PABLO SABORÍO “THE NIHILIST STROKE” (2013)
Resumen
Pensar la posibilidad de la experiencia del límite o el abismo al que nos invita Cioran, en el contexto de la vida académica contemporánea, supone tratar de atisbar una condición fronteriza entre las pautas institucionales, hegemónicamente definidas por las ideas de calidad y excelencia, y el lugar de la hiancia, del quiebre. ¿Podemos visualizar el ejercicio de la lucidez en nuestro universo académico? En este trabajo, abordo algunos de los desafíos inherentes a dicha interrogante.
Palabras clave: fragilidad, felicidad, hegemonía, subjetividad académica, Cioran.
Abstract
Thinking about the possibility of the experience of the limit or abyss to which Cioran invites us, in the context of contemporary academic life, supposes trying to glimpse a border condition between institutional guidelines, hegemonically defined by ideas of quality and excellence, and the gap, breaking place. Can we visualize the exercise of lucidity in our academic universe? In this paper, I address some of the challenges inherent in this question.
Keywords: fragility, happiness, hegemony, academic subjectivity, Cioran.
Sólo fuera del tiempo, fuera de la historia, fuera de la vida,
puede concebirse una identidad trascendente del hombre,
tanto del sujeto como del humano en general.[1]
Preámbulo
Esta primera aproximación al pensamiento de Émile Michel Cioran, me ha representado una empresa compleja, no sólo por el desafío intelectual de pensar la profundidad de su pensamiento, sino también porque su lectura nos pone “contra las cuerdas” y, al mismo tiempo, nos ofrece una seductora mirada para cuestionar el escenario social contemporáneo.
En un ámbito societal, en el que la faz del capitalismo involucra una lógica global que atraviesa, arrastra y reconfigura los ámbitos locales, no de manera unidireccional ni armoniosa, sino como lo señala Giacomo Marramao a través de la producción de “fallas de tensiones conflictivas”;[2] los radicales cuestionamientos que plantea la mirada de Cioran ofrecen un espacio en el límite de éstas, para preguntarnos nuevamente qué hay con el ser humano.
¿Quiénes somos y adónde vamos? Si Cioran plantea que la cuestión no reside en el conocimiento, puesto que éste es una argucia de la conciencia que nos distancia de la posibilidad de la lucidez, que tampoco se trata de actuar, al menos no dentro de las rutas instituidas y, por ello, de la domesticación y supuesta libertad de ser; condición que lo lleva a negar, cualquier forma de acción; así, después de cerrar una serie de posibles salidas, Cioran nos invita al abismo o a la experiencia del límite, de la finitud, de la imposibilidad que nos habita, que nos define.
¿Qué pensar de esa ruta abismal, terrorífica?
La fragilidad de la felicidad
En un momento histórico en el que la idea de la “búsqueda de la felicidad” impera como un horizonte de sentido hegemónico, es decir, como significante vacío[3] por el que transitan uno y mil sentidos del ser actual, en estrecha articulación con los requerimientos de reproducción y reactivación de la tasa de ganancia en el contexto del orden capitalista en la llamada tardo-modernidad;[4] leer a Cioran puede figurarse más que un baño de agua helada, un chubasco de ácido.
En el mundo de sentido común contemporáneo, entendido como un universo de significación instituido,[5] no sólo se concibe una cierta idea de felicidad como una posibilidad alcanzable y deseable, sino casi obligatoria. Las rutas para llegar a ese preciado destino, son múltiples: prácticas alimenticias sanas, desarrollo de ejercicios físicos revitalizantes, seguimiento de dinámicas reflexivas de inspiración oriental, establecimiento de vínculos grupales a la carta sobre la base de una infinitud de intereses, entre muchos otros recursos en la carrera hacia la felicidad.
