnología mecánica”, pero que ya se encuentra, así sea parcialmente, bajo el dominio de las formas de existencia propias de la “tecnología eléctrica”. Según la noción del “rezago cultural”, ocurre que se piensa “mecánicamente” pero en realidad se vive “eléctricamente”; es decir, teniendo que someterse a las condiciones generadas por la “tecnología eléctrica”. Eso es ya en sí mismo un gran conflicto, una de las “guerras dentro y fuera de nosotros” a las que se refiere McLuhan. Esta versión de la idea del conflicto paralelo entre formas de experiencia, por un lado, y formas tecnológicas, por otro, aparece ya en la introducción a UM cuando McLuhan afirma que “[a]ctualmente vivimos […] integralmente […], pero continuamos pensando según los viejos patrones de espacio y tiempo fragmentados propios de la época preeléctrica […]”,[64] lo cual es, justamente, la expresión general de lo que McLuhan llama “rezago cultural o conflicto en un mundo atrapado entre dos tecnologías”.[65] Sin embargo, hay en McLuhan otra idea diferente a la del “rezago cultural” en tanto dimensión conceptual de la experiencia. Se trata de otra versión de la idea del choque tecnológico, ahora como proceso en desarrollo, y los problemas correlativos en la conciencia. Ocurre que se da ya, así sea de manera incompleta e intermitente, una conciencia y una sensibilidad, al margen del “rezago cultural”, una conciencia y una sensibilidad en concordancia con la forma de la tecnológica “eléctrica”. La razón de esto sería que: “[l]os medios eléctricos, debido a su carácter de ‘campo’ total [la interrelación global instantánea ya referida arriba], tienden a eliminar las especialidades fragmentadas de forma y función que habíamos aceptado hace largo tiempo como herencia del alfabeto, la imprenta y la mecanización”.[66]
La expresión “tienden” muestra el otro lado, por demás razonable, de la idea de McLuhan del choque de formas tecnológicas, a saber, que no es un choque de un solo golpe entre dos entidades integrales sino un largo proceso de tensiones y fricciones entre dos formas tecnológicas dinámicas, una retrocediendo: la “mecánica”; y otra avanzando: la “eléctrica”. Es por eso que McLuhan se refiere a “la época mecánica ahora en retroceso”[67] y hablando de la “presente época eléctrica”[68] y de la “[…] época mecánica que la precedió […]”,[69] nos dice que “[…] inevitablemente, la época de lo mecánico tiene que traslaparse con la eléctrica […]”.[70] En otros términos, la situación de “rezago cultural” no es absoluta, no es ninguna disociación completa entre la forma de la experiencia y la forma de la tecnología, sino una abigarrada multitud de transiciones conflictivas y con vaivenes desde la forma mecánica de la experiencia a su forma eléctrica.[71] Al conflicto en proceso de formas tecnológicas le corresponde un conflicto igualmente dinámico de formas de la experiencia, lo cual incluye tanto a la conceptualidad como a la sensibilidad, incluyendo la dimensión moral, con las que nos enfrentamos al mundo. Justamente la nueva sensibilidad tomada en un sentido amplio; que incluye la sensibilidad moral, muestra la “[l]a aspiración de nuestro tiempo a la totalidad, la empatía y la profundidad de la comprensión”, en tanto “el adjunto natural de la tecnología eléctrica”, según vimos arriba.
