La guerra híbrida, los problemas estatales que genera y cómo solucionarlos

Fotografía de Lynsey Addario

Resumen

En las últimas décadas, debido a la revolución tecnológica y los cambios en el escenario global geopolítico y geoestratégico, la forma como se hace política ha cambiado; y, por ende, la forma como se hace la guerra también: ahora tenemos guerras híbridas. En el siguiente ensayo buscaremos comprender este nuevo tipo de guerra, los problemas estatales que genera y cómo solucionarlos.

Palabras clave: guerra, híbrida, política, geoestrategia, geopolítica, estado.

 

Abstract

In the last decades, due to the technological revolution and the changes on the global geopolitical and geostrategic stages, the way we do politics has changed; and, therefore, the way we do war has changed too: now the wars are hybrid. In the following essay we will seek to understand this new type of war, the state problems it creates and how to solve them.

Keywords: war, hybrid, politics, geopolitics, geostrategy, state.

 

En palabras de Gómez Carrasco, “[…] el futuro de la guerra no es predecible. El carácter de la guerra está experimentando cambios profundos e irreversibles como consecuencia del nuevo escenario geoestratégico y geopolítico y de la revolución tecnológica en la que estamos inmersos”;[1] este “[…] desarrollo tecnológico y la globalización constituyen nuevos retos para los Estados en lo que se refiere a la seguridad”:[2] las nuevas herramientas de hoy en los conflictos bélicos se caracterizan por la hibridación, por una guerra híbrida.

 

Al respecto, desde el 2014 ha habido dos eventos significativos que han ejemplificado esta nueva situación y sus consecuencias para la seguridad internacional así como la forma en que los Estados se ven afectados:[3] la intervención rusa en Ucrania y el apogeo de los Estados Islámicos en Siria e Irak; siendo caracterizadas estas situaciones por una intervención no solamente militar sino también informacional y comunicacional, es decir, híbrida, con, principalmente, uso inteligente y rápido de tecnologías para influenciar las mentes y corazones de las audiencias del ámbito internacional y nacional del enemigo.[4]

 

Dado este contexto, en este ensayo nos preguntaremos cómo definir este nuevo tipo de guerra, cuáles son los principales problemas que genera al Estado y cómo solucionarlos.

 

Definición y caracterización de la guerra híbrida

 

Empecemos por definir el término. De acuerdo con Quiñones de la Iglesia, “[…] la primera mención del concepto «guerra híbrida» (HW, por sus siglas en inglés) en el circuito académico se atribuye a Robert G. Walker, quien lo utilizó […] en 1988”[5] para “[…] sostener que las guerras del siglo XXI se caracterizan por una mezcla íntima de acciones convencionales y especiales”;[6] a través de estrategias que alineen “[…] en los tres niveles de la guerra: el táctico, el operacional y el estratégico”.[7]

 

En ese sentido, se suele considerar como un tipo de guerra especial, muy característico de la Era de la Información, que debido a las posibilidades que genera la globalización y el acceso libre a tecnologías avanzadas “[…] se distingue por la combinación, en todos los ámbitos y fases de la operación, de acciones convencionales e irregulares, mezcladas estas últimas con actos terroristas, propaganda y conexiones con el crimen organizado”.[8]

 

Según Colom Piella, esta guerra está caracterizada, de forma primaria, por poder integrar en un mismo espacio y tiempo tres cuestiones:[9] 1) procedimientos convencionales de guerra, 2) “[…] tácticas de guerra irregular”,[10] y 3) “[…] actos terroristas y conexiones con el crimen organizado para la financiación, obtención de apoyos y asistencia”.[11]

 

Y está caracterizada, de forma secundaria, por: a) “[…] el empleo de armamento y material tecnológicamente avanzado procedente tanto de los arsenales militares de un país […] como obtenido en el mercado civil”,[12] b) “[…] la eficaz explotación de la propaganda e información on line para difundir su mensaje, generar narrativas que apoyen sus fines y erosionar las opiniones públicas de sus oponentes”,[13] c) “[…] la organización flexible, adaptable y articulada en red”,[14] d) “[…] la indefinición normativa y desprecio a los usos y costumbres de la guerra tradicionalmente aceptados por la comunidad internacional”,[15] y e) “[…] la eficaz combinación de los medios que están a su disposición para infligir el máximo daño físico y psicológico a su adversario”.[16]

