Fukuyama y McLuhan: Los Estados Unidos y la destrucción de la identidad nacional por la identidad tribal

CAROL GUZY, ZUMA PRESS

 

El reloj arrancó al hombre del mundo de los ritmos y recurrencias estacionales tan efectivamente como el alfabeto lo había liberado de la resonancia mágica de la palabra hablada y de la trampa tribal. […] Pero el retorno a la naturaleza y el retorno a la tribu son fatalmente simples bajo condiciones eléctricas. Tenemos que estar alertas frente a esos que anuncian programas para regresar al hombre al estado original del lenguaje y de la raza. Estos cruzados jamás han examinado el papel de los medios y la tecnología en arrojar al hombre de una dimensión a otra.

Marshal McLuhan

 

Resumen

Francis Fukuyama sostiene que el “reto” al poder norteamericano “es la polarización política doméstica” y que la consecución de sus objetivos depende “[…] de recobrar domésticamente un sentido de identidad y propósito nacionales”. Pero eso es imposible en las condiciones norteamericanas actuales porque toda identidad nacional norteamericana ha sido destrozada por el ascenso del “tribalismo” de las identidades grupales. Con base en una filosofía de los medios kantiano mcluhaniana, que destaca la subjetividad, sostenemos que la unidad nacional norteamericana ha resultado desgarrada en el paso de lo que McLuhan llama las “tecnologías mecánicas” a la “tecnología eléctrica” y las redes sociales culminan la tribalización haciéndola cada vez más virulenta. La mera existencia de dichas redes hace imposible recuperar “la identidad y el propósito nacional” norteamericanos.

Palabras clave: psíquico, democracia, tribu, identidad, redes, radicalización.

 

Abstract

Francis Fukuyama maintains that the “challenge” to US power is that “(…) American society is deeply polarized (…)”, and that the achievement of their objectives depends “(…) on recovering a sense of national identity and purpose hat home”. Yet that is impossible under current American conditions because all American national identity has been shattered by the rise of the “tribalism” of group identities. Based on a Kantian McLuhanian philosophy of the media, which emphasizes subjectivity, we argue that the American national unity has been torn apart in the passage from what McLuhan calls “mechanical technologies” to “electrical technology,” and social networks culminate the tribalization making it more and more virulent. The mere existence of such networks makes it impossible to recover North American “identity and national purpose”.

Keywords: psychic, democracy, tribe, identity, networks, radicalization.

 

Recientemente la revista The Economist invitó a destacados analistas políticos y escritores a expresarse en una serie sobre “el futuro del poder norteamericano”. Uno de ellos, el famoso politólogo Francis Fukuyama, partiendo del espectáculo de la retirada norteamericana de Kabul hace unas semanas, examina la posición de los EE. UU. a nivel geopolítico y sostiene que el “reto” a dicha posición “es la polarización política doméstica” y que la consecución de los objetivos cruciales para EU  “[…] no depende de acciones […] en Kabul sino de recobrar domésticamente un sentido de identidad y propósito nacionales”.[1] En este trabajo aventuramos la tesis de que recobrar dicha identidad y sentido nacionales es una tarea imposible en las condiciones norteamericanas actuales y, también en las previsibles a mediano y a largo plazo. La razón de esto es que hace ya tiempo que toda identidad nacional norteamericana, de hecho, la forma nación misma como marco de comprensión común en los EE. UU., ha sido destrozada por el ascenso del “tribalismo” en tanto manojo de identidades grupales inestables en conflicto irresoluble. Aquí ofrecemos una explicación tecnológica de dicha situación en el marco de una filosofía de los medios de inspiración kantiano mcluhaniana, que pone el acento en la psique entendida como subjetividad. La tesis central de nuestro trabajo es que la unidad nacional norteamericana ha resultado desgarrada con el paso de lo que McLuhan llama las “tecnologías mecánicas” a la “tecnología eléctrica”, la cual alcanza su cúspide actual en el híbrido mecánico y eléctrico que son las redes sociales. Las redes sociales culminan la tribalización norteamericana que las precede llevándola a extremos cada vez más virulentos, con lo que la mera existencia de dichas redes hace imposible recuperar “la identidad y el propósito nacional” norteamericanos.

 

El enemigo está “dentro de las propias puertas”

 

Francis Fukuyama ha hecho uno de los esfuerzos más serios para explicar por qué la “política de la identidad” mina la democracia norteamericana[2] y sostiene que él identificó “hace 30 años” el fenómeno del tribalismo como “un talón de Aquiles de la democracia moderna”.[3] En cualquier caso, una de sus tesis principales es que el “[…] desafío a la posición global de los Estados Unidos es doméstico: la sociedad norteamericana está profundamente polarizada, y le resulta difícil lograr consenso virtualmente respecto de cualquier asunto. Esta polarización […] ha devenido en la metástasis consistente en una enconada lucha alrededor de la identidad cultural”.[4]

 

Tal lucha identitaria no es otra cosa que lo que ahora se llama “tribalismo político”.[5] Notablemente en su famoso libro Understanding Media (1964), Marshall McLuhan habló ya de “tribalismo” en los EE. UU. El autor ofrece en dicha obra una explicación definida y clara, no meramente del tribalismo, sin más, sino la explicación de una profunda “retribalización”[6] en Occidente, que recuperaría aspectos del tribalismo oral y medieval, dejado atrás en lo esencial durante el largo proceso de modernización occidental en tanto proceso de detribalización que dataría por lo menos del establecimiento de la imprenta, ya que la “[…] tipografìa acabó con el tribalismo […], psíquica y socialmente […]”.[7] De hecho, McLuhan concibe la “occidentalización” nada menos que como el proceso de detribalización[8] que moderniza las sociedades arcaicas y feudales. Sin embargo, nos dice que “actualmente […] estamos situados a la mitad entre dos edades, una de detribalización y una de retribalización […]”,[9] y sostiene que el agente de la retribalización en curso en Occidente sería lo que él llama la “tecnología eléctrica”, operando contra siglos de efectos uniformadores y homogeneizadores del alfabeto y, sobre todo, la tipografía alfabética. La tesis es, pues, ya en 1964, es justamente que la “[…] tecnología eléctrica retribaliza […]”[10] al hombre occidental.

 

Antes de considerar las ideas de McLuhan al respecto de la retribalización y mostrar su gran ventaja explicativa sobre los teóricos contemporáneos de la tribalización occidental, subrayemos que, a diferencia de dichos teóricos, quienes básicamente se limitan a registrar el fenómeno y a sugerir múltiples causas, McLuhan se aproxima a él con una potente hipótesis tecnológica, a saber, que la retribalización de Occidente es un efecto tecnológico, que su génesis estaría en un cambio tecnológico fundamental, específicamente, en el paso de la “época mecánica ahora en retroceso”[11] a la “época eléctrica”.[12] Sería tal cambio lo que arrojaría “al hombre de una dimensión a otra”,[13] a saber, de la dimensión de la democracia liberal,[14] propia de la matriz tecnológica mecánica, a la dimensión del neotribalismo eléctrico.

 

La importancia de la idea genética mcluhaniana sobre el fenómeno del neotribalismo en Occidente, particularmente en los EE. UU., queda clara cuando se subraya que el cambio tecnológico hacia “lo eléctrico” en Occidente es un fenómeno, para utilizar la expresión de Fukuyama citada inicialmente, “doméstico”. En la explicación de McLuhan, el tribalismo que aqueja a los EE. UU. es doméstico simplemente porque su causa es doméstica, a saber, un potente cambio tecnológico interno. De hecho, McLuhan es totalmente explícito al respecto. Citemos el pasaje clave de su libro Understanding Media, al comienzo de este:

 

La apuesta estadounidense por la alfabetización en tanto tecnología de la uniformidad, aplicada a todo nivel de la educación, del gobierno, la industria y la vida social, está bajo la amenaza total de la tecnología eléctrica. La amenaza de Stalin o de Hitler era externa. La tecnología eléctrica está dentro de las propias puertas, y estamos entumecidos, sordos, ciegos, y todavía más, acerca de su choque con la tecnología de Gutenberg, sobre la cual y a través de la cual se formó el American way of life.[15]

 

Adelantándonos, podemos decir que Fukuyama y sus colegas están bajo las mismas ceguera y sordera aguda repetidamente señaladas por McLuhan. En lo esencial son insensibles al problema tecnológico, a lo más, lo ven como un asunto catalizador, pero no genético, no como explicación central del “tribalismo político”.[16]

 

Algunos elementos de la erosión de la democracia en los EE. UU.

