Una historia de la Biblioteca Kierkegaard Argentina

Retrato de Kierkegaard creado especialmente por la pintora Alicia Puy para la Biblioteca Kierkegaard, Argentina.

 

Resumen

Lo que comenzó en 1999 con tres personas que querían aprender danés en la Iglesia Dinamarquesa en Buenos Aires y el sueño de una de ellas de tener un gran evento en Buenos Aires para discutir el pensamiento de Kierkegaard en 2005 llevó a la fundación de la Biblioteca Kierkegaard Argentina, a la formación de un equipo interdisciplinario que tradujo dos obras de Kierkegaard que publicó la editorial española Trotta y a la celebración ininterrumpida, desde 2005, de unas jornadas anuales que han reunido a estudiosos y a apasionados de la obra de Kierkegaard de por lo menos 16 países.

Palabras clave: biblioteca, Grundtvig, luterano, ISEDET, traducción, libertad académica

 

Abstract:

What started in 1999 with three people wanting to learn Danish at the Danish Church in Buenos Aires and the dream of one of them to have a big event in Buenos Aires to discuss Kierkegaard’s thought in 2005, led to the founding of the Kierkegaard Library Argentina, the formation of an interdisciplinary team that translated two works of Kierkegaard that were published by the Spanish publishing house Trotta, and the uninterrupted celebration since 2005 of annual conferences that have brought together scholars and enthusiasts of Kierkegaard’s work from at least 16 different countries.

Keywords: library, Grundtvig, Lutheran, ISEDET, translation, academic freedom

 

 

Una de las cosas más lindas que me pasaron en todos los años en que fui pastor de la Iglesia Dinamarquesa en Buenos (1992-2011) fue tener parte en la fundación de la Biblioteca Kierkegaard Argentina.[1]

Todo comenzó cuando allá por marzo de 1999 tres personas se acercaron a la iglesia para tomar clases de danés. Esa era una actividad que teníamos en la iglesia. Dábamos clases de danés. Yo mismo era uno de los profesores. La mayor parte de los estudiantes eran personas de origen danés que querían reconectarse con sus raíces o que estaban explorando la posibilidad de emigrar a Dinamarca y recorrer el camino inverso al de sus ancestros que habían emigrado de Dinamarca a Argentina.

Pero estas tres personas, cuyos nombres recuerdo, Oscar Alberto Cuervo, Héctor César Fenoglio y Pedro Nicolás Gorsd, tenían una razón muy especial por la que querían aprender danés. Querían leer a Søren Kierkegaard en su idioma original. Oscar era profesor de una de las cátedras de Introducción al Pensamiento Científico del Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires y Héctor era psicoanalista.[2] Oscar y Héctor coordinaban entonces un Taller de Pensamiento los sábados a la mañana en la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires como una actividad de extensión universitaria auspiciada por el Centro de estudiantes y editaban juntos una revista, Parte de Guerra. Pedro era un aficionado a la filosofía que no conocía a Oscar ni a Héctor.

Oscar y Héctor conocían bastante de Kierkegaard a través de las traducciones existentes al español, e incorporaban a Kierkegaard en sus sesiones del Taller de Pensamiento, pero allá por el 1999 todavía no habían facilitado nunca un seminario exclusivamente sobre Kierkegaard.

Yo, en ese momento, a pesar de ser pastor danés, no conocía mucho de Kierkegaard. Éramos una comunidad que en nuestra manera de vivir la fe y por nuestra historia estábamos influenciados por el pensamiento y el movimiento de reforma de la Iglesia de Dinamarca que en su momento había liderado un contemporáneo y contrincante de Kierkegaard, N. F. S. Grundtvig. Uno de los miembros fundadores de la iglesia, Johannes Bennike, había sido confirmado en su fe luterana en Dinamarca por el mismísimo Grundtvig. Grundtvig siempre había considerado que parte de la responsabilidad de los cristianos en Dinamarca era la de ser buenos ciudadanos de su país y, para los daneses que habían emigrado, eso significaba que parte de su responsabilidad, como cristianos lejos de su patria natal, era conservar su herencia danesa. La idea no era conservar la herencia para permanecer aislados y evitar la integración en el nuevo país, sino al contrario, la herencia había que conservarla para integrarse al nuevo país con algo para aportar. Y esta era precisamente una de las razones por las que ofrecíamos clases de danés en la iglesia.