 

Cabe señalar que, de acuerdo con Andrew Korykbo, hay dos modelos de guerras híbridas, el ruso y el norteamericano, caracterizados de la siguiente forma:[17]

 

Modelo ruso

Modelo norteamericano

Uso de violencia limitado

Ámbito urbano

Ataques sociales

Creación de caos contra las autoridades

Barato

Ataques a redes sociales

Ataques a los enlaces sociales de la sociedad

Uso de la fuerza ilimitado

Ámbito urbano y rural

Ataque principalmente físico, poco social

Creación de caos contra todos, irrestricto

Costoso

Ataques a redes físicas

Ataques a todos los enlaces de la sociedad

 

Al respecto, Ofer Fridman argumentará que son tres los modelos básicos:[18] a) el de Hoffman que incorpora diferentes modos de guerra, tanto convencional como irregular (actos terroristas, violencia indiscriminada, etc.), b) el de la NATO que agranda la definición de Hoffman, para proponer que esta guerra es un continuum de amenaza, usando el poder fuerte y suave, y c) el de Rusia, la gibridnaya voyna, que la define como la búsqueda del control político del enemigo con el mínimo de fuerza militar posible y ayudándose de otros medios.

 

A modo de resumen, según Sánchez García, la guerra híbrida es “[…] un conflicto armado en el que utilizan toda clase de medios y procedimientos”,[19] tales como “[…] la fuerza convencional o cualquier otro medio irregular como la insurgencia, el terrorismo e incluso otros más sofisticados mediante el empleo de las últimas tecnologías y en las que la influencia sobre la población resulta vital”.[20]

 

Problemas generados al Estado, por la guerra híbrida

 

Ahora veamos los problemas que genera al Estado. Por el lado más evidente, este tipo de guerra, según Quiñones de la Iglesia,[21] genera problemas porque tiene como objetivo principal dañar y crear líneas de fractura entre las conexiones del sistema (sociedad del adversario), compuesto por tres partes principales: 1) la política, el área de las razones, 2) las Fuerzas Armadas, el área de la voluntad, y 3) la ciudadanía, el área de las pasiones; viéndose gráficamente la actuación híbrida ante el Estado de la siguiente forma:[22]

Para lograr estos objetivos las principales acciones las siguientes, según Swaraj Kariya:[23] a) erosionar la confianza de la ciudadanía en las instituciones o empresas, b) generar desconfianza en el sistema político y administrativo del estado, c) socavar la cohesión social y el modelo de sociedad, d) fragilizar el sistema de gobierno y gestión estatal para incapacitarlos, y e) convencer al público de la decadencia política y empresarial.

 

En ese sentido, a modo de resumen, de acuerdo con Andrew Korybko,[24] los problemas evidentes que genera la guerra híbrida tienen que ver con las estrategias que emplea: buscar eliminar al gobierno del enemigo, que les es poco favorable, a través de actores controlados, y explotación de los órdenes políticos y sociales para disrumpir la sociedad del Estado enemigo. Además, usan, constantemente, tanto las redes físicas como las virtuales, y tienen una confianza fuerte en el uso de operaciones psicológicas y técnicas de administración y gestión de percepciones sociales.[25]

 

Por el lado menos evidente, a pesar de que todas estas acciones generan problemas en sí mismos, existe un mayor inconveniente al librar este tipo de guerras. De acuerdo con Colom Piella,[26] por un lado, actualmente los enemigos del Estado pueden adherirse al realismo extremo y aprovechar sus ventajas y fortalezas, minimizando sus debilidades, para atacar; por otro lado, las sociedades actuales han abrazado “[…] los valores postmodernos y postmaterialistas”[27] que impiden “[…] ver al mundo como algo complejo y peligroso, donde el poder, el interés y la ambición pueden provocar choques violentos y donde las controversias internacionales pueden resolverse pacíficamente con arreglo al derecho internacional”.[28] En otras palabras, el enemigo híbrido puede usar todos los medios posibles para atacar y el Estado, por razones de cultura y valorización moral, no puede hacer lo mismo para defenderse.