En síntesis, el mundo contemporáneo estaría desgarrado por “guerras dentro y fuera de nosotros” que en particular incluyen el choque entre la forma cognitiva y sensorial de la “fragmentación”, lo cual moralmente corresponde a la forma del individualismo (“las maneras fragmentadas e individualistas”[72]); por un lado, y por otro, la forma cognitiva y sensorial correspondiente al “principio del contacto y la acción recíproca simultáneos inherentes a la velocidad implosiva”[73] (“la velocidad eléctrica”[74]) en la “aldea global”, lo que moralmente corresponde a la forma de la solidaridad.[75]
El conflicto tecnológico cognitivo
En este contexto conviene hacer explícito que las dos grandes formas de sensibilidad moral son correlativas a dos grandes formas cognitivas, las cuales son dos grandes formas de la experiencia, que incluyen a su vez la sensibilidad en el sentido básico y restringido del término, como percepción, por un lado y también, por otro, la conceptualidad. Es por eso que según McLuhan “[c]ada cultura y cada época tiene su modelo […] de percepción y de conocimiento […]”[76] y correlativamente al choque o conflicto tecnológico “[p]esa sobre nosotros el conflicto máximo entre […] formas de percepción y de experiencia […]”,[77] de tal manera que la tecnología eléctrica está generando un radical “desplazamiento de la percepción”,[78] lo cual “[…] lanza al hombre a ‘martirios y guerras’ […]”.[79] En general, toda “tecnología nueva”[80] es una “nueva forma”[81] que trastoca el “juicio y la percepción”[82] y se requiere una “cirugía social masiva para insertar una nueva tecnología en la mente del grupo”,[83] pero el hecho es que la “operación de insertar una tecnología en la psique social” genera múltiples conflictos.[84] Esta es la dimensión principal de las “guerras dentro y fuera de nosotros”, ya que las formas de experiencia establecidas chocan con las condiciones impuestas por nuevas formas o matrices tecnológicas produciendo desajustes existenciales muy profundos cuya razón se mantiene en un nivel “subliminal”.[85] Se sufre, por ejemplo, el conflicto de pensar mecánicamente pero vivir eléctricamente sin ser consciente del conflicto mismo, mucho menos de sus causas.[86]
McLuhan asocia la tecnología eléctrica con la forma de la experiencia que incluye a la percepción y la conceptualidad bajo el título de conciencia o “captación del campo total”.[87] La idea sería que bajo las condiciones de existencia generadas por la tecnología eléctrica, “[l]os segmentos especializados de la atención se han corrido al campo total […]”[88] y esto es así porque la época eléctrica “[e]s el momento en el que la secuencia se rinde frente a lo simultáneo, [es decir,] uno está en el mundo de la estructura y de la configuración […]”[89] o, formulado con otra expresión muy significativa, en el mundo de la “captación [awareness] configuracional total”.[90] Señalemos que McLuhan opone sistemáticamente la conciencia secuencial a la captación estructural o configuracional. La idea sería que en la “época eléctrica” la conciencia secuencial si no imposible, por lo menos es limitada, ya que “[…] la mayor de todas las inversiones ocurrió con la electricidad, la cual acabó con las secuencias al hacer las cosas instantáneas […]”,[91] es decir, con “la velocidad instantánea”,[92] se pasó al “[…] momento en el que la secuencia se rinde frente a lo simultáneo […]”[93] y las “[…] secuencias lineales pierden sentido como forma generalizada de organización psíquica y social”.[94] Esta inversión cognitiva de la secuencia y la serie a la configuración y lo simultáneo, a la “ahoridad”,[95] es lo que lo que McLuhan ve como “el conflicto máximo entre […] formas de percepción y de experiencia”.[96] Según McLuhan, en la actualidad viviríamos una infinidad de pequeños y grandes conflictos en todos los órdenes de la existencia, debidos a que, de la mano de la tecnología eléctrica se está imponiendo una “intuición total del ser y la razón que deja poco espacio a secuencia visual en tanto característica del esfuerzo y la organización mentales”.[97]
El programa de comprender los medios como extensiones del hombre
Según vimos, McLuhan cree observar el surgimiento de una nueva forma moral como “adjunta” de la tecnología eléctrica (primera observación sobre el entorno mediático y sus consecuencias), y también cree observar una infinidad de conflictos en la psique individual y colectiva que abarcan tanto un choque de formas morales como un choque de formas cognitivas, modos de percibir y de organizar la actividad mental (segunda observación sobre el entorno mediático y sus consecuencias), formas cognitivas y perceptivas, que serían “adjuntas” o bien de la tecnología eléctrica en ascenso o bien de las tecnologías mecánicas en retroceso. En todo caso las “guerras” morales y cognitivas “dentro y fuera de nosotros”, en la psique individual y social, serían el resultado de los cambios de forma tecnológica. McLuhan conceptualiza la relación de continuidad entre las formas tecnológicas y las formas de la experiencia, incluyendo la dimensión moral de la existencia, integrando las tecnologías en el hombre como las extensiones de éste. Es decir, McLuhan rechaza la visión tradicional de un sujeto humano estable en sí mismo y el cual simplemente se sirve de las diferentes tecnologías sin que estas lo alteren ni como sujeto cognoscente ni como sujeto moral.
