¡Sobre mi cadáver!: consideraciones fenomenológicas sobre lo artístico del cadáver

MIRIAM WOSK, “THE PHENOMENOLOGY OF THE SELF” (2012)

Resumen

El arte siempre ha conmocionado al espectador, ya sea mostrando la impresionante belleza en sus obras o la impactante fealdad u horror, etc. Sin embargo, en la actualidad hemos llegado a un punto en donde es difícil discernir la línea que define con exactitud qué es arte y qué no lo es. Es por ello que podemos ver en galerías de arte obras como plátanos pegados a las paredes, etc., pero ¿exponer un cadáver plastinado y sin piel es arte?, ¿tripas de caballo en un sillón es arte? ¿Hasta qué punto éstos son arte y no mero espectáculo? En general, el uso del cuerpo muerto provoca un sinfín de reacciones adversas, a este ‘arte’ se le acusa de inmoral y morboso.

Palabras clave: obra de arte, cadáveres, estética fenomenológica, corporalidad, fenomenología, arte.

 

Abstract

Art has always shocked the viewer, whether it be showing the stunning beauty in their works or the shocking ugliness or horror, etc. However, today we have reached a point where it is difficult to discern the line that exactly defines what is art and what is not. That is why we can see now in art galleries works such as bananas stuck to the walls, etc., but is exposing a plastinated corpse without skin art? Are horse’s guts in an armchair art? To which point are these art and not mere spectacle? In general, the use of the dead body causes endless adverse reactions, this ‘art’ is accused of being immoral and morbid.

 

Keywords: artwork, corpses, phenomenological aesthetics, corporality, phenomenology, art.

 

La experiencia estética y el examen fenomenológico

 

La fenomenología procede de un modo muy similar al arte pues ambos ponen entre paréntesis al mundo cotidiano para ver más allá de lo rutinario. De esta manera, la contemplación estética es similar a la fenomenológica, pues el artista ve al mundo a través formas estéticas mientras el fenomenólogo observa su fenomenalidad.[1]

 

Recordemos que la epojé o la puesta entre paréntesis es el método fenomenológico que nos permite acceder al campo de los fenómenos y vivencias puras de la conciencia. En el cual, no se niega ni anula nada de lo que pretendemos examinar, sino que, por un lado, solamente suspendemos el juicio al no considerar su existencia o inexistencia en el mundo empírico; y a la vez, por el otro lado, lo que queda de tal suspensión es a lo que nos reducimos fenomenológicamente. Y recordemos también que, en este caso, el campo al que nos reducimos sería el arte como fenómeno, a su aparecer en la conciencia, a la experiencia estética de la obra que expresa realidades o cuasi realidades del mundo.[2]

 

Por su parte, en la experiencia estética, los artistas obran libremente en el campo de la fantasía resultándoles indiferente la existencia real del mundo. Así, el goce o la contemplación estéticos revela una apreciación desinteresada por la obra de arte. La obra de arte, pues, presupone una cierta desavenencia con el mundo real, ya que al contemplarla se prescinde de una rigurosa racionalidad. En ella puede representarse y expresarse cualquier cosa sin atenerse a las pautas que nos impone el mundo real. A diferencia de cualquier otro objeto percibido, la obra de arte es una materia autónoma con una expresión o sentido que le trasciende y por ello se considera por sí misma, no por su utilidad inmediata: […] la obra de arte solicita, por así decirlo, la sensibilidad del artista y del espectador estético, puesto que la cosa material objetiva en su estructura estética que llamamos obra de arte exige que sea considerada o vista como obra, como también debido a que la obra determina lo estético mismo en el espectador y con ello el goce estético.[3]

 

En una consideración estético-fenomenológica podemos advertir que la experiencia estética supone ya una neutralización de los objetos físicos asumiéndolos como si toda simple cualidad natural no estuviera ahí. Es decir, no vemos el óleo o la madera del lienzo, sino que tenemos imágenes que funcionan como apariciones irreales de un tema representado. La experiencia estética comprende un aspecto sensible y afectivo (emociones, sentimientos…); en la reflexión fenomenológica vemos efectivamente que están implicadas las vivencias afectivas en la constitución significante del objeto estético.[4]

 