 

Al respecto, Sánchez García comentará que “[…] el factor que mayor influencia ejerce en la actualidad en el planeamiento, preparación y ejecución de cualquier operación militar”[29] es “[…] el notable cambio experimentado por el sistema de valores de las sociedades democráticas occidentales en las últimas décadas y la diferente percepción que tienen de los conflictos bélicos”;[30] estos “[…] nuevos ideales de «guerras humanitarias» hacen que el empleo de la fuerza sea cada vez más difícil e ineficaz, sin que se haya avanzado en la búsqueda de otros medios sustitutorios para la resolución de conflictos”[31] dejando a “[…]esas sociedades en manifiesta inferioridad frente a enemigos que probablemente deciden llevar a cabo una lucha sin restricciones”.[32]

 

Es por esa razón que, si bien este tipo de guerras pueden ser solucionadas en términos militares, como hizo Alejandro Magno en Sogdiana y Bactria o como se hizo en la Segunda Guerra Mundial con los bombardeos sistemáticos e indiscriminados,[33] “[…] para la sociedad occidental actual […] éstos serían procedimientos totalmente inaceptables”;[34] es decir, ya no podemos usar la fuerza bruta o extrema para combatir este tipo de guerras.

 

Posibles soluciones y respuestas ante la guerra híbrida

 

Finalmente veamos cómo solucionar estos problemas estatales. Por el lado evidente de la guerra híbrida, las posibles soluciones, de acuerdo con Swaraj Kariya,[35] son las siguientes: a) mantener y asegurar la coerción política y económica del país ante una situación de vulnerabilidad, b) estar atentos operaciones cibernéticas (como noticias falsas o de propaganda, interferencias de GPS, piraterías de sitios web, etc.) que busquen desestabilizar el país, generar caos y agitación, y c) generar alianzas entre el Estado y fuerzas externas a él, es decir, “[…] ganarse el apoyo de los grupos excluidos o insatisfechos, no contenidos y aquellos que están fuera del sistema”[36] para que no se alíen con el enemigo.

 

También, al respecto, el LISA Institute recomendará:[37] 1) mantener conciencia situacional: crear diversos análisis de inteligencia (tanto públicos como secretos), sobre las posibles amenazas y riesgos al país, 2) tener una comunicación estratégica: desarrollar capacidades múltiples de comunicación -independientes entre sí-, entre las diferentes instituciones esenciales para el país, 3) desarrollar resiliencia y disuasión en el área de ciberseguridad: tener los instrumentos para defenderse y atacar en este ámbito, y 4) desarrollar resiliencia contra actividades de inteligencia enemigas: tanto en términos privados como públicos, crear capacidades de defensa y ataque hacia contrainteligencias del adversario.

 

Por el lado menos evidente —referido al problema interno que impide luchar una guerra con fuerza (el cambio de valores social)— es necesario, como primer paso, de acuerdo con Marina Gómez Carrasco, crear una cultura de la defensa en la sociedad llevando “[…] a las aulas un proyecto que propicie el protagonismo de los jóvenes en un entorno en el que tengan la oportunidad de adquirir conocimiento y participar en el ámbito de seguridad y defensa”,[38] para concientizarlos “[…]sobre los desafíos que entraña proteger el Estado del Bienestar contra las amenazas externas, ligadas en ocasiones a movimientos desestabilizadores que crean el conflicto desde dentro”.[39]

 

En segundo lugar, se necesitan proyectos universitarios multilingües entre instituciones estatales, los cuales incluyan programas de becas y practicas instituciones, “[…] con participación en conferencias y debates sobre conflictos en actual desarrollo, posibles estrategias y actuaciones”[40] para capacitar a los estudiantes en el ámbito internacional “[…]desarrollando conocimientos políticos constitucionales, de justicia social y derechos humanos”.[41]

 