La elaboración político-ideológica de dicha meta, se plantea indiferente a la división en clases sociales, ya no sólo en el plano local, sino global; a la existencia de una pluralidad de formas de vida, expresadas en una diversidad cultural, que, en América Latina -aunque no solamente en estas latitudes- se muestra poblada de formas híbridas, entre prácticas tradicionales y nuevas[6] y; por supuesto, también deja de lado, la consideración de las amplias brechas existentes en cuanto a las condiciones materiales de existencia y, correspondientes niveles de vida de la mayor parte de la población. Desde la visión de los organismos internacionales, tales escenarios son reducidos a parámetros cuantitativos, que más que aclarar, enmascaran la complejidad de la polarización de las condiciones de vida de los habitantes del mundo hoy en día.[7]
La apuesta reside en la generación de expectativas, en la potencialidad de un creciente mundo de experiencias posibles,[8] en el cual la responsabilidad de acceder a éstas, constituye un asunto individual. Ahí se ubica otra de las claves de la reproducción del orden global actual: el trabajo sobre el individuo. Siguiendo el pensamiento de Deleuze, se ha planteado que estamos en una nueva era disciplinaria, en la que el control tiene como recurso protagónico el ejercicio de la libertad[9] ¿Cuál libertad, de qué tipo? Eso, es lo de menos.
La ilusión de ser más libres que en tiempos pasados, emerge con una potencia inusitada, según Han[10], ello supone lógicas de ordenación sistémica que van más allá de la anterior sociedad disciplinaria sustentada en la negatividad a partir de la prohibición, en su lugar hoy estaríamos en el reino de la positividad a partir de una subjetividad del rendimiento:
A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados […] El sujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el de obediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujeto de rendimiento sigue disciplinado.[11]
En ese tenor, pareciera que hoy estamos bastante más lejos de la concepción subjetiva -si es que puede llamársele de ese modo- de Cioran, puesto que una subjetividad emprendedora y productiva, nos distanciaría cada vez más de la única felicidad posible, según Cioran, aquella ligada a la tarea destructora de cualquier cimiento, de cualquier certeza, desde su propuesta: “Hay cierta felicidad en el encarnizamiento en denunciar la fragilidad de la felicidad”.[12]
Así, aunque paradójicamente, pareciera que esa dinámica subjetiva que apunta al mantenimiento de una preocupación constante por la productividad de acciones, de tareas y, por supuesto, de posibles productos; se presentaría como evidencia de la inanidad del ser, de su vacío constitutivo; más bien lo que se muestra es el fortalecimiento de la ilusión de la ilusión de completud, a costa de posibles quiebres psíquicos y patologías diversas, las cuales serían consistentes con el esfuerzo constante por suturar las fisuras o las hiancias del sujeto contemporáneo.
En similares coordenadas, la idea de libertad, que se presenta hoy en día como una fuerte moneda de cambio para modelar sujetos e identidades, constituye otro registro que se juega a contramano de la convocatoria de Cioran en La caída en el tiempo (La chute dans le temps): “Ser libre, es emanciparse de la búsqueda de un destino, es renunciar a formar parte de los elegidos y de los rechazados; ser libre es ejercitarse en no ser nadie”.[13] Por el contrario, en la actualidad, las preocupaciones en la vida cotidiana están atravesadas por el bombardeo de interpelaciones de todo tipo para ser, por medio del hacer frenético, a través de experiencias programadas o espontáneas, de vínculos directos o virtuales, el tema es, paradójicamente, no perderse de nada, cuando no hay nada que perder.
En busca de la gloria… Ser académico en México
Con la lectura de “Deseo y horror de la gloria”, también en La Chute dans le Temps,[14] no me fue posible dejar de pensar en el mundo de la academia en nuestro país, cuando menos en el ámbito de las humanidades y las ciencias sociales. En especial, en torno a la forma en que una racionalidad de la productividad, la eficacia y la eficiencia, presente en las políticas educativas de por lo menos las tres últimas décadas, ha ido conformando una subjetividad de la “búsqueda desbocada por la excelencia” como la calificó Eduardo Remedi[15] hace algunos años.
