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Resumen
Texto para el Homenaje a Jean-Luc Nancy organizado por Grupo de Estudios Filosóficos del Centro de México.
Palabras clave: Jean-Luc Nancy, traducción, poesía, resistencia, lengua apócrifa, diálogo.
Abstract
Text for the Tribute to Jean-Luc Nancy organized by the Group of Philosophical Studies of the Center of Mexico.
Keywords: Jean-Luc Nancy, translation, poetry, resistance, apocryphal language, dialogue.
Cuando una mujer, universitaria, terminando un doctorado en letras, en condiciones laborales específicas (madre, docente precarizada, sudamericana, del “interior” respecto de Buenos Aires) le manda un mail a un filósofo reconocido, europeo, publicado y traducido en todo el mundo: ¿qué se espera que pase?
Cuando además esa mujer escribe en castellano para un destinatario francófono, del que ciertos colegas le han advertido que no responde a lo que le llega escrito en otra lengua que no es la suya: ¿qué se espera que pase? O más aún: ¿por qué se espera que, dadas todas las condiciones negativas, esa mujer insista en mandar un mail y para peor reciba una respuesta?
Esa mujer fui yo en 2013. Acababa de doctorarme y básicamente me había vuelto una extraña respecto de mi tema de investigación. Quizá era obvio porque había intentado estudiar algo así como el vaciamiento de lo sagrado (en el movimiento de la deconstrucción del cristianismo) en la poesía y la filosofía contemporáneas. Yo sé que estamos aquí para hablar de Jean-Luc Nancy, pero nadie que responde un mail a una persona totalmente extraña, totalmente alejada, totalmente extranjera, habla sólo de sí mismo ni del otro. Estamos aquí, según lo entiendo yo, para hablar de la generosidad en tiempos donde la academia se nos ha vuelto (poco más, poco menos) una tierra baldía. Quizá siempre lo fue, pero en esta tierra yerma (donde la circulación de saberes a veces no es sino una metáfora, cuando no un cinismo), hay un gesto soberbio y desconfiado que yo he conocido: no una palabra, un gesto, algo así como un pliegue en algún parte de un rostro que pareciera querer acusar —de hecho, lo hace— cierta ingenuidad. La elocuencia de esos gestos a veces no sabe de la extraña lógica de los envíos, esa que muchas veces desafía cualquier crónica anunciada de extravíos y silencios. Entonces, estamos aquí (eso quisiera) para hablar de lo impredecible de los envíos, de la felicidad de las respuestas, de lo incontrastable de la generosidad, básicamente: de la escucha y sus efectos.
Una mujer, cansada después de una tesis, escribe un mail en su lengua —disculpándose, ante todo— para pedir un permiso de publicación. Si bien así se inició una breve correspondencia con Jean-Luc Nancy, una correspondencia en dos lenguas en la que agradecí lo que no puede agradecerse nunca del todo, aún pienso en el sentido profundo (vaya sentido para sentido: ¡lo profundo!) de esa necesidad de pedir disculpas por no saber escribir en su lengua. Hoy me reto por eso, por entender como formalidad una presuposición: que su lengua es algo que yo debería saber, y más aún, que no saberla podría ser ofensivo. Le pedí en mi lengua a Nancy su permiso, su autorización (y digo esas palabras con todo el resquemor que producen, otra vez, las figuras de la formalidad) para publicar las traducciones de dos textos suyos: Los lugares divinos y “Hacer, la poesía”. En ambos textos la pregunta por la lengua discute, creo, a su manera, la cuestión de la pertenencia, y podríamos decir también: el exceso del sentido.