Y, en tercer lugar, es necesario crear una identidad nacional “[…] desde el conocimiento, el aprendizaje y la participación”[42] desarrollando “[…] fortalezas, habilidades y recursos para crecer ante situaciones adversas cambiando nuestros hábitos y creencias desde el conocimiento”;[43] es decir, “[…] educar en la resiliencia, fomentar la cooperación y el trabajo en equipo para crear una sólida red que fortalezca las instituciones y asegure una sociedad próspera, estable, segura y libre”.[44]

 

En palabras de Andrew Korybko, el máximo deterrent contra una guerra híbrida son las salvaguardas civilizacionales: que todos los miembros de la sociedad se sientan parte de un algo más grande que ellos mismo y, por ende, se identifiquen con su gobierno como su concepto supranacional, como el marco general de su cosmovisión.[45] Así, por ejemplo, la creación y promoción de un sentimiento patriótico, en conjunto con ONGs afiliadas a ese tema, pueden generar un sentimiento general pro-gobierno, pro-Estado, que pueda entablar lucha a las tácticas anti-establishment e insurgentes.[46]

 

Es por eso que Korybko se centrará también en la importancia de que las técnicas de creación de conciencia e ideología pro-gobierno, pro-Estado, sean inclusivas y generales; es decir, que puedan incluir a todos los miembros del Estado, sin excepción de religión, estrato social-económico, etnia, etc., para que nadie, ninguna minoría o grupo, sea captado por tendencias subversivas.[47]

 

Finalmente, a modo de conclusión de este ensayo, podemos decir tres cuestiones. Primero, la guerra híbrida se presenta como un reto y una amenaza a la seguridad del Estado, en este nuevo paradigma de globalización y revolución tecnológica, donde el control geopolítico ya no se da, ni se toma, necesariamente a través de medios e instrumentos meramente militares (armas de fuego, misiles, etc.), sino que se da a través de información y comunicación (narraciones, hackeos, etc.).

 

En segundo lugar, si bien este nuevo tipo de guerras generan retos para la forma como hemos venido entendiendo la seguridad y el desarrollo de nuestra nación y del Estado, estos problemas pueden ser solucionados en términos materiales; es decir, es posible construir resiliencia ante ataques cibernéticos, actos terroristas, ataques de contrainteligencia, destrucción de redes, entre otros; esto se puede lograr planificando y tomando en consideración estas amenazas tanto en el área de inteligencia nacional (tanto pública como privada) como en el área netamente militar del uso de la fuerza.

 

Y, en tercer lugar, tal vez el problema principal al momento de lidiar con este tipo de guerras es el referido al cambio de paradigma moral que impide o dificulta la defensa nacional; es decir, a la necesidad de una cultura de defensa en la población, que pueda lidiar contra narrativas subversivas, fake news, operaciones psicológicas, etc. Esta cara de la guerra híbrida requiere de preparación y planificación en el ámbito psicológico del país, en las conciencias y mentes de los miembros del Estado, no solamente para que estén listos para resistir a los ataques híbridos no convencionales, sino también para defenderse y contraatacar al enemigo en el plano de las narraciones. Y la única forma de lograr esto es una concientización nacional hacia la unión patriótica e ideológica.

 