La cuestión es que yo acepté con gusto darles clases de danés a Oscar, Héctor y Pedro. Nos reuníamos una vez por semana. Y yo decidí hacerlo a la manera que había aprendido de mi profesor de griego y de alemán en el Instituto Universitario ISEDET (que todavía no era una universidad reconocida por el estado argentino cuando yo estudiaba allí),[3] el ex sacerdote jesuita Enrique Moyano Llerena. Él sostenía que lo primero que había que hacer para aprender una nueva lengua era aprender a leerla en la versión en esa nueva lengua de un texto que ya fuera familiar para uno en su propia lengua. Yo había aprendido a leer griego y alemán leyendo versiones en esos idiomas del Evangelio de Juan, y sugerí que comenzáramos nuestras clases de danés leyendo el Evangelio de Juan en ese idioma.

Leímos el evangelio de Juan en danés por unas cuantas semanas. No recuerdo por cuánto tiempo. Sí recuerdo que no llegamos hasta el final, porque decidimos cambiar de texto. Decidimos leer simultáneamente diferentes versiones en español de la obra pseudónima de Kierkegaard Temor y Temblor e irlas cotejando con el original danés. Ese ejercicio fue sumamente revelador. Descubrimos no sólo lo mucho que las distintas versiones en español diferían entre sí, sino también lo mucho que vez tras vez se apartaban del original danés. Fue entonces también cuando descubrimos, si no recuerdo mal, que ninguna de las versiones de Temor y Temblor a las que teníamos acceso en ese momento habían sido traducidas directamente del original danés. Y lo mismo pasaba con muchas otras de las obras de Kierkegaard accesibles en español. Creo que por ese entonces no teníamos idea de que la Sociedad de Estudios Kierkegaardianos de Dinamarca estaba completando una nueva edición en danés de las obras de Kierkegaard ni de que había celebrado un convenio con la editorial Trotta en España para una traducción completa al español de la nueva edición danesa. Lo que sí es cierto es que en nuestra pequeña clase nos dimos cuenta pronto de que se necesitaban mejores traducciones al español de Kierkegaard y creo que poco a poco comenzamos a fantasear con la idea de que desde nuestro grupo, si seguíamos trabajando juntos, podíamos hacer una contribución al respecto.

Paralelamente, otra cosa muy importante sucedió. No recuerdo exactamente cuándo fue. Pero recuerdo que, durante un recreo de una de nuestras sesiones semanales de lectura y traducción, los escuché hablar a Oscar y a Héctor de que habían decidido organizar su primer seminario sobre una obra de Kierkegaard, pero todavía no habían resuelto dónde. Yo los escuchaba sin intervenir en la conversación. Aparentemente estaba descartado hacerlo en la Facultad de Filosofía y Letras, donde continuaban con el Taller de Pensamiento los sábados. Recuerdo que una de sus condiciones era la de tener libertad absoluta para conducir el seminario como ellos quisieran sin interferencias de la entidad que hospedara el seminario. Y recuerdo que su preocupación respecto de algunos de los lugares que estaban considerando era que no tenían suficientes garantías de que eso sucediera. Tímidamente, entonces, les pregunté si considerarían la opción de tener el seminario en la iglesia. Yo imaginaba que rechazarían la propuesta, pero para mi gran sorpresa, aceptaron enseguida.

