Cioran golpea al lector en la cabeza, igual que lo hace un poeta grande. Ciprian Vălcan entrevista a Marta Petreu

MARTA PETRU

Trad. Miguel Ángel Gómez Mendoza

 

Resumen

En una primera lectura, Cioran me pareció histérico e inauténtico. La primera impresión fue poderosa y pésima, me impresionó por su pésimo gusto que se abría paso en las páginas, a veces de manera más intensa que su amado, y el mío también, Dostoievski. Seguro, sabía que el mal gusto no es un obstáculo para ser un gran autor, un filósofo o escritor, que puede ser un aluvión que acompaña la autenticidad. No estaba todavía preparada para él. Muy rápido hice una segunda lectura, y sucedió que estaba entonces mejor armada. Pasaba por un tratamiento de insomnio y, bruscamente, descubrí que este autor hablaba sobre algo que también sufría, en carne y piel propia. Empecé a reconocer también a los filósofos de los que se ayudó para comprender la vivencia en la lengua. El valor loco con que se entrega al mundo —como un poeta, no como un filósofo­—.

Palabras clave: filosofía, pensamiento, vida, verdad, Cioran

 

Abstract

On a first reading, Cioran struck me as hysterical and inauthentic. The first impression was powerful and terrible, I was impressed by his terrible taste that made its way through the pages, sometimes more intensely than his beloved, and mine too, Dostoevsky. Sure, I knew that bad taste is not an obstacle to being a great author, philosopher, or writer, that it can be a deluge that accompanies authenticity. I wasn’t ready for him yet. Very quickly I did a second reading, and it happened that I was then better armed. I was going through an insomnia treatment and, suddenly, I discovered that this author was talking about something that he also suffered, in his own flesh. I also began to recognize the philosophers who were helped to understand the experience in the language. The crazy courage with which he gives himself to the world – like a poet, not like a philosopher.

Keywords: philosophy, thought, life, truth, Cioran

 

¿Cuándo leyó por primera vez una obra de Cioran?

 

Muy tarde. Solamente en los tiempos de la facultad y de Echinox.[1] No era un autor sobre el que se hablará en mi círculo de amigos, estos hablaban sobre Kafka, Dostoievski, Esenin, Camus, Rilke, Blaga. Y di con él, al igual como tienen lugar los descubrimientos en la adolescencia y la juventud, por casualidad, ni en las librerías, ni en las librerías de antigüedad, ni en los estantes de libre acceso de la Biblioteca Central Universitaria, no encontré el nombre ni en revistas literarias, que leía entonces. Mucho tiempo no supe siquiera que existía. Al respecto, la censura comunista hizo muy bien su trabajo. (Igual sucedió con la prosa de  Dumitru Țepeneag,[2] de cuya existencia solo supe después de la caída del comunismo.) Apenas en el tiempo de la facultad encontré a Cioran, alguien que tenía los libros me prestó algunos volúmenes, por un corto tiempo. En una primera lectura, Cioran me pareció histérico e inauténtico. La primera impresión fue poderosa y pésima, me impresionó por su pésimo gusto que se abría paso en las páginas, a veces de manera más intensa que su amado, y el mío también, Dostoievski. Seguro, sabía que el mal gusto no es un obstáculo para ser un gran autor, un filósofo o escritor, que puede ser un aluvión que acompaña la autenticidad. No estaba todavía preparada para él, esto es.

 

¿Cuáles aspectos de la obra de Cioran atrajeron su atención en una primera lectura y cuáles le parecen importantes hoy?

 

Como decía, la primera lectura no me llamó la atención para nada. Me quedaron en la cabeza, zumbándome de manera continua, sus afirmaciones sobre los rusos, sobre la música y sobre los judíos. Así que muy rápido hice una segunda lectura, y sucedió que estaba entonces mejor armada. Pasaba por un tratamiento de insomnio y, bruscamente, descubrí que este autor hablaba sobre algo que también sufría, en carne y piel propia. Todo lo que decía sobre el pensador orgánico, la manera como encontró los conceptos propios para hablar sobre él mismo, creando, como un poeta, un lenguaje, pero conceptual, filosófico, el suyo, un lenguaje violento como un buen poema. Empecé a reconocer también a los filósofos de los que se ayudó para comprender la vivencia en la lengua. El valor loco con que se entrega al mundo —como un poeta, no como un filósofo—.