 

Ahora conviene señalar algunos elementos del fenómeno del tribalismo en los EEUU tal como lo describe Fukuyama, dado que apuntan hacia el problema central de un profundo desgaste de la democracia norteamericana, la cual es una situación, más que sorprendente, muy grave tanto porque a) se trata de la democracia más vieja y asentada del mundo moderno y, b) en general se sigue hablando de dicha democracia como si no atravesara una profunda crisis que se puso en manifiesto tanto en la elección presidencial de noviembre de 2016, como en la ocurrida cuatro años después, en 2020. Entre ambas elecciones, Fukuyama escribió su artículo “Against Identity Politics”, y en él señala un primer asunto medular al referirse al “fenómeno” del

 

[…] ascenso de la política de la identidad. En su mayor parte, durante el siglo XX la política se definió por asuntos económicos. En la izquierda, la política se centró en los trabajadores, los sindicatos, los programas oficiales de bienestar y en políticas redistributivas. En contraste, la derecha se interesó primeramente en la reducción del tamaño del gobierno y en promover al sector privado. Sin embargo, hoy en día la política se define menos por preocupaciones económicas o ideológicas que por asuntos de identidad.[17]

 

A continuación, Fukuyama introduce un señalamiento sobre el tribalismo:

 

Ahora, en muchas democracias, la izquierda se enfoca menos en crear una igualdad económica amplia y más en impulsar los intereses de una variedad amplia de grupos marginalizados, tales como las minorías étnicas, los inmigrantes y los refugiados, las mujeres y la gente LGBT. Mientras tanto, la derecha ha redefinido su misión central como la protección patriótica de la identidad nacional tradicional, la cual con frecuencia está conectada con la raza, la etnicidad o la religión.[18]

 

Mantengamos en mente, pues, este primer fenómeno, a saber, un corrimiento de la política de la esfera de lo económico a lo que podemos llamar asuntos morales, o de definición identitaria o cultural de los individuos como pertenecientes a ciertos grupos más o menos específicos, más o menos amplios; pero, a fin de cuentas, asuntos que no tienen nada que ver con la idea formal del individuo en tanto ciudadano homogéneo de un país moderno, liberal, democrático, con códigos legales referidos a tal individuo ciudadano con independencia del sexo, la raza o la religión. Fukuyama es muy claro al respecto cuando nos dice “[…] las sociedades democráticas se están fracturando en segmentos [‘tribus’] basados en identidades cada vez más estrechas [ever-narrower identities] que amenazan la posibilidad de la deliberación y la acción colectiva por la sociedad como un todo. Esta es una vía que conduce solamente a un estado de quiebra y, a fin de cuentas, de fracaso”.[19]

 

En síntesis, el paso de la política tradicional que gira alrededor de lo económico, a la política de la identidad, centrada en asuntos morales de autocomprensión esencial, no es otra cosa que la imposibilidad de deliberar para llegar a acuerdos de la sociedad en su conjunto. La razón de este paso, así como de la imposibilidad comunicativa deliberativa que conlleva, quedará clara más abajo, por lo pronto digamos solamente que sobre economía se puede negociar, se trata de un “toma y da”, y las instituciones democráticas, principalmente los sindicatos obreros y patronales, agrarios, lo partidos políticos y los parlamentos, están diseñados para la negociación, para el acuerdo. Por el contrario, sobre la identidad o conjunto de características que alguien piensa que lo definen como persona, en las que descansa su autocomprensión como definición esencial, no se negocia. Los elementos de la identidad, digamos, el sexo, la raza, la religión, la lengua nativa, son fijos, innegociables, se les tiene en tal o cual versión, pero no pueden ser depuestos. Se crece en ellos o con ellos, pero no son elegidos, son origen y en general destino, por lo tanto, no son negociables, quedan fuera del ámbito de lo económico. En lo económico se puede lastimar un interés, pero no la esencia identitaria personal como el sexo, la raza, la religión, etc. Es apenas cuando esto último resulta lastimado que surge la indignación a la que se refiere Fukuyama como estado de ánimo característico de las tribus identitarias, según lo discutiremos abajo.

 

La erosión de la democracia la muestra Fukuyama en un segundo fenómeno central referido a lo recién discutido, es decir, la contraposición de principio entre la dinámica de las identidades innegociables por un lado y, por otro la dinámica de las instituciones democráticas que es, justamente, la de la negociación y el acuerdo. Hay muchos elementos de cómo las instituciones democráticas, a) las de la política, en particular los partidos, y también b) los medios de comunicación profesionales y c) la academia, están siendo puestas en crisis por la dinámica de lucha identitaria.[20] En particular, Fukuyama menciona el fenómeno de la tribalización del bipartidismo norteamericano que se dio ya en las radicalizadas elecciones presidenciales tanto de noviembre de 2016 como de noviembre de 2020, y lo siguiente lo dice Fukuyama en septiembre / octubre de 2018, dos años antes de las elecciones del 2020:

 

En particular el partido demócrata tiene que tomar una decisión clave. Puede continuar tratando de ganar elecciones doblando su apuesta a la movilización de los grupos identitarios que hoy en día le proveen sus más fervientes activistas. Negros, hispanos, mujeres profesionistas [esta es la manera en la que Fukuyama se refiere al feminismo], la comunidad LGBT, etc. O bien el partido podría tratar de recuperar a algunos de los votantes blancos de la clase trabajadora [una entidad económica], quienes constituyeron una parte central de las coaliciones democráticas desde el New Deal […] pero que han defeccionado hacia el partido republicano en las elecciones recientes.[21] La primera de las dos estrategias le puede permitir ganar elecciones, pero es una fórmula muy pobre para gobernar un país. El partido republicano se está convirtiendo en el partido de los blancos y el partido demócrata se está convirtiendo en el partido de las minorías.[22] Si tal proceso continúa mucho más, la identidad habrá desplazado totalmente la ideología económica [aquella sobre la que se puede negociar, para la que se crearon los partidos y los parlamentos] como la división central en la política norteamericana, lo cual será un resultado dañino para la democracia norteamericana.[23]

 

Justamente la virulencia de las elecciones presidenciales de 2016 y de 2020 es expresión de la tribalización ―identitarización― de los dos grandes partidos norteamericanos. Una identidad se impone frente a los que no son parte de ella, doblegándolos, pero no se negocia con ellos, de ahí que la política se deslice hacia un partidarismo radicalizado. Un momento de reflexión muestra la gravedad de la situación: en una democracia los partidos, por definición, son instituciones de negociación, no identitarias. Un partido de negros, de latinos, de mujeres, de gays, de discapacitados, etc., no tiene absolutamente ningún sentido en una democracia, un partido es compatible con intereses, no con fragmentos de identidad innegociables como el color de la piel o la religión o el sexo o la lengua. En otras palabras, un partido de blancos es, en una democracia, un absurdo tan grande como un partido coalición de tribus minoritarias. En la dinámica que siguen desde hace ya varios años, los dos grandes partidos norteamericanos son cada vez más un gran absurdo. Es un gran sin sentido seguir hablando de la democracia norteamericana como si no ocurriera nada cuando sus dos grandes partidos tradicionales se han tribalizado.

 

Notemos que fue en el último cuatrimestre de 2018 que Fukuyama nos dio su descripción de la tribalización partidaria norteamericana, y ahí nos dijo que los demócratas tienen que hacer la elección de ganar para el partido a blancos o de seguir tribalizándose. La respuesta de qué decidió, la dio el partido demócrata en la elección de noviembre de 2020 con la nominación de Kamala Harris como pareja en la fórmula electoral con Biden. Harris misma, en persona, es un ejemplo supremo de la una muy compleja identidad multi tribal, justamente una de esas entidades “cada vez más estrechas” ―ever narrower, dice Fukuyama― porque es mujer, negra, de origen inmigrante jamaiquino y tamil, de religión bautista, pero con herencia hindú, divorciada, con una hija lesbiana. Harris era una figura ideal para afirmar a los demócratas como partido de tribus.[24] Es claro que Harris es una persona con una “mezcla única” de características que son “parte de su identidad”[25] personal y, en vista de esa mezcla compleja ―con la correlativa “maraña de emociones y sentimientos”―[26]  queda en entredicho cuáles pueden ser sus lealtades en situaciones de conflicto.[27] Por lo menos formalmente Harris confirma al partido demócrata como un partido coalición de tribus ―encontradas entre sí pero que por lo pronto se mantienen unidas en causa común contra los blancos republicanos―.

 

La tribalización de los dos grandes partidos norteamericanos es un segundo elemento de la profunda erosión democrática en dicho país y es correlativo con el primer elemento señalado, a saber, el del corrimiento de la política de lo económico a lo identitario cultural esencialista. Ambos fenómenos se complementan y muestran una dinámica política totalmente ajena a la democracia y al orden liberal.

Detribalización y retribalización tecnológicamente condicionadas

 

Una vez esbozado el problema que el tribalismo representa para una sociedad democrática, pasamos a considerar los elementos básicos de la explicación tecnológica del origen de dicho fenómeno avanzada por McLuhan ya en 1964 en el mencionado libro, Understanding Media. El esquema explicativo es muy claro. A) Históricamente la “epóca mecánica” o de las “tecnologías mecánicas” ha sido el disolvente profundo del tribalismo arcaico, premoderno. B) Por su parte, la “tecnología eléctrica” es retribalizadora. C) Si a eso se agrega la tesis de que la tecnología o época mecánica está “retrocediendo” en un gran choque con la tecnología eléctrica, retribalizante, en avance en todos los contextos sociales occidentales, entonces se sigue, D) que los efectos originales destribalizantes de la tecnología mecánica resultan debilitados y hasta anulados en cierto sentido por los medios eléctricos, dando lugar a una retribalización, a lo que podemos llamar un neotribalismo eléctrico, aunque McLuhan mismo no utiliza dicha expresión. Ahora bien, el tribalismo arcaico, corresponde a lo que McLuhan llama la “culturas orales”,[28] las cuales son disuelta por la “época mecánica” o “preeléctrica”,[29] y a su vez esta retrocede o resulta erosionada por la “época eléctrica”, siendo esta última la que corresponde a una retribalización en tanto aparición de formas de conciencia y de existencia análogas a las tribales arcaicas, que siempre giran alrededor de una relación mental o percepción de un “nosotros” contra uno o varios “ellos” diferentes del “nosotros”.[30]

 

En realidad, McLuhan no habla de formas de conciencia pero sí habla de la “psique humana”[31] o bien de la “psicología humana y social”[32] que resulta reconfigurada como “efecto” de los distintos tipos de medios, a saber, la oralidad, lo mecánico y lo eléctrico.[33] Aquí queremos resaltar la idea de la psique, de su reconfiguración, porque esto remite a patrones cognitivos, morales y, finalmente, de conducta que corresponden a lo que podemos llamar una mentalidad tribal, una mentalidad moderna o mecánica y, finalmente  una mentalidad neotribal.[34]