Siempre fue para mí un motivo de orgullo que Oscar y Héctor consideraran que nuestra iglesia les daría mayores garantías de libertad académica que las entidades seculares que eran sus otras opciones. Quizás la iglesia les generó esa confianza por la relación personal que habían establecido conmigo. Pero yo tenía razones teológicas para pensar que la iglesia, y en especial una iglesia luterana, es el ámbito óptimo para una discusión libre. En la iglesia no hay ninguna auto-imagen que tengamos que proteger ni ninguna imagen de otras personas que podamos dañar, porque nuestra verdadera imagen es la que tenemos como hijos/as escogidos/as y amados/as de Dios. Nada puede amenazar nuestra verdadera imagen y, por lo tanto, podemos participar honestamente en cualquier discusión y exponernos a nosotros mismos y a los demás a una crítica total e irrestricta, sin temor al ridículo, o al rechazo, o a hacer una pregunta tonta, o a mostrar ignorancia en un comentario, y sin tener que tomar nada de lo que se diga como un ataque personal.

El primer seminario coordinado por Oscar y Héctor en la iglesia comenzó no mucho después y fue sobre Temor y Temblor. Algunas de las personas que participaron del seminario comenzaron también a venir a la clase de lectura y traducción de danés. Y en la clase no tardamos en tomar la decisión de dejar Temor y Temblor y comenzar a traducir, en vez, una obra que no existiera en español todavía. Para entonces, ya nos habíamos enterado de que había un acuerdo de la Sociedad de Estudios Kierkegaardianos de Dinamarca con Trotta, y sabíamos que la traducción y publicación de las obras avanzaba muy lentamente.[4] De todas maneras, para asegurarnos de que no interferiríamos con el proyecto de Trotta, elegimos trabajar con la última obra publicada por Kierkegaard, El Instante. Mientras tanto, ese mismo grupo que se reunía semanalmente para traducir se convirtió también en el grupo que discutía cuáles serían las obras de Kierkegaard que trataríamos en siguientes seminarios.

A poco de comenzar nuestras clases, cuando sólo eran tres los “estudiantes”, Héctor había compartido por primera vez un sueño, el de que, en 2005, el año del 150° aniversario de la muerte de Kierkegaard, tuviéramos un gran evento en Argentina dedicado a difundir y a discutir el pensamiento del gran autor danés. Ahora ese sueño ya no era sólo de Héctor, sino que se convirtió en el sueño de todo el grupo.

Héctor también fue el primer integrante del grupo que tomó la iniciativa de hacer un viaje a los Estados Unidos, a Minnesota, al St. Olaf College en Northfield, para visitar la Hong Kierkegaard Library.[5] Fue sólo después de la visita de Héctor a la Hong Library que también otras dos integrantes del grupo viajaron a dicho lugar, primero Patricia Dip y más tarde María José Binetti, las dos cuando estaban próximas a completar sus respectivos doctorados en Filosofía sobre la obra de Kierkegaard.

Lo que contó Héctor al regreso de St. Olaf creo que fue lo que nos decidió a comenzar a pensar en la formación de una Biblioteca Kierkegaard en Argentina. Y tal como era el caso con el Taller de Pensamiento que coordinaban Oscar y Héctor, y asimismo con los seminarios sobre obras de Kierkegaard que habíamos tenido hasta entonces en el Iglesia Dinamarquesa, teníamos en claro que no sólo queríamos convocar a personas que estuvieran académicamente interesadas en Kierkegaard, sino también, y de manera especial, a personas interesadas en Kierkegaard por una necesidad vital y existencial.

Debe mencionarse también que, como yo integraba el consejo directivo del ahora Instituto Universitario ISEDET, comenzamos una colaboración con dicha institución. Recuerdo que la revista académica Cuadernos de Teología del ISEDET, en un apéndice documental de su Vol. 21 de 2002, publicó la traducción de nuestro grupo (Andrés Roberto Albertsen, María José Binetti, Oscar Alberto Cuervo, Patricia Carina Dip, Héctor César Fenoglio y Pedro Gorsd) del escrito de Kierkegaard “Cómo juzga Cristo el cristianismo oficial” que el autor había dado a conocer después de la aparición del segundo número de El Instante.”[6] Recuerdo que el Instituto Universitario ISEDET también auspició la conferencia “Kierkegaard hoy” que dictó el Dr. Darío González, un especialista argentino en Kierkegaard que había hecho su doctorado en teología sobre Kierkegaard en la Universidad de Copenhague. Darío González es también y ya era entonces uno de los traductores al español para Trotta de la nueva edición danesa de la obra de Kierkegaard. El rector de ISEDET, el Dr. René Krüger, se hizo presente en la Iglesia Dinamarquesa en dicha oportunidad.