 

Luego entendí porque: él y sus colegas de generación, eran unos hombres libres, desinhibidos, que crecieron de manera normal, con el derecho de gritar cada uno según su voz, según su humor, cualquier cosa que les pasaba por la cabeza. Pero Cioran fue un desinhibido casi un exhibicionista. Él y sus colegas de generación, fueron en verdad libres y aprovecharon plenamente su libertad, con el derecho de ponerse de frente y decir: Yo.

 

Me habría gustado que la historia rumana hubiese sido otra, que existiera una continuidad natural de la generación de Blaga y D.D. Roșca[3] con la generación del 27, y por la promoción euphorionistă[4] del Círculo Literario,[5] hasta nuestros días. Me aferro a la ilusión que, si esta continuidad no hubiese sido destruida por la historia, del comunismo rumano, nosotros, los de hoy, seríamos mucho más buenos, puede incluso extraordinarios.  No pudo ser así —la historia de Europa y la política dañaron esta promesa, esta potencial relación—. Para volver a su pregunta, con Cioran me ocurrió exactamente lo que me pasó más tarde con Egon Schiele: vi en una revista de finales de 1980, una o dos reproducciones de Schiele, que me disgustaron violentamente. Pero días después constaté que me obsesionaban, que las tenía en la pantalla de la mente y de los ojos cuando me alistaba para dormir, y entonces me di cuenta que me hallaba frente a algo nuevo para mí y muy, muy potente. Y comencé a andar detrás de la información sobre este pintor, que se convirtió en uno de mis favoritos. Igual que en el caso de Cioran.

 

¿Le parece razonable la opinión según la cual Cioran es el principal continuador de Nietzsche en el siglo XX”?

 

Creo que él, en principio, es la expresión culta, de autor, del fondo cultural rumano, del psiquismo colectivo, y de un psiquismo rumano el cual ya ha tomado nota de la gran cultura del mundo y que tiene al alcance medios de expresión mayores, maduros, instruidos, nada rudimentarios. Además, tiene ese temperamento, como decir, intenso y explosivo, profundo y cargado, pleno de duelo y pulsiones. Y una inteligencia excepcional. Creo que si alguien quiere demostrar su continuidad con Nietzsche tiene todas las posibilidades de un trabajo comparatista logrado, Cioran reconoció las lecturas tempranas y formadoras del filósofo alemán y las influencias. Hasta la separación final, claro está. Nietzsche, por su poesía, lo orientó para tomar su camino. Prefiero hablar, en el caso de Cioran, de pertenencia a una familia espiritual —en la línea de pensamiento y de sentimiento que comprende a Séneca, Pascal, Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, Cioran, entre otros—. Una familia de espíritus, con afinidades temperamentales, Cioran se vuelve a encontrar en todos los que lo precedieron y fue de alguna manera preparado por todos los que le antecedieron. Pero también, el filósofo nuestro lleva en él el inconsciente colectivo étnico, para usar libremente un concepto de Jung. El inconsciente colectivo rumano, arcaico, que absorbe desesperanza, miedo, profundidad de fealdad de ser, lo peor de ser, gemidos y lamentos.  Livius Ciocârlie[6] aprecia en uno de sus libros, de manera lapidaria, que nuestro autor es el fondo rumano en forma francesa. Es una observación muy buena y es algo extraño que no se le detalla. No se trata solo sobre las fuentes culturales rumanas que modelaron los temas, las ideas, la expresividad, y sobre las cuales hablé también desde mi primer libro sobre Cioran, sino también de un estrato más profundo, sobre las modulaciones profundas de la naturaleza que le alimentó el sustrato de “ingenuidad”, para introducir otra exégesis de Ion Vartic.[7]

 

Me he preguntado cuántos de nuestros autores han elevado el fondo rumano, esa psique nuestra, a una creación cultural de valor universal. En un momento dado tuve una discusión con los doctorados de la cátedra sobre este tema —y se llegó a una lista: Enescu, Brâncuși, Blaga, Arghezi, Sadoveanu, Cioran, Eliade, Noica—. Con seguridad son más, la lista no es completa. Si empezara ahora mi carrera de cioranóloga, lo que se sobre él ahora, empezaría con un estudio sobre el inconsciente colectivo rumano en la obra rumana y francesa de Cioran, y no con la influencia de Schopenhauer sobre Cioran, como de hecho comencé en 1997. Solo, como ve, querido  Ciprian Vălcan, no puedo posponer aquello que ya pasó, pero de saber, sabemos solo después de trabajar mucho con algunos textos, y no antes de haber trabajado. Quizás Ciorcârlie escriba un libro sobre esto, ¿quién sabe?