El neotribalismo como un estado mental

 

Dejemos de lado por el momento la reconfiguración del psique como efecto mediático, es decir, como factor de origen tecnológico, y pongamos el acento simplemente en la mentalidad en tanto tal, porque centrarse en ella resulta necesario para entender el moralismo predominante como expresión política del neotribalismo contemporáneo.[35] Ese moralismo es lo que diversos autores contemporáneos llaman “ira” o, más exactamente, a free-floating sense of rage que podemos traducir como lo que nosotros hemos llamado una ira flotante, como simple disposición o forma moral[36] de ira por algo indefinido contra alguien o algo también indefinido. Tal ira flotante, precargada, por así decirlo, lista para desatarse al menor incidente, es el ambiente o atmósfera que se precipita como una multitud de actos puntuales en momentos críticos como las protestas raciales en abril de 2020 por la muerte de Georg Floyd, o bien la incursión en El Capitolio en las pasadas elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre de 2020. Tales momentos cuentan entre las expresiones más agudas del tribalismo que domina la política norteamericana. En otras palabras, el neotribalismo norteamericano corresponde a lo que también se llama la “era de la ira”; y es en primer lugar un fenómeno “psíquico”, un estado mental “privado y social”,[37] que hace imposible el funcionamiento de una democracia liberal. El que tal estado mental vaya acompañado de motines como los que desataron los BLM en multitud de ciudades a mediados de 2020 o bien de la irrupción en El Capitolio en noviembre del 2020, es ya una mera consecuencia del estado mental mismo, acciones acordes con un patrón de conducta inducido o posibilitado por la ira como patrón moral.[38]

 

Antes que acciones como las señaladas, el neotribalismo es un estado mental que las posibilita, más aún, es un patrón moral, es decir, un patrón o forma de relación consigo mismo y de relación con los demás, y tiene una estructura básica; a saber, se siente ira contra alguien como correlato de la indignación por (lo que se percibe como) una ofensa o agresión contra uno mismo o contra alguien más, quien por ello resulta identificado como una víctima y hacia la que se tiene compasión. Si lo que se percibe es una ofensa contra uno, entonces el patrón moral dominante es el de sentirse uno mismo una víctima. Obviamente la compasión o simpatía por otro, la víctima que no es uno, también es un patrón moral, lo mismo que la ira contra el victimario o el (percibido como) causante de la ofensa o agresión, sea esta contra uno mismo o contra otro. La estructura o patrón simpatía o compasión por A e indignación o ira contra B por haber ofendido o atropellado a A en su esencia ―no en sus intereses económicos―, como forma psíquica individual se convierte con gran facilidad en una forma psíquica colectiva o social en cuanto los hechos que causan la pareja compasión /indignación o ira, pasan a la esfera del dominio público.[39] Entonces surge un grupo, la tribu de los simpatizantes de A que, al mismo tiempo, están iracundos contra B. Ahora bien, cuando A es un representante o ejemplar de todo un grupo ―negros, mujeres, LGBT, discapacitados, indígenas, etc.―, se tiene una estructura, patrón o forma moral bipartita. Por un lado, se tiene a los del grupo de A que sienten la ofensa o la agresión contra A como una agresión contra ellos mismos; esta es una tribu básica. Por otro lado, están los simples solidarios con A, esta es una tribu solidaria con A y con su tribu, y en tanto tal es una tribu secundaria, de simples “compañeros de viaje”,[40] como McLuhan llama a éstos, o como una tribu de los que ahora se les llama también “aliados” de A y su tribu. La tribu básica se siente víctima de una ofensa, está indignada por ello y genera ira contra el ofensor B y, en su caso contra la tribu de B, por ejemplo, los hombres blancos heterosexuales, o bien los indios norteamericanos que tenían esclavos negros. Este último ejemplo es importante porque en particular muestra que lo que se percibe como agresión u ofensa puede muy bien estar en el pasado y entonces se cultiva una indignación retroactiva proyectada hacia el presente como ira contra el grupo de descendientes de lo que las “víctimas” ubican como tribu ofensora en el pasado; otro ejemplo es que los blancos del presente son vistos como alguien que tiene que ser considerado corresponsable por las ofensas del pasado, lo cual se consigue con mayor facilidad si se postula y se cree que los descendientes del grupo ofensor en el pasado en realidad son ofensores necesarios en el presente de los descendientes del grupo ofendido en el pasado.[41]

 

La presunta víctima y su tribu adoptan como parte de su identidad la actitud o patrón moral de considerarse víctimas indignadas contra un presunto victimario. La autopercepción como víctima de alguien es una relación moral consigo mismo de todo miembro de una tribu que se siente víctima. Entre los miembros de la tribu existe la relación o patrón moral de solidaridad, que queda perfectamente expresada por el vocablo “hermano” usado con mucha frecuencia entre los negros norteamericanos para señalizar una cercanía excluyente de blancos, latinos, asiáticos, etc., es decir, un “nosotros” que se define en actitud de discriminación (distinción) de los varios tipos de los “otros” como ajenos y también de exclusión de los mismos. Entre esos “otros” están los victimarios del “nosotros”, por ejemplo, los blancos, y también están posibles aliados contra los “otros” victimarios, por ejemplo, latinos. Es, pues, posible que haya “otros” que también son “víctimas” de uno de “los otros”, que, por tanto, también sentirán indignación e ira contra esos “otros” victimarios. Esta estructura o patrón moral relativamente solidario es, precisamente, lo que se expresa en el partido demócrata como alianza de tribus diversas de víctimas indignadas. Todas las tribus de víctimas indignadas, tribus básicas en el sentido discutido arriba, comparten su ira contra la tribu postulada como victimaria general, en el caso que nos ocupa, los blancos “racistas”, “misóginos”, “homofóbicos” e “islamofóbicos” votantes del partido republicano. Por supuesto, en el partido demócrata hay multitud de blancos que son la tribu secundaria constituida por los compañeros de viaje de las tribus básicas, blancos también indignados contra … los blancos presuntos victimarios de negros, latinos, mujeres, asiáticos, trans, etc., aunque en realidad la CRT (Critical Racial Theory) los declara también a ellos, a esos blancos aliados, como victimarios y por eso andan hincando la rodilla en el suelo, entre otras múltiples “señalizaciones de virtud” para intentar satisfacer el ánimo de “reparación” de los “grupos marginales”, es decir, las tribus de víctimas. La tribu aliada, ya sea de los negros, latinos, las mujeres, los trans, o lo que sea, también tiene otro patrón moral, que es parte de su identidad, propio, que no se reduce a la compasión con las “víctimas” —compasión distinta de la solidaridad inter-víctima— y que consiste en la conciencia de culpa, la auto culpabilización. Se trata de lo que McLuhan considera “[…] un sentido profundamente ilocalizable de culpa que algunas veces se expresa él mismo en la actitud del compañero de viaje […]”,[42] es decir, de aliado.

 

La tribu aliada secundaria, es decir, que no es tribu primaria, que no es tribu de víctimas, sino de simples “aliados”, tiene una actitud mental, una psique, de conmiseración, pero además de culpabilidad porque sus integrantes no pueden evitar sentir alguna forma de responsabilidad ―justamente culpabilidad― por la “justa” indignación de una o varias de las tribus primarias. En resumen, las tribus primarias aliadas ―así sea inestablemente porque también entre ellas tienen cuentas pendientes, por ejemplo, la mujeres con los hombres negros, latinos, asiáticos, los indios con los negros o bien los trans “mujeres” con las mujeres que no los reconocen― comparten todas la indignación contra una tribu de presuntos ofensores, de victimarios. Aunque, también entre dichas tribus primarias de ofendidos, de víctimas, haya relaciones no sólo de solidaridad contra los agresores comunes sino también relaciones de víctima/victimario entre esas mismas tribus, por ejemplo, negros y negras contra blancos pero con pendientes entre las negras y los negros, sin dejar de lado que en tanto mujeres, las negras y las blancas tienen pendientes tanto con los negros como con los blancos. Tal, y aún mucho más complejo y dividido, por las religiones, las lenguas, las culturas y la inmigración, es el mundo de las identidades, de las psiques identitarias o neotribales.[43]

 

Del, en esencia, frío cálculo de intereses económicos propio del marco político liberal, democrático, se pasó al iracundo moralismo identitario, donde en principio cada tribu tiene no una sino varias o muchas cuentas pendientes por las ofensas que postula que otra u otras tribus le han infligido o todavía le están infligiendo. Es claro, entonces, que alguien como Kamala Harris puede tener en principio una compleja “maraña de sentimientos y emociones” identitarias que reflejan el tribalismo norteamericano que bloquea o perturba el funcionamiento democrático normal y se expresa en la radicalización alrededor de la elección presidencial de 2020, y los hechos subsecuentes de El Capitolio son en su conjunto correlativos con un gran estado mental o psíquico social de confrontación tribal.