La convicción de McLuhan de que el entorno tecnológico define al sujeto humano en su dimensión psíquico moral, unida a su creencia de que el presente está transido de dolorosos conflictos en la psique individual y colectiva, es formulada por McLuhan con la notable idea de que los medios son las “extensiones del hombre”, lo que lleva al programa de estudiar los medios como vía para entender y paliar los conflictos subliminales individuales y colectivos de la época contemporánea y de la “totalidad del complejo psíquico y social”.[98] Los medios en sí mismos son irrelevantes para McLuhan, lo que importa es el efecto de los medios sobre el hombre en tanto que ellos determinan al sujeto humano, como sujeto psíquico (por ejemplo, como forma cognitiva y moral) en su determinación histórico-geográfica, la cual es correlativa a la determinación formal de los entornos tecnológicos. De ahí surge el programa de comprender los medios como las extensiones del hombre para entender la causa de los desgarramientos humanos, que son producto del gran choque tecnológico de nuestros días. Tal comprensión sería el primer paso para una acción reparadora y, en efecto, McLuhan escribe su obra UM con el objetivo de “[…] moderar la ferocidad de este conflicto comprendiendo los medios que nos extienden y generan […] guerras dentro y fuera de nosotros”.[99] De hecho, McLuhan cree que vivimos en un “tiempo en el que hay mucho en juego y la necesidad de comprender los efectos de las extensiones del hombre es más urgente de hora en hora […]”,[100] y esto no solo porque “[t]oda extensión, ya sea de la piel, la mano o el pie afecta a la totalidad de complexo psíquico y social […]”,[101] sino porque estamos en el “conflicto” de “un mundo atrapado entre dos tecnologías”.[102] No está demás recordar, que McLuhan cree que solamente en la “época eléctrica” los medios surgen a la luz como la causa de la formación psíquica individual y colectiva; es decir, apenas en la época eléctrica quedaría claro que “el medio es lo que importa”: the medium is the message.[103] Finalmente, señalemos que la omnipresencia de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, entre otros fenómenos tecnológicos, hace necesaria una reconsideración de las ideas de McLuhan acerca de la forma tecnológica y la forma moral.[104]
Bibliografía
- Carrillo Canán, Alberto J. L., “We are our mobile screen … We wear all mankind as our skin. The Mobile phone and the Structure of the Experience”, en Glimpse, 20, 2018, pp. 71-78.
- Carrillo Canán, Alberto J. L., “Los nuevos medios y la comunicación móvil”, en Reflexiones Marginales, No. 45, 2018.
- Carrillo Canán, Alberto J. L., “McLuhan y el método para el estudio de los medios. El enfoque estructural”, en Revista de Filosofía, Universidad Iberoamericana, 145, 2018, pp. 59-81.
- Carrillo Canán, Alberto J. L., “McLuhan y las estructuras de la experiencia. El caso del alfabeto y el espacio euclideano”, en Nuevo Itinerario – Revista de Filosofía, 12, 2017, pp. 18-43.
- Flusser, Vilém, Ins Universum der technischen Bilder, European Photography, Göttingen, 1999.
- Frith, Joseph, et al, “The ‘online brain’: how the Internet may be changing our cognition”, en World Psychiatry, 18, 2019, pp. 119-129.
- Hall, Edward T., The Silent Language, Doubleday, New York, 1959.
- McLuhan, Marshall, The Global Village: Tranformations in World, Life and Media in the 21st Century, Oxford University Press, New York, 1992.
- McLuhan, Marshall, Understanding Media. The Extensions of Man, The MIT Press, Cambridge, 1994.
Notas
[1] Hall, Edward T., The Silent Language, ed. cit., p. 79.