 

En autores del tipo Cioran, las influencias culturales son como una mala pintura, que cae después de algún tiempo, desnudando la estructura profunda del autor. He llegado a su estructura pelándola como una cebolla, de las hojas rojas-doradas como la túnica de Ulises hacia las hojas más carnosas, blancas, y luego al secreto de la profundidad, ese hilo verde amarillo como una campanilla salida de la nieve.

 

Ahora me parece que allá, en el fondo más cobijado de Cioran, se encuentra su fondo rumano, sus mitos personales, rumanos, que los absorbió del aire y de la tierra, en los tiempos que golpeaba el cementerio de su pueblo camino a Coata Boacii.[8] Sobre uno de sus mitos, el de la juventud sin vejez y de la vida sin muerte, escribí hace unos diez años, cuando descubrí las relaciones de la estructura de Cioran, en particular sobre la base de este mito, con Eugen Ionescu. Quizás alguna vez llegue a escribir también sobre otros, que hicieron carrera en su obra francesa. Como sea, la forma francesa le dio acceso a la universalidad. La cultura natal no le hubiera podido dar algo así, en ningún caso. Y si no hubiese llegado a ser universal, si hubiera vivido en Rumania, lo trataríamos como uno de los nuestros, tomándolo ligeramente en burla. O lo miraríamos, como hacemos con otros grandes escritores, que los tenemos y que no tuvieron la oportunidad de hacer una carrera europea.

 

¿Cuál escritor del siglo XX puede ser comparado con Cioran respecto a su estilo y sus temas de reflexión?

 

Los temas, para hablar de manera magistral, también están, al menos algunos de ellos, en Ionescu. Algunos pertenecen a la corriente existencialista. Otros, son patrimonio de la familia filosófica de la que hace parte Cioran. Pero la filosofía del tipo de Cioran, el contenido (o tema) y la expresión (quiero decir la formulación artística elevada) forman un cuerpo común, trayendo al mundo, con cada fragmento o aforismo, un producto con muchos quilates artísticos. Exactamente como en el caso de Pascal o de Nietzsche. Porque materia y forma, están íntimamente soldadas, Cioran lo alcanzó por expresividad, por artisticidad, en primer lugar, y luego por tema. Él golpea al lector en la cabeza como lo hace un gran poeta. Porque en el él el fondo y la forma constituyen un cuerpo común en una formulación lapidaria, el texto gana valor de joyería, como se dice, de diamante tan bien tallado y afilado. Y los quilates de expresividad le han potenciado el valor filosófico. En Rumania, Eminescu fue también igual de expresivo. En la filosofía universal, Pascal. En filosofía-poesía universal, Nietzsche.

 

Lamentablemente, Cioran llegó después de todos estos… En la historia de la cultura, cuenta que número eres, si tiene o no la prioridad cronológica.

 

¿Cree que la obra de Cioran es leída de manera adecuada en Rumania después de 1989?

 

Creo que es leída, en el sentido que sus volúmenes son comprados y leídos por lectores reales, no solamente por lectores profesionales, como somos nosotros. Cioran rompió el círculo embrujado de los profesores y de los comentaristas y ha penetrado, para felicidad de él, en un público amplio, alumnos, estudiantes, médicos, ingenieros, artistas, economistas, etc. Ahora bien, es una verdadera reputación que te lea gente que no tiene como oficio la interpretación de textos. En este sentido, tiene una espléndida posterioridad, si bien la tiene en especial por las entrevistas y las cartas y menos por Pe culmile disperării o por Tratatul de descompunere, digamos.