 

McLuhan: hacia la teoría del neotribalismo eléctrico

 

Ahora es necesario recuperar elementos básicos aportados por McLuhan que explican tecnológicamente la génesis y desarrollo del neotribalismo. Ya arriba indicamos la idea central de que tal fenómeno se basa en el retroceso de las tecnologías mecánicas frente al avance de las tecnologías eléctricas, las cuales generan tribalización; y para empezar dicha explicación conviene subrayar que ya en 1964 McLuhan localizó de manera precisa los barruntos del tribalismo radicalizado que hoy se experimenta en especial alrededor del feminismo y de la “obsesión” o “pánico moral” con el racismo.[44]

 

En su Understanding Media, McLuhan evita casi por completo referencias a los eventos políticos del momento, pero en el año de la publicación de la obra, la vida norteamericana estaba fuertemente marcada por la efervescencia alrededor del así llamado movimiento por los derechos civiles en 1963, marcado en particular por la figura de Martin Luther King, una efervescencia para cuyo surgimiento lo que McLuhan llama los “medios eléctricos” desempeñó un papel absolutamente central al hacer públicos los eventos para todos los norteamericanos: “[…] las imágenes […] horrorizaron a los norteamericanos de todos los sectores.”[45] Obviamente se trata de las imágenes televisivas y fotográficas en la prensa y en las revistas ilustradas. Ya en ese año de 1963 había una intensa discusión alrededor de la “segregación [racial] en las escuelas, la educación vocacional, las librerías y otras entidades municipales”,[46] discusión que tendría importantes repercusiones ya que “[…] después del asesinato de Kennedy en noviembre de 1963, su sucesor, Lyndon B. Johnson, invocó la memoria del presidente asesinado para espolear a los legisladores reluctantes a tomar medidas en materia de derechos civiles […]”,[47] lo cual llevó ya en 1964 a la aprobación de la famosa Acta de los Derechos Civiles, de ese año, que en principio acabó con la segregación racial.[48] Es claro que McLuhan estaba al tanto de todo ese contexto, y dada la importancia de la TV y la fotografía por cable para la efervescencia alrededor de dicho movimiento, se explica que McLuhan nos diga que:

 

[…] en tanto contraído eléctricamente, el globo ya no es más que una aldea. La velocidad eléctrica, al acercar entre ellas todas las funciones sociales y políticas en una implosión súbita, ha incrementado la conciencia humana de responsabilidad en un grado intenso. Es este factor implosivo el que altera la posición del negro y del adolescente y de algunos otros grupos. Ya no pueden ser contenidos, en el sentido de una asociación política limitada. Gracias a los medios eléctricos ahora están involucrados en nuestras vidas, como nosotros en las de ellos.[49]

 

El pasaje de McLuhan se refiere a los negros y a otros grupos, incluidos los adolescentes de la época de los “rebeldes sin causa”, y con ellos apunta ya a las ahora llamadas “minorías” que han devenido tribus. Pero lo realmente decisivo es la idea de McLuhan de que la “velocidad eléctrica” tiene el efecto de una “implosión”, ya que “aboliendo ambos, el tiempo y el espacio”[50] en lo que concierne a la circulación de la información, una vez que algo se hace público, queda en principio accesible a todo el mundo y en tiempo real. Por ello, tal implosión hace totalmente insostenible la segregación racial, la “contención” de sectores minoritarios en términos espaciales y políticos. La idea de McLuhan es clave. Gracias a la circulación inmediata ―en tiempo real― de la información, especialmente de las imágenes, es decir, “gracias a los medios eléctricos”, todo el mundo está “involucrado” en la vida de todo el mundo porque en principio todo el mundo sabe lo que le ocurre a todo el mundo, así, “las imágenes provenientes del sur profundo horrorizaron a los norteamericanos de todos los sectores.” No puede extrañar, pues, que la “implosión” eliminadora de la distancia haya “incrementado la conciencia […] de responsabilidad en un grado intenso”, de hecho, desconocido antes de la irrupción de los medios eléctricos.

 

Además del asunto racial, que hoy en día, según vimos arriba, ya llega a ser calificado como una “obsesión”, McLuhan roza el tema del feminismo, del discapacitismo y de la infancia en un importante contexto mediático, al indicarnos que ya la tecnología mecánica, a pesar de la homogeneización detribalizante que conlleva y justamente por ella, prepara las condiciones para el surgimiento de figuras tribales como reacción a la homogeneización. McLuhan nos dice, en efecto, que:

 

[…] si el criminal aparece como un no conformista que es incapaz de corresponder a los requerimientos de la tecnología de que nos comportemos en patrones uniformes y contínuos, el hombre alfabético se inclina totalmente a ver como patéticos a otros que no son conformes [con tales patrones]. Especialmente el niño, el lisiado, la mujer y la persona de color aparecen como víctimas de injustica en un mundo de tecnología visual y tipográfica.[51]

 

Lo cierto es que ya desde la época de McLuhan, una y otra vez han existido discursos que plantean a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes como víctimas de los adultos creadores de “el sistema”,[52] y en el fragmento aparece la idea de la mujer, además de los lisiados, los negros, los latinos y los asiáticos, percibidos como “víctimas de injusticia”. Pero, a diferencia de los muy conocidos discursos feministas que denuncian a los hombres sin más como estructuradores de un “patriarcado sistémico” opresor, y de las ideas como las de la CRT que, análogamente, apuntan a los blancos también como estructuradores de un “racismo sistémico”, y del discapacitismo que plantea algo parecido contra la figura de una “normatividad excluyente”,[53] McLuhan liga la percepción de los grupos correspondientes como “víctimas de injusticia” a las formas o patrones mentales propios de la tecnología mecánica cuyas casos más conspicuos son, según el autor, el alfabeto y la tipografía alfabética. Es la psique transformada como “efecto” subliminal de la “tipografía” y la “industria mecánica” la que demanda de los individuos homogeneidad, uniformidad, continuidad y repetitividad en muchos sentidos tales como la fuerza física personal, los gestos, el aspecto, las capacidades en general.[54] Los que salen de la norma, los por alguna razón no homogéneos tienden a quedar al margen, con lo que “[…] aparecen como víctimas de injusticia en un mundo de tecnología visual y tipográfica”.[55] Serían, pues, los patrones mentales, la psique, condicionada de una manera subliminal por la tipografía alfabética y no una mala voluntad inherente, “sistémica”, la que en un mismo movimiento demanda uniformidad, homogeneidad y por ello hace aparecer a los no homogéneos como “víctimas de injusticia”, ya que en su singularidad o especificidad realmente quedan al margen de lo homogéneo, uniforme, continuo y repetitivo.

 

A continuación, McLuhan apunta a la situación contraria, exactamente contraria, propia de la mentalidad oral o tribal al decirnos que “[…] por otro lado, en una cultura [la tribal oral] que asigna a la gente roles en vez de trabajos, el enano, el deforme, el niño, crean sus propios espacios. No se espera que cuadren en ningún nicho que, de todos modos, no es a su medida”.[56] Entre los casos más conocidos están del bufón de la corte, el loco de la aldea, el lisiado de la familia, el hijo idiota o la hija no casada, etc, quienes, en efecto, “[…] crean sus propios espacios”. Los “roles” son algo propio de las estructuras “corporativas”, como la familia, donde existen, para empezar los roles masculinos y femeninos, o bien propios de la tribu, también con una clara diferenciación de roles masculinos y femeninos, además de muchos roles jerárquicos, empezando por los de mujer y hombre y siguiendo con los de padres e hijos, hijos mayores y menores, etc., para ya no hablar de la aldea y la ciudad medievales, en la que además de los anteriores están los roles del campesino y del artesano de todo tipo, zapatero, carnicero, herrero, etc. McLuhan concibe los roles como funciones sociales diferenciadas, pero interdependientes y complementarias que generan “involucramiento profundo en [la] labor y en la asociación humana”,[57] se trata de hecho de la “lealtad tribal”.[58] Esta, la lealtad tribal, empezando con la familiar, es la forma específica del “involucramiento” arcaico de los unos con los otros.

 

Pero el asunto se hace más interesante cuando recordamos que ya en el primer párrafo del primer capítulo de Understanding Media, McLuhan presenta con toda claridad su idea de que la tecnología mecánica genera “trabajos”, mientras que la tecnología eléctrica genera “roles”,[59] los cuales “[…] nuestra precedente tecnología mecánica había destruido”.[60] Esto resulta concordante con la idea general de que la tecnología eléctrica retribaliza, es decir, genera estructuras análogas a las tribales arcaicas. La clave del asunto es que la tecnología eléctrica genera “espacios propios” de todo tipo, singularizando, diferenciando, deshomogeneizando y desuniformizando.[61]

 

Los espacios morales eléctricos

 

Un tipo particular de estos “espacios” a la medida de los diversos son los morales, es decir, las actitudes o patrones mentales no uniformes, no como son los propios de una nación, sino los de las tribus identitarias. El pasaje más claro en McLuhan al respecto de la formación tecnólogica de los espacios morales, que ahora en la era de las redes sociales llamamos “cámaras de resonancia”, lo encontramos cuando partiendo del ejemplo de la nota telegráfica en el diario[62], McLuhan dice que “[…]lo eléctrico otorga voces poderosas a los débiles y sufrientes […]”[63] porque con la “información instantánea”[64] ocurre que “[…] la gente también deviene instantánea en su respuesta de compasión [por alguien] y furia [contra alguien o algo] […]”.[65] En el último fragmento solo necesitamos cambiar “furia” por el sinónimo “ira” para recobrar la actitud mental o forma psíquica discutida atrás de la dupla propia de la tribu aliada de las víctimas, a saber la dupla de compasión con la víctima A e indignación e ira contra el victimario B. Es claro que “los débiles y sufrientes”, reales o presuntos, como sea, pero que logren aparecer así, como débiles y sufrientes, tienen a los medios eléctricos, el periódico devenido en diario basado en la nota telegráfica, el radio, la televisión y, final y muy especialmente, a las redes sociales, como aquello “eléctrico” que les “[…] otorga voces poderosas […]”.

