Editorial #64

Editorial #64

Etskuni

El mundo actual, caracterizado por una infinita simultaneidad de interacciones digitalizadas, todas ellas atravesadas por las leyes del capitalismo global y sus efectos, sufrió la irrupción del Covid-19, trastocando cada uno de los aspectos de aquello que solemos reconocer como realidad. Irrupción que no fue una interrupción de la forma de vida dominante neoliberal, sólo una actualización y recrudecimiento de la misma. Varias especies y sistemas de vida parecieron verse beneficiados por la aparente  “interrupción de lo humano” provocada por la actual pandemia, pero, para la inmensa mayoría de las sociedades humanas, el panorama es completamente desastroso: exacerbación de los dispositivos de control biopolítico/policiaco, dificultad para resistir presencialmente los embates constantes a diversos territorios para su explotación, pauperización de la ya precaria forma de vida de una gran parte de la población, híper-automatización de las relaciones interpersonales; saturación, banalización y espectacularización de la información relacionada con la contingencia y sus consecuencias. Para nosotros, antes, durante y después de la pandemia, existe una problemática de base: la idea que se tiene de vida humana y el lugar que se le atribuye respecto del resto de las formas de vida existentes en el planeta y su más allá. La misma idea de ser humano y, con ella, lo que sería su “vida plena”, opera como paradigma que orienta las formas prácticas que históricamente ha adquirido su realización y que hoy se conjugan en las ideas de rendimiento, productividad, confort, consumo, acumulación, explotación, aderezadas por una emergente “conciencia sanitaria”, que son privilegiadas en todas las dimensiones de la existencia. Es por ello que advertir el papel que jugamos en este arreglo supondría un cuestionamiento de lo conocido, un cambio en la percepción, un ajuste de la atención hacia el sentir como una guía que nos permite dar cuenta de las fuerzas que nos tocan como una manera de experimentar la propia existencia y de reconocerla como relacional, opuesta a la desvinculación y la inmunidad que revisten la noción hegemónica de humanidad, alentadas por el contexto actual. Enfrentar esta problemática de base nos convoca para impulsar un laboratorio colaborativo, un co-laboratorio deshumanizante, para atacar la idea de vida humana —imperante desde hace siglos— que opera en la vieja o nueva vida normal, casi de manera automática. Examinar la vida en marcha para detectar en ella virtuales rutas, tránsitos y transiciones para subvertir en acto la idea dominante de vida. Explorar fórmulas, fundamentos y dimensiones, para irrumpir en nuestros y otros  procesos relacionales y desactivar la idea liberal-capitalista de vida humana y sus efectos. Esta tentativa entiende como esencial los encuentros que posibiliten distintas maneras de dar cauce al sentir como forma de co-implicación y resistencia ante las formas de vida anestesiadas, que se presentan como las vías sanas y correctas de existir.

 

Nos proponemos, en este sentido, intervenir en toda esfera de lo sensible y lo corpóreo, abriendo umbrales que fortalezcan otros modos de existir y relacionarse por fuera del dominio de lo humano y su proyecto de aniquilación capitalista/neoliberal. Para ello, pretendemos la generación de encuentros colaborativos con otros laboratorios y/o proyectos; creación de espacios experimentales transdisciplinarios; investigación y producción de pensamiento; e intervención directa en situaciones de precariedad y violencia. Pretendemos hacer arder para alumbrar: Etskuni. Los textos que se presentan a continuación son los primeros frutos de este pensar/actuar colectivo.

 

ETSKUNI, Co-Laboratorio des-humanizante