 

Luego, creo que aquí hay algunos hermenéuticos muy penetrantes. Nosotros lo sentimos desde dentro, tenemos su mal en nosotros, y las formulaciones de Cioran nos reconocen regocijándose. Los libros de Vartic y Ciocârlie, por ejemplo, son importantes. Existe una joven de comentaristas muy interesantes. Recuerdo un buen libro escrito por Nicolae Turcan,[9] igualmente, conozco un manuscrito interesante sobre Blaga y Cioran, de un joven doctor en filosofía, Ciprian Sonea.[10] Y hay también comentaristas de oído, como se dice, que popularizan lo que otros han hecho.

 

Existen algunos estudios occidentales interesantes. El libro de Patrice Bollon, algo más antiguo, es bueno todavía. Hace poco apareció un estudio, serio e informado de Nicolás Cavaillès, que conoce la lengua rumana. En la editorial l’Herne apareció un cioranólogo muy serio, Vincent Piednoir, con estudios o con ediciones de Cioran hechas minuciosamente. He visto otros libros de Cioran cuidados por él, son un placer, parecerían ser ediciones críticas de Rumania antes de la caída del comunismo, con muchas notas y precisiones. También Savater, con su libro, y Mariana Șora, que tiene uno muy bueno. Un autor grande, como es Cioran, tiene una riqueza escondida, que solo la complementariedad de las interpretaciones la pone de relieve. Así que… no debemos olvidar que Cioran pasó en Francia la mayor parte de su vida y que llegó a ser, pese a su estatus jurídico de eterno apátrida, un hombre de allá, un autor con los reflejos, la información, la cultura, los tabú de allá.

 

¿Cree que existe una diferencia entre la recepción rumana y francesa de Cioran?

 

Si, por supuesto. Cuando se trata de situarlo en el contexto continental de hoy, los franceses son mejores que nosotros, tienen el pulso del mundo occidental y no evitan abrumar a Cioran con grandes elogios. Nosotros somos más precavidos, más tímidos, por el temor de parecer ridículos. Sobre todo, porque no es un autor sin culpa, ¿no?

 

Lo más cómico en Rumania, es ver la reacción de defensa cuando se levanta, en especial en las revistas, una oleada, cuando de vez en cuando en Occidente, en uno u otro país, alguien se atreve volver a traer la discusión sobre el problema del pasado político de Cioran. Entonces se genera en nuestro país, así, de la nada, una onda de defensa, como si temiéramos que se va romper nuestra vajilla favorita, una de las pocas que tenemos, y podríamos perderla, sin este fantástico logro “externo”, que lo asumimos con su parte de oscuridad total. En nuestro país existe un sentimiento de posesión frente a Cioran y una reacción fácil de defensa de éste cuando se trae la crítica a la discusión.

 

La mejor defensa es la verdad completa. Así creo yo. Nosotros todavía no nos hemos acostumbrado con la idea que, por lo menos en posteridad, la verdad dicha sin rodeos es mejor que las excusas y que las mentiras. Tenemos que reconocer que todavía nuestras discusiones sobre un autor, por críticas que sean, son mejores que el silencio, que puede ser eterno. Nosotros creemos que los autores y las obras son una especie de objetos hermosos a los cuales no podemos acercarnos.  Es una torpeza, para no emplear un término más fuerte. La reacción de pánico que se genera en el país cuantas veces en el extranjero se discute críticamente sobre un autor y sobre su pasado político –en este caso, sobre Cioran– me parece realmente cómica. En Occidente no existen autores tabú. Si bien el lenguaje de las interpretaciones críticas ha cambiado, se ha radicalizado y se ha coloreado, se emplean expresiones a veces duras, cuando apenas, apenas va a despertar el interés por el autor, por sus libros, por su exégesis crítica.

 

Bibliografía

  1. Petreu, Marta. “Cioran golpea al lector en la cabeza, al igual que lo hace un poeta grande”. En Vălcan, Ciprian. Cioran, un aventurero inmóvil. Treinta entrevistas.  Pereira : Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia. 2018. Pp. 175-182. Traducción del rumano al español por Miguel Ángel Gómez Mendoza. Original: Marta Petreu. Cioran își izbește cititorul în cap exact ca un poet mare En:  Ciprian Vălcan. Cioran, un aventurier nemişcat. Treizeci de interviuri. București. Editura All.