El 6 de diciembre de 2002, en la Iglesia Dinamarquesa en Buenos Aires, fundamos oficialmente la Biblioteca Kierkegaard Argentina como una asociación entre personas cuyo objetivo sería estudiar, desarrollar y difundir el pensamiento de Søren Kierkegaard. Nos acompañaron desde la distancia con saludos, buenos deseos y voluntad de cooperar la Sociedad de Estudios Kierkegaardianos de Dinamarca, a través de un correo electrónico de su director Niels Jørgen Cappelørn, la Biblioteca Hong en St. Olaf, Northfield, y el Instituto Universitario ISEDET.

La primera tarea que nos propusimos fue crear una biblioteca pública que, en primer lugar, pusiera al alcance de toda la comunidad la colección más completa de los escritos de Kierkegaard, así como también de otros pensadores que hubieran trabajado sobre su obra y de las diferentes revistas y publicaciones especializadas que se editaban en otros países. Y, en segundo lugar, que ofreciera información sobre publicaciones, ediciones, traducciones, etc., de las obras de nuestro pensador. Asimismo, nos propusimos establecer contacto con otras asociaciones similares del resto del mundo, para mantener y difundir información permanente y actualizada acerca de las actividades que se desarrollaban sobre el pensador danés tales como conferencias, congresos, publicaciones, becas, etc.

Dentro de las tareas de difusión, la Biblioteca Kierkegaard Argentina se propuso organizar, como ya lo veníamos haciendo desde antes, eventos públicos que acercaran el pensamiento kierkegaardiano a toda la comunidad, así como encuentros de discusión, talleres de lectura, jornadas, seminarios, etc.

Decidimos que la Biblioteca Kierkegaard Argentina no sería una asociación académica ni religiosa y que para ser miembro pleno no sería necesario ningún tipo de título ni profesar algún credo en especial, sino simplemente compartir los objetivos planteados, trabajar para su cumplimiento y contribuir a su sostenimiento. Decidimos también que no tendríamos personalidad jurídica propia; para todo efecto y fin jurídico funcionaríamos como parte y dependientes de la Iglesia Dinamarquesa en Buenos Aires.

A poco de habernos constituido como Biblioteca Kierkegaard Argentina, lanzamos nuestra página web[7] y a partir de 2010 también tenemos una página en Facebook.[8] Mientras se seguía reuniendo semanalmente el equipo de traducción, mientras seguíamos realizando encuentros para discutir el pensamiento de Kierkegaard, mientras seguíamos aumentando nuestra colección de libros y comenzábamos a atender consultas, especialmente de estudiantes que estaban realizando trabajos para la escuela o la universidad que involucraban a Kierkegaard, también comenzamos poco a poco a trabajar en serio para hacer realidad el sueño de Héctor que se había convertido en el sueño de todo el grupo: el de organizar un gran evento en el año 2005. Nunca en una reunión nos faltaban el mate ni las talitas.

Así fue como organizamos y llevamos a cabo nuestras primeras Jornadas Kierkegaard, en ocasión del 150° aniversario de la muerte de nuestro pensador, del 26 al 28 de octubre de 2005. Lo hicimos en la sede del Instituto Universitario ISEDET y con su auspicio académico. ISEDET también hizo posible que pudiéramos invitar a la Argentina a nuestro compatriota residente en Dinamarca, el Dr. Darío González, para que dictara un seminario durante las tres mañanas sobre los pseudónimos de Kierkegaard. El Dr. Darío González también estuvo a cargo de la conferencia de apertura, “Kierkegaard: post-modernidad y religión.” El Dr. Álvaro Montenegro Valls, quien vino desde Brasil, dictó una conferencia durante la segunda noche, “Kierkegaard y Nietzsche.” En la noche final, tuvimos una mesa redonda con los doctores Darío González, Álvaro Montenegro Valls y Rubén Dri sobre “La vigencia del pensamiento de Søren Kierkegaard.” Además, se presentaron en el segundo y el tercer día once ponencias por ponentes de Argentina, Brasil y Chile. En total fuimos unos 40 participantes.