En otras palabras, si tomamos por ejemplo una obra pictórica, la imagen es encarnada en el dibujo, en el color, en las líneas y formas. Éstas son inseparables a la imagen. La obra en su totalidad es una imagen que al percibirla se realiza en la conciencia. Aquello Husserl lo ha denominado acto de neutralización o modificación de neutralidad.[5] Asimismo, durante la experiencia estética se suspende la postura natural permitiendo una postura simulada, es por ello que una pintura no es, al percibirla, solamente trazos y líneas sobre un lienzo, sino que es considerada como un paisaje, un retrato. Nos convencemos de que lo que percibimos es tal paisaje y no solo un lienzo manchado de un óleo colorido, gracias a esto es que resulta posible que se dé algo así como una experiencia estética de una obra de arte en la que se pueda apreciar al objeto-imagen mismo bajo su propia cuasi realidad.[6]

 

Del objeto estético terminado sobreviene la percepción de él, y luego le sigue el juicio estético, además de las impresiones que pueda suscitar la obra. Aquellos juicios estéticos son formulados gracias al hecho de que tal objeto estético nos llega o afecta de una manera distinta a como nos afectan las demás cosas que se encuentran en nuestro alrededor. Cualquier sujeto es susceptible de tomar parte en la contemplación estética, el arte es intersubjetivo. Precisamente, cuando denominamos a una cosa como bella, le brindamos algún sentido positivo que bien puede asociarse con el agrado o la simpatía que nos produce. Aunque esto sugiere que la belleza no es propiamente una cualidad del objeto ni de lo que representa, sino más bien es algo que se le adjudica en la medida en que sea significante para el sujeto que lo experimenta, o, en otras palabras, es algo que el sujeto en actitud estética “vive” a la vez que es partícipe del goce estético. Esto, sin embargo, no es algo que se pueda afirmar tajantemente pues en la obra hay intenciones vacías que implican cierta esencia susceptible de ser valorada como bello o feo, etc.[7]

 

Corporalidad y cadáver

 

Por otro lado, sabemos bien qué es un cadáver: el cuerpo muerto. Es el cuerpo físico sin vida, es la huella material de un cuerpo vivo que ha dejado de estar animada y ya no expresa ninguna subjetividad. Es mera materia, pero representa la ausencia de esa subjetividad.[8] “El cadáver lleva consigo la representación del alma humana pero ya no la presenta, y entonces vemos precisamente un cadáver, que fue hombre, pero ya no es hombre”.[9]

 

En cuanto al cuerpo vivo, vivos tenemos noticia en primera instancia de nuestro propio cuerpo, el cual a diferencia de los demás es un ‘sitio’ (absolutamente mío) que me permite experimentar el mundo sensible. Es el “punto cero” referencial desde el cual todo lo demás es a mi derecha, a mi izquierda, etc.[10] También, es gracias a la corporalidad que me encuentro en el mundo con los otros, ellos me experimentan gracias a mi cuerpo, así como yo les experimento a través de los suyos. En suma, por un lado, es cuerpo material y pertenece al mundo como naturaleza física. Y, por otro lado, es una corporalidad viva y propia de una subjetividad, es cuerpo personal; es portador de sensaciones, localizaciones: ubiestesias.[11] Mi cuerpo es mi sustento físico en el mundo; para mí, es el único que percibo con plena originariedad como cuerpo vivo o corporalidad (Leib) y no sólo como materia física o corporeidad (Körper).[12]

 

Con respecto a la muerte, de acuerdo con Husserl, es principalmente una pérdida de la corporalidad, puesto que ésta se manifiesta en el cadáver inanimado. Así pues, el cadáver son los restos en donde se manifiesta la ausencia del sujeto. O, dicho de otro modo, el cadáver a través del cual los sobrevivientes experimentamos la muerte de los demás (y viceversa).

 

Cuando la corporeidad muere y se convierte en cadáver, en mero cuerpo (Körper), hay también con ello una pérdida del mundo sensible. Al morir el cuerpo, el sujeto trascendental pierde esas estructuras esenciales que le brinda la corporalidad para ser y estar en el mundo espacio temporalmente.[13] En palabras de Husserl: “La muerte del ego trascendental puede significar el perder la ‘corporalidad’, perder la conciencia del mundo, la salida de la regulación del mundo”.[14]

 

Exposición artística de cadáveres

 

Con relación al arte, no es la primera vez que vemos cadáveres expuestos en galerías. Tampoco es nuevo la conservación de éstos, como un ejemplo tenemos a los egipcios y sus prácticas momificadoras. Así, tenemos momias en museos y cadáveres en clases de medicina, sin embargo, es al parecer distinto, pues, sin el carácter científico-cultural (o educativo) se adquieren tintes éticos y es etiquetado como grotesco o inmoral. Es completamente diferente la experiencia de observar cadáveres momificados que datan de una época muy antigua a contemplar cadáveres contemporáneos, de personas quienes pudieron ser nuestro vecino, amigo o hermano, etc.; esta experiencia es algo que horroriza.