Para vivir o sobrevivir en el universo académico nacional —cuestión que por cierto no es privativa del ámbito local, puesto que obedece a una racionalización de recursos vinculada al modelo de gestión neoliberal, presente a lo largo del orbe— es menester, embarcarse en una dinámica de desgaste, correlativa al multi-tasking, que supone lograr la ansiada productividad, que se expresará en números determinados de asesorías, publicaciones, organización de eventos, direcciones de tesis, etcétera, etcétera. Así, en este ámbito, como en otros la conformación de una subjetividad emprendedora, también está a la orden del día. Al tiempo que la referida pluralidad de actividades reviste cierta coherencia porque involucra ejercicios diversos de la tarea intelectual, también representa un posible distanciamiento de esta última, por la fragmentación y dispersión que atraviesa la posibilidad de cubrir el abanico de las tareas exigidas.
¿Qué dilemas enfrentamos en tales condiciones? ¿Cómo alcanzar el ansiado prestigio académico y no desgastar al límite el cuerpo y mente? O, más aún, ¿cómo conservar el alma? Como sabemos el anclaje narcisista en el terreno académico, constituye una de las claves de su desarrollo, con los diversos énfasis y variaciones que pueden constituirse en el contexto de circuitos diferenciales en cuanto a recursos, prestigios e identidades institucionales, entre otros aspectos.
En ese contexto, el pensamiento de Cioran nos suma ingredientes para roer la herida narcisista, en el marco de las exigencias del mandato institucional, por ejemplo, relativo a la incorporación y permanencia en el Sistema Nacional de Investigadores, cuyo afrontamiento, puede implicar reconocimiento, pertenencia, distinción, prestigio; pero también olvido, segregación y anonimato; sin mencionar el impacto favorable o desfavorable en las condiciones materiales de vida.
Al respecto, algunas frases de nuestro autor: “A medida que aspiramos a la gloria, nos debatimos en lo insoluble: queremos vencer al tiempo con los medios del tiempo, durar en lo efímero, alcanzar lo indestructible a través de la historia, y, el colmo de lo grotesco, hacernos aplaudir por los mismos que detestamos”.[16]
No es difícil encontrar entre nosotros, los académicos o quizá debiera decir, obreros intelectuales (aunque sé que tal denominación quizá produzca molestia, ello ya sería un buen síntoma), frases de denostación de las formas instituidas por las políticas de “calidad”, respecto a la evaluación del trabajo académico, también fuertes cuestionamientos acerca de los procesos para obtener recursos, o críticas acerca de los exhaustivos procesos burocráticos para lograr producir un libro por ejemplo; sin embargo, al mismo tiempo, encontramos esfuerzos denodados por ser parte del sistema, por pertenecer y recibir la distinción de esas burocracias que odiamos o, al menos, rechazamos, quizá porque, según Cioran: “Desear la gloria, es preferir morir menospreciado que olvidado”.[17]
En esas condiciones, ¿acaso habría margen para la lucidez dentro de nuestro universo académico? El cuestionamiento de ese mundo de positividades, representado por la producción académica de calidad bajo los términos de la lógica neoliberal: racionalización y focalización del uso de los recursos, supondría quizá, poder cuestionar la idea de calidad como una más de las ilusiones del quehacer académico, y, tal vez, tratar de trabajar en los límites o fronteras de los bordes instituidos. Claro que la noción de lucidez de Cioran, resulta mucho más radical, ya que involucraría un posible emplazamiento momentáneo en la negatividad, para cuestionar o desmontar los “artificios” que atraviesan la tarea académica y así despertar: “El que despierta no abre los ojos a una realidad positiva, sino que más bien percibe los vacíos que agujerean el texto del mundo; más que emborracharse de luz, el despierto se sensibiliza a la oscuridad fundamental que la policromía ilusoria de lo que hay pretende enmascarar”.[18]
Ello nos enfrenta con otro obstáculo para al menos atisbar esos momentos de iluminación: nuestra actividad pedagógica que, según la interpretación de Savater, “pretende enseñar a ser, a estar en el mundo del modo más productivo y menos conflictivo posible”[19]. De ahí, que su ejercicio nos distancia, puesto que demanda una acción deliberada para “un mejor estar en el mundo”; mientras que la lucidez, no aportaría sino zozobra e incompatibilidad con la vida.