Las Jornadas Kierkegaard se han convertido en el principal evento anual de la Biblioteca Kierkegaard Argentina y se han venido repitiendo ininterrumpidamente desde 2005. Durante los primeros 10 años, hasta el 2014, el Instituto Universitario ISEDET nos prestó su sede para llevarlas a cabo y nos brindó su aval académico para la emisión de los diplomas y para el envío de las invitaciones oficiales a participantes de otros países que de esa manera lograban que sus universidades les financiaran sus viajes. En 2015, las Jornadas ya tenían fecha y varias ponencias habían sido recibidas cuando nos enteramos de que el Instituto Universitario ISEDET, que estaba cerrando sus puertas, no podría hospedarnos ni avalarnos académicamente. Nos “salvaron” las Jornadas de 2015 el GEMRIP y el Instituto Wesley de la Universidad UCEL de Rosario con su aval académico y la biblioteca de las bibliotecas, la Biblioteca Nacional, que nos brindó el bello auditorio del Museo del Libro y de la Lengua para llevarlas a cabo. A partir de 2016, las Jornadas se realizan con el auspicio académico y en la sede de la Facultad de Filosofía de la Universidad del Salvador. En 2020 y 2021 la pandemia nos obligó a realizar las Jornadas en modalidad exclusivamente virtual y a partir de 2022 estamos combinando la modalidad virtual con la presencial. A lo largo de los años hemos tenido participantes y ponentes de por lo menos 16 países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Letonia, México, Perú, Portugal, Puerto Rico y Venezuela.

Recuerdo que cuando la traducción de El Instante estaba tan avanzada que decidimos buscar un editor, yo insistí en que le hiciéramos el ofrecimiento primero a la editorial Trotta de España, y para alegría y satisfacción de todo el grupo, la editorial aceptó publicarnos. Así fue como en 2006 Trotta publicó la traducción realizada por el equipo interdisciplinario que integraban conmigo María José Binetti, Oscar Alberto Cuervo, Héctor César Fenoglio, Ana María Fioravanti,[9] Ingrid Marie Glikmann y Pedro Nicolás Gorsd.[10] A su vez, en 2011, Trotta publicó la traducción de Para un examen de sí mismo recomendado a este tiempo que hizo el equipo interdisciplinario que integraban conmigo María José Binetti, Carlos Raúl Cordero, Oscar Alberto Cuervo y Ana María Fioravanti. En 2011 nuestro equipo interdisciplinario de traducción se disolvió porque yo me vine a los Estados Unidos, pero tanto Anna Fioravanti como María José Binetti siguieron realizando y publicando traducciones de Kierkegaard de manera individual.

Algunos de los miembros activos de la Biblioteca Kierkegaard Argentina han sido parte del grupo desde el momento de la fundación, otros han tomado nuevos rumbos, y otros se han integrado más recientemente. Hoy sus miembros más activos somos Anna Fioravanti, María José Binetti, Corina Claudia Setton, María del Carmen (Maricarmen) Rodríguez, Pablo Uriel Rodríguez, Graciano Corica y yo. A mí me han reconocido como “presidente” desde el comienzo, pero a los efectos prácticos no hay ninguna jerarquía, y, de hecho, a pesar de lo que cada uno y cada una trata de aportar, todos reconocemos que desde hace unos cuantos años es Anna Fioravanti quien ha cargado sobre sus hombros la mayor parte de la responsabilidad en la organización de las jornadas anuales. Como Anna suele repetir, Kierkegaard es el hombre de su vida y quien literalmente le salvó la vida. En su persona, Anna encarna de manera inigualable a los dos públicos y destinatarios que desde el comienzo hemos querido para la biblioteca, porque lee y discute la obra de Kierkegaard con rigor académico y porque además tiene, evidentemente, un interés existencial en su obra. Me consta que Anna causa un impacto transformador en cada nuevo ponente que presenta en nuestras jornadas y es la razón por la que algunos vuelven a presentar ponencias año tras año. Es en buena medida gracias a la contagiosa pasión por Kierkegaard, la generosidad, la escucha atenta y la capacidad de trabajo de Anna que la Biblioteca Kierkegaard Argentina sigue existiendo después de 20 años.
 