[2] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 57.
[3] Ibidem, p. 87.
[4] Ibidem, p. 137.
[5] Ibidem, p. 42; véase también Hall, Edward T., The Silent Language, ed. cit., p. 87.
[6] Por lo demás, McLuhan refiere en la lista bibliográfica de UM al texto de Hall, The Silent Language, genéricamente bajo el título de “lecturas adicionales para el estudio de los medios” (McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 363), además de citarlo en el cuerpo del texto (Ibidem, p. 147), si bien no en referencia a los medios como extensiones del hombre.
[7] Señalemos de pasada que no solamente se trata de una continuidad entre el hombre y los medios sino de una potenciación del cuerpo del hombre, es decir, de un sentido bastante literal de la noción de extensión. En el capítulo 4 de UM, El amante de los dispositivos, se presenta la discusión más extensa de la noción de extensión como potenciación de facultades humanas, pero no sobra decir que, de todos modos, la noción de extensión tecnológica del hombre como potenciación humana es recurrente a lo largo de todo UM y desde su primera página, cuando McLuhan se refiere a “[…] la nueva escala que es introducida en nuestros asuntos por cada extensión de nosotros mismos o por cualquier tecnología nueva.” (Ibidem, p. 7).
[8] Ibidem, p. 4.
[9] Idem.
[10] Idem.
[11] Ibidem, p. 25.
[12] Ibidem, p. 3.
[13] Por supuesto, estamos pensando en la tradición kantiana, según la cual la sensibilidad queda definida como la forma “espacio” y la forma “tiempo”, y aunque McLuhan no está en la tradición kantiana, continuamente relaciona las “formas de la percepción y la experiencia” (Ibidem, p. 154) con el tiempo y el espacio. Véase por ejemplo Ibidem, pp. 151, 154, 157.
[14] La sensibilidad en este sentido amplio corresponde a lo que McLuhan llama la “vida de la percepción y el sentimiento” (Ibidem, p. 201).
[15] Ibidem, p. 3.
[16] Ibidem, p. 4.
[17] Ibidem, p. 5.
[18] Ibidem, p. 16.
[19] Idem.
[20] Ibidem, p. 5.
[21] Ibidem, p. 13.
[22] Ibidem, p. 15.
[23] Ibidem, p. 27. De hecho, McLuhan rechaza para su teoría la idea de conexión, de concatenación, de interconexión, porque él tiene un enfoque estructural o configuracional, según el cual sus objetos de estudio no tienen sentido más que como momentos de una estructura de relaciones recíprocas, no como entidades subsistentes en sí mismas y que como tales, además, se conectan. Por eso McLuhan nos dice que “[…] la aproximación más actual al estudio de los medios considera […] la matriz cultural en la cual opera cada medio.” (Ibidem, p. 11) Ocurre que, según McLuhan, respecto de todo medio su “[…] efecto involucra la situación total y no un solo nivel del movimiento de información […]” (Ibidem, p. 26), y el fragmento más claro respecto de todo esto es donde McLuhan afirma “que ningún medio tiene su significado o existencia solitario, sino solamente en la interacción constante con otros medios.” (Idem.) Es por eso que “[h]ay poca posibilidad de responder […] preguntas acerca de las extensiones del hombre sin considerarlas todas juntas.” (Ibidem, p. 4). Respecto del “enfoque estructural” (Ibidem, p. 13) en McLuhan véase Carrillo Canán, Alberto J. L., “McLuhan y el método para el estudio de los medios. El enfoque estructural”, ed. cit. Finalmente, habrá que decir que McLuhan sí utiliza la palabra “interdependencia”, en vez de interconexión, así, se refiere a “la interdependencia eléctrica instantánea de todos los hombres en este planeta” (McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 137).
[24] Ibidem, p. 3.
[25] Idem.
[26] Ibidem, p. 5. Las cursivas en un fragmento citado son nuestras a menos que se indique lo contrario mediante la abreviatura c. a. = cursivas del autor.
[27] Ibidem, p. 96.
[28] Ibidem, p. 4.