 

La matriz mediática eléctrica se convierte en una cámara de resonancia gigantesca, un espacio moral y por tanto emotivo, que involucra a todo el mundo en la respuesta dual de compasión y furia ante lo que se percibe como injusticia. Existen los casos claros en los que en principio el mundo entero ―como “aldea global” mcluhanesca― se convierte en tribu aliada de los sufrientes a partir de la información o los meros estímulos instantáneos dados por los medios eléctricos. Dos casos notables del mundo convertido en tribu secundaria, aliada de las “víctimas”, embargado de compasión y de ira, además del sentimiento de culpabilidad propio del “compañero de viaje” de las “víctimas”, son el de la fotografía del niño sirio Aylan Kurdi ahogado en una playa de Turquía y el de la adolescente Greta Thunberg en la ONU. Como es sabido, el primero de esos contenidos mediáticos, el niño ahogado, provocó una oleada de compasión con los refugiados del Medio Oriente en tránsito hacia Europa que acabó en la apertura de las fronteras alemanas y europeas a más de dos millones de migrantes, aunque faltó un objeto de la ira claramente definido dado que había muchos actores involucrados en la guerra siria que generó la migración. En lugar de un victimario o agresor claro, lo que quedó en la conciencia colectiva fueron las “víctimas de la guerra”. El segundo contenido mediático, la adolescente Greta vociferante en la ONU transmitida en tiempo real, generó la solidaridad del tipo proxi o vicario con Greta en el lugar de “la naturaleza” y además la ira correspondiente ―solo hay que ver las imágenes de las airadas manifestaciones juveniles ecologistas en Europa― contra “el sistema que destruye la naturaleza” y, correlativamente, la “naturaleza víctima del sistema”.

Del surgimiento de las tribus eléctricas a su transformación en tribus digitales

 

El impulso de las tecnologías mecánicas hacia la homogeneización y la uniformidad genera ya por sí mismo, al margen de los medios eléctricos, una desventaja para todos aquellos que tienen dificultades de cualquier tipo para conformar con la homogeneización y la uniformidad. Esos serían, de acuerdo con McLuhan lo que ahora se considera sectores marginales.[66] Los individuos de dichos sectores pueden con facilidad identificarse a sí mismos como atropellados, ofendidos, es decir, como “débiles y sufrientes”. Esta doble calidad está ya dada por su situación de no conformidad con los patrones de homogeneidad y uniformidad que los pone en desventaja contra los sujetos homogéneos, en Occidente generalmente los hombres blancos heterosexuales. Ahora bien, para que dichos individuos no conformes dejen de ser un simple sector en desventaja y devengan tribus identitarias lo primero que se necesita es que dichos sectores efectivamente se conviertan en grupos cuyos miembros se identifiquen a partir de la situación de desventaja común sabiendo los unos de los otros. Esta conciencia de los unos acerca de los otros como iguales en tanto el mismo tipo de víctimas de algo, convierte a un sector marginal en una tribu o grupo identitario. Se trata de un fenómeno psíquico en tanto forma o patrón cognitivo, y tal patrón lo bloquean los medios mecánicos ya que estos “fragmentan en el tiempo y en el espacio”,[67] es decir, separan, pero los medios eléctricos sí que lo posibilitan porque ya la simple presentación pública nacional y global de situaciones de desventaja mediante imágenes es, metafóricamente, “otorgar voces poderosas a los débiles y sufrientes”. A esto se agrega que los medios eléctricos tienen calidad audiovisual, es decir, en general no presentan solo imágenes sino también voces y sonidos en el sentido estricto de la palabra, de manera tal que el radio y la televisión están llenos de reportajes entrevista sobre todo tipo de suceso capaz de generar compasión e ira.[68] Lo que ocurre, pues, es que, gracias a “lo eléctrico”, individuos de los sectores marginales se convierten en contenidos mediáticos eléctricos, es decir, delocalizados, porque lo que le pasa a cualquiera de esos individuos lo puede saber no solo todo el mundo una vez que eso está en los medios, sino en particular los individuos que sufren la misma desventaja. Con eso está dado el material para la formación tanto de la tribu principal, la identitaria, como de la tribu secundaria, la solidaria. Nótese que la dimensión cognitiva, es decir, del saber sobre cierto tipo de víctimas, conduce al patrón moral emotivo tripartita de la tribu solidaria que siente al mismo tiempo a) compasión con las víctimas, b) indignación que deviene ira contra los victimarios, y c) también culpabilidad, así sea porque sabe de las víctimas y siente que debe de tomar posición y hacer algo,[69] es decir, experimenta el sentimiento de culpabilidad que solo se acalla convirtiéndose en “compañero de viaje” de las víctimas. Por supuesto, el caso de las víctimas se tiene el patrón moral de compasión y solidaridad inter víctima aunada a la indignación e ira correspondientes. Correlativamente puede presentarse un sentido de culpabilidad intensificado si no se hace nada ante los eventos que sufren miembros de la tribu. En este caso, la falta de acción puede generar un sentimiento de culpabilidad potenciado hasta el de traición a la tribu, correlativo con el de desprecio de parte de los militantes de la tribu del caso. El sector marginal queda dividido en la tribu y sus “traidores”, por ejemplo, BLM y los negros o latinos que votaron por Trump.

 

Hasta este punto queda claro que los medios eléctricos tradicionales que existían hasta el momento en que McLuhan publicó UM, es decir 1964, a saber el diario con la cable foto, el radio y la televisión generan los patrones cognitivos y morales que posibilitan que lo que es un mero sector social marginal se convierta en una tribu identitaria gracias a que la matriz mediática lleva a los individuos de dicho sector al estado psíquico compartido discutido arriba en el que privan la solidaridad inter tribu y la ira conta un victimario, todo esto al tiempo que lleva a muchos observadores externos al sector marginal a convertirse en una tribu solidaria. Sin embargo, las redes sociales generaron un cambio que intensifica la fortaleza de las tribus, y es que ya no solo se tiene un saber, una conciencia sobre las víctimas que las convierte en grupos tribales tanto a ellas como a sus aliados. Con las redes sociales además del saber de su situación común, los individuos de un sector marginal ahora pueden entrar en contacto, no solo son ya un grupo de conciencia sino directamente un grupo de agencia por el simple hecho de que del saber mutuo pasaron al contacto, a la interacción entre ellos, y lo mismo vale para el grupo de los aliados ―que por definición no pertenecen al sector marginal―. Se pasa, pues, de la tribu eléctrica pasiva mediáticamente a la e tribu o tribu digital activa mediáticamente, de la tribu eléctrica de conciencia a la tribu electro digital de agencia.

 

Ciertamente, los eventos callejeros de 1963 alrededor de Martin Luther King y otros líderes eran también una forma de contacto y de interacción entre mucha gente, pero eran tanto intermitentes como fugaces. En contacto más o menos permanente solo se mantenían los activistas, pero no los individuos del sector marginado, en este caso los negros. Los aliados difícilmente entraban en contacto entre ellos o con la tribu identitaria. Algo análogo se presentó en la primavera de 2020 en los eventos alrededor de la muerte del negro G. Floyd en Minneapolis, pero ahora había una diferencia fundamental, a saber, las redes sociales. Estas posibilitan un contacto de hecho permanente entre los interesados en cualquier tipo de eventos, un contacto en tiempo real y delocalizado. No hay que ir al Monumento a Lincoln o a determinada ciudad y a cierta hora, estar ahí, para entrar en contacto.

 

El hecho relevante es que a diferencia de la formación de intereses tradicional, que se reunía localizadamente, digamos como sindicato en el local sindical, como pobladores de algún lugar, a alguna hora determinada, etc., ahora se tiene una formación identitaria que antes de tener intereses comunes siente agravios comunes y, además, los involucrados no necesitan reunirse en ningún lugar ni en ningún horario para expresar con la mayor emotividad posible su indignación. Un grupo de Facebook les da ―como ocurrió con los chalecos amarillos en Francia y sus grupos en esa red[70] ―la oportunidad de estar en contacto en tiempo real y delocalizadamente, es decir, en cualquier horario y sin lugar alguno, solo en contacto online, y el contacto es, especialmente, expresar indignación e ira propias y saber de la de otros, compartir, más que ideas y propuestas, una emotividad. El contacto digital, online, es, sobre todo, contagio emocional, como en el caso de una multitud offline.

 

Aclaremos, sin embargo, que grupos en Facebook ―o en otras redes sociales― hay de varios tipos, unos de ellos son grupos de intereses, por ejemplo, por la astrofotografía. Pero otros, los relevantes para este trabajo, son tribus, es decir, grupos identitarios, cuya identidad se define por alguna o varias características indeponibles que apartan a sus miembros de las condiciones de homogeneidad, como ocurre con los famosos grupos de mujeres negras en Facebook. A ellas, como grupo, no les interesa la fotografía, pero sí que son mujeres y negras y en tanto tales no son homogeneizables con los hombres ni con los blancos. Aun teniendo los mismos derechos legales, como ciudadanos, que aquellos siguen siendo algo esencialmente diferente de ellos. Si bien un grupo de los chalecos amarillos es muy militante y actúa con la radicalidad de una tribu, en realidad no es una tribu sino solo un grupo de intereses, por importante y por militante que sea. Ser chaleco amarillo no es un ser indeclinable sino defender un conjunto de intereses perfectamente deponibles, mientras que ser mujer negra de un grupo de Facebook sí que es una identidad que define el ser esencial de los miembros del grupo, es origen y destino; tal grupo sí es una tribu, una neotribu. En realidad, es una parte de la tribu de todas las mujeres negras, aun de las que no están en ese grupo de Facebook. Lo importante aquí es que en contacto o no por Facebook, ya el solo saber de la existencia de las unas por las otras a través de los medios eléctricos ―el diario, el radio, la TV, todos estos alojados tanto en la WEB como incrustados en las redes sociales―, les da la actitud mental de ofendidas, indignadas y furiosas, según el caso y el momento. Esa actitud o estado mental común en la emotividad es su tribalidad, pero además ahora interactúan realmente de manera permanente online. Ahora la tribalidad eléctrica adquiere una dimensión conductual emotiva como interacción. No solo saben de su situación común, sino que actúan con base en ella contagiando emotividad porque están en contacto permanente. Podemos decir que “lo eléctrico”, en este caso las redes sociales, no solo les “otorga voces poderosas a los débiles y sufrientes” sino que los mantiene en contacto altamente emotivo entre sí y, opcionalmente, con sus aliados. Son una tribu en el saber, en la emoción y en el actuar. La tribu como dimensión psíquica tiene ahora una dimensión existencial, extra psíquica permanente, así sea meramente en acciones online. Son una entidad real, actualmente online y de manera permanente: siempre ahí, interactuando en el éter digital y, en esa interactuación constituyendo una psique emotiva mediante un contagio que procede no solo de saber de lo offline sino de saber y actuar online.