 

El cadáver puede ser objeto del arte y considerársele como obra por diversas razones, como el hecho de que es sometido a un proceso creativo, y también por qué es expuesto en un contexto artístico como los son las galerías o lugares acomodados para realizar un performance, e igualmente porqué el espectador los considera como tal, como obras de arte que en alguna medida logran conmoverlos. Como ya bien dijimos líneas arriba, la obra de arte pese a que tiene una estructura objetiva, es decir, una base materia como lo sería la piedra en las esculturas o el óleo en las pinturas, en la experiencia estética no es vista sólo como aquella materia física sino se observa lo que a través de ella se expresa. En el caso particular del cadáver, él mismo es el material objetivo a través del cual se expresa lo que el mismo cadáver representa: la muerte, la condición mortal del hombre y la consiguiente pérdida de la corporalidad viva. Y en tanto obra de arte, exige a la sensibilidad del espectador ser considerada como tal. Aunque, por supuesto, esta clase de obras han desatado la especulación sobre el arte contemporáneo y sus límites cada vez más difusos, aunque la postmodernidad ha abierto la posibilidad para que casi cualquier cosa sea arte o susceptible de expresión artística.

 

Hay varios artistas contemporáneos que tematizan la muerte y al cadáver como obras de arte, por ejemplo: Rosenberg Sandoval, Martin Weber, Von Hagens y Teresa Margolles con el grupo Semefo, entre otros.

 

Gunther Von Hagens es el artista y científico alemán creador de la plastificación de cuerpos humanos. Él utiliza un proceso (plastinación) que detiene la descomposición natural del cadáver. La plastinación es un procedimiento técnico de preservación de material biológico que consiste en extraer los líquidos corporales para luego sustituirlos por resinas elásticas de silicona que convierte a los cadáveres en objetos secos, inodoros y durables.  Dando como resultado un cadáver como si fuera una estatua orgánica, se “les otorga un aspecto ilusorio, como si se tratara de esculturas de resina que replican el cuerpo humano en forma detallada y veraz”.  De suerte que nos brinda la ilusión de no estar ante un cadáver, sino ante una escultura similar a un cuerpo humano despellejado.

 

Así, entre el cadáver y el espectador hay un abismo infranqueable pues ya no es como nosotros y me es difícil pensarme a futuro como él. La muerte pierde su poder de angustia existencial. No es lo mismo que si viéramos un cadáver en la calle: desviaríamos la mirada o lanzaríamos vistazos morbosos. Uno acude a ellas cautivado por el hecho de convertirse en directo contemplador de algo realmente inaudito, nunca visto: cadáveres humanos desollados en posturas que emulan a los vivos, el interior de su propio cuerpo, el desvelamiento de lo oculto.

 

La exposición de cadáveres considerados como obras de arte nos permite ver a la muerte como si ésta fuera una ilusión. Desde la seguridad de ser un mero espectador, la muerte no nos toca; ella permanece ahí en los cadáveres ante nosotros para ser vista. El cadáver visto como obra de arte sale de los conceptos estéticos tradicionales, incluso de lo caracterizado como lo feo o lo no bello; su experiencia bien podría conducir más al displacer que al placer en la experiencia estética.