Encontrarme con Los lugares divinos no sólo significó hallar un texto clave para mis indagaciones de ese momento sino también un lugar donde amplificar las preguntas. Fue tan significativo para mí ese pequeño libro que decidí traducirlo, ofrecer el proyecto a una editorial de mi ciudad, comentarle a Nancy del interés porque salga una traducción en Argentina del texto (ya había una en España) y asumir las gestiones con la editora francesa, todo ad honorem. Fue un breve momento de ilusión. Todo parecía marchar bien, el editor aquí podía pagar los derechos, Nancy había accedido a escribir un breve prólogo para esta edición, logré conseguir una revisión crítica de lujo para mi traducción (nada más y nada menos que la revisión de Oscar del Barco), cuando Nancy me comunica un “olvido”: que el contrato que había firmado con la editorial española decía que cedía los derechos de traducción al español del mundo entero. Literal. Y Nancy, que esta vez se disculpaba conmigo en su lengua, me escribe: “esto evidencia que para nosotros España y América Latina son dos mundos distintos!” Yo leía eso, confundida por las clásicas fórmulas sintácticas francesas, no entendía, me parecía que había que corregir: me estaré perdiendo alguna negación con valor afirmativo, pensaba, y entonces habrá querido decir no que son dos mundos distintos, sino justamente lo contrario, que son todo lo mismo, o sea: que da lo mismo el español de la península que el de América. Pero no: me dijo que para ellos son dos mundos distintos. O sea: que yo, latinoamericana, era práctica y teóricamente una extraterrestre para mi destinatario europeo. Fue tal el pasmo que tuve que decirles (a Nancy y a su editora francesa) lo que bien sabemos acá, en este mundo: que los libros españoles no siempre llegan, que cuando llegan son prácticamente inalcanzables de adquirir (por no decir, también, ilegibles), que cuando nos enteramos que alguien los tiene, pedimos, por favor, un pdf. Somos extraterrestres piratas, tupíes tañendo laudes. “Para el próximo contrato de traducción en España, pediré que se excluya a América Latina”, me dijo Nancy. Y nuevamente volví a leer varias veces esa expresión: dijo “que se excluya”. Sé que estoy haciendo un ejercicio de desacomodar un poco las cosas para poder pensar. Pero cómo si no escuchar de otro modo todo lo que contiene las expresiones de lo distinto y de la excepción. En un texto dificilísimo titulado “La imagen, lo distinto” (que también traduje para un seminario que di en esos años, y que está incluido en el libro Al fondo de las imágenes), leemos que lo distinto es lo que no se puede tocar (o sólo tocar sin contacto), eso que se mantiene a distancia (lo que llamará, también ahí, lo sagrado; lo que arriesgará, también ahí, a pensar en la imagen). Mundos distintos, dijo. Noli me tangere, no soy de este mundo, no dijo pero lo leí en su libro sobre el (no) tocar. Pienso que este mundo, entonces, en lo que hace a su lengua, al menos en ese tiempo que duró la correspondencia con Nancy, no era un otro lado del mundo, algo que está más al sur, más al occidente; no, este era otro mundo y era distinto. Lo distinto. Ni español, ni castellano, lengua distinta, otro mundo. Finalmente, el texto salió publicado en 2015 en una revista universitaria de mi provincia, bajo las condiciones de la política de acceso abierto.
Cada tanto, en sus mensajes, Nancy me decía que —al no conocer mi lengua— le resultaba completamente sonoro mi “español” y cada tanto subrayaba alguna palabra, pero sobre todo recuerdo particularmente el momento en el que subrayó la palabra palabra. ¿Qué es lo distinto, pienso, sino ese misterio cifrado en la palabra que dice palabra? Muchas de las reflexiones de Nancy sobre el lenguaje, especialmente sobre la voz y la poesía, han sido muy especiales para mí (mis compañeres, colegas, alumnes — ¡pobres!, he sido insistente— lo saben). Esa experiencia de la lengua en su cifra y en su cripta la leí en un texto clave titulado Lengua apócrifa, en una traducción que Juan Soros hizo en este otro mundo: Chile, editorial independiente de plaquetas llamada Cuadro de Tiza. Así leemos nosotras, las extraterrestres de lo distinto: en ediciones-joyitas que pescamos en mesas de ferias, en los pasillos de los congresos a los que vamos (pagando con nuestros propios sueldos) obligadas por las exigencias que heredamos de otras lógicas de investigación. ¡Gloria a las mesas de ferias de editoriales independientes que me salvaron tantos congresos a los que iba, viajando a veces 800 kilómetros en el día (la distancia que me separa de Buenos Aires), para leer quince minutos una ponencia donde escribía todo lo que había logrado entender de Nancy y que me ayudaba a su vez a leer unos poemas, a discutir en la fantasmagoría de mis preguntas el problema de la voz y la lengua de la poesía; y me volvía a mi ciudad con una plaqueta de una traducción de un texto enigmático de Nancy, hecha en la lengua de este otro mundo en el que vivo!
Pero, sobre todo, pienso que en todas esas veces que llevamos y traemos nociones, preguntas, categorías, que las desplazamos no sólo geográficamente sino también idiomáticamente y hasta epistemológicamente, en todas esas veces se me aparecía con mucha fuerza algo que leí en el texto Resistencia de la poesía (1997): por qué nos importa la poesía. Por qué, si suprimimos lo poético, aún resta la poesía. Eso lo leí en Nancy. Y también: por qué nos sería necesaria la poesía si puede no comparecer. Por qué resiste la poesía e insiste en hacer del lenguaje un terrero inagotable, un campo de lucha y de juego por lo indefinido del sentido. Nancy responde a estos interrogantes y lo hace con una expresión enigmática: “contar con la poesía”. Podemos y debemos contar con la poesía, porque tenerla en cuenta implica saber de los bordes del lenguaje. No sólo porque la poesía marca el área extensiva de la lengua, sino fundamentalmente porque la desborda. Entre la habladuría, el murmullo (esa expansión anónima e incalculable del lenguaje) y su reverso (la exactitud sin resto de una lengua que no conoce su desborde) está la poesía como una lengua ex-acta. La poesía nos es necesaria para continuar con el deslizamiento del sentido. Todo eso lo leí de Nancy y lo traduje a mi lengua.