 

Un factor para tener en cuenta es que la interactuación online convierte al grupo en una cámara de resonancia, la cual es un análogo a una muchedumbre real sintonizada que se autoconfirma en sus sentimientos, actitudes, creencias y acciones. Ahora la tribu en su presencia digital en las redes sociales, por ejemplo, en grupos de Facebook o como trending topics en Twitter, también se autoconfirma en las dimensiones mencionadas, pero de manera permanente. En tanto cámara de resonancia eléctrica ―digital, para ser más precisos― la tribu no solo tiene voces poderosas sino que es una unión actuante, permanente y delocalizada muy poderosa en la medida de su emotividad, del contagio emotivo que es capaz de generar. Lo eléctrico en su versión digital como redes sociales les da a los presuntos débiles y sufrientes, a los agredidos ―ya sean los grupos marginales, pero también los nativistas trumpistas, por ejemplo― no solo voces sino también uniones interactuantes poderosas. Un tema adicional, que ya desarrollamos en otra parte, es que esta actuación está bajo la irreflexividad y la emotividad que hace que el partidarismo de las tribus llegue a un punto de radicalización extrema, incontrolable, que a la corta o a la larga la emotividad irreflexiva haga imposible todo acuerdo, con consecuencias fatales para la democracia.[71]

 

El caso del “Estado islámico”, ISIS, muestra que, gracias a la interconexión digital global, mediante la cual todo el mundo se entera de todo, incluso sin entrar en contacto alguno, ya sea offline u online, gente con intereses, ideas y actitudes similares puede construir una identidad común operativa ―como lucha terrorista― con solo y que haya un referente común, en este caso las ideas del Estado islámico y de la lucha por el mismo. Este es un caso extremo de cómo “lo eléctrico les otorga voces poderosas a los débiles y sufrientes”, de tal manera que, de simples sectores de individuos real o supuestamente ofendidos, convertidos en víctimas, pasan a ser tribus eficientes aún sin contacto personal alguno y careciendo de referencia a todo lugar.

 

La asimetría tribal: hay de tribus a tribus

 

Como ya lo señalamos, en los EE. UU., los blancos heterosexuales, hombres y mujeres forman en principio una tribu reactiva. Ellos están iracundos no porque sean de manera simple víctimas de alguien sino debido a ser los agredidos por ser vistos como victimarios. Esta, su situación de ser percibidos como victimarios impide que tengan alguna tribu aliada, por el contrario, lo que hay es una gran alianza de tribus contra ellos ―por contradictoria e inestable que sea esta alianza amplia―. Bajo esta presión general contra los blancos, es más fácil que contingentes amplios del grupo se pasen al “enemigo” como compañeros de viaje, dado que sufren de una gran conciencia de culpabilidad múltiple, tendencialmente respecto de todos los sectores marginales. El neotribalismo norteamericano u occidental no es simétrico, se trata de estados mentales diferentes, pero en todos ellos domina la ira, por eso vivimos en la “era de la ira”. Por lo menos desde Obama es ya claro que los blancos están a la defensiva, reaccionando al ascenso de las identidades “marginales”.

 

El neotribalismo como fuerza disolvente de la unidad nacional

 

Al inicio de este trabajo dijimos que McLuhan ofrece una explicación tecnológica del “ascenso de la política de la identidad” (Fukuyama). Pero esa misma explicación tecnológica deja claro en principio que la forma nación norteamericana, en contra de lo que desea y propone Fukuyama, no puede ser reconstruida. Según la teoría de McLuhan, por una dinámica puramente tecnológica, por razón de un choque de formas tecnológicas, la forma tribalismo eléctrico destruye la forma mecánica nación, al margen de los contenidos de las tribus involucradas, de sus especificidades. Eso es lo que se desprende del siguiente pasaje central de UM en el marco de la problemática que nos interesa:

 

Mientras que los occidentales alfabetizados siempre han idealizado la condición de la integración de las razas, ha sido [justamente] su cultura alfabética la que hizo imposible la uniformidad real entre ellas. El hombre alfabético sueña naturalmente con soluciones visuales [de uniformidad y homogeneidad] a los problemas de las diferencias humanas [por ejemplo, el comunismo]. Al final del siglo XIX tal tipo de sueños sugirió atuendos y educación similares para ambos, los hombres y las mujeres. El fracaso de los programas de integración sexual ofreció el tema para gran parte de la literatura y el psicoanálisis del siglo XX. La integración racial, sobre la base de la uniformidad racial, es una, extensión de la misma estrategia cultural del hombre alfabético, para el cual las diferencias siempre son algo que tiene que ser erradicado, tanto en el sexo como en la raza y en el espacio y en el tiempo. El hombre electrónico, dado que cada vez se involucra más profundamente en las realidades la condición humana, no puede aceptar la estrategia cultura alfabética.[72]

 

La oración enfatizada es catastrófica, indica, simplemente, que la forma nación, la de una homogeneidad y continuidad “como un sentido de identidad y propósito nacionales”, según propone Fukuyama, es imposible. El “hombre electrónico” no está para homogeneidades, su psique no las soporta porque va perdiendo el condicionamiento alfabético. McLuhan continúa, diciendo que:

 

[…] el negro rechazará un plan de uniformidad visual tan definitivamente como antes lo hicieron las mujeres, y por las mismas razones. Las mujeres consideraron que habían sido despojadas de sus roles distintivos y que habían convertido en ciudadanos fragmentados en ‘el mundo del hombre’. La aproximación a estos problemas en términos de uniformidad y homogeneización social es la presión final de la tecnología mecánica e industrial [“ahora en retroceso”]. Sin moralizar, se puede decir que la época eléctrica, al involucrar a todos los hombres profundamente a los unos en los otros, rechazará tales soluciones mecánicas. Es más difícil proveer singularidad y diversidad que imponer los patrones uniformes de la educación de masas; pero son [precisamente] la singularidad y diversidad las que como nunca antes pueden ser fomentadas bajo condiciones eléctricas.[73]

 

Sin entrar en mayores consideraciones aquí, la idea final es muy clara: la tecnología eléctrica erosiona la homogeneidad y la uniformidad necesarias para el acuerdo nacional que le preocupa a Fukuyama. La tecnología eléctrica crea la psique de la diversidad, de la identidad singular en tanto particular, del hombre neotribal, psique que es incompatible con la psique de la uniformidad y la homogeneidad nacionales. En su radicalización emotiva irreflexiva, la psique e-tribal correlativa con las redes sociales impedirá todo acuerdo nacional como el añorado por Fukuyama. En la matriz tecnológica formada por la WEB, el teléfono inteligente y las redes sociales, la forma nación y el medio democracia, no tienen futuro. En principio la subjetividad e-tribal es el verdugo de la democracia.[74]

Bibliografía

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  17. McCartney, Jenny. “The dangers of Twitter”, UnHeard (2021), https://unherd.com/2021/07/how-dangerous-is-twitter/?tl_inbound=1&tl_groups[0]=18743&tl_period_type=3&mc_cid=52bf39adf2&mc_eid=651ef17610 (Consultado el 12 de noviembre de 2021).
  18. McLuhan, Marshall, Understanding Media. The Extensions of Man [1964], MIT Press, Cambridge, MA, 1994.
  19. Menczer, Filipo; Hills, Thomas. “Information Overload Helps Fake News Spread, and Social Media Knows It”, Scientific American (2020), https://www.scientificamerican.com/article/information-overload-helps-fake-news-spread-and-social-media-knows-it/ (Consultado el 18 de marzo de 2021)
  20. Müller, John, “Pablo Malo: La moralidad se ha desparramado por todos lados”, ABC (2021), https://www.abc.es/sociedad/abci-pablo-malo-moralidad-enf-202111032026_noticia.html (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
  21. Navarro, Beatriz, “Biden y Harris, más diversidad religiosa a la carrera presidencial”, La Vanguardia (2020), https://www.lavanguardia.com/internacional/20201008/483925518515/biden-harris-mas-diversidad-religiosa-carrera-presidencial.html (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
  22. Ungar-Sargon, Batya, “How Journalism Abandoned the Working Class”, Common Sense (2021), https://bariweiss.substack.com/p/how-journalism-abandoned-the-working (Consultado el 11 de noviembre de 2021).