Notas
[1] Agradezco a Patricia Dip, Anna Fioravanti, Oscar Cuervo y María José Binetti la ayuda para reconstruir algunos detalles de la historia de la Biblioteca Kierkegaard Argentina. De todas maneras, yo soy el único responsable por lo que digo en esta crónica y me disculpo de antemano por los errores y las distorsiones que pueda contener.
[2] Héctor Fenoglio falleció en Buenos Aires el 31 de enero de 2023.
[3] El Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos se formó en 1969 con la fusión de dos facultades de teología y el auspicio de siete iglesias evangélicas: Iglesia de los Discípulos de Cristo, Iglesia Evangélica Metodista Argentina, Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata, Iglesias Reformadas en la Argentina, Iglesia Presbiteriana, Iglesia Evangélica del Río de la Plata e Iglesia Evangélica Luterana Unida. Más tarde se les unieron primero la Iglesia Anglicana en Argentina y en 1996 la Iglesia Luterana Dano-Argentina, en este último caso bajo el paraguas jurídico de la Iglesia Dinamarquesa en Buenos Aires. En 2001 se convirtió en una universidad reconocida por el estado argentino y pasó a llamarse Instituto Universitario ISEDET. Lamentablemente tuvo que cerrar sus puertas de manera definitiva en 2015.
[4] Para entonces sólo la primera obra de Kierkegaard había sido traducida y publicada según los términos de ese convenio, De los papeles de alguien que todavía vive; Sobre el concepto de ironía.Vol. 1.
[5] La Hong Kierkegaard Library es el principal centro de estudios kierkegaardianos del mundo fuera de Dinamarca. Lleva el nombre de sus fundadores, Edna y Howard Hong. Los dos estudiaron en el St. Olaf College y Howard Hong fue profesor de filosofía en dicho lugar de 1938 a 1978. Edna y Howard Hong también aprendieron danés y tradujeron la mayor parte de la obra de Kierkegaard al inglés. En el proceso de realizar su traducción, fueron reconstruyendo la biblioteca personal de Kierkegaard, y fueron esos libros más muchos más vinculados con la obra de Kierkegaard los que el matrimonio donó a St. Olaf en 1976 con el propósito de constituir la Hong Kierkegaard Library. La colección fue creciendo con la incorporación de las traducciones de Kierkegaard que aparecían al inglés y a otros idiomas, y con todas las disertaciones y obras publicadas sobre Kierkegaard. Además, la Biblioteca Hong, desde sus inicios, organizó actividades, seminarios y conferencias para discutir el pensamiento de Kierkegaard y creó las condiciones como para que personas estudiosas de Kierkegaard de todo el mundo pudieran pasar una temporada de estudios e investigación en Northfield con acceso a todos los recursos de la biblioteca.
[6] Nuestra traducción de este escrito de Kierkegaard fue publicada simultáneamente en Parte de Guerra, Vol. 5, no. 17, 2002. Debe mencionarse también que en el Vol. 23 de Cuadernos de Teología del año 2004 se publicó como documento la versión completa traducida por nuestro grupo de El Instante N° 2.
[7] www.sorenkierkegaard.com.ar
[8] https://www.facebook.com/groups/105766309452515
[9] Si bien en las dos traducciones que hizo nuestro equipo para Trotta se menciona a “Ana María Fioravanti,” desde hace algunos años esta querida integrante de la Biblioteca Kierkegaard Argentina prefiere que la identifiquemos como Anna Fioravanti.
[10] En este momento en el catálogo de Trotta ya se ofrece la segunda edición de El Instante publicada en marzo de 2012.