Bibliografía

  1. Colom Piella, Guillem, “Guerras híbridas. Cuando el contexto lo es todo”, en Revista Ejército, N° 927, 2018, pp. 38-43. https://www.ugr.es/~gesi/Guerras-hibridas.pdf Consultado el 22 de marzo del 2022.
  1. Fridman, Ofer, Vitaly Kabernik y James C. Pearce, Hybrid conflicts and information warfare, Lynne Reinner Publishers, Colorado, 2019
  2. Gómez Carrasco, Marina, “La guerra híbrida, una amenaza imprevisible”, en El futuro de la guerra, 2021. https://www.esglobal.org/la-guerra-hibrida-una-amenaza-imprevisible-marina-gomez-universidad-de-salamanca Consultado el 22 de marzo del 2022
  1. Kariya, Swaraj, “Entendiendo la guerra híbrida, en la práctica”, en el blog Equilibrium Global, adaptado y traducido por Mariano Danculovic, 2020. https://equilibriumglobal.com/entendiendo-la-guerra-hibrida-en-la-practica/#:~:text=En%20el%20concepto%20de%20Guerra,simult%C3%A1nea%20para%20lograr%20el%20objetivo Consultado el 22 de marzo del 2022
  1. Korybko, Andrew, Hybrid wars: the indirect adaptative approach to regime change, Peoples’ Friendship University of Rusia, Moscú, 2015
  2. LISA Institute, “Qué es la guerra híbrida y cómo nos afectan las amenazas híbridas”, en el blog del Lisa Institute, 2019. https://www.lisainstitute.com/blogs/blog/guerra-hibrida-amenazas-hibridas#:~:text=Conflicto%20h%C3%ADbrido%3A%20Situaci%C3%B3n%20en%20la,%2C%20pol%C3%ADticas%2C%20tecnol%C3%B3gicas%20y%20diplom%C3%A1ticas Consultado el 22 de marzo del 2022
  1. Quiñones de la Iglesia, Francisco Javier, “Una revisión del concepto «guerra híbrida/actor híbrido»”, en Documentos de Opinión, Núm. 157, 2020. https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2020/DIEEEO153_2020FRAQUI_guerrahibrida.pdf Consultado el 22 de marzo del 2022.
  1. Sánchez García, Fabián, “El conflicto híbrido ¿una nueva forma de guerra?”, en El enfoque multidisciplinar en los conflictos híbridos, 2012, pp. 11-24. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4555572  Consultado el 22 de marzo del 2022.

 

Notas
[1] Marina Gómez Carrasco, “La guerra híbrida, una amenazada imprevisible”, ed. cit., p. 2.
[2] Idem.
[3] Ofer Fridman et al, “Capítulo 1”, ed. cit., p. 1.
[4] Idem.
[5] Francisco Javier Quiñones de la Iglesia, “Una revisión del concepto «guerra híbrida/actor híbrido»”, ed. cit., p. 3.
[6] Idem.
[7] Ibid., pp. 3-4
[8] Guillem Colom Piella, “Guerras híbridas. Cuando el contexto lo es todo”, ed. cit., p. 42.
[9] Idem.
[10] Idem.
[11] Idem.
[12] Idem.
[13] Idem.
[14] Idem.
[15] Idem.
[16] Idem.
[17] Andrew Korybko, “Hybrid wars: the indirect adaptative approach to regime change”, ed. cit., p. 73
[18] O. Fridman, en Fridman et al, “Capítulo 5”, ed. cit., p. 76
[19] Fabián Sánchez García, “El conflicto híbrido ¿una nueva forma de guerra?”, ed. cit., p. 20
[20] Ibid., pp. 20-21
[21] F. Quiñones de la Iglesia, “Una revisión del concepto «guerra híbrida/actor híbrido»”, ed. cit., p. 12
[22] Idem.
[23] Swaraj Kariya, “Entendiendo la guerra híbrida, en la práctica”, ed. cit.
[24] A. Korybko, “Hybrid wars: the indirect adaptative approach to regime change”, ed. cit., p. 72
[25] Idem.
[26] G. Colom Piella, “Guerras híbridas. Cuando el contexto lo es todo”, ed. cit., p. 41
[27] Idem.
[28] Idem.
[29] F. Sánchez García, “El conflicto híbrido ¿una nueva forma de guerra?”, ed. cit., p. 21
[30] Idem.
[31] Idem.
[32] Idem.
[33] Ibid., pp. 21-22
[34] Ibid., p. 22
[35] S. Kariya, “Entendiendo la guerra híbrida, en la práctica”, ed. cit.
[36] Idem.
[37] LISA Institute, “Qué es la guerra híbrida y cómo nos afectan las amenazas híbridas”, ed. cit.
[38] M. Gómez Carrasco, “La guerra híbrida, una amenazada imprevisible”, ed. cit., p. 2
[39] Idem.
[40] Idem.
[41] Idem.
[42] Idem.
[43] Idem.
[44] Idem.
[45] A. Korybko, “Hybrid wars: the indirect adaptative approach to regime change”, ed. cit., p. 75
[46] Idem.
[47] Idem.

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