 

Notas
[1] Echinox es una revista cultural de los estudiantes de la Universidad “Babeș-Bolyai” de Cluj-Napoca-Rumania. Inició actividades en 1968. Fue fundada por Eugen Uricaru y Marian Papahagi  como revista trilingüe, rumano, húngaro y alemán. La influencia y el impacto de esta revista en la cultura de Transilvania ha sido objeto de diversos estudios. (Nota del traductor).
[2] Dumitru Țepeneag (nació el 14 de febrero en Bucarest-Rumania) es un prosista rumano-francés contemporáneo establecido en Paris.  Destacado integrante del grupo onírico, teórico del orinismo literario francés, le fue retirada la ciudadanía rumana por decreto presidencial, en 1975, desde entonces se estableció en París, donde por algún tiempo fue uno de los animadores del exilio literario rumano. Después de 1999, viaja entre París y Bucarest y desarrolla una intensa actividad editorial y periodística. Es uno entre los más importantes traductores de lengua francesa en lengua rumana y viceversa. Ha traducido novelistas como  Alain Robbe-Grillet,  ensayistas como Albert Béguin, filósofos como  Jacques Derrida, Alexandre Kojève etc. Tradujo del rumano al francés obras de unos poetas contemporáneos como Leonid Dimov, Daniel Turcea, Ion Mureșan, Marta Petreu, Emil Brumaru și Mircea Ivănescu. En publicó una novela, Pigeon vole, bajo el pseudónimo de  Ed Pastenague. (Nota del traductor).
[3] Dumitru D. Roṣca (29 de enero de Sălişte, jud Sibiu – 25 august 1980, Cluj-Napoca) fue un filósofo rumano, profesor y miembro de la Academia rumana. Dumitru Roşca asistió a clases de filosofía en París en la Sorbona . Es mejor conocido por su tesis doctoral defendida en la Sorbona en 1928: L’influence de Hegel sur Taine, théoricien de la connaissance et de l’art, Paris, Ed. Libraire Universitaire J. Gamber, 1928; traducere: Influenţa lui Hegel asupra lui Taine: teoretician al cunoaşterii şi al artei, Bucureşti, Editura Academiei, 1968. El libro estaba dedicado a Emile Bréhier  Dumitru Roşca tradujo las obras de Georg Wilhelm Friedrich Hegel al rumano. (Nota del traductor).
[4] Se conserva la expresión original en rumano. (Nota del traductor).
[5] Desde un punto de vista de ideología literaria esta agrupación continuó las ideas liberales de Eugen Lovinescu del periodo de entreguerras. El núcleo de esta agrupación se formó alrededor de Lucian Blaga y otros profesores de la ciudad de Cluj, que tuvieron una gran influencia sobre los jóvenes estudiantes. El Círculo se creó en Sibiu, ciudad de Transilvania, porque a causa de la orden de Viena, la Facultad de Letras y Filosofía de Cluj, adscrita a la Universidad “Rey Ferdinand” fue trasladada a Sibiu. La agrupación editó algunos números de la revista titulada “Revista Cercului literar”. De ella hicieron parte destacados intelectuales como: Ion Negoițescu, Radu Stanca, Cornel Regman, Ștefan Augustin Doinaș, I. D. Sârbu, Nicolae Balotă, Eugen Todoran, Eta Boeriu, Radu Enescu, Dominic Stanca, Ioanichie Olteanu, Ovidiu Drimba, Alexandru Cucu, Deliu Petroiu, Henri Jacquier, Viorica Guy Marica, Dan Constantinescu, Wolf von Aichelburg, Ovidiu Cotruș etc. (Nota del traductor).
[6] Ver entrevista  en este volumen: Livius Ciocârlie. Cioran, un aventurero inmóvil.  (Nota del traductor).
[7] Ion Vartic, Cioran naiv și sentimental, Cluj, Biblioteca Apostrof, 2002 (en español: Cioran ingenuo y sentimental, traducción Francisco Javier Marina, Zaragoza, Mira Editores, 2009).  (Nota del traductor).
[8] Región y paisaje geográfico que circunda a la población natal de Emil Cioran (Răşinari), a la cual se refiere como el “paraíso de su infancia”. (Nota del traductor).
[9] Cioran sau excesul ca filosofie. Cluj-Napoca: Editura Limis. 2008. (Nota del traductor).
[10] Fenomenul religios la Lucian Blaga si Emil Cioran. Cluj-Napoca: Editura Limis. 2011. (Nota del traductor).