Cuando le conté a Nancy que estaba preparando una publicación con algunas de mis indagaciones y se me ocurre pedirle si quiere, si puede, si le parece participar en ese libro que estaba armando con “algo”: ¿qué esperaba que suceda? Sin dudas, yo no esperaba nada, o mejor: esperaba una negativa (así como tampoco esperaba nada con el primer mail que envié: esperaba, justamente, una ausencia de respuesta, o mejor, una ausencia como respuesta). No sólo que me haya respondido, sino sobre todo que me haya enviado un poema suyo fue algo que aún no entiendo. Yo, que usaba sus indagaciones teóricas para leer poemas, ahora recibía un poema suyo para acompañar mis indagaciones ensayísticas. Y un pliegue más: había que traducir el poema, traducirlo a mi lengua (extraterrestre y distinta). El poema lleva por título un versículo del Cantar de los Cantares que dice así: “bésame con los besos de tu boca”; y si bien está casi completamente escrito en francés, el título está escrito en hebreo y hay palabras que figuran en griego. Leamos el poema (incluido en Milone, 2015):
יִשָּׁקֵנִי מִנְּשִׁיקוֹת פִּיהוּ, כִּי-טוֹבִים דֹּדֶיךָ מִיָּיִן.
Qu’il me baise des baisers de sa bouche Que me bese con los besos de su boca
Ainsi chante le chant des chants Así canta el canto de los cantos
Ainsi chante et s’enchante sa bouche Así canta y se encanta su boca
Telle sa demande telle son attente Esa es su demanda, su espera
Non des baisers d’une autre bouche No de besos de otra boca
Sinon de celle qu’elle appelle Sino de aquella que ella solicita
La bouche de l’autre qui l’aime La boca del otro que la ama
Celle seule qui sait La única que sabe
La baiser du baiser selon son désir Besarla con los besos de su deseo
Car dans sa bouche se tiennent Porque en su boca se guardan
Tout entiers souffle âme parfum Intactos soplo alma perfume
Et de sa bouche s’exhale Y su boca exhala
La pensée la douce pesée El pensar el dulce pesar
De s’accoler de s’attacher De unirse de ligarse
Se boire se manger se croire Beberse comerse creerse
Osculum la petite bouche Osculum la pequeña boca
Qui s’avance et dispose l’étendue Que se acerca y se sitúa en la extensión
[rassemblée des deux lèvres [dispuesta por los dos labios
Très vite peut-être sur la joue Rápidamente quizá sobre las mejillas
[ou les lèvres de l’autre [o los labios del otro
Baisé baisée surpris surprise Besado besada sorprendido sorprendida
Volé volée dans ce baiser furtif Robado robada en ese besar furtivo
Si doux de l’être si léger Tan dulce de ser tan leve
Pulpe aérienne flocon Pulpa aérea copos
Et touche bouche Y toca la boca
Visus Allocutio Tactus Osculum Visus Allocutio Tactus Osculum
Tracé de la linea Amoris Trazado de la linea Amoris
Plus tard venant à Coïtus Devenida luego Coïtus
Don de mercy Don de gracia, alma con cuerpo
Où toutes les bouches s’abouchent Donde todas las bocas se abocan
Se baisent et s’entrebaisent Se besan y se entrebesan
Se touchent et s’entretouchent Se tocan y se entretocan
Se couchent et s’entrecouchent Se acuestan y se entreacuestan
Baisers sont de plusieurs façons Besos los hay de varios modos
Osculum, Basium, Suavium Osculum, Basium, Suavium
Baiser d’ami, d’enfant ou de parent, Beso de amigo, de niño o de familia
Baiser de paix, de convenance, Beso de paz, de conveniencia
Ou de caresse écumeuse O de caricia efervescente
Qui rend gorge sous la langue Que colma de saliva la lengua
Par milliers baisers comme sable Por miles de besos como arena
En Libye ou grains de moisson En Libia o granos de cosecha
Égrenés aux vers de Catulle. Desgranados en los versos de Catulo.
Ils résonnent en plusieurs langues Resuenan en múltiples lenguas
Leurs déclics en Kuss, kiss, kyssa Sus chasquidos en Kuss, kiss, kyssa
Κυνεω fut le nom grec Κυνεω fue el nombre griego
Dans le ton d’une adoration En el tono de una adoración
Προσκυνεω Προσκυνεω
Près de ϕιλεω silencieux Cerca de ϕιλεω silencioso
Mais toujours bouche ádrese Pero boca siempre destinada
Exclamation de lèvre et fièvre Exclamación de labio y fiebre
Souffle toujours senteur arôme Siempre espira fragancia aroma
Haleine émue de l’âme Aliento conmovido del alma
Qui goûte et respire la tienne – Que gusta y respira en la tuya –
Ô baise moi des baisers de ta bouche. Oh bésame con los besos de tu boca.