[29] Ibidem, p. 5.
[30] Idem, c. a.
[31] Idem.
[32] En la obra de McLuhan, The Global Village, se encuentra numerosas referencias a este tema que no es el nuestro aquí.
[33] Idem.
[34] Para mayor precisión, podemos decir que la expresión técnica “punto de vista” se refiere al pensamiento individual (lo cual también incluye la valoración moral), como se desprende de la referencia de McLuhan a “la separación del individuo del grupo en el espacio (privacidad), y en el pensamiento (‘punto de vista’) y en el trabajo (especialismo)” (Ibidem, p. 107).
[35] Ibidem, p. 5.
[36] Idem.
[37] Ibidem, p. 11.
[38] Ibidem, p. 35. El asunto de la determinación tecnológica del hombre como un “efecto” lo hemos tratado ampliamente en otros textos, por lo que aquí solo referiremos, por ejemplo, al ya señalado Carrillo Canán, Alberto J. L., “McLuhan y el método para el estudio de los medios. El enfoque estructural”, ed. cit., pero también a Carrillo Canán, Alberto J. L., “‘We are our mobile screen … We wear all mankind as our skin.’ The Mobile phone and the Structure of the Experience”, ed. cit.
[39] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 16.
[40] Ibidem, pp. 11, 19. El problema de la noción de forma en McLuhan lo hemos tratado en otros lados, por ejemplo: en Carrillo Canán, A. J. L., “McLuhan y las estructuras de la experiencia. El caso del alfabeto y el espacio euclideano”, ed. cit., y en Carrillo Canán, Alberto J. L., “‘We are our mobile screen … We wear all mankind as our skin.’ The Mobile phone and the Structure of the Experience”, ed. cit. Para no dejar las cosas ahora en meras referencias, señalemos que McLuhan usa de manera intercambiable los términos “forma”, “patrón”, “modelo”, “tipo”, “hábito”, aplicándolos tanto a las tecnologías como a los estados mentales correlativos del usuario de las tecnologías. A manera de ilustración digamos aquí que McLuhan habla indistintamente, por ejemplo, de “clases de percepción” (McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 16), “patrones de percepción” (Ibidem, p. 18), “tipos de percepción” (Ibidem, p. 44), “hábitos de percepción” (Ibidem, p. 128), “modelos de percepción” (Ibidem, p. 138) y de “formas de percepción y de experiencia” (Ibidem, p. 154). Sin que sea notorio inmediatamente, McLuhan es un gran formalista, como hemos hecho ver sistemáticamente en Carrillo Canán, Alberto J. L., “‘We are our mobile screen … We wear all mankind as our skin.’ The Mobile phone and the Structure of the Experience”, ed. cit.
[41] Flusser, Vilém, Ins Universum der technischen Bilder, ed. cit., pp. 8, 65, 102.
[42] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 20.
[43] Ibidem, p. 248.
[44] Ibidem, p. 4.
[45] Ibidem, p. 3.
[46] Idem.
[47] Ibidem, p. 4.
[48] Idem. Sobre la forma de las tecnologías mecánicas ver nuestro trabajo Carrillo Canán, A. J. L., “McLuhan y las estructuras de la experiencia. El caso del alfabeto y el espacio euclideano”, ed. cit.
[49] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 5.
[50] Ibidem, p. 23.
[51] Ibidem, p. 45.
[52] Ibidem, p. 79. Sobre los patrones de individualismo ver nuestro texto de próxima aparición “McLuhan y las fresas silvestres.”
[53] Ibidem, p. 15.
[54] Sobre el asunto de la correlación entre formas tecnológicas y formas o patrones de la experiencia, ver nuestros textos Carrillo Canán, A. J. L., “McLuhan y las estructuras de la experiencia. El caso del alfabeto y el espacio euclideano”, ed. cit., y Carrillo Canán, A. J. L. “Los nuevos medios y la comunicación móvil”, ed. cit., por ejemplo. Más abajo en este texto, haremos uso explícito del concepto de “forma de la experiencia” tal como está desarrollado en los textos aquí mencionados.
[55] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 5.
[56] Idem.