 
Notas

[1]Fukuyama, Francis, “Francis Fukuyama on the end of America hegemony”, The Economist, https://www.economist.com/by-invitation/2021/08/18/francis-fukuyama-on-the-end-of-american-hegemony (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
[2] Idem. Véase especialmente su texto “Against Identity Politics. The New Tribalism and the Crisis of Democracy”, Foreign Affairs, https://www.foreignaffairs.com/articles/americas/2018-08-14/against-identity-politics-tribalism-francis-fukuyama (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
[3] Fukuyama, Francis, “Francis Fukuyama on the end of America hegemony”, ed. cit.
[4] Idem., A menos que se indique otra cosa, las cursivas al interior de una cita son nuestras.
[5] Idem., Véase Chua, Amy. “Tribal World. Group Identity Is All”, Foreign Affairs, https://www.foreignaffairs.com/articles/world/2018-06-14/tribal-world?fa_anthology=1122622 (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
[6] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 344.
[7] Ibidem, p. 170. Véase: “Los principios tipográficos de uniformidad, continuidad y linealidad se superpusieron a las complejidades de la vieja sociedad feudal y oral.” (Ibidem, p. 14). Se trata, según McLuhan, de que “[…] una jerarquía del tipo tribal y feudal colapsa rápidamente cuando choca con un medio […] del tipo mecánico, uniforme y repetitivo.” (Ibidem, p. 24) Por ello, un gran tema en Understanding Media es la “[…] detribalización mediante la alfabetización y sus efectos […] sobre el hombre tribal” (Ibidem, p. 16).
[8] Cfr. Ibidem, p. 49f.
[9] Ibidem, p. 344.
[10] Ibidem, p. 24.
[11] Ibidem, p. 4.
[12] Idem.
[13] Ibidem, p. 155.
[14] Véase Fukuyama, Francis. “Against Identity Politics. The New Tribalism and the Crisis of Democracy”, ed. cit.
[15] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 17.
[16] En “Against Identity Politics”, Fukuyama explica el “ascenso de la política de la identidad” como fenómeno occidental global con su teoría sobre la dignidad lastimada de diferentes grupos sociales. Básicamente se trataría de dos aspectos. Por un lado grupos que se perciben como ofendidos o en desventaja histórica de diversa índole procesan su situación como una ofensa a su dignidad y se agrupan con los que se sienten como ellos formado las tribus de las “minorías”, donde minoría más que un elemento cuantitativo expresa una situación cualitativa, de desventaja u opresión tradicionales. Por otro lado estarían los que perciben los cambios económicos producidos por la globalización y la tecnología, así como el avance de las “minorías”, como una agresión a su estatus, estos formarían la tribu de la “mayoría” tradicional blanca, masculina, cristiana. Estos elementos explicativos nos parecen correctos Sin embargo, no tienen efecto sin la mediación tecnológica que será discutida abajo. En la dinámica de dignidades ofendidas interpretada por Fukuyama, la tecnología apenas juega papel alguno, a lo más como catalizador. Así, Fukuyama nos dice que “[…] las redes sociales y el internet han facilitado la emergencia de comunidades autocentradas aisladas no por barreras físicas sino por identidades compartidas.” (“Against Identity Politics”, ed. cit.)
[17] Fukuyama, Francis, “Against Identity Politics”, ed. cit.
[18] Ibidem.
[19] Idem., Ver en el epílogo de Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit., el tema de la “forma nación” como un “marco comunicativo”.
[20] Respecto de la crisis en que la dinámica identitaria ha puesto a la academia, Jonathan Haidt ha dado muchos elementos (véase Haidt, Jonathan. “Monomania Is Illiberal and Stupefying”, Persuasion, https://www.persuasion.community/p/haidt-monomania-is-illiberal-and (Consultado el 11 de noviembre de 2021)), mientras que respecto de la crisis de los medios de comunicación tradicionales véase Carrillo Canán, Alberto, “Los chalecos amarillos, Trump y la antipolítica” (Parte 1 y 2), Reflexiones Marginales, https://reflexionesmarginales.com/ (Consultados el 11 de noviembre de 2021).
[21] Sobre este tema véase Leonhardt, David, “¿Qué pasa en Scarsdale? Las confrontaciones demócratas con los votantes de la clase trabajadora parecen empeorar”, The New York Times, https://www.nytimes.com/2021/11/04/briefing/democrats-election-working-class-voters.html (Consultado el 11 de noviembre de 2021). Ahí se señala que “[…]en gran parte del siglo 20 los demócratas fueron el partido de la clase trabajadora, mientras que los republicanos eran el partido de los profesionales suburbanos. Sin embargo en las décadas recientes la política ha cambiado. […]. ‘Conforme creció su número, los graduados universitarios adoptaron crecientemente normas culturales liberales [identitarias, como, por ejemplo, el feminismo] al tiempo que ganaban el poder para empujar hacia la izquierda al partido demócrata, […] como un resultado parcial grandes porciones de la base tradicional de la clase trabajadora del partido defeccionaron hacia los republicanos.’ […] Tales defecciones se incrementaron en la década pasada.” Digamos de pasada que exactamente el mismo transvase de los trabajadores de observa en el Reino Unido, de los laboristas hacia los tories. Véase Embery, Paul. “Labor isn’t working”, UnHerd, https://unherd.com/2021/05/labour-isnt-working/ (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
[22] Véase: “La raza desempeña aquí un papel importante. Los republicanos – incluyendo Donald Trump pero no solamente él – han ganado más votos de la clase trabajadora en parte por apelar a la identidad blanca.” (Leonhardt, David, “¿Qué pasa en Scarsdale?”, ed. cit.)
[23] Fukuyama, Francis, “Against Identity Politics”, ed. cit. En general el texto de Leonhardt, al que referimos en las dos últimas citas, se centra en que “[…] los asuntos de bolsillo no son los únicos razonables alrededor de los cuales vota la gente.” (Idem) Y esa es justamente la erosión democrática porque sobre el bolsillo se puede negociar, no sobre la identidad. Votar sobre la identidad solamente produce polarización radicalizada irreductible, coaliciones de tribus en las que los individuos como tales no cuentan, solo como miembros de tribus.
[24] Véase también la mezcla religiosa que Biden y Harris son como pareja al frente de La Casa Blanca. (Navarro, Beatriz. “Biden y Harris, más diversidad religiosa a la carrera presidencial”, La Vanguardia, https://www.lavanguardia.com/internacional/20201008/483925518515/biden-harris-mas-diversidad-religiosa-carrera-presidencial.html (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
[25] Menczer, Filipo; Hills, Thomas. “Information Overload Helps Fake News Spread, and Social Media Knows It”, Scientific American (2020), https://www.scientificamerican.com/article/information-overload-helps-fake-news-spread-and-social-media-knows-it/ (Consultado el 11 de noviembre de 2021)
[26] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 53.
[27] Véase McLuhan: “La alfabetización crea tipos mucho más simples de personas que las que se desarrollan en la red compleja de las sociedades tribales y orales ordinarias. Porque el hombre fragmentado crea al mundo occidental homogeneizado, mientras que las sociedades orales están constituidas por gente diferenciada, no por sus habilidades especializadas o sus marcas visibles, sino por sus mezclas emocionales únicas. El mundo interior del hombre oral es una maraña de emociones y sentimientos complejos que el hombre occidental práctico erosionó o suprimió hace mucho tiempo dentro de sí mismo en aras de la eficiencia y la practicidad.” (Ibidem, p. 50) En el caso de Harris los católicos han levantado muchas dudas acerca de sus lealtades, por supuesto que los blancos pueden tener las dudas correspondientes. Véase, por ejemplo, “Kamala Harris, culmen del fanatismo anti-católico”, Infovaticana, https://infovaticana.com/2020/10/25/kamala-harris-culmen-del-fanatismo-anti-catolico/ (Consultado el 11 de noviembre de 2021) ¿En caso de conflicto identitario funcionará como un simple ciudadano o según alguna de las emociones de su mezcla identitaria única? Nótese que tener varias identidades realmente activas puede ser conflictivo como tener dos o más nacionalidades, varias lealtades diferentes.
[28] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 49.
[29] Ibidem, p. 248.
[30] Para salir al paso de una objeción aquí razonable, digamos que evidentemente las tribus son un fenómeno real del mundo social, antropológico, pero nos interesa resaltar que es un fenómeno material correlativo con un fenómeno mental que fundamenta al real La existencia de tribus se correlaciona con la mentalidad correspondiente, no es posible sin ella. Lo que sin la mentalidad correspondiente solo es un sector social, dada la mentalidad necesaria se convierte en una tribu.
[31] Ibidem, p. 92.
[32] Ibidem, p.19.
[33] Sobre esto ver Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit., sección 3.2: “La psique social y la subjetividad”, p. 72. En McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., encontramos expresiones como “procesamiento visual de la psique humana por medios alfabéticos” (Ibidem, p. 92) o bien “los efectos psíquicos y sociales de los medios” (Ibidem, p. 11), y análogamente, “los efectos de la tecnología en la formación y manifestación psíquicas” (Ibidem, p. 16), o bien “las consecuencias psíquicas de toda tecnología nueva” (Ibidem, p. 67), así como de “la psicología humana y social resultante de la tipografía” (Ibidem, p. 19)
[34] Ver Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit., primer capítulo “McLuhan, Flusser y la aproximación mediática a la mente”, p.23.
[35] Müller, John, “Pablo Malo: La moralidad se ha desparramado por todos lados”, ABC, https://www.abc.es/sociedad/abci-pablo-malo-moralidad-enf-202111032026_noticia.html (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
[36] Ver Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit., “Los ‘chalecos amarillos’ y Facebook. Una forma social correlativa con una forma mediática”, p.203.