Yo no sé qué significa una buena traducción. Sólo sé que mientras traducía este poema, le compartí a Nancy un poema de un poeta argentino, Jacobo Fijman, poema que no traduje al francés sino que envié en su lengua original —como quien dice— que fue recibido por Nancy con admiración, con ad-oración podríamos también decir para recordar ese otro libro clave (L´Adoration) donde Nancy sostiene que nuestras primeras palabras fueron de adoración, vale decir, de dirección, de ad-orar. La palabra viene desde antes y va más lejos, y se encuentra con la apertura de una boca antes del decir. ¿Qué es lo adorable? Lo que se adora es la falta de un sentido del sentido, dice Nancy, se alaba el sentido infinito que suspende la significación ya que la adoración habla de ese infinito que habla. Entonces, en el poema que le envié de Fijman, poema que se titula “Cópula”, el último verso reza: “¡El corazón del mundo en nuestra boca!”. Corazón, mundo, boca: el verso condensa tres claves de la reflexión del filósofo. El poema lo dice en su perfección y en adoración de ese sentido del sentido que se abre y resuena. Hay que contar, pues, con la poesía. Y recordar el texto “Hacer, la poesía” cada vez que sea necesario; porque allí Nancy afirma que si accedemos al sentido, si llegamos a hacer un acceso al sentido, esto siempre se da poéticamente. Pero no porque la poesía produzca significaciones sino porque es una exacción de sentido, vale decir: que exige aquello que se le debe a la palabra: el acceso al sentido, un decir que es ante todo un exceso, ad-oración. Nancy nos recuerda que poesía es una metonimia flagrante: su hacer (poiesis) toma el todo por la parte, “todo el hacer se encuentra en el hacer del poema, como si el poema hiciera todo lo que puede estar hecho”, dice Nancy. La poesía es un exceso de sentido y la prueba de esto para Nancy es que se puede vivir sin ella. Podemos vivir sin poesía, pero debemos contar con ella.
No olvido que no busco hablar de la “filosofía” de Nancy ni de mí como lectora o traductora. Quisiera poder hablar de un breve momento donde dos personas, en condiciones marcadamente desiguales, en la extrañeza de sus lenguas, entablan un diálogo, cuentan con la poesía. Hablo de un breve momento, digo, donde algo le aconteció a la lengua: un breve momento donde los malentendidos parecían disolverse en las bocas, corazón del mundo. No hablo de mí ni de Nancy. Hablo de los gestos y de sus resonancias. Una voz clama en el desierto es el título de un texto (clave para cualquier estudio sobre la voz) que figura en un libro titulado El peso de un pensamiento (2007), libro que Nancy me envió por correo postal acompañado por una enigmática postal de Federico García Lorca, supongo que porque España y América Latina al final sí estaban un poco con-fundidas en un imaginario que sabe que poesía se dice “poesía” en ambos lados. De todos modos, en la postal, Lorca posa junto a Margarita Xirgu, nombre que asocio a un teatro que está en Buenos Aires, ciudad que ya dije que dista mucho de la mía, a la que voy fugazmente a congresos igualmente fugaces, cruzando los dedos para que haya en algún pasillo alguna linda mesita con libros, encontrarme con alguna plaqueta como aquella Lengua apócrifa de Nancy y volverme contenta.
Bibliografía
- Fijman, Jacobo. Poesía completa. Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2005.
- Nancy, Jean-Luc El peso de un pensamiento, Ellago Ediciones, España, 2007.
- Nancy, Jean-Luc. “La boca” en Milone, Gabriela. Luz de labio. Ensayos de habla poética. Portaculturas, Córdoba, 2015.
- Nancy, Jean-Luc. “Hacer, la poesía” en Badebec, Vol. 3 Núm. 05, 2013, Rosario, pp. 155-163. https://revista.badebec.org/index.php/badebec/article/view/60 Fecha de consulta 07/11/2021
- Nancy, Jean-Luc. “Los lugares divinos” en El laberinto de arena, Vol. 2, Núm. 4, Río Cuarto, pp. 237-277, 2015, http://www2.hum.unrc.edu.ar/ojs/index.php/Filosofia/article/view/309 Fecha de consulta 07/11/2021
- Nancy, Jean-Luc. Au fond des images. Galilée, Paris,
- Nancy, Jean-Luc. L´Adoration (Déconstruction du christianisme 2), Galilée, Paris, 2010.
- Nancy, Jean-Luc. Résistance de la poésie, William Blake & Co., Bordeaux, 1997.
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