[57] Idem.
[58] Ibidem, p. 4.
[59] Ibidem, p. 47.
[60] Ibidem, p. 16.
[61] Cuando McLuhan se refiere a los conflictos de origen tecnológico que nos “atormentan” está muy lejos de pensar en algo así como la lucha de clases o los intereses identitarios. Más aún, “[l]los efectos de la tecnología no ocurren al nivel de las opiniones y los conceptos, pero alteran las proporciones sensoriales [la sensibilidad en la terminología de McLuhan] o los patrones perceptivos permanentemente y sin resistencia.” (Ibidem, p. 18). Es decir, se trata de los medios en “su carga subliminal” (Ibidem, p. 20). El “impacto de los medios” (Idem) es “subliminal”. Lo sufrimos pero no lo sabemos, nos afectan al nivel psíquico más profundo pero no somos conscientes de ello. Solamente tenemos una “captación subliminal” (Ibidem, p. 46) de los desgarramientos y reconfiguraciones que los medios producen en nosotros y por los que, justamente, “el medio es lo que importa” (the medium is the message). Sobre esto ver nuestro texto Carrillo Canán, A. J. L., “McLuhan y las estructuras de la experiencia. El caso del alfabeto y el espacio euclideano”, ed. cit. De hecho, una motivación central más que está en la base de la escritura de UM pero que no tenemos ya espacio para discutir aquí, es que McLuhan piensa que “[…] ya no estamos contentos con dejar nuestra experiencia en este estado subliminal […]” (McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 191), que “durante siglos” (Ibidem, p. 20) hemos aceptado de manera “dócil […] el impacto de los medios” (Idem), lo que “[…] los ha hecho prisiones sin muros para sus usuarios humanos.” (Idem). Aquí sería válido el segundo epígrafe a este texto: apenas con la “electricidad […] las causas de las cosas empezaron a aparecer en la conciencia nuevamente […]” (Ibidem, p. 12). Más aún, “[a]ntes de la velocidad eléctrica no era obvio que el medio es lo que importa.” (Ibidem, p. 13). Recordamos ver sobre esto nuestro texto Carrillo Canán, A. J. L., “McLuhan y las estructuras de la experiencia. El caso del alfabeto y el espacio euclideano”, ed. cit.
[62] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 108.
[63] Idem.
[64] Ibidem, p. 4.
[65] Ibidem, p. 108.
[66] Ibidem, p. 277. Señalemos aquí de pasada que el “alfabeto, la imprenta y la mecanización” son los paradigmas de lo que McLuhan llama las “tecnologías mecánicas”. En conjunto dan la “forma tecnológica” que define la “época mecánica”.
[67] Ibidem, p. 4.
[68] Ibidem, p. 194.
[69] Idem.
[70] Idem.
[71] De hecho, McLuhan piensa que incluso en las regiones más occidentalizadas del mundo quedan remanentes de lo que, siguiendo a Joseph Conrad, llama “el África interna” (Ibidem, p. 111), zonas en las que la tecnología mecánica nunca llegó a imponerse por completo. En tales zonas dominaría otra forma de la experiencia, la oral auditiva (cfr. Ibidem, pp. 50, 86), o el “patrón oral” (Ibidem, p. 50), que tendría mucho en común con la forma de la experiencia eléctrica (cfr. Ibidem, p. 27), incluyendo la forma moral del “involucramiento recíproco”, solo que en este caso tal involucramiento no sería global, sino que quedaría al nivel de las familias, las tribus (cfr. Ibidem, p. 50) y las aldeas (cfr. Ibidem, p. 97s). Señalemos, entonces, que de acuerdo con la noción del “África interna”, al conflicto entre la forma tecnológica mecánica y la forma tecnológica eléctrica, se suma el conflicto adicional entre la forma mecánica y la forma propia de las “sociedades orales en general” (Ibidem, p. 26), es decir, del habla como tecnología o extensión del hombre, un conflicto ya milenario y que subsistiría en muchos lugares, por ejemplo la Rusia Soviética (cfr. Ibidem, pp. 34, 86, 208). Este subconflicto, no menos violento que el que discutimos, no lo menciona McLuhan en la introducción a UM pero lo trata a lo largo de todo el texto y lo ve, como era de esperarse, como la otra gran fuente de “guerras dentro y fuera de nosotros” (cfr. Ibidem, pp. 15, 49).