[37] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 51.
[38] Recordando la máxima de inspiración aristotélica de que “nada en la mente que no pase por los sentidos”, podríamos decir que “nada en las calles que no pase por la mente”.
[39] Justamente aquí es telégrafo, pero culminando con las redes sociales, “[…] otorgan voces poderosas a los débiles y los sufrientes […]” (Ibidem, p. 253).
[40] Ibidem, p. 301.
[41] Para este movimiento teórico práctico es para lo que sirven la CRT (Critical Racial Theory) que postula el racismo “sistémico” y también el feminismo que postula el patriarcado “sistémico”.
[42] Ibidem, p. 301.
[43] En el esbozo de estructuras o formas psíquicas del tribalismo recién ofrecido faltan casos como los ambientalistas, que son una tribu que se asume como vicaria de la naturaleza y se indigna en su nombre; son podemos decir víctimas vicarias o proxi, y su estructura mental es una ligera variación de lo ya discutido. Los animalistas son un caso análogo y hay todavía otras como los vegetarianos y los veganos, y muchas más como las feministas anarquistas o las feministas animalistas que se indignan por el sacrificio de animales hembra como vacas y gallinas. Esas y muchas tribus y subtribus más, como dice Fukuyama, están “[…] fracturando a las sociedades democráticas en segmentos basados en identidades cada vez más estrechas, que amenazan la posibilidad de la deliberación y la acción colectiva por la sociedad como un todo.” (Fukuyama, Francis, “Against Identity Politics”, ed. cit.)
[44] Ungar-Sargon, Batya. “How Journalism Abandoned the Working Class”, Common Sense, https://bariweiss.substack.com/p/how-journalism-abandoned-the-working (Consultado el 11 de noviembre de 2021).
[45] Véase “The Civil Rights Movement And The Second Reconstruction, 1945—1968”, History, Art & Archives, U.S. House of Representatives, https://history.house.gov/Exhibitions-and-Publications/BAIC/Historical-Essays/Keeping-the-Faith/Civil-Rights-Movement/ (Consultado el 11 de noviembre de 2021). “En abril de 1963, Martin Luther King Jr. lideró una gran protesta en Birmingham, Alabama, que culminó brutalmente. El comisario de policía de Birmingham Eugene (Bull) Connor soltó perros policía y caballos blindados contra los protestantes pacíficos. Las imágenes provenientes del sur profundo horrorizaron a los norteamericanos de todos los sectores. En agosto de 1963 King y otros líderes civiles organizaron (lo que hasta ese momento había sido) la manifestación más grande en la capital: la Marcha sobre Washington por Trabajo y Libertad. Dirigiéndose a cientos de miles de seguidores desde la escalinata del monumento a Lincoln, el renombrado líder de un movimiento que rivalizaba con su modelo, Mahatma Gandhi, pronunció su famoso discurso ‘tengo un sueño’.”
[46] Idem.
[47] Idem.
[48] Véase: “El 10 de febrero de 1964 el congreso, por 290 contra 130, aprobó la Carta de los Derechos Civiles de 1964 […]. En su alcance y sus efectos la carta estuvo entre las leyes de mayor alcance en la historia legislativa de los EEUU. Contiene secciones prohibiendo la discriminación en los alojamientos públicos, en las instalaciones estatales y municipales, incluyendo las escuelas, y […] en cualquier programa que reciba fondos de ayuda federal. La carta también prohibió la discriminación en las contrataciones y en el empleo, creando la Comisión para la Igualdad de Oportunidades de Empleo para investigar la discriminación en los lugares de trabajo.” (Idem.)
[49] Cursivas de McLuhan, Understanding Media, ed. cit., p. 5.
[50] Ibidem, p. 3.
[51] Ibidem, p. 17.
[52] Un ejemplo lo encontramos en el espíritu de la famosa canción The Wall, de Pink Floyd:  “We don’t need no education —We don’ need no thought control … Teachers, leave them kids alone— Hey, teachers, leave those kids alone … ”
[53] Véase, por ejemplo, “El discapacitismo refiere a las prácticas opresivas de la sociedad contemporánea que amenazan con excluir, erradicar y neutralizar a aquellos individuos, cuerpos, mentes y prácticas comunitarias [las víctimas A discutidas arriba] que fracasan en cumplir el imperativo capitalista [el victimario B discutido arriba] […]”. Goodley, Dan, Dis/Ability Studies: Theorizing Disableism and Ableism, ed. cit., p. XI. Véase también Campbell, Fiona, Contours of Ableism: The Production of Disability and Abledness, ed. cit.
[54] Véase: “Los países ‘atrasados’ necesitan mucho tiempo para lograr el ‘despegue’ económico porque no atraviesan el procesamiento extensivo de la imprenta con su condicionamiento psicológico en los modos de la uniformidad y la repetitividad.” (McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 136.u) Se trata de “[…] siglos de condicionamiento tipográfico en patrones de uniformidad lineal y repetitividad fragmentaria” (Ibidem, p. 229s.) porque la “era de Gutenberg” (Ibidem, p. 97) tiene como las “características primarias de homogeneidad, uniformidad y continuidad” (Idem) A fin de cuentas, se trata de que “[…] si retrocedemos en el prolongado desarrollo de la alfabetización y la imprenta, podemos ver fácilmente como estas formas produjeron el elevado grado de uniformidad y homogeneidad sociales que son indispensables para la industria mecánica.” (Ibidem, p. 352)
[55] Ibidem, p. 17. Señalemos que la disciplina mecánica de la industria y la administración exige un sentido del tiempo igualmente mecánico, es decir, homogéneo, continuo, uniforme, repetitivo, y los sectores marginados tienden a vivir en la inmediatez, en el ahora eterno, tema que no podemos desarrollar aquí.
[56] Idem.
[57] Ibidem, p. 7.
[58] Ibidem, p. 236.
[59] Ibidem, p. 7.
[60] Idem.
[61] Véase: “El ferrocarril [tecnología mecánica] requiere espacio económico y político uniforme. Por el otro lado, el avión [alta velocidad y por tanto “compresivo”] y el radio permiten máxima discontinuidad y diversidad en la organización espacial.” (Ibidem, p. 36) La razón general es que “[…] la ausencia de homogeneidad en la velocidad del movimiento de la información crea diversidad en los patrones de organización.” (Ibidem, p. 91). Nótese por lo pronto que la tecnología mecánica concuerda y requiere de la uniformidad y la homogeneidad económica y política, lo contrario de una política tribalizada. Prácticamente como un teorema general McLuhan postula que contra la homogeneidad – y la estandarización – y uniformidad y continuidad y repetitividad mecánicas, la tecnología eléctrica promueve la unicidad o singularidad y la diversidad: “Sin moralizar, se puede decir que la época eléctrica, al involucrar profundamente a todos los hombres los unos en los otros, rechazará tales soluciones mecánicas.” (Ibidem, p. 316)
[62] McLuhan distingue perfectamente entre el periódico – mensual, semanal, etc. – y el diario, justamente el informativo impreso cotidiano. Este último empezó, y así fue durante muchas décadas, basado en el telégrafo. Este fue lo que posibilitó el “periódico diario” (Ibidem, p. 209) o “el ‘periódico de hoy’” (Ibidem, p. 193), con lo que surgió la experiencia de que nada es “tan rancio como el periódico de ayer” (Ibidem, p. 280).
[63] Ibidem, p. 253.
[64] Ibidem, p. 254.
[65] Idem.
[66] Fukuyama utiliza la expresión “marginalizados”, que sugiere el resultado de una acción consciente. Nosotros usamos la expresión “marginales” que es más acorde con la noción de un proceso automático, fuera del control de nadie, un simple pero potente “efecto” tecnológico, automaticidad que es parte esencial de la mediología mcluhaniana en sus consecuencias psíquicas y sociales.
[67] Véase: “[…] la técnica de fragmentación que es la esencia de la tecnología mecánica.” (Ibidem, p. 8)
[68] Véase la idea de McLuhan de que “las verdaderas noticias son las malas noticias” (Ibidem, p. 205). En nuestro texto “Los chalecos amarillos, Trump y la antipolítica. Segunda parte”, ed. cit., hemos analizado detenidamente este fenómeno.
[69] Recuérdese: “[…] en tanto contraído eléctricamente, el globo ya no es más que una aldea. La velocidad eléctrica, al acercar entre ellas todas las funciones sociales y políticas en una implosión súbita, ha incrementado la conciencia humana de responsabilidad en un grado intenso.” (McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 5)
[70] Ver el capítulo 11 en Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit, “Los chalecos amarillos y Facebook”.
[71] Sobre esto véase en especial el capítulo 12 de Carrillo Canán, Alberto, McLuhan y la subjetividad mediática trascendental, ed. cit., La “época eléctrica”, la forma moral y la forma política; también el capítulo 13 del mismo libro, Los “medios eléctricos” y la época de la ira. La forma política en el entorno digital.
[72] McLuhan, Marshall, Understanding Media, ed. cit., p. 316.
[73] Idem.
[74] Eso explica los importantes artículos sobre el efecto de las redes sociales sobre la democracia. Aquí solo remitimos a cuatro de ellos: LaFrance, Adrienne. “Facebook is a Doomsday Machine”, The Atlantic, https://www.theatlantic.com/technology/archive/2020/12/facebook-doomsday-machine/617384/ (Consultado el 12 de noviembre de 2021); Haidt, Jonathan; Rose-Stockwell, Tobias. “The Dark Psychology of Social Networks”, The Atlantic, https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2019/12/social-media-democracy/600763/ (Consultado el 18 de marzo de 2021); Behr, Rafael. “How Twitter poisoned politics”, Prospect, https://www.prospectmagazine.co.uk/magazine/how-twitter-poisoned-politics (Consultado el 12 de noviembre de 2021); y McCartney, Jenny. “The dangers of Twitter”, UnHeard, https://unherd.com/2021/07/how-dangerous-is-twitter/?tl_inbound=1&tl_groups[0]=18743&tl_period_type=3&mc_cid=52bf39adf2&mc_eid=651ef17610 (Consultado el 12 de noviembre de 2021). Respecto de la teoría mediológica de inspiración kantiana sobre la subjetividad mediática véase nuestro libro McLuhan y la subjetividad mediática trascendental.

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