 

Por otra parte, en el México de los años noventa se creó un grupo colectivo de artistas contemporáneos llamados grupo SEMEFO. Entre ellos, la artista Teresa Margolles se ha destacado por el uso de cadáveres que en más de una ocasión ha transgredido la sensibilidad de sus espectadores. “El colectivo SEMEFO denunciaba conductas sociales y políticas, con el fin de impactar, generar una impresión en la mente del espectador, una imagen que se introducía a través de los diversos sentidos y se grababa permanentemente”.[15]

 

Margolles tomó como soportes fundamentales para sus obras: el desmembramiento, los órganos y los fluidos de cadáveres para provocar a sus espectadores. A diferencia de Von Hagens, ella y el grupo SEMEFO no buscaron suavizar la imagen de los cadáveres para que fuera más digerible; al contrario, mostraban crudamente la imagen de la muerte violenta manifiesta en los cuerpos sin vida.[16] “Los integrantes describían su trabajo como una aproximación estética no necesariamente al tema de la muerte, sino en particular a los cadáveres en sus diversas fases y las implicaciones socioculturales que esto conlleva”.[17]

 

Gran parte de su trabajo se enfocó en representar con crudeza la violenta sociedad mexicana, pues más allá de ser una cultura que convive festivamente con la muerte, es también una sociedad con una creciente ola de violencia que continúa hasta nuestras fechas. Desde los años noventa, “la obra de Margolles volvió a dar un giro cuando se percató de que ya no era necesario recurrir a las morgues para obtener los vestigios del terror y la desaparición.”[18]

 

Entre algunas de sus obras podemos mencionar el Sillón tapizado (1998). Este performance trataba de una instalación inserta en el marco de una exposición doméstica (en la casa de la actriz Patricia Rivas y el crítico de cine Claudio Kaim, en la colonia Condesa) en donde se encuentra un sillón cubierto por tiras de intestino de caballo, llenando, así, todo el ambiente con una atmósfera de muerte y putrefacción.[19] Otra obra de la SEMEFO es Lavatio Corporis (1994). Para esta obra se utilizaron cadáveres de caballos expuestos formando un carrusel.[20] La mayoría de sus obras, al ser exhibidas, generan una recepción impactante por el público, por ejemplo, Lavatio Corporis se consideró como una obra cargada de un mensaje cruel hacia los animales. “Fue tal el impacto generado por esta obra —pues presentaban los cadáveres de forma gráfica, rompiendo las reglas, mostrando todas aquellas cosas que no se quieren ver en un museo— que algunos de los visitantes se sintieron mal, no solo por el olor, sino por la impresión de ver animales de esta forma expuestos como objetos ejemplo de tortura.”[21]

 

Sin embargo, las representaciones artísticas de cadáveres ligados a una muerte violenta no sólo han servido para incomodar e impactar a sus espectadores; al estetizar la muerte violenta también se le ha mostrado como el resultado de una sociedad decadente. A pesar de que la intención de la artista Teresa Margolles ha sido usar el arte como expresión contra la violencia y como herramienta para concientizar respecto a ella en busca de provocar una respuesta social, la actual y constante presencia visual de esta violencia (ya no sólo en el ámbito artístico), en cierta medida, la ha normalizado y cada vez es menos contundente el impacto que causa.

 

Consideraciones finales

 

El arte y su proceso creativo transforma, crea, recrea y combina materiales, imágenes, sonidos, etc., bajo ciertas reglas de ritmo y armonía para transmitir una idea, una sensación o un sentimiento, etc. y producir como resultado un cierto efecto estético que para en los espectadores. Asimismo, el arte muchas veces se ha visto como algo utilitario o como un elemento moralizador; pero, el arte, aunque pueda ser agradable no siempre tiene que serlo, ni mucho menos ser algo que comprenda necesariamente una utilidad inmediata, ni tampoco debe ser visto como una herramienta para alguna labor en específico. El que una obra provoque placer, displacer, horror o admiración depende en gran medida de la significación que se le dé, así como de varios elementos fundantes del goce durante la contemplación de una obra de arte.

 

De la misma manera, el arte no es un hecho moral, pues por sí mismo no es ni laudable ni censurable y tampoco es una condición necesaria el hecho de que nazca gracias a la buena voluntad, así es que, si llega a inspirar aversión o no también depende de la significación.

 

Por su parte, el arte de los cadáveres nos hace pensar y “experimentar” la muerte desde un lugar seguro. En la cotidianidad ya nos protege la indeterminación y el desconocimiento de no saber cuándo acaecerá el instante preciso de la muerte, sin embargo, no tenemos cómo “acercarnos” a ella si no es a través del cuerpo muerto de los otros. En cierta manera, los cadáveres considerados como obras de arte satisfacen la —tal vez morbosa— curiosidad humana por la muerte: contemplamos al cadáver y nos horroriza pensar en la proximidad de la muerte que emana, pero nos seduce el tenerlo así tan cerca.