[72] Ibidem, p. 111.
[73] Ibidem, p. 185.
[74] Ibidem, pp. 5, 12.
[75] La “aldea global” debe ser vista como todo lo que queda bajo el efecto de la “forma eléctrica”, que es básicamente la “acción recíproca total y orgánica” (Ibidem, p. 351) o la “interrelación instantánea de un campo total” (Idem).
[76] Ibidem, p. 5.
[77] Ibidem, p. 16.
[78] Ibidem, p. 46.
[79] Idem.
[80] Ibidem, p. 63.
[81] Idem.
[82] Idem.
[83] Idem.
[84] Idem.
[85] Ibidem, p. 46.
[86] Un ejemplo de tal situación la tendríamos en lo que actualmente se suele llamar el síndrome de la atención dispersa, que antes de que tuviera el nombre es ya señalado por McLuhan como un caso de desajuste entre la mentalidad mecánica y el entorno eléctrico, cuando se refiere a la “[…] paradoja de que, en la época de TV, Johnny no puede leer […]” (Ibidem, p. 168), cuando en realidad lo que ocurre “[…] no es que no pueda leer sino que, en la época del involucramiento profundo, Johnny no puede visualizar metas lejanas.” (Idem) Se trata de que “[…] todas las metas visualizadas lejanamente [propias] de la cultura corriente parecen no solamente irreales sino irrelevantes, y no solo irrelevantes sino anémicas. Es el involucramiento total en una ahoridad [nowness] omniabarcante […]” (Ibidem, p. 335), propia de la forma eléctrica de la existencia, el que impide visualizar un futuro lejano porque simplemente no tiene sentido. Ciertamente en castellano no existe la expresión “ahoridad”, pero tampoco existe la expresión nowness en inglés. En cualquier caso, la idea queda clara. Se trata de lo que ahora llamamos la información en tiempo real: en condiciones de “campo total” global, el tiempo real del estímulo sensorial y de su organización conceptual, no deja tiempo para la reflexión que corresponde a la postulación de metas lejanas. En realidad, Johnny no tiene problemas, él está adaptado al nuevo entorno tecnológico. El problema lo tienen los hábitos mecánicos con su forma de “en cada momento una sola cosa [on-thing-at-a-time]” (Ibidem, p. 239), cuando quedan confrontados con la “ahoridad” del tiempo real. Podríamos decir que el problema no es del Johnny “eléctrico” sino de sus padres y tutores, “mecánicos”. Una discusión actualizada sobre modificaciones mentales en relación con la red, en particular la atención dispersa, con datos estrictamente científicos se encuentra en Frith, Joseph, et al, “The ‘online brain’: how the Internet may be changing our cognition”, ed. cit.
[87] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 39.
[88] Ibidem, p. 13.
[89] Idem.
[90] Ibidem, p. 10.
[91] Ibidem, p. 12.
[92] Idem.
[93] Ibidem, p. 13.
[94] Ibidem, p. 85.
[95] Ibidem, p. 335.
[96] Ibidem, p. 16.
[97] Ibidem, p. 85.
[98] Ibidem, p. 4.
[99] Ibidem, p. 16.
[100] Ibidem, p. 4.
[101] Idem.
[102] Ibidem, p. 108.
[103] Véase: “[a]ntes de la velocidad eléctrica no era obvio que el medio es lo que importa.” (Ibidem, p. 13).
[104] En nuestros trabajos Carrillo Canán, A. J. L. “‘We are our mobile screen … We wear all mankind as our skin.’ The Mobile phone and the Structure of the Experience”, ed. cit., y Carrillo Canán, A. J. L. “Los nuevos medios y la comunicación móvil”, ed. cit., hemos propuesto ideas acerca de la dimensión moral de la experiencia en la época de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, algo que no podíamos tratar aquí dados los límites del contenido de este texto.
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