Reflexiones finales
Lanzar una convocatoria para discutir, considerar, en fin, reflexionar, en torno a un pensamiento de la negatividad, incomoda, produce cierta desconfianza y quizá hasta desdén. Cuestionar nuestra supuesta vida cómoda y esperanzada, gracias a la posibilidad abierta de la felicidad por un orden sistémico que, aunque en crisis, cuenta con un amplio y creciente acervo simbólico-imaginario para lograrla, nos desubica, nos mueve hacia un lugar que evadimos consistentemente, porque es el del vacío, el de la inanidad del ser, momento terrorífico que casi hemos olvidado.
Para el académico o si se quiere intelectual o, tal vez obrero del intelecto, la tarea de formarse en la búsqueda del despertar, que involucraría la lucidez, podría parecer un propósito imposible en las condiciones de una vida universitaria, pautada institucionalmente, por políticas educativas de la calidad y la excelencia.
Sin embargo, quisiera cerrar estas reflexiones, señalando que siempre hay caminos periféricos, estamos habitados por la positividad/negatividad, y, en ese sentido la ambigüedad nos atraviesa, somos más de uno y al mismo tiempo menos de uno, como parece señalarlo Isla, en la imagen que nos ofrece de Cioran:
Cioran, el pensador, camina por una senda, la del asco a la gente y a sí mismo; Cioran, el hombre inmerso en su cotidianidad, ¿por otra? Responde a las cartas de personas desconocidas, acepta entrevistas, se muestra compasivo; ofrece refugio a víctimas de la persecución durante la guerra; se ocupa de la suerte de sus sobrinos; derrocha gentileza, simpatía y humor cuando recibe visitas en su departamento de París […] Piénsese lo que se quiera; él es así: si por un lado nos dice que “los sentimientos entre amigos son falsos”; y por otro, confiesa su cariño hacia los suyos, como Samuel Beckett. Es contradictorio, pero nunca pierde la lucidez, ni siquiera en el enunciado de sus paradojas: “Que la vida no tenga sentido es una razón, para vivir, la única, su realidad”.[20]
Bibliografía
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- Cioran, Emil, La caída en el tiempo (La Chute dans le Temps), Gallimard, París, 1964. Disponible en: http://200.111.157.35/biblio/Recursos/Cioran,%20E.M.%20-%20La%20Caida%20En%20El%20Tiempo.pdf, fecha de consulta: 13 de agosto, 2019.
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- Martín-Barbero, Jesús, “Proyectos de modernidad en América Latina”, en Metapolítica, núm. 29, volumen 7, mayo-junio 2003, pp. 35-51.
- Melucci, Alberto, Vivencia y Convivencia. Teoría social para una era de la información, Trotta, Madrid, 2001.
- Remedi, Eduardo, “Calidad y sufrimiento en la búsqueda desbocada de la excelencia”, en Landesmann, Monique, (coord.) Instituciones educativas. Instituyendo disciplinas e identidades, Juan Pablos, México, 2006, pp. 61-88.
- Savater, Fernando, Ensayo sobre Cioran, Taurus, Madrid, 1980.
- Schutz, Alfred, El problema de la realidad social, Amorrortu, Buenos Aires, 1995.
Notas
[1] Segovia, Tomás, Digo yo. Ensayos y notas, FCE, México, 2011, p. 34.
[2] Ver Marramao, Giacomo, Pasaje a Occidente. Filosofía y Globalización. Katz, Buenos Aires, 2006, pp. 11-59.
[3] Laclau, Ernesto, “¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?”, en Emancipación y Diferencia, Espasa Calpe, Buenos Aires, 1996, pp. 69-86.