 

Bibliografía

  1. Ares, María Cristina, El cuerpo muerto en el arte contemporáneo, Emecé, Buenos Aires, 2013.
  2. Chávez Báez, Román Alejandro, Contemplación estética VS mirada fenomenológica: Una mirada a la estética fenomenológica y a la fenomenología del arte en Edmund Husserl, Análisis, Bogotá,
  3. Teresa Margolles, la artista que hace arte con cadáveres, (15 de Julio de 2017), en: https://www.debate.com.mx/trending/Teresa-Margolles-la-artista-que-hace-arte-con-cadaveres-20170715-0206.html (visitado el 07, 03, 2020)
  4. Ferrer Ortega, Jesús Guillermo. Percepción, conciencia de imagen y consideración estética en la fenomenología husserliana, Revista Eidos, 2009, Núm. 10, pp. 52-91.
  5. García Olvera, F. Reflexiones sobre el diseño, UAM Azcapotzalco, México, 1996.
  6. García-Alandete, Joaquín, ¿Es arte la exposición de cadáveres plastinados? Reflexiones sobre la obra de Gunther Von Hagens, En-claves del pensamiento, año V, núm. 10, julio-diciembre 2011, pp. 39-54.
  7. Husserl, Edmund., XLII: Grenzeprobleme der Phänomenolgie: Analysen des Unbewusstseins und der Instinkte, Metaphysik, Späte ethik (1908–1937), Materialen Series, Springer, 2013, pp. 1-25, 78-81, 102.
  8. Husserl, Edmund. Ideas Relativas a una Fenomenología Pura y una Filosofía Fenomenológica I, México: Fondo de Cultura Económica, 1999.
  9. Merediz Lara, Daniela. Transgrediendo al espectador: Colectivo SEMEFO, Archivo Churubusco, año 2, número 3, disponible en https://archivochurubusco.encrym.edu.mx/n3letras2.html, consultado -20, marzo, 2020-.
  10. Pedregosa, Pau. La experiencia estética y los estratos de la obra de arte. La estética como la esencia del arte, Investigaciones Fenomenológicas, Monográfico 4/I: Razón y vida, 2013, 265-280.

 

Notas
[1] Cf. Chávez Báez, R. “Contemplación estética VS mirada fenomenológica: Una mirada a la estética fenomenológica y a la fenomenología del arte en Edmund Husserl”, 2009, p. 8-9
[2] Cf. Ibid p. 13
[3]Cf. Ibid. p.14
[4] Cf. Pedregosa, “La experiencia estética y los estratos de la obra de arte. La estética como la esencia del arte”, 2013, pp. 270-280.
[5] Cf. Ibid. p.275
[6] Cf. García Olvera, F. Reflexiones sobre el diseño, México: UAM, 1996, pp.54-56; y Cf. Op. Cit. Chávez Báez, R. “Contemplación estética…”, 2009, pp.14-16
[7] Cf. Ibid., García Olvera, pp. 62-69.
[8] Cf. Husserl Edmund, Ideas Relativas a una Fenomenología Pura y una Filosofía Fenomenológica II, F.C.E, México, 1999, Anexo XII §1 p.394. [En adelante Ideas II]
[9] Idem.
[10] Cf. Husserl Op. Cit. Ideas II, §41 p.197-198
[11] Ibid., §41 p. 197
[12] Cf. Ibid. p.129
[13] Cf. Husserl, E., Hua. XLII: Grenzeprobleme der Phänomenolgie: Analysen des Unbewusstseins und der Instinkte, Metaphysik,. Späte ethik (1908–1937), 2013, p.102.
[14] Ibid., „Der Tod für das transzendentale Ich kann bedeuten: Es verliert ‚Leiblichkeit’, es verliert Weltbewusstsein, es tritt aus der Weltregelung heraus“, p.102
[15] Merediz Lara, Daniela. “Transgrediendo al espectador: Colectivo SEMEFO” en Archivo Churubusco, p. 4.
[16] Cf. Ibid. p.5.
[17] Ibid. p. 4.
[18] Debate. “Teresa Margolles, la artista que hace arte con cadáveres”, (15 de Julio de 2017).
[19] Cf. Merediz Lara, D. “Transgrediendo…” Op. Cit., pp.13-15.
[20] Cf. Ibid. pp.11-12.
[21] Ibid. p.18.