[4] Giddens, Anthony, “Los contornos de la modernidad reciente”. En Modernidad e identidad del Yo. El Yo y la sociedad en la época contemporánea, Península, Barcelona, 1998, pp. 23-50.
[5] Schutz, Alfred, El problema de la realidad social, Amorrortu, Buenos Aires, 1995.
[6] Martín-Barbero, “Proyectos de modernidad en América Latina”, en Metapolítica, número 29, volumen 7, mayo-junio 2003, pp. 35-51.
[7] Según datos del Banco Mundial la extrema pobreza habría descendido de forma importante: “En 2015, 736 millones de personas vivían con menos de USD 1,90 al día, cifra inferior a los 1850 millones de 1990”, Banco Mundial, Pobreza, 2019. Disponible en: https://www.bancomundial.org/es/topic/poverty/overview, fecha de consulta. 7 de agosto de 2019.
[8] Ver Melucci, Alberto, Vivencia y Convivencia. Teoría social para una era de la información, Trotta, Madrid, 2001, pp. 25-41.
[9] Jódar, Francisco y Lucía, Gómez, “Educación posdisciplinaria, formación de nuevas subjetividades y gubernamentalidad neoliberal”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, enero-marzo 2007, Vol. 12: 381-404. Disponible en: http://www.comie.org.mx/documentos/rmie/v12/n032/pdf/N032R.pdf, fecha de consulta: 25 de mayo, 2019.
[10] Han, Byung-Chul, La sociedad del cansancio, Herder, Barcelona, 2012. Disponible en: https://s3.amazonaws.com/academia.edu.documents/46793893/Sociedad_del_Cansancio.pdf?, fecha de consulta 27 de julio, 2019.
[11] Ibidem, p.17.
[12] Cioran, Emil, 1960, en Savater, Fernando, Ensayo sobre Cioran, Taurus, Madrid, 1980, p. 25.
[13] Cioran, Emil, La caída en el tiempo (La Chute dans le Temps), Gallimard, París, 1964, p. 80. Disponible en: http://200.111.157.35/biblio/Recursos/Cioran,%20E.M.%20-%20La%20Caida%20En%20El%20Tiempo.pdf, fecha de consulta: 13 de agosto, 2019.
[14] Cioran, Emil, “Deseo y horror de la gloria”, en La caída en el tiempo (La Chute dans le Temps), Gallimard, París, 1964, pp. 74-88. Disponible en: http://200.111.157.35/biblio/Recursos/Cioran,%20E.M.%20-%20La%20Caida%20En%20El%20Tiempo.pdf, fecha de consulta: 13 de agosto, 2019.
[15] Remedi, Eduardo, “Calidad y sufrimiento en la búsqueda desbocada de la excelencia”, en Landesmann, Monique, (coord.) Instituciones educativas. Instituyendo disciplinas e identidades, Juan Pablos, México, 2006, pp. 61-88.
[16] Cioran, Emil, La caída en el tiempo (La Chute dans le Temps), Gallimard, París, 1964, p. 86. Disponible en: http://200.111.157.35/biblio/Recursos/Cioran,%20E.M.%20-%20La%20Caida%20En%20El%20Tiempo.pdf, fecha de consulta: 13 de agosto, 2019.
[17] Traducción libre, en el original: “Souhaiter la gloire, c’est aimer mieux mourir méprisé qu’oublié”. En Cioran, Emil, Pensées étranglées, Folio sagesses, Barcelona, 2019, p. 34.
[18] Savater, Fernando, Ensayo sobre Cioran, Taurus, Madrid, 1980, p. 35.
[19] Ibidem, p. 33.
[20] Ver Isla, Augusto, “El inconveniente de ser Cioran”, en La Jornada Semanal, domingo 22 de enero de 2012, núm. 881, p. 4, disponible en: https://www.jornada.com.mx/2012/01/22/sem-agusto.html, fecha de consulta: 15 